Capítulo final

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Tiene la respiración lenta, su rostro luce relajado. Las palmas de sus manos están unidas debajo de su mejilla. Jennie le observa dormir, le gusta ver a Lisa así, es el único momento donde se ve serena. Está cansada, Lisa también lo está. Son las 3am, acepta que está emocionada. A las 8 irían por Wooyoung, al fin regresaría con ellas.
Ya todo estaba arreglado, el trabajo que tenía Lisa ahora les ayudó, además de que Jennie confirmó que estaban en una relación, eso hacía a la rubia parecer más "estable" ante la juez. Porque tiene el apoyo de una pareja para el cuidado del niño. Jennie aún no le ha pedido que sea su novia oficial, y no sabe si es necesario. Porque ella y la tailandesa hacen todo lo que una pareja, incluso duermen juntas. Lo que sí, está planeando decirle que se mudara con ella de manera definitiva. No sabe si es muy pronto o no, realmente no le importa. Sabe que la quiere a su lado a todo momento. Quiere despertar y tenerla ahí, desearle buenos días con un beso. A la hora de dormir también, quiere que sea la última cosa que vea antes de caer profundamente dormida.

—¿No crees que es raro que me veas dormir? —Lisa pregunta, con los ojos cerrados. Está copiando la pregunta que Jennie le hizo días atrás.

—No. A menos que quiera asesinarte o sea una pervertida —le sigue el juego.

—Mmm, lo de asesina no, pero pervertida...

—Idiota —susurra divertida.

Lisa abre sus ojos. Sus grandes orbes resplandecen y parecen iluminar toda la habitación. Da un bostezo largo, tapando sus labios con la mano. Rasca su nariz y sonríe.

—¿Por qué no duermes? ¿No estás cansada?

Jennie mueve su cabeza un poco, luego sonríe divertida.

—Al parecer tú si estás cansada.

—Te contestaria pero eso sólo elevaría más tu ego, si es posible.

—¿Estás feliz de tener a Wooyoung de vuelta?

La sonrisa de la chica se agranda, haciendo sus ojos pequeños, reluciendo sus dientes enfilados.

—Mucho. Extraño dormir con mi lorito. Estoy muy feliz. Tanta emoción me dio sueño —dice. Abraza la almohada y se acomoda para retomar su sueño.

—Eres una floja.

Abre un ojo y mira a Jennie.

—Me dejaste cansada.

Lo último que escucha antes de dormir es la ronca risa de Jennie, con sus brazos rodeándola y sus labios besando su tibia frente.

[...]

Han pasado cuatro meses ya. Lisa ha estado en casa de la mayor durante ese tiempo. Nunca han acordado vivir juntas, pero no hace falta. Jennie nunca le pidió que se quedara un tiempo ahí, se suponía que iba a ser una semana nada más después de que Wooyoung volviera, y de esa semana se iba alargado a otra y otra, hasta llegar a hoy.

Wooyoung y Jeongin están sentados en el piso, con almohadas debajo de sus traseros. El niño mayor le explica su tarea a Wooyoung para ver si le podía ayudar en algo, está a punto de terminar el curso escolar y pronto vendrán las vacaciones. Jennie está planeando llevarlos a Busan, para disfrutar del sol y la playa. Aunque para eso tendrían que hacer varios trámites para sacar los pasaportes, ya después lo verían.

Lisa sigue "trabajando" con ella. En realidad sólo va ahí, pasan dos horas, se besan un poco y Jennie dice que en realidad no la necesitaba ahí por trabajo, pero si quería se podía quedar. Lisa rodaba los ojos, se sentía mal porque le pagaban por nada. Se encogía de hombros, a veces volvía a casa y le enseñaba unas lecciones a Wooyoung u otras era muy perezosa para volver y practicaba con su hijo ahí mismo.

Están esperando a la castaña para cenar, pero se está tardando bastante. Dijo que pasaría a casa de su madre porque tenía semanas sin verla. Pasa la mano por su vientre y tuerce la boca. Aún no le han dicho nada a Anna por miedo a como reaccionaría. Jisoo tampoco ha aparecido, no saben nada de ella.

—Mamá, me siento mal —Wooyoung habla, interrumpiendo sus pensamientos. Se está tocando la frente, comprobando por si mismo su alta temperatura.

Lleva días algo enfermo, el clima ha estado como loco y eso afecta al niño. Wooyoung se sorbe los mocos, después estornuda. Sus ojos están rojos y llorosos.

—Sube a la cama, lorito. Te llevaré el jarabe.

