Capítulo 5

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Maleon abrió los ojos, le quemaba la garganta y quería vomitar, un dolor agudo hacía demasiado pesado su cuerpo. Miró sus muñecas para hallar pesados grilletes sujetos a gruesas cadenas en la pared, gimió al intentar mover los brazos, las piernas, la cabeza, el cuello... le dolía todo. Estaba tendida en el suelo frío, la oscuridad se agrupaba en el techo y las esquinas de la habitación, este era el sótano de la casa y estar allí indicaba que algo malo había pasado con ella o que precisamente le había hecho daño a alguien. Otra vez. Tuvo miedo de las sombras así que cerró los ojos nuevamente, se movió hasta hacerse un ovillo con las rodillas arrimadas a su pecho y cubrió su rostro con las manos para controlar sus temblores. La negrura era tan asfixiante. Forzó a su enfermo cerebro a recordar sus últimas veinticuatro horas, le costó trabajo parpadear cuando encontró las imágenes de lo ocurrido con Aislinn y luego su ataque de rabia.

Gavriel la había mirado con tanto horror, gruñó luchando por enderezarse y lo consiguió tras varios alaridos más tarde. Sin preámbulos dio un puñetazo al suelo, sus nudillos gritaron y ella siseó; lidiaba mejor con el dolor que con el miedo y necesitaba drenar algo de esa ansiedad crónica que le daba por la ausencia de luz. Olió la habitación en penumbra inmediatamente después, la humedad y el polvo se le metieron en la nariz; estornudo dos veces. Salud y dinero, nunca llegaba al amor.

-¿Qué hora es, Daraan? -preguntó pasándose las manos por la cara.

Podía sentir el aroma picante de la piel del dragón en el aire, le irritaba las fosas nasales en cada ocasión.

-Son las 3:00 A.M y tuviste el ataque ayer temprano. Estuviste inconsciente por el veneno de las víboras de Tanith y además, te dimos muchos tranquilizantes -contestó el hombre sentado en una mesa de hierro en un rincón, encendió una lampara y la tenue iluminación la alivio.

Ella sabía que el resto de la habitación estaba desocupa porque lo único destinado a guardar era a su persona, hacía ocho meses que habían instalado las cadenas necesarias y los grilletes. También colocado una secuencia de cuatro puertas de acero reforzado que se abrían desde fuera, al verlas podías notar los zarpazos en las últimas dos y que por supuesto, habían sido provocados por ella. Pensar que los Vigilantes habían querido un cuarto de juegos, con una mesa de billar y una barra de bebidas, pero se vio obligada a convenirlo en una celda.

-Mierda, ¿Gavriel y su familia?

-Les asignamos una habitación lo suficientemente grande para todos ellos y ya cenaron, asumo que estarán durmiendo.

-¿Estaba... asustado?

-Según Ivy olía a miedo, pero se veía más bien preocupado. Aislinn en cambio, dijo que lo traumatizaste y que sería mejor que no vuelvas a verlo.

Al oír el nombre de la ninfa apretó los dientes.

-Esa arpía...

-¿Qué fue a reprocharte esta vez?

-Todo. Haber matado al dragón que atacó el hotel. Mi relación con Gavriel. Mi "infidelidad" hacia ti. Traer a niños humanos y a una mujer enferma... -Maleon pensó en la amiga de Gavriel-. Investiga a esa mujer para descartar cualquier posible peligro de que este aquí, no quiero ser responsable de que algo malo le pase.

Daraan asintió conforme con la orden, entonces se movió hasta quedar delante suyo, el enorme cuerpo de aquel macho comió la ya nauseabunda luminiscencia, él se puso de cuclillas y le levantó el rostro con la mano para examinarla.

-Del 1 al 10 ¿Qué tan lejos estas de desvanecerte otra vez?

Maleon entrecerró los ojos.

-Creo que podría ser un 7.

Él asintió.

-¿Y si hablamos de tu criterio, ahora es una caca, dos cacas o tres cacas? -La mujer levantó un dedo, luego lo reconsideró y alzó dos-¡Genial! ¡Con eso me vale, cariño!

El dragón sacó unas llaves para proceder a liberarla, el sutil sonido metálico le desagradaba -como nada en el mundo lo haría-, porque traía recuerdos que no le gustaba rememorar. Jamás. Cuando los grilletes se abrieron, sus brazos cayeron como plomo al piso de piedra y le fue difícil volver a reunir fuerzas para moverlos. Daraan la ayudó a ponerse pie, ella pasó uno de sus brazos por el cuello del hombre y él la sujetó por la cintura a la par que avanzaban hacia las puertas dejando atrás el oscuro cuarto para aprisionarla.

Él pateó la primera puerta y Maleon jadeó por el movimiento brusco que provocó.

-¿Por qué diablos está abierta? -indagó furiosa por ese descuido.

Era peligrosa y no había cabida para esos errores cuando se transformaba en un monstruo sanguinario.

Daraan bufó por su pregunta.

-Ya habías recuperado tu forma humana y tenías tantas mierdas en tu sangre como para matar a un King Kong y Godzilla -contestó él apartando la segunda puerta, luego bajó la voz-. Me he muerto de miedo, pensé que podrías tenes una sobredosis mientras dormías y me quedé a vigilar... todos los Vigilantes están preocupados por ti.

La reina acercó su rostro al rey, de modo que juntaron sus mejillas y agradeció que estuviera encorvado porque de lo contrario no podría haberlo hecho.

-Oh, que mala soy. Hice llorar al gran dragón más macho de la casa.

-Jodete, Maleon -dijo muy serio, pero rió de todas formas-¿Tenías que esperar a ser una moribunda enferma para tener sentido del humor?

La tercera puerta sí se hallaba cerrada, Daraan habló alto y una ninfa la desbloqueó del otro lado.

-Si no es ahora ¿Cuándo? Pasé muchos tiempo oyendo tus ridículas palabrerías sin sentido y considero que he aprendido un par de cosas -murmuró la mujer.

-Genial, peor influencia no has podido elegir. -Ella tropezó y él la sostuvo con fuerza-. Apestas a sudor y tienes sangre en el vestido ¿Tomaras un baño?

-Si le pides a las ninfas que den un baño otra vez, te mataré. Sé que quieren ayudar, pero la última vez me enredaron tantas plantas en el cabello que estuve un mes sacando hojas de él y no mencionaré el hecho de que no son precisamente delicadas con convalecientes. Me encargaré de mí misma mientras pueda razonar, dame esa libertad.

-Está bien, pero si te ahogas en la bañera te mato después.

No hablaron más tras aquello, la cuarta puerta fue abierta por alguien de fuera y ellos salieron tranquilamente tras dar las gracias. El camino a la habitación fue distante o por lo menos así lo sintió Maleon, ya no lograría dormir esa noche por mucho que tratara de apartar sus pensamientos de la corriente que había empezado a seguir, se le agotaba el tiempo de manera agónica y tenía la idea de que abandonaba a su gente sin dar la suficiente pelea.

Temía perderse a sí misma en esto, dado que poco a poco su humanidad se le escapaba de las manos y la bestia en su interior adquiría presencia por la locura que le invadía.

Recordó con sumo detalle el inicio de todo esto. Primero creyó que perdería la vida, había dolido y listo. Lo aceptó porque no se podía hacer más al respecto.

Se burló de sí misma mientras miraba la cúpula de su casa, el cielo la llamaba con parsimonia, pero ya no accedería a él nuevamente. Dios, ya nunca volaría con autonomía nuevamente. Había sido tan ingenua al creer que su mayor contrariedad se concentraba en planificar qué ocurriría luego de su deceso. Sin embargo, con el correr de los meses temía que perdería todo lo demás. Su poder. Su cordura. Su dignidad. Su humanidad. No había sabido que podía haber algo más que perder, que los trozos de su pasado, presente y futuro podían astillarse como la carne al desprenderse de los huesos.

El cambio era más vasto y poderoso que nada que hubiera experimentado jamás.

Un año atrás, ni siquiera había sabido que podía estar en peligro de perderse a sí misma. Lo único que había tenido en tiempos remotos, lo único que le había dado la valía de una gobernante y que se marchitaba para morir como las flores en invierno.

Daraan la llevó a su habitación, la vitalizó el hecho de ver a sus caninos en la cama levantar la cabeza en su dirección y saltar animados para recibirla, se interponían en su camino para recibir un poco de cariño de su ama. Les dio su adecuada atención a todos ellos, rascó detrás de sus orejas y dijo cosas cursis que hacían que ellos menearan sus colas de felicidad. Dio un vistazo a la cama para encontrar a sus dos felinos mirándola con sus desafiantes ojos de depredador, su pequeño cachorro de león dormía entre ellos sobre las almohadas y una inquietud que la fastidiaba cesó.

