XV. "Era su funeral"

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— Lo siento— dijo Malia mientras entraban al auto de Derek, luego de toda una tarde de búsqueda sin ninguna pista de la manada de Satomi.

— No debes disculparte— le contestó la castaña en el asiento del acompañante—. Si no quieren que los encontremos, no lo haremos.

— Algunos hombres lobo tienen una habilidad— siguió Derek—. Como un dominio sobre sus cuerpos que les permite inhibir su olor.

— ¿Pueden esconderse de otros hombres lobo?— le preguntó la coyote.

— De cualquiera que trate de encontrarlos.

— Por eso nadie sabía nada sobre Brett— explicó Maya, antes de sugerir—. Quizás debemos probar otra cosa.

— ¿Cómo qué?— le preguntó su padre.

— No puedo creer que vaya a decir esto...— murmuró antes de responder—. Quizás debemos pensar como Stiles.

— ¿Como un loco hiperactivo?

— Como un detective— finalizó Malia, entendiendo la idea de la Alfa—. Si realmente son budistas, más que preguntarnos dónde se ocultan los hombres lobo, deberíamos preguntarnos dónde se esconderían los budistas.

Derek se quedó un momento pensativo, mirando la brújula del panel del auto, antes de hablar.

— Cuando Buda se sentó bajo el árbol Bodhi, buscó la iluminación hacia el este.

— ¿Hay algún lugar con orientación al este en Beacon Hills?— preguntó Maya.

— Sí, en el mirador.

El mayor de los Hale encendió el auto, dando marcha a su camino. No tardaron más de media hora, cuando los tres ya se encontraban en el lugar indicado. Apenas la Alfa bajó del auto, el olor a muerte inundó su nariz, provocando que tosiera fuertemente.

— ¿Qué?— le preguntó Derek, preocupado por lo que su hija encontró.

— Mejor quédate aquí, Malia— le sugirió la castaña a la coyote, tratando de protegerla de una traumante escena posible.

— ¿Por qué?— le preguntó ésta confundida.

— Quédate— repitió, esta vez más firme, antes de comenzar a caminar hacia el origen de la podredumbre.

Derek la seguía de cerca, hasta que, en unos pocos metros, se encontraron con todos los cuerpos en descomposición de la manada de Satomi.

— ¿Qué pasó?— preguntó la castaña con algunas lágrimas en sus ojos, producto del fuerte olor.

— Podrían haberlos envenenado— le contestó su padre.

— ¡Genial! Si el asesino con armas no te ataca, el del acónito lo hará— dijo Maya sarcásticamente—. O quizás uno sin boca. Tal vez todos deberíamos dejar Beacon Hill, escapar lo más rápido que podamos.

— Tú ya lo hiciste— le respondió, girando su cabeza para mirarla a los ojos—. Y terminaste volviendo, todos lo hacemos.

— Volví por ti, idiota— la adolescente rodó los ojos, volviendo su vista al frente.

— Más respeto a tu padre, jovencita.

Maya no pudo contestar, cuando el sonido de las hojas moverse la alertó. Una mano ensangrentada se elevaba de entre todos los cuerpos. Corrió a toda velocidad hasta llegar a la aún viva persona, encontrándose con una mujer que ya conocía.

— ¿Breaden?









[...]

Con Breaden ya en el auto, comenzaron su camino hacia el centro de Beacon Hills, dispuestos a llevar a la cazarecompensas a un hospital. Maya se encontraba en otro mundo, cuando Malia apareció entre los asientos extendiéndole su celular.

Oh, no ha parado de iluminarse desde que vinimos— le informó como si se hubiera olvidado, antes de volver al asiento de atrás.

Tanto Derek como Maya se dieron una mirada, antes de que la castaña desbloqueara el celular, encontrándose con un gran número de llamadas perdidas y mensajes de Scott. El contenido la dejó congelada en su lugar.

Habían secuestrado a Liam y Scott no podía encontrarlo.

— ¿POR QUÉ NO ME LO DIJISTE ANTES?— le gritó comenzando a hiperventilar del miedo de que algo pudiera pasarle a su pequeño Beta.

— ¿Qué pasó?— le preguntó su padre, preocupado por la reacción de la Alfa.

Antes de que Malia pudiera responderle, un gran rugido se escuchó proveniente del bosque. Era Liam, lo sabía perfectamente. Necesitaba su ayuda.

Sin importarle que el auto se encontrara en movimiento, abrió la puerta y de un salto salió del auto, antes de empezar a correr hacia el interior del bosque, siguiendo la dirección del rugido del Beta.

Pudo escuchar los gritos exclamar su nombre, pero se volvieron mínimos en pocos segundos.

La adrenalina recorría sus venas, provocando que sus ojos se iluminaran y sus colmillos y garras salieran a la luz. El cosquilleo en sus poros volvió a aparecer como aquella vez, solo que ahora, no tenía pensado reprimirlo.

Pero antes de que pudiera correr en cuatro patas, un gran pozo abandonado apareció frente a ella. El aroma de Liam provenía de allí, por lo que rápidamente se asomó, encontrándoselo a pocos metros de salir.

Sin ponerse a pensar, como el muchacho había logrado escalar tanto, la Alfa se tiró hacia él para sujetarlo justo a tiempo, antes de que resbalara. Liam la miraba sorprendido desde abajo, aliviado de que lo hayan encontrado.

Maya logró sacarlo, gracias a su fuerza lobuna. El pequeño se encontraba completamente mojado, de no ser por su nuevo gen lobuno, tendría una gran hipotermia. Aunque eso no evitaba que temblara del miedo vivido hacía horas, con tan solo pensar que nadie lo encontraría.

Maya agarró su rostro con ambas manos, asegurándose de que no tenía ningún rasguño, antes de colocarle su campera sobre sus hombros.

— Estás bien, Liam— le aseguró la castaña, antes de que el rubio se tirara a sus brazos para abrazarla fuertemente, como si buscara un calor materno—. Estás bien.

La Alfa le devolvió el abrazo con más fuerza, mientras acariciaba su cabello.

El sonido de las hojas crujir fue acercándose a velocidad, más Maya no se movió de su posición protectora, identificando quién era. Scott apareció en su campo de visión, deteniéndose a unos metros de la escena. Dejó salir el aire contenido, al ver que Liam se encontraba bien, antes de conectar miradas con su Co-Alfa.

Era su funeral.









[...]

Luego de que Deaton salvara a Liam, abriendo su pecho para que el acónito saliera, Maya y Scott se dirigieron a casa de éste último, dónde se encontraron con Stiles.

Los tres amigos se contaron todo lo que había sucedido: el descubrimiento de la última parte de la lista negra, el suicidio de Meredith, la aparición de Kate como mujer jaguar, que mató a Violet; la muerte de la manada de Satomi, el secuestro de Liam por medio de Garrett, a quién lo mató un Berserker y, por último, Breaden.

Muchas cosas habían pasado en tan solo un día, pero nada había terminado. El dinero frente a ellos los llamaba para contarlo, descubriendo que tenían frente a ellos los $500.000 dólares de los Hale. Maya y Scott estaban dispuestos a devolverlo a sus dueños, sin embargo, por alguna razón, Stiles se encontraba reacio ante tal idea, poniendo como excusa a Peter.

La castaña estaba de acuerdo con que Peter no era de confiar, sin embargo, ellos no eran ladrones. A pesar de esto, la Alfa se encargó de echar a Stiles de la casa de los McCall. Mañana eran los PSAT, el examen que definiría si en el futuro tendrían la oportunidad de entrar a una buena Universidad.

El castaño se fue refunfuñando, como siempre, antes de que Maya se girara hacia Scott, quién la miraba asustado por el acontecimiento reciente.

— ¿No me dirás nada?— le preguntó con miedo, desde que la había encontrado con Liam, se encontraba atento a cualquier enojo que la muchacha pudiera transmitirle.

— No lo veo necesario— le contestó, para después comenzar a hacer su camino hacia su habitación—. Te castigas tu solito— terminó antes de desaparecer, sabiendo perfectamente que el morocho temblaba desde que habían salido del bosque.

La mañana siguiente llegó y junto a ella el día del temido examen. La manada se encontraba en la fila de acceso al aula con los nervios a flor de piel.

— ¿Dónde está Lydia?— preguntó Kira, preocupada de que la pelirroja llegara extrañamente tarde.

— Lo hizo en primer año— contestó Maya mordiéndose las uñas, ante la atenta mirada del humano que quería detenerla como antes lo hacía.

— ¿Significa que puedo hacerlo en otro momento?— preguntó Malia ofendida de que le ocultaran tal información.

— Malia, estudiaste más que nosotros para esto— la animó Scott.

— No significa que vaya a hacerlo bueno— contestó provocando que a la Alfa se le escapara una leve risa.

— Bien...— murmuró Stiles tratando de corregirla.

