LVIII

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Exactamente en el momento en el cual la bibliotecaria está por darse la vuelta para que sus ojos azules queden mirándose fijamente con los míos, y que mis colmillos hagan contacto con su piel, el libro cae de sus manos, haciendo que la acción se frene, así que la atrocidad se ve interrumpida. Ella se agacha y toma el libro de nuevo, y esos pequeños segundos que se demora en llevarlo a sus manos nuevamente, me hacen reaccionar y darme cuenta de lo que estoy haciendo. Cierro mis ojos con mucha intensidad y aprieto mi puño con fuerza para contenerme. Lo mismo hago con mi mandíbula.

No puedo asesinar a Grace. Simplemente no puedo ni debo hacerlo. Si la mato, ya no tendré la posibilidad de sacarle información, y sé que ella sabe mucho al respecto de lo que me interesa, así que debo frenarme. Mis ansias sangrientas son demasiadas y difícilmente pueda seguir aquí, en compañía de ella, sin acabar succionándole dicho líquido hasta desangrarla, así que lo mejor será retirarme de inmediato. Por suerte ella no ha visto mi comportamiento salvaje, pero ha estado cerca.

Empiezo a correr a gran velocidad, como si estuviese persiguiendo a la sombra que tanto deseo encontrar, manteniendo fija mi mirada en mi destino, el cual, por suerte, está cercano, así que no me demoro mucho en llegar a la puerta que me da la salida del lugar de lectura de la universidad, y Grace se percata de ello.

—¡Joven, el libro! —grita, pero hago caso omiso a sus palabras y salgo de la biblioteca, desesperado.

En el exterior me encuentro con una percepción totalmente diferente a la que había en el ambiente cuando ingresé a la biblioteca. El día se mira triste y está haciendo mucho frío. El cielo está muy oscuro, aunque todavía no es de noche, y en él destaca una gran nube grisácea que hace que la antigua tarde soleada se vea opacada por la fría oscuridad. El viento está soplando con demasiada intensidad, lo cual hace que la ropa que llevo puesta se mueva a la velocidad que el viento quiera. Lo mismo pasa con mi cabello, y también con las pocas hojas que quedan en los árboles, las cuales también se ven afectadas por ello y caen lentamente uniéndose a las otras que ya han caído a lo largo de la tarde y que se encuentran esparcidas sobre el césped del jardín.

Tomo un gran suspiro con mucha fuerza, respirando el aire puro del ambiente, dejando que ingrese a mi interior y tratando de tranquilizarme. Estoy muy alterado y he estado apunto de eliminar a una persona que me puede servir de gran ayuda si sé cómo utilizarla, pero por suerte he podido evitarlo y reaccionar a tiempo. Sé que hoy no he podido hacer lo que quería, pero, por suerte, tengo la oportunidad de regresar mañana nuevamente utilizando la misma excusa del libro, sólo que debo tratar de ver cómo calmo mis instintos, y para ello debo consumir sangre artificial o tomar las pastillas.

Ese pensamiento me hace recordar que ya pronto serán las siete de la noche y aún no sé cómo impedir mi transformación. Debo tener en cuenta que me está siendo difícil ocultar mi lado vampírico en la universidad y ocupo buscar la manera de terminar con mi venganza de una vez por todas antes de que sea demasiado tarde.

A pesar de haber inhalado una gran cantidad de aire puro, siento que me estoy ahogando. Tengo una gran necesidad en mi interior, y sé muy bien cuál es. Aunque el aire es algo que puedo inhalar normalmente como cualquier humano, no es para nada vital en mis pulmones, ya que éstos no necesitan de él para mi supervivencia, así que la ansiedad va por otro lado. Mi cuerpo me pide sangre.

Unas gotas de agua comienzan a caer sobre mí desde el cielo. Alzo mi mirada y veo que se aproxima una gran tormenta, pues el color de la gran nube que está sobre mí me lo dice, así que empiezo a buscar un lugar donde resguardarme porque ya comienzo a sentir las quemaduras en mi piel producto de la fría agua, la cual cae como un ácido en mi piel en cada contacto que tienen. Observo la biblioteca y pienso por un momento en entrar y aguardar ahí a que pase la lluvia, pero sé que no podré frenarme de nuevo y esta vez acabaré apagando la vida de Grace para siempre.

