[JJP] Melocotón y vino

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Jae Beom anhela un hogar.

~Jae Beom x JinYoung

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Vivir muchos años no es tan increíble como muchos suelen pensar. Ha estado en este mundo alrededor de unos 200 años, no puede recordar con exactitud, tampoco le da ganas de hacer el intento ya que remover entre sus memorias y calcular el tiempo tan banal no es algo divertido.

Siempre se ha valido por su cuenta. Sólo él entre las penumbras, yendo de aquí para allá, descubriendo, cazando, viviendo sin realmente vivir. Ha conocido muchos lugares, podría decirse que viajó por todo el mundo maravillándose ante los cambios que se generaron a lo largo de los años, sean diminutos o grandes.
Explorar lugares por sí solo jamás le incomodó o le hizo sentir extraño, sin embargo, luego de hacerlo durante un siglo llega a ser aburrido. No es como si no tuviera amigos, porque sí los tiene. Ellos se reúnen de vez en cuando para pasar el rato, compartir anécdotas, hacer planes o contar sobre los sucesos más relevantes que les conciernen a los de su especie con la de los humanos en una clase de junta con dotes asamblearios.

Jackson, Mark y Kunpimook viven juntos y hacen casi todo de la misma manera. Le han sugerido muchísimas veces que se mudara con ellos, pero él es más del tipo liberal e independiente.

La luna se eleva en lo alto y resplandece primorosa, mostrando cuán hermosa sigue siendo aún cuando ella ha permanecido ahí desde el inicio de los tiempos. La luz azulada de esa noche recae sobre su pálida piel y se deja envolver en una compañía peculiar, donde sólo se encuentran ella, el bosque y él.

Jae Beom aspira el aroma de la naturaleza, lo hace un par de veces hasta asegurarse de que no lo ha olvidado. Una sonrisa débil surge en su rostro tras darse cuenta de que sigue siendo uno de sus aromas favoritos, lo relaja y hace que se sienta cómodo, como si estuviera en su hogar, aunque aquí lo curioso es que nunca ha estado en uno. No sabe cómo debe sentirse en realidad, pero él cree que debe ser de esa manera, tranquilo y confortable, que de la sensación de querer permanecer.

Cuando el viento comienza a soplar con más fuerza y las hojas en los árboles bailan a su ritmo calmo, se da la vuelta y camina hasta estar de nuevo en su casa. Puede ver como el vaho que crea su respirar acompasado se pierde en el frío ambiente. Lleva puesto un abrigo color vino que deja ver los holanes de la camisa blanca que porta debajo, así que Jae Beom está protegido de las corrientes heladas. Recorre los últimos tramos de la entrada trasera y luego entra al edificio que se alza con glamour.

Un salón vacío lo recibe y Jae Beom se sienta frente a la chimenea sobre un sofá grande de cuero negro. Suspira cansado y se permite pensar en lo que le depara, todo el tiempo del mundo nunca es suficiente cuando se trata de lo que quiere y de lo que sueña.

Quiere viajar de nuevo, como antes. Se había encerrado durante muchos años, tal vez unos quince o veinte, con eso ya deben haber unas cuántas modificaciones. Jae Beom quizo viajar por todo el mundo, visitar villas, ciudades y pueblos, pero supo que si lo hacía se le iban a acabar las opciones, y haber estado por todo el mundo en tan sólo 200 años es muy pronto desde su punto de vista.

Jae Beom no se había percatado que en la gran mayoría de sus recuerdos sólo se encontraba a sí mismo.

Solo.

Solo.

Solo.

Ya no tenía caso continuar sus aventuras cuando no había nadie con quien estar, alguien con quien compartir y crear los mismos recuerdos que puedan ser contados con igual entusiasmo.

Finalmente comprendió la necesidad de la compañía. Abatido, desolado y vacío, Jae Beom sueña con tener a alguien a su lado. Se encerró entre las paredes de la gran casa que perteneció a algún inglés rico e hizo un juramento como él de único testigo y juez. No recorrería nuevos lugares hasta no haber hallado a su complemento.

Medio siglo después, aún no corre con suerte. Sigue sintiéndose vacío por dentro y cansado incluso sin moverse. Él no muere porque no puede, no vive porque no sabe como hacerlo.

¿Debería romper aquello que juró?

Suspira y cierra los ojos al llevarse una copa de vino a los labios. Podría echar todo por la borda, pero en serio desea a su otra mitad.

Jae Beom piensa durante horas, el fuego de la chimenea va apaciguándose junto a sus emociones cansadas y confundidas. Lanza un leve gruñido que se pierde dentro del salón, porque le resulta increíble -y muy angustiante- saber que con el poco tiempo que ha estado presente ya está harto de este mundo.

200 años no es ni la centésima parte de lo que abarca la eternidad.

¿Tendrá que sufrir por otros 200 más? ¿Por un siglo? ¿Un milenio?

Para los de su especie todo es posible.

Cuatro golpes en la puerta le hacen abrir los ojos y dirigirlos hacia los tres hombres de vestimenta elegante que caminan con galantería.

—Eres un verdadero aguafiestas— le dice Kunpimook.

—No ofendas al anfitrión— Jackson se acerca al sofá y le sonríe, sus colmillos asoman levemente y sus ojos han cambiado de color desde la última vez que lo vio una horas atrás, ahora siendo verdes. —Todos se fueron, pero conservé unos cuántos. ¿Quieres unirte al banquete?

Jae Beom observa el vino sobrante en la copa. Sangre humana, ha pasado mucho desde que se dio el gusto de beberla. Siempre rechazaba las presas que sus amigos le ofrecían amablemente, aunque esta noche la necesidad y el hambre surgieron en él como fuego que nació de las brasas.

—Sí.

—Excelente— dice Mark obligándolo a ponerse de pie.— Una rica cena te espera en una de las habitaciones de arriba. Anda, no la hagas esperar.

—¿Qué les hizo pensar que esta noche iba a ser diferente?

—Instinto vampírico.

—No te preocupes por nada— Kunpimoom se acerca y palmea levemente su hombro—Está bajo los efectos de la hipnosis.

Jae Beom asiente y agradece al trío emocionado que le mira irse hacia las escaleras. Antes de poner un pie en el primer escalón, dirige su atención al salón contiguo que se mantiene con las puertas abiertas. Las luces cálidas que desprende el fuego en la chimenea muestran algo bastante peculiar.

—¿Te retractas?

Jackson y los demás ya se encuentran en la segunda planta. Le miran desde arriba, preguntándose si ha cambiado de parecer.

—En un momento los alcanzo.

Los tres vampiros desaparecen de su vista y oye sus pasos perderse dentro de alguna habitación donde seguramente están las presas de esta noche.

Jae Beom camina hasta recargarse sobre el marco de la puerta, desde donde observa con detalle a la criatura solitaria que tiene la mirada perdida en el fuego. Puede percibir el aroma de la sangre humana y se siente agitar ante la anticipación de comida caliente recién salida del torrente sanguíneo.

Al entrar, Jae Beom tiene a un pelinegro sentado de manera apaciguada sobre el amplio sofá. Huele exquisito, como la esencia de los melocotones. Siente cómo su cuerpo entero se enciende y sus colmillos pican por querer bajar y morder la piel a su disposición.

Incluso bajo los efectos de la hipnosis puede ver claramente cómo desprende un aura especial. Probablemente alguno de sus amigos lo mantuvo ahí como repuesto en caso de que no llegaran a saciar el hambre.

Es hermoso. Jae Beom sabe que el humano no es como cualquier otro de los que ha visto. Se ve muy tranquilo en comparación a la mayoría de las presas que aún estando hechizadas se mantienen ligeramente reacias a ellos.

El chico no se ha fijado en él, al parecer encuentra más interesante la textura del sofá, simplemente mueve los dedos sobre los bordes italianos cada tantos segundos.

Él sólo tiene que ir hacia la presa y tomar lo que requiere, sin más, pero no siente que sea lo adecuado. No sólo quiere beber de sus venas, también quiere hablar un rato, pasarla bien, motivo por el cual deshace el hechizo que sus amigos le impusieron.

El chico parpadea y cuando recupera la conciencia, sus ojos acaramelados le roban el aliento.

—Buenas noches, joven.

—Buenas... Buenas noches— le ve parpadear confundido mientras analiza la habitación en un intento por recordar cómo llegó ahí.

—Te quedaste dormido— Jae Beom toma la botella de vino sobre la chimenea y llena la copa que ha estado sosteniendo hasta la mitad.

—Le pido una disculpa. Espero no haber causado molestias, lord.

El humano se muestra cabizbajo como sinónimo de vergüenza. A Jae Beom no le importa en absoluto el tema de la etiqueta y los modales, así que sonríe para tranquilizarlo.

—Descuida, no has hecho nada malo.

Toma asiento al lado del joven y se da el atrevimiento de acariciar el dorso de su mano. Puede sentir cómo el pulso del humano aumenta, incluso escucha el prodigioso palpitar, el olor de la sangre se vuelve espeso y Jae Beom comienza a salivar ansioso mientras hace todo lo posible por mantener los colmillos a raya.

—¿Cómo te llamas?

—JinYoung.

—Es un placer, JinYoung.

—Lo mismo digo, lord.

—Jae Beom, tú puedes llamarme así.

El pelinegro asiente, pero no dice nada más, desvía la mirada hacia el suelo y presiona juntos los labios. Sabe que lo pone nervioso y le agrada enormemente ver que reacciona ante él.

—¿Viniste acompañado?

—Algo así— JinYoung vuelve a mover los dedos sobre el sofá, ligeros tap tap tap se escuchan entre el crepitar de la madera y su respiración baja.

—Bueno, desconozco quién ha sido la persona que te trajo, pero estoy agradecido por que lo hiciera, aunque no creo que esté afuera esperando por ti.

—Yo tampoco lo creo— cuando finalmente conectan miradas de nuevo, JinYoung se sorprende por lo que ve. Los ojos de Jae Beom van cambiando segundo a segundo y pasan de ser marrones a un color negro que los abarca casi en su totalidad. A esta altura JinYoung ya sabe lo que es, pero no se levanta y no corre, en su lugar se queda mirándolo sin romper el contacto. —¿Por qué me mira así, lord?

—Eres precioso— dice tocando su mejilla con el pulgar. Jae Beom se acerca e inhala profundo, muy cerca de él. —Tu aroma es exquisito.

—Creo que exagera, lord.— el chico mueve los pies ansioso y luego murmura. —Tal vez lo mejor será marcharme.

—No, dulzura. No te vayas, permíteme disfrutar de tu compañía por más tiempo. Quiero hablar contigo, saber más de ti... Probarte.

—¿Pro... probarme?

—Así es, tu sangre debe ser un manjar espléndido. ¿Me permitirás averiguarlo, JinYoung?

—No estoy seguro.

—No te lastimaré, si es lo que temes, no soy una criatura despiadada— Jae Beom se acerca y retoma las caricias sobre su mejilla.—Te trataré bien. ¿Aceptas?

JinYoung se tarda en tomar una decisión, pero después de unos minutos en silencio, responde aún no muy convencido.

—Está bien.

Jae Beom sonríe abiertamente. Su cuerpo entero vibra ante lo que está a punto de suceder.

—Gracias, Jin.—Jae Beom se pone de pie y deja la copa de vino vacía sobre la mesa a un costado.—Ahora quítate los pantalones.

Recibe una mirada asustada, pero en seguida lo tranquiliza con sus palabras.

—No haré nada malo. Es sólo que esta noche tengo ganas de comer desde aquí— Jae Beom se inclina y deja reposar una mano sobre sus piernas. —El cuello no es el único lugar de donde se puede beber.

Con lentitud, el pelinegro se pone de pie y se deshace de sus zapatos, con las manos temblorosas baja sus pantalones hasta mostrarse con las piernas desnudas, las cuales lucen unos muslos tan apetecibles que los colmillos de Jae Beom descienden por completo. 

Ya es hora de cenar.

—Magnífico— el vampiro camina alrededor de su presa y va admirando a la bella criatura pelinegra que se va a comer.—Recuéstate y separa las piernas.

JinYoung hace lo que le ordena. Él no quiere apresurarse, un humano como el que tiene frente a frente debe disfrutarse en todos los sentidos, al fin y al cabo tiempo es lo que más le sobra. Jae Beom se arrodilla y va decidido a proporcionarle toques al pelinegro con la intención de eliminar todo rastro de nerviosismo y miedo. El primero tiende a sentirse bien en la sangre pero a Jae Beom no le agrada el segundo, la combinación de ambos es algo que no disfruta, él prefiere el sabor de la excitación y el placer, eso es lo que busca en JinYoung al besarle los muslos con parsimonia.

La respiración del humano aumenta cuando saca la lengua y recorre la piel con deleite, agregando raspones con sus colmillos que hacen estremecer a JinYoung.

Se mantiene tocando, mordiendo y chupando durante un buen rato. A él le gusta, la piel de JinYoung huele bien y sabe aún mejor. Lleva las manos a cada muslo del chico y se aferra a ellos cuando muerde hasta traspasar la piel, gime gustoso cuando las primeras gotas de sangre se diluyen en su boca.

JinYoung lanza un grito bajo y ancla las piernas a los hombros de Jae Beom cuando este comienza a succionar cada tanto, algunas veces lento, otras veces rápido. Se siente desesperar con el paso de los segundos, nunca había estado tan hambriento, ahora no sólo desea beber de él, también quiere comérselo en otro sentido.

Jae Beom pasa al otro muslo. Un grito ahogado deleita sus sentidos cuando muerde de nuevo.

—Te dije que eras un manjar, JinYoung— murmura contra su piel, dejando besos pequeños por todas partes que sirven para darle una idea al humano acerca de cuánto le hace delirar con su sabor peculiar. —Eres la esencia del paraíso.

Los ojos del pelinegro brillan, una ráfaga fuerte de excitación golpea los sentidos de Jae Beom y le hace perder la razón. Lame las heridas para cerrarlas y sube dejando un camino de besos húmedos que ocasionan estragos en su preciosa presa.

—¡Oh, lord!— el gemido de JinYoung retumba sobre sus oídos, las manos del chico se aferran a su cabello. Sin previo aviso incrustó los colmillos en la pelvis del humano.

No, ya no era un simple humano, ahora era suyo. Jae Beom ha decido tomarlo a él como compañero, ya no se puede imaginar una vida eterna sin ese delicioso sabor, sin ese suave olor a melocotón que desprende, sin ese calor que emana todo su cuerpo. Se siente bien, es tranquilo y confortable.

Hogar.

El vampiro toma distancia y comienza a tocar ambos lados de su cadera, en ningún momento aparta la mirada de la magnífica vista que tiene.

—Te dije como puedes llamarme.

Esta vez, JinYoung gime un glorioso Jae Beom.

Los ansiosos dedos del vampiro se dirigen a la ropa que aún porta su dulce humano. Comienza a desabrochar los botones de la camisa al mismo tiempo que retoma la succión sobre la porción de la pelvis marcada con sus dientes.

JinYoung cierra los ojos y arquea la espalda al sentir los toques fuertes en su pecho, los cuales quedan marcados como si fueran fuego.

Jae Beom. Jae Beom.

Cada vez más fuerte, cada vez más placentero. Oh, por Drácula. La imagen de ellos dos sobre su cama ocasiona que un escalofrío lo recorra de pies a cabeza. Tal vez lo haga, tal vez...

—Él se ve delicioso.

JinYoung abre los ojos y se sorprende al ver a otro vampiro que se inclina desde atrás sobre el respaldo del sofá.

Jae Beom le lanza una mirada molesta a Kunpimook.

—Fuera.

—No seas así, déjanos ver— se queja Mark desde el marco de la puerta— Huele apetitoso, ¿cierto, Jack?— el mencionado sólo muestra una sonrisa bañada en deleite.

Bajo sus manos puede sentir cómo JinYoung comienza a enviar olas de temor, eso no lo hace feliz.

—Largo de aquí.

Jae Beom retoma su faena, queriendo llevarse a JinYoung hasta su cama, donde podrá tomarlo mejor y en todas las formas posibles.

—Jae...

La voz del pelinegro pierde fuerza cuando siente los labios del vampiro sobre su estómago.

—Quiero tenerte por completo— murmura contra su piel— Deseo complacerte tal como tú lo haces conmigo.

JinYoung duda. Le sorprende la propuesta de Jae Beom y se queda en blanco sin saber qué responder. Sus ojos van hacia los intrusos que arruinaron el momento.

—Ignoralos, sólo mírame a mí— Jae Beom sube hasta cubrir el cuerpo ajeno, retira los mechones en su frente, en esta ocasión le susurra al oído para captar su atención y hacerle olvidar aquello que le preocupa. —¿Aceptas?

JinYoung le acaricia el rostro y él suspira contento al escuchar el acepto provenir de sus esponjosos labios.

Tras dar una advertencia a los tres intrusos, se lo lleva hasta su habitación y procede a dejarlo sobre las sábanas negras de su cama, desde donde se deshacen de la ropa que les impedía sentirse con ansias. La luz de la noche se filtra por la gran ventana, la cortina retraída facilitando el trabajo.

Bajo sus ojos luce espléndido, no hay nada que se le pueda comparar.

Lo besa en los labios por primera vez, ambos se estremecen ante la sensación perfecta de estar uno contra el otro, sintiendo piel contra piel.

Hay muchas maneras de mantenerlo a su lado por toda la eternidad. Jae Beom planea hablar sobre eso cuando su precioso compañero despierte, mientras tanto, se acurruca contra él y permite que la sensación hogareña lo arrope por primera vez.

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Este os fue publicado por primera vez el 7/03/2021 como una de mis historias en "Insomnio".

Decidí ponerla aquí también porque trata sobre vampiros, además,  ya hacía falta el JJP.

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