Capítulo Final - Parte 3

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A pesar de que el Alfa de Alfas aún no hablaba correctamente con su esposo desde el mediodía, los dos estaban tirados en el salón con absolutamente todos los cachorros. Los suyos, los de Seokjin, el de Jimin y el de Yoongi. La idea era ver el televisor, aunque en verdad estaban jugando. Bueno, a excepción de los mellizos más pequeños y el cachorro kappa, los tres estaban acurrucados juntos en silencio, al lado de Jungkook.

— Es hora de ir a dormir. — Musitó Jungkook viendo la hora, creyendo que lo que tenían esos tres era cansancio. — Ryu... — Llamó a su hija. — A la cama con tu hermano sin protestar. — Ustedes cuatro también. — Se reía viendo como seguían a sus hermanos mayores.

Con una amplia sonrisa en su boca, Taehyung admiraba la escena. Esos niños ya lucían tan grande, eran adolescentes, había pasado mucho tiempo desde la primera vez que los vio. Corriendo, ambos se acercaron para abrazarlo y darle las buenas noches aunque sabían que con Jin presente la cosa sería un poco diferente.

— Buenas noches, Tae. — Habló Jisung acercándose para darle un beso seguido de su hermana.

— ¡Buenas noches! — Rebosante de energía la alfa se despidió también.

— Ya vayan a dormir, mocosos. Buenas noches. — Se rio agitando su mano. — Tenemos dos infiltrados. — Le señaló a su esposo tanto a Yuna como a Kai que corría detrás de sus hermanos. — ¿Ustedes a dónde van?

Jungkook cargó a los peludos, pero estos chillaron tanto que al final les permitieron ir a dormir junto a los mellizos más grandes para pasar entonces a acostar al resto de los cachorros. Fue él quien bajó los niños del trío porque lo menos que quería era un nuevo enfrentamiento entre Taehyung y Seokjin.

El omega lo ignoró, continuaba llorando en su habitación continua, pero no tenía fuerza o deseos para levantarse. Se encontraba casi tan abatido como el día en que Jungkook le dijo que había vuelto a ver a Taehyung. No era un dolor similar, aquello en su momento lo desgarró y él en este momento no estaba perdiendo a sus compañeros, pero toda esa situación lo traía perdido porque el mañana le parecía más incierto que de costumbre.

— Voy a ducharme. — Avisó Jungkook cuando regresó a su habitación, notando como el peliblanco continuaba sentado en el suelo del salón exterior.

Habían pasado alrededor de diez minutos cuando Taehyung recibió el aviso de que Hoseok se encontraba a la entrada de su casa exigiendo entrar después de haberlo corrido horas antes. Su puta paciencia tenía un límite y ese tipo la estaba agotando.

— Fui claro contigo, te dije que aquí no eres bienvenido. — El Epsilon estaba luchando contra sus hombres cuando Taehyung llegó a la planta baja. — ¡Vete!

— Solo necesito cinco minutos, solo permíteme ver a Jin. Siento que algo está mal con él, me necesita, por favor. — Se liberó del alfa que lo sostenía y avanzó hasta un Theta que extendió su brazo para frenarlo por su pecho. — Taehyung, Tae, por favor. — Pidió en súplica. — Solo un minuto, solo llámalo para que venga.

— Tienes celular, puedes comunicarte con él y pedirle que vaya a ti. Ahora, ¡sal de mi propiedad! — Sus ojos cambiaron de colores, su voz de mando fue firme y sus garras se mostraban junto a sus caninos. — No te lo volveré a repetir.

En otra oportunidad, Hoseok hubiese retrocedido obedientemente, de hecho, fue lo que intentó hacer hasta que escuchó algo que en su vida había oído, pero aun así reconocía la voz de omega. Ese era un llamado de Seokjin a sus compañeros que no pudo controlar porque aunque nadie lo veía, él estaba casi delirante ardiendo en fiebre.

Fue eso lo que provocó que el Epsilon en cuestión tuviera la latente necesidad de protegerlo, de ir a él. Eso fue lo que provocó que en ese momento, en la mansión Bul, Yoongi abriera los ojos y saliera de esa siesta que el peli naranja no quiso interrumpir.

Cegado por el llamado, los ojos de Hoseok se movieron desesperados de un lado a otro al mismo ritmo de su corazón, instándolo a buscar un camino para ir hacia él. No obstante, unas garras que se ciñeron en su hombro le impidieron el paso. Lo otro que supo era que su cuerpo estaba volando contra los licántropos que estaban cuidando el lugar, cayendo todos al suelo.

El peli naranja se incorporó rápidamente, esta vez, sus ojos brillaban del mismo color que su cabello, sus amenazantes caninos también hacían acto de presencia junto a sus garras. Caminó a gran velocidad bordeando el cuerpo del Theta que no quería enfrentar, pero fue fuertemente golpeado. Esta vez, Taehyung no se contuvo, dejó salir su fuerza golpeando una y otra vez al Epsilon que lo desafiaba, a ese que se atrevía a querer pasar por encima de él. Ese que tenía la asquerosa sangre de Lezle y el antiguo Alfa Bul corriendo por sus venas.

Viendo el ensangrentado cuerpo de Hoseok, retorciéndose y tosiendo con dificultad, el peliblanco levantó su mano con las garras en todo su esplendor. Gruñó para que nadie intercediera, un gruñido que provocó que el Alfa de Alfas corriera al exterior de la mansión. Al mismo tiempo en el que un Kappa de ojos verdes y brillantes descendió de su auto, transformándose en movimiento para saltar sobre su sobrino, el hijo de su hermana.

Sus dientes se clavaron con fuerza en el hombro de Taehyung antes de que este terminara de bajar su brazo, de haberlo hecho, Hoseok hubiese muerto en ese preciso instante. El aterrizaje no fue el mejor, pero no cayó sobre sus cuatro patas, gruñéndole al peliblanco, dejando salir el poder de su cuerpo.

