☪ ✙CAPÍTULO 24✙ ☪

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Fueron tres o tal vez cuatro, sinceramente Jimin no recordaba muy bien cuántas veces Yoongi lo había follado o más bien le hizo llegar al glorioso orgasmo hasta perder la consciencia.

El hombre tenía una sorprendente resistencia digna de un jodido demonio con la bendición de dios y mieeeerda si no había disfrutado de ello.

De hecho, lo último que recordaba, era ser liberado de aquellas cuerdas que habían aprisionado su entumecido cuerpo luego de un destructivo orgasmo y después... Nada más.

Ahora, frente al espejo del baño en su habitación, luego de haber tomado una larga y refrescante ducha para su cansado cuerpo después de una pequeña siesta, contemplaba casi con fascinación las marcas que habían dejado las cuerdas en todo su cuerpo superior, junto a los visibles chupones en su cuello.

Esto era algo retorcido, pero... No podía negar que se le veían y se sentían bien.

Aquel patrón resentido de las cuerdas marcadas en su piel con un tono rojizo se veía... Erótico. Y sin contar sus nalgas, que nuevamente estaban rojas y sentidas por las manos de Min Yoongi quien las había apretado, golpeado y amasado luego de ponerlo de rostro contra el colchón.

Joder, si cerraba sus ojos aún podía sentir su cuerpo presionando el suyo, su calor, sus manos aferrándose a su cadera y hasta lograba escuchar el sonido de la perfecta nalgada.

Pero lo que sí había odiado, era ese estúpido castigo que él mismo se había buscado con aquel jodido palo.

Si eso era lo que le gustaba a las perritas de Min, bien por ellas, pero él no era esa clase de idiota y pronto tendría que hablar con Yoongi respecto a ese límite.

"Vaya... Nunca había visto esto en el cuerpo de otros amantes de mi hermano" comentó Hoseok observando el cuerpo semi desnudo del Minnie, quien solo estaba en ropa interior.

—Seeeh, como que se emocionó un poco —murmuró finalmente saliendo del baño—. Pero lo entiendo, soy demasiado sexy para todos —sonrió y su amigo rió negando con su cabeza.

Sin aviso alguno, la puerta de su habitación fue abierta y Yoongi entró vestido con ropa casual.

—Afírmame que estoy soñando —exclamó Jimin pasando sus manos por sus ojos, restregándolos—. ¿Realmente estás usando ropa casual? ¿Tú? —cuestionó con grandes ojos.

—Si ya has dejado de ser infantil, recuéstate en la cama —ordenó y realmente... Estaba luchando contra una sonrisa que amenazaba con salir ante la estupidez del pelinegro.

—¿Me darás un masaje sexy? —preguntó moviendo sus cejas después de contemplar el frasco entre sus manos.

—La cama —volvió a señalar con expresión aburrida y controlada.

—Wouff —riendo bajo, el joven pelinegro finalmente se dirigió a la cama y se recostó sobre su vientre.

Acercándose, Yoongi se sentó en la orilla de la cama al lado de Minnie y observó con cierta satisfacción oculta las marcas en la suave y delicada piel de Jimin.

El patrón de las cuerdas marcado furiosamente en un rojizo tono sobresaliente en la pálida piel, era perfecto.

Sabía que sus cuerdas iban a verse bien en aquella perfecta piel pálida y suave.

Ahora, si tan solo podía quitarle aquella enferma delgadez que marcaban las costillas y columna arruinando su obra de arte, sería perfecto.

—¿Qué le sucedía a Hoseok? —preguntó Yoongi cuando dejó de sentir la presencia de su hermano cerca.

—Nada especial, suele darse unas vueltas a mi alrededor y desaparecer la mayoría del día —respondió sintiendo cuando aquellas manos comenzaron a esparcir la crema con cuidado sobre su piel—. Pero... ¿Cómo sabías que estaba por aquí? —pregunto curioso.

—Solo lo sentí —contestó subiendo por los hombros de Jimin para luego bajar a sus brazos, ejerciendo una suave presión en los débiles músculos.

—¿Esto es como un servicio especial por haberme jodido hasta los sesos? —pregunto juguetón.

—Es un servicio de cuidado que le brindo a todos mis sumisos luego de haber jugado con ellos —corrigió.

—Pero yo no soy tu sumiso —le recordó sentándose y dándose vuelta para que le echara crema en el frente.

Las manos de Yoongi se detuvieron en su abdomen y sus ojos se encontraron.

Un conocimiento oculto brilló en los ojos de ambos.

Lo de anoche definitivamente había sido algo totalmente diferente a lo que ambos estaban acostumbrados, pero ninguno lo admitiría.

Solo fingirían que aquella conexión que sintieron juntos, en realidad nunca apareció, nunca existió.

Dejando de observar aquellos hermosos ojos azul-violeta, Yoongi siguió esparciendo la crema con cuidado, sus dedos acariciando las marcas de cuerda.

—¿Quién era Jennie?

—¿Es en serio? —se quejó cerrando sus ojos.

—La mencionaste junto a kaleidos, claramente es algo que tengo que saber —argumentó.

Y el maldito podría tener razón, pero eso no significaba que le gustara.

Todavía odiaba el hecho de que se hubiera desmoronado frente a este hombre, mostrándose débil, vulnerable.

Y Jennie...

