Capítulo 31

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-¡Cierra la maldita boca! -amenazó Hera apuntando al niño en brazos de su madre.

Caminaba de un lado a otro frenética con los ladridos de los perros pulgosos enloqueciéndola más y más minuto a minuto, intentó equilibrar su acelerada respiración o su creciente excitación. Le dolían los labios de morderlos con los colmillos. La Bestia había muerto hacía medía hora aproximadamente y... y... estaba tan rabiosa por ello, que esa maldita bruja pereciera tan pronto arruinaba todo. En unas horas más se haría ceniza, ya no podría hacer más entonces. Todos los castigos que le tenía preparados desperdiciados. Se hallaba hastiada de ese lugar, cansada de estar encerrada entre esas paredes y de la ausencia del mobiliario necesario para su satisfacción.

Observó al grupo en el vestíbulo, los sirvientes de esa desgraciada: los humanos, los Vigilantes y a ese adefesio que había salido del vientre de su propia hija.

Rugió furiosa. Varios guardias retrocedieron para no estar a su alcance. Ella tenía un arma en la mano, no le gustaban porque le resultaban impersonales... pero eran más rápidas que una espada. Además, su humor no estaba para lidiar con lloriqueos innecesarios.

Uno de esos perros seguía ladrando y le apuntó a la cabeza, apretó el gatillo acallándolo para siempre. Los niños gritaron espantados, Koa la miró con desaprobación ¿Qué? ¿Le molestaba dañar perros en lugar de personas? Vaya personaje.

El Consejo no decía una palabra, lo que la irritaba más porque no podía ser la única con una crisis emocional cruda. Aun deseaba vengarse, el sufrimiento en su corazón no se detenía, sino que se hacía más grande con el correr del reloj y la vaciaba a merced de su tristeza. Su Dante merecía que la matara porque era la culpable de su suicidio, pero ahora que había cumplido su cometido se sentía peor que en un principio. No existía una dulce sensación de eternidad que esperaba encontrar.

Quería más. Causarle a la Bestia más dolor, incluso muerta.

Destruiría sus preciados tesoros, al demonio su palabra. Quemaría ese lugar y mataría a cada uno de sus confidentes... a cada híbrido que se interpusiera en su camino solo para que esa hembra gritara desde el infierno. Empezaría por el macho humano que esa maldita había marcado.

-¿Dónde está el siervo humano? -cuestionó a poco de escupir fuego.

Ningún soldado habló, se distribuyeron para buscarlo y para su sorpresa uno de ellos regresó preocupado.

-Su majestad.

-¡¿Qué?!

El guardia tragó saliva.

-El humano atacó con un arma a los soldados de turno en el pasaje y escapó hace mucho...

-¿Qué hizo qué?

No lo podía creer.

-Huyó.

Explotó. Emergió como una erupción desenfrenada. Un Ding- jodido- Dong en su cerebro que la dejó temblando de impotencia por la completa confusión que le producía a la vez tanta ira. Algo así era ridículo ¿Cómo un insignificante homosapiens había derrotado a dos dragones experimentados en la profesión de asesinos? ¡Era un crío salido de una granja! ¿Cómo aprendió a disparar de repente?

-¿Cómo diablos lo hizo? -preguntó suave como un susurró y un tic extraño en los dedos.

-Hera, tranquilízate. Es un humano y algunos saben usar armas. No es un misterio. Enviaré a un par de hombres por él para que lo traigan ante ti -comentó Roshan apareciendo con la ninfa a rastras por la puerta de la cocina.

-Exactamente. No hay de qué preocuparse -agregó Koa sentado en un escalón con la camisa fuera de los pantalones.

Los esposos chupasangre parecieron incomodarse como si un pensamiento compartido los hubiera atravesado. De repente, intercambiaron miradas y empezaron a subir las escaleras al tercer piso.

-Los soldados dijeron que olía a un Tenebris. De hecho, lo confundieron con uno -afirmó el guardia nervioso.

Hera sonrió de lado y frunció el ceño, se giró enloquecida hacía los líderes de los vampiros. Los apuntó con el cañón del arma haciendo que frenaran en seco y la miraran desafiantes, los otros dos concejales se acercaron lentamente tratando de calmarla.

-¿Qué piensas que estás haciendo, dragona? -cuestionó Solandis mientras Kalon se interponía entre ella y la trayectoria de la pistola.

-¿Quién crees que transformó al estúpido humano? ¡Tu maldito hijo arruinó mis planes!

La vampiresa enseñó los colmillos alargados, encendida por las injurias a su sangre.

-¿Qué planes? La bestia está muerta, ese era nuestro objetivo ¿Acaso quieres seguir saciando tus salvajes instintos psicópatas con un par de humanos?

Ella se rió.

-¿Tú vas a reprocharme sobre mis fines? ¡¿Tú justamente vas a insinuar que sufro ataques psicóticos?!

-Ya detente, Hera -advirtió Kalon.

-Silencio, tú no tienes voz aquí. No, espera. Si vas a intervenir por qué no le dices a tu esposa que busque un profesional para sus trastornos mentales, tal vez le hagan entender que ese niño en su vientre es un adorable brote de locura.

La expresión de Solandis se ensombreció, la dragona se preparó para dispararle entre las cejas antes de que el miedoso de su marido se enterara de que algo pasaba. Sin previo aviso una figura peluda del doble de su tamaño le bloqueó la vista de la pareja, gruñó sonoramente a Koa por haberse puesto del lado de los chupasangre; no se podía esperar algo diferente de una mascota domesticada. Roshan también decidió tomar cartas en el asunto y se colocó en medio de la disputa con aire de mediador.

-Ya tranquilícense, nuestro comportamiento fue excepcional los últimos meses de planeamiento ¿Van a permitir que la bestia salga triunfante inclusive tras fallecer? -inquirió el elfo con tono neutro-. Hera, te ofrezco a mis soldados como ya he mencionado. Solandis y Kalon opinó que deberían ir a ver a su hijo para tener una charla, solamente para confirmar si el humano pudo haber sido convertido en un Tenebris. Llegado el caso, el señor Zachary Berkshire sería su creador por lo que tan solo debe ordenar que el irreverente joven regrese y este lo hará ¿Qué les parece?

Tras el asentimiento de los demás, Hera bajó el arma. Sin embargo, cuando Solandis se dio la vuelta... le disparó por la espalda en la nuca y la dama vampiro se desplomó en las escaleras, el esposo de la hembra gritó socorriéndola. Los dos concejales que habían querido parar el enfrentamiento la observaban consternados.

Ella se había desecho de su sonrisa falsa, tomaría las riendas del asunto en sus manos y extorsionaría al hijo de esos fraudulentos Tenebris para hacerse con el humano. Dejarles la tarea a los padres del macho habría sido un error porque si no confesaba, ellos lo protegerían de su mano firme.

Los soldados de raza vampira se dispersaron en el vestíbulo como si fueran a hacerle algún daño real, disfrutando de la atención la dragona meneó las caderas de regreso al grupo que le interesaba eliminar y la voz de Kalon le llegó clara como si estuviera susurrando a su oído.

-Olvídate de nuestra ayuda, bruja.

Hera apreció como los tres Vigilantes hipnotizados caían al suelo libres y agotados físicamente, los reprimiría fácilmente con las cadenas... hubo un ruido.

Un silbido en aumento que titilaba en su canal auditivo la detuvo. Todo mundo quedó callado tratando de descifrar su origen. Distintivos olores le crisparon la nariz: picante, acaramelado, agrio, salado y otros que se combinaban. Lo captó e inmediatamente se movilizó mientras la cúpula del techo explotaba con una lluvia de cristales sobre sus cabezas y las puertas de la entrada eran derribadas.

Hera trató de coger de rehén uno de los niños, pero la madre se los arrebató de la punta de los dedos y empezó a correr para esconderse. Avistó a la humana enferma que huía de la mano de un elfo, se precipitó hacía ambos atrapándola en el acto. El elfo no demostró importarle que la hembra mortal fuera capturada y se encaminó con determinación hacia la ninfa de Roshan.

Vaya, todos los machos eran iguales. Tenían una hembra que los amaba y salían por la falda de otras. Desgraciados.

Volvió a enfocarse en el contexto de la situación presente, mientras retrocedía observó a los abominables híbridos iniciar una guerra con los soldados. Criaturas mitológicas se masacraban entre sí en un baile sangriento, encarnizado y cruel. Desde dragones a grifos, esfinges, mitad nagas y hadas guerreras, elfos de linaje puro enfrentándose a lobeznos mestizos de variadas especies, licántropos de Koa gruñendo a grifos y mutantes reptiles entre medusas, anfisbenas y basiliscos. Por la sagrada Vestal, si los bigeneri seguían llegando no durarían más de diez minutos con suerte.

Un par de temblores la hicieron girar, dos dragones habían caído muertos; estos bastardos estaban ansiosos por vengar la muerte de su reina. En una esquina vio el cadáver de Koa y el de Roshan, ni rastro de los Berkshire. Seguramente habían escapado los muy cobardes, aunque el sol saldría pronto... ojalá los quemara vivos.

-Malditos idiotas salvajes -susurró escabulléndose con la humana que no dejaba de pelear.

-Hey, abuela del diablo. No quiero tu olor de mierda en ella así que suéltala -murmuraron a su espalda.

Enfrentó a ese hijo de humano que había ensuciado el nombre de la familia real de los dragantes. Ese maldito rey mestizo. Ella apretó los dientes al ver que conservaba el collar metálico, pero que traía una espada en la mano y unos ojos inyectados en odio. Ella pegó el cañón del arma a la sien de la hembra llorona, reconoció la reacción instintiva en su nieto y se asqueó por ello, él había heredado el amor de su madre por la especie inferior.

Quitaron el seguro de un arma a su espalda, miró sobre su hombro a sabiendas de quién se trataba.

-Siervo -exclamó con ácido.

-Bingo, cabrona -dijo el ex humano.

***

Lily tropezaba con sus propios pies mientras se aferraba al vestido de madre para correr, la tomaría de la mano, pero sería difícil porque ella cargaba a Luke y sostenía una espada que se le había caído a uno de los guardias.

Sin embargo, a la niña le dolían los brazos porque llevaba a Simba en ellos.

Gritó.

Monstruos se estrellaban contra las ventanas o salían de las habitaciones, los híbridos les cuidaban la espalda cuando una de las criaturas de los soldados les saltaba encima. Ya iban por el segundo piso y dudaba de que seguir subiendo fuera una buena idea, pero pasar entre las batalla en el vestíbulo sonaba peor.

Un soldado los interceptó, se trataba de un dragón: desprovisto de alas, de longitud considerable, de tamaño pequeño y muy delgado. Pensó en la representación de los dragones orientales de la televisión. Su madre soltó a su hermano para empuñar la espada con ambas manos y pelear con la bestia de la cultura china delante de sus ojos. Ella dejó ir a Simba para abrazar a Luke y ocultarse tras la esponjosa falda de su madre, esta tampoco mostraba abstenerse de miedos porque temblaba descontroladamente con lágrimas en los ojos.

De repente, un gruñido como el de un gatito enojado la obligó a mirar y abrió la boca incrédula viendo a Simba saltar al rostro del dragón de escamas rosadas, el diminuto felino se agarró a la carne de la criatura con garras y dientes. No obstante, un jaleo brusco casi lo tiró por el balcón de la escalera a dos pisos de altura.

Fue allí donde Simba los miró fijamente, como si un profundo entendimiento desplegara su mente animal y a ella le tiritaron los labios con ganas de gritarle al dragón palabras que alguien de su edad no debería pronunciar jamás.

Entonces el cuerpo del cachorro de león se envolvió en fuego y chispas doradas, dando paso a la figura de un niño pelirrojo de piel morena que solo llevaba un pantalón roto completamente sucio.

Él usó sus garras para intentar arrancar los ojos de su adversario, pero no tenía la fuerza suficiente para mantenerse en su lugar e intentar semejante hazaña.
Su madre avanzó aprovechando la distracción del monstruo, Simba se apartó de un salto y la mujer que la trajo al mundo le cortó la cabeza al dragón como un caballero de los cuentos de hadas de antaño; del cuerpo muerto borbotó sangre que se confundió con la alfombra color vino.

La niña cerró los ojos espantada y una mano cálida cogió la suya, al abrirlos se encontró con unos iris anaranjados como las hojas de otoño. Ese niño era tan solo unos centímetros más bajito que ella e incluso con eso, el contacto que compartían la llenó de una intensa sensación de Poder.

Luke abrazó a Simba y este lo cargó como una bolsa de papas sobre su hombro.

-¡Vamos! -gritó él con voz partida tras mucho tiempo sin palabras.

Los llevó a los cuatro hacía un librero vacío que conducía a un pasadizo. Estarían a salvo en ese sitio apartado del caos. Cruzaron y Lily se sintió Alicia del país de las maravillas al caer en la madriguera del conejo.

***

-Den un paso, jalaré el gatillo y la hembra humana pierde una parte del cráneo.

Hera no dudó al decirlo. Gavriel intercambió miradas con Daraan y le permitió retroceder hasta las escaleras, la mujer no tenía salida de todas formas. Pero tal no justificaba que Darcy terminara herida en consecuencia, la rescatarían en cuanto la dragona se equivocara o dejara un espacio libre para dispararle sin que la vida de su amiga corriera riesgo.

Hacía unos minutos, él había dado con los híbridos y pedido ayuda, ellos se transformaron en un rayo de fiereza y justicia movilizándose a las tierras de su amada reina caída para vengar su nombre.

El Consejo de Antiguos estaba derrotado, dos de ellos muertos y soldados que disminuían como un torrencial con el tic-tac del reloj. La líder de los dragantes era el último obstáculo por vencer, Gavriel deseaba ser quien le diera fin porque ella se lo había dado a Maleon.

-Estas acabada, anciana -dijo el rey.

Ella gruñó.

-Yo decido si estoy o no acabada y en este momento me gustaría hacerle un linda cirugía a esta hembra que tanto les fascina con un disparo en la mejilla o tal vez en la sien. También bajo la barbilla -comentó seria acariciando el rostro de la chica con la pistola.

-Los híbridos que detestas van a matarte, si la dejas ir consideramos persuadirlos -mintió Gavriel.

Hera sonrió, disparó dos veces y ambas balas rozaron el cabello de Darcy que se horrorizó en respuesta al borde de desmayarse. Daraan imprimió fuerza en el agarre de la espada que portaba, enseñaba los dientes y rugía con vehemencia desbocada que iluminaba sus ojos de impetuosa violencia, los músculos de su mandíbula palpitaban. También el Poder que despedía e incendiaba la atmósfera que lo rodeaba; afectaba verlo tan fuera de sí.

-Si me obedecen podrían persuadirme de matarla. No olvides quién tiene el arma en la mano, siervo humano, porque no dudaré... de la misma forma que no dudé en torturar a quien tú sabes hasta que su miserable cuerpo no resistió más. -Los colmillos de Gavriel se alargaron frente a esa provocación como un instinto natural-. Oh, sí, a ella ¿Te acuerdas verdad? A esa zorra sucia con la que te revolcaste.

Un rugido rompió la barrera del sonido haciendo estremecer los cimientos a sus pies, la batalla entró en un lapso corto de estupor al presenciar en la cima de la escalinata de alfombra oscura a dos personajes. Los bigeneri rugieron eufóricos a aquella radiante reina leona desbordante de eléctrica energía con una criatura mitad dragón de Komodo que le cuidaba la espalda. Gavriel exhaló con lágrimas en los ojos, observó a Daraan cuya expresión de felicidad le indicaba que no alucinaba al ver a la mujer que amaba con una sonrisa diabólica de villana de caricatura.

-¡¿Zorra sucia?! ¡No te equivoques, Lindura! ¡Yo soy el diablo y acabo de regresar del infierno a patearte el trasero!