— ¡No lo toques otra vez! Soy capaz de matarte si le tocas nuevamente. — Se comunicó de una manera que únicamente Taehyung podía escuchar. — Hazte a un lado, permite que me lo lleve.

— Llévatelo, tenías que haber impedido que viniese en primer lugar. — Jungkook se interpuso entre tío y sobrino, preparándose para pelear a pesar de que con su brazo alejaba a Taehyung del Epsilon malherido.

Sosteniendo su brazo lastimado, el Theta retrocedió hacia la mansión molesto, mientras Jungkook intentó sin éxito ayudar a Yoongi, dado que este le gruñó cuando intentó cargar el cuerpo de Hoseok para trasladarlo al auto. Todo lo que vio fue al lobo blanco con aquella mancha negra recuperar su forma humana y salir con su compañero hacia el hospital de los licántropos.

— ¿A dónde vas? — Preguntó Taehyung cuando vio al pelinegro dirigirse hacia el auto puesto que quería seguirlos para asegurarse de que fuera a estar bien.

— K-Kappa... E-Epsilon... — La voz rota de Seokjin se escuchó llamando la atención del matrimonio. — Los escuché, los sentí. Algo está mal, algo... — Seokjin se desmayó, su exesposo corrió hacia él para llevarlo al interior entre sus brazos.

Tres horas habían pasado, ya estaban a minutos de la media noche cuando Jungkook regresó a la habitación que compartía con el Theta. Después de que se comunicara con el hospital y le confirmaran que, Hoseok estaba fuera de peligro. Después de que el doctor que mandó a buscar le dijera que Jin estaba bien y que solo necesitaba descansar.

Fue abatido debido a todas las emociones que sus dos compañeros habían estado soportando. Él era un simple omega que llevaba un doble vínculo con dos licántropos especiales. Su pesar, mezclado con el de los otros dos, fue simplemente demasiado para soportarlo y por eso había estado colapsando. La angustia y el dolor de uno pasaba al otro, de alguna manera, era como una cadeneta infinita que lastimaba a los tres por igual, rompiéndose por el eslabón más débil.

— No lo hagas. — Se apresuró a decir serio. — Voy a dormir en esta cama, pero no me toques, no me abraces en este momento. — Fue todo lo que le dijo Jungkook al menor cuando este intentó abrazarlo como cada noche.

El brazo del peliblanco se quedó sostenido en el aire, su mano se empuñó, pero no dijo nada. Se limitó a exhalar con pesadez antes de dirigirse a su lado de la cama y voltearse, dándole la espalda al alfa. Era extraño no abrazarlo o ser abrazado, era una costumbre aunque estuviesen molestos. Sin embargo, respetó su deseo, pasando a abrazar a su almohada porque definitivamente, necesitaba tener algo contra su pecho y entre sus brazos.

Fue un ataque sorpresa, ninguno esperó que mientras dormían, abrazados a pesar de haberse dormido separados esa noche, que todos sus hombres empezarían a caer completamente intoxicados y envenenados. Todos despertaron con el sonido de bombas y explosivos detonándose, cayendo desde el aire de manera organizada rodeando toda la mansión.

No se imaginaron que toda la seguridad de su casa fuera burlada a pesar de que ambos se encargaran de cambiar todos los datos que Hoseok y Yoongi conocía. Fueron datos que solo ellos dentro de esa casa manejaban. Los líderes desconocían que tres niños ahora yacían cubierto de sangres en su habitación, sin vida. Ellos prácticamente sintieron sus corazones latir y eso fue lo que les hizo abrir los ojos primero que los explosivos, encontrándose con una silueta oscura mirándolos fijamente, una amplia sonrisa en su rostro.

— Se han empeñado en romper todos mis planes, acabar con mi existencia y la de mis descendientes. Se los advertí, es por eso que he venido a devolverles el favor. — Aquella voz hizo que Taehyung tomara rápidamente la mano de su pareja para asegurarlo, pero a este poco le importaba.

Jungkook salió corriendo hacia la habitación de sus hijos, encontrando a Seokjin en el suelo abrazando a Ryujin, Jisung a pocos centímetros de ellos y también un tercer niño que respiraba con dificultad.

— P-Papá. — Dijo casi sin fuerza el Jisung, cerrando sus ojos, dejando de respirar para siempre en los brazos de su padre.

Por un momento, Jungkook no reaccionó, había corrido hacia ellos, pero ahora que comprobaba que cuatro cadáveres yacían en aquel suelo, todo dejaba de tener sentido para él. Quitando a la pequeña de los brazos de un Seokjin herido, abrazó a los tres niños, ciñéndolos a su cuerpo mientras se balanceaba y lloraba en silencio.

Esa imagen golpeó a Taehyung con una fuerza inimaginable, porque ahora todo se veía tan vívido y nítido, que todo su cuerpo había comenzado a temblar. Ese era su sueño, al menos parte de este, ese que tuvo desde la noche en que asumió el mando de la manada Mul. Estaban rodeados de fuego por los explosivos, Lezle había entrado tal cual les dijo hasta su propia habitación sin que ellos lo notaran. Permanecieron mirándolo sonreír a pesar de no ver las lágrimas en sus ojos, salieron corriendo justo como en su sueño y también, cuatro cuerpos ensangrentados adornaron tétricamente el suelo.

Horas atrás, Lezle había estado aterrizando justamente en Corea del Sur por negocios que tenía que atender. Lo que menos se esperó a su llegada fue recibir la llamada que le informó sobre el estado de su hijo mayor. Ese niño que una vez perdió y que hacía nada volvió a ver, fue enviado en estado grave al hospital debido a que el Theta que él una vez consideró su sobrino, se había atrevido a levantarle la mano.

Dejó pasar que lo echaran de la mansión, eran asuntos en los que no tenía derecho a meterse. No obstante, su bondad terminó en el momento en que Taehyung siquiera sopesó la idea de golpear a su hijo. Todos los negocios quedaron olvidados, tomando el maletín que muy pocas veces soltaba y que iba a cada viaje con él, fue llevado al hospital.