—¿Quién es SeokJin? —preguntó Min cuando Jimin se mantuvo en silencio, viéndose sumido en sus pensamientos.

—Era un amigo, mi peluquero personal —respondió sacudiendo suavemente su cabeza—. Él literalmente me tomó del brazo y me llevó a su tienda donde me arregló y cortó el pelo sin decirme nada, solo quejándose por descuidarlo como si fuéramos amigos de toda la vida, desde entonces fui con él —sonrió suave.

—¿Y cómo murió? —prosiguió subiendo sus manos hacia los hombros.

—Jeon no me dijo más que estaba relacionado con Kaleidos —bufó.

—¿Y Jennie?

—¿No puedes simplemente dejarlo? —preguntó observándole con mal humor.

—Ya sabes mi respuesta. Todo lo que está relacionado a Hoseok me concierne —respondió con simpleza, pero a la vez con firmeza.

—Bueno, Jennie está más relacionada conmigo que con tu hermano, así que deja de preguntar al respecto o yo también comenzaré con preguntas —amenazó alzando obstinadamente su mentón.

—Nadie me cuestiona nada —espetó frunciendo el ceño.

—Tal vez eso funcione con tus otros dos amantes-perros-falderos que te besarían el culo si se los pidieras, pero yo no soy uno de ellos, no soy un esclavo obediente de todos tus deseos —le recordó fingiendo que la presión en sus brazos no le estaba molestando.

Joder, cuánta fuerza podía tener ese hombre en sus manos.

—¿Qué cosa podrías saber tú? —se burló finalmente alejando sus manos de sus brazos.

Minnie le observó, relamió sus labios.

—Tu madre era una perra, así una real de las reales jodidas perras, yo diría que se gana hasta el título de las reinas perrunas malditas —expresó.

Fue sorprendente para Jimin observar cómo finalmente varias emociones se reflejaban en el rostro del rubio hombre antes de volver a cerrarse como si nada hubiera pasado.

Fue sorprendente, frustrante y escalofriante.

—No digas ni una palabra más, no sabes de lo que estás hablando —advirtió con voz dura y amenazante.

—Yo vi algo más en aquella visión en la habitación de Hoseok —anuncio sin poder detenerse a sí mismo—. No se lo dije a Hobi, pero el suéter que guarda en su clóset me mostró parte de su infancia... En especial a la mujer que se lo regaló.

Un músculo saltó en el rostro de Yoongi, su mandíbula se tensó dolorosamente y sus puños se cerraron.

—¿Qué fue lo que viste? —cuestionó observando sus manos.

Observándolo, el pelinegro frunció suavemente sus labios, sintiendo algo extraño mientras seguía contemplando al hombre duro frente a él.

Era un sentimiento de culpa.

Tenía un jodido sentimiento de culpa por algo que el contrario no hubiera dudado en hacer, por haber tocado algo personal cuando Min lo había estado haciendo con él prácticamente desde que se conocieron.

—Joder, no vi mucho ¿de acuerdo? No más que la casa en la que vivían y las botellas de alcohol, sentí el miedo de Hoseok y eso fue todo —mintió—. Jennie era mi mejor amiga, una hermana y otra madre a pesar de que solo era un par de años mayor que yo. Ella murió por una sobredosis de droga, o mejor dicho por haber probado Kaleidos en sus comienzos —expresó sin poder detener su boca.

Observándolo, Yoongi asintió con firmeza y se levantó de la cama.

—En la noche volveré para echarte más —anunció antes de retirarse de la habitación.

Bajando las escaleras, Min Yoongi se dirigió directamente hacia su despacho, cerrando las puertas detrás de él.

Sentándose detrás de su escritorio, apoyó sus codos sobre la mesa e inclinó su cabeza, pasando sus manos a través de su pelo corto y rubio.

Por un momento, por un segundo, realmente había pensado en golpear a Jimin para que le dijera lo que sabía.

Y eso estaba mal.

Él siempre se había sentido orgulloso de haber podido controlar no sólo su deseo, sino que también sus emociones.

Cuando había entrado en el mundo del BDSM había prendido lo que era el autocontrol, algo que definitivamente le ayudó y atesoró.

Y aunque ciertamente había descubierto que no todo lo que implicaba ese mundo era de su gusto, el estar en control sí lo era.

Él tenía que tener control en su vida personal como profesional, tenía que tener control sobre los demás.

Pero con Jimin... Él...

Suspirando frustrado, observó con resentimiento el teléfono fijo sobre su escritorio y lo tomó contestando la llamada.

—Min.

Buenos días señor Min, somos de la clínica privada Seongnam, quería informarle que el resultado del examen ya está listo y disponible para que venga a retirarlo, o podemos enviárselo a su correo si gusta —informó.

—¿Resultado?

Sí, señor. El resultado del examen de enfermedades por transmisión sexual.

Un tenso silencio se formó dentro de Yoongi tras escuchar aquello.

¿Señor?

—Envíame el resultado a mi correo, gracias —ordenó cortando la llamada.

"El resultado del examen de enfermedades por transmisión sexual" repitió en su mente.

Él realmente había follado a Park Jimin sin nada entre ellos, más de una vez, durante toda la noche.

Él ni siquiera había pensado en los resultados ni las consecuencias.

Él realmente... No había pensado en nada más que meterse profundamente en aquel pequeño agujero entre esas perfectas nalgas redondeadas. