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   "QUERIDA MAMÁ: 

   Honestamente, fue un complot todo aquello del quidditch porque, está bien, yo no obtuve el puesto porque era demasiado, pero si le han hecho un lugar a Harry Potter. No quería señalar el claro favoritismo, pero no he podido evitarlo. Ahora lo único que deseo es que Potter sea bueno en el quidditch, sino, juro que perderé la cabeza. Por cierto, no te culpo de nada, mamá. 

   Si hablamos de Skye, no hay mucho que decirte, debido a que ella es de hufflepuff y sabes que no le gusta mucho comentar los problemas que tiene para evitar cualquier tipo de incomodidad. Por otro lado, su amiga Susan es muy habladora. Me ha contado que los demás estudiantes no han sido para nada groseros, o al menos, no del todo, pero no ha hecho énfasis. Ah, si, Skye se ha desmayado. 

   Ahora, respondiendo tus preguntas: Sí, tengo amigos, aunque pasó la mayor parte del tiempo con Neville Longbottom, ¿le conoces? La sala común está bastante bien, hay mucho rojo y eso me pone feliz. No he tenido el placer de hablar con Sr Nicholas, así que dudo que me invite a su fiesta de muerte y casi, la contraseña es Caput Draconis

   Con cariño, 

Luke"

El niño rubio había enviado la carta poco después de haberse levantado. Había abierto los ojos a eso de las cinco de la mañana y se había quedado muy quieto en su cama mirando el dosel rojo sobre él. Los sucesos de la noche anterior se repetían en su cabeza más veces de lo que le gustaría. Su prima Skye había terminado en la enfermería poco después de una inusual excursión con Harry Potter y el pelinegro no quería contarle lo que había pasado exactamente aparte de que ella estaba en la enfermería porque se había desmayado.

Decir que Luke estaba enojado, era quedarse corto. Estaba más que enojado, estaba furioso. Y no solo se sentía de aquella forma, había más de una emociones revoloteando en su interior. Quería tomar a Potter del cuello de su camisa y obligarle a explicarle lo que había sucedido la noche anterior. Pero se había detenido a tiempo y luego había salido de su sala común completamente vestido y con la carta en mano, iría a lechucería, le daría la carta de su madre a Galileo y luego bajaría a la enfermería a ver si su prima ya estaba despierta. 

Ese había sido su plan, pero tan pronto llegó a la puerta de la enfermería y le pidió a Madame Pomfrey que le dejase entrar, para darle una breve visita a Skye, aquella mujer le había negado la entrada, asegurando que Skye necesitaba descansar antes de tener visitas. Luke había protestado, pero la mujer había tratado de calmarlo alegando que solo se había desmayado por el cansancio, que no tenía nada más. Entonces, Luke no había tenido de otra que esperar en clase, con las manos sudando y las piernas rebotando de arriba abajo. 

En la tarde, había decidido dormir, aquel día tenía clase de astronomía y debía entregar el mapa que él y Hermione habían hecho. Luke pasó saliva al pensar en aquello, todavía no podía creer que había hecho cualquier tipo de tarea en compañía de Granger, aquello lo tenía confundido, quizás ella no era tan terrible como la pintaban, pero realmente Luke no quería pensar en nada. Al entrar en su habitación, se recostó en su cama y Calígula saltó sobre esta, acurrucándose en un costado de sus piernas. Luke la miró solo unos segundos, antes de caer rendido sobre las pesadas sábanas rojas. Había sido sencillo, pensaba, quizás porte estaba agotado de pensar, de las clases y de todo. Estaba demasiado cansado. 

Luke se despertó a tiempo para clases con una sacudida sobre su pecho. Alguien lo había tomado de los hombros y lo había movido para despertarle. Durante varios segundos, el rubio estuvo dispuesto a insultar a la persona que se había atrevido a despertarle, pero con parpadear dos veces, pudo notar que era Neville. 

—¡Levántate, Luke! —dijo el castaño, soltando sus hombros, al ver que el rubio ya le devolvía la mirada con sus brillantes ojos azules—. Tenemos clase de astronomía. 

Luke asintió con la cabeza y se puso de pie. Como ya tenía su uniforme puesto, lo único que hizo fue arreglar un poco su cabello y luego cepillar sus dientes para espantar el aliento de recién levantado. Colgó su mochila al hombro, acomodó a Calígula y luego salió de su habitación junto a Neville. 

—Ya quiero entregar el mapa —bufó Luke, revisando su mochila y asegurándose de tener todo lo que necesitaba—. Es la única tarea de esta semana que no he entregado. 

Neville frunció el ceño. 

—¿Ya tienes las tareas de la semana que viene? —el castaño agarró la correa de su mochila mientras empujaba la puerta del retrato. Luke asintió dos veces con la cabeza—. Vaya, debes tener mucho tiempo libre. 

—No es eso —se apresuró a negar Luke—. Es solo que hay tareas que se hacen bastante rápido y me da tiempo de adelantar otras. 

Neville le miró con asombro, mientras los dos caminaban hasta la torre de astronomía a paso rápido. Ninguno de los dos quería llegar tarde y ser castigados por la profesora Thorne, quién era bastante dulce y muy buena profesora, pero era demasiado estricta con eso de la puntualidad. Al llegar, vieron a la profesora Thorne sentada en su escritorio, tomando algo en una taza humeante. Luke y Neville la saludaron con una cordial sonrisa y tomaron su lugar en uno de los telescopios que se ubicaban en la torre de astronomía para estudiar el cielo nocturno y entender de qué iban los cuerpos celestes. 

—Buenas noches, chicos —saludó la profesora Thorne, apartando un mechón de cabello castaño a un lado y cruzándose de brazos—. La noche de hoy me entregarán sus mapas del cielo nocturno y realizarán un breve redacción sobre el propósito de los cuerpos celestes. 

Luke sonrió, sacando de su mochila un pergamino enrollado y atado con una cinta roja que pintaba Thorne en una etiqueta atada en un extremo del lazo rojo. El rubio comenzó a caminar hacia la mujer y le tendió el pergamino. Cuando extendió su mano, la profesora le miró a los ojos y fue como si viese un fantasma. Luke frunció el ceño notablemente cuando la mujer se congeló en su lugar, devolviéndole la mirada con sus ojos castaños brillando de una forma que él casi no podía comprender, parecía un brillo nostálgico. 

—¿Todo bien, profesora? —preguntó Luke, ladeando la cabeza. 

—S-sí, seguro —la mujer castaña negó con la cabeza, como si necesitara alejar todos sus pensamientos—. Carstairs, dijiste que te llamabas, ¿cierto? —preguntó. 

Lo cierto es que Luke solía no participar en clase de Astronomía y no porque no le fascinase la materia, de hecho, no había una sola clase que no le fascinase. Lo que no le gustaba, era el horario, Luke siempre era muy estricto con su horario, se despertaba a las 6 todos los días, pero se acostaba a las 9, a mas tardar a las 10:30, así que tener una clase a la plena media noche, no le ayudaba mucho, siempre estaba somnoliento y con pocas ganas de participar. Por esa razón, la profesora Thorne era la única que no sabía su nombre con facilidad. 

—Así es —respondió—. Luke, Luke Carstairs.

La profesora Thorne no dijo nada más, a pesar de haber tenido la intención de hacerlo, o aquello fue lo que notó Luke por la forma en que lo miró, con curiosidad. Por unos segundos, Luke olvidó por lo que su apellido era conocido, por unos segundos, olvidó que él era descendiente de una de las familias más oscuras y peligrosas según las personas que habitaban el mundo mágico, creyó que la profesora realmente lo miró de una forma diferente y quería preguntarle sobre su origen por genuina curiosidad, pero entonces ella se giró, como si necesitase espacio y Luke entendió que ella sabía todo lo que su familia había hecho, tal cual el resto del mundo mágico.

El pequeño rubio bajó la mirada, sintiendo su cuerpo enfriarse por dentro, como si toda la rabia, en vez de convertirse en una llama ardiente, se hubiese convertido en un bloque de hielo. Su sangre se había congelado y su cuerpo había comenzado a temblar. No, no se sentía débil o con frío, se sentía enfermo, como si todo lo que hubiese comido aquel día, quisiese salir por su boca en aquellos segundos, como si fuese a gritar en cualquier segundo. Por alguna razón sentía que todo se estaba acumulando dentro de él y necesitase explotar.

Y no se refería a la preocupación por Skye o el hecho de que Madame Pomfrey no le hubiese dejado entrar a verla. No, iba mucho más allá. Era todo lo que le había sucedido desde que se había atrevido a pisar Hogwarts. Las miradas, los comentarios, Finnigan, era todo. Volvió a su lugar con el rostro muy serio, mientras Neville le miraba preocupado y confundido. Aquello hizo que el hielo se fuese derritiendo un poco más. Neville era el único amigo que tenía y Calígula parecía quererlo bastante, así que era algo bueno, algo bastante bueno.

Trató de respirar, trató de calmarse, pero simplemente no podía. Era como si todo lo malo que le había sucedido se hubiese confabulado para reunirse en su cabeza y darle más razones por las que debía estar enojado. Pero es que Luke estaba harto de los problemas, no quería sufrir más. Así que se quedó muy, muy quieto en su lugar, con la vista clavada en sus zapatos. Trató de hacer oídos sordos a todo lo que se hablaba a su alrededor, pero una mención de su apellido, arruinó todo el momento. Fue como si todo el ruido que hubiese en el aula de clases se callara completamente, cuando Luke captó una conversación sobre él.

—¿Viste como reaccionó la profesora? —escuchó la voz de la niña. Al principio no le había parecido importante, pero le había gustado el tono de su voz, re recordaba a un hada.

—Sí, claro que lo vi —le respondió un niño, su voz no le gustaba tanto con el de la niña, pero era la otra parte de la conversación, así que por eso siguió escuchando. Pudo sentir que se estaba calmando un poco—. Es obvio que los Carstairs le hicieron algo.

Y ahí fue donde lo perdió. De nuevo. ¿Qué tenían con su familia? Apretó los puños y cerró los ojos intentando calmarse con todas sus fuerzas. Cuando volvió a abrirlos, miró a Neville, el niño castaño lo observaba con nerviosismo, Luke supuso que había notado lo muy enojado que comenzaba a ponerse. 

—¿Y cómo no? —volvió a escuchar—. Con lo horrible que es esa familia, pobre profesora Thorne. 

Se podría decir que fue como si algo estallara. El rubio tiró todo lo que estaba en su pupitre contra el suelo en un simple movimiento, antes de girar sobre su eje para enfrentar a la niña con voz de hada. Era bonita, castaña y con muchos rizos, pero eso no le importaba muy poco en aquellas circunstancias. Se apoyó en el pupitre de la niña y la miró directo a los ojos. 

—Mantén el nombre de mi familia fuera de tu maldita boca —dijo entre dientes, mirándola con todo el enojo que podría transmitir. La niña rizada se quedó completamente estática, mientras comenzaba a lagrimear. Asintió temblorosamente. 

—¡Señor Carstairs! —la profesora gritó completamente horrorizada. Luke giró como si se tratase de un resorte, observándola como si fuese la culpable de todo lo malo que le había ocurrido—. A mi oficina —Luke no se movió de su lugar, a pesar de la orden y de la clara dirección donde la profesora estaba apuntando—. ¡Ahora! 

Todos en el lugar se sobresaltaron ante el último grito de Thorne. Siempre había sido una mujer demasiado calmada y que reaccionara de aquella forma había sorprendido a más de uno. Luke la miró una última vez, antes de salir del aula. Si era honesto, en realidad no sabía donde estaba la oficina de la profesora y tampoco quería arriesgarse a vagar por ahí, que lo pillara Filch y le quitase puntos por haber merodeado el castillo a la media noche. Así que se sentó en medio de la oscuridad, con la espalda pegada a una de las paredes del pasillo, asegurándose de estar perfectamente cubierto por la oscuridad.

