Capítulo 24

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Maleon se congeló. Cada músculo, hueso y articulación en su cuerpo se petrificó. Jamás había oído la voz del fénix en su interior, él nunca la salvó de nada y menos le advirtió de un peligro. El miedo era un líquido frío que cubrió su piel dándole escalofríos, rompiendo sus rodillas y cada muro que la constituía. Notó que Daraan, Z y Tanith habían adoptado una postura similar, pero por razones diferentes... ellos podían sentir los aromas en el aire y las pisadas que se aproximaban.

Gavriel le tocó el hombro preocupado.

—Hey ¿Qué pasa?

Ella actuó de inmediato, empujó al hombre escaleras arriba y lo obligó a correr. Las puertas de la entrada se abrieron con un sonido pesado y sordo. Tanith levantó a Luke con una de sus serpientes y lo cargó en brazos para empezar a correr mientras que el vampiro, por su lado, tomaba a Lily para cubrirla con su pecho en lo que saltaba de dos en dos los escalones.

—¡¿Gavriel?! —gritaron.

Todos frenaron.

La reina dudó antes de volverse. Además de los integrantes del Consejo de Antiguos y sus otros Vigilantes, allí de pie estaba Hailey Koch, llevando un vestido azul victoriano que destacaba su tez café claro y un bolso de seda cruzado. Parecía una muñeca de porcelana con grandes rizos chocolate, labios gruesos oscuros y mucho rubor en las mejillas húmedas por las lágrimas. La humana se precipitó hacía ellos, tropezó con el largo de su vestido docena de veces en lo que corría a su encuentro, cayó de rodillas en los escalones y al alzar la vista todo colapsó como si hubiese sido encendido por un interruptor.

Gavriel, los niños y Z se abalanzaron en una carrera de muerte por alcanzarla, la leona no se limitó a observar así que junto a Daraan los acompañó. Tanith se quedó helada mirando a Ragnar, Saraf y Try... algo estaba mal en ellos.

La familia —exceptuando al vampiro—, se hundió en un abrazo desamparado entre lágrimas, caras sonrosadas y mocos. Maleon se colocó delante de ellos, interponiéndose para bloquear la vista del Consejo de los humanos.

El Consejo de Antiguos estaba constituido por siete reyes o líderes de las diferentes razas de criaturas mitológicas, pero aquí presentes solo había cuatro. Roshan, el rey de los elfos que tan mal le caía, era un macho alto y corpulento con orejas puntiagudas, de tez pálida, ojos azules y calvo como un melón. Después le seguía el imbécil líder de los lobeznos, Koa, que tenía el aspecto de un vikingo con ojos verdes, de barba rubia, largo cabello enmarañado y traje de diseñador que no le quedaba para nada. Luego estaba la cabeza de la especie vampírica y los individuos más viejos, la pareja casada hace más de dos mil años, Kalon y Solandis. Los padres de Zachary. Kalon era un anciano en el cuerpo de un tipo que no aparentaba más de cuarenta años, vestido con un esmoquin que lo hacía ver como un pingüino con estreñimiento, la cabellera negra la llevaba atada en una coleta ajustada y modelaba una piel bronceada donde su rostro ilustraba un completo aburrimiento por la vida. Por otro lado, Solandis traía un traje negro con un escote pronunciado y el cabello de tonalidad amarronada—como su piel—, libre hasta la cintura, los labios de un rojo amenazante que resaltaba tanto como sus iris color miel. Era alta. Era hermosa. Era una perra rabiosa sin correa.

Luego estaba esa delgada figura blanca al final del grupo, la hembra portaba un vestido de mangas largas y corte sirena, guates de seda y un velo que cubría al completo su rostro. Simulaba una maldita novia de camino al altar, claro, Hera sería la perfecta esposa del demonio.

Por sí solos eran criaturas poderosas, en su estado actual ella no tenía oportunidad de ganar. Además, estaban los diez guardias que tenían cada uno de ellos custodiando sus espaldas. El Consejo no tenia permiso de pisar sus tierras, la isla entera estaba bajo su jurisdicción, el solo hecho de que estuviera allí le daba el derecho de matarlos impunemente. Sin embargo, la suerte estaba jugada porque estos monstruos ya sabían eso.

Maleon se enderezó sin miedo de mirarlos con asco y enseñó sus colmillos en una mueca de disgusto agresiva. Los hermanos anfisbena y Ragnar no se veían normales: distantes, apagados y taciturnos. Gruñó fuerte llamando la atención de todos.

—Salgan de mi casa antes de que les rompa las piernas, viejos malditos —amenazó—. Y dejen de joderle la mente a mis Vigilantes.

—Nosotros solicitamos una reunión... "bestia" —comentó el elfo arrugando la nariz.

—Su condenada reunión será fuera de mi casa, lejos de mis tierras y a la hora convenida. No me vengan con idioteces... por cierto, tú vete al diablo cara de mierda —escupió con veneno. Recordó que le había arrojado estiércol de caballo una vez.

Roshan se puso rojo de ira y Koa le palmeó la espalda, susurró algo al oído del elfo que lo hizo sonreír como psicópata.

Por otro lado, Solandis colocó las manos detrás de su espalda, dio unos pasos hacia adelante y el sonido de sus tacones fue un agónico martirio. La vampiresa inclinó todo su torso a un lado para ver a sus nietos fijamente, Z saltó para impedírselo y ella le sonrió.

—Los híbridos son tan... repulsivos. Su olor me causa náusea. ¿Y a ti Zachary? —dijo la chupasangre. Entonces se dio la vuelta, avanzando hasta los Vigilantes que estáticos seguían en silencio—. Sus mentes son muy primitivas, como las de un recién nacido. De repente entras y son todos tuyos... no oponen resistencia.

—¡Lárguense de mi territorio! —rugió Maleon y el rey la acompañó con un gruñido estridente.

Anodino, Kalon chasqueó los dedos haciendo que Saraf y Try se tomaran de la mano, la reina tuvo pavor. En serio estaba asustada porque tenía una idea de lo que iba a pasar, lo peor era que no podría pelear contra ello sin correr riesgo de que uno de los suyos saliera herido. Ni Gavriel. Ni los niños. El collar de metal en su cuello la ahogaba, no la dejaría mutar para pelear y Daraan tampoco podría ser de mucha ayuda. Menos si los jodidos vampiros tenían el control de la mente de sus Vigilantes. Había perdido a sus guerreros de peso pesado, la medusa no duraría ni un minuto contra ellos. Le preocupaban las ninfas e Ivy que se encontraban demasiado lejos de su limitada protección. Aislinn corría riesgo cerca del elfo, ella había atentado contra su vida para hacerse del trono y sido sentenciada a una ejecución de la que la salvó por los pelos. En resumidas cuentas: estaban atados de manos.

La incolora Hera tomó lugar al frente del Consejo, su voz salió tranquilamente como una canción de cuna, como el terciopelo o una corriente lineal de agua.

—Usurpamos tu "sitio" con una demanda. Una búsqueda de retribución por tus crímenes. Es nuestro derecho, tu limitado intelecto lo entendería como una venganza a mano propia.

—¿Qué diablos estas diciendo? —aulló furiosa.

La monarca de los dragones negó con la cabeza, ella siguió atenta al movimiento del velo que ocultaba su rostro... esperando el primer golpe.

—Haber secuestrado a indefensos humanos. Separando una familia y torturando niños por tus salvajes instintos animales —suspiró la dragona, alzó la mano en una especie de seña y uno de sus soldados la reverenció antes de salir—. Que falta de humanidad, pero llegó el momento de educarte.

Su sangre se heló, un aroma acompañó las palabras de la hembra que la envenenó y le llenó los ojos de lágrimas instantáneamente. Unos soldados entraron empujando a alguien con cadenas gruesas, cuyo material era el mismo que ella traía encima y la recluía en su forma más vulnerable. Se trataba de un macho de dos metros con enmarañado pelo rubio, semidesnudo con la marca de la esclavitud sobre la piel dorada por el sol, cabizbajo y arrastrando los pies mientras lo guiaban junto a Hera.

El corazón de la leona simulaba haberse detenido, su boca se había secado y sus rodillas iban a hacerla caer. No podía ser. No podía ser. No podía ser. Apretó los dientes hasta que le dolió la mandíbula.

—Tohma —susurró con seguridad cuando el macho estuvo finalmente cerca. Él levantó la vista apenas un poco, Maleon se rompió en ese segundo al ver la explosión del infierno en los ojos de su hermano—¿Qué?

—Sin embargo, esta en tu naturaleza ¿Verdad? Gracias a la Vestal llegamos antes de que los asesinaras... como lo hiciste con tus indefensos hermanos —prosiguió Hera—. Mereces pagar por las monstruosidades que has cometido. Estamos aquí para ser tus jueces y tus castigadores, pero como habitualmente dicen... las madres primero. —Subió la voz—¿No es así, Hailey?

Ella no se giró, ni siquiera cuando escuchó el grito de Gavriel, tampoco se movió cuando una bala del arma que Hailey había ocultado en su bolso le perforó la espalda mientras abría camino en su carne. Lloró sintiendo el líquido humedecer su columna y deslizarse por la parte trasera de sus piernas al suelo. No pudo respirar cuando los mellizos se transformaron en una única serpiente gigante con dos cabezas en ambos extremos de su cuerpo —una anfisbena—, y sometían a cualquiera que atacara. Ragnar se convirtió en el salvaje grifo que era para lanzarse salvaje sobre Daraan.

Todos hipnotizados por la pareja decrepita de vampiros.

Estallaron cosas. Hubo gritos y rugidos, pero ella solo miró a su hermanito aun cuando su maltrecho ser colisionó en cámara lenta al piso.

Despojada en un charco de su sangre que crecía a la par que su dolor, luchó por seguir mirándolo y extendió una mano temblorosa hacia él.

—Tohma... to... to...

Ya no podía vocalizar.

Su hermano la ignoró y continuó parado allí sin alma alguna. ¿Qué le habían hecho a su sonriente hermanito?

La reina de los dragones, ya libre de su velo, se asomó para verla. Pálida como un muerto y de cabellos blancos como la nieve, Hera le dio un beso en la frente con sus iris negros oscurecidos de felicidad.

—No, no mueras aún. Este es el comienzo de tu infierno. Te mostraré que bello es.

Un ardiente Poder  frío lo despertó con brusquedad. Gavriel tosió y rodó hacia un lado. Rápidamente revivió los sucesos que precedieron el caos: el Consejo llegando, Hailey disparándole a Maleon, el ataque de los Vigilantes, la inminente derrota y como los habían drogado a todos para dormirlos quien sabía cuánto. Sus brazos y piernas se colerizaban llenos de punzadas del dolor mientras su circulación regresaba, eso significaba que había estado atado.

Ahora tumbado en el suelo, reconoció el techo ilustrado de estrellas de la biblioteca.

—Ese es nuestro chico —dijo una culta voz femenina sobre su cabeza—. Es hora de levantarse y brillar.

Mágica. Dragona. Reina sangrienta. Sabía quién era. Lástima que su cabeza todavía estuviera unida a su cuerpo. Había tenido la esperanza de que a este punto alguien la hubiera matado.

—Me sedan y me quieren despierto, no es muy inteligente de su parte —contestó con sonora voz ronca—. Organicen mejor sus planes de supervillanos.

La reina de los dragones se echó a reír.

—Bueno, no has sido aburrido. Eso lo admito, pero ha sido muy jodido agarrarte.

Él miró la falda blanca cerca de su cabeza. Pertenecía a un vestido que subía más de lo que podía enfocar por el momento.

—¿Puedo tener un poco de agua?

—Claro, debes tener sed.

La mujer le echó agua fría en la cara. Él estaba demasiado agotado para reaccionar mucho con excepción de jadear por el agua que se le metió en la nariz.

—Muy bien —repitió después de un momento—¿Puedo tener un poco de agua para beber ahora sin que trate de ahogarme, por favor?

La reina se rió de nuevo.

—No eres aburrido ni estúpido. Eso es una sorpresa considerando que los humanos son aburridos y estúpidos.

