LIX

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

¡Hola! Debido a que he visto que la gran mayoría aún continúa leyendo la historia, lo cual me alegra mucho, he decidido traerles otro capítulo. ¡Que lo disfruten! :)

Busco un lugar donde esconderme rápidamente para evitar ser visto por la persona que acaba de ingresar a la cafetería. Lo primero que veo es una puerta de madera a mi derecha, así que la abro e ingreso sin importarme qué sea. Una vez allí dentro me entero de que se trata de una bodega donde guardan comida. Me asomo con cautela por la rendija para comprobar que es la directora Teressa quien está sentada en una de las mesas de la cafetería.

—¡Qué delicia, Dios mío, qué delicia! —musita la directora para sí misma mientras se fantasea con el aroma—. ¡Apúrate que ya no aguanto más! —grita, de seguro para la persona que está en la cocina.

De inmediato, luego de las palabras de la señora directora, escucho que las puertas de la cocina se abren, y la persona que estaba allí dentro cocinando se acerca para dejar su identidad en evidencia ante mí, pero, para mi mala suerte, una pestaña cae en mi ojo en ese momento, así que lo tallo porque no puedo ver bien, y ya cuando la pestaña se ha salido, separo mis párpados nuevamente, pero lo persona ya se ha ido y no he podido verla. Nuevamente no me ha salido bien. De tanto criticar a Dressler las cosas me están fallando de maneras exageradamente tontas.

Escucho unos pasos acercarse hacia el lugar donde está sentada la directora, la cual se mantiene con una gran sonrisa, y observo como le colocan un plato con un gran trozo de carne sobre la mesa. El brazo de quien coloca el plato puede ser una buena opción para poder saber por lo menos el género del ser que le ha servido la comida a la directora, pero no alcanzo a ver absolutamente a nadie, ya que la rendija es muy estrecha y no tengo mucho espacio para observar, y si abro la puerta y me asomo tengo la posibilidad de ser descubierto, y eso sería lo peor que me podría pasar.

—¿Es la carne que te di? —pregunta, y luego sonríe al oír la respuesta, aunque yo en ningún momento he escuchado nada—. Genial. Es que es deliciosa la carne humana, ¿cierto?

Una gran impresión se apodera mí al escuchar esas palabras. ¿Acaso he oído bien? Si es así, esto me pone muy alerta.

La lluvia sigue cayendo en demasía y puedo verlo reflejado únicamente en el fuerte ruido que provocan las gotas de agua al chocar con el techo de la cafetería, ya que las ventanas se encuentran tapadas con cortinas de color café que, cuando yo llegué, extrañamente no estaban. La directora toma los cubiertos y procede a injerir el componente de ser humano cortando primero un trozo de carne con un pequeño cuchillo y luego insertándolo en el tenedor para llevárselo a la boca.

Veo que se fantasea, e incluso se excita, cuando saborea el trozo de carne humana que mastica lentamente con sus dientes y humedece con su saliva. Me parece increíble creer lo que estoy viendo. No es que me sorprenda al ver como alguien come carne humana si bien sé que los vampiros lo hacen con frecuencia, aunque yo no estoy incluido en ese grupo, pero me sorprende e impacta mirar a un ser humano comiéndose a uno de los suyos. Aunque tal vez la directora no sea un ser humano a como yo pienso.

Vuelvo a prestar atención a su comportamiento y veo que, aunque todavía disfruta de la comida, ya no lo hace como antes. Su rostro cada vez va perdiendo la alegría y excitación que tenía, hasta que, finalmente, su semblante se torna enojado.

—¿Qué hiciste? —pregunta mirando hacia una dirección donde yo no logro ver a nadie, así que me acerco a la rendija de la puerta para tratar de mirar algo más, pero en ese momento una caja cae al suelo por culpa de mis movimientos, provocando un pequeño ruido. Veo que la directora se entera de ello, ya que mira a su alrededor por un momento, pero el enojo que tiene es más, para mi suerte, y continúa con su habla—. ¡No me quieras ver la cara!

Teressa Mörder se pone de pie y tira el plato al suelo, haciendo que el trozo de carne que contenía caiga al piso y que el plato blanco de vidrio sobre el cual estaba se quiebre en mil pedazos.

—¡Esta carne está quemada! —brama—. De verdad que no sirves para nada, ni para cocinar. ¿No entiendes que este platillo es muy valioso para que lo desperdicies cocinándolo mal? —Se queda de brazos cruzados y luego emite unas palabras más—. Recuerda que hace ya bastante te pedí algo y hasta ahora no me lo has cumplido. El tiempo es oro para mí.

El silencio predomina por unos segundos en el ambiente luego de lo dicho por la directora, pero después parece arrepentirse de lo que ha hablado, ya que empieza a suplicar arrepentida mientras se hinca y mira a una dirección donde, otra vez, yo veo a nadie, pero esta vez no hago otro intento por mirar, ya que no quiero arriesgarme a hacer otro ruido y que esta vez si me descubran.

—Perdóname, yo... no quise decir eso. Ya sabes, fue un momento de cólera, y...

Antes de que la directora pueda seguir articulando una sola palabra, puedo ver cómo una fuerza, que no sé de dónde o de quién proviene, aprieta el cuello de la directora y la levanta, haciendo que le empiece a faltar el aire, y su rostro comienza a ponerse morado como producto de ello. Teressa Mörder comienza a expulsar quejidos y balbuceos sin sentido, mientras de su interior salen algunos chorros de saliva, y también de sangre. Puedo notar que se está atragantando, y es lo último que veo en ella, ya que la persona que la ahorca la baja por un momento, con la directora ya inconsciente, y se la lleva arrastrada hacia la cocina, dejando rastros de sangre en todo el camino.

Mi mente queda impactada con tanta maldad ante mis ojos. A pesar de que soy un vampiro, mis padres supieron mantener la inocencia en mi niñez y adolescencia, y hasta ahora, el acto más sanguinario al que he estado expuesto es cuando, lamentablemente, asesiné a Mörder, pero por suerte lo recuerdo vagamente, así que la malicia no es abundante, pero lo otro, que sí nunca se borrará de mi mente, es la escena que presencié cuando encontré a mis padres asesinados en la sala de estar de nuestra casa.

Aprovecho el momento en el que creo que me quedo solo para huir de ahí cuanto antes, ya que empiezo a pensar en lo que podría pasarme si me quedo aquí, así que abro la puerta de la bodega y corro con velocidad para retirarme de la cafetería cuanto antes, pero termino resbalándome con los vidrios rotos que antes fueron un plato, y caigo al suelo, cortándome la palma de mi mano con uno de ellos.

Miro para ver qué tan grande es la cortada y así ver cuánto tiempo tardará en curarse, pero veo que no es muy grande. De la herida no ha salido sangre, ya que por ahora no contengo nada de ella en mi cuerpo. Cuando un vampiro injiere sangre humana, ésta recorre por las venas y arterias de los vampiros y le da los nutrientes necesarios para poder realizar actividades básicas, tales como correr a gran velocidad, tener una fuerza y vista sobrenatural, además de una agilidad impresionante, pero esa sangre se va agotando, y por ello hay que seguir ingiriéndola constantemente.

Ese es el trabajo que hacen las pastillas en mi cuerpo. Tratan de recrear dicho líquido espeso, pero obviamente no es igual, y aunque me brinda los nutrientes suficientes para realizar las actividades comunes, ya van varios días que no la injiero, así que por ello estoy más débil y no tengo las fuerzas necesarias, y por consecuencia también me desvanecí frente a la cabaña del conserje.

Observo a mi costado y veo los rastros de sangre expulsados por la directora Teressa, así que aparto mi mirada y la llevo al otro costado, encontrándome con otra escena igual de peor. El trozo de carne humana que la directora estaba comiendo es un brazo. Me pongo de pie de inmediato y salgo corriendo lo más rápido que puedo de la cafetería. Quiero alejarme de aquí cuanto antes.

Corro a tanta velocidad que ni siquiera me percato hacia dónde me dirijo, pero no es algo que me importe mucho. Luego de estar lo suficientemente lejos, freno por un momento y trato de tranquilizarme. Veo que la lluvia ha acabado, aunque el día aún se mantiene frío y oscuro, pues la noche está cerca. Miro mi mano y observo que ya la cortada empieza a curarse y la piel a regenerarse. Luego veo a mi alrededor para ver dónde me encuentro, pero tan sólo alcanzo a ver algunos árboles, y más después, a escuchar unas voces.

—Ya verás que no pasará nada. Es hora de que te conviertas en todo un hombrecito, y lo mejor es que tengas privacidad, una habitación para ti solo, así puedes aprovecharla para hacer, ya sabes, hijo mío... cosas.

Aquella voz vuelve a alterar mi tranquilidad. Sin duda ese tono tan grave y misterioso no puede ser de nadie más que del señor Richard Gärtner, el padre de Dressler y conserje de la universidad.

—Creo que tienes razón, padre. —Dressler trata de armarse de valor, aunque se oye confundido al escuchar las palabras de su papá.

El habla de ambos se detiene por un momento, y es ahí cuando observo que me encuentro cerca de la cabaña del jardinero. Mirar aquella vivienda me da un poco de temor tras recordar lo recientemente ocurrido, así que intento alejarme antes de que sea demasiado tarde.

—Señor Gärtner, nosotros queríamos pedirle ayuda con respecto a un tema muy serio —comenta Keren, poniendo tenso el ambiente, luego de algunos segundos.

—¡Keren! —murmura Ámbar dándole un pequeño codazo, tratando de hacerla callar.

—Tranquilos, jóvenes. Ya saben que pueden pedirme lo que sea. Yo estoy a su disponibilidad para lo que necesiten. —Sonríe misteriosamente.

Acelero mi caminar para escapar de allí cuanto antes, pero, para mí mala fortuna, los chicos se enteran de mi presencia antes de que pueda huir de aquel lugar.

—Miren chicos, ¿ese no es Keyland? —escucho musitar a Keren.

Siento la mirada fija de todos, incluyendo la del señor Gärtner.

—Así parece —dice Ámbar confundida—. Pero, ¿qué hace por estos sectores tan solitario?

—Buscando algo que necesita para su supervivencia, supongo —pronuncia Luck con malicia.

—Invítenlo a que se les una —dice Richard Gärtner con su voz grave que le caracteriza—. Puede ser que los ande buscando y no los haya visto. —Una sonrisa se dibuja en sus labios.

—¡Keyland! ¡Keyland! —grita Dressler escandalosamente.

Me doy la vuelta y los miro, aunque realmente no sé por qué lo he hecho. Bien pude haberme ido.

—¡No sigas buscando, aquí estamos! —Dressler alza sus manos sonriente mientras da algunos brincos.

Refunfuño y me enojo conmigo mismo por lo que hago, pero me acerco a ellos a pasos lentos. Me incorporo a los chicos, los cuales, al parecer, han venido a buscar al padre de Dressler.

—Y bien, ¿en qué estábamos? —Keren mira a Ámbar.

Ámbar tuerce sus labios y lo piensa por un momento, pero se decide a explicarle la situación al conserje.

—Señor Gärtner, es que hay algo que nos está incomodando últimamente en la universidad, y... queremos pedirle su ayuda. —Ámbar se muestra muy seria y preocupada.

—¿Qué es lo que sucede? —El conserje muestra una curiosidad misteriosa.

—Verá, me imagino que usted se ha dado cuenta de las cosas que están sucediendo últimamente en la institución, ¿cierto? —pronuncia la rubia nuevamente.

—¿A qué cosas se refieren? —Richard parece hacernos creer que no sabe a qué nos referimos.

—Muertes, asesinatos, sucesos extraños... —enumera Keren.

—¿Le suena? —Me animo a hablar con un poco de sarcasmo.

—Ah, claro, claro. ¡Qué tonto soy! —Finge una sonrisa—. ¿Qué tipo de ayuda necesitan en relación a todo eso?

—Pues... Hemos visto que la directora no ha hecho mucho al respeto sobre esta situación. Sentimos que la seguridad de la universidad no ha aumentado ni se ha reforzado, y debería, ya que un asesinato no es algo que haya que tomarse a la ligera. —Ámbar empieza a explicar la situación—. Y, verá, queremos saber si usted podría ayudarnos a comunicarle esto a nuestros padres. Creemos que la directora no les cuenta todo lo que pasa a como realmente es, y si se enteran de todo lo que ha sucedido, tal vez ellos puedan hacer algo para impedir que siga pasando.

Luego de que Ámbar termina de explicar la situación, Richard mantiene su rostro serio, pero eso es sólo por unos segundos, ya que luego el hombre ríe a carcajadas por un momento, lo cual provoca que todos nos miremos con confusión. Nada resulta divertido con respecto a este tema.

—¡Ay, jóvenes! Ustedes no deben preocuparse por eso. Los policías se están encargando de todo. —Continúa riendo—. Ya les dije, ¡no tienen de qué preocuparse! —dice, esta vez frenando su risa—. Miren, yo sé que tal vez ustedes deben de sentirse inseguros y atemorizados con lo sucedido, y es comprensible, pero les aseguro que no tienen por qué temer.

—¿Y por qué lo dice tan seguro? —consulta Luck, confundido.

—Escuchen jóvenes. Les voy a decir algo que no debería, así que prométanme que no se lo contarán a nadie más —musita con un tono bastante misterioso. Todos afirmamos—. Pongan mucha atención. La señora Teressa Mörder citó al personal de la universidad, incluyéndome, para una reunión hace ya algunas horas, y nos explicó todo lo sucedido.

—¿Y? —Keren levanta sus manos. Aún sigue sin comprender.

—Y nos dijo la verdad sobre la muerte de la señorita Judith Döhman. Al parecer ella tenía un enamorado, aunque, por asuntos de trabajo e indisponibilidad de tiempo, decidió terminar, y el joven no estuvo de acuerdo con ello, así que luchó y luchó por volver a ganarse su amor, lo cual le fue prácticamente imposible. La asistente ya estaba resignada a terminar la relación, por lo que el joven pensó que la razón por la cual Judith lo había cortado se debía a que ella tenía una nueva pareja, por lo que él decidió acabar con la vida de ella, ya que, si el corazón de la mujer no sería de él, tampoco sería de nadie más.

Parece que lo que dice puede que sea algo creíble, pero lo que me incomoda es la manera en lo que ha dicho esto último. Lo ha hecho con mucha pasión, e incluso ha apretado su puño con bastante fuerza.

—¡Es justo lo que dije! —exclama Keren, mirándonos.

—¿Y quién era el pretendiente? ¿Acaso estudia en esta universidad... si se puede saber? —pregunta Ámbar tratando de ser discreta.

—¿O acaso es usted? —le pregunto, sin tapujos.

Él me mira sorprendido, y abre sus ojos enormemente. Estoy casi seguro de que él tiene algo que ver en todo esto.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro