Capítulo 13

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No habían dormido más de una hora para cuando un estallido provocó que todo el lugar temblara y el tiroteo que siguió fue lo mismo que oír un granizo en el techo.

Maleon reaccionó de inmediato, saltó sobre sus dos pies y cogió a un desconcertado Gavriel del brazo, obligándolo a levantarse de un tirón para después empujarlo a la pared más cercana a la escalera que bajaba al sótano. De esa forma tardarían más tiempo en verlos y no les dispararían tan rápido. Ella lo escudó con un cuerpo. Daraan había hecho lo mismo con Darcy, la aplastaba entre su amplio pecho y la pared a la expectativa del estallido de caos que daría lugar en breve.

—¿Son los Vigilantes? —preguntó Gavriel en un grito por encima del ruido.

—Dulce. Huele a algo dulce —dijo Maleon con ímpetu—. Esos malditos ¿Qué hacen aquí?

—Vampiros —concluyó el dragón.

—Ay, Dios. No puedo tomarme esto en serio. Si después aparecen unos malditos duendes me voy a partir de risa —confesó el chico.

—Por lo que más quieran, díganme que vienen a salvarnos —exclamó Darcy aferrándose a la seguridad que le daba el hombre mitológico que la aprisionaba.

El inconfundible rugido de una bestia eclosionó en sus oídos, no había dudas de que era Zelos y fuera cual fuese la situación arriba, al menos no estaba en los planes del nieto de Hera. Una línea de explosiones siguió en una sucesión con dos segundos de diferencia entre sí, la horda de gritos de los desertores se aglomeró en una demostración de crueldad y vehemencia que trataba de imponerse al ataque sorpresa.

Gavriel aguantó la respiración, nunca había estado en un tiroteo y tampoco había sido víctima de secuestro. El estrés de la situación jalaba su piel, irremediablemente empezaba a sudar por el miedo y sentía una gota de sudor descender por su columna mientras le temblaban las manos. Sus rodillas amenazaban con flaquear incapaces de sostener su peso. Un apretón en su mano lo distrajo, observó hacía abajo y notó que Maleon había entrelazado sus dedos con él; ese agarre le reconfortó un poco. Ella no lo miró en ningún momento, pero podía sentir su fuerza en el sutil contacto entre ambos y aquel extraño Poder que dimanaba le dio coraje.

Una nube de humo se escabulló por el agujero de la escalera y el olor a quemado fue obvio incluso para los humanos, unos apresurados pasos saltaron en una errática carrera los escalones. Dos vampiros aparecieron armados con cuchillos, pistolas y colmillos descubiertos. Gavriel casi se atragantó, esos tipos no eran más que unos muchachos con muy buen físico, ropa de cuero y cara de pandilleros.

Un tercer hombre bajó las escaleras y él lo miró perturbado. Reconoció el porte desaliñado, había visto ese rostro desde los quince años y hacía dos que debido a haberle dado un par de merecidos puñetazos pasó un tiempo en la cárcel. Los ojos miel del vampiro se fijaron en él y fue impactado al descubrir la morena piel de la cara del vampiro recubierta de sangre de desconocidos.

—Oh, mierda... —murmuró el vampiro recién llegado, se pasó los dedos por el corto cabello negro y luego observó a la mujer bestia a su lado—. En serio te metiste con ella, eres un imbécil.

—Dime por mi nombre, chupasangre —aclaró Maleon interponiéndose entre los dos.

Gavriel seguía sin creerlo. Ese era Zachary, había venido acompañado de vampiros y se suponía que era uno...

—¡Z, no es momento de charlar! ¡Mueve el maldito trasero! —gritó uno de los hombres. Medía dos cabezas más que los demás y traía el oscuro cabello atado en una larga trenza que le llegaba a la cintura. Sus negros ojos eran voraces—¡Escuchen bien, reyes o no, van a seguir mis órdenes! ¡Soy X y solo dirán mi nombre si les están por volar la cabeza!

Mientras X hablaba, el otro vampiro que era mucho más delgado y de melena castaña se apresuró a abrir las celdas. Sacó un manojo de llaves y desbloqueó la puerta que aprisionaba a la reina, pero no se esperó que ella saliera cómo un rayo para cogerlo del cuello.

Todos los vampiros le apuntaron, el tiroteo arriba quedó en segundo plano.

Daraan se apoyó tranquilamente contra los barrotes aguardando a que lo liberaran y Darcy enloqueció oculta detrás de él.

—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Ellos vinieron a salvarnos! —chilló la humana.

—Maleon ¿Qué diablos haces? —cuestionó Gavriel agitado, sujetándole la muñeca para intentar apartarla.

Ella ni parpadeó.

—Ningún Creador dejaría a su progenie interferir tan deliberadamente en una situación de mala muerte como está, los vampiros son una raza aislada y no meten las manos por nadie que no sea de los suyos. Estoy en paz con su gente, pero no soy estúpida como para confiar en un par de desconocidos que dicen salvarme sin razón aparente. No es la primera vez que quieren engañarme así.

Una nueva explosión vibró en la lejanía. X le apuntó directo a la cabeza y la leona la miró de reojo.

—Suéltalo ya, maldita loca.

—Maleon, déjalo —insistió Gavriel.

Daraan gruñó en dirección a los chupasangres. Zachary maldijo en voz alta, bajó el arma y se aproximó a la mujer con la mirada fija en su compañero.

—Luke y Lily son mis hijos. —Ella frunció el ceño—. Es mi familia y tú puedes salvarla. Ahora suéltalo porque se está poniendo azul.

—¿Gavriel?

—Es verdad, es su padre. Ya deja de actuar como una condenada homicida.

Maleon lo soltó, el vampiro se llevó las manos a la garganta mientras sus pulmones luchaban por recuperarse de aquella interrupción de aire que los había colapsado.

—No quiero lloriqueos, D. Lidiamos con guerreros, no con compañeritos del preescolar. Madura y levántate —dijo X dándole palmadas en la nuca.

—Me explicaras esto más tarde. Lo que estás haciendo está contra de las leyes vampíricas y te costará caro —agregó la leona.

—Lo sé —contestó Z, se agachó y le quitó las llaves a su compañero que continuaba en el suelo quejándose—. Apártate para que libere al rubio con accesorios que desposaste.

—Estos aretes valen más que tu casa, amigo —comentó el rey.

La mujer se retiró arrastrando sus pesadas cadenas, X y D se le acercaron para extirpar cada una de ellas sin tacto y con una fuerza sobrehumana, pero no pudieron hacer nada con el collar que le habían puesto.

Daraan finalmente quedó en libertad juntó con Darcy.

Entonces todo fue silencio.

—Eso no es bueno —opinó la humana asustada y Gavriel le cogió la mano.

—Distrajimos al grandote escupe fuego con un par de camiones con explosivos, imagino que los está persiguiendo. No tenemos mucho tiempo para que vuelva y el amanecer está muy cerca... adelante —explicó Z.

Los tres vampiros se colocaron en fila delante de todos, pero el dragón y la reina se posicionaron junto a ellos para dejar atrás a los dos humanos.

Maleon tomó el ruedo de su caftán y lo rasgó hasta las rodillas, las cicatrices de los azotes en su piel fueron un punto de atención durante un latido. Sin embargo, el interrogatorio tendría que esperar a más tarde porque el fuego no era lo más peligroso en la superficie y tampoco lo eran los desertores, sino el dragón de escamas negras y cuernos que lo hacían ver como una criatura del infierno.

—Daraan —murmuró la leona con estridencia.

—Ya sé, tú cuida tu cabeza y yo la de nuestros amiguitos corrientes.

Ella asintió y luego se dirigió a los machos armados.

—Ustedes sigan su plan y sáquenlos, yo necesito buscar algo que esos malditos me quitaron antes de irme.

—¡¿Es muy necesario?! —preguntó X con una vena en la frente a segundos de reventar.

Un rugido y el vampiro cerró el pico.

Fue allí donde corrieron escaleras arriba, Daraan se retrasó lo suficiente para quedar detrás y proteger el punto ciego a sus espaldas. Saltaron de dos en dos los escalones, al llegar al final había una destruida cocina de la que solo perduraban trozos de gabinetes, sillas y lo que aparentemente había sido una mesa en sus días de gloria; sumándose a la escena unos cuerpos aglomerados en el piso. El grifo del lavado ya no estaba y el agua emergía en una lluvia que no solo mojaba la sucia pared, sino que también se mezclaba con la sangre del piso. Sus guías apuntaron antes de exponerse al abandonar el hueco de la escalera, asimilando que estaba despejado iniciaron un acelerado escape rumbo a una puerta trasera que daba al exterior.