—Oiga, yo no la estoy mandando al demonio por ser una especie extraña que me arruinó la vida —recalcó—. Ya bájale con el odio a los humanos.

Finalmente sintió como si sus piernas pudieran funcionar y se incorporó a una posición sentada. Realmente estaba en la biblioteca de la casa. La gran chimenea de piedra estaba encendida y le quemaba la cara así que se apartó un poco, alguien había quemado libros y destruido una de las estatuas. Varías sillas habían sido colocadas en círculo en el centro de la estancia, y faltaban un par de objetos.

También había soldados a largo de las ventanas. Una vez más no tenía ni idea de cuánto tiempo había estado inconsciente, o dónde estaba. Cada vez que se dormía su vida giraba unos alocados 180 °. Desconocía el paradero de sus sobrinos y su hermana. De Maleon. Estaba por su cuenta. Por el momento, de todos modos.

Hera se agachó junto a él y le entregó una copa de cristal. Tomó un sorbo cauteloso porque la mujer tenía mala fama con los venenos. No fue inteligente de su parte, pero tenía mucha sed. El agua era fría y refrescante, se tragó todo el contenido.

Entonces miró a la dragona. Hacía unas semanas no sabía que había tanta gente en el mundo para odiar. Hera. Los pareja de vampiros. Los otros dos tipos del Consejo. Zelos. Los desertores que los secuestraron. Su lista de odio se hacía cada vez más y más larga.

La reina era hermosa. Era una lástima que fuera un monstruo. Con su delgada constitución flexible, los pómulos altos, la piel blanca y el cabello pálido, debería haber sido uno de los milagros de la naturaleza. Sin embargo, su alma era la de la bruja de Blair.

—Este es un lindo palacio, recuerdo haber querido comprarlo muchas veces —relató la dama, después de haber notado que la miraba temeroso—. No hay individuos del Consejo presentes, sólo yo y mis soldados. Y ahora tú, por supuesto. —Hizo un gesto que apuntaba a la copa—¿Más?

—Sí, gracias.

Él se la entregó y se puso en pie mientras ella la rellenaba de una jarra de plata en una mesita de té. También se bebió esa copa de un trago.

—Bebe con libertad. El sedante puede dejar a uno con una gran sed más que nada en los humanos, o eso me han dicho —dijo Hera.

—No, es más por el estrés. No todos los días secuestran a uno y se revela un mundo mágico de criaturas homicidas —respondió tomándole el pelo.

Llenó la copa una vez más y la vació. La hidratación marcaba la diferencia en el mundo. Las cosas dejaron de girar en el borde de su visión y se sintió más fuerte.

—Entiendo perfectamente. —La reina de los dragones se paseó hasta un sofá de mimbre de respaldo alto, cerca de la chimenea y se sentó. Hizo un gesto hacia la silla frente a ella con una sonrisa—. Por favor, únete a mí. Tenemos mucho de lo que hablar, tú y yo.

Lo peor que puedes hacer con un depredador es demostrarle tu miedo y huir. Lo mismo con gente peligrosa, él había lidiado con cosas malas en su pasado. Tenía experiencia en esta basura. Tomó la silla que ella indicó, se reclinó y cruzó los brazos fingiendo estar aburrido.

Hera lo miró con las manos en su regazo, a continuación, agarró el vaso de vino en la mesa del té junto a la silla y bebió un sorbo.

—Qué sorpresa y misterio ha sido, señor Koch.

—No fue intencional, pero siempre me meto en problemas por lo sorprendente que soy.

La dama le dirigió una sonrisa que no le llegó a los ojos negros y fríos.

—Sabía que me gustarías en el momento en que me enteré de que la bestia puso sus ojos en ti. Ahora eso me hace reír. —Sus ojos se aguzaron—. Muchas hembras se encapricharían con ese lindo rostro que tienes.

¿Qué rayos le estaba diciendo esta señora?

Gavriel se esforzó en no demostrar que le pasaba por la cabeza, se pellizcó la nariz y suspiró.

—Sí, es mi maldición. Imagino que ya sabe de qué trabajaba antes de esto.

No creía que esta gente no supiera nada de él. Seguro que conocían hasta el color de su bicicleta a los doce años.

—Por supuesto, conozco cada fragmento de su vida.

Lo sabía.

—Soy como una estrella de cine —presumió con falsa vanidad.

—No sigo tales novedosos pasatiempos humanos. —Ella rechazó el tema con un movimiento de sus labios—¿La bestia lo hace? Imagino que sí, a una criatura así le encantan los hobbies banales que no dan frutos. Aunque sus malas decisiones te han beneficiado mucho económicamente ¿No?

Le molestaba que hablara de Maleon como "la bestia". Se preguntó si tanto Hera como el Consejo sabían sobre su relación actual con la leona, si aún no descubrían nada podría usarlo a su favor de alguna manera. Se tapó la boca, luchando duramente por no mostrar ninguna emoción. Después de un momento, tuvo el suficiente control para decir:

—No, a ella no le gustan tampoco. Siempre fue distante conmigo, nunca me pidió tocarla. Y sí, su dinero me ayudó bastante.

—Oh, vaya sorpresa. Un misterio por resolver. Así que no sabemos la razón de su obsesión contigo. —Su expresión se había vuelto sádica. Ladeó la cabeza, estudiándolo como si fuera un bicho bajo un microscopio—¿No te habrás enterado de algo al respecto?

Verdaderamente esta mujer no parecía estar al tanto de sus lazos con Maleon. Tenía que ver a dónde podía llevarlo y averiguar qué había pasado con los demás.

—Para ser honesto, no lo sé. —Entrelazó sus manos delante de su estómago. Resistiendo los nervios. Si alguien tenía la capacidad de detectar mentiras, era este monstruo—. Tendrías que preguntarle a ella. —Abrió mucho los ojos—. Porque tengo que decirte, que ha sido toda una monumental sorpresa para mí también.

Los ojos de Hera se estrecharon, sin pestañear. Gavriel sintió una fría sensación en la atmósfera que afloraba, se asemejaba al Poder que Maleon desprendía en ocasiones. No obstante, esto que flotaba a través de su piel le hacía sentir malestar y luchó por no tener miedo.

—Esa bestia está escupiendo maldiciones desde ayer. Lástima que aún no pueda dejarla morir.

Él se estremeció por la emoción y el terror, estaba viva. Pero era difícil saber qué era lo que tenía la dragona en mente.

—Oh. —Fue lo único que dijo.

—¿Te ha hablado de algo llamado vínculo? ¿Por qué crees que te rescató y te trajo tras el primer ataque?

No le iba a decir nada con respecto a la verdad.

—Una vez más, tendrías que preguntarle a ella. Yo estaba haciendo lo mío, cuando un dragón y un grupo de tipos raros vino por mí al hotel. Me desmayé y al despertar me enteré de todo el asunto de criaturas mitológicas. —Entonces, algo se le ocurrió—. No tuve tiempo ni a digerirlo que tu nieto vino, me secuestraron de nuevo y para que sepas le electrocute las pelotas por joderme tanto.

Las cejas de Hera se alzaron.

—Eso es muy cierto, las cosas han transcurrido muy rápido. Debo admitir que me encolerizó que te nos hayas escapado al principio, pero la compañía de tu hermana me resultó agradable. Cuando está limpia y libre de sustancias es una hembra muy inteligente para ser humana. Y con respecto a Zelos... actuó sin mi conocimiento al atacarlos nuevamente, ya fue castigado por ello así que está bien.

Él se encogió de hombros, sospechaba que esta mujer le había lavado el cerebro a Hailey en cuanto pudo para ponerla en contra de Maleon.

De repente, un Poder lo rodeó y lo apretó con más fuerza, como si hubiera una boa constrictor invisible enrollada alrededor de su cuerpo. Se le puso la carne de gallina por toda su piel y se mordió los labios para evitar que sus dientes rechinaran.

—¿Crees que no huelo a esa bastarda en ti? Puedo sentir su pútrido olor a híbrido mezclarse con el tuyo. Fue ridículo de tu parte tratar de engañarme —narró ella con frialdad dando un sorbo a su copa de vino—. No me importa cuantas veces se revolcaron como los malditos animales que son, me interesa el vínculo que existe entre ambos. Vi la mordida en ti. La que esa perra te dio para simbolizar su unión como unos salvajes. Sé que te habrá informado qué clase de persona soy y aún más de lo que soy capaz, pero déjame decirte una cosa... yo no erradicó inocentes. Al final del día si no eres un obstáculo, no me interesa gastar energía en matarte.

Gavriel se llevó las manos al cuello, el aire no pasaba y las lágrimas se formaron bajo sus ojos por el dolor de sus huesos al ser exprimidos.

—Jo... dete —murmuró al borde de la inconsciencia.

El inmenso Poder desapareció, el oxígeno fue un latigazo de alivio en sus pulmones que sufrieron al expandirse.

—Tú cuidarás de la bestia en sus últimos días, considéralo un regalo de mi parte. Cuando ella finalmente perezca, tú podrás marcharte con tu familia así que te recomiendo no hacer enfadar a los otros concejales. Dije que yo no iba a matarte, pero lo que los demás hagan contigo me es indiferente. —Alzó la cabeza con aristocrático placer—. Saber que morirás y que la persona que amas te vera hacerlo debe ser un sufrimiento dulce ¿No crees, humano?

Era una maldita bruja psicópata e iba a decírselo, al demonio las consecuencias.

—Estas demente, jamás conocí a nadie tan hipócrita ¿Qué no matas inocentes? ¿No fuiste tú quién mandó un par de niños a una Colonia con todos los moribundos enfermos que odias?

Se refería a Daraan y Zelos. Sin embargo, para su sorpresa ella dejó caer hacia atrás la cabeza y se rió.

—Confundes inocente y obstáculo. Los obstáculos para mí... dejan de existir. Son solo piedras en mi camino o cucarachas a aplastar.

La odiaba con toda su alma.

—Vas a pagar por esto, de alguna manera el karma te explotará en la cara y te arrepentirás.

Hera volvió a reír.

—Me gustas, humano. Esto es muy simple: vas a hacer lo que te digo. Si lo haces tendrás, comparativamente hablando, tus últimas horas en este palacio muy tranquilas. ¿Si no lo haces? Oh, no te recomiendo. En realidad, no. —Se puso de pie e inmediatamente dos soldados entraron—. La conversación ha terminado. Condúzcanlo con los otros y asegúrense de que no se pierda. Ah, y encuéntrenle algo más digno de vestir. No podemos presentarlo de esa forma a la reina de los bastardos. —Lo miró encantada por su condición—. Pobre de ti, tienes círculos púrpuras bajo los ojos. Se ve como si estuvieras listo para desmayarte. Oh, pobre. Pobre humano indefenso e inútil. Nos veremos pronto.

Los guardias se acercaron. Gavriel se levantó y se fue con ellos a regañadientes. ¿Qué otra cosa podía hacer?

Lo escoltaron fuera de la biblioteca. Apenas salieron pudo ver a una de las ninfas de rodillas limpiando el suelo con un cepillo, un balde de agua y bastante ímpetu; traía un uniforme de mucama negro que desentonaba con su aterrado semblante. Dios, tenían a las ninfas de Maleon como sirvientas. Lo empujaron para que pasara de ella, ambos intercambiaron una mirada rápida. Luego lo llevaron por el largo tramo de escaleras y por un infinito pasillo que descendía hasta una puerta de metal, el sótano.

Gavriel apretó los dientes y soportó el impulso de hacer una idiotez mientras los soldados abrían la puerta. Fue capaz de mantener a raya su rabia solo porque era obvio que no podría hacer nada contra esta gente ¿Dragones, lobos, vampiros... imbéciles con armas? Sería tonto intentar algo sin saber qué exactamente seguiría después.

Lo encerraron en la habitación. La oscuridad lo engulló en cuanto cerraron la puerta nuevamente, se humedeció los labios y se llevó las manos a la cabeza por la impotencia que sentía. Estaba indefenso. Maleon estaba presa de esa gente que quería matarla. Su familia estaba perdida. Él era un punto vulnerable en cualquier plan que entramara porque no había manera de ganarles a seres que no conocía. ¿Qué iba a hacer?

—¿Gavriel?

Levantó la cabeza, esa era la voz de su hermana otra vez.

—¿Hailey?

Un par de luces coloridas se encendieron, tenues y pobres, pero le permitieron ver más allá de sus ojos. El sótano era una inmensa extensión de vacía oscuridad, construido de piedra con varios pilares que sostenían el techo bajo. Todos estaban allí, bueno casi todos: la jauría de perros de la casa dormía; Zachary tenía a Luke y Simba en brazos, Tanith se hallaba sentada contra un pilar con Ivy triste en su hombro, Cassian —junto a Darcy que estaba llorando—, se alteró al verlo y se puso de pie. Alejado, Daraan tenía manos y pies encadenados a la pared, aparte del collar metálico que ya conocía y que ahora todos los seres mitológicos presentes llevaban.

Entonces divisó a Lily tomando la mano de Hailey. Frunció el ceño dolido al ver a su hermana mayor.

—Gavriel... —Las lágrimas emergieron con lentitud de los ojos de Hailey. Soltó a su hija y se acercó con sollozos altos—. Lo siento, ella dijo que esa mujer les hacía daño... dijo tantas cosas... yo no sabía que creer... lo lamento. No quise herir a nadie... perdóname... —Él la abrazó con fuerza y acarició su espalda feliz de tenerla con él. Viéndola podía decir que estaba a salvo. Necesitaba solo eso para animarse un poco—. Perdón... perdón... por todo...

—Shhh... está bien.

Lily se unió al abrazo y después Luke se aproximó con paso lento. Tuvieron un momento juntos mientras recuperaban el tiempo desatendido, sanando la sensación de pérdida de sus corazones maltrechos. Pasó un rato, acabaron sentados contra una de las paredes pegados el uno al otro. Había llegado el momento de planear qué rayos harían para reparar las cosas.

—¿Ha visto a Lady Aislinn, joven Gavriel? —indagó Cassian preocupado.

—No, lo siento. ¿Hace cuánto se la llevaron?

—Fuimos emboscados en las tiendas y desde ese instante Roshan se la llevó junto a todas las ninfas —contó la chica asiática de cabello rosa.

—Lady Aislinn fue sentenciada a una ejecución por atentar contra la vida de ese macho, la reina de los híbridos la salvó y la resguardó en su casa bajo su protección. Temo por lo que debe estarle asiendo ese... ese maldito —refunfuñó el elfo furioso. Darcy le tomó la mano para calmarlo, pero eso pareció incomodarlo.

—¿Qué hay de los hermanos y Ragnar? ¿Qué les pasó? —preguntó Gavriel confundido.

—Los vampiros más antiguos son capaces de hipnotizar gente, pero está prohibido hace milenios. Los atacaron por sorpresa y les jodieron la mente —explicó Z desganado. Saber que tus padres eran los responsables no debía ser fácil—. Los van a hacer papilla, si no intentaron lo mismo con nosotros es porque tienen planes que nos incluyen... esto va a terminar mal.

—No los hemos visto desde la mañana —contestó la medusa en modo automático—. Luego de encerrarnos aquí encontramos un par de frascos y guardamos lágrimas de Ivy dentro.

No reparó en intentar entender cómo era posible que las lágrimas de una mujer que se transformaba en unicornio fueran de colores y que brillaran como luces de neón... bien, se había respondido solo con considerar la situación.

—¿Qué vamos a hacer? Tenemos que salir y salvar a Maleon —exigió ansioso.

Daraan bufó exasperado en la oscuridad.

—No quiero ser aguafiestas, pero estamos hasta la mierda en problemas. Para siquiera responder tendríamos que recuperar a los Vigilantes y quitarnos estos collares que nos mantienen reprimidos... ¡Ah! ¡También sanar a Maleon con el poder del amor! Lo siento, pero tenemos que ser realistas y considerar algo sensato... cuando pueda pensar claramente les diré. Si alguno tiene una idea soy todo oídos, no puedo ir a ningún lado de todos modos.

Esa fue la primera noche prisioneros.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro