XVI. "No puedo respirar"

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El Centro de Control de Enfermedades llegó a la Secundaria de Beacon Hills, con trajes aislantes color amarillo, que hacían recordar a Maya a la película de ciertos monstruos que utilizaban los gritos de los niños para su propia energía. La CCE aisló toda un aula para los afectados, para así realizar las pruebas necesarias.

— Apuesto que creen que es viruela— dijo Stiles a la manada, mientras esperaban a que Scott volviera de hablar con la madre de Lydia.

— No es probable— habló el evaluador, metiéndose en la conversación—. La viruela fue erradicada en todo el mundo en 1979. Pudimos erradicar completamente dos virus en toda la historia. Otro fue la peste bovina, mataba a las vacas.

El hombre realmente daba mal espina.

— Eso debería reconfortarnos, ¿verdad?— le contestó Stiles con escepticismo.

— A menos que sea algo peor.

Genial— se quejó la Alfa—. Si estar un sábado haciendo una estúpida prueba no era lo peor, ahora tenemos que lidiar con un maldito virus.

— Sea lo que sea, se lo están tomando muy en serio— habló Malia, al escuchar todo el alboroto que se encontraba afuera del recinto—. Hay una gran cantidad de autos y camionetas ahí afuera.

— Tu papá está con ellos— agregó Maya, al escuchar la voz de Noah Stilinski. Y al mismo tiempo, sintiendo una extraña sensación recorrer su cuerpo, como si sus colmillos quisieran salir.

— Probablemente debería llamarlo— se preocupó el humano, yendo a agarrar su celular de los sobres. Pero fue detenido por el supervisor.

— No se moleste— le dijo el terrorífico hombre—. Ya deben haber cerrado todas las vías de comunicación al exterior. Sin teléfonos celulares, sin WiFi, nadie creará una ola de pánico. Parece que todos tendremos que quedarnos aquí, a ver qué pasa.

Stiles giró para ver a la Alfa, con quien compartió una significativa mirada. A ninguno de los dos le agradaba a ese hombre, y realmente tenían una gran razón para no confiar en él. Pero eso aún no lo sabían.

Luego de que, a la manada, aún sin Scott, les extrajeran sus muestras de sangre con la cual Kira electrocutó mínimamente a una de las enfermeras, y que Malia dudara de que el Alfa y Stiles le ocultaran algo importante. El Sr. Yukimura corrió a pedir su ayuda, preocupados, lo siguieron hasta los vestidores de Lacrosse, dónde encontraron a Scott sin poder controlar su transformación.

— Sigue ocurriendo— le dijo Maya al ver los ojos de Scott resplandecer de vez en cuando. La Alfa seguía tratando de retraer sus colmillos, los cuales parecían no querer volver a su lugar.

— No puedo retraerlas— dijo Malia mostrando sus garras.

— Obviamente el virus los está afectando de un modo que no afecta a los humanos— dijo el padre de Kira.

— No dejen que los vean— habló Stiles, provocando que Maya rodara sus ojos—. Debemos ponerlos en cuarentena dentro de la cuarentena.

— Estaba pensando en correr por los pasillos y gruñirles a todos— le contestó con sarcasmo en cada una de sus palabras.

— Sí, pero, ¿dónde?— preguntó Kira, ya estando acostumbrada a los comentarios de la castaña— ¿Y si se vuelven violentos? Como en luna llena.

— No deberíamos quedarnos aquí— habló Scott—. No en el vestuario.

— Un aula no va a detenernos— agregó Malia.

— ¿Y el sótano?— preguntó la Kitsune.

— Demasiadas salidas— contestó el Alfa—. Necesitamos algo seguro, donde nadie pueda encontrarnos.

— La bóveda— dijeron los dos castaños, conectando sus miradas al decirlo al mismo tiempo.

— La bóveda de los Hale— continuó Maya—. Siempre tienen un plan de escape como en su casa. Y yo sé dónde está.

— ¿Desde cuándo?— le preguntó el humano confundido.

— Derek me lo dijo— informó—. Soy una Hale, ¿recuerdas?

Antes de que Stiles pudiera responderle, éste perdió el equilibrio, por lo que Maya lo sujetó con velocidad, para después levantar su manga, encontrándose con las mismas marcas que tenía Sydney.

— Te está sucediendo a ti también— dijo el Sr. Yukimura—. Te estás enfermando, todos lo están.

— Yo no me siento mal— negó Kira.

— Creo que te está afectando de forma diferente, neurológicamente— le contestó su padre, antes de entregarlo un papel—. Encontré las respuestas de tu examen en la pila con los otros.

Kira había marcado las respuestas, pero todas se encontraban fuera de los círculos.

— Síganme— ordenó Maya, guiándolos al sótano—. Debería estar por aquí— continuó, antes de correr uno de los estantes, dando una clara vista de la cerradura de la entrada con el dibujo del Triskelion en ella.

— Se abre con garras— afirmó Stiles antes de ver a la Alfa, quién se encontraba haciendo muecas de frustración— ¿Qué esperas?

Maya lo miró de mala manera.

— No puedo sacarlas, imbécil— le gruñó, generando un ambiente tenso.

Solo las garras de un Hale podría abrir la bóveda, y que Maya no tuviera el control de las suyas, solo dejaba una opción.

»Malia, ¿podías hacerlo?«, le preguntó inocentemente la Alfa.

— ¿Por qué yo?

— No tenemos control y tus garras ya está afuera— le sonrió, deseando por dentro que no hiciera más preguntas.

— Okey, lo haré— contestó, antes de dirigirse a la cerradura, pero se detuvo—. Pero primero díganme qué están ocultándome.

El lugar quedó en silencio por varios segundos.

Mierda, mierda, mierda.

»Sé que estoy en la lista«, volvió a hablar, relajándolos a todos. »¿Cuánto valgo?«

— Cuatro millones— le respondió Scott.

— ¿Estás bien?— le preguntó Stiles.

— Sí, Scott vale 25, Maya 30, Kira 6— comenzó a enumerar la coyote—. Los matarán a ustedes mucho antes que a mí.

Maya asintió sabiendo que era verdad, antes de cederle el paso hacia la puerta de la bóveda. Malia la abrió, permitiéndoles el paso. Todos entraron con la puerta cerrándose detrás de ellos, la Alfa suspiró, antes de ponerse cómoda en el suelo junto a unas cajas. La manada imitó su acción, sabiendo que estarían allí por mucho tiempo.

— Aquí es donde todo empezó— habló Stiles provocando que todos lo miraran, haciendo que a Maya le diera una puntada al corazón al verlo con Malia acostada en su regazo—. Acá estaba el dinero, 117 millones de bonos al portador.

— ¿Cómo cambias bonos por dinero?— preguntó Kira mirando el contenido de los estantes.

— En el banco supongo. Los dejaron ahí todo el tiempo, juntando polvo— se quejó el humano—. Los bonos al portador, ya casi no se usan.

— ¿Qué importancia tiene?— se metió Maya, queriendo que la conversación se terminara. Cada segundo se sentía peor.

Stiles dejó salir una risa falsa.

— Ahora ese dinero también es tuyo, pero ¿sabes cuántos problemas podría solucionar ese dinero?

— ¿Para ti?— le preguntó Kira, al ver como los puños de Maya comenzaban a temblar, teniendo miedo de que una pelea se originara entre los dos.

— A mí, a mi papá... Las deudas de la Casa Eichen y las RM lo están aplastando.

— Mamá hace esta cosa— se metió Scott—. Escribe todas las cosas en nuestro presupuesto, y cuánto cuestan. Luego las suma todas para saber cuánto nos falta para perder la casa.

Maya dejó salir un suspiro lastimero, el hecho de que las familias de sus amigos estuvieran luchando por sobrevivir la desbastaba. Pero que Stiles pensara así de ella, con todo lo que la conocía la decepcionaba.

— Sabes, Stilinski— llamó su atención la Alfa—. Que ahora sea una Hale, no significa que me haya olvidado de dónde vengo.

El humano bajó la mirada, sabiendo que la muchacha tenía razón. Volviéndola a subir, al notar que la castaña se había alejado mucho más del grupo, a una esquina de la habitación donde casi nadie podía verla.

— Están buscándonos— dijo Scott, escuchando a través de la puerta de la bóveda—. Alguien va a tener que salir.

La tos de Maya los hizo girar a ambos, encontrándose a la Alfa arrinconada en la habitación, limpiándose el líquido negro que escapó por sus colmillos. Stiles sabía que era el único que podía salir de la bóveda, por lo que se acercó a Malia haciéndola abrir los ojos.

— Tengo que irme un momento, ¿sí?— le comunicó, llamando la atención de la Alfa.

— ¿A dónde vas?— le preguntó la coyote.

— Lo que está pasando, es peor para ustedes— le explicó—. Eso significa que no se trata de una enfermedad, es otro asesino.

— Regresarás, ¿verdad?

Los latidos de Maya comenzaron a descontrolarse, al notar la similitud de la escena frente a ella con una de sus visiones por parte del Nogitsune. Su respiración se volvió irregular y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas sin poder controlar sus sentimientos.

— Sí, nunca te abandonaría.

La Alfa tapó su boca con su mano, acallando los sollozos que no podía calmar. En su visión, ella estaba en el lugar de Malia, era ella a quién Stiles hablaba. Las grietas de su corazón comenzaron a abrirse nuevamente, generando que se arrinconara aún más cerrando sus ojos fuertemente, no queriendo ver la escena que tenía enfrente.

Escuchó a Stiles caminar hacia la puerta, permitiendo que esta vez sus sollozos fueran más visibles, llamando la atención de Kira, quién se levantó para acercarse a su amiga.

— ¿Qué ocurre?— le susurró preocupada.

Maya solamente se tiró a sus brazos no queriendo hablar, sin saber que lo único que Stiles miraba cuando la puerta se cerró, era a ella.






[...]

Kira seguía abrazando a Maya en la esquina de habitación, mientras acariciaba su cabello. La Alfa había dejado de llorar hacía un tiempo, sin embargo, no se recuperaba del dolor. Scott se había acercado a ellas para sostener la mano de la castaña, mientras compartía una mirada de preocupación con la Kitsune.

La vista de todos comenzaba a volverse borrosa y solo era tiempo para que uno de ellos la perdiera por completo. Y esa fue Malia, quién para suerte de todos, fue la razón por la que no leyó la tercera parte de la lista en la campera de Stiles.

— ¡No puedo ver! ¡No puedo ver!— exclamaba la coyote completamente asustada.

El instinto de Alfa comenzó a crecer dentro de Maya, dejando atrás el dolor que sentía su corazón, comenzó a arrastrarse por el suelo en dirección a la muchacha. Kira interrumpió a Scott de detenerla, permitiendo que la Alfa se acercara.

Malia se asustó al sentir unas manos en su cuerpo, pero se relajó al sentir el aroma de la castaña, quién la atrajo a su cuerpo, justo a tiempo, antes de que también todos perdieran su visión. Maya trataba de mantener la calma por el bien de todos, sin embargo, el miedo también la invadía. Estaban muriendo y no podía hacer nada.

"¡Scott! ¡Scotty!", la voz de Stiles a través de la puerta comenzó a escucharse. "En la bóveda, ahí dentro con ustedes. Se llaman hongos reishi"

Maya no sentía la presencia de Scott por ningún lado cercando, por lo que tomó fuerzas para comenzar a arrastrarse hacia la puerta.

— ¡Stiles!— exclamó al tocar la puerta frente a ella.

"¡Maya, abre la puerta! ¡Está ahí con ustedes, en un frasco en los estantes!"

— Stiles, no puedo... no puedo respirar— murmuró cada vez con menos fuerza.

"¡Maya! ¡MAYA!"

La voz de Stiles iba bajando, los oídos de Maya dejaban de funcionar, mientras intentaba meter aire a sus pulmones. Pudo escuchar como Stiles se tiraba al suelo del otro lado, al igual que ella.

La Alfa no sabía cuánto tiempo había pasado, ni cómo fue que ocurrió, pero la puerta se abrió de golpe y lo siguiente que supo, fue que un extraño olor entro por su nariz, devolviéndole todos sus sentidos. Abrió los ojos dando una gran bocanada de aire, encontrándose a Stiles junto a ella mirándola con preocupación y sangre en toda su cara.

Acercó su mano para limpiar algo de esta, antes de girar su vista para ver al resto de la manada, encontrándose con alguien que no se estaba allí anteriormente, con el frasco roto en sus manos.

Aspen.








LES DIJE QUE EL CAPÍTULO IBA A ESTAR PICANTEEEEEE.

No me maten por todo lo que pasó :B

Aspen is baaaaaaaaaaack🙏🛐

Eso es todo por ahora, espero que les haya gustado.

Y no olviden de votar y comentar♥   

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