Capítulo 3

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Como si fuese zambullido en un volcán saliendo de su inactividad mientras era envuelto en jazmines, Taehyung abrió sus ojos de golpe. Su nariz no necesitaba olisquear el aire para buscar la procedencia de ese aroma. Jimin definitivamente había entrado en su celo.

Con los años, se había acostumbrado al olor del precalentamiento de su mejor amigo. Esto no le afectaba y quizás por eso pudo continuar durmiendo con él a su lado sin problema pero ahora estaba recibiendo la primera oleada de su celo llegando a su punto máximo y era tentadoramente abrumador aún cuando a él no solían afectarle los omegas en celo.

En ese instante era incómodo, sentía su cuerpo reaccionar a él porque sin percatarse, Jimin incluso estaba secretando feromonas de apareamiento al tener a un alfa tan cerca. Yacía en su cama ya en su forma humana, revolcándose dormido como si estuviera ardiendo en fiebre.

Seguía sin entender cómo el pelirrojo teniendo un ciclo tan regular, había vuelto a entrar en estro cuando ni siquiera se cumplían dos meses desde el último. Los lobos comunes tenían ciclos anuales o semestrales, esto era así para hacer coincidir el nacimiento de las crías con la época de mayor cantidad de alimentos disponible, clima más cálido o momentos propicios de migraciones en dependencia de su geografía.

Los licántropos como ellos con el poder para cambiar de forma, tenían estros un poco más regulares. Jimin por ejemplo, tenía cada cuatrimestre su celo y él hasta el momento siempre lo ha tenido dos veces al año, cada seis meses. Gracias a su cercanía y para evitar percances como aquel que ocurrió cuando recién se presentaban, ambos llevaban la cuenta y ponían distancia cuando sus estros se acercaban.

Cerró los ojos para hacer un nuevo intento de transformación y, aunque aún un poco débil y adolorido, lo consiguió. Amaba su capacidad de curación en su forma mamífera pues era verdaderamente veloz. Su nuca y espalda le ardía un poco, todavía podía sentir las garras y colmillos de aquel alfa.

Hasta el momento había escuchado bastante de él, era el líder de los alfas y con esto gobernaba a todos los lobos de Asia oriental que jerárquicamente estuvieran por debajo suyo. Los únicos exentos de obediencia absoluta en teoría eran los élderes del consejo general. Incluso los ancianos de menor poder como algunos que representaban manadas más pequeñas y no las cinco principales, debían acatar su mando.

Había oído muchas cosas de su persona pero esa fue la primera vez que estuvo remotamente cerca suyo. Una vez estuvo en la manada para conversar con su padre cuando acababa de derrocar al antiguo líder Bul pero, como en aquel entonces todavía él no tenía potestad suficiente como para participar en las reuniones y tampoco le importaban, no pudo verlo.

Seguía sin conocer su aspecto humano pero a su maldito lobo quizás nunca lo olvidaría. Lo derribó con tanta facilidad que estaba avergonzado consigo mismo. Un alfa como él fue nada ante ese imbécil y, en un enfrentamiento como ese, no podía hacer uso de sus habilidades para adentrarse en su cerebro y quebrarlo desde adentro. Las peleas físicas extensas le pasaban factura pero con ese otro alfa todo sucedió tan rápido.

Cerró los ojos cuando la imagen de sus dientes y rojas irises a punto de devorarlo invadió su visión. Esperaba pronto dejar de revivir ese momento. Por inercia, llevó la mano a su cuello y palpó la zona, retirándola rápidamente por la incomodidad pero también, lo la nariz y labios que recorría su cuello.

— Mierda, Jimin... No hagas esto. — Se quejó bajo y esto bastó para que el pelirrojo luchara por mantener su cordura, arrastrándose fuera de la cama. — Quédate aquí en mi habitación, mi olor siempre te ayuda a sentirte un poco mejor. Yo me mudaré temporalmente a la otra recámara.

— ¡Vete ya, Tae! — Gruñó entre jadeos, conteniéndose, volviendo a ser él. Nunca fue fácil pero no sucumbiría a sus instintos de omega para arrastrarse y mendigar la polla de un alfa. — ¡Salte!

— Uy qué agresivo. — Intentó bromear mientras se vestía rápidamente pero veía la agresividad de Jimin emerger junto a sus caninos y garras. — Ya voy, ya voy... Tienes en el mismo cajón de siempre lo que usas, yo no lo he tocado, ni siquiera mirado. S-Si crees que no puedes soportarlo y me necesitas, aúllame.

Jimin asintió sonrojado con su mirada baja. No podía negar que estaba curioso por saber qué desencadenó su celo de esa forma. Jimin incluso tomaba supresores regularmente, por lo que era extraño que su olor saliera con tanta intensidad. No recordaba alguna vez haberlo sentido emanando ese aroma de jazmín como en ese momento.

Suspiró en la puerta antes de abrirla. Miró preocupado a Jimin sabiendo que era horrible pasar por su celo solo sin la ayuda de alguien. Lo ideal sería un alfa pero Jimin prefería morir antes de entregarse a un alfa por la urgencia de sus instintos. En otras ocasiones había intentado pasarlo con otros omegas o betas y esto lo ayudaba un poco pero el pelirrojo prefería pasar por sus ciclos solos. Por muy doloroso que fuera, deseaba pasar por eso solo sin la necesidad de un compañero.

En su rostro se dibujó una sonrisa que pese a todo fue devuelta y este le facilitó el poder salir de ahí para enfrentarse a otra batalla infernal sol que esta vez no sería con un desconocido sino con su propio padre.

+++

— Sabes que no hallo justo el que pases mis rutinas conmigo. — Musitaba Namjoon apoyado a la puerta del baño mientras escuchaba la respiración de Hoseok al otro lado. — Son fuertes, largas y algo dolorosas para ti.

— Pero no me desagradan, todo lo contrario. Tú nunca me has hecho daño físicamente, aún en tus peores momentos logras controlarte y no te olvidas de hacerme sentir bien. — Con un suspiro, apoyó su frente a la puerta. — Permíteme ayudarte... Aún cuando mi olfato no es tan excelente como el tuyo y no tenemos un lazo más allá de nuestro matrimonio, puedo sentir tu sufrimiento en estos momentos.

— Hoy menos que nunca siento que es... Correcto. — Contestó con dificultad, sintiéndose algo mareado y con sudoraciones. — Nos hemos distanciado, no nos amamos como quizás deberíamos pero te quiero y no me gustaría lastimarte física o emocionalmente, Hobi. Por favor.

El aludido guardó silencio, cerrando sus ojos con fuerza antes de elevar sus comisuras. Le recriminaba siempre muchas cosas pero sabía que de Namjoon no tenía quejas. Ese alfa puso su vida en la línea cuando su antigua manada fue masacrada y les tocó huir. Aunque se debilitó, Namjoon jamás lo dejó atrás. Cazó para él, lo acompañó y mantuvo vivo hasta que por casualidad Jungkook se cruzó en sus caminos.

No era un mal esposo pero tampoco lo que que quería, fue inconforme y siempre deseó más de lo que el contrario pudo darle. Como él, tampoco quiso ser emparejado con un alfa, mucho menos casarse pero desde el comienzo fue tan comprensivo y lo apoyó tanto que sin saberlo fue cayendo en un profundo enamoramiento. Ahora sabía que entre ellos no había ese tipo de amor que revolvía los estómagos pero aún así, el cariño era lo suficientemente fuerte como para dar la vida por el otro.

— Supongo que no esperabas encontrarte hoy con tu destinado. — Musitó escuchando la respiración de Namjoon trancarse. Así que era eso. No estaba seguro pero ese cambio en su respirar confirmaba sus sospechas. No existían muchas razones como para entrar en su rutina en ese momento. — ¿Sentiste el llamado?

El llamado... Era un poco difícil explicarlo cuando muy pocos lo experimentaban. Impredecible hasta cierto punto pues, muchos encontraban a su destinado, emparejándose fructíferamente pero, sin llegar a sentir el tan mítico llamado.

Reaccionaban físicamente a sus destinados, muchos no podían evitar volverse posesivo con su pareja, no obstante, ese llamado de su lobo y persona por igual, muy pocos lo experimentaban.

Con el paso de los años incluso había dejado de considerarse importante. Se creía que era suficiente con los destinados que algunos ni siquiera llegaban a conocer como para agregarle también los llamado que muchos no sentían ni con sus destinados.

— L-Lo sentí pero no reaccionó a mí. Fue muy extraño. Agh... — Gruñó ante las punzadas que parecían clavarse en diferentes partes de su cuerpo.

— Ábreme, Namie... Por favor, déjame ayudarte ahora, después pensaremos juntos cómo haremos con tu omega. Pero eso será después de que termine tu rutina, sale.

El ruido del otro lado le avisaba que el alfa se estaba moviendo y, cuando la puerta se movió levemente, suspiró aliviado sabiendo que este finalmente la abriría. Sonrió complacido cuando sintió la mirada sobre el cuerpo desnudo que estuvo preparando para él dado que sabía que sería mucho mejor ahora para evitar contratiempo si Namjoon se agitaba un poco ansioso.

Sus irises color ámbar resaltaban brillante, su cabello estaba desordenado, cada vena y músculo de su cuerpo resaltaba bajo su contención. Sus manos sangraban y esto no era más la confirmación de que había estado canalizando su rutina infligiéndose dolor al clavarse sus propias garras para mantenerse cuerdo. Sus labios de igual forma mostraban las marcas de esos caninos que sobresalían, enrojecidos por su sangre.

Eso siempre le dolía un poco y le molestaba que en todos esos años lejos de su manada no había podido quitarle esa costumbre. Allá los disciplinaban con dolor muchas veces pero Namjoon se llevó la peor parte con el padre que le tocó. Siendo el líder, tenía control absoluto y no tenía piedad ni siquiera con su propio hijo. Esto fue algo que los unió un poco a Jungkook, este simpatizó con ellos en cuanto supo quién era Namjoon. Aunque su había decidido renunciar a todos sus derechos como futuro líder para seguir a Jungkook, aunque se prometieron dejar el pasado atrás, todos tenían secuelas difíciles de superar.

— N-No tengo buen control de mí hoy. — Avisó Namjoon aferrándose a la puerta con fuerza haciendo la madera crujir. — Puedo ser algo brusco.

— Lo sé pero confío en ti. Mira cuánto has estado controlándote todo este tiempos sucumbir a tus instintos. — Se acercó lentamente para acariciar sus garras, viendo como sus uñas se encogían y una mano común volvía a mostrarse. — No seré el omega que anhelas, sé que nosotros realmente no tenemos un matrimonio convencional pero aquí estoy para ti. Como esposo y amigo de infancia.

Eliminó la distancia sobrante para besar su cuello pero al escuchar el gruñido contrario fue directo a sus labios. No necesitó saltar, Namjoon lo levantó completamente para llevarlo a la cama mientras él se encargaba de desgarrarle los ripios de ropa que seguían cubriéndolo. Sintió el impacto de las sábanas en su espalda, vio los caninos de Namjoon fuera y, antes de abalanzarse a él, notó como luchaba consigo mismo para esconderlos.

Nunca se permitiría dañar a Hoseok y ambos lo sabían. Esa sonrisa que recibía de parte del peli naranja, bastó para asentir y acercarse lentamente. Había pasado tanto tiempo desde que él había sentido el toque de otra persona que temía perder los estribos de muchas maneras pero se controló. Disfrutaba la imagen frente a él, estirando sus manos para recorrer el cuerpo del bien formado beta.

Sus labios trazaron camino no tan desconocido que hizo que Hoseok se derritiera entre las sábanas. Aún en su estado y la falta de encuentros íntimos en el último año, Namjoon seguía conociendo los lugares donde él quería que tocara. Sabía que a pesar de que estaban ahí por su desencadenada rutina inesperada, el beta necesitaba alomas que algo en él penetrándolo sin fin. Por eso lo abrazó e hizo sentir cuidado en cada momento por muy fuerte que en ocasiones fuera.

Hoseok apenas podía sostenerse cuando el alfa se abrió camino hacia abajo, sus labios y lengua encontraron lugares sensibles para besar, lamer para estirar. Se sintió como una roca cayendo entre las olas que lo empujaban y tiraban, no podía distinguir entre arriba y abajo. No podía pensar en nada más que Namjoon y lo que le estaba haciendo sentir en ese instante, algo que había extrañado en demasía.

El alfa se tomó su tiempo para prepararlo un poco más pero, una vez que lo penetró, la calma se esfumó. Se aferró a las caderas contrarias con fuerza, lo colocó de muchas maneras, lo hizo jadear, inclusive gritar con cada embestida mientras no dejaba que su pecho se despegara un milímetro del colchón den donde lo tenía inmovilizado. Mordidas, besos, palabras reconfortantes y caricias. A Hoseok siempre se le dificultó soportar su nudo por ello, cuando lo sintió comenzar a hincharse hizo ademán de retirarse pero el contrario se empaló por si mismo hasta el fondo.

— H-Hobi... — Musitó viendo su frente sudar aún cuando estaba de espaldas, acariciándolo, besando sus hombros. — ¿Por qué hiciste eso? ¿Estás bien? — Asintió pero él no se sentía conforme. — Mierda. — Gruñó intentando alejarse pero viendo que ya estaban completamente unidos y un movimiento e falso lo desgarraría por completo.

El de cabellos naranja agitaba su miembro como podía desde esa posición porque dolía pero también le gustaba y el placer lo estaba sacudiendo por completo. Namjoon se aferró a su espalda entregándose por completo a esa sensación de larga liberación junto a su esposo aunque esto solo fuera una pequeña parte porque estarían un buen tiempo anudados hasta que él terminara de vaciarse por completo y su nudo se disolviera.

No pensó que el nudo se formaría tan rápido, normalmente, cuando entra en su rutina, tarda bastante en lograrlo pero definitivamente todo estaba resultando diferente. No fue tan largo como lo esperó, ni siquiera duró dos días y aunque estuvo aliviado, seguía un poco confundido pero sabía que su confusión no desaparecería hasta que él no se encontrara con su omega. ¿El único inconveniente? Este parecía no tener el mínimo interés en él.

— ¿Señor? — Con precaución, Hoseok abrió la habitación de Jungkook mientras Namjoon permanecía distante por precaución.

Los alfas eran territoriales, posesivos, agresivos muchas veces por su naturaleza y durante su estro, sentir a otro de su misma casta cerca suponía una amenaza.

— ¿Está bien? — Indagó Namjoon observándolo confundido por una rendija que el cuerpo de Hoseok le permitía.

Jungkook yacía desplomado en el suelo y, aunque su olor había disminuido tres días después de haber sido encerrado ahí, no había recuperado su forma humana por completo.

— Supongo que esta es la verdadera definición de hombre lobo, cuando no somos por completo hombres pero tampoco lobos quedándonos en medio de la transformación. — Comentó Hoseok entrando con una gran palangana de agua y tres kilogramos de carne cruda para él.

Ellos también comían la comida de los humanos pero no dejaban de cazar en ocasiones especiales y, el resto del tiempo, preferían comprar la carne más fresca, cruda y sin procesamiento alguno para poder consumirlos mejor. Principalmente antes y después de sus épocas de celo, cuando eran heridos de gravedad o sus sistemas se debilitaban.

— Los licántropos tenemos algunas ventajas. — Musitó Namjoon viendo a Jungkook abrir los ojos. — ¿Me retiro, alfa?

— No hace falta, Nam. No sé por qué mi cuerpo no ha podido regresar a la normalidad pero estoy bien, soy yo en mi estado sereno. No moderé. — Intentó reír recibiendo la palangana de Hoseok. — Dios, moría de sed y no lo sabía. — Se inclinó pero antes de beber arrugó su nariz y los miró. — ¿Estuviste en celo?

— Ah sí, eso... Em... — Bajó la mirada y asintió. — Sucedió.

— Ya veo. — Desvió su mirada para Hoseok y luego al otro alfa en la habitación. — ¿Sucede algo?

— Recibimos una llamada. Regresan hoy a Corea del Sur. — Espetó Namjoon ganándose la atención del peli naranja. — Deberían aterrizar en unas cinco horas. ¿Debo ir a recogerlos personalmente?

— Yo podría hacerlo. — Se ofreció Hoseok y el pelinegro sonrió. — Tú debes encargarte de la sede central y los élderes junto con Jungkook. Tenían que haber ido desde hace varios días, no han dejado de llamar.

— Tiene razón, no podemos retrasarlo por mucho más. A más tardar la próxima semana deberíamos reunirnos con ellos. Encárgate de eso y Hobi, por favor, encárgate tú de recogerlos en el aeropuerto con solo los hombres necesarios de forma discreta. No queremos llamar la atención demasiado.

— Lo sé, señor. Como usted mande. — Sonrió colocándole la carne junto a él, disfrutando de verlo comiendo con ese apetito voraz.

+++

— ¿Cómo te sientes? — Preguntó Taehyung sin dejar de relamer sus labios viendo al pelirrojo entrar a su habitación.

— Aquí el que debería estar preguntando eso soy yo. Me encuentro perfectamente bien, el que está a punto de ser desangrado y convertirse en el alfa de una de las manadas de lobos más poderosas de toda Asia Oriental y quizás, Asia en general, eres tú. — Sonrió acercándose a él para tomar sus cachetes y mirarlo. — Ey, estaré a tu lado.

— Lo sé pero aún así estoy nervioso. Sabes que no quería esto, además, vendrán demasiadas responsabilidades que no quiero. — Hizo un puchero y Jimin no pudo evitar sonreír.

— Hay que verle el lado positivo a todo. Tu padre se retirará, yo no tendré que responderle más directamente y ambos nos libraremos de su yugo opresor. — Elevó sus cejas varias veces de forma divertida.

— Eso hay que celebrarlo.

— Pero, eso tampoco significa que te dejaré hacer lo que te dé la gana. Hay que moderar tus fiestas porque somos muchos los que dependeremos de ti, Tae. No puedes tomar esto a la ligera, quieras o no, es tu responsabilidad asumir el mando.

— Le quitas lo divertido a la vida. — Protestó y el mayor rió. — ¿Me das un besito y me relajas?

— No seas descarado Tae, además, no hay besito si no me das tu culito. — Bromeaban eliminando un poco la atención. — Si me lo das puede que me lo piense.

— En estos momentos podría dártelo. — Suspiró cerrando sus ojos. — Y pensar que hace unos días atrás soy yo quien casi coge el tuyo. Que estúpido fui. — Con fuerza, el pelirrojo golpeó su cabeza porque desde que salió de ese celo exprés que aquel alfa le provocó, Taehyung lo había estado molestando con el hecho de que casi se le tira encima. — Algún día volverá a ser mío.

— Sueña, idiota.

Los golpes de la puerta lograron que ambos prestaran atención. El momento de la ceremonia había llegado y, aunque hicieran su mejor esfuerzo por pretender que sus nervios eran mínimos, lo cierto era que ambos estaban al punto de colapsar.

— Siento que me haré pipí arriba. — Murmuró Taehyung.

— ¿Estaría muy mal si dijera que yo me haré popó? — Los dos se miraron y se carcajearon por esos momentos estúpidos que a veces se permitían tener como los mejores amigos de infancia que eran. — ¿Estás consciente que aunque te vuelvas mi alfa jamás te llamaré "alfa"?

— Lo sé, mi omega rebelde.

— Yah, no me digas tu omega.

— ¿No eres mi omega? Me siento dolido. — Fingió tocar su pecho, mismo que Jimin golpeó.

— Sí, sí lo soy aunque no sea tu destinado pero no me llames omega, eso es todo. — Taehyung lo abrazó y Jimin sintió sus mejillas arder, estirando sus manos para perder los dedos en su cabello. — Me hubiera gustado que de querer en un futuro formar una familia, cosa que dudo un poco, mi pareja hubieras sido tú, un buen alfa.

— Aún puedo hacerte muchos cachorros. — Bromeó recibiendo una nalgada de Jimin. — Si cuando lleguemos a viejos, justo antes de no poder reproducir más, ninguno tiene pareja, tendremos nuestros cachorros tú y yo. — Rió distanciándose, dejando un sutil pico en los labios de su mejor amigo.

— Ya no eres un cachorro asustadizo para estar robándome picos. — Bufó fingiendo molestia pues si bien los picos entre ellos eran bien puros e inocentes, le gustaba fastidiarlo. De hecho, fue él quien ignorante cuando eran cachorros le dio un pico a Taehyung cuando lo vio llorar.

Todo se debía a que su padre solía siempre calmar a quien le dio a luz de esta forma y viceversa por lo que en su mente de niño, un beso era sinónimo de "todo estará bien". Claro, la reprimenda que recibió el día que se dieron cuenta de esto fue grande, lo suficiente como para saber que no debía hacerlo más pero, Taehyung siguió haciendo lo mismo cuando ambos se sentían muy deprimidos, molestos o nerviosos. Una costumbre que veinticinco años después prevalecía.

— No soy un cachorro pero estoy nervioso. ¡Mierda! — Se apoyó en su hombro y suspiró. — De acuerdo, alfa Taehyung de regreso, listo para la batalla.

— Así me gusta. Ahora será mejor que salgamos antes de que tu padre venga a buscarnos.

Cuando la puerta se abrió, un grupo de alfas de su manada lo esperaba para acompañarlo hasta el bosque. Vio aquella gigantesca hoguera y a toda su manada reunida, sintiendo el nudo en su garganta crecer. Definitivamente no se sintió más relajado cuando vio a su padre y a la élder de su manada esperando junto a la gran cripta donde enterraban a todos los líderes de la manada. Una tradición de hacía muchos siglos atrás para recibir la fuerza espiritual de aquellos que ya no estaban y rendirles respeto para asumir el liderazgo.

