𝐃𝐢𝐞𝐳: Efecto Park

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  —— JONGSEONG DEBÍA ADMITIR QUE JUNGWON no le atraía únicamente porque era condenadamente guapo. Aunque sí se declaraba culpable de cierta manera en el crimen, pues él era alguien visual y obviamente Yang había captado inmediatamente su mirada con todos sus rasgos sumamente atractivos, pero no era únicamente eso, ya que a medida que lo fue conociendo, se dio cuenta de lo amable y trabajador que este era. Park lo había visto en primera fila dividiéndose entre sus múltiples trabajos y la universidad, esforzándose arduamente en cumplir lo mejor posible y aunque se encontrara exhausto, se tomaba la molestia de dedicarle pequeñas sonrisas y no fallar de ninguna manera en el pequeño trato que tenían.

Jongseong estaba fascinado por eso y quizás también, por los detalles adorables que el castaño tenía con él.

— Toma. — Dice Jungwon, extendiéndole un pequeño recipiente de cartón blanco que pintaba en preciosas letras doradas cursivas "Starlight". El rubio abre enormemente sus párpados y está por hablar, sin embargo, el bailarín se adelanta: — Es un regalo, para celebrar la aprobación de tu proyecto.

El diseñador mira a la caja y después al bailarín.

— En serio no tenías que hacerlo. — Dice con las mejillas sonrojadas, tomando delicadamente la cajita con pastelillos de galleta directamente traídos de su cafetería favorita que Jungwon le tendía. — Gracias. — Musita débilmente y el menor asiente, evadiendo unos instantes su mirada pues se encuentra totalmente enrojecido, cosa que se acrecienta cuando siente los esponjosos labios del mayor tocar por instantes su mejilla.

Park se aparta rápidamente y de inmediato corre de vuelta a su área de trabajo, dejando a un sorprendido castaño parado en medio del taller de corte y confección de la facultad. Pasados unos segundos Yang reacciona, lleva una de sus manos a su pecho y esboza una pequeña sonrisita al sentir todavía el cosquilleo provocado por el reciente contacto en su mejilla.

Ah, agradecía en demasía que se encontraran solos dentro del taller, pues así no tuvo que contenerse de dar unos pequeños saltitos emocionados mientras marchaba entre las mesas para posarse a un costado del azabache de mechas.

Yang observa con atención los movimientos centrados del mayor y esboza una sonrisa enternecida cuando nota que Park arruga la nariz cuando se enfoca en algo en demasía. Estaba tan concentrado que ni siquiera se había percatado de que ahora el bailarín se encontraba a su espalda, no fue hasta que éste colocó sus brazos apoyados sobre la mesa y recargó su cabeza sobre su hombro que se dio cuenta de ello. Jongseong se sobresaltó levemente, sin embargo, no apartó al menor.

— ¿Qué opinas? — Pregunta suavemente, viendo de reojo al castaño, quien tenía sus ojos cerrados y se restregaba contra la tela de su suéter de lana beige.

Jungwon abre uno de sus párpados levemente y asiente despacio, sin separarse del mayor.

— Me gusta. — Habla con parsimonia, despegando momentáneamente una de sus manos de la mesa para señalar la prenda de mezclilla azul profundo que ya estaba casi finalizada, pues solo restaba añadirle un par de detalles en blanco para hacerla sobresalir. Jongseong en su boceto pensó que unas franjas destacando en el costado derecho serían un toque perfecto, además de las zonas desteñidas que había añadido manualmente. Park sonríe satisfecho y después, mira con ternura al joven bailarín que dormita sobre su hombro. 

Wonie, deberías dormir un rato. — Dice suavemente, empero, Jungwon en cuanto lo escucha da un respingo y niega frenético. 

— No quiero, siempre tengo pesadillas. — Balbucea y acaba pasando sus brazos alrededor de la cintura del diseñador, apretándolo contra sí mismo. Jongseong habría enrojecido hasta las orejas por su acto de no ser porque, en esos instantes, su prioridad era que el castaño descansara aunque fuesen tan solo unos minutos.

— ¡Al menos recuéstate unos instantes en el escritorio! — Reprocha, haciendo un mohín mientras se sacude para librarse del abrazo del gatito mimoso que era el bailarín adormilado. Jungwon finalmente abre sus párpados y mira enfurruñado al mayor. Yang permanece unos instantes en silencio, viéndolo seriamente hasta que lentamente su gesto cambia a uno travieso cuando una ávida idea surca su mente.

El azabache siente un escalofrío recorrerle ante ello, aún así, no borra su mueca severa y para acentuarla, coloca sus brazos en jarras.

— ¿Qué recibiré si obedezco? — Pregunta con una pizca de diversión en su voz, disfrutando de contemplar como las mejillas del mayor se volvían rojitas. Mordió su labio nuevamente y Jongseong chilla internamente cuando su mirada recae sobre su boca, la cual se encuentra adornada suavemente por una tonalidad cereza.

¿Hacía mucho calor o solo era el rostro de Park haciendo combustión por la tentación que le invadió repentinamente de probar esa boca?

Tal vez un poco de ambas, considerando que el menor lo tenía atrapado entre sus brazos nuevamente, transmitiéndole todo su calor y deleitando a su olfato con su agradable colonia. Jongseong no solía ser muy partidario del contacto físico, pero desde que comenzó a volverse cercano al castaño, se encontró a sí mismo buscando y disfrutando de la cercanía del menor cada vez más.

Park trastabilla un poco, sin embargo, a los pocos segundos acaba por colocar sus palmas sobre el pecho del bailarín.

— Lo que tú desees, tan solo quiero que descanses, pequeño gatito. — Murmura y Yang siente su corazón latir fuertemente a causa del azabache, tanto que se entorpece por su dulce voz y acaba hablando en un impulso, olvidándose por completo de que hace unos instantes estaba cayéndose de sueño, pero es que ese era el efecto que el diseñador tenía en él.

Con solo una sonrisa o una pequeña caricia, Yang se sentía tocando el cielo. Jongseong irradiaba una energía que se le transmitía a Jungwon de una manera increíblemente rápida, la cual era capaz de hacerle olvidar por completo todos los sucesos turbulentos que ahora mismo atravesaba en su vida. Mientras estuviera con Park, todo su alrededor era euforia, era el efecto de Park Jongseong.

Jungwon deseaba tanto mantener eso.

— Una oportunidad. — Replica velozmente, causando que el azabache abriera sus párpados con sorpresa. — Nos gustamos, pero me encantaría que me dejaras entrar a tu corazón. — Yang toma sus palmas con cautela, sintiéndolas temblar levemente bajo su tacto. Le brinda una mirada suave, cuidando no asustar al diseñador y cuando este lo observa directamente con sus orbes oscuros chispeantes de brillo, sonríe alegre. — ¿Podría hacerlo? No tendrías que preocuparte por nada, tan solo déjame quererte.

Jongseong sentía sus latidos desenfrenados y podía apostar a que su rostro era una obra entera de tonalidades rojizas, aún así se las arregló para entrelazar sus dedos y asentir eufórico.

Jungwon lo hacía sentir demasiado bien, así que no dudó en darle una oportunidad a lo que surgía entre ellos.

— ¿Eso significa que ahora estamos saliendo? — Park dice una vez que el bailarín lo ha soltado para, como prometió obedecer, recostarse sobre una esquina libre en el escritorio donde trabajaba el diseñador. Yang casi se ahoga con su propia saliva, por lo que acaba aspirando fuertemente antes de atreverse a alzar la mirada.

— ¿Te gustaría ir a algún lado? Ya sabes... Como una cita. — Dice, nervioso y con las mejillas enrojecidas. Jongseong sonríe completamente encantado.

— Por supuesto. 

Jungwon hace un gesto alegre, resaltando adorablemente sus hoyuelos.

— ¡Genial! Hoy no tengo turno nocturno, si estás libre, podríamos ir a la feria para divertirnos un rato, ¿Qué dices? — Propone, apretando sus puños con una alegría que se le contagia al mayor, sin embargo, recuerda un pequeño detalle que lo hace hacer una mueca, intrigando al menor.

— Lo siento, Jungwonie, hoy no puedo. — Se disculpa apenado y el castaño hace un gesto restándole importancia.

— Otro día será, la feria durará todo el mes así que podríamos ir después. — Habla comprensivo, cosa que alivia al mayor. — ¿Necesitas ir a algún lado? Puedo llevarte, ayer los del taller por fin me dieron mi motocicleta. — Ofrece y Park ríe nervioso al recordar la razón por la que había tenido que rechazar al castaño, pues justo ese día acordó acudir con Lee Heeseung a una pizzería como disculpa por su pantalla rota.

¿Sería buena idea contarle al bailarín? No lo parecía considerando que parecía que este tenía una aversión a la simple mención de Lee. Sin embargo, Jongseong no le veía el punto malo, simplemente iba por la comida gratis y para que el pelirrojo dejara de insistirle en pagar la reparación de su teléfono, así que decidió ser sincero pues deseaba hacer las cosas bien con el menor.

— Uh... No es necesario, Wonie. — Lo llama melosamente, depositando unas pequeñas caricias sobre su melena castaña, relajando de inmediato con ese lindo gesto al bailarín. — Verás... El otro día que fui a visitarte en tu trabajo para mostrarte los bocetos de nuestro proyecto, choqué accidentalmente con alguien y mi celular terminó estrellándose contra el suelo. — Comienza a explicar y pese a que el menor se esfuerza en prestarle atención a sus palabras, los toques suaves sobre su melena y la voz calmada del mayor combinados con el cansancio que arrastra desde días atrás por sus múltiples ocupaciones y trasnochadas acaban por hacerlo dormitar nuevamente, provocando que se pierda gran parte de la charla del azabache, hasta que este menciona un nombre que lo hace respingar y colocarse recto; — ...Heeseung se sentía culpable aunque le dije que no necesitaba pagar la reparación, así que acordamos ir a una pizzería para quedar a mano, él pasará por mi hoy.

¿Qué Jongseong va a qué con quién?

— ¿Lee Heeseung? — Es lo único que consigue murmurar entre la incredulidad y la somnolencia y hace una mueca cuando ve al mayor asentir. — Oh...

— ¡Sólo será un plan entre amigos! — Se apresura en aclarar. — Aunque si soy honesto, voy más por la comida gratis. — Confiesa, causando que el castaño suelte libremente una carcajada a la cual Park se une. Una vez que sus risas han cesado, vuelve a tomar la palabra. — Sé que no te agrada mucho Heeseung... Espero que no te moleste.

Jungwon sacude su cabeza, negando.

— Es tu vida, eres libre para salir con quien quieras independientemente de si me agrada o no. — Habla, rascando su nuca ligeramente. Jongseong asiente de acuerdo y ninguno agrega nada más por unos cortos instantes, sumiéndolos en un silencio algo torpe en donde ambos se esforzaban en buscar algo para decir.

Park no quería resultar entrometido, pero de verdad había algo que su cabeza no podía dejar de preguntarse, así que abrió sus labios sin meditarlo mucho.

— Jungwon, ¿Por qué no te agrada Heeseung? Parece muy amable... — Inquiere. El castaño se tensa y el azabache teme haber errado con su pregunta, tal vez se estaba metiendo en un tema que no debía. — Lo siento, olvida que...

Jungwon lo interrumpe abruptamente.

— Las apariencias engañan, Jongseong. — Su voz, a diferencia de muchas otras ocasiones, sonó tosca y recelosa y el diseñador no pudo evitar cuestionarse el porqué de sus palabras y el cambio tan repentino en su tono. Jongseong casi puede percibir rencor brotando del menor.

No, en realidad sí estaba presente, la mirada ensombrecida de Jungwon fue más que suficiente para confirmarlo.

— ¿Así cómo contigo? — Murmura y Yang arruga el entrecejo al no comprender exactamente a lo que se refería el azabache. — Ya sabes, la pinta de chico malo y lo que dicen de ti por los pasillos, terminaste siendo muy dulce en realidad y no un patea-traseros como aseguraban. — Explica y con ello, Jungwon suelta una risita, sacudiendo su cabeza levemente.

— Digamos que sí, pero no de buena manera. — Su boca se tuerce en una mueca de disgusto, empero, su gesto se deshace cuando el azabache toma su mano que reposaba sobre el escritorio y le brinda un cálido apretón. — Y sobre lo de ser un patea-traseros, tal vez no sea del todo mentira, lo era en mis años en taekwondo, pero solo dentro de las lecciones y torneos. — Cuenta con una sonrisa nostálgica adornando su rostro. Jongseong abre sus párpados con sorpresa ante el nuevo dato acerca del menor.

Guapo, amable, trabajador y ahora deportista, ¿Qué más era ese chico? Park comenzaba a creer que tal vez, Jungwon no era real pues era simplemente fascinante e increíble.

Yang deja escapar un suave suspiro y le dirige una mirada con algo que Jongseong distingue como preocupación. 

— Sé que es tu decisión pero por favor, ten cuidado con confiar en Heeseung. — Le suplica y se siente tentado a indagar por la razón, pero decide mantenerse al margen en cuanto al tema, al menos por el momento. Asiente calmado.

— Tranquilo Jungwonie, sé cuidarme solo. — Asegura plenamente confiado, pasando sus brazos alrededor de su cuello. Jungwon, quien se encuentra sentado sobre un banquito, se aferra a la cintura del mayor. 

— Lo sé, es solo que... Quisiera cuidarte de todo. — Murmura y Jongseong, quien se encontraba desprevenido, siente el corazón desbocársele cuando los labios del bailarín se presionan contra su mejilla en un adorable contacto.

Tal parecía que Yang Jungwon también surtía un efecto en Park Jongseong, uno que le causaba una revolución en el pecho y lo volvía un tomate hecho persona.



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