3.1

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Nina se percató de la manera en que su té se movía; aquel estruendo solo podía hacerle pensar en una cosa

—Joder, vaya que me he quedado atrás.

No dudo en colocarse sobre sus pies luego de haber decidió que tendría un tiempo ameno en el balcón del hogar de Sonne antes de poder partir. Pero, parece que nada puede dejarlos descansar por lo menos un segundo.

—¿A dónde vas?

La joven apenas pisaba el hogar luego de haber estado en una reunión común con Mena, Gus y parte de la anciana Úrsula. Sin mencionar de las tareas y trabajos que tiene dentro de la residencia, vigilar a los prisioneros que aún se mostraban en negación para cerrar el caso, hacía que su estadía en el alojamiento fuese corta.

—¿No sientes una presunción? —ella negó ante su pregunta, luego se encogió de hombros—. ¿Nada de nada?

—Las tengo desde que Jocco no está. Como si quisiera encerrar a la mayoría en una burbuja e irnos al país de los acostados, solo para descansar —mencionó tomando el té que Nina le extendió, luego de su ración de provisión correspondiente, un par de vitaminas recetadas por el médico de la residencia.

Sonne tomó su lugar con calma, pensando en las palabras de Nina, quien se ajustaba su arnés y parte de sus elementos para la batalla.

—Nina...—habló con firmeza el nombre de su hermana mayor, ella se giró terminando con aquello para así dejar un par de servilletas en la mesa—. Sé que ha pasado mucho tiempo, pero ¿todo marcha bien con Gemma?

No ha cruzado palabra frecuente con ella desde la vez que se enteró la causa de muerte de su madre; le duele, lo reconoce, al igual que ella le costó comprender por lo que estaba pasando y tratar de ponerse en sus zapatos no fue para nada sencillo, ha tenido impulsos como cualquier otro.

—Estás yendo al matadero, por su pedido.

—Sí, lo sé —tomó una bocanada de aire—, no justifico la muerte de Sophie. Creó su propia justicia.

Nina se encogió de hombros, no podía reconocer a fondo lo que sentía en este momento. Al igual que muchos, sabe que Sonne tuvo que pasar por cosas que pudo impedir si se hubiese quedado a su lado, por lo demás, no le interesaba, su madre siempre fue una metida, y por más que odie admitirlo, no merecía una muerte como la que Gemma le concedió, en esta vida todo se paga de esa manera. El que a palo mata a hierro muere y fue justo para una joven que no hacía mal en este mundo.

—Lamento muchas cosas, Sonne...—expresó la hermana mayor, ella bebía de su té, aquello le hizo recordar un par de cosas que no eran fácil borrar de su memoria.

—No lo hagas ahora. No hables de esa forma, es la misma que vi cuando mamá murió y la que sentí la última noche en la que estuve con Jocco. —Nina dibujo una sonrisa—. Sé qué dirás: "Por Dios Sonne, soy alguien que el mundo no puede destruir", pero no evito sentir que esas palabras se presten para sentimientos que quiero evadir.

—Por Dios Sonne, soy alguien que el mundo no puede destruir, yo destruí al mundo y toda la maldad que está en él.

Indicó tal y como ella pensó que diría, su relación con Sonne era de las mejoras, no perdió contacto alguno con la joven desde que se marchó, conoció incluso su estadía en Turán y el arduo entrenamiento que vivió ahí para poder contemplar las habilidades maravillosas que la misma desarrolló con esfuerzo. Debe admitir, que esta generación es mucho más determinada que la antigua, sienten miedo, sin embargo, no lo demuestran.

—El equipo se mantiene de pie. Hemos perdido dos de los nuestros, pero fueron por errores cometidos antes, ¿lo comprendes? —emitió con una pequeña sonrisa, Sonne asintió una y otra vez—. Ellos, todos, son tu equipo, tu escuadrón, esas personas que nunca te van a abandonar, nosotros solo estamos aquí para cuidarlos —soltó una sonrisa contagiosa—. Aunque no necesiten de nuestra protección, haremos lo posible para que no carguen con algo como esto en los siguientes años, Sonne.

—¿Me enseñarás tu fuerza sobrehumana cuando regreses? —preguntó, ambas rieron, Nina asintió sin más.

—Lo prometo. —La puerta se vio irrumpida por Arýx, quien no evito sonreír nervioso por escuchar todo desde la parte de atrás—, sabía que había ratas al otro lado, pero no pensé que tuviesen dos patas —expresó bostezando, volviendo a ser Nina, y así tomar una espada de la bodega de Sonne—. ¿Te convido una? No sabemos cuántos diablos pueda haber ahí afuera —musitó con una sonrisa burlesca a la persona heredera de una catana celestial, en teoría, no necesita tener más repuesto.