Desde que escapó del lugar en que su hermano lo mantenía ahí en Corea, Yoongi no lo había vuelto a ver en persona. Todo su cuerpo se tensó en alerta y estuvo listo para atacar, pero fue ignorado. Lezle irrumpió en la sala de operaciones, sus seguidores retuvieron los médicos y utilizando la cobertura, sacó parte de lo que traía en su maletín

Su mirada se cruzó con Yoongi, este tenía los ojos hinchados, lloraba como Lucas no recordaba haberlo visto. Esta vez, el mayor confió en el Ksi, Hoseok era su hijo y, si algo él amaba, si a alguien no le haría daño, sería a ese licántropo que una vez estuvo en su vientre. Le asintió, con su mirada le rogó que lo salvara, pero esa súplica estaba de más.

No supo qué fue lo que le inyectó, lo primero que vio fue a Hoseok convulsionar, un lezle que controlaba su pulso y el tiempo. Treinta segundos después, pasó a darle una segunda inyección, entonces, de una manera sorprendentemente veloz, el sangrado se detuvo, las heridas comenzaron a sanar, la piel a regenerar. Una hora más tarde, mientras su mano era sostenida por el Ksi que lo trajo al mundo, Hoseok se estabilizó.

Los hermanos compartieron una sonrisa, Yoongi incluso quiso abrazarlo, pero Lezle lo mandó a velar por su hijo porque supuestamente, él no podía permanecer demasiado tiempo en aquel lugar. Se encargó de cerrar con dinero y algunas amenazas todas las bocas que fueron testigos de lo ocurrido, también de su presencia. Para el mundo, los doctores hicieron su trabajo, Hoseok se recuperó, y él no había estado allí.

Él no tenía mucho que organizar, estaba preparado para atacarlos desde hacía muchísimo tiempo, si no lo hizo, fue porque no quiso. Movilizó a todos sus licántropos para ir por ellos. Incursionó en la casa con los datos que ya manejaba y la ayuda de algunos de los que estaban de guardia y pertenecían a su nómina. No había mucho más que necesitara saber. Al interior, solo fueron cinco sujetos contándolos a él y a Xiao Dejun.

Dos hombres estuvieron encargados de mantener dormidos al matrimonio de la primera planta. Gracias a los silenciadores que llevaban en sus prendas, estos no sintieron sus movimientos cuando se acercaron para sedarlos, dejando tranquilo a Taehyun, su cachorro.

En el segundo piso, para sorpresa de ellos, Seokjin había recuperado la conciencia, este estaba abrazando a su hija que se había desvelado por una pesadilla. Lezle lo había prometido, si le tocaban a alguno de sus hijos, él no iba a dejar a nadie en pie, pero ahí, junto a un Jin que no supo cómo reaccionar antes de que un dardo tranquilizante fuera disparado hacia él, Lezle una vez más, se sintió incapaz de dañar a los cachorros.

No los mató, no pudo hacerlo, solo se fue en busca de los adultos obligados a responderle por todos, por lo de Hoseok y por lo de Lia también. Sabía que existía una posibilidad de que Dejen sí atacara a los cachorros por su cuenta, pero esta vez, él no lo iba a detener. Fue así como él llegó a la habitación del Alfa de Alfas y su esposo.

Cuando Jungkook llegó, se encontró a Yuna, Kai y Jisung en el suelo desangrándose, mientras Ryujin también estaba herida, pero de menor gravedad porque el cuerpo inconsciente de su padre la protegió. Dos de sus cachorros más pequeños perecieron al momento, Jisung, su cachorro de doce años, logró decir su nombre, lágrimas mezcladas con sangre cayendo por su rostro mientras miraba a su papá una última vez. Su aliento dejó de sentirse, se fue y con este, gran parte de la cordura de un Jungkook.

— J-Jisung, campeón, no cierres tus ojitos, no, no lo hagas, Yuna, K-Kai... — Les gruñó con fuerza, secándose las lágrimas que caían sobre su hijo, tratando de limpiarlo de despertarlo.

Deseaba tener más manos,  abrazarlos mejor, que su gruñido y voz fuera más alta para que pudieran despertar a esos cuerpos de niños. No era justo, ¿por qué ellos? ¿Por qué no él? Siempre los cuidó, siempre los protegió y ellos no tenían permitidos morir, no antes que él.

— No, no no no no no, no... — Murmuraba apretándolos contra su pecho, llorando porque no sentía o escuchaba sus latidos. Sus órganos estaban utilizando la última energía restante porque ya no podía reproducir más. Aún estaban tibios, aún era el cuerpo de los niños que horas atrás estaban saltando por arriba de él. — Diosa Luna, por favor, por favor aparece... ¡Diosa Luna! — Gritó desesperado, sin poder ver al Theta que lloraba colapsando contra una pared, temblando. — Te obedeceré eternamente, te daré todo lo que pidas y más, juro que puedo convertirme en tu más fiel ciervo, s-solo salva a mis hijos. Por favor, Diosa Luna, Por favor...

La muerte de tres de sus hijos fue suficiente para hacerlo transformarse en su lugar en contra de lo que parte de su cerebro aún luchaba por dominar. Fue inútil, el lobo acalló al humano, lo escondió en lo más profundo de su pecho para hacerle frente al dolor y rabia.

— ¡Mi hijo! — Gritó Taehyung corriendo hacia ellos en el momento que se recompuso, encontrándose con un lobo negro sin igual que le impidió el paso. De Kai pasó la mirada a una cachorra negra de orejas blancas, su alfa hembra, Yuna. — M-Mi hija, mis hijos. ¡Jisung! ¡Oh por la Luna, Ryu, Jisung, nuestros hijos!

Un lobo negro que había perdido la razón por ese pesar tan grande que lo carcomía y que se lanzó a matarlo. Taehyung también se transformó envuelto en el manto del dolor, haciéndole frente al otro lobo con el que inició una feroz y salvaje pelea sin el menor sentido común. Dejaron de ser personas para ser solo eso, dos lobos salvajes.