El rey la llevó al cuarto de baño y la dejó sola para que se aseara, en lo que el dragón buscaba uno de los feos -en su opinión-, caftanes de la reina para dejarlo en la cama, hacía una llamada de cinco minutos y cerraba las cortinas; Maleon salió del baño con una toalla envolviéndola. No desperdició tiempo en secarse el cabello ni en los charcos que iba dejando en su trayecto a su cama, sin más se vistió con el caftán rojo rubí y se hundió en las sábanas; todos sus fieles perros se recostaron a su alrededor mientras que los gatos bengalí se dispusieron a dormir en torno a su cuello y rostro. Simba se trasladó a su pecho para que ella lo abrazara, el joven carnívoro durmió panza arriba completamente acurrucado en la curva de sus senos.

La reina miró hacia arriba para encontrar la inquisitiva expresión del dragón.

-Si llegas a traer otra mascota, vas a tener que ser tú la que duerma en el suelo -recalcó apuntando como la mujer ocupaba una mínima porción del borde de la cama y sus perros la restante.

-No importa si ellos se quedan conmigo -contestó tranquilamente.

Él se rió por la respuesta, se agachó lo suficiente como para que su aliento cosquilleara el rostro femenino.

-¿Ni siquiera me darás un beso de buenas noches?

Ella siseó y sus gatos gruñeron al hombre.

-Tú verdaderamente quieres que te arranque las... -Daraan le tapó la boca con la mano.

-Que grosera eres, la etiqueta real se te ha ido al infierno. -Suspiró-. Y yo que me comporté tan bien con tu lindo amante mortal.

El brazo de la mujer se lanzó a por él, le cogió del cuello de la camiseta y lo pegó a su rostro; los ojos de Maleon volvieron a incendiarse por la ira burbujeando en su corazón.

-Atrévete a meterte con Gavriel y te arrepentirás, Daraan. No es una amenaza, es un aviso y tómalo muy seriamente porque no vacilare si debo encargarme de ti.

El dragón levantó las manos en señal de rendición y ella lo soltó.

-Tranquila, reina loca, estoy jugando contigo para molestarte. No me interesa jugar con tus aventuras.

-No es una aventura.

-¿Y para que le pagabas? ¿Para qué te cepille el cabello o para ahogar tus penas porque te sientes solita? No me digas que te enamoraste de toda esa farsa.

Daraan rió divertido, pero se calló de nuevo cuando notó la veracidad con la que ella contemplaba el suelo y comprendió que el humano le había dicho la verdad, no solo eso. Una contundente realidad le cayó encima, se pasó las manos por la cara completamente incrédulo y hundió los dedos en su cabello mientras tiraba con fuerza excesiva.

-Mierda, Maleon, no me jodas ¿Es el chico del que nos habló la bruja?

-Sí.

-¿Lo supiste todo este tiempo y no me dijiste una palabra, con un demonio? ¿Te enamoraste? ¿Es el vínculo?

Decir que se sentía furioso era dar menos crédito del que debería.

-Necesito dormir, Daraan. Estoy muy cansada y tú enfadado, ninguno de los dos actuará racionalmente en este momento. Vete.

El dragón gruñó y todos los perros se pusieron en posición de ataque, dispuestos a defender a la mujer. Negando con la cabeza, él salió a zancadas se la habitación. Simba escapó de su abrazo y bajó de la cama siguiendo al hombre con su gracioso contoneo.

-Proditor -murmuró ella viéndolo marchar.

Cerró los ojos rendida.




Le zarandearon de un lado a otro. Aún somnoliento, Gavriel alzó la cabeza para ver a Lily de pie junto al sofá donde él dormía, confuso se enderezó para mirarla y notó que estaba llorando. Se sentó de golpe para acunarle el rostro entre las manos, la humedad en sus mejillas le apretó la garganta y la acercó a su pecho.

-¿Qué pasa, cariño?

La niña hipó dos veces antes de responder.

-Soñé que un monstruo se comía a Luke y a ti, cuando desperté él ya no estaba en la cama.

El mundo dejó de girar con un latido de su corazón. El hombre se levantó enseguida y barrió la habitación con la mirada, en la cama donde al principio de la noche sus sobrinos se acostaron junto a Darcy solo se veía la silueta de su amiga. Corrió al baño mientras Lily trotaba tras él muy nerviosa.

-No está en el baño, ya miré allí y también bajo la cama.

Gavriel notó que la puerta que daba al pasillo estaba entreabierta. Maldijo en voz baja para que la niña no lo escuchara, se giró para cargarla y llevarla a la cama.

-Iré a buscarlo. Quédate con Darcy y si no vuelvo en mucho tiempo, la despiertas.

-Pero...

-Lily Erin Koch. -La petrificó al decir su nombre completo, eso nunca significaba nada bueno-. No te estoy preguntando, te estoy ordenando que te quedes aquí con Darcy y me esperes ¿Entendiste?

Ella asintió molesta y él salió disparado hacia el exterior sin ponerse calzado. Cuando su tío se hubo ido, la niña contó hasta diez y también fue en busca de su hermano.

Nunca había tenido fama de ser obediente y era una lástima que su tío creyera que era una niña buena.

Paso Uno, revisa que la estufa este encendida y el quemador caliente. Por favor, no lo toques con la mano.

La reina hojeó su vieja agenda cuyas hojas eran puro papel desgastado y la colocó en la encimera de granito pulido próxima a la estufa. Consultó las implícitas instrucciones que Ivy había preparado para ella luego de usar el buscador del móvil.

Sí ¿Ya podía colocar la sartén en el quemador para el paso dos? Espió la lista. No.

Paso Dos, rocía la sartén con aceite vegetal.

Su mente quedó en blanco, no podía recordar qué era lo que debía hacer. Releyó la nota intranquila.

Paso Dos, rocíe la sartén con aceite vegetal.

Lo hizo y luego puso la sartén en el quemador.

Ahora añade la carne a la sartén y remuévelo con el instrumento.

Había un dibujito del instrumento, tomó lo que más se le parecía y lo estudió.

-Diablos ¿Cómo se llama esta cosa?

Miró la lista, bajo el dibujo se leía el nombre entre paréntesis.

-Ah, sí, es una espátula... por la Vestal, soy patética.

Necesitar todas estas indicaciones la hacía sentir inútil, en el pasado no habría requerido de la ayuda de otros para cosas tan triviales y hoy... sacudió la cabeza para no pensarlo.

La cocina donde Maleon trabajaba era una amplia área con muros de piedras de aspecto extraño, con largas mesas de madera y encimeras de granito, fregaderos de tamaño industrial y una chimenea lo bastante grande para asar un cerdo. La tenue luminiscencia de la luna se derramaba desde los ventanales con marco de metal.

Silenciosa. Muda. Callada.

Le gustaba mucho más cuando no estaba casi vacía y varios de sus Vigilantes reían fuerte por un comentario estúpido. Simba gimoteaba a los pies de la mujer mientras que Luke se enfurruñaba detrás de la isla de mármol, bien resguardado de posibles accidentes domésticos y se carcajeaba jugando con el cachorro de león.

Maleon se los había encontrado a los dos en el vestíbulo, corriéndose el uno al otro y le alegró conocer al pequeño sobrino de Gavriel. Era su pequeño clon, con su rostro alargado y la tez morena y tersa, su cabello de un amarradonado oscuro y esas pestañas negras y espesas. La diferencia eran sus ojos, los del niño en tonos miel mientras que los de su humano brillaban en color café.

Como Simba tenía hambre, se dispuso a cocinarle para después regresar a Luke con su familia.

-¿Luke?

Sus instintos se activaron como un maldito interruptor, sintió el fuerte aroma a dulce en el aire mezclándose con el de la carne y todo su cuerpo se estremeció en un repentino terremoto que la abandonó en la oscuridad de una tragedia cometida. No pudo evitarlo y sonrió, se emocionó tanto que casi se le llenaron los ojos de lágrimas. Lástima que no lloraba hacía décadas.

Miró sobre su hombro a la niña, Lily. Su irrefrenable espíritu bramaba en sus iris de almíbar que la atravesaron con una afilada desconfianza, la piel de un tono café como la de su hermano y el pelo tan rizado que rebotaba sin darse cuenta hasta su cadera. Era la niña más hermosa que había visto en una larga inmortalidad, se mordió para reprimir un gruñido y mordió sus labios al hallar una ligera mancha de sangre en el pijama verde de ese diminuto ser.

Lily miró a su hermano y luego de regreso a ella. La advertencia iluminaba el rostro de la pequeña, Maleon la admiró por ello.

-¿Tú eres la reina de la que Ivy habló? -cuestionó áspera.

-¿Qué te hace pensar eso?

Maleon se volvió de regreso a la sartén y sacó el trozo de pollo que se había tornado blanco, puso otro a la espera de que Lily contestara.

-Ella dijo que era una mujer bella con el pelo y los ojos de todos los colores del fuego. Dijo que peleaste muchas guerras y que ninguno de los que viven en esta casa es tan valiente, yo puedo ver las marcas asomarse en tu cuello. Si tienes tantas cicatrices, debiste luchar muchas veces.

Observadora.

-La valentía puede fácilmente confundirse con imprudente estupidez, en mi juventud pensaba muy poco a donde me dirigían mis decisiones. Toda reina debe distinguir la valentía y la imprudencia por bien de los otros.

-Tu valentía lastimó tu cuerpo. Tienes marcas que nunca se irán. ¿No te sientes mal?

-Una reina se sacrifica así misma. No importan las heridas porque su sacrificio de hoy será su fuerza cuando el sol salga nuevamente -contó y sonrió dulcemente-. Mi pueblo daría por mí lo que yo di por ellos para salvarlos.

-Salvaste a mi tío ¿Por qué? No es parte de tu pueblo. Él no tiene trabajo ni dinero y no puede pagarte ni tú sacarle nada. No vivirá para siempre así que no puedes hacerlo un sirviente, eres una reina y él un Don Nadie en comparación. ¿Por qué enredarte con nosotros? ¿Por qué salvarías a mi mamá?

Inteligente. Esa niña era muy inteligente. El aroma de la carne hizo rugir su estómago, no comía desde el desayuno de hacía dos días y no cedería ahora.

-Yo me enamoré de tu tío mientras buscaba otra cosa importante.

Lily parpadeó impresionada por la confesión y Maleon sonrió, la niña tal vez consideraba que nadie podría mirar a Gavriel como alguien atractivo.

-No lo entiendo, mi es tío muy feo para gustarle a una mujer como tú.

La hizo reír. Hacía tanto no reía que la reacción se le hizo desconocida.

-No necesito que entiendas -murmuró la leona. Miró detenidamente al material orgánico en la sartén. Había comenzado a chisporrotear. La carne roja se estaba volviendo blanca, otro conocimiento se elevó lejos de su alcance y se fue-¿Serias tan amable de decirme qué estoy cocinando?

Extrañada, la niña se aproximó a la encimera y se puso de puntillas para husmear que preparaba la mujer.

-Pollo -contestó con el ceño fruncido-¿No te acuerdas de las cosas?

-Exacto, podrías decir que estoy enferma -dijo arrugando la nariz.

Le dio un golpecito a la carne en la sartén. Temerosa de olvidar se repitió: esto es comida.

Una esencia cálida llenó el aire. Los seres vivos consideraban el olor de la carne aromático y apetitoso. Más aún los carnívoros.

Salivan y sus estómagos retumban, pensó.

-El abuelo de mi amiga Emily tampoco recordaba las cosas y falleció el año pasado. ¿Tienes la misma enfermedad?

-No... -Lo consideró-. Sí, tal vez es mínimamente similar.

-¿No vives para siempre?

-Sí, pero no confundas inmortalidad con impunidad ante la muerte.

Con un sentido de satisfacción, Maleon retiró la sartén del fuego. Usó el instrumento para raspar el material humeante en un plato apropiado para un depredador en crecimiento. Tanto ella como Lily observaron a Luke y a Simba acostados en el suelo. Ellos las observaron en respuesta. El cachorro le regaló una sonrisa felina de expectación, su lengua rosada colgaba a un lado mientras saltaba sobre sus patas traseras y daba zarpazos en el aire. Ella depósito el plato con pollo en el piso y el animal empezó devorarlo desesperadamente, esa reacción se debía a un trauma de la mente de la criatura por la falta de alimento; el dato siempre la amargaba.

Luke se levantó y abrazó a su hermana, el niño estaba cansado.

-Lo que dijiste hace un minuto, que te enamoraste de mi tío mientras buscabas algo ¿Qué era?

La mujer se dio la vuelta para mirarla cara a cara.

-Las reinas no rebelan sus secretos, Lily. Es algo que debes aprender.

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Proditor: Traidor (Latín)

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