—¿Te parezco alguien débil? —asintió encogiéndose de hombros, en efecto, Arýx era un poco zoquete, pero, se le perdona por ser una buena amistad—. Eso fue ofensivo, optaré por ignorarlo. ¿Cómo sigues? Aparte de hambrienta.

—Todo está yendo bien, solo que con más sueño que nunca. Nicolás hará la guardia hoy, cualquiera información por parte del exterior, háganla llegar a él o a Gian.

—Quién lo pensaría, un Green confiando en los Groover, —ellos rieron ante el comentario de Arýx—. Vaya que han cambiado ciertas cosas.

—Siento que todo ahora marcha mejor, por más que el mundo esté ardiendo a nuestro alrededor, esto, tiene un buen propósito —mencionó Sonne—. Nina, dale un par de galletas a Arýx.

—No, no, no. No es necesario. —Se negó con timidez, Nina ni siquiera estaba por darle algo que compro semanas atrás.

—Acéptalo o te cortaré los huevos, es sensible ahora, nótalo —habló Nina buscando el paquete en la alacena para así extenderlas, y caminar hacia la salida—. Volveremos pronto, estamos a nada que Gemma nos envíe una nota maldiciéndonos por haber llegado tarde; andando rata de dos patas. —Arýx agradeció por lo bajo ante el obsequio de Sonne, Nina se detuvo en la puerta—, no pienses cosas malas, ¿de acuerdo? Volveré antes de lo estimado, lo prometo.

La rubia asintió con una pequeña sonrisa. Nina se encargó de cerrar la puerta con seguro e indicar a los guardias en la parte de afuera que solo irrumpieran el sueño de la señorita de haber recibido una nota importante, necesitaba descansar más que nada ahora.

—¡Porque demoran como los diablos! —Nina golpeó la cabeza de Damián al escuchar esa reseña, para así continuar con el camino, la dirección es correcta, la silueta de Mena en la salida indicaba el inicio de una unión no vista por mucho tiempo—. Solo fue una referencia —se quejó de inmediato, era tarde, ya Nina le había acomodado las neuronas que perdió.

—No te preocupes, me amenazó con acabar con mis huevos si no tomaba unas galletas de Sonne —explicó Arýx sintiéndose tenso por la advertencia, si es de Nina, puede que se cumpla.

—¿Estamos agresivos hoy? ¿No? —Mena termino el café que se trajo consigo, una adicción no se podía quitar con tanta seguridad—. No sé cómo hará Gemma, pero debe traer a esa chica entera a este lugar, sino se sentirá culpable por el resto de su vida —indicó haciendo referencia a Hillary.

—Estamos a pocos pasos, chicos. Desde ahora tendremos la mente fría, nada de pensar en caliente, tampoco quiero que lloriqueen —musitó Arýx dando órdenes como el buen capitán que solía ser.

—Oye, ¿hablas de mí? —se quejó Damián ante lo que mencionó Arýx, él se encogió de hombros haciendo como si no hubiese escuchado su reclamo.

—Toma, es para ti. —Reconocía esa espada a lejos, no podía creerlo—. Lo siento, es la única que vimos "reutilizable" —extendió Nina el arma al hombre llorón frente a ellos.

—Sí, claro, de todas las armas, tenía que ser la de Airén, luzco más estúpido que antes. —Damián parecía enojado.

—Sin enfados, te ves como señora en mercado quejándose de los precios. —Maldijo Nina para que Damián le escuchara.

Palmeó su hombro intentando animarlo, a lo que Damián solo se sintió más ofendido de lo habitual; comenzaron la caminata lejana de Kamphra. Era sano para ellos tener que irse cuanto antes, ya que no conocían lo que estaba sucediendo; es posible que hayan cometido una locura en ser un poco ansiosos.

Sin embargo, Gus mencionó que sentía que esta situación ya ha tomado mucho tiempo, y aunque las muertes de los líderes se vean sujetas a Noriel, no hace que el juez de paz se sienta con los humos apagados. Es más, la sociedad ya no sabe en quién confiar, la complicación hace perder la esperanza, aunque indiquen que esto es lo último que escasea en nuestras vidas.

Mena no podía dejar de pensar en la exposición de peligro que ponía al país, su partida podría justificar que los diablos entrasen, sin embargo, cuenta con un gran pilar nuevo de soldados que pueden arremeter y dar una buena batalla.