Maleon se desligó de la formación y huyó a toda velocidad a otra parte de la casa, Gavriel la observó alejarse con un hormigueo en los dedos que nacía de los deseos de detenerla o acompañarla, después de lo ocurrido esa mañana no quería volver a perderla de vista.

Se concentró en seguir el paso de los demás y antes de lo que esperaba, ya estaban en el exterior.

Lo primero que saltó a la vista fue un campo verde, tal vez kilómetros y kilómetros con demasiado verde. No estaba seguro de su ubicación, pero tenía seguro que eso era una granja. La casa de la que habían salido se hallaba en ruinas y se erigía como un inútil armatoste de madera vieja; a pocos metros un establo de un descascarado rojo que se desmoronaba víctima de las llamas que lo envolvían. El cielo nocturno aún prevalecía con autoridad sobre la tierra, aunque no sería así por mucho tiempo porque el amanecer llegaría a reclamar su territorio en pocas horas.

Un desprolijo orden de cuerpos en el suelo, decenas vehículos con las luces delanteras encendidas y motores calientes.

De repente, un grupo de desertores se movió del establo hacía ellos usando cómo protección un tractor oxidado que llevaba tantos años parado allí que sus ruedas se fundían con la tierra.

Daraan atrapó a Darcy por la cintura y Gavriel por el cuello de la camisa para escudarlos detrás de una Ford negra mientras que Z, X y D disparaban a sus atacantes. Un estallido lejano se sumó al ensordecedor tiroteo en una caótica canción de explicita agresión, tras eso, más vampiros aparecieron y procedieron a escupir plomo acompañando a sus compañeros.

Dos desertores se aproximaron lentamente por la esquina de la casa aprovechando la distracción momentánea, Gavriel alcanzó a verlos apenas una respiración antes de que dispararan, empujó a Daraan que sería el primero en ser herido y tiró del brazo de Darcy para ocultarla bajo él. Solo unos cuantas balas dieron en la Ford, Z respondió instantáneamente y le dio a uno de los desertores. El otro no corrió la misma suerte, ya que fue demolido por una furiosa Maleon —salida en picada de una ventana del segundo piso del edificio—, que a penas lo redujo le quebró el cuello con una facilidad demencial, como si se tratara de la ramita de un árbol.

X no esperó un segundo más en cuánto la vio regresar, sacó algo quién sabía de dónde y disparó al cielo. Una bengala ascendió en una línea roja y humeante con la esperanza de tocar la estrellada bóveda azul; en absoluto todos los vampiros se movieron con la rapidez de una sombra y empezaron a montar los autos.

Z no los metió en la Ford, sino que los obligó a subirse a una 4x4 negra y apartada. Cada uno de ellos se coló en los asientos: Darcy y Gavriel en los asientos traseros, Daraan en el de copiloto, Zachary al volante y Maleon en el maletero. Cada vehículo salió despedido en múltiples direcciones, no hubo oportunidad de preguntar porque X y D no subieron al vehículo.

No siguieron un camino pavimentado ni uno de tierra, crearon el suyo a través del campo de cultivo. Siguieron sin detenerse, con el acelerador hasta el fondo, saltando como en un juego temático, con los labios apretados y la adrenalina desbordando de su sangre. En algún momento, luego de casi quince minutos manejando en línea recta llegaron a una carretera y la 4x4 se deslizó suavemente por el sendero liso.

—Vamos a conducir hasta Schurz para cambiar de coche y de allí hasta Hawthorne donde reservé habitaciones en un motel. Será poco más de una hora de viaje, tengo el tiempo medido antes de que salga el sol —explicó Zachary limpiándose el sudor de la frente—. Después de eso, necesito que me ayuden. No pude trazar un plan más allá de esto porque todo fue muy rápido.

—¡Maleon, seguimos vivos! ¡Me debes una cena! —bromeó Daraan para romper el hielo.

La reina empezó a reírse y en lugar de mirarla como si fuera una loca, la acompañaron. Después de todo, habían estado por sucumbir dolorosamente minutos atrás y eso te hacía apreciar un poco estar vivo. Un rugido similar al maullido de un gato enojado se acopló a las risas.

—¿Eso es lo que creo que es? —preguntó Z.

—No. Además, estas al volante. Presta atención al maldito camino —contestó Gavriel con más malicia que diversión. Sin embargo, negó con la cabeza para deshacerse de malos recuerdos y se giró hacía el maletero. Le alivió ver a Simba en el regazo de Maleon—. Es increíble que lo encontraras, me alegra que esté a salvo.

Él acarició las orejas del animalito, su pelaje estaba cubierto de sangre seca, pero al parecer no era suya.

—Me olvidé de él cuando llegamos aquí, ni siquiera lo reconocí cuándo Zelos lo tenía en sus manos... yo solo sabía que no quería que le hicieran daño. Lo recordé al marcharnos, sentí que dejaba una parte de mí y eso hizo que mis memorias de él volvieran. Olvido casa maldita cosa que ocurre en mi vida, soy patética y débil —dijo ella culpable y besó la cabeza del cachorro de león.

Al ver que la mujer se quedó en esa posición un rato, Gavriel peinó su cabello con delicadeza tratando de apaciguar esa ansiedad que la ensombrecía.

—Hey, no digas eso. Eres la jefa, puedes contra todo esto. Aunque has perdido el encanto más rápido que Cenicienta, pero lo arreglaremos en cuando lleguemos. —Bajó la voz—. Ordenaré algo para ti, debe ser porque tienes hambre. Estas muy flaca y quiero darte de comer. Voy a cuidar muy bien de ti para que crezcas como una guerrera grande y fuerte. —Pellizcó su mejilla—. Estas debilucha como un potrillo recién nacido.

No sabía si recordaría que había sido ella quién le hizo esa misma broma la noche en el hotel, pero odiaba verla rendida. Para su satisfacción la leona rió y levantó la cabeza para mirarlo.

—Esto es tan injusto, si yo te hubiera dicho eso me habrías arrojado del auto —se quejó Daraan derrumbándose en el asiento del copiloto—. Ah, pero que triste estoy ¿Por qué no me ayudas a despejarme Z? Empecemos por lo más importante ¿Quién diablos eres y cómo nos encontraste?

Zachary apretó la mandíbula cuando el dragón se sonó los nudillos. A pesar de que el collar en su cuello no lo dejaría mutar a su verdadera y tempestuosa forma, el tipo bien podría quebrarle todos los huesos si se le antojaba. El vampiro suspiró y miró a Gavriel por el espejo retrovisor.

—No creo que deba profundizar en el tema de que soy un vampiro y el padre de los niños porque imagino que no es lo que les interesa saber en este momento —asumió y como no hubo quejas continuó—: Pertenezco o más bien pertenecía a la Casa Berkshire, mi madre es parte de los ancianos que mandan a todo el maldito mundo. Soy relativamente joven y quise mi propia vida... —Guardó silencio—, pero no pude porque a esos viejos no les gusta que nadie sea feliz a excepción de ellos. Me obligaron a abandonar todo, aunque conseguí escapar de ellos hace unos meses. Habitualmente visitaba o me informaba sobre Lily, Luke y Hailey desde las sombras. En el segundo en que me enteré de la desaparición y del incendio en el apartamento busqué información por doquier. Me dijeron que los desertores estaban involucrados y lo primero que pensé es en que necesitaba ayuda, verdadera ayuda, mi raza no daría la cara por mí y mucho menos por mis hijos. Entonces hice lo que debía hacer y fui en busca de la reina de los híbridos, Lily y Luke eran mitad humanos así que creí que tú lograrías encontrarlos. Renuncié a mi Casa y fui a California. Llegué hoy y no creerán lo rápido que se esparcen los rumores, la mitad de la población hibrida esta histérica porque su reina desapareció. Ninguno de tus Vigilantes ha dado señales u ofrecido información aun, así que hay un revuelo social. Algunas especies marginadas sabían que había un campamento de desertores cerca de donde supuestamente estaban tus tierras y por el pago adecuado también me dijeron a donde los trajeron, no tenía más que perder y llamé a unos viejos amigos que al igual que yo habían renunciado a sus Casas. El resto es historia. Hicimos un plan, ellos me ayudaron a sacarlos y nada más. Ahora es mi basura.