Lezle los vio caer por la ventana, a esa altura, otro lobo podría haberse lastimado, pero ellos, procedentes del Ártico, eran diferentes. Tomándose su tiempo, se dirigió al ascensor en vez de las escaleras, bajando hasta la planta principal.

Los elementos principales volvían a mezclarse, el vibrante fuego que rodeaba la mansión, el agua que ahora descendía de las nubes disfrazadas de lluvia. El viento rozaba, y la tierra ahora húmeda ensuciaba sus pelajes.

Una vez más, no se sabía si el agua apagaría el fuego o si el fuego, evaporaría al agua.

Los líderes estaban rodeados por fuego y agua, de sus licántropos, aquellos leales que llegaron como refuerzo, peleaban contra los de Lezle. Desde donde estaba, el Ksi los miraba sin siquiera inmutarse, ellos podrían matarse mutuamente sin él tener que mover sus manos, pero eso no vengaría a sus hijos. Llevando las manos a su espalda, sacó dos pistolas que estaban siendo cubiertas por su chaqueta.

Mental y físicamente, ambos estaban enfrentando un dolor que él vivió cuando creyó muerto a Hoseok. Sabía lo que se sentía, algo que solamente empeoraba una vez que una cordura parcial volvía a empañar sus mentes. Quitándole el seguro a ambas armas, suspiró y levantó sus manos para punzarles.

El lobo negro rodó por el lodo, luego lo hizo el blanco. Sucios, mojados y con sangre, ambos se incorporaron rápidamente en sus cuatro patas. Se asechaba, mientras gruñían, sus caninos fuera, sus ojos brillantes. Símbolos de sus manadas que esta vez ya no podían interferir porque fueron fusionados. Se crearon para ayudar a reconocerse y formar una unión que ya se había concretado, ahora, ya no podían protegerlos de matarse mutuamente. A varios metros, como si se hubieran puesto de acuerdo, afincaron sus patas en la tierra y corrieron a su encuentro, brincando en el aire para atacar a su adversario.

— ¡Papá! — Sobre todo el barullo, las luchas, la lluvia y el fuego que lentamente disminuía, Lezle pudo escuchar esa palabra justo en el momento en que iba a apretar los gatillos. Su enfoque se perdió, giró la cabeza hacia un Hoseok que mostraba cierto dolor en su rostro, pero caminaba hacia él acompañado de Yoongi.

Pudo sentir el olor de su padre cuando despertó y Yoongi no tuvo más remedio que contarle lo sucedido. Se presintió que algo ocurriría, si Lezle decía al menos la verdad a medias, él iba a querer cobrar venganza y no se equivocó. Iba en camino cuando fue informado de los explosivos en sus territorios. Nadie intervendría, no cuando sabía que podían ser problemas entre manadas.

— ¡Papá! No dispares, por favor, no lo haga... — Pidió Hoseok con dificultad, logrando que lágrimas volvieran a caer de los ojos de aquel Ksi al que por primera vez sacaba su pistola sin disparar, a ese que el pulso repentinamente le tembló. — Por favor.

— E-Estás bien... — Fue todo lo que musitó, caminando a gran velocidad hacia un Epsilon que se dejó abrazar intentando con eso ganar un poco más de tiempo, pensando en su próximo paso.

El Kappa corrió desesperado al interior de la casa, le preocupaba Seokjin, sus hijos, el resto de los que no veía afuera luchando. No estaba Namjoon, tampoco Jimin, esos no se quedarían jamás apartados si se daba un acontecimiento así.

— Por favor, detén todo esto. — Musitó Hoseok cerrando sus ojos en ese abrazo que no debía sentirse tan bien. — Por favor, detenlo porque no quiero luchar contra ti y lo voy a hacer, yo mismo te mataré. — Terminó de decir arrebatándole una de las pistolas, haciendo que el mayor sonriera. — Estoy hablando en serio.

— Lo sé y eso me llena de orgullo, de honor. No hay otras manos que puedan quitarme la vida. — Su mirada barrió el lugar, divisando al lobo blanco que estaba sometiendo al negro y sonrió. — Solo puedo darte las gracias por ser vivo, por no tener nada que ver conmigo. — Agregaba mientras se acercaba para abrazarlo con fuerza, inmovilizándole entre su brazo y torso, la mano con que había estado sosteniendo la pistola. — No me perdones jamás, pero olvídate de mí, perdona tus propias decisiones para que puedas vivir feliz.

El ceño de Hoseok se frunció con esas palabras, buscaba liberarse de esa agarre sin conseguirlo, todo él dolía, estaba débil y frente a esto la ventaja del contrario era exponencial. Con su mano libre, Lezle le apuntó al lobo blanco y esta vez, sí disparó su cuello.

Taehyung peleó con todas sus fuerzas, pero en su diminuto instante de consciencia, vio aquellos ojos de varios colores brillantes por última vez antes de que toda luz se apagara. Ese disparo fue como una alarma que los obligó a despertar, el lobo blanco cayó y el negro adquirió debilitado su forma humana. Desnudo y envuelto en sangre mezclada con lodo, Jungkook cogió a su esposo entre sus brazos.

— Aunque sé que jamás me podrás perdonar, cosa que evidentemente no quiero que hagas, permíteme decirte lo siento. — Apretó con mayor fuerza a su hijo para que este no pudiera voltearse y ver lo que ocurría. — Lo siento. — La mano de Hoseok se giró todo lo que pudo, no fue mucho, pero al menos recobró la movilidad en sus dedos, disparando sin saber la dirección a la que apuntaba con lágrimas cayendo de sus ojos mientras escuchaba a su padre gruñir. — Ese es mi hijo. Maldición... — Se quejó antes de ser él quien volviera a jalar el gatillo, pero esta vez, contra el Alfa de Alfas que lloraba y gritaba abrazando a aquel animal de blanco pelaje.