Wooyoung se para lentamente, pidiéndole perdón a Jeongin por no poder ayudarle. Él dice que no importa, para la próxima será. Wooyoung besa su mejilla y corre a la habitación que a veces comparten.

—Jeongin, se está haciendo tarde. ¿Por qué no tomas una ducha? O te resfriarás como Woo.

—Sí, voy —cierra su libreta y corre escaleras arriba.

Jennie llega una hora después con una bolsa de super colgando entre sus dedos, compró un poco de leche de sabores para los niños. Todo estaba callado, sólo la televisión sonaba y su hijo la miraba.

—Hola, ma.

—Hola, cariño. ¿Y Lisa? —camina a su hijo y besa su cabeza.

—Está con Wooo, se siente mal. Creo que tiene temperatura.

—Oh, dejémoslos entonces. Ven, te daré de cenar.

Van a la cocina, Jennie le sirve un plato de cereal con leche a su hijo y ella se prepara un sándwich.

—Mamá.

—Dime, Jeongin.

Se rasca detrás de la oreja, antes de preguntar:—¿Vas a tener un bebé con Lisa? —Jennie frunce el ceño y asiente—. ¿Eso la convierte en mi otra mamá?

—¿Quieres que sea tu mamá?

Jeongin abre los ojos, asintiendo feliz con la boca manchada.

—Ahora, ¿me ayudas con mi tarea? —Jennie le dice que sí—. Tengo que escribir un poco sobre mi vida, pero no sé como poner que tengo cuatro mamás. ¿Eso es raro?

Jennie niega divertida. Le dice que traiga sus cosas para empezar pronto, porque se hace tarde y había clases al día siguiente. Ayuda a su hijo con todo, era hacer una pequeña autobiografía, lo más resumida posible. Cuando terminan la tarea, también han terminado de cenar. Jeongin se despide de su mamá con un beso en la mejilla. Jennie se queda ahí, necesita revisar unos papeles. Ya faltaba poco para abrir uno de los nuevos restaurantes y no niega que está emocionada.

Oye unos pasos acercarse, alza la vista y Lisa entra por el umbral. En su mano lleva un bote de jarabe y en la otra un vaso vacío. En esos meses ha recuperado el peso que debió tener de un principio, la dieta ha servido bastante. Ya no luce desnutrida. Incluso su abdomen ha empezado a incharse, aunque es por el bebé.

—¿Cómo sigue Woo? —la mayor
pregunta, palmeando su regazo. Lisa se sienta ahí, meciendo sus pies que apenas y rozan el suelo.

—Tiene fiebre, le di el jarabe y le puse paños de agua fría en la frente, parece que le está bajando.

—Espero que así sea —besa la sien de Lisa.

Lisa se recarga en Jennie, apoyando su cabeza en el hueco entre su cuello y hombro.

—¿Cómo te fue con tu mamá? —su voz suena calmada, algo cansada. Jennie se remueve un poco nerviosa debajo de ella.

—Taehyung estaba ahí. Intenté hacer las paces con él, me dijo que no volvería a hablarme hasta que te dejara. Mamá lo regañó diciendo que estaba mal, que debía aceptar que yo te quiero y que estoy contigo, así como ella lo ha hecho. Después le gritó a mamá y se fue. En fin. Estuvo bien, creo.

—Lamento que tu hermano no te hable por mi culpa.

—No es tu culpa. Es él quien no acepta y supera.

—Jennie... ¿Cuándo será el día que me digas que hacer en la oficina? Me siento inútil y me aburro —cambia de tema.

Jennie rueda los ojos. Si a ella le dijeran que le pagarían y no tendría que hacer nada, sería feliz, el trabajo perfecto.

—Si quieres desde mañana empiezo. No quería darte órdenes, pensé que te ofenderías.

—Me ofende más estar sentada
haciendo nada. Además, se supone que es mi trabajo.

Al día siguiente, todos se levantan temprano, incluído Wooyoung quien parece estar mejor. Durante el desayuno no dejó de parlotear sobre cosas sin sentido, como un verdadero lorito. Dejaron a Jeongin en la escuela, se despidió de todos con un beso en la mejilla. Jennie condujo hasta el edificio de su oficina, ahí los tres bajaron.

—Dijiste que hoy me pondrías a hacer algo —se queja Lisa, jugando con el borrador de colores de Wooyoung.

—Bueno, si quieres puedes... ir por café de... la cafetería más lejana que conozcas.

—¿Tan lejos? Eso es abuso de poder —se para, tomando el dinero que Jennie le ofrece.

—No te lleves a Woo.

Le mira con el ceño fruncido y ojos entrecerrados, termina por encogerse de hombros.

—No tardo, lorito, volveré pronto —besa la cabeza de su hijo que está acostando de panza en el sillón, jugando algo en el celular de Jennie.

—Okay, mamá.

Lisa camina a la puerta y la abre.

—¿Para mi no hay beso? —Jennie pregunta desde su silla, con una sonrisa pícara.

Lisa le sonríe sarcástica y le saca el dedo del medio. Cierra la puerta y se va, oyendo como Kim se suelta a reír, ella también lo hace mientras se dirige al elevador.

—Hey, Woo. Psst, ven aquí.

Wooyoung corre a donde Jennie está, se sube a sus piernas sin pedir permiso, pero a la mayor no le molesta.

—Tenemos que hablar de algo.

Ser acerca al oído del niño y le habla en susurros, él abre la boca en grande y se tapa los labios con sus manitas.

—¿Vas a ser mi otra mamá?

—Puede ser. Pero necesito que me ayudes con algo.

Wooyoung asiente y escucha atentamente lo que Jennie le dice.

[...]

Arregla su camisa recién planchada, es la primera vez en semanas que está en su departamento. Wooyoung está en casa de la madre de Jennie. Le dijo que hoy pasaría por él e irían a cenar a un lugar especial.

Se mira al espejo, arreglando su cabello y la curiosidad le mata. Alza su camisa, parandose de perfil. Observa su estómago que está apenas hinchando, según el doctor tiene poco más de tres meses. Acaricia su vientre y sonríe.
Admira un poco más desde diferentes ángulos hasta que recuerda que pronto Jennie llegará. Justo cuando terminó de cepillarse los dientes el claxón ya conocido por Lisa, sonó.

Bajó a trotes las escaleras. Jennie le esperaba con la espalda contra su auto, mirando algo en sus uñas y tarareándo alguna canción.

Lisa se acerca para besarla. La mayor enrrosca sus brazos alredor de ella, la acerca y siente su pequeño vientre chocar contra el suyo. Sonríe entre el beso y pasa una mano por ahí.

—Vamos, te llevaré a que veas algo.

Apenas son las 6 pm, el cielo es naranja, salpicado con manchones morados y el sol comienza a desperdirse, dándole la bienvenida a la
luna. Suben al auto, Jennie conduce hasta una de las salidas de Seúl. El viaje tarda a lo mucho media hora. No fue nada aburrido, durante ese tiempo habló con Jennie de diversas cosas y sobre su próxima visita para ver al bebé. Jen quería un niño, otro. En cambio Lisa prefería una niña, decía que niños ya habían muchos -el realidad sólo dos pero según ella son suficientes.

Jennie estaciona frente a un lugar que está todo apagado. Lisa no dice nada, aún así baja del auto lentamente. De su bolsillo, la castaña saca unas llaves y las mete dentro de la cerradura. Abre y camina dentro, con su celular ilumina su camino, llega al interruptor de las luces y las prende.

El lugar se ilumina, revelando varias mesas escoradas de manera estratégica y ordenada. Todo se ve muy elegante, el piso es de madera oscura y suena debajo de los tacones de la coreana.

—¿Te gusta? —Jennie tiene los brazos extendidos.

—Joder, sí. Es increíble. ¿Es el restaurante nuevo en el que estabas trabajando?

—Correcto, y adivina qué... —la rubia se encoge de hombros sin saber qué—. Es tuyo —le tendió las llaves.

La miró con los ojos llorosos y negó con la cabeza.

—Jennie... yo-no...

—Vamos, es todo tuyo —meneó las llaves entre sus dedos, sonriendo.

Corrió hasta ella y le abrazo. Apretó sus cuerpos juntos hasta que sintió que no podían respirar. Llenó su rostro de besos fugaces. Jennie le tomó la mano, guiándola a la mesa del centro. Era la única arreglada con un vela y los platos de cerámica ahí, vacíos.

Corrió una silla para atrás, ofreciéndole asiento a Lisa. Un poco conmocionada y lagrimeante, se sentó. La contraria tomó asiento justo frente a ella.

—Buenas noches, mi nombre es Mark y seré su mesero ésta noche.

Habló alguien a su costado. Lisa tapó su cara y sollozó inaudible. Podría reconocer esa voz donde sea.

—Papá —susurró, parándose para abrazarlo. El hombre le abrazó fuerte, arrullándola entre sus brazos—. ¿Cuándo saliste?

—Ayer —contestó Jennie—. Yo fui por él. Tu celular sonaba pero estabas dormida, así que contesté y me avisaron que tu padre estaba libre. Le ofrecí trabajo —se encogió de hombros, simple.

—Gracias —dice entre lágrimas y sonrisas hacia Jennie.

—Un placer, bebé. Ahora, siéntate, tenemos que cenar.

El padre de Lisa vuelve a la cocina, sale de ella con un carrito donde lleva todas las cosas que servirá. Sirve vino en la copa de la mayor y jugo de uva en la de Lisa, rueda los ojos pero no se queja, sabe que no puede beber. Mark pone en sus platos un poco de pollo a la plancha, y pasta con crema, elotes y brócoli, acompañado de pequeños panecitos de ajo. Cuando su papá se va, levanta las esquinas de sus labios en una sonrisa.

—Nini... ¿era necesario lo del restaurant, no crees que es como, mucho?

La chica niega, confiada.

—Está bien, vas a tener a un bebé mío, yo también te quiero dar algo.

—¿Estás comparando a nuestro hijo? —alza una ceja, divertida. Ama verla nerviosa, enrrendándose con su propia lengua para darle una explicación.

—¡No, eso jamás! Sólo...

—Está bien, Jen. Lo entiendo y te lo agradezco pero, siento que es mucho. Además no sé como manejarlo.

—Aprenderás. Además, es de mala educación no aceptar los regalos de los demás.

Comen entre risas y bromas estúpidas de parte de Lisa hacia Jennie.

Jennie toma su copa de vino de un trago entero, mientras Lisa le observa.

Necesito un poco de valor, se dice ella mismo.

—Lisa... —comienza y la rubia pone
toda su atención en ella—, no sé como empezar esto. Creo que por cómo me siento. Desde que te conocí supe que serías especial y diferente. Derrochabas alegría y bondad a pesar de tener bastantes problemas, eras-eres amable con la gente que incluso no lo merece, eso te hace increíble. Me encanta que seas así, amo que brindes apoyo a los demás y entiendes demasiado bien los problemas. Te preocupas por alguien antes que por ti, por ejemplo Wooyoung, incluso Jeongin. Tú si aprendes de tus errores y es maravilloso. Lisa, si me pusiera a enumerar las mil y un cosas que me hicieron enamorar de ti, jamás terminaría. Te amo con todo y tus defectos porque ellos te hacen única e inigualable. Quiero que siempre estés comigo y que nunca cambies. Que pasen los años y que sigas siendo la misma Lalisa que conocí en el parque con su lorito, la misma a a la que amo. Por eso...

—No —dijo inaudible, Lisa, sabiendo lo que vendría.

Jennie se paró de la silla, caminó hasta su lado y se arrodilló, sacando una caja negra aterciopelada un poco más grande de lo común.

—Tal vez pienses que es muy rápido, que necesitamos más tiempo pero, ¿para que esperar más si ya te tengo conmigo? Por favor, Lisa. ¿Me harías en gran honor de casarte conmigo, ser mi esposa, y compartir una vida a mi lado y al de nuestros hijos? ¿De despertar conmigo todas las mañanas y dormirte a mi lado cada noche?

Abre la cajita y dentro descansa una pulsera de color blanco, gruesa, trenzada a la perfección con unas cuentas plateadas de cristal brillantes. Los labios de la menor se abren grandemente y sin evitarlo, jadea.

—Woo me ayudó a hacerla —revela Jennie, con las mejillas rojas.

Se pone de pie, al igual que la otra, quien no se cree esto todavía.

Abre su boca, mueve los labios pero no sale nada de ellos. Sólo reacciona a abrazarse del cuerpo de su ahora comprometida. Cuando se aleja, extiende su brazo.

Entre lágrimas, Jennie ata la pulsera en su delgada muñeca, la cual está llena de unas cuantas más, pero la blancura de ésta resalta. Al terminar de ajustarla bien, besa sus labios. Sintiendo el sabor de sus saladas lágrimas.

—No me contestaste —hace un puchero, Lisa lo muerde y ríe.

—Acepto —toma sus labios en un beso, colando su lengua.

—No creas que me olvidé del anillo —rebusca entre sus bolsillos y lo saca.

Es delgado, de color plata y totalmente liso. Sabe que a Lisa le gustan las cosas sencillas. Lo pone en el dedo indicado y le sonríe.

—Te amo —sueltan al mismo tiempo, ríen un poco, rozando sus narices levemente y se besan.

Fin

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