Maleon arremetió a toda velocidad escaleras abajo, ya en la mitad se incendió con pura satisfacción en una masa de flamas altas, explosiones y millares de chispas doradas. La gran bestia emergió de las llamas como si renaciera de las cenizas de su muerte y dio presencia al adorado león con su colosal cola de reptil que azotaba el aire de arriba abajo con atrevimiento nato; sus alas ardientes se expandieron con un nuevo rugido que hacía brillar tanto sus hermosos ojos de fuego como su melena dorada y pelirroja.

Hera tiró a Darcy a un lado, Daraan la atrapó y salió corriendo para sacarla del campo de enfrentamiento. Gavriel por su parte, contempló a la dragona mutar en una bola de brisa helada de tono blanco, como la concentración de una tormenta de nieve con destellos plateados, y allí estaba la majestuosa reina de los dragones. Con su alargado cuerpo de anguila con escamas blancas como un lirio, la cabeza cónica con cuernos de ciervo plateados y patas cortas. Además, poseía alas de piel en lugar de extremidades delanteras y un par de garras afiladas; su estructura se asemejaba a la de un murciélago.

Se atacaron la una a la otra, él se quedó atónito ante la pelea y alguien lo arrojó hacia un costado, salvándolo de ser aplastado por la dragona albina.

-Mantente atento porque ellas no lo harán por ti -aconsejó Ragnar con severidad.

El chico se alegró de verlo por fin de vuelta.

-¡Regresaste!

-Mas tarde me dirás toda la mierda que me hicieron hacer, ahora... ¡Cuidado!

Se separaron para esquivar un latigazo de la cola de reptil de la dragona. Respiró con brusquedad, ninguna criatura mitológica se movía y se ceñían a presenciar el desafío de las reinas.

Lo que había salvado a Maleon encendía todo su Poder, pero también la descontrolaba. No, esta era la verdadera naturaleza de la hibrida que ya estaba libre de enfermedad, de limitaciones, preparada para darle honor a todos aquellos nombres con que la identificaron en guerras pasadas. La leona atacó a Hera, toda la furia que sentía por lo que les habían hecho recayó sobre su oponente. Ella aplastó con su peso la cabeza de la dragona y en un arranque de furia endemoniada le arrancó un cuerno.

Todos quedaron asombrados ante el grito desgarrador tanto de la leona como del agujero sangrante en el cráneo de la dragante.

Gavriel volvió a acercarse a Ragnar, al grifo lo acompañaban Saraf y Try visiblemente dolientes, los tres con heridas que apenas tenían costras de cicatrización. Pensó en los enfrentamientos de la noche anterior.

-¿Dónde están Hailey y los niños? -preguntó alarmado.

-Huyeron. Hay mucha sangre, pero no huelo la suya así que deben de haberse ocultado de esta mierda -explicó el hermano anfisbena.

La tranquilidad le rozó la nuca, pero se esfumó cuando Hera se levantó sobre sus patas traseras cogiendo a Maleon del pescuezo y volando metros sobre el suelo. La desquiciada felina clavó sus garras en la garganta de la otra hembra desgarrándole parte de la tráquea. Lo hizo con sudoroso esfuerzo y con unos ojos sin expresión. Resistiendo el dolor, la dragona continúo inmovilizándola, pero la leona la abrazó con sus alas incendiadas quemándola hasta que en consecuencia la reptil gigante las estrelló a las dos contra el suelo para liberarse.

De forma súbita, Hera quiso huir volando, pero Maleon no lo permitiría. Ella no iba a dejar a ninguno impune ante sus actos. De un salto, le atrapó el ala con la boca y la impulsó hacía abajo hasta que el cuerpo de decenas de toneladas cedió. La reina de los dragantes acabó rodando encima del piso de mármol manchado de sangre.

La híbrida corrió y aplacó a su adversaria, su fuerza se había multiplicado porque la rabia la alimentaba. La abuela de Daraan regresó a su forma humana, uno de sus soldados le alcanzó una espada y ella trató de blandirla en dirección al animal. Sin embargo, Maleon la esquivó con facilidad.

También regresó de su forma mitológica.

-¡¿Te piensas que necesito un arma para arrancarte la cabeza?! ¡Cobarde! -La líder de los bigeneri levantó las manos y mostró como sus garras habían crecido al cuádruple de su tamaño-¡Estas son las únicas armas que necesito, nena!