Completamente en trance, Hoseok cayó al suelo aún con la pistola en mano. Todo él temblaba, por los dolores de su cuerpo y por lo que aún sin ver acababa de presenciar porque no necesitaba ser adivino para saber quiénes fueron los objetivos de esos dos disparos que él no supo cómo frenar. Sus ojos se cerraron, sus manos se apoyaron sobre en la tierra mientras lloraba y Yoongi salía acompañado de Namjoon y por último Jimin. Seokjin había perdido todo poder de accionar cuando notó que su hijo ya no estaría más junto a él, que solo quedaba el recipiente que fue su cuerpo, su alma lo había abandonado.

El Kappa se hubiera quedado a su lado, no obstante, aunque sonara duro decirlo, Jisung ya no estaba y él junto al resto, tenían dar la lucha por todos los que aún quedaran en pie. Como élder, ese era su deber. Sin embargo, todos se quedaron petrificados contemplando la imagen tan devastadora que tenían frente a sus ojos. Namjoon permitió su lobo emerger, Jimin lo siguió para ambos ir a luchar contra todos esos hombres que parecían multiplicarse.

Con su fuerza restante, Hoseok se incorporó sobre sus pies, iba a matar a Lezle con sus propias. Por eso lo buscaba, pero esto parecía haberse desaparecido ahora que su objetivo, lo único que le interesaba que era la muerte de los líderes fuera un hecho. Lo buscó desesperado, encontrándolo justo a la entrada, con una niña en brazos, caminando hacia él.

Le estaba apuntando, pero la infante en el medio, le hizo maldecir en reiteradas ocasiones en menos de un minuto. Lezle se acercó a su hijo mayor con una sonrisa, observándolos a los dos juntos. Carecía de fuerza debido al balazo recibido antes por su hijo, esa herida que le mostró el camino de sangre para encontrarlo. Su fuerza era mínima, pero besó sus cabezas, primero la de la Sigma, luego la del Epsilon.

— Ustedes fueron todo lo que una vez quise. No he compartido con ustedes el tiempo suficiente, es la segunda vez que te veo desde que sé que eres mi hijo. — Sonrió con dificultad, sosteniendo una parte de su abdomen, que no se cicatrizaba, aunque no era lo suficientemente peligrosa como para matarlo — Sin embargo, mi presencia solo les dañará la vida por todo el mal que he hecho durante décadas. Un mal que no puede ser perdonado, ni siquiera por mí. Yo abracé eso hace mucho tiempo, sin embargo, no pensé que ustedes pagarían la culpa de todos mis actos.

Besó la frente de un Hobi que apuntaba malamente su barriga. Solo se podía concentrar en las mandíbulas que tensaba, odiándose por estar llorando por alguien que no lo merecía, el sujeto que mató a sus líderes, a su hermano, demonios, a su primo también.

— Los amo. — Espetó pasando saliva con dificultad. — No espero que me perdonen, solo que, algún día, piensen en el licántropo que tanto mal hizo, ese que quizás pague sus cuentas en el infierno o el purgatorio que le toca a los licántropos como yo. Ese que les dio la vida y que por desgracia, no pudo criarlos, ese que no puede llevar la palabra padre con orgullo. Porque no solo no los criaré, sino que hice mal. Pero a ustedes, mis hijos, no le harán lo que mi padre me hizo a mí. Porque no los dejaré solos.

Su voz se quebró, alejando a su hija de su pecho. Colocando a la pequeña contra el cuerpo de su hijo mayor, el que ahora lo miraba confundido. Cabello azabache, ojos saltones como Jungkook, pero labios gruesos como Lucas.

— No podía viajar solo porque no confío en nadie para que realmente la cuide. Siempre está cerca de mí, escondida lo mejor que puede estar.

Volvió a sonreír entre lágrimas mirándolos juntos, deseando al menos, una vez, poder tener una comida juntos, un abrazo, un beso, una noche de risas y buen sueño.

— Ya no tiene un padre que pueda aceptarla, uno que nunca la quiso y que aunque en un principio no lo pensé porque solamente quería a mi hijo y cualquier medio para este fin era descartable, pedí de más con descarado egoísmo. Debí entender que a pesar de su lazo con la cachorra, Jungkook nunca la iba a querer. Sin querer le hice daño, dándole lo mismo que tuve, un padre que no le dará su lugar pese a sus instintos debido a su esposo, y otro que abandonará el mundo dejándola atrás a muy temprana edad. Todo lo que puedo dejarle, es lo poco o mucho que he construido y al hijo que nació de la única vez que sentí amor de pareja. No estoy en derecho de hacerlo, pero me gustaría pedirte un único favor, sé padre y hermano para Lia. Llénala de amor, tira de sus orejas si alguna vez ves que siquiera da un paso hacia la dirección que yo tomé.

Dando un paso atrás, los observó antes de inclinarse para abrazarlos con dificultad, volviendo a poner distancia para sonreírles.

— Que jamás, les quepa duda que los amé. — Ellos dos que eran la única cosa buena en su vida, eran su más preciado regalo y serían su mayor castigo por no poderlos tener.

Porque egoísta y verdaderamente hablando, en la actualidad, ellos eran todo lo que le importaba, nada o nadie más. ¿Dolor, cárcel, mutilación, tortura? Nada de eso significaría algo para él, solo el no tener a los hijos por los que tanto luchó. Ese era lo único que valía para él y muchos volverían a querer lastimarlos solo por él, pensando cabalmente, era él lo único que sobraba en sus vidas.

— Toma. — Le extendió un teléfono, una llave y un papel. — No sé si quieras usarlo, si alguna vez te haga falta, pero ahí está todo lo que me pertenece. Todo lo que obtuve de manera honrada está señalado, el resto, es dinero sucio, pero dinero al fin y al cabo. Nombres, contactos, propiedades, todo lo creado por mí, absolutamente todo, es para ustedes dos. — Guardó el papel en los bolsillos y lo empujó. — Camina y no miren atrás, cántale, háblale y no le prestará atención a nada más. — Fueron sus últimas palabras empujando a Hoseok para que avanzara, quedándose en su sitio hasta que este había caminado doscientos metros. Solo entonces, musitó por última vez un "los amo" y tiró del gatillo del arma que tenía empuñada contra su sien mientras sus últimas lágrimas también caían.

Todo el cuerpo de Hoseok se estremeció al oír el disparo. La niña que en su vida había visto intentó mirar hacia atrás, pero este sostuvo sus mejillas para que solo lo mirase a él, regalándole una amplia sonrisa. Comenzó a cantar algo sin sentido, mientras sus lágrimas caían. Tal cual Lezle le había dicho, eso bastó para que ella riera dando palmas, ajenas a lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

Taehyung había muerto, él estaba seguro de ello, mas podía sentir las lágrimas de Jungkook cayendo en su rostro, a sus manos abrazarlo, escuchaba sus lamentos y disculpas. Iba a irse por ese camino oscuro, pero se volteó sobre su eje y regresó en sus pasos hacia la luz. Cuando sus ojos se abrieron, Jungkook lloraba desconsolado, estaban rodeados de fuego y agua, pero no el tétrico paisaje que estuvieron viendo momento atrás.

Ese era un lugar muy diferente, uno nuevo y a su vez conocido para ambos aunque no pudieron identificarlo al momento porque todo lo que podían ver, eran sus ojos. Todo lo que podían sentir, era ese dolor y angustia, ese vacío que a los dos los golpeabas.

— N-Nuestros hijos, Kook. Jisung, Kai, Yuna... — Lloraba aferrándose a un alfa que ahora lucía un cabello blanco con un gran mechón negro. — Nuestros tres hijos...

— Apenas pudieron cambiar el final. — La voz conocida de una mujer llegó a sus oídos, ambos se levantaron a gran velocidad, encontrándose con la dueña de la misma. — Bienvenidos.

— ¡Diosa Luna, nuestros hijos! ¡Apresúrese, no hay tiempo! — Gritó Jungkook corriendo hacia ella. — Tiene que salvarlos, ellos... — Se detuvo en su carrera, notando como esta no se inmutó más que para negar con la cabeza. Cegado por su molestia y dolor, corrió una vez más buscando atrapar su cuello, pero su mano solo la traspasó. — Hija de...

— ¿Se han dado cuenta del sitio en el que se encuentran? Entraron al mundo espiritual y no por sus propios pies, lo que significa, que están muertos. El tiempo aquí no corre, así que no se deben preocupar por eso.

— ¿M-Muertos? — Preguntó Jungkook mirando a su alrededor, sintiendo deseos de llorar por la impotencia. — ¿Perdimos la batalla con Lezle? Ni siquiera llegamos a luchar, nosotros solo...

— Ustedes tres no compartían el destino de una lucha que trascendiera los siglos, los malos contra los buenos en una contienda épica. La batalla que los tres han librado hasta el momento, no era contra otros, sino, contra ustedes mismos. Sí, estaban supuestos a enfrentarse, de hecho, estaban supuestos a tener un final más negro, con absolutamente todos muertos, sin sobrevivientes, porque Lezle hubiera matado incluso a sus propios hombres porque no tenía un propósito de vida. Sin embargo, sus acciones modificaron un poco el final, pero no se pudo cambiar del todo, aunque bueno... Supongo que el mayor cambio surgió cuando decidieron venir aquí por su propia cuenta.

Sus mentes no procesaban nada de lo que ella les estaba diciendo, la sentían como una especia de radio o televisor en el fondo de su habitación que su único objetivo era amenizar el ambiente aunque no le estuviesen prestando atención. No escucharon más de la mitad, todo lo que vieron fueron dos fragmentos de pieles que ella colocó en sus manos separadas, mostrándoselas.

— La causa de sus muertes no fue la lucha física entre ustedes, tampoco las balas envenenadas que Lezle bien sabía no les permitirían retirar ni siquiera con sus poderes. Fueron las decisiones que los dos, no mi descendiente y no su Luna, los dos las tomaron. Tae tuvo un sueño continuo que no supo interpretar, tenías el poder de ver, pero aun así escogiste qué ver de todo eso. No lo analizaste, no lo compartiste con tu pareja para ver qué podía ser, lo guardaste para ti. Siempre que alguien intenta terminar una guerra antes de que esta comience, muchas vidas se pierden, es algo que a los seres de este planeta les sigue costando entender.

Los ojos de la pareja escuchaban, pero sus ojos sin poderlo evitar estaban centrados en los trozos de pieles que ya identificaban. Esos fueron los que ellos se quitaron y dejaron en aquella extraña cabaña cuando visitaron el mundo espiritual años atrás. No debían extrañarse porque estos permanecieran en las mismas condiciones, pero lo hacían.

— Jungkook, tú pudiste ser un poco menos condescendiente, no agobiarlo o invadir su espacio personal, sino buscar la forma de hacerlo dialogar para compartir mejor sus cargas, juntos, no el Alfa de alfas, no el Theta líder, sino juntos, como entraron y salieron de aquí la primera vez, como iguales, sin rangos, sin jerarquías. Sí, sé que lo intentaste, los dos lo intentaron y a decir verdad, el resultado fue mejor de lo que vi la primera vez que vi sus futuros entrelazarse, un destino que no fue creado por mí y sobre el que yo no tenía control.

Los miró con detenimiento y luego cerró sus párpados, negando mientras avanzaban hacia ellos, dejando sus manos a la altura de sus rostros.

— Ustedes no son superhéroes. Aunque no lo parezca, el agua no podía mantenerse sin el fuego y viceversa. Los cuatro elementos principales, como los otros ocho, están para dar un balance necesario, justo como su relación debería de ser. — Musitó mirando a cada uno a los ojos. — Tienen dos opciones toman esta parte viva de sus cuerpos que los sigue anclando al mundo vivo o descansan de una buena vez.

— ¿No podría entregarle esto a nuestros hijos? — Preguntaron los dos al unísono.

— Prefiero que mis hijos continúen vivos, ellos tienen toda una vida por delante y...

— Hay dos fragmentos, murieron tres cachorros. ¿Escogerán entre ellos? — Los dos se miraron con lágrimas en los ojos, ninguno podía escoger a solo dos de ellos y dejar al otro por fuera. — Además, esto es parte de su cuerpo, una ofrenda que ustedes hicieron, no funcionan en nadie más. Pueden regresar y cuando esto ocurra despertaran pocos minutos después de que sus cuerpos quedaran sin vida o permanecen aquí y esta oportunidad desaparecerá eternamente.

— Mi amor... — Musitó el peliblanco pasando a mirar a su esposo. — ¿Qué deseas que hagamos? — El Alfa se sorprendió un poco por esta pregunta y la Diosa sonrió muy brevemente. — A mí me gustaría volver, aún dejamos muchas cosas, nuestra familia, nuestra manada.

— Yo también quiero volver contigo. — Asintió mirándolo, acercándose para plantar un beso en esos labios que tanto necesitaba. Una vía de calmarse, de relajarse. — Quiero hacerlo.

— Quiero recordarles que esto no es recargable, cuando usen esta oportunidad, eso será todo, si se mueren, no volverán a revivir. Esto es un viaje único. — El matrimonio asintió agarrándose de las manos, mirando fijamente a quien también los observaba. — Cuando regresen, sus cuerpos estarán como nuevos, tomen esto como mi último regalo hacia ustedes, este es de verdad el último. — Reafirmó mirándolos. — Extiendan sus manos. — Los licántropos obedecieron y ella solo les sonrió por última vez antes depositar en sus manos aquello que sostenía, viéndoles desaparecer delante de ella. — Espero que esta vez no alteren sus destinos y vivan por todos los años que ahora les estoy designando e incluso más.

Taehyung y Jungkook abrieron sus ojos simultáneamente. El cuerpo del alfa aún se encontraba sobre el del menor. Tal parecía que se habían estado ahogando y a la misma vez lograron alcanzar una bocanada de aire. Eso era todo lo que necesitaban. Sus ojos brillantes se encontraron en cuanto el peliblanco recuperó su aspecto humano. Sí, tenían muchas cosas en las que debían seguir trabajando como pareja, pero ahí, donde el amor gobernaba, todo lo negativo tenía que desaparecer, incluso el poder.

Ambos se apresuraron a unir sus labios una vez más, exhalando sobre la piel contraria antes de ayudarse a levantar mutuamente.

— ¿Juntos? — Preguntó Jungkook sin poder sonreír por el dolor y angustia que aún cargaba, pero elevando sus comisuras para él.

— A tu lado y siempre juntos. — Asintió besando una vez más sus labios. — Son demasiado, nos superan en número y en nuestra forma de lobos llevamos la de peder. — Jungkook asintió, juntos corrieron hacia el almacén externo de la mansión donde había armas y municiones, comenzando a dispararles una vez que se hicieron con ellas.

— ¡Theta, somételos! — Exclamó Jungkook en su mente, comunicándose con él a la distancia porque sus gritos posiblemente no los oyera con claridad.

El peliblanco acató el mandato, esta vez, uno mucho más profundo, intenso y duradero que se extendió por varios kilómetros con la ayuda de un Kappa que aprovechó la oportunidad para retomar su forma humana y dejar salir todo su poder. Todos los licántropos que estaban contra ellos cayeron de rodillas. En vez de usar armas, Namjoon y Jimin permanecieron como lobos, encargándose de juntos, arrancar todas y cada una de las cabezas.

Tuvieron que hacer un barrido que se extendía más allá de los perímetros de la mansión. Eliminando cualquier rastro delos hombres de Lezle que quedaran al menos por esa zona. Una vez que todos estuvieron seguros de que esa batalla, el Theta corrió hacia la habitación en donde se encontraba su padre, el antiguo Alfa Mul que había ido junto con el doctor en cuanto sintieron los que algo grave estaba ocurriendo. Ellos fueron los que atendieron a Jin, también a Ryujin aunque a esta, estaban a punto de llevarla para el hospital.

— Necesita una transfusión de sangre, no lo tengo aquí y no sé quiénes son compatibles porque nuestros grupos sanguíneos son más variados que el de los humanos. — Espetó el doctor cuando Seokjin le impidió cargar a su hija, justo en el momento que Jungkook llegó corriendo de la mano de su esposo. — Alfa...

— Ya escuchamos. — Fue lo que Taehyung dijo entregándole su brazo. — Soy un Theta y mi sangre es compatible con la de todos. — Ese era uno de los conocimientos que el propio Lezle sin querer le había confirmado, algo más que un mero rumor o una información en un libro.

El primer instinto de Seokjin era negarse, pero no estaba dispuesto a perder un solo hijo más en ese día. Ese fue el motivo por el que permitió que el doctor hiciera los procedimientos necesarios, para transferirle sangre a Ryujin. Había cierta culpa en el corazón de Taehyung. Fue como volver a ese momento en que la atacó. Evidentemente esta vez fue diferente, no fue tan grave. Cuando ella abrió los ojos, Taehyung y Seokjin la miraban ansiosos, el omega la besó, luego, sin poder contener esa alegría momentánea, se lanzó para abrazar al peliblanco.

— ¡Gracias! — Exclamó abrazándolo con mucho fuerza, recibiendo otro abrazo en reciprocidad. No obstante, cuando cayó en cuenta se alejó con cautela y timidez, agradeciendo una última vez en un tono bajo.

Fueron muchos días grises los que le siguieron a ese. Cuando el alba llegó, para ellos todo seguía igual de oscuro. Hubo demasiadas muertes, sucedieron demasiadas cosas en cuestión de horas y eso era algo para asimilar u procesar cuidadosamente. Cuando la adrenalina y todas aquellas necesidades que requerían de los líderes pasaron, solo quedaron ellos. Los dos con un gran vacío, habían perdido a tres hijos, a muchos de sus hombres y casi se perdieron ellos.

Junto a Jin encontraron la mejor manera de decirle a Ryujin, a pesar de que esta ya estaba al tanto, después de todo, estuvo allí. Tenía doce años, pero se daba cuenta perfectamente de lo que estaba sucediendo a su alrededor. Los cachorros seguramente sintieron el cambio, estuvieron intranquilos, lloraban todas las noches, pero volvieron a la normalidad más pronto de lo esperado, era a la melliza mayor quien más se vio afectada y todos estaban en función de ella a pesar de darle cierto espacio para tampoco agobiarla.

Para Seokjin, Jungkook y Taehyung, esto fue un poco más difícil. Porque aunque los días y las semanas pasaban, el dolor permanecía como el primer día, no envejecía o desaparecía en el viento. Tenían que ser fuertes porque tenían más hijos, más personas que dependían de ellos. Ahora, solo les quedaba aprender a vivir con esa pérdida, con ese rincón triste que no podría llenarse con nada. Se quedarían con las memorias y sus recuerdos, allí atesorarían a esos angelitos junto a todo lo vivido con ellos.

Unas noches Jungkook encontraba al Theta llorando y lo reconfortaba. Otra, era al revés, Taehyung lo encontraba a él. Se dejaban vivir sus duelos, pero no se dejaban solos. Así como el trío no dejaba solo a Seokjin.

De alguna forma, el omega no puso objeción cuando Hoseok se presentó frente a él, perdido, con su hermana en brazos. Tanto Yoongi como Jin la acogieron como a una más de sus cachorros. El problema mayor fue con el Theta, este seguía incómodo con la hija de Lezle, pero aceptó que Jungkook quisiera pasar tiempo con ella como lo hacía con el resto de sus hijos. La única diferencia era que a hora tenía que ver a Lia y a Ryujin con menor frecuencia porque para evitar conflictos, ahora que Lucas no estaba y que ligeramente podían tomar un pequeño respiro, ellos decidieron mudarse para la mansión Bul que Jungkook les entregó definitivamente.

La manada seguía siendo llevado por el Theta líder y el Alfa de Alfas junto a sus manos derechas. En conjunto, con complicidad y bastante armonía. Porque todos se apoyaban, todo se volvieron mucho más unidos. Se fortalecieron, porque la fuerza de a manada era el lobo, pero la de este, era la manada. Ran fuertes en solitario, pero con su unión se engrandecían.

— Mi amor, ¿estás listo? — Preguntó Jungkook mirando la hora.

— Yo sí, tus hijos, no tanto. — Replicó apresurándose de su cuarto al de los pequeños que brincaban sobre la cama. — Ustedes un día me van a matar a mí de un infarto. Yeji, bájate de la cama, tu pantalón y blusa se van a estrujar. — La menor le hizo caso, pero no se estaba quieta. — Jeon, ven a encargarte de tus hijos, yo me voy a preparar el auto.

— Ya lo hice. — Hablaba asomando su cabeza, riéndose con la imagen antes de entrar para abrazar a su Theta por la cintura. — Bueno, como ustedes se quieren quedar jugando, yo me iré solo con su padre a celebrar el cumpleaños de Ryujin.

— ¡No! — Gritaron al unísono echando a correr detrás de los mayores que fingían irse corriendo.

— ¡Dios! Pensé que tendría que ir a buscarte. — Se quejó Jimin mirando el atuendo del peliblanco. — Mi alfa solo se pone mejor con los años, quiero clavarte el diente. — Se relamió sus colmillos acercándose para darle un beso, ignorando al Jungkook que también estiró su boca. — Eso jamás, me salen ronchas solo de pensarlo. Suficiente tengo con tus babas que tengo que aguantar cuando Taehyung viene a mí luego de besarte.

— A ver, dejen las muestras de cariño para después, llegaremos tarde a la celebración. — Interrumpió Namjoon mirando a los líderes. — Sí, lucen bien.

— ¿Viste?

Siguiendo al otro matrimonio junto a Taehyung, los líderes abandonaron finalmente la mansión. Todos iban para celebrar el cumpleaños de Ryujin, intentando que esta sintiera menos la ausencia de su hermano en ese primer cumpleaños que no celebraba con él. Sus fiestas siempre fueron muy pequeñas, el número de personas aumentaron cuando comenzaron a vivir todos juntos. Aunque jamás sería igual, todos querían que supiera que esa, era una gran familia, sin importar todo lo que pudiera ocurrir en esta.

Así existieran cachorros que se robaban el pastel de la cumpleañera y esta, aunque molesta, terminaba riéndose con ellos contagiando al resto de los mayores. Porque eran cosas que pasaban entre lobos, en una manada. Lo ocurrido en todas sus vidas, lo que continuaba sucediendo y lo que pasaría en un futuro entre todos esos lobos.

— Tenemos una hermosa familia. — Mencionó Taehyung descansando su mentón en el hombro derecho del mayor que sacaba fotos de todos.

— Una hermosa gracias a todos. — Afirmó volteándose con la cámara en mano para rodearlo entre sus brazos. — Gracias a ti, a nuestro amor e incluso a todas las peleas que sucedieron entre estos dos lobos tan porfiados y rebelde que gracias a todo eso han llegado hasta aquí. — Musitó sobre sus labios, sonriendo para depositar un beso. — Te amo. — Dijo con firmeza en medio de un sosegado beso.

Uno de millones porque sin importar lo que ocurriera, mientras subiera amor y permanecieran juntos viéndose como iguales. Mientras ambos estuviesen dispuestos a luchar sin causarle jamás daño intencionalmente al otro, ellos continuarían, así, apachurrados, siendo los líderes de toda la especie. No eran líderes o licántropos perfectos, no eran los esposos o padres perfectos tampoco, pero batallaban continuamente por mejorar y ser cada día, una versión mejor que la del día anterior.

— Te amo...

+++ FIN +++

Ahora sí hemos llegado a la última parte del final. Quizás no fue lo que esperaban y dista de ser perfecto, pero es el que hay. Sinceramente espero que sea de su agrado, que si llegaron hasta aquí, no se sientan decepcionados con el resultado. Sí, haré un epílogo, pero otro día, por hoy ya cesé las transmisiones, casi no termino este porque me dormí varias veces. Por eso tardé demasiado en terminarlo.

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