— ¿Bien, qué?

— Es hacerlo bien, no bueno.

— ¡Dios!— se quejó la coyote, provocando más risas en Maya.

— Vas a hacerlo porque mientras intentamos no morir, todavía seguimos viviendo— le explicó Scott—. Si sobrevivo la secundaria, quisiera ir a la universidad. A una buena.

— Son solo tres horas— se metió Kira con su positivismo—. Podemos aguantar tres horas.

Eso es lo que él dijo— dijo Maya, antes de entrar al aula, ante las diferentes emociones en las miradas de sus amigos.

Todos colocaron sus huellas dactilares en la tinta, antes de marcarlas en sus exámenes y dejaron sus celulares en sus sobres correspondientes. El número de Maya era el 010.

Se sentaron en sus asientos, Maya se ubicó detrás de Kira y a un costado de Malia. Maldiciendo a Stiles, que se encontraba detrás de la coyote, por estar haciendo un ruido insaciable con sus lápices. Sí, lápices. El maldito llevó tres y no paraba de moverlos en todas direcciones.

— Por favor, no abran sus exámenes hasta que se lo indiquen— habló el evaluador. Obviamente el castaño ya la había abierto, cerrándola rápidamente—. Este examen dura dos horas y diez minutos. Habrá dos secciones de 25 minutos de lectura crítica, dos secciones de 25 minutos de matemática, y un ensayo de 30 minutos— continuó antes de mirar a la madre de Lydia—. Dos profesores deberían estar monitoreando el examen.

— Lo sé, es el entrenador. No es muy puntual— explicó la mujer pelirroja, antes de agarrar su celular para salir del aula—. Déjeme llamarlo de nuevo.

En menos de un minuto, volvió a aparecer.

»No puedo encontrarlo, pero el Sr. Yukimura está arriba corrigiendo exámenes. ¿Quiere que lo llame?«

— Debemos comenzar. Pediremos su ayuda durante el primer receso— contestó el evaluador firmemente, antes de encender el cronómetro—. Pueden abrir sus cuadernos y comenzar.

Todos comenzaron el cuestionario, algunos más rápido que otros. Ajam, ajam... Stilinski. Maya iba por la pregunta más difícil, a su parecer, cuando el ritmo cardíaco de Sydney detrás suyo comenzó a aumentar. Provocando que ésta callera al suelo de inmediato.

El grupo gira hacia ella, al mismo tiempo que la madre de Lydia corría a ayudarla.

— ¿Estás bien?— le preguntó ayudándola a levantarse.

— Estoy bien, solo me maree un poco— contestó la muchacha, avergonzada por lo ocurrido.

— Sydney, ¿hace cuánto tienes esto?— la siguió cuestionando al verla marca en su muñeca.

— No lo sé.

— Sra. Martin, ¿necesito interrumpir el examen?— preguntó el evaluador.

— No, está bien— respondió la mujer insegura, antes de volver al frente del aula y mirar a todos los presentes—. Todos permanezcan en sus asientos. Vuelvo en un minuto.

La pelirroja agarró su celular, antes de susurrarle al evaluador para que nadie escuchara.

»Nadie abandona la habitación«

Maya y Scott se miraron fugazmente, al mismo tiempo que Stiles se estiraba para tirar de la manga de la Alfa para acercarla a él.

— ¿Qué le dijo?— le susurró de igual forma.

— Que no podemos abandonar el aula— respondió aún confundida por la situación. Ambos se miraron tratando de encontrar la verdad en los ojos del otro, antes de volver a sus posiciones.

Intentaron continuar con su examen, pero la preocupación era palpable en el ambiente.

"¡RETROCEDAN ¡NO ENTREN AQUÍ! ¡VUELVAN A SALIR!"

Los gritos de la madre de Lydia retumbaron por el pasillo, haciendo que todos se levantaran de sus asientos para salir del aula. Al salir, se la encontraron trabando las puertas de entrada.

La mujer trató de parecer calma, pero sus latidos la delataban.

— Vuelvan a sus asientos, ahora.

La manada fue la última en entrar, cerrando la puerta detrás de ellos. Pero la voz de la pelirroja fue escuchada perfectamente por los Alfas.

Necesito el número del CCE. Sí, el Centro de Control de Enfermedades.













I'M BACK BITCHES y solo voy a decir que el capítulo que viene va a estar súper picante.

Mom Maya is my religion🙏🛐

Eso es todo por ahora, espero que les haya gustado.

Y no olviden de votar y comentar♥   















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