CAPÍTULO 3: EL ÚLTIMO SOBREVIVIENTE

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—Es que no gano la lotería porque no la compro. —aludió Nina con un gesto de felicidad en el rostro.

Divisaba con repugnancia las manchas de sangre que se extendieron a lo largo de la habitación, no le causo impresión a de que los líderes, al igual que otras personas, hayan buscado refugio en lo que consideran "el ser más poderoso sobre la tierra". Ella bostezó hincándose hacia la pierna que rodaba en el suelo.

—¿Qué haces?, no lo toques. Te puedes morir del susto. —Arýx mencionó—. ¿Piensas que Gemma lo mató? —prorrumpió hacia la de cabellos verdes con respecto al "titiritero" que abandonó a sus marionetas.

—Parece que le tienes mucha fe —incitó Nina. Arýx estiro un par de músculos para así retirarse de la sala junto a la chica—. Hacerlo sola, quizás no. Con normalidad, sabe cómo trabajar en equipo.

—No lo dudes, recuerdo cuando nos golpeaba porque no la dejábamos entrenar con nosotros.

—Sí, estaba pequeña.

Un silencio que formularon se esfumó al ver que Nicolás apareció en medio de su caminar, saludando a ambos superiores de inmediato. El chico haya sido enviado por Sonne para atender este tipo de casos y quizás Gamura o Gian le hagan compañía, misterios como estos lo resuelven mejor aquel par.

—Solo espero que regrese pronto. Estar mucho tiempo afuera, es peligroso —alude Arýx.

—Adentro también, vi cómo te sorprendió la llegada de los líderes, conoces bien la función de ellos. Jactarse de dinero para esfumarse y así hacer caso omiso a un país con problemas de tal magnitud, no es de tu ética. —dijo Nina.

—Igual no harían nada, son estorbos —aseguró Arýx. Ella extendió un dulce al de cabellos grisáceos—. Sabes, siempre he sido una gran mierda con Gemma.

—Por supuesto, con todos. —confesó con una risa colgada de sus labios.

Arýx pensó que tendría un poco más de comprensión para con él, sin embargo, no miente cuando dice que los abandonó a la suerte, haciendo que la unidad del equipo se esfumará por un par de años. Aunque, no importando nada, no perdían comunicación alguna, al menos, en ese sentido las cosas estaban bien.

—Sé que llegaste porque André cumplió lo que había dicho. Utilizó a su hijo para ponerle fin a algo ocasionando un caos. De la peor manera, pero, lo hizo.

—Pasar tus líos a hijos, no es muy Nazki de su parte —mencionó Arýx recordando aquel momento, mascaba con calma los caramelos que Nina no dudo en darle—. André, en cierto sentido, es como Aaron, hace las cosas pensando en el bienestar de los demás. Estoy seguro, de que puede matar a Gemma.

—Estos problemas familiares son una mierda. Sophie no toleraba en absoluto respirar cerca de los Groover, pero, debo admitir que ahora todo es tan diferente, y eso me hace sentir mejor que en otras ocasiones.

—Estoy creyendo mucho en lo que Gemma pidió. Sé que no podrá soportar combatir contra Aaron, y todo por mi culpa.

—¿Dices que no debiste dejarla a cargo de Aaron? —él asintió, Nina le observó con cierta incredulidad—. A veces opino que eres un idiota de primera —dijo sin más—, dime tú, aparte de Mena, ¿quién es la más capacitada para lidiar con un Nazki? —Arýx le miró con obviedad, Nina afirmó—. Exacto. Un Groover cuyo nombre es Gemma, ella puede ser lo muy arrogante que quieras, impulsiva, agresiva, algo loca, pero, eso no quita que cuando le das una responsabilidad se echa sin nada. —Nina palmeo su hombro—. Ella te estuvo esperando al igual que mucho de nosotros, sin duda le hiciste falta, bueno nos hiciste falta.

—Si no me hubiera ido, ¿estaría Jaden? —preguntó en la nada. Nina solo le miró.

—Jaden te golpearía con palabras diciéndote que debes querer más a tu padre, así que ya sabes la respuesta.

El objetivo de Gemma era atacar, sin aviso, sin plan, solo apartar a dicho diablo lejos de los países. La chica, mediante el escrito, anotó como algo adicional, solicitar el permiso de que su antiguo equipo de trabajo volviera al campo de batalla, aunque estaba poniendo la vida de la futura gobernadora en juego.

Conoce a la perfección que ella, más que nadie, desea poder traer a su estudiante de las greñas, si es posible, con un tirón de oreja por la imprudencia y haberla preocupado tanto en este tiempo. Pero, a lo que Arýx le temía, era no ser lo suficiente fuerte para poder decir que lo sentía, de todo corazón, nunca debió abandonar el país por algo tan cobarde, en conclusión, permanecer al lado de Aaron era lo que necesitaba.

—No es muy común que charlen, pero, se ve genial. —irrumpió Damián al par de individuos que se encontraban en medio de la calle. El pueblo suele salir con más frecuencia, causando aglomeraciones, tanto que no lograron quedarse de pie en un solo lado—. Vine a despedirme. A pesar de todo, Denzka está desprotegida luego de haber leído el comunicado de Gemma.

—Mencionó que debían estar lo más cercano posible —rectificó Nina. Aitara pronunció.

—Lo entiendo, pero, no puedo quedarme más tiempo aquí. El rehén por el cual venía está bajo una buena supervisión. —Ella se inclinó ante aquellos, quienes sintieron vergüenza por tal repentino acto.

—Eso no es necesario, señorita —intentó disculparse Arýx. Aitara sonrió—. Pero...

—Lo siento, he tenido que pensarlo más de lo debido, y no puedo permanecer más tiempo aquí —habló Aitara. Nina asintió, a pesar de que la humanidad estaba en alerta, ella debe velar por los suyos, por todos los altercados han de estar más vulnerables que nunca.

—Una muestra de la sanación a quiénes infectaron no estaría mal. —habló Damián, refiriéndose a los jóvenes que se encontraban bajo una mancha de sangre que no es la normal, creando así un pequeño grupo militar para ocasiones como estas—. Es posible que Gemma nos mate por irnos, pero...

—No puedes hacerlo, Damián. —escupió Arýx, al ver que tantas vueltas estaba dando aquel joven, el chico trago en seco—, sabes que te necesitamos, como a nadie.

—Y-yo, no soy bueno. —Se quejó el sabio.

—Eres el mejor en combate —habló Nina—. ¿A dónde iríamos sin nuestro cerebrito?

—Igual, no puedo matar a nada ni nadie, no tengo, ni una super catana o espada, tampoco un ojo biónico. —Damián estaba en negación. Aitara bufo al escucharle—. ¿Señorita?

—Lo siento, estás exagerando. Eres el sabio de Denzka, el último de los Aménno y Begger, ¿y dices que no tienes ningún tipo de función?, ¿sabes que en la sangre Begger corre un linaje asesino? Y los Aménno pueden controlar por lo menos un elemento. —incitó Aitara haciéndolo enfatizar que es más de utilidad para Gemma que la propia gobernadora de Denzka.

—Sí, controla bien el elemento del cerebro. —expresó Nina con una carcajada.

—En serio te detesto. —confesó el joven Damián fue tomado por ella para así avanzar, a lo que Arýx permaneció junto a Aitara a lo largo del camino.

—Veo que Airén no tiene intención alguna de redimirse. —Siseó Arýx a su costado.

—Es un chiquillo. Tal vez no lo haga con el motivo de que quiere verme "sufrir". Por Dios, me han pasado tantas cosas que no es posible que pueda tener algún tipo de sentimiento. —Arýx negó con una pequeña sonrisa, Aitara continuó—, en el encargo de Gemma, ¿estarán solo ustedes?

—Es lo mejor para todos. —mencionó el de cabellos grisáceos.

—¿Por qué lo consideras así? —Arýx tomó una bocanada de aire pensando un poco más en como poder responder esa pregunta.

—No debemos tomarlos el lujo de continuar perdiendo a más de nosotros. Quizás tengamos un poco de ventaja si el cuerpo de Aaron aún puede ser controlado por él mismo. —Aitara asintió mientras le escuchaba—. Sabes de almas perdidas, ¿no es así?

—Hace mucho que no utilizó ese libro, al menos que sea para invocar a mis bestias. —habló la gobernadora. Arýx continuó:

—¿Por qué los Aménno nunca tuvieron el control de un ente como este? —preguntó el primogénito.

—No somos considerados un buen clan, todo lo que efectuamos en teoría es prohibido. Mantener almas en un libro, lo es, invocar bestias, también, intentar hacer algo maravilloso, de igual forma. Estábamos a casi nada de vivir bajo una dictadura, agradezco que los antiguos líderes ya no existan.

—Sería imposible encerrar a ese diablo ahí. —Concluyó Arýx. Aitara asintió, una deidad superior es complicado, pensar que puede residir en un libro, es mucho peor—, y Gemma lo describió como alguien poderoso, no cabe duda de que este lío tendrá más rollos que una pieza de papel.

—Eso sin mencionar a quiénes tendrán que venir con él. —expresó la gobernadora.

—¿A qué te refieres? —Arýx no tenía pensado que podría traer algo consigo. Aitara le miró de reojo—. ¿Más a fondo? —preguntó el de cabellos grisáceos.

—El inframundo está lleno de demonios. No solo cinco, seis, o diez, son miles, millones, si la puerta llega abrirse, estaremos repletos de ellos. —Arýx no había opinado en esa posibilidad. Ya que consideraba peligroso a los familiares de Gamba y Noriel, ahora que lo menciona no puede estar tranquilo de nueva cuenta—, si dice ser el jefe de los diablos, estamos jodidos.

—Tienes razón, odiamos a ese tipo, por ende, iremos a matarlo. —mencionó Arýx, ella mostró una sonrisa, hallándose con Darius. Aitara dio un suspiro para así despedirse de los demás—. Esperemos poder verla de nuevo gobernadora.

—Cómo muestra de gratitud, les dejaré a mi sabio. Confió en que lo cuiden y envíen su cuerpo sin rasguño alguno a su hogar. —Ella dio un pequeño empujón a Damián, quien no parecía estar del todo gusto con lo que ha expresado, sin duda alguna, quería solo irse a dormir y pensar que todo ha terminado—. No me he marchado y ya te extraño. —Se giró, sintiendo como la mano de Damián le irrumpe, entregándole de cierta manera una joya preciosa.

—Es solo para saber que tan bien estas, Aitara.

Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios, no le fue para nada sencillo pedirlo a un joven de Turán tal favor que le costaría demasiado, por ahora debía poner en práctica si aquel cuarzo funcionaba al pie de la letra.

—No te preocupes, a este ser nadie lo va a tocar, sobre mi cadáver. —mencionó Nina colocando a su lado a Damián, quien no se veía tan seguro de si quedarse o no. A fin de cuentas, la solicitud enviada por Gemma detallaba en grande que la presencia de aquel chico era primordial y si intentaba escapar llegaría a las malas.

Para Gemma era importante tenerlo con ellos.

—Confió en que volverán victoriosos —habló Aitara. Darius rindió una pequeña reverencia ante la señorita para así continuar con su caminar.

—¡Claro, le enviaremos nuestros saludos a Kan por ti! —afirmó Nina en un grito, el rostro de Aitara parecía estar hirviendo al escuchar dicho nombre, debe estar maldiciéndose por haber bajado la guardia en ese sentido.

—Señorita Aitara, ¿está segura de que no debemos llevar con nosotros a Airén? —pronunció con dudas su guardián.

Si alguien es bueno para retenerlo serían los soldados de Kamphra, si Simón está a cargo o algún miembro del clan Groover, duda que el inepto de Airén opte por escapar.

—Se ubica perfecto en esta nación. Ellos son más temibles que nosotros. —confirmó la gobernadora quién empezó su caminata al costado de Darius.

El tema con Airén era un punto muy aparte, en el sentido de que el miedo al verle no se había esfumado en lo absoluto, a pesar de que intento enfrentarlo no puede volver a decir que la vulnerabilidad ante aquel hombre no existe.

Ella, en ese aspecto, ha mentido de gran manera; tras haber vivido infinitos errores junto a él, ha causado cierta desconfianza en los hombres en general, solo que en esta ocasión apareció un tal Kan para hacerle la vida más iluminada que ha podido tener, no se había sentido bien desde que Dalh y Aitte partieron.

Es cierto que ahora Darius se mantiene a su lado, pero, no puede evitar pensar que es del tipo promiscuo y aunque no se le haya insinuado o faltado el respeto, teme que algo como eso pueda suceder. Su viaje a Denzka demoraría un poco más, Aitara en cualquier sentido es floja para caminar y suele ir a paso de tortuga, al igual que ya no se siente acostumbrada en descansar sobre el pasto empapado.

—Señorita...

Aitara se detuvo, se encontraban a una distancia irreconocible de la ciudad, en el informe todo indicaba que la situación no tendría que verse explotada. Las cosas marcharían bien y a fin de cuentas no estarían expuestos a ver algo como lo que supone.

—Venimos con más inquilinos. —aludió el guardián con una pequeña sonrisa Darius colocándose a la defensiva.

—Me he dado cuenta —señaló la joven manteniendo la postura actual. Es común, hoy día hay muchos más demonios de los que acostumbra a ver, por ende, si respira y tiene uno al frente no se le haría para nada extraño—. ¿Puedo saber quién eres?

La silueta de una hermosa figura se formuló delante de sus ojos, tras un aura maligna que terminaba de moldear el mismo, del polvo se creó una esbelta y preciosa femenina, haciéndola ver como lo que era, un diablo que desconocía.

No mentiría, era un ser demasiado hermoso. Por ende, escondió la vista de Darius; aquel ente le miro tras haber descubierto su habilidad por completo. Aitara parpadeo un par de veces, sintió como su vista se vio afectada en cuanto ambas cruzaron miradas por un par de segundos.

—Es una fortuna deleitarse con tan sublimes cuerpos —habló. Aitara guardo silencio.

—Rasga una parte de mi vestido y cubre tus ojos.

Aitara puede afirmar que Darius se vería afectado, a comparación de Noriel, a ella no le impresionaba en lo absoluto, es como si su belleza los cegará mostrando un punto débil ante ellos; miente dejando su vestimenta de diablo, convirtiéndose en una mujer común y corriente. Darius estaba con la mirada baja, hizo lo que Aitara le había indicado, aquel diablo mostró una pequeña sonrisa.

—No creo que tenga un buen sabor. Es un chico compartido. —musito la gobernadora cubriendo el cuerpo de Darius con el suyo.

—Espero que no haya sido un insulto —murmuró el joven con una pequeña sonrisa, la deidad frente a ellos acaparaba mucho más de lo que tenía estimado.

Aitara maldijo por lo bajo. No podía caminar con calma a casa porque se ven irrumpidos por estos asquerosos insectos de dos patas.

—Qué alivio combatir sin verla, sentía que la vista se me estaba esfumando. —Sisea el imprudente guardián.

—No es usual ver a una diabla tan bella, la hermosura siempre guarda algo tenebroso, en lo más profundo de su alma. —habló la gobernadora. Aquel diablo indicó a la chica, Aitara se mantuvo firme a pesar de ver esos horrendos dedos señalarles.

—Quítate...—la diabla musitó.

Aquello se sintió como si una presión le impidiera oscilar a gusto, a tal punto que su cuerpo se apartó en cuanto ella movió sus manos haciéndola frenar contra una enorme roca; aquella diabla miro de reojo lo que había sucedido, tomando en cuenta que la misma se partió a la mitad con el impacto de aquella señorita. Esta vez, su ojeada fue dirigida a ella.

—¿Qué es esa monstruosidad? —prorrumpió la diabla.

A comparación de otros, ella parece no estar feliz con lo que recién acontecía. Sus ojos se llenaron de lujuria, el cuerpo de Aitara de momento le resultaba asqueroso, tanto que su lengua dibujo cada extremo de sus labios, tras sentir tal energía en su cuerpo.

—¿Cómo te llamas? —Aitara no respondió, sin embargo, logró colocarse de pie con total facilidad, estirando un par de músculos luego de haber sido levantada de aquella manera—. No debería sorprenderme que soportes tal dolor —ella se encogió de hombros, mordiendo su labio inferior.

—¿Proviene del inframundo? —cuestionó Aitara, la diabla bostezó ante la pregunta, para ella había sido más que un insulto.

—La pocilga querrás decir. —Aitara agitó sus manos desconociendo a lo que se refería, estaba restándole importancia al ser que hablaba delante de ella.

—Señorita, ¿Qué está sucediendo? —preguntó Darius, empuñaba su espada sin sentir movimiento alguno, algo de lo que Aitara agradece es que este tipo tiene los pesarosos a mil.

—¡Cállate! —indicó la diabla haciendo que el cuerpo de Darius se viese afectado por unas pequeñas flechas rojizas, las cuales rozaron su vientre.

Aitara estaba pensando que, si se movía, de seguro, perdería paciencia, sin embargo, dejarla atacar primero jodería más la situación.

El choque de ambas manos despertó cierto gusto por un combate en aquel momento. No puede engañar, los diablos en teoría no son habilidosos en batallas a corta distancia, sin embargo, ella, era distinta a lo que su mente tenía estimado.

Darius alzó su pulgar indicando que todo estaba bien y que el rozón no afecto en lo absoluto de manera interna. Aitara ante la cercanía con aquella mujer, sostuvo su rostro muy de cerca con la diestra, presionando con fuerza, ¿explotar? Dudo que ella se dejará manipular de aquella forma, estiró la cabeza de esta, evitando así que se mantuviese conectada con su cuello.

—¡No vuelvas a tocar mi bello rostro, pordiosera! —Aitara sonrió de lado al separarse de ella.

—¿Qué tipo de mujer eres? No pareces ser una particular diabla fuerte, me estás aburriendo. —Odia tener que hacerlos enfadar. Debe admitir la sorpresa en su forma habitual, es común que los diablos intenten aparentar lo que no son, aun así, ¿Por qué esta llevaba cuernos en su cabeza? —. Las chicas como tú no son vistas con frecuencia.

—¿En serio?, ¿charlas Aitara? —se escuchaba la voz de Darius, había olvidado que su guardián estaba herido, y aunque no se quejará, debe socorrerlo cuanto antes—. Yo digo que rebanemos su cabeza.

Aitara no estaba segura si cortarlo sería suficiente. ¿Qué hallaba esperando Aitara de pie observándole con determinación?, algo que no era casual en ella, ya que si se mostraba en peligro atacaría de una vez por todas. Desvió su mirada a Darius, quien intentaba comprender la situación, y aunque el aura de la diabla era descomunal, no podía captar la información con rapidez.

—¿Aitara?

No se percató en absoluto lo que continuaba, su piel parecía haberse erizado al sentir la distancia corta entre ambos, por inercia sus manos chocaron con las ajenas, sin embargo, la diestra fue incluso más lerda que la otra.

No evitó que la herida en su vientre se diese, ya que la forma en que manifestaba armas era idéntica a la de Yaám. Ella las creaba de su cuerpo, a una velocidad que no podía reconocer, pestañeaba y la misma se incrustaba en ella, solo que en esta ocasión sentía como le quemaba.

—¡Señorita Aitara!

—N-no te muevas, Darius, no lo intentes. —Él comenzó a caminar.

Aitara se quejó a gran voz. La diabla se apartó de inmediato, lo cual ocasionó una batalla entre ambos, tanto el guardián como aquella deidad parecían estar mano a mano.

Ella debe admitirlo, si fue entrenado por un Aménno, él podría lidiar con la situación. Miro a su costado, aquella arma que había utilizado se esfumó en cuestión de segundos, lo suponía, algo grave estaba ocurriendo en este momento, no solo aquí, sino también en distintas partes de las afueras de la ciudad.

—Dame un respiro. Señorita Aitara...

Rasgó parte de su tela para así colocarla en su cintura, evitando que la hemorragia aumentará, haciéndola decaer en la batalla. Es posible que en medio pueda encontrar más como estás; la joven descarto el hecho de usar su fuerza, a fin de cuentas, lo que la hacía hábil era la rapidez que emanaba, y por más que utilizará sus puños, estaría envuelta en un lío grave al hacer estragos en medio de la naturaleza.

—Ella lleva cuernos —aludió la joven; logrando énfasis de que es la primera vez que ve algo como esto, y si eso es cierto, lo que Gemma mencionó de las puertas junto a los demás, se ha dado sin ni siquiera darse cuenta.

Aitara tragó en seco al tenerla cerca, su mano diestra ejerció presión en el cuello, mientras la otra sostenía con libertad el segundo ataque. La respiración de aquella diabla se cortaba de a poco, sin embargo, esta no era la mejor forma de acabarla, y es por ello por lo que se maldice. Golpeo con la fuerza media que llevaba consigo el ser de la mujer, lanzando la misma a metros de ellos, su cuerpo quedó estático por un par de segundos.

Se vio elevado luego de que maldijera a gran voz por lo que Aitara ha ocasionado, la chica pensó que golpear su rostro no había sido buena idea. Eso sin mencionar que ha quedado marcada, desfigurando una parte sin medición.

—Lo que significa qué...—Aitara meditó un poco más.

—Mierda...—Darius comprendió el mensaje, tan pronto sintió el cambio de aquella deidad—, señorita Aitara, lo mejor sería correr, créame, yo confié mucho en su potencial, pero, estamos entre la espada y la pared.

—Me gusta la idea —se dijo así misma que no utilizaría más dicho libro—. Aun así, soy la gobernadora de Denzka, y yo... No doy marcha atrás, Darius.

El joven curvo una pequeña sonrisa en sus labios al escucharla, las bestias, lobos, mascotas, lo que sea de Aitara salieron a flote con aquella mujer sobre su hombro. Se dirigía a tope sin importar el final que tendría esta historia, estando dispuesta a emplear la mayor parte de sus fuerzas, si su vida dependiese de ello, estaba pensando.

—Te daré unas palabras de aliento. —El cuerpo de Darius se balanceó al darse cuenta de que la bestia negra lo condujo hacia el mismo hombro dónde se encontraba Aitara—. Dalh y Aitte se joderían si vieran esto.

Afirmó con una pequeña sonrisa en sus labios. Aitara sintió un poco de vergüenza, ya que ellos conocen lo pésima que era en años anteriores. Sin embargo, el esfuerzo que ellos mismos sembraron en ella y esa confianza que le hizo ver su realidad de una manera distinta. La ha llevado aquí, a ser quien luche ante diablos de rango superior, deidades que puede destruir incluso con sus ojos cerrados y aunque las fuerzas estén divididas y se muestren diferentes, no le dejaría el trabajo.

—Me tienes harta niñita.

Su rostro mostraba deterioro, le convenía que continuase así, ya que si fuera por fuerza estaría acompañando a sus seres queridos en el limbo, aun así, no hay nada que pueda detener el enojo que estaba sintiendo en este momento.

—Ustedes, los diablos, tienen asqueados a la humanidad, nos han quitado todo lo que más amamos y no, no les perdonaré su maldita existencia en este y el otro mundo, si tengo que perder los brazos, piernas o cualquier parte de mi cuerpo, lo haré, ¿sabes por qué? —ella tragó en seco— soy Aitara Aménno, gobernadora de Denzka.

Fue en una milésima de segundo que el tiempo se detuvo para ambas, el cuerpo de Aitara cambio, insertando las tres muestras de su poder en ella, logró un resultado que no esperaba en medio del campo de batalla.

—Yo haré juicio sobre ti.

El arte en los ojos de aquella diabla eran poesía, estaba delirando ante el poder un verdadero Aménno.

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