Es ahora dónde opina que, si es correcta la posición en la que está ubicada. Sí, Lyrián lo dijo antes, solo fue un pedazo de basura que André vio por mera causalidad para colocarla a un nivel que según él merecía.

Da gracias que se encontró con la persona que asesino a sus padres, e incluso acabó con la misma, no obstante, esto no la hace sentir segura para nada. Siente la presión de tener que acabar por completo con la existencia de esas deidades, y si es posible, con la de dioses.

—Mena. —La voz de Nina le irrumpió.

Se encontraban en la parte de atrás por dicho sendero que los llevaría a la zona sur, directo a la comunidad, dónde tal vez se verían con Gemma, Yaám y aquella mujer que es la más solicitada alrededor del mundo.

—¿Qué sientes?

—Impotencia —habló—, confusión, necesidad —expresó recogiendo sus escasos cabellos en una pequeña coleta. Nina asintió al escucharle.

—Justo como estoy ahora —dijo con una sonrisa, extendiendo un par de golosinas a la joven. Mena no dudó en tomarlas.

—Nunca en mi vida imaginé un momento como este, tener que estar al frente de muchos, decir a gran voz que seré la nueva gobernadora, jamás lo pensé.

—¿Y te sientes mal por ello? —asintió sin sentir pena alguna—. ¿Por qué?

—Opino que le he quitado un puesto importante a los Nazki, Nina. —Ella rio, Mena estaba equivocada.

—Un verdadero Nazki es aquel que de verdad ama a su pueblo y lo protege, no el que tiene la sangre más pura del mundo. Para muestra lo sucedido, Arýx odiaba la idea de tener que tomar el lugar de su padre, solo quería ser esa mano derecha que necesitaría en un momento determinado, sin embargo, ambos encontraron a una mejor opción en su camino, o sea, tú. Has cuidado del país más que nadie en este maldito mundo, ¿Por qué supones que eres menos?, ¿solo por qué no eres de ningún tipo de sangre? —Mena no evitaba prestar atención—. Debes estar mal en opinar eso, yo desearía no tener que ver con nada de dioses o titanes, algo así, no sé qué mezcla de qué mierda soy, prefiero ser un humano común y corriente. Alguien que no tenga la mente errada a deidades que solo vinieron a joder a este mundo.

—¿En conclusión? —podía verse la sonrisa en sus labios por la forma en que Nina interpretaba su vida.

—Eres una diosa que merece esto y mucho más. No importa que mierda pase al final del día, nosotros somos y seremos siempre las mejores amigas, bueno, Gemma diría lo mismo y acepto que quiera entrometerse en nuestra relación —murmuró ocasionado que Mena riera—. Pero estoy segura de que nosotras no dejaríamos que nada pasará. Seremos tu pierna, ojo, brazo, nalga derecha, todo lo que quieras Mena. Pero, asume este puesto como lo que eres, una gobernadora.

Nina dejó un pequeño beso en la frente de la joven, la diferencia de estatura era notoria, por lo cual no le fue complicado plantar una muestra de cariño en aquella chica, más que nada ni nadie, lo necesitaba.

—Saben, siento que algo me zumba —afirmó el joven sabio frenando en seco—. No miento cuando digo que me mortifica la situación.

—Supongo que tiene que ver con Aitara. —Sugirió Arýx, pues, estaba a un camino distinto, sin embargo, la tierra no había dejado de temblar desde hace mucho—. También, llegue a sentir algo similar. —Damián no se veía convencido de tomar la ruta que ellos tenían estimado. Mena mencionó lo siguiente:

—¿Quieres ir? —cuestionó la de cabellos rapados, Damián se giró no comprendido el permiso que recién le otorgaba—. Sé que no es fácil, de seguro debe haber problemas, y como tú odias los problemas...

—No. Esta vez es distinto, pero, Gemma de seguro no me lo perdonaría si no llegó con ustedes —confesó el sabio.

—Un poco de retraso no la haría enojar —habló Mena, a lo que Damián asintió suspirando con una pequeña sonrisa en sus labios—. Solo llega entero y a tiempo, no quiero escuchar las maldiciones de Gemma.

—En una pieza, lo dudo, pero, haré lo posible —dijo con sinceridad.

—Espera, caminando, no llegarías a tiempo —habló Mena, la sombra gigante dio a conocer a Jebby quien aterrizó con calma a una distancia memorable—. Lo siento, suele seguirnos...

Damián se despidió de ellos, corriendo con rapidez hacia aquel transporte.

No se siente listo para que Gemma le presente a un Leviatán, a esa cosa sí que le tiene miedo y no miente en absoluto. Esa sensación la llevaba consigo desde que se marchó, a medida en que se separan había la posibilidad de que logren atacar, y mucho más que el lío se incrementa como si de un virus se tratará, ellos se estaban diseminar sin importar qué y era terrible.

Jebby lo condujo hasta el lugar correspondiente, las cortinas de humanos esparcidas alrededor del campo nublaban su visión, eso sin mencionar que vio el cuerpo de Aitara elevarse a causa de aquella mujer. Su rostro cubierto de sangre, mientras que los hilos que llamados potestad, huésped y santidad estaban cubiertos de una energía desconocida para él y no lucia como si perteneciera a la diabla que atacaba a Aitara. La combinación de ellas y las joyas lo han dejado estático.

—Aterriza a unos metros y cúbrete. —La figura de Darius se mostraba a lo lejos, Damián no dudo en correr cuando Jebby tocó tierra—. ¡Darius! —Tomó al joven del cuello de su vestimenta, alejándolo deprisa, un segundo más y estaría hablando con Dios.

—Señor Damián. —Logró tomar aire.

No sabe cuánto tiempo ha pasado desde que aquel par de no se separaba para nada, es como si titanes estuviesen combatiendo entre sí viendo quién soporta más golpes.

—Una diabla apareció en nuestro camino.

Notar como habían dejado el bosque sin nada de árboles y la tierra completa, esto le daba a conocer que Aitara no guardo ni una pizca de poder; y si eso es cierto, lo que batallaba con ella no era nada común.

—No expliques más. —Suspiro luego de notar los cuernos de aquella diabla.

Aitara cayó de pie ante la altura en la cual fue elevada. Inclusive el color tenue y tranquilo de sus ojos había cambiado, todas las habilidades que poseía se encontraban rodeándola, Darius no mintió, esto parecía ser un juego de dioses y estuvo bien en haberse detenido a los cinco minutos. No podía seguirle el ritmo a Aitara por más que quisiera.

—Logre cortar el brazo, y Aitara sacarle un ojo. Este, a comparación de otros, no tiene método de regeneración. —Damián pensó lo mismo que Darius—. Menudo problema que se encuentra la señorita cada que sale.

—Descansa soldado, déjale esto a los viejos. —Palmeó, la cabeza de del chico.

El arma de Darius fue cubierta con un tipo de capa rosa pastel, la esencia de aquel sabio solía acompañarle.

—Hace mucho que no enfrento algo tan poderoso, pero, ahí vamos. —El cuerpo de Aitara rebotó tras golpear el vientre de la diabla. Damián fue lo más eficaz posible, haciendo que la misma descansará un poco sobre sí—. Si te obligas mucho, ¿quién me ayudaría después? —No podía sentirse más aliviada.

Él la sujetó con fuerza hasta que logró establecerse, estiro un par de músculos e incluso acomodo el hombro que se había jodido mientras luchaba contra dicha diabla, lo cual es evidente que pagaría caro.

—Es la cabeza, ¿no es así? —cuestionó, a lo que Damián asintió con una pequeña sonrisa—. ¿Ideas gran sabio?

—¿Desventajas? —preguntó echándole una mirada de reojo.

—Sabe controlar bien su veneno, y usarlo a su gusto, no siento parte de mi cuerpo debido a que los hilos están haciendo su función en ella.

—¿Lograste cortarlos y manipularlos incluso a esta distancia? —Aitara asintió—. ¿Estás bromeando? —Damián colocó una mano en su cintura, como si recién se entera de un buen chisme.

—¡Maldita pechugona, aún estoy aquí! —exclamó la diabla, Damián le observó.

—¿Qué fue lo que dijiste? —Luego de murmurarle a Aitara lo que debía hacer como estocada final, la chica quedó estática.

Hay cosas que logró controlar, pero, esa parte del elemento le venía mal. Tomo asiento como lo indico, Damián ahora ocupaba su lugar atendiendo a toda costa a la diabla que intentaba acercarse, esto debía funcionar o estarían jodidos.

—Maldita sea, Aitara me dijo que no la mirara. —Justo como sucedió, ambas vistas se encontraron, y Damián sintió su cuerpo paralizarse.

—Mierda —maldijo Darius y antes de que comenzaría a correr, Jebby se lo impidió—. ¿Qué haces? —en negación, le indico que lo mejor sería esperar.

—Qué alma tan descuidada.

El color en los ojos de Damián se había perdido, aun así, Aitara no podía extraviar la concentración y dejar que el veneno se filtrara de forma tan abrumadora en él. El joven de aspecto delicado le sonrió, ocasionando que la diabla sintiera confusión en aquel momento.

—Lo siento, tú y yo vamos en sentido contrario...

La flama de aspecto rosa corto por completo parte de la zona donde se encontraba su corazón, provocando que el grito de un diablo se extendiera en medio de aquel bosque. Lo que no logró hacer fue tocar el mismo para así arrancarlo, la presión ejercida en la fuerza de aquella mujer hizo que su presencia se apartara en el campo de batalla. Miente al decir que el tiempo ha llegado y podría detenerlo.

Las risas que se extendieron a lo largo de aquella zona no eran para nada un juego; inclusive mismo Damián sintió miedo y Darius quien observaba a lo lejos no podía creer lo que presenciaba ahora, esto debe ser una completa broma. Las pisadas se sentían cargantes, retumban sin cesar en medio de la destrucción, y esto sin mencionar como las flamas rojizas eran mezcladas con unas verdes. En su zurda mostraba una espada de filo promedio, mientras que el cuerpo que pensaba inútil caminaba sin pudor sobre la intemperie, haciéndolos retroceder en cualquier estancia. Sí, ambos querían que la tierra los tragara en ese momento.

—¿Cómo es que...? —Darius estaba preocupado, sin embargo, Damián sentía que había obtenido lo que quería, él logró crear la bestia perfecta y no podía esconder la emoción.

—¡Sí! ¡Sí, maldita sea!

El grito expresivo de Damián cubrió la felicidad que sintió al notar el cambio radical en aquella mujer, esto para sí mismo era impresionante, la forma en que Aitara logra adherir las distantes habilidades sin afectarle, es algo que merece reconocimiento.

Las flamas que cubren su cuerpo, como si de un escudo habláramos, son nada más y nada a menos que proveniente de los Aménno, la misma que en un tiempo atrás logró utilizar Aitte, es la que ahora Aitara presenta sin decaer.

Caminando hacia la diabla, eso sin mencionar como su mano zurda hace ver las increíbles flemas de un clan asesino, aquel antiguo portador debe estar orgulloso de lo que ahora la chica se había convertido, en la mujer más poderosa que ha pisado la faz de la tierra.

—Tú...—señaló a la diabla quién aún permanecía de pie— ¿No dije que haría tu juicio?

—¡Darius! —Damián se colocó sobre sus pies con rapidez, corriendo como si su vida dependiera de ello, lo que estaba por venir era peligroso y no podían presenciarlo. La espada de flamas rosa logró realizar la barrera a tiempo.

El choque entre deidades ocasionó la destrucción, el destello que se extendió en los cielos hablaba por sí solo. Ambas mujeres en las alturas debatiendo por su orgullo, lo impresionante era la manera en que dicha diabla no calculaba a tiempo el ritmo de Aitara, volviéndose un insecto vulnerable.

La presión ejercida en su cuerpo estaba haciendo efecto, la misma presentaba a desvanecerse como si de polvo se tratara y era debido a las llamas que comenzaban a introducirse incluso en sus tuétanos, Aitara no podía sentirse más en la gloria.

Ambos rostros estaban cerca, ella logró perforar su pecho con la espada haciéndola que se acercará aún más. Esa sonrisa tenebrosa no se borró de sus labios, ocasionando que aquella diabla temblará por primera vez ante un humano común y corriente uno que corto su cabeza, haciéndola desvanecer como pólvora en medio de las grandes alturas. Logrando que la esencia de Aitara se esfumara y perdiera la conciencia en cuestión de segundos. Debe admitirlo, aquel veneno había dejado ciertas cosas que no le permitían moverse con facilidad.

—¡Jebby! —El halcón llegó a tiempo para sostener a dicha chica y bajar hasta dónde se encontraba Damián y Darius—. Hey, diosa del fuego...—Damián golpeaba su mejilla para qué reaccionará lo único que lo mantenía tranquilo era que respiraba—. Lo hiciste bien...—Acarició los cabellos de la chica, sin duda alguna, había hecho más de lo que esperaba.

—Maldita sea, ¿es normal que lloré? —cuestionó Darius.

Damián palmeó su hombro intentando calmarlo, sí, sabe lo genial que fue ver a la pequeña Aitara enfrentándose a un diablo, uno que el cual provenía del inframundo. No fue fácil, sin embargo, logró hacer la situación más sencilla. Damián desconoce de su existencia, no había visto alguien con tal magnitud de energía, lo que puede decirse que es del clan proveniente de aquel diablo que consume a Aaron, y como este han de haber muchos esparcidos por los países.

—¿A dónde vas? —prorrumpió Darius.

—No puedo quedarme por más que lo desee.

—¿Indicaciones?

—Llevarla a salvo a Denzka, lo demás te lo encargo.

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