— Es mejor derramar sangre en estos momentos y no en el futuro por otras manos. — Musitó la élder adivinando sus pensamientos, escuchando también a todos aullar alrededor suyo mientras ella tomaba su brazo. — Eres un alfa fuerte y temes dejar salir todo de ti pero serás un gran líder pese a tus preocupaciones y miedo al liderazgo. A tu manera, no a la de nadie más. — Culminó de decir mirándolo a los ojos con el gris de sus ojos volviéndose brillante. — Harás historia pero también desempolvaras la tuya.

Taehyung no sabía si eso era una ceremonia o la visita a una adivina para que le leyera el futuro pero no dijo nada, solo la escuchaba viendo como esta recibía un cuchillo de su padre. No cerró los ojos o acobardó como cuando era niño y sabía que algo doloroso venía, miró con detenimiento todo que parecía estar ocurriendo a un ritmo parsimonioso.

La hoja plateada se encajó en el ligamiento de su brazo derecho aunque solo la punta, descendió hasta la palma de su mano para después hacer lo mismo con su padre pero esta vez, en el brazo izquierdo debido a que ya iba de salida. Padree hijo unieron sus brazos sobre la cripta, primero rociaron con su sangre a las pasadas Lunas de la manada, incluyendo a su madre y, de ahí, pasaron a la de los fallecidos alfas.

— Que nuestros ancestros te guíen y protejan. — La anciana pasó su mano por el brazo del ya antiguo alfa para curarlo, indicándole que se alejara. — ¿TE sientes diferente después de tu encuentro con la manada enemiga.

— ¿Diferente? ¿Por qué me sentiría diferente? — Entrecerró sus ojos sin saber a qué se debía esa absurda pregunta. — Estoy igual que siempre.

Esperaba algo más, que le dijera alguna cosa pero la élder solo bajó su mirada sin decir nada. Pasó su mano por su brazo, viendo como no en su totalidad pero la herida se curaba. Primero la hija y luego la empuñadura del cuchillo tocaron la frente de la anciana antes de que esta la guardara en una pequeña vaina y se la entregara.

— Mantente lejos de los Bul porque no se sentirán bien y muchos revolucionarán si las manadas se mezclan.

— No hay motivo para que nuestras manadas se mezclen, no se preocupen. — La mujer cubrió su cabeza con su manta y lo miró serio, alejándose para que la manada comenzara a acercarse y felicitarlo.

Taehyung tomó su forma de lobo, tras él, todos y cada uno de los miembros de su manada lo imitó. Jimin fue a su lado junto con su padre, emocionado, moviendo su cola a la espera de que diera su primer aullido como gran alfa de la manada.

El antiguo alfa le lamió una oreja y pudo sentir que a pesar de todas sus quejas, el cascarrabias de su padre estaba alegre, orgulloso incluso. Su mejor amigo tampoco se quedaba atrás y al elevar su mirada para verlos a todos dando vueltas ansiosos en su lugar, sintió su pecho llenarse de energía y fortaleza. Esa era su manada, su gente y por ella, daría su vida.

Sacudió su cabeza, arañó la tierra con sus patas delanteras y entonces, aulló. Más alto de lo que lo había hecho hasta el momento, marcando su presencia para los suyos y quienes pudieran sentirlo. Sus orejas se echaron y, al segundo aullido, todos se unieron con él comenzando por el antiguo alfa, luego su mano derecha y mejor amigo antes que todos le aullaran a la hermosa luna que tenían.

El territorio más cercano al suyo era el de la manada Fuego. Si bien muchos fueron capaces de escucharlos, sus vecinos sin lugar a dudas habían sido los que mejores oyeron ese aullido.

— Los Mul tienen un nuevo alfa. — Musitó Jungkook en el patio de su mansión donde había estado haciendo una parrillada con sus hombres de confianza. Miró su piel erizarse algo extrañado aunque le restó importancia. — Presentemos respeto.

Los tres se transformaron junto con los lobos de la manada, tanto los que estaban cerca como más distantes a la espera de su alfa. Aferrándose a la tierra, Jungkook aulló y junto a él, el resto de su manada lo hizo. Como efecto cadeneta, esa noche todos los lobos aullaron para darle la bienvenida al nuevo alfa líder como era costumbre en las grandes manadas. Ahora no solo Corea del Sur, Asia tenía conocimiento que un nuevo lobo, era el líder de la manada Mul.

Estro: Época de celo en los mamíferos.

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