—¿Y qué vas a hacer cuando regresemos con los niños? ¿Volver a marcharte? —Gavriel fue duró y Z tragó saliva.

—La Casa Berkshire —murmuró Maleon cuyo cerebro funcionaba con segundos de retraso.

—Oh, ahí está tu otro novio —agregó el dragón aprovechando la oportunidad de soslayar una pelea—. Espero que no siga queriendo vengarse porque esto se pondrá feo si nos salvamos de la lunática de Hera.

—Lo último que quiero es hacerte enojar, pero tengo que preguntarte ¿Por todos los santos cómo puedes tener tantos problemas? —cuestionó Darcy exasperada a la otra mujer mientras se llevaba las rodillas al pecho.

—Soy muy vieja y nunca pude despegarme de algunas antiguas costumbres bárbaras.

—¿Tu novio? —repitió Gavriel alzando una ceja.

—Te lo dije amigo, no eres especial —comentó Daraan.

La leona lo miró confundida y luego pareció recordar. Entonces se enfadó. Tocó el hombro de Darcy y señaló el asiento del copiloto.

—Dale una patada a la cabecera del idiota, es una orden —dijo con diversión y crueldad mezclándose en su lengua.

—Relájate, reina mía. Es solo un... ¡Auch! —Daraan se llevó las manos a la dolorida cabeza luego del golpe de la cabecera—. Mierda, pensé que no lo harías LJ.

—Fue una orden —contestó orgullosa la humana.

El rey se volteó a ver a la enferma mujer que lo miraba molesta. Él no logró comprender el porqué de su ira... ah, cierto.

—¿Es por cómo te traté en la mañana de ayer?

Ella no respondió.

—Lamento mucho eso, fui un imbécil.

—¿Sales con alguien de la Casa Berkshire? —exclamó Z.

—¿Sales con un vampiro? —indagó Gavriel sin palabras.

Maleon se apretó el puente de la nariz. Contó hasta diez, pero se aburrió en el cinco y lo dejó. Simba buscó cariño en sus manos y la tranquilizó como siempre hacía.

Observó a todos antes de hablar.

—Hace muchos años conocí a un vampiro y los dos teníamos antojo de un bombón, pero al final de la velada resultó que ambos nos referíamos a bombones diferentes. Lo rechacé y luego la Casa a la que pertenecía me amenazó, yo les dije que si me jodian los iba fritar al sol con especias incluidas. Nunca volvimos a salir, aunque a Daraan le encanta recordármelo. —Sonrió al ver que Gavriel trataba de no reír por el comentario, lástima que ella no bromeaba. Entonces miró a Zachary—. Si abandonaste tu Casa, eres un indigente sin derechos ante tu raza ahora y tendrás cargos legales por movilizaciones con fines ilícitos por todo lo que hiciste para salvarnos.

—Eso lo sé muy bien y no me importa. Quiero a mi familia a salvo. Quiero a Hailey de vuelta y no me importa lo que tenga que hacer... estoy cansado de no poder tener nada.

Z lo había dicho con tanto anhelo que Gavriel no puedo ignorarlo, apretó la mandíbula por las consecuencias de todo esto.

—Está bien —dijo ella—. Sospecho que Zelos trabajó solo en esto. Hera nunca habría tomado decisiones tan estúpidas: no me habría atacado en mi territorio porque tendría mucho que perder, no me habría metido en una casucha porque no conoce con exactitud mi estado de salud y no se arriesgaría a que escape; tampoco me habría dejado viva tanto tiempo.

Daraan lo consideró.

—Es verdad, Zelos debe estar tratando desesperadamente de ganarse algún tipo de gratitud tras fallar al secuestrar a Gavriel y los niños. Debe estar asustado de que lo envíen a la Colonia por su ineficiencia —contribuyó el rey y luego sonrió—. Eso es genial.

Gavriel frunció el ceño.

—¿Cómo puede ser genial?

—Porque quiere decir que los acontecimientos están separados, Hera no es cruel sin conciencia con quienes le son de utilidad y si es la única que tiene acceso a tu hermana, eso quiere decir que hay altas probabilidades de que este viva —aseguró Maleon.

La emoción llenó el auto. Todos quedaron en silencio y no pudieron opinar al respecto.

—Doy fe de ello —exclamó el dragón dorado.

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