Capítulo 2

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- Los Élderes han estado sufriendo varios ataques, en el último año han habido cinco cuando por décadas no tuvimos alguno. Tres de estos han sido en los últimos seis meses y están comenzando a exigir la intervención del Alfa general de los licántropos asiáticos. - Namjoon comentaba mostrándole varias fotos a su líder.

- Los pocos ancianos que nos quedan están asustados. Temen por sus vidas y lo peor es que ni siquiera conocemos la raíz o el motivo por el que están siendo atacados, Alfa. - Hoseok agregó colocándole varios documentos delante al pelinegro que en su silla acariciaba su mentón pensativo, estirando una mano para ver los documentos. - Están solicitando tu presencia en el consejo.

- Iré la próxima semana. - Espetó Jungkook, el Alfa de los alfas, mirando sus lugartenientes tras un breve vistazo a los documentos. - Hoseok, envía a un grupo de betas bajo tu mando junto a dos alfas entrenados de cada una de las cuatro manadas para velar por su seguridad. En este momento esa es nuestra prioridad, que se mantengan a salvo. Yo iré personalmente la próxima semana. ¿Alguna respuesta de los éter?

- Siguen aislados a lo largo del todo el polo norte y no quieren mezclarse con las manadas de ningún continente. - Respondió Namjoon. - Lo siento, no he podido convencerlos, líder.

- Sé que siempre haces lo posible. - Comentó observándolos, notando como sus dos hombres de confianza y también amigos, seguían distanciados. - ¿Ustedes dos no piensan hablar? Sé que el matrimonio es cosa de dos pero si ustedes están mal, entonces nosotros tres no podremos funcionar bien.

- No dejaremos que interfiera con nuestro trabajo, se lo puedo asegurar. - Namjoon se inclinó en una venia sin dirigirle la mirada a al beta que tenía por esposo. - Ahora, si me permite, debo ir a revisar el nuevo cableado de seguridad.

- Hoseok...

- Ya sabemos que él nunca ha estado feliz de que nos hayan unido por la fuerza en nuestra antigua manada. - Musitó Hoseok con una sonrisa que no iluminaba. - Un alfa y un beta juntos no es la unión esperada.

Jungkook no respondió, estaba consciente que su matrimonio fue arreglado por sus familias. Conocía su historia, eran unos románticos empedernidos que creían firmemente en los destinados, los llamados y esa serie de cosas. Por un momento parecieron tener sentimientos, lo supo cuando los encontró a ambos heridos en el bosque después de huir de su antigua manada ya disuelta, mas ahora, aunque quedaba la amistad, respeto, lealtad y hasta cariño, ellos se mostraban cada vez más indiferentes con el otro. No quería interferir pero estaba preocupado que esto interfiriera con sus deberes, no obstante, confiaba en ellos.

- Pero siempre sabremos cómo sobreponernos a las adversidades. - Hoseok continuaba hablando pero calló al notar como el contrario olisqueaba en el aire, viendo sus ojos tornarse rosos.

A rápidos pasos, Jungkook se acercó a la ventana de su estudio  mirando en dirección al bosque que lo rodeaba. Los latidos de su corazón se agitaron, el olor a alfa en su forma de lobo llegaba a él pero no podía captar un aroma específico. Cerró sus ojos para concentrarse mejor con su oído y gruñó, estaban invadiendo su territorio. La puerta se abrió y él se volteó con sus caninos sobresalientes, encontrándose con Namjoon.

- Líder, tenemos invasión. Es el mismo licántropo de hace unas horas, pertenece a la manada Mul. - El gruñido de Jungkook fue lo último que se escuchó antes de que este saltara por su ventana y transformara en el aire, cayendo ya en su forma de lobo sobre la tierra, echando a correr.

De esta forma sus sentidos se amplificaban, podía sentirlo. Dos veces en un mismo día no era normal, mucho menos si te trataba de su manada enemiga por tantos años. Si bien estaban en tregua, los Mul y Bul, no habían hecho las pases en más de cuatro décadas, cuando su padre estaba al mando.

Escuchaba los vigilantes de su manada cerca, normalmente, él no interfería directamente y tenía buena tolerancia con los que cruzaban su territorio de paso. Mas un alfa dominante como él, de una manada enemiga, invadiendo la zona por segunda vez en el día, era razón de sobra para demostrarle su lugar y troncar cualquier intento de su parte ya fuera de invasión, ataque u otro plan.

La fuerza con la que el aire batía contra su pelaje tan negro como el ébano, como sus patas se hundían en la tierra, el crujir de las ramas secas, todo le dejaba saber que corría a una gran velocidad. Su oreja se movió captando los pasos del otro e hizo a su lobo girar en la otra dirección sin detenerse. Entre los arbustos un lobo extremadamente blanco resaltaba en su campo de visión, confundiéndolo ligeramente pero reconociendo que seguramente era el heredero de la manada Mul. Todos sabían que él y su difunta madre eran los únicos lobos blancos del continente asiático.