La embistió sin piedad con sus garras, moviéndose y prediciendo las estocadas de la espada de hierro que la otra hembra ensartaba con precisión simétrica. En uno de esos golpes, Maleon alcanzó el pecho de Hera con un puñetazo y la dejó sin respiración. Luego, con una sonrisa diabólica dirigió dos dedos a la cara de su oponente con antojo de arrancarle los esos gélidos ojos negros y la dragona estuvo a punto de cortárselos.

-Te voy a cortar esos malditos dedos y tu espantosa cabeza para ponerla en mi chimenea, Bestia. ¿Sabes qué más? Recortaré esa linda mordida que le diste al macho humano y me divertiré con él hasta agotarme... es muy atractivo.

La reina de los bigeneri rugió para callarla.

-Has enloquecido, nena. A Cor Meum le das asco y déjame decirte que estás lejos de complacerle con esas pintas que traes.

La leona se impulsó hacia adelante, esquivó la estocada de su enemiga y la golpeó con las dos piernas juntas. Hera voló hacia atrás, pero Maleon fue hacia ella para terminar arrinconando su cuerpo contra la pared y colocándole su antebrazo en la garganta asfixiándola.

-Mira a tu alrededor, desgraciada -ordenó Maleon. Entonces se acercó y juntó su nariz a la suya-. Has perdido. Nadie de los tuyos puede con los míos.

Hera hizo lo que la leona dijo. Híbridos y sangre pura que le servían a la mestiza se hallaban de pie, mirando aquella pelea personal entre ambas. Ragnar y Daraan se situaban muy próximos por si acaso. La dragona se echó a reír presa del histerismo.

-¿Qué crees que solucionas matándome? Esto no ha acabado. Yo me vengué porque te llevaste lo que más amaba. Solandis y Kalon, incluso Koa y Roshan. Los restantes integrantes del Consejo de Antiguos. Todos buscamos lo mismo. Todos queremos el poder. Esto no ha hecho nada más que empezar. Y son muchos quienes los apoyan, son más de los que crees. Seres poderosos, Bestia. Todos quieren controlar más y más. Los consumirán por su miserable sangre mestiza. La Vestal está de nuestra parte.

-No te preocupes, Hera. Yo lo sé muy bien. Es una lástima que tú no puedas ver lo que les vamos a hacer a ellos cuando los encontremos porque te aseguro que vamos a dar con cada uno y dictaré mi justicia como lo he hecho siempre.

Lágrimas cristalinas se deslizaron por las mejillas de la dragona.

-Deberías estar muerta... por mi vínculo... por Dante.

-Morí y volví. Además, nunca tuve la culpa de la muerte de tu esposo, me dolió mucho que se quitara la vida. Pero no hay remedio para ello. Me disculpé contigo en el pasado y no volveré a hacerlo.

-Ojalá te maten a ti a los de tu herencia mestiza.... -Rió como una demonio-, ojalá no quede ni un solo niño de su estirpe y si queda alguno este dentro de un Criadero... debería de haberles arrancado la piel a todos los tuyos desde un principio como tú lo hiciste con tus hermanos.

Maleon le apretó el cuello con el antebrazo, usó una de sus garras y le abrió la garganta con ella. La hembra se llevó las manos al cuello para detener la sangre, la leona se apartó un poco y la dejo caer de rodillas.

-Eso por hablar de mis hermanos.

La hibrida la levantó de nuevo fríamente. Hera temblaba y exudaba miedo. En un movimiento brutal, repleto de fuerza e inmisericorde desprecio, Maleon atravesó el pecho de la reina de los dragantes con su propia mano y le arrancó el corazón. Insensible, la reina invicta le mostró el órgano latiente a los ojos muertos de la soberana caída.

-Eso es por todo lo que llevas haciéndole a mi gente desde hace siglos hasta este mismo día -susurró en su oído-. Quienes osen desafiar a mi pueblo son mis enemigos y yo siempre me encargo de mis enemigos. Nosotros nos encargaremos de proteger todo aquello que ustedes nos arrebaten. Ahora... vete al infierno, Hera.

Reventó el corazón de la concejal en su propia mano.

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