XIX. "Recuerda que eres una Argent."

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— No voy a hacer esto, Aspen— se quejó Maya, mientras veía al brujo ubicar la diana en uno de los árboles frente a ellos—. No puedo.

— Maya, yo sé que puedes— la animó el castaño, acercándose a ella nuevamente y entregarle el arco—. También sé que Allison no querría que te rindieras, ella querría que hagas esto.

La Alfa bufó ante sus palabras. Ambos estuvieron buscando incansables significados a la flecha de Allison, el brujo había leído libros y más libros, sobre espíritus, premoniciones y apariciones. Pero a pesar de su ardua investigación, no encontró ninguna información que les fuera útil, por lo que secuestró a Maya antes de que pudiera ir a la escuela, para llevarla al bosque y poder hacer una experimentación física.

Aspen no necesitó decir nada, para que Maya pudiera notar que se trataba del arco de su prima. Podía sentir el espíritu de ella en él, como si jamás se hubiese ido.

— No sé si debería usarlo— continuó, aun dudando en las tácticas del ruloso.

— Sólo relájate y toma una respiración profunda— Aspen sujetó sus hombros para verla a los ojos—. Recuerda lo que los Argent te enseñaron.

El brujo se alejó lentamente, dejándole espacio para que pudiera prepararse.

Maya siguió sus indicaciones, dando una profunda respiración, antes de posicionar la flecha en el arco con una perfecta postura, antes de apuntar. Una extraña sensación le recorrió el cuerpo, esto no se sentía bien, sin embargo, acató las órdenes del brujo y soltó la flecha.

A pesar de su perfecta técnica y postura, la flecha falló por una gran distancia. El ceño de Maya se frunció inmediatamente.

»Huh...« dijo Aspen confundido. »Creí que eras de las mejores.«

— Lo soy, debería serlo aún más con mis sentidos lobunos— contestó igual de confundida—. No sé qué salió mal.

— Tal vez estás fuera de práctica— comenzó a argumentar el brujo, mientras Maya seguía analizando cómo había sido posible que fallara de aquella forma—. Debo admitir que creí que lo harías a la primera, pero no me quejo, prácticamente has dejado de usar armas desde que eres mujer loba. Claro que podrías haber tenido memoria muscular, pero no importa, lo hiciste bien. Aunque, claro...

Aspen continuó hablando sin parar, la Alfa había dejado de escucharlo hace tiempo. Miró sus manos, pensando que aquello no tenía sentido, aunque claro, el arco siempre había sido cosa de Allison.

Sus sentidos se activaron al sentir una nueva presencia a su lado, sin embargo, su cuerpo no parecía reaccionar para mirarla.

No intentes ser yo, pudo escuchar la voz de Allison con claridad.

Finalmente, pudo girar su cabeza encontrándose con Allison frente a su bolso de armas. Allí, la ballesta de Maya parecía brillar gracias al sol. La Alfa volvió a ver a su prima, antes de acercarse y sujetar el objeto.

Aspen seguía con sus teorías, cuando tres flechas pasaron junto a su cabeza a gran velocidad, la cual únicamente podría ser sobrenatural, incrustándose en el centro de la diana. Con sus ojos a más abrir, por el reciente susto, se giró hacia Maya quién se encontraba bajando una ballesta con una pequeña sonrisa, orgullosa de ella misma.

Se giró para sonreírle a Allison, pero ella ya no se encontraba allí. Solo volvió a sentir su presencia irse, con unas palabras en el viento.

Recuerda que también eres una Argent.






[...]

La noche había caído y junto a ella la fiesta de la fogata comenzó. El lugar se encontraba repleto de estudiantes, ex estudiantes y sobre todo el equipo de Lacrosse.

Aspen tenía unas ganas increíbles de ir, y claramente, Maya iría con él. Le vendría bien algo de distracción con todo lo acontecido. Así que luego de cambiarse con ropas más apropiadas, ambos salieron a divertirse.

— ¡Mierda! ¡Sí que amo estas fiestas!— exclamó Aspen al sentir la música, mientras bailaba.

Maya rió mientras negaba su cabeza ante las tonterías de su amigo. A lo lejos pudo ver a Liam junto a Mason, bebiendo sin parar de su botella con alcohol. Bufó antes de comenzar a acercarse, dejando solo al brujo, el cual ya había comenzado a coquetear con cualquier persona que se le cruzara.

— Sabes que no podemos emborracharnos, ¿verdad?— le susurró en su oído, asustándolo un poco.

Palmeó su hombro mientras reía, antes de hacer su camino hacia Scott y Malia, ante la firme mirada de su pequeño Beta.

— Teníamos nuestras razones— escuchó decir a Scott, demostrando su presencia entrando en su campo de visión.

— ¡Hey, Maya!— gritó Malia ante el alto volumen de la música—. ¿Te enteraste? ¡Ahora soy tu tía!

Los ojos de Maya se abrieron más de lo normal ante tales palabras, antes de ver que Scott se encontraba en su mismo estado.

— Eh... Prefiero el término primas— contestó incómoda—. Ya sabes, tenemos prácticamente la misma edad.

— Como quieras, prima— terminó terminando su bebida.

— Malia, tenemos que permanecer juntos— interrumpió el morocho—. Tú, Maya, yo, Stiles...

— ¡No quiero hablar sobre Stiles!

— Únete al club...— murmuró la Alfa por lo bajo.

— Solo quiero bailar y emborracharme— la castaña rodó los ojos, otra más que no sabía que no podían caer en los efectos del alcohol.

Malia trastabilló, pero ambos Alfas frenaron su caída, generando una gran risa de la coyote.

— Estás borracha— dijo Maya totalmente confundida.

— Sí— continuó riéndose.

— Pero no puedes estarlo— siguió Scott, tratando de buscar la causa de tal estado, encontrándose con que Liam se encontraba igual.

Maya rápidamente le sacó la bebida de su mano, olfateando su contenido.

— Es solo vodka— le comunicó a su Co-Alfa.

Ambos fruncieron el ceño, antes de sujetarla para llevarla junto a Liam, de esa forma mantendrían a ambos en su línea de visión. Les ofrecieron agua rápidamente, intentando que volvieran a hidratarse.

— ¿Cuánto bebió?— Scott le preguntó a Mason sobre Liam.

— No lo suficiente para terminar así— respondió el humano.

— Algo está pasando, tenemos que sacarlos de aquí— ordenó Maya, antes de comenzar a sentirse mareada— ¿Scott?

El morocho la sujetó antes de que cayera al suelo, sentándola junto a Malia.

— ¿Cuánto bebiste?— le preguntó preocupado.

— Absolutamente nada— respondió, antes de mirar la masa de gente con desesperación—. Aspen... ¡Dónde está, Aspen!

— No lo sé— Scott buscó con su mirada, antes de tambalearse—. No son las bebidas, es la música. Tengo que detenerla.

— Yo los cuido— dijo Mason, antes de que el morocho se fuera en dirección a la consola.

El tiempo parecía una eternidad, mientras Maya se encontraba sin control sobre su cuerpo. No entendía nada de lo que ocurría, solamente que de la nada, unos brazos la sujetaron, comenzando a llevarla a algún lugar desconocido, antes de tirarla al suelo.

Abrió sus ojos, encontrándose con su manada a su lado, incluyendo a Aspen. Al elevar la vista, vio a quienes eran la seguridad de la fiesta con galones de gasolina.

— ¿Qué es eso? ¿Qué hacen?—preguntó Scott a su lado.

— Haigh dice que tenemos que quemarlos— habló uno de ellos, comenzando a tirar la gasolina sobre sus cuerpos.

La respiración de Maya comenzó a incrementar su velocidad.

— ¿Scott?— habló casi en un sollozo, buscando su mano para sujetarla, ante la vista del encendedor acercándose lentamente.

De repente, la música dejó de sonar, permitiendo que los sentidos de todos volvieran. El morocho sujetó la mano del hombre frente a él, rompiéndola, para que suelte el encendedor.

Brearen apareció por una de las puertas, dejando al hombre inconsciente; a la vez que Derek, se ocupaba de los otros tres. Terminaron con todos rápidamente, para después acercarse a los adolescentes en el suelo.

— ¿Qué pasó con el arma?— intentó bromear Maya, al ver que su padre había usado sus puños.

— Estás cubierta de gasolina— contestó, antes de ayudarla a levantarse.

— Púdrete.

— Lenguaje.






[...]

La pierna de Maya no paraba de moverse con nerviosismo, frente a ella, Stiles se encontraba inconsciente en una de las camas del hospital, gracias a una contusión causada por Brunski, aquel maldito enfermero psicópata de Eichen House.

Lydia junto a él, habían ido al instituto mental a buscar pistas sobre la nueva lista negra, donde aparecía el nombre de la abuela de la pelirroja. Pareciera que todos los nombres en ella habían sido asesinados por el enfermero, haciéndolos pasar por suicidios con ayuda de Meredith. Y en aquel momento, Brunski golpeó a Stiles fuertemente en la cabeza, provocando que tiempo después cayera inconsciente.

— Despierta, idiota— habló la castaña en la silla al lado de su cama—. No me gusta cuando te burlas de mí.

El castaño se mantuvo de igual forma, quieto en su posición, aún inconsciente.

Maya miró hacia la puerta, determinando que nadie se encontraba cerca, antes de volver a hablar.

»Te necesitamos. Aun cuando te odio, te necesito, Stilinski« continuó, mordiendo sus uñas con ansiedad. »No te importa salir lastimado, ¿pero sabes cómo me sentiría?« se acomodó en la silla, tratando de detener el movimiento de su pierna, fallando enormemente. »Estaría devastada. Y si mueres, literalmente me volvería putamente loca.«

La habitación se mantuvo en silencio por varios minutos, sin ninguna reacción del castaño por despertar.

»¿Recuerdas cuando me dijiste que no eras un héroe?« preguntó, sin esperar una respuesta. Tal parecía ser que estaba teniendo una charla terapéutica con un Stiles inconsciente. »Bueno, estabas equivocado. Siempre tratas de salvarnos, a pesar de que no tienes ningún poder sobrenatural« su labio comenzó a temblar y lo mordió tratando de evitarlo. »Eres suficiente, ¿lo sabes, verdad? Lo eres, Stiles.«

Maya se encontraba tan ensimismada con el momento, que no escuchó a Melissa junto a la puerta de la habitación.









Volví de mis vacaciones, así que finalmente pude actualizar.

Hubo regalito para los Staya shippers y se viene otro aún más grande ;)

Gracias a todos los que esperaron la actualización y espero que hayan disfrutado del capítulo♥

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