El lobo blanco saltó sobre un tronco caído y antes de brincar otro, Jungkook puso toda su fuerza en sus patas traseras para impulsarse y dar un amplio, alto y certero salta mostrando los dientes que se clavaron en el lomo del intruso para derribarlo. Como era de esperarse, su fortaleza natural no se lo dejó fácil, asechando con su mirada, lo vio reincorporarse.

De haber querido, lo hubiera rematado en el momento que lo hizo caer pero, sabía que matarlo de esa manera provocaría una gran guerra que en ese momento prefería evitar. Esa mordida solo fue un aviso que esperaba que el contrario captara. De no hacerlo, no tendría más remedio que hacerlo perecer en ese bosque dentro de su territorio.

Aguardaba que agachara las orejas y bajara su cola, que diera un paso atrás o se sentara para él dar por terminado el encuentro pero para su sorpresa, el lobo blanco se incorporó dejándole saber sus intenciones, alejándose cuando este lo atacó. Elevando sus patas delanteras empujó su cabeza alejándolo de él. Volvió a atacar el lomo ensangrentado pero el otro alfa se movió con agilidad, no lo engrampó como quería pero aún así en su boca quedó un fragmento de carne y pelos que dejó caer, lanzándose una vez más al ataque.

Era fuerte, grande, mucho más grandes que la mayoría de los lobos en las cuatro manadas de Asia Oriental pero su falta de destreza le dejaba ver que no se mantenía activo, estaba fuera de entrenamiento y eso le daba ventaja aunque pusiera al adversario en una situación peligrosa. Mordió su pata trasera, sus garras lastimaron su hocico, su estómago en una de las veces que lo derribó y su lomo una y otra vez a lo largo de su cuerpo.

Sin fuerza debido a la pérdida de sangre, el intruso volvió a atacarlo pero esta vez ni siquiera se le acercó lo suficiente y Jungkook lo sometió bajo de su cuerpo aprovechando la oportunidad. Vio la lengua del contrario salir y embarrarse de tierra, agitado, vencido. Su deber era terminarlo, su instinto se lo exigía, su ego y orgullo animal pero su parte humana y racional lo hacía analizar correctamente la situación.

Tenía demasiado de lo que ocuparse en esos momentos como para agregar a su lista una guerra con los Mul. Fuego y agua estaban destinados a no llevarse del todo bien pero eso no sería ese día, no por su causa. Además, estaba mal herido y eso abría dos posibilidades; regresaban a vengarse, cosa que le daría tiempo para prepararse o decidían dejarlo todo como lo que fue, una advertencia.

Como si quisiera terminar con todo en ese instante. Así le pareció al lobo negro que se encontraba el invasor cuando vio esos brillantes ojos que se perdieron en los suyos. Se acercó para agarrarlo por su pelaje y llevarlo a su manada de regreso pero se detuvo por un instante. Por breves segundos el olor de ese lobo cambió, un olor extremadamente familiar que le hizo alejarse y rodearlo mientras olía a fondo cada parte de su cuerpo ignorando el hedor de la sangre.

Sin embargo, así como apareció se esfumó, haciéndolo lanzar un bajo quejido mientras sin poder evitarlo sus orejas se volvieron gachas. Movió con su cabeza su cuerpo, lo olisqueó una última vez antes de que el sonido de las ramas lo hizo elevar la mirada y volver a tomar su forma humana.

- Señor. - Musitó Namjoon oliendo que el blanco animal seguía con vida, mirándolo sorprendido.

- Llévenlo a la manada Mul donde pertenece y explíquenle lo ocurrido. - Respondió tambaleándose.

Él no estaba herido, no de gravedad, aquello que podría recibir en un entrenamiento cualquiera pero su fuerza temporalmente pareció abandonarlo. Su vista se nubló, se sentía sudar frío pero a la vez su interior ardía. El alfa Kim se acercó para sostenerlo pero no permitió que lo tocase, cambió a su forma de lobo y corrió hacia su mansión.

Fueron escasos minutos que parecieron eternos, cuando retomó la forma humana para entrar casi se arrastró por el suelo antes de llegar a la escalera socorrido por Hoseok. Este pelirrojo beta no lo tocó pero sí se mantuvo detrás de él para caso de emergencia. Arrugó su nariz por el olor que desprendía Jungkook, demasiado fuerte y no entendía por qué justo en ese momento cuando aún no le tocaba.

La piel del líder brillaba ante el sudor que lo recorría, haciendo incluso su cabello chorrear, sus garras estaban fuera al igual que sus colmillos. Como un licántropo que no era por completo hombre pero tampoco lobo, manteniéndose en esa línea media, su cuerpo hizo muestra de su naturaleza, quedándose justamente en una transformación intermedia.

Algo preocupado, Hoseok lo vio perdiéndose no en su habitación habitual sino en aquella que permanecía completamente vacía. Con la última cordura restante, el pelinegro le entregó la llave y sin decir más, entró al cuarto. Sabía lo que tenía que hacer pero en todos los años que llevaba ahí desde que los acogieron, esta era la segunda vez que veía a Jungkook en ese estado, lucía mucho peor. La única habitación con llave y no códigos, con puertas blindadas, casi un búnker para uso exclusivo del alfa.

El fuerte olor de su rutina y un alto gruñido lo hizo cerrar rápidamente la habitación. Por suerte el único omega de ese lugar no se encontraba presente sino en esos momentos hubieran tenido muchos problemas porque la fuerza de sus feromonas en ese instante eran tan fuertes que cualquier omega con las defensas bajas podría entrar en celo en un santiamén con solo olerlo.

Justo cuando terminó de cerrar, brincó en su sitio al sentir el fuerte impacto contra la puerta, escuchaba el rechinar de sus garras, sus aullido y la forma en la que perdía el control como los licántropos más salvajes y de antaño. Apretó con fuerza la llave, durante tres o cuatro días, absolutamente nadie podría entrar ahí si querían permanecer con vida.

- ¿Dónde está? - Preguntó el líder de la manada Mul observando con enojo al omega. - Ya debería estar aquí, en una hora se da inicio a la ceremonia.

- No me comunicó para dónde iba pero su hijo deberá hacer acto de presencia en cualquier momento. - Contestó con su cabeza gacha, preocupado por su amigo.

Sin embargo, sus oídos captaron un barullo que lo hicieron fruncir el ceño y al elevar la vista, se percató que el contrario parecía haberlo sentido igual, recibiendo un asentimiento de su parte. Jimin inclinó cuello y salió de la habitación con el alfa, tomando del pasillo dos pistolas de las tantas armas que adornaban la pared. Mientras caminaba se aseguró que estuvieran cargadas y una vez que lo hizo, chifló con fuerza, corriendo hacia la entrada del condominio seguido por varios alfas igual de armados que él.

Frente a ellos, un gran grupo de hombres se mostraron, apestaban a Fuego y por esto, sin meditarlo mucho, empuñó y elevó sus armas, siendo imitado por sus hombres. Sus enemigos también elevaron las suyas pero un gruñido logró calmarlos, bajándolas y haciéndose a un lado para dejar pasar a un gran lobo gris que llevaba sobre su lomo al ensangrentado lobo blanco, su alfa.

Los ojos del omega se ensancharon, corriendo casi hacia ellos, frenando en seco cuando el aroma desprendido por el alfa que lo cargaba llegó hasta él. Vio al lobo gris agachar sus orejas en cuanto colocó a Taehyung en el suelo, girando su cabeza hacia el lado, moviendo su cola.

Maldición.

¿Era eso en serio? ¿Cómo podría ser un estúpido alfa de la manada el tan mentado destinado suyo? Realmente se rehusaba a ello, no le importaba lo que su lobo pudiera sentir, estaba tan acoplado a él que sabía que ni el más fuerte de sus quejidos rompería su voluntad. Conteniendo su respiración, caminó junto con dos de sus alfas hasta el cuerpo de lobo blanco, apuntándole en la cabeza al alfa. Una lamida llegó a su mano y por instinto o quizás sorpresa, golpeó al dueño de esa lengua y se alejó.

- ¿Qué demonios le hicieron? - Cuestionó molesto, quitándole el seguro a su Beretta mientras veía al lobo gris transformarse.

El cuerpo de un gran hombre que nada tenía que envidiarle a su lobo gris en tamaño y presencia quedó desnudo, levantándose y siendo cubierto por dos betas que también iban con él. Lo vio acomodarse su cabello gris hacia atrás y mirarlo con seriedad, sin rastros de sentir o ser afectado por su ahora conocida conexión.

- Invadió nuestro territorio dos veces en el mismo día. Nuestro líder le advirtió, pero no se retiró, lo enfrentó y estas son las consecuencias. La manda Mul sabe que tiene terminantemente prohibido adentrarse en nuestros territorios aunque sea de paso, deben bordearlo, pero nunca cruzarlo sin un aviso o acuerdo previo. Esperemos que no vuelva a ocurrir en el futuro. - Inclinó su cabeza y sobre el hombro de omega vio al alfa líder de los Mul que los miraba con enojo. - Deseamos que se recupere pronto.

Jimin quería dispararle, realmente quería hacerlo pero de soslayo miró a su jefe, viendo la sutil negación que le impedía arremeter contra esos imbéciles altaneros y autosuficientes. Sin permitirle responder, Namjoon dio la vuelta en medio de sus hombres, siendo luego seguidos por estos con un grupo que seguía de espaldas procurando que no hubiera algún altercado innecesario.

Una vez desaparecieron, Jimin corrió en busca de Taehyung, despidiendo a quienes curaron sus heridas superficiales y algunas más profundas. La ceremonia de sucesión había quedado cancelada, definitivamente esa noche no se volvería el líder de la manada por causas mayores pero lo más probable era que apenas despertara fuera presionado.

Con lágrimas en sus ojos, Jimin sonrió sintiendo su pecho doler al verlo en ese estado, se acercó con cuidado y perdió sus dedos por el coposo pelaje blanco, enmasillado por los idiotas de la otra manada.

- Estás en casa, Tae. Estás a salvo. - Besó su cabeza y los ojos del lobo blanco se abrieron débilmente, resoplando adolorido al verlo. - Está bien, descansa, yo estaré cuidándote.

Sin pensarlo mucho, dejó su ropa acomodado a un lado y se transformó, subiendo a la enorme cama donde su amigo yacía, acercándose a él para acostarse y lamerle las heridas, ayudándolo en su proceso de curación.

Cuando sufrían heridas o dolores severos, optaban por quedar en su forma animal, sanaban más rápido y todo era más fácil de soportar. Algunas veces podían decidir si querían cambiar o no pero cuando la fuerza era nula, aunque quisiera, la licantropía no funcionaba y debían permanecer como lobos hasta que se sintieran mejor. Por eso Jimin estaba tan preocupado por el dolor que seguramente Taehyung estaba soportando como para no poder cambiar a su forma humana. Pasó un buen rato lamiendo sus heridas hasta que se arrastró por la cama, pasó la lengua por debajo de su cabeza para pegar la suya y cerrar sus ojos.

No estaba del todo inconsciente. Kim Taehyung sentía todo lo que ocurría a su alrededor pero no tenía ganas o fuerza para lidiar con ello. Por momento, recuerdos de aquel enorme lobo negro llegaban a él, sus rojos ojos, sus colmillos... No supo cuándo perdió el conocimiento pero aún recordaba el miedo mezclado con alivio que sintió envuelto en ese olor tan fuerte, se relajó y pensó incluso que no hubiera sido una mala tarde para morir si esas eran las condiciones.

Ahora, se preguntaba cómo luciría ese alfa en persona. A veces se sufrían decepciones dado que los lobos cautivaban pero una vez en su forma humana, la magia desaparecía porque nada tenían que ver.

Olisqueó con sus ojos cerrados, luego con ellos abiertos, perdiendo su nariz en el pelaje de Jimin. Quizás era el único olor omega que lo reconfortaba, le gustaba, le recordaba incluso a su mamá pero en ese momento se estaba tornando un poco más intenso mientras dormía. Reconocía ese olor pero Jimin no estaba supuesto a entrar en celo todavía y era peligroso la cercanía. No obstante, era solo precalentamiento, aún era débil así que quizás lo que quedaba del día lo podían pasar tranquilos juntos, ya mañana la historia sería diferente.

Cerró sus ojos, aquellas esferas rojas volvieron a aparecer en sus pensamientos y se regañó a si mismo cuando su cola se agitó entusiasmada mandándole corrientes de dolor. Los alfas eran su maldita debilidad, debía reconocerlo.

- ¿Qué ocurrió? - Indagaba Hoseok viendo a Namjoon aún cubierto de sangre entrando a su habitación compartida, siguiéndolo y viéndolo entrar corriendo al baño. - Dime al menos si necesitas algo.

- Solo.

- ¿Qué? - Preguntó apoyado en la trancada puerta. - No pude escucharte bien.

- Que me dejes solo, es lo único que te pido. - Lo escuchó decir. Se alejó con parsimonia mirando hacia la puerta, pensativo. Entonces, aunque su olfato era débil en comparación con los alfas u omegas, percibió el olor que bailaba en el aire.

¿Qué estaba sucediendo hoy que esos dos alfas entraron en su rutina aún cuando no les tocaba?

Élder: Ancianos sabios o los de mayor edad en una tribu/manada. Ordenados en el Sacerdocio de Melquisedec. Tienen autoridad para otorgar el don del Espíritu Santo. · En esta historia son también una especie de sacerdotes para los lobos y tienden a vivir por más de un siglo si no son asesinados. Tienen poderes. ·

Rutina: El celo de un alfa.

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Estoy tratando de sacar los capítulos que dejé terminados de mis historias, aún estoy convaleciente y no puedo escribir por lo que agradecería que no me atosigaran con las actualizaciones. Debo hacer reposo y, cuando pueda volver a escribir, comenzaré a actualizar más regularmente. Espero que me entiendan y que todos estén saludables.

Pd: perdón por los errores que puedan encontrar,
LORED

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