Itoshi Sae

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Sae aún recuerda la primera vez que la vió.

Él, en sus años de adolescencia, había estado en el club de fútbol que tenía su escuela, todo normal, hasta que empezó aburrirse con lo mismo. El fútbol ya no le era divertido como antes, a pesar de que jugaba por jugar él seguía demostrando que era el mejor. Una de las mejores cosas que le traía eso era ver la mirada emocionada de su pequeño hermano que veían en él una gran figura a seguir, aunque Sae no lo creyera.

Fue entonces que en medio de la tarde, se dirigió a los servicios mientras tenían un breve descanso, fue ahí que comenzó escuchar algunos ruidos de alguien entrenando. Él no era nada curioso así que no se le pasó en la cabeza sobre quién se trataría y más bien siguió caminando directo a su club. Pero una pelota de color amarilla con azul se impactó en su cara, haciéndole caer bruscamente.

Eso había dolido como la mierda, pero él no se quejó para nada, más bien solo estaba preparándose para quien golpear por ser tan descuidado y entonces, sus ojos verdes azulados chocaron con una de tonalidad lavanda.

—Oh por Dios, ¿estas bien?— la chica, de peculiar cabello en tono lavanda como sus ojos, se acercó a él mirándose sumamente preocupada por su estado— oh Dios mío, lo dejé atontado ¡No debí rematar de esa forma! ¿Me escuchas? Solo te pido que no vayas hacia la luz, ¡no vayas hacia la luz, pelirrojo!— gritó en su cara, haciendo que Sae frunciera el ceño, la primera impresión que tuvo de ella es que era una chica muy ruidosa.

—Cállate, estoy bien— musitó cortante levantándose del suelo.

Ella solo pudo sentir culpa al ver el rostro enrojecido del Itoshi.

—Lo siento, no medí mi fuerza. Ahora tienes la cara marcada, ¡enserio lo lamento!— volvió a disculparse sintiéndose más culpable.

—Estoy bien— dijo Sae tratándose de marcharse hasta que un dolor en la cabeza lo detuvo.

—Déjame llevarte a la enfermería— suplicó ella— seguro es algo grave, no me quiero imaginar que te puedas desmayar en medio de la calle cruzando la pista, o mucho peor, que luego de años puedas tener amnesia y vayas olvidando de apoco a tus seres queridos, ¡eso sería terrible!— chilló ante la idea.

Sae solo la escudriñó con la mirada, no podía creer que hubiera alguien así con tal imaginación.

—Me voy— anunció retomando su camino, por el rabillo del ojo observó como el lugar donde ella entrenaba no había nada más solo una botella de agua en el suelo, se le hizo raro más no investigó más.

—Pero tu rostro...— quiso hacerle entender pero lo único que recibió fue que el otro lo ignorara— bueno, seguro no le dolió— le restó importancia ingresando nuevamente al lugar del club de vóley que estaba vacia a excepción de ella— debo mejorar ese saque— se dijo mirando fijamente la net.

Sae mostró interes, en su interior, cuando escuchó hablar sobre una práctica que tendría el equipo de vóley femenino con otra escuela, en su mente pasó la imagen de esa chica de cabello lavanda y de imaginación rara, cosa que solo hizo que le diera dolor de cabeza.

—Si, iré a verlo solo por las chicas— escuchó decir a uno de sus incompetentes compañeros de clase.

—Yo también y para mirar a las de la otra escuela— mencionó emocionado otro.

—Serán unas hermosuras, estoy seguro—

Sae frunció el ceño al escuchar eso, en verdad estaba rodeado de imbéciles.

Ok.

De alguna manera le ganó más su curiosidad.

Ahora estaba en las gradas observando cómo se desarrollaba el juego, él no era de saber otros deportes pero estaba seguro que esa chica extraña era la única que se esforzaba por anotar puntos, las otras parecían solo querer modelar en medio de la cancha.

Observó con atención como el rostro de la chica lavanda, como él la apodó, solo mostraba seriedad y hablaba duramente a sus compañeras en ese breve receso, esos ojos que le habían mostrado genuina preocupación ahora estaban con un brillo oscuro. Un gran cambio para alguien que se había mostrado ingenua y con ideas extrañas.

El juego se reanudó con el saque potente de la chica lavanda, ese sonido debió haberse escuchado por toda la escuela, hasta lo había hecho sobresaltar.

Si Sae había pensado que ya nada lo sorprendía, estaba equivocado.

Esa chica era asombrosa, la asistencia a que hacía, sus saques, la manera en cómo controlaba el balón solo demostraba la pasión que sentía al jugar. A Sae le recordó esos tiempos donde él era así y le gustaba jugar antes de que se aburriera del fútbol japonés.

Para asombros de todos, menos de Sae, el equipo de la chica lavanda terminó ganando, ya que a última hora todas decidieron jugar mejor, pero al fin al cabo fue una gran victoria a pesar de ser un partido de práctica.

—Chica lavanda— llamó Sae mirándola fijamente, esta no se mostró sorprendida por verlo ahí más bien se mostró confusa por el apodo un tanto lindo de ese chico que no sabía si estaba feliz o no.

—Tengo nombre, ¿sabes?— mencionó ella haciendo rebotar la pelota, a pesar de todo ella seguía entrenando, no sería la mejor si no siguiera sus respectivos entrenamientos— ¡oye!— exclamó con una sonrisa— ¡ya te recordé! Fui al que le pegué en la cara con la pelota— se acercó completamente al Itoshi, este no se hizo esperar alejándose un poco.

—¿Y tú equipo?— preguntó al no visualizar a nadie.

—Ellas ya se fueron a casa, solo yo estoy aquí—

—¿Ah? ¿Y cómo entrenas?— preguntó el pelirrojo.

—Es fácil— dijo ella con una sonrisa— ¿ves la botella de allá? Pues trato de que mi saque salga más perfecto, así haremos puntos directamente, te lo voy a demostrar— con emoción la chica se posicionó a un lado de la cancha, soltó un suspiro y corrió saltando para golpear con la palma de su mano la pelota, el tiro fue tan certero, como en la práctica, que hizo que golpeara con fuerza la botella— ¡Siii!— celebró.

Sae parpadeo incrédulo, eso había sido increíble. Había parecido como si ella volara al saltar.

Puso sus orbes azul verdoso sobre ella, sintiendo una intriga que nunca había sentido antes por alguien.

—Miyuki— escuchó pronunciar de parte de ella, Sae no entendía a que se refería haciendo reír a la pelilavanda— mi nombre es Miyuki Shinai, un gusto— se presentó— ¿cuál es tu nombre?—

—Sae...Itoshi Sae— respondió.

—Así que Sae...¡un gusto!— exclamó muy alegre la chica. El Itoshi no había pasado por esto, por lo que solo asintió sin saber muy bien que hacer— creo que he escuchado de ti, estas en el club...— se puso a pensar— ¡de béisbol!—

—De fútbol—

—Pero déjame adivinar— hizo un mohín— aunque...¿no deberías estar entrenando ahora?—

—No importa, el fútbol japonés es aburrido— mencionó con una mirada igualmente aburrida.

—Sé que estamos muy mal, pero no le digas así, Sae— dijo ella riendo.

No entendía el por qué pero al final se quedó todo el rato con ella, de manera extraña su compañía no le molestaba o incomodaba, ella era muy directa con lo que le decía y eso estaba bien. No como las otras chicas que buscaban pegarse a él como chicle solo porque jugaba fútbol.

Miyuki Shinai resultó ser diferente a las demás.

—Deja de seguirme, Sae—

—No te estoy siguiendo—

—¡Si lo haces! Ya no puedo jugar debo ir a casa— ella trató de razonar con él, creyendo que Sae aún quería verla practicar.

—Lo sé, pero yo también voy por este camino, además debo recoger a mi hermanito— respondió este sin inmutarse de nada ni con lo que Miyuki creía.

—¡Aww, ¿tienes un hermanito?!— exclamó ella olvidando el pequeño malentendido de antes—

—Si— le respondió Sae.

—Debe ser increíble, lastimosamente soy hija única y a este paso no creo que mis padres quieran otro— dijo ella.

—Creo que ya sé por qué—

—Que malo, si soy buena en todo—

Ambos caminaron hasta llegar a un edifico, la escuela primaria. Hasta ellos se acercó un pequeño pelinegro que miraba con emoción a Sae pero que luego miró con confusión a la chica que estaba con su hermano.

—Hola, soy Miyuki Shinai, una amiga de Sae— se presentó ella.

—¿Amiga?— inquirió con dudas el pelirrojo.

—Ya sabes, desde que golpee tu rostro el destino quiso que seamos amigos, ¿entiendes, no?— ella mostró una agradable sonrisa a pesar de la extrañeza de sus palabras— ¿y cómo te llamas tú?— le preguntó al menor.

—Soy Rin— se presentó en un tono bajo el pelinegro.

—Si que son hermanos, ¡son como dos gotas de agua!— dijo analizando a los Itoshi— sip, igualitos, bueno...solo en el cabello son diferentes y también que en la actitud por lo que veo— dijo viendo que Rin era más tímido a comparación de Sae.

Sae, ya acostumbrado a que ella hablara mucho, solo continuo caminando para llegar a casa, hasta que llegaron a cierta tiendita conocida por los hermanos.

El mayor de los Itoshi no dudó en comprar para todos.

—¿Eh?— titubeó Miyuki al ver la paleta de hielo que Sae le extendía.

—¿No quieres?— preguntó con su típica voz monótona.

—¡Si! Pero no llevo dinero para pagártelo, me lo gasté todo en dulces de la escuela— mencionó un poco avergonzada la de cabello lavanda.

—Te estoy invitando, sino, no lo hubiera agarrado— dijo él, a pesar de que podía oírse como alguien sin sentimientos, Miyuki sabía que Sae estaba siendo un esfuerzo por ser amable con ella, y ahora le estaba invitando un helado.

Era la persona más buena y pura que había conocido.

—Gracias, amigo Sae— ella recibió el helado con brillos alrededor, Sae solo puso los ojos en blanco, no sabía cómo, pero ella siempre salía con una u otra cosa que solo hacía que no entendiera cómo no le molestaba su presencia.

A Rin casi se le rompe la paleta al presenciar eso, nunca había visto a su hermano con otras personas, pensaba que era porque los otros no podían ser geniales como su hermano mayor, pero aquí estaba, una chica que hablaba mucho y no hacía molestar a Sae.

Increíble...

—Que suerte, ganaste otra paleta— Miyuki señaló el palito marcado de Rin.

—Rin siempre gana en eso, pero nunca los canjea— contó Sae.

—Te debes de estar perdiendo de muchos helados, hay que canjearlo a la próxima—

—¿Proxima?— preguntó Sae.

—Pues si, debemos regresar a casa juntos, Sae. Vivimos cerca además podemos fortalecer nuestra amistad de esa manera— señaló la de ojos lavanda.

Sae no mencionó nada, pudo haberse negado pero no quiso.

Tan solo esbozó una pequeña sonrisa en su rostro que hubiera sido imperceptible para los demás pero eso no fue el caso de Miyuki y Rin.

—Oigan, ¿les cuento los momentos paranormales que viví en mi casa cuando estaba sola?—

—¿Qué?— musitó Sae.

—Si, si, una noche bajé a beber agua y en medio de la oscuridad vi a un hombre alto con sombrero grande— relató ella haciendo referencia al tamaño con sus manos.

—¿No te dió miedo? Podía ser un asesino o algo así— habló Rin, no entendía como ella podía decirlo así, sin titubear.

—Sentí miedo, pero luego vi como la puerta de mi casa estaba abierta, él solo estaba protegiéndonos porque cuando lo cerré ya no estaba—

—Mentirosa— dijo Sae sin creerle nada.

—No lo soy, tengo otra cuando escuchaba pasos como si alguien estuviera usando tacones, en esa noche había estado sola porque mis papás estaban trabajando—

Después de otras historias, los Itoshi ya no creían que ella mintiera. Nadie podía inventarse semejantes hechos.

—¡Vamos Sae, quítale la pelota y anota!— animó Miyuki recibiendo miradas sorprendidas de los demás espectadores, Sae solo bufó pero al final terminó anotando un gol— ¡Wow fue genial!—

—Si lo fue— la secundó Rin que miraba impresionado como su hermano jugaba.

—No entiendo nada de fútbol pero lo bueno que sé lo básico— habló Miyuki llamando la atención de Rin.

—¿Enserio? Mi hermano solo sabe de fútbol pero de lo demás nada— contó.

—Ya me daba una idea— rió la chica— pero eso no quita que él sea increíble con sus jugadas— sonrió observando como jugaba el pelirrojo, a pesar de que dijera que le era aburrido igual ahí estaba resaltando entre todos, con sus tiros perfectos que solo hacía que las personas se fijaran en él.

Sae era increíble.

Mientras tanto, en medio del descanso, Sae tomaba agua de su pomo. De alguna manera estaba muy emocionado con este partido, le motivaba que Rin y Miyuki estuvieran ahí.

Sobre todo ella...

—Itoshi, no sabía que Shinai-san fuera tu novia— le comentó uno del equipo con una sonrisa, Sae solo lo miró como normalmente lo hacía sin inmutarse.

—Eres increíble, viejo, tener a una de las mejores chica, debe ser fantástico— dijo otro.

Sae frunció el ceño, esto no estaba bien...

—Si, ella a rechazado a varios, solo le gusta hacerse la difícil—

—Sino fuera porque es bonita no iría ni a verla cuando juega— rió.

Todos se callaron cuando observaron la intimidante aura del Itoshi.

—Cierren sus jodidas bocas, montón de inútiles— gruñó enojado— por eso no sirven para nada, solo estan de adornos. Y escuchen...— apretó con fuerza su pomo haciendo asustar a los otros— los escucho hablar estupideces sobre ella...y yo mismo me encargaré de ustedes— musitó con una seriedad muy peligrosa, sus ojos azul verdoso se volvieron totalmente frios como si fueran dagas capaces de matarlos solo con mirarlos.

Los demás tragaron sus salivas con miedo, Sae Itoshi nunca se había mostrado así, siempre era una persona calmada que no le importaba nada más que solo jugar fútbol pero ahora...no lo reconocían.

—Era mentira...nosotros...— quiso excusarse uno.

—No, siguen hablando mierdas y ya veran— amenazó el Itoshi, retirandose de ahí ya que continuaría el segundo tiempo.

Esos idiotas...no le gustó como se refirieron de esa manera a Miyuki.

—Con lo que he visto en la tele, sé que ellos son un gran club y ahora haz llamado su atención, ¡eres asombroso Sae!— Miyuki saltó a abrazar al pelirrojo que no pudo evitar tensarse al sentir los cálidos brazos de ella rodeándolo.

—Si...tendré que ir al extranjero— musitó el pelirrojo un tanto apenado y dudoso, aunque luego volvió a su actitud de antes pensando en que ya no estaría junto a Miyuki, ella no estaría apoyándolo en sus partidos, no la escucharía parlotear sobre diferentes cosas y él no la volvería a ver jugar voley...

Si no la hubiera conocido claro que aceptaría irse a otro país que quedarse en Japón, vivir el estilo de fútbol que tenía Europa era mejor que seguir en lo mismo que tenía Japón, que parecía qué ni siquiera progresaría y quedaría tal cual.

Pero ahora el Itoshi estaba dudando, ahora había alguien que hacía que quisiera quedarse en el país nipón, si, puede ser algo tan banal para otros pero para alguien como él que no tenía a nadie más que a sus padres y hermanito significaba mucho.

Miyuki, sin saberlo, se volvió en alguien con quien comenzó a pasar tiempo juntos e incluso pensaba en ella cuando no la veía, extrañando sus bromas o historias raras.

Si no fuera que lo estaba viviendo ahora, Sae no se creería que estuviera dudando en ir a España.

—Debes ir— escuchó la voz seria de Miyuki, ella dejó de abrazarlo para tomarlo de los hombros, su mirada lavanda solo expresa la firmeza de lo que le diría a Sae— esta es un oportunidad única, debes aprovecharlo al máximo, ¿no querías demostrarle a Japón de lo increíble que eres y que no te merecemos? Este es el momento para hacerlo. Vive el otro tipo de fútbol qué hay en el mundo para que te conviertas el mejor, porque se que tu lo lograrás— terminó diciéndole con una sonrisa.

El Itoshi no sabía que decir, por primera vez se quedó sin palabras, ya había escuchado los apoyos de otros que realmente a él no le interesaban pero que sea precisamente ella que se lo dijera en la cara sin titubear causaba estragos en él.

Avivó el fuego en él, sobre demostrar lo increíble que era y lo malo que era el fútbol en Japón. Él lo haría, demostraría quien era el mejor delantero. Porque Sae Itoshi sería ese.

Y las dudas se desvanecieron.

Sae sonrió como nunca lo había hecho mientras se despedía de Rin y miraba intensamente a la pelilavanda que igualmente le devolvía la mirada.

Con eso se decían todo.

"¡Vuélvete el mejor!"

"Lo haré"

Así, Sae partió hacia el país Europeo, que a pesar de toda la emoción que sentía, la realidad le golpeó en todos los sentidos, eso terminó por bajarlo de las nubes y querer cambiar su propósito.

Sería el mejor Mediocampista.

Pero también le trajo malos momentos debido a la actitud que comenzó a tener, hizo que Rin le odiara pero lo peor fue tener esa mirada lavanda que expresaban solo decepción por el nuevo Sae.

Y ahora...

Terminó recordando todos esos buenos momentos porque al regresar a Japón solo para renovar su maldito pasaporte le hizo ver lo mierda que había sido con los únicos que habían expresado un cariño sincero por él.

Sus ojos azul verdoso no dejaban de ver la caricatura favorita de Miyuki, ahora los chicos de South Park ya no le causaba tanta gracia desde que fue un patán con ella.

El Itoshi estaba pensado en lo que había pasado ya que hizo que Rin lo odiara, una vez más, después del partido que tuvo contra Blue Lock, pero ahora recordó cómo hizo que todo se derrumbara entre Miyuki y él.

"—Tu deberías estar solo conmigo, deja todo, yo puedo mantenerte y nunca te faltará nada— había dicho él con su tono imperturbable y su rostro monótono, vió como los ojos de la pelilavanda, de ahora cabello corto, se abrían de la incredulidad por sus palabras— no hace falta que hagas nada más, solo quiero que estés conmigo, como siempre debió y debe haber sido—

—¿Te estás oyendo decir la tonterías que estás diciendo? ¿Crees que yo solo estoy contigo por tu dinero o que no debería trabajar ni valerme por mi misma solo para estar contigo?— musitó ella con enojo— si es así entonces no me conoces de nada, Itoshi, deberías de bajar esa maldita prepotencia y egoísmo que te cargas porque yo no lo aguantaré, es más, esto no funcionará si sigues pensando de esa forma, yo...sabía que algún día esto pasaría desde que comenzaste a ser así pero no creí que tanto...solo acabemos con esto— soltó con firmeza haciendo que esta vez Sae se sorprendiera— si vas a estar así no sería algo bueno para nosotros y principalmente para mi...así que búscate a otra que cumpla con tus condiciones o algo así porque yo no lo haré, adiós— la pelilavanda se dió la vuelta y salió de ese restaurante lujoso al que Sae le había llevado, en todo aquel vacío lugar que había sido reservado para ellos dos, solo se podía escuchar los tacones de ella cada vez que daba un paso hasta que este no se logró escuchar más"

Ah, había sido un idiota.

Esto se supone que iba a quedar en algo feliz, ni yo se como terminó en esto 🤡 pero estoy recontra segura que este weón la tenía que kgar alguna vez xd.

Me gusta crear las parejas de los Itoshi como alguien opuesto a ellos con la felicidad a lo grande y que sean media locas (espero se entienda) pero cuando ellos estén siendo unos mierdas con sus palabras o su actitud ellas lo pongan el paro.

Pdt: omg estoy subiendo esto casi a las 1:30 de la madrugada en vez de dormir xD.

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