Llevó las rodillas a su pecho y se quedó esperando a que la profesora saliese a buscarle o algo por el estilo. No sucedió y Luke comprendió que debía esperar a que la clase terminase para poder recibir su castigo por haber explotado de aquella forma. Estando ahí, completamente solo y a oscuras, sintió que todos los muros se cayeron de forma inmediata y se sintió terriblemente mal. Luke no recordaba la última vez que había llorado, pero esa vez, lo hizo. En silencio, solo. 

Pensó en lo que le había dicho a su madre. Era una mentira, Luke no tenía amigos aparte de Neville y estaba muy seguro que después de aquel numerito, el niño castaño guardaría sus distancias, Luke no entendería, sería actuar racionalmente. Luego pensó en Skye y se preguntó como estaría, aquello le dolió el doble. ¿Por qué no había estado ahí con ella? ¿Por qué no había hecho nada? Si era completamente honesto, se culpaba totalmente por lo que había sucedido. Por no haber estado con ella, por no haberla protegido y por no haberle contado lo mierda de persona que era Harry Potter y haber pensado que el interés que surgía entre ellos era inocente y que ella no terminaría en problemas por culpa del azabache. 

Se sentía tan estúpido. Estúpido y solo. Quizás, pensó, era momento de ser un poco más amable con las personas, de no obligarse a ser perfecto. Justo en aquel momento, la puerta del aula se abrió y los estudiantes salieron en fila, un poco somnolientos, hacia sus salas comunes, Luke saltó en su lugar del susto, enjuagó sus lágrimas y se puso de pie de golpe. La profesora seguía la fila de estudiantes desde atrás, Luke comenzó a caminar tras ella a una distancia prudente. 

—Creí haber dicho que esperaras en mi oficina, Carstairs —habló la mujer. 

Luke se sorprendió, ni siquiera había necesitado lanzar una mirada sobre su hombro para notar que él iba tras ella. 

—No sé dónde queda su oficina, profesora.

—Oh —fue lo único que dijo. 

Después de aquello, siguieron el camino a la sala común de Gryffindor, pero cuando estaban cerca de llegar a la sala común, la profesora ordenó que siguieran por su cuenta y se giró para mirar a Luke a través de la oscuridad. Cruzó los brazos y Luke se detuvo en su lugar, bajando la mirada a sus zapatos.

—La última vez que te vi eras tan minúsculo que podía cargarte con una sola mano, quién diría que ahora eres tan alto —dijo de la nada. Luke sintió que su corazón se detenía completamente y levantó la cabeza sorprendido. Estaba seguro de que la mujer le gritaría por el numerito que había hecho, pero jamás se hubiese esperado aquello—. ¿Sabes? Cualquiera diría que tienes los ojos de tu madre, pero yo digo que son más como los de tu padre. 

Aquello le cayó como un balde de agua helada. Abrió la boca completamente sorprendido. ¿Su padre? ¿Aquella mujer había conocido a su padre? ¿Sabía quién era? ¿Cómo era posible? Su madre siempre se había esforzado en que ni él ni ella tuvieran ninguna pista sobre el padre de Luke —tampoco sobre el padre de Skye, pero aquello no venía al caso. 

—¿Mi padre? —preguntó con asombro. La profesora fue a abrir la boca, pero Luke la interrumpió—. ¿Usted conoció a mi padre? Mamá no suele hablar mucho de él, ¿cómo era? 

—Luke —comenzó la profesora—, creo que eso es algo que deberías hablar con tu madre —hubo un silencio un poco incómodo. La oscuridad del castillo los envolvía y el silencio se volvía aplastante, por lo que la profesora Thorne decidió hablar—. Mira, no te castigaré por la actitud que tuviste hoy en clase, tienes mucho potencial, Luke, pero debes evitar llevaste por tus emociones, al menos, las negativas. Espero muchas cosas de ti, Carstairs, no metas la pata. 

Y, aunque, unos segundos antes, Luke se sentía la persona más solitaria del mundo, por unos segundos, no se sintió tan terrible. 












❛ ⚜ ❜











PARA EL GUSTO de Luke, la profesora Thorne le había pedido a Madame Pomfrey que le dejara entrar en la enfermería a primera hora de la mañana. Luke se había tomado aquello muy literal, pues, a pesar de no tener clases ese día, el rubio se había levantado muy temprano, se había metido al baño, se había mirado en el espejo, especialmente a los ojos y sonrió. Le empezaba a gustar pensar que tenía algo de su padre. Se había cambiado el pijama ahí mismo en el baño, con una sudadera gris un jersey rojo, con cuello de tortuga. 

Había desayunado un mísero café y luego había ido corriendo a enfermería. Por obvias razones Madame Pomfrey no estuvo muy feliz de recibirlo a aquella hora en la mañana, pero no le dijo nada y simplemente lo dejó pasar. Luke no había dormido mucho la noche anterior, pues no había podido dejar de pensar en su padre y en como la profesora había dicho que tenía sus ojos, así que se sentía agotado, pero ahí estaba, no desaprovecharía aquella oportunidad de visitar a Skye. Cuando llegó a la camilla donde se encontraba su prima, sintió que todo su animo se fue por el piso. 

Skye se veía demasiado pálida, pero parecía simplemente estar dormida. Eso, se dijo, para reconfortarse de alguna forma, él había visto a Skye dormir cientos de veces, era como si estuviese dormida. Sin embargo, jamás había dormido un día entero y mucho menos en una camilla en una enfermería, con aquella pijama y aquellas sábanas sobre ella. Se dejó caer sobre la silla extremadamente incómoda junto a la camilla y soltó un suspiro exhausto, mientras observaba a Skye, comenzó a sentirse cansado y se permitió cerrar los ojos unos segundos, quedándose dormido sin realmente quererlo. 

Esta vez, soñó. Luke sabía que los humanos siempre soñaban algo, pero que a veces eran incapaces de recordar lo que soñaban, aquella vez, Luke fue capaz de recordar. Pero no entendía muy bien que sucedía. En vez de un sueño o una pesadilla, parecía un recuerdo. Podía ver frente a él una criatura muy extraña, tenía una túnica negra encima que no dejaba ver nada de su cuerpo, pero la criatura era muy fría, como si no produjera calor propio. Tenía un halo negro de rodeaba su silueta, como si con cada movimiento se desdibujara y se mezclase con la oscuridad. La criatura extendía las manos hacia él, su piel parecía podrida, de un horrible color negro y, con sus uñas negruzcas, tocaba su frente. 

En el sueño, Luke sentía una corriente helada que le recorría todo el cuerpo, como si toda su sangre se volviese de hielo, miraba sus manos, pero solo podía ver su cuerpo volver negro, como si aquel frío lo volviese una sombra y de repente, dio un suspiro profundo y agitado y abrió los ojos, sintiéndose en una alerta profunda, como si esperara despertarse en aquella habitación oscura con la criatura frente a él, en vez de la enfermería de hogwarts. 

—Buenos días —escuchó que murmuraron frente a él. Muy alerta, Luke volvió sus ojos hacia donde había provenido la voz y se encontró con los ojos plateados de Skye. La miró unos segundos, como si temiese que poco a poco se fuese a volver aquella criatura negra, cuando no sucedió, soltó aire, aliviado. 

Luke sintió como si todo volviera a su lugar al ver a Skye despertar, con aquella mirada de culpabilidad en los ojos. Quiso pedirle que no lo mirara así, que ella no había hecho nada malo, que todo había sido culpa de él mismo, que por favor lo perdonara, pero lo único que pudo hacer fue preguntar por su estado. 

—¿Cómo te sientes? —la voz le salió ronca, se odió a si mismo porque tenía tanto que decir y estaba tratando todo lo posible por no estallar y su voz lo había delatado. Pensó en añadir algo más para no parecer tan enojado—. Te ves... decente. 

«¿Decente? ¿Es en serio, Luke?»

—Pues gracias, Luke —bufó la peliplateada—. Me siento bien, gracias por preguntar. ¿Y tu?

Luke hizo una mueca, que Skye no vio por haber apartado la mirada hacia sus manos. Se sintió bastante enojado al ver como a ella no le parecía preocupante la situación y simplemente explotó.

—¿Qué puta mierda pasó, Skyler? —escuchó su voz salir fría y enojada, ni siquiera se reconoció. Podía escucharse, era él hablando, pero no se sentía como él, no sabía que estaba pasando. Oh, no, sí que lo sabía, se estaba dejando llevar por su enojo con él mismo y se estaba desquitando con ella—. Porque es sencillamente ridículo que dure dos malditas horas esperando que aparezcas en el retrato de la dama gorda, solo para que la señorita Thorne llegase a avisarme que habías sufrido un accidente y estabas en la enfermería. ¡Demonios, Skye!

Había mentido, claro que si, porque no quería mencionar el suceso con el quidditch, ni la pelea con Finnigan ni como habían usado la situación de Skye para hacerle daño. Sabía que si se lo decía, ella se deprimiría, entonces prefería mentir. La peliplateada lo miró con el rostro contraído en una mueca de tristeza. El rubio abrió sus ojos azules, como una forma de decirle que más le valía contarle de una vez lo que sucedió o si no, explotaría. 

De repente, Skye comenzó a relatar una historia que cada vez se ponía más loca y peligrosa. No se saltó ni un solo detalle. A medida que Skye soltaba las palabras casi sin parar a respirar, Luke iba frunciendo el ceño cada vez más y la expresión de enojo parecía cada vez más tallarse en su rostro. Es que simplemente no podía creer lo descuidado que estaba siendo, él no era el único con problemas, ¿cómo era posible que Skye había terminado encontrándose con un perro de 3 cabezas y él no había estado ahí para protegerla? 

Se enojó muchísimo con él, y simplemente no sabía que decir, no encontraba las palabras para disculparse con Skye ni sabía que hacer para evitar que situaciones así volvieran a suceder. 

—¿Luke? —preguntó Skye.

Se sentía tan impotente que no pensó mucho en lo que diría a continuación.

—No sales sola, ¿oíste? —preguntó Luke, mirándole fijamente—. Si quieres algo, te toca esperar a que pase por ti a primera hora en la mañana, ¿está claro?

—¿Y si necesito ir a la enfermería? —preguntó Skye.

—Pues gritas y que tu prefecto te lleve.

Skye le miró con el ceño muy fruncido. Luke sabía que no estaba actuando racionalmente pero en ese momento no le importaba ni lo más mínimo, necesitaba asegurarse de que nada malo le sucedería y la única forma de asegurarse de eso era poniéndole aquella norma a Skye como si fuese una niña pequeña que no podía cuidarse sola. Sabía que aquello le molestaría, pero, de nuevo, no le importaba, necesitaba asegurarse de que estuviera bien.

Luke odiaba ser el que le pusiera normas, odiaba ser el que la obligara a hacer cosas que ella no quería hacer, como tener una especie de niñera cada vez que anduviera por los pasillos de la escuela, pero necesitaba que estuviera a salvo cuando no estuviera con ella. La observó inhalar con mucha fuerza y le miró.

—Está bien —dijo, con voz queda. 

Skye se cubrió con las cobijas y se dio la vuelta, entonces Luke le dijo que volvería a su sala común, a su habitación específicamente, porque al salir tan rápido no se había duchado y ahora comenzaba a pasarle factura. Salió de la enfermería un poco más tranquilo después de haber notado que Skye, en realidad, estaba bien y no tenía nada grave. 

Inhaló aire y sintió su pulso ir con tranquilidad, después de mucho, Luke se sentía bien. 












este primero que todo, feliz navidad, feliz año. después de mil años, actualicé algo JAJAJAJ q pena ser así, pero bueno. lo peor es que no escribí nada en vacaciones, sino ahora que acabo de empezar la u ._. pero bueno, hablemos del cap

okokokok un poquito bastante de relleno en luke porque ya faltaba, pero mi niño lindo está pasando por mucho y lo que se le viene no se lo esperan (a menos que hayan leído lover of mine, porq sino ya saben lo que le pasa) pero ps si, espero que les haya gustado un poquito al menos, que sepan que si hay cositas importantes por ahí, como los ojitos de mi niño y otras cositas

les quiero muchísimo a todes por seguir leyendo estas historias a pesar de que actualice una vez por año, nada de esto sería posible sin ustedes, nos vemos la prox

pd: pásense por lover of mine plsss :'(

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