Epílogo

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Maya admiraba todo el lugar dejando salir un profundo suspiro, mientras veía como Draco corría feliz, con la poca energía que podía juntar por su gran cantidad de años acumulados. Ya no era el mismo cachorro joven como cuando era niña; sin embargo, ningún dolor corporal parecía sacarle su lado juguetón.

Parte de su familia Argent en Francia, lo habían estado cuidado todo este tiempo, mientras ella y Chris se pasaban los días tratando de salvar Beacon Hills. Ahora que lo pensaba, tal vez ya era momento de conocer a sus primos Jade, Kat y Fénix, si no recordaba mal, los tres vivían en Forks, Washington. Esperaba que ninguna amenaza llegara al pueblo, para poder tener tiempo libre para visitarlos, aunque según había escuchado, ellos también solían tener sus problemas sobrenaturales.

Pero bueno, eso podría esperar.

La castaña aún no podía creer que este lugar fuera suyo, menos aún con todas las cosas que habían ocurrido allí mismo. Con el Darach, los Alfas, el Nogitsune; incluso aquí fue donde descubrió ser parte de la familia Hale.

Cuando Derek le había dicho al volver de México, que había decidido abandonar Beacon Hills, su corazón se estrujó. ¿Qué haría ella si su padre se iba? No quería que se fuera; pero al mismo tiempo, sabía que era egoísta de su parte incluso sugerírselo, aún más cuando ella también había escapado del pueblo tiempo atrás.

Él no era solo su padre. Él había sido su Alfa, le había enseñado todo lo que sabía de ser una mujer loba, le abrió las puertas a su familia. Había heredado de él sus cosas buenas, como también las malas; pero no podía estar más orgullosa de decir que compartía rasgos con Derek Hale.

Maya iba a extrañarlo, iba a extrañar su sobreprotección, aunque, haya sido un martirio para ella en algún momento de su vida. Pero con ésta, la muchacha sabía que en verdad le importaba y que la gran sorpresa de ser su progenitor, no había sido una ruina en su vida. O al menos, eso quería creer, cuando Derek no desapareció de su vida al segundo de enterarse de que era su padre.

— Ahora es tuyo— le dijo entregándole la llave en aquel mismo lugar días antes.

— No puedo aceptarlo— contestó la Alfa, aun tratando de aferrarse a la idea de que no se iría.

— Me gustaría irme sabiendo que tienes un lugar para vivir, que no sea la casa de Scott— explicó el mayor, sabiendo que tenía razón—. Me haría preocuparme mucho menos por ti.

La castaña bufó, antes de sostener la llave entre sus dedos, admirándola como si fuera lo más interesante del mundo. No quería que la viera llorar.

Derek sonrió para sí mismo, antes de ir hacia la mesa a unos metros, donde unos papeles se encontraban. Los miró por unos segundos con algo de nerviosismo, antes de girarse a mirar a su hija, quién aún jugaba con la llave.

»Hay algo más que me gustaría que tuvieras«, le llamó la atención, indicándole que se acercara. »Sólo si estás lista y en verdad lo quieres. No me enfadaré si no es así, lo prometo«, terminó con una sonrisa, antes de mostrarle aquel documento.

Maya intentó ocultar sus lágrimas, lo más disimuladamente posible, antes de leer el título arriba de la primera hoja.

"Rectificación de partida de nacimiento"

La castaña dejó de respirar en ese mismo instante. No podía creer lo que estaba leyendo, no podía creer que Derek haya tenido la determinación de iniciar aquella diligencia.

El mayor la miraba atento, notando su falta de reacción, asustado de que la idea le haya parecido totalmente nefasta.

»Quiero que todo lo mío y lo de mi familia sea heredado por ti«, sintió la necesidad de explicarse. »Sé que puedo hacerlo, sin esta documentación. Pero me encantaría... Me gustaría que también formaras parte no solo legalmente, sino también por nombre.«

Esta vez, no intentó ocultar sus lágrimas. Sino que dejó salir sus sollozos de felicidad, antes de saltar a los brazos de su padre. El morocho dejó salir el aire contenido, antes de devolver el abrazo con más fuerza; mientras Braeden los miraba desde la puerta con una gran sonrisa.

Y hoy, acá estaba.

En el loft de Derek Hale.

Sólo que ahora, era el loft de Maya.

Maya Hale.

— ¡Este maldito perro tuyo va a hacer que me mate!— exclamó Aspen, cuando Draco pasó entre sus piernas por cuarta vez mientras llevaba las cajas de la mudanza. Al no recibir respuesta de la Alfa, la miró extrañado, encontrándosela totalmente inmersa en sus pensamientos— ¿Estás bien?

Maya parpadeó varias veces, alejando el agua que se había juntado en sus ojos, antes de mirar al brujo.

— Mejor que nunca.






[...]

— Para que conste, cuando te dije "Puedes venir cuando quieras"...— dijo Maya de brazos cruzados, entrecerrando sus ojos—... Me refería a hablar, no a que devores toda mi comida cuando te plazca.

Malia la miró fijamente, antes de terminarse la última porción de pizza de un bocado.

La coyote había aparecido en el loft noches después, totalmente de imprevisto y sin aviso alguno. Aspen le había abierto amablemente, antes de invitarla a entrar. No habían pasado ni cinco minutos, cuando la muchacha se había terminado todas las sobras del refrigerador.

Malia había generado en Maya un tipo de debilidad. La chica había descubierto que era una Hale, tal como ella; ambas eran ahora familia, prácticamente parte de la única familia que les quedaba. O la única realmente cuerda en lo que cabe. Así que, cuando Maya se mudó a su nuevo hogar, no dudo en decirle que podía ir las veces que quisiera.

Pero ahora, se estaba arrepintiendo un poco.

»¿Ocurrió algo?«, le preguntó al notarla ansiosa.

Malia dudó antes de contestar.

— Stiles terminó conmigo.

El aire se atoró en los pulmones tanto de la Alfa como del brujo, quién rápidamente se transformó en lechuza para escapar por la ventana.

Traidor, pensó la castaña.

Maya no sabía cómo sentirse. Obviamente no se sentía feliz, claramente Stiles había usado a Malia en más de una forma, y ella se encontraba furiosa con él. Pero al mismo tiempo, se sentía aliviada. La coyote no se merecía a alguien que no la amara como se lo merecía, y definitivamente no se merecía a alguien que estaba dispuesto a dejarla, en el primer momento que vuelve a ver a su ex.

La Alfa sostuvo la mano de la chica frente a ella, antes de llevarla al sofá, donde amas se sentaron, antes de taparse con una gran manta roja.

La coyote comenzó a contarle cómo había sucedido todo, de la mejor forma que podía explicarlo. Aún no entendía muchas cosas del comportamiento humano, pero Maya estaba orgullosa de su esfuerzo por hacerse entender, y entender este nuevo mundo para ella.

— No sabía que ambos estaban juntos— dijo Malia, llamando la atención de la castaña, al notar la angustia en su voz—. No sabía que estaban juntos cuando lo conocí en Eichen House.

Maya volvió a sostener su mano, queriendo que se detuviera. Tal parecía ser que Stiles le había contado toda la línea de tiempo de los hechos.

Quería matarlo.

— Está bien, está bien— la interrumpió rápidamente—. Sé que no lo sabías, no te culpo por eso.

— Soy la razón por la que terminaron— afirmó con seriedad.

— No, no es tu culpa— negó, no queriendo que la coyote se culpara por lo sucedido—. Estábamos pasando por mucho, el Nogitsune, muertes... Sí, lo que ocurrió en Eichen House fue un detonante, realmente lo fue...

La Alfa apretó su mano, antes de seguir.

»Pero no por ti, Malia«, le aseguró. »Quiero que te saques esa idea de la cabeza porque no es verdad. Pero tengo que admitir, que estoy orgullosa de que lo lamentes. Es un gran avance para ti«, Maya no quería que la conversación fuera hacia Stiles. Esto no era sobre él. Esto era sobre ellas, Malia y Maya.

Malia sonrió levemente ante las palabras de su Alfa, sabiendo que era un gran progreso en su forma de relacionarse, aunque el sentimiento de culpa seguía presente.

— No sé cómo no me di cuenta antes— dijo la coyote, llamando la atención de la castaña—. Podía escuchar cómo se aceleraba su corazón, cada vez que estabas en la misma habitación.

— Detente, por favor— la interrumpió, al sentir una leve puntada en su pecho—. Stiles y yo somos pasado. Nosotras, somos presente.

A la coyote le costó un poco entender lo que la Alfa intentaba decirle, pero finalmente pudo determinar que lo que la loba le estaba diciendo era: A la mierda Stiles.

»Hagamos una promesa«, le dijo Maya, deteniendo la película que habían puesto después de su gran charla.

— Claro.

— Prometamos que sin importar qué, ningún chico o lo que sea, se interpondrá entre nosotras— sugirió—. Nosotras somos familia, y yo no abandono a mi familia.

— Yo tampoco voy a abandonarte, te seguiría a cualquier lado— aceptó el trato.

La castaña rió por lo bajo, sabiendo que el "seguirla", era claramente por ser su Alfa. Sin embargo, los ojos de Malia transmitían verdad e inocencia pura.

Maya le dirigió una gran sonrisa, antes de volver a transmitir la película. Cuando un fuerte sonido de aleteo resonó en el loft, dando indicio de que el cobarde brujo había vuelto.

— Oh, genial— dijo Aspen con una sonrisa aliviada—. No se han matado.

Púdrete, lechuza.










BENEFACTOR FINALMENTE HA LLEGADO A SU FIN

Quiero agradecer a todos los que apoyan esta historia, los amo♥

Algunos habrán notado la referencia, otros no. Pero Jade, Kat y Félix son ocs míos de mi historia Fight; la cual tiene un mini crossover con la historia de Maya. Aunque no es necesario leerla, ni nada por el estilo. 

¡Ya está publicada la primera parte del quinto libro, así que corran a guardárselo en su biblioteca!

¿Qué creen que sucederá en la temporada 5A? 

Los leo ;)






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