Así que, pensando en las consecuencias de estar cerca de ese lugar y que luego la tentación sangrienta me gane, empiezo a correr a gran velocidad para buscar otro edificio donde protegerme de la lluvia. Intento esconderme bajo un árbol, pero de igual manera el agua llega a mí traspasando los espacios que dejan las hojas de los árboles, además de los lugares vacíos por las hojas ya caídas como producto de la estación de otoño. Corro hacia otro lugar y miro las edificaciones que están cerca de mi ubicación. Puedo observar el gran comedor, el cual se encuentra cerrado, el gran e imponente de edificio de habitaciones, el cual está muy lejos, y por último la cafetería.

Esta última me parece la opción más factible, así que me dirijo hacia ella de inmediato. En el camino voy gritando y quejándome de dolor, ya que la lluvia está cayendo en mí como el fuego en una piel humana. Subo rápidamente la empinada colina sobre la cual está construida la cafetería y llego a ella con la desagradable noticia de que está cerrada. Golpeo la puerta, la cual es de vidrio, con bastante intensidad, arriesgándome a romperla, pero no es algo que me importe.

El cajero, el cual identifico como Carl porque así lo llamo el mesero de bigote cuando vine con los chicos a "desayunar" en la mañana, se da cuenta de mi presencia en el sector, así que se acerca.

—No puedes entrar mojado, amigo. Son reglas del lugar —grita el cajero haciendo señas desde el interior de la cafetería.

Escucho a duras penas sus palabras, pero vuelvo a golpear el vidrio dándole a entender que no lo escucho, haciendo que esta vez el joven hombre abra la puerta, dejándome percibir la calefacción interna del lugar, todo lo contrario a la baja temperatura percibida en el ambiente natural.

—Dije que no puedes entrar. Estás todo mojado, y eso está prohibido —me comenta—. Lo siento.

Yo le retuerzo los ojos.

—No me importa, sólo déjame entrar —ordeno.

—Lo siento, pero reglas son reglas. —El cajero tuerce sus labios.

—No quiero repetírtelo dos veces. ¡Déjame entrar! —espeto.

Hago un intento por ingresar a la fuerza al lugar, pero el joven trabajador pone su brazo en la entrada y me lo impide. No quiero ser violento, pero él me está llevando a hacerlo.

—Mira, como te dije... —Intenta decir.

Pero antes de siga articulando una sola palabra, le doy un fuerte puñetazo en la cara, haciéndolo caer al suelo, inconsciente. Lo arrastro de los pies y lo saco de la cafetería, dejándolo al aire libre bajo la lluvia torrencial, como venganza, y ensuciando de tierra su uniforme rojo de trabajo, y también su pantalón negro. Cierro la puerta de la cafetería y froto mis manos mientras tomo asiento en una silla. Parece que no hay nadie más en el lugar. El silencio es predominante y la tranquilidad está presente en todo el espacio.

Doy una exhalación, cansado y aburrido. Nada de lo que planeo sale a como yo espero. ¿Por qué nada me puede salir bien en esta vida? Siempre que intento hacer algo nunca termina saliendo a como yo quiero, y temo que con mi venganza termine sucediéndome lo mismo. Bajo mi mirada e involuntariamente termino mirando mi mano, específicamente mi puño derecho, con el cual le di el golpe al cajero. En él destaca una buena cantidad de sangre, la cual de seguro proviene de la nariz del joven al cual he golpeado recientemente. Cierro mis ojos y aparto la mirada de inmediato. No quiero ponerme salvaje de nuevo.

Abro los ojos de nuevo, sin dirigirle la mirada a la sangre, y me levanto en busca de un lavamanos para eliminar los restos de ese líquido de mi puño. Llevo mi mano a una distancia considerable para así evitar mirarla. Camino por la cafetería y puedo evidenciar que efectivamente está sola, pues el ruido de mis pasos es el único allí presente. Lo más seguro es que Carl era el único que estaba aquí dentro antes de mi llegada.

En una de las esquinas del lugar, cerca de la entrada de la cocina, encuentro un pequeño lavamanos color blanco, así que me acerco a él para lavar bien mis manos y eliminar todo rastro que me pueda resultar tentador. Abro el grifo y tomo un poco de jabón y lo embarro en mis manos. Aunque me arderá utilizarlo, si no lo hago, el olor de la sangre quedará presente, y tengo la posibilidad de tentarme si esas partículas llegan a mis fosas nasales.

Trato de no mirar ni siquiera el agua, ya que la vez anterior mi mente también me jugó una mala pasada cuando lavé mi puño, que esa vez contenía sangre luego de golpear a Luck. Dejo que el agua caiga sobre mi suave piel, y siento de inmediato que su temperatura es muy fría, casi tan helada como la lluvia, así que reacciono con un pequeño grito.

—¡Auch! —exclamo mientras sacudo mi mano.

Vuelvo a exponerla al agua hasta que los rastros de sangre se vayan completamente y luego me seco con un paño que hay junto al lavamanos. Mientras seco mis manos con la suave tela, empiezo a percibir un olor, pero no es un aroma que pueda considerarse desagradable, sí para mí, pero no para muchas personas. Huele a carne. Parece que alguien está friéndola, ya que me encuentro cerca de la cocina, y creo que el olor proviene de allí. Dejo el pequeño paño donde estaba y me acerco a la entrada de la cocina, la cual está compuesta por dos puertas que se abren al empujarlas, ya que no poseen manija.

Escucho el ruido típico que provoca el sartén cuando hay algo cocinándose en él, y el aroma a carne frita aumenta, haciéndome arrugar la cara. Me quedo extrañado, ya que se suponía que estaba solo en este lugar, así que, si no fue Carl el que la tenía friendo, quiere decir qué hay alguien más en la cafetería, y así lo compruebo, ya que empiezo a escuchar un tarareo de una melodía que recuerdo muy bien, ya que era una que solía cantar con mi madre por las noches, cuando era un niño y le temía a la oscuridad. Ella siempre me decía que había una estrella que me cuidaba y me protegía, la cual iluminaba mis sueños y espantaba todo monstruo que quisiera llevarme a su mundo de pesadillas.

Estrellita, ¿dónde estás?

Al principio identifico que ese tono de voz que proviene de una mujer, ya que es una voz muy aguda y dulce, pero esa agudeza cada vez va disminuyendo y la voz se va haciendo más y más grave, hasta el punto de afirmar que es proveniente de un hombre. Pero esa afirmación vuelvo a ponerla en duda, ya que, después de agravarse más y más, la voz adopta un timbre que no puedo reconocerle a ningún género. Es muy grave, pero también tiene toques agudos, y, lo que más me hace dudar, es su tono robótico o diabólico que, sin duda, no es humano.

En el ambiente empieza a haber un oler a quemado, y reconozco algo que no había percibido antes. Esa carne no es animal, o por lo menos no de un animal que es común de comer por los humanos carnívoros, ya que nunca lo había olido. Quien está friendo el trozo parece que se descuida, porque eso se ve reflejado en lo que cocina, que empieza a quemarse. Trato de abrir la puerta para mirar con disimulo quién se encuentra en la cocina, pero en ese instante, la puerta principal de la cafetería se abre, ya que el tañido de la campana dorada me lo dice.

—¡Ya huele, qué delicia! —exclama una voz femenina que ingresa al lugar y toma asiento mientras respira profundamente.

Esa voz sí que la he escuchado antes.

¡Hola! ¿Aún sigue alguien ahí? :(

Lamento profundamente mi abandono completo a la historia. Estuve bastante tiempo lejos de Wattpad debido a unos problemas que les había comentado, pero ahora estoy de vuelta. Sé que si no me hubiese alejado tanto, la historia de seguro ya habría terminado, pero no es algo que estuviera bajo mis manos.

Por ahora les he traído este capítulo, ya que creo que es necesario luego de estar esperándome durante tanto tiempo. Les cuento que aún no termino de escribir la historia, pero ya la llevo bastante avanzada. Sólo he publicado este capítulo porque quiero proponerles que relean la historia. Esto no es obligatorio, ya que puede que algunos se acuerden de todo, pero es para que puedan refrescarse la memoria y recordar los pequeños detalles que tal vez hayan olvidado.

Esto es para que disfruten más de los capítulos que vienen y para que sientan más emoción al descubrir todo lo que nuevo que vendrá. Les confieso que yo ya lo hice, ya que, siendo el autor de la historia, igualmente había cosas de las que no me acordaba, pero por suerte ya tengo todo claro nuevamente, y en parte es gracias a que la gran mayoría de ideas que tenía siempre las apuntaba.

Aún no sé cuándo seguiré actualizando, si los Martes y Viernes como lo hacía antes o si sólo les traeré un capítulo por semana, la verdad no sé. Primero quiero acomodarme de nuevo en la plataforma, ponerme al día con todo lo nuevo que hay en la comunidad y responder los mensajes, comentarios y notificaciones que tenga. Por ahora espero que hayan comprendido mi ausencia, y deseo que no me vuelva a suceder, aunque no prometo nada, ya que no soy dueño del destino :/

¡Gracias a los que siguen ahí y espero que hayan disfrutado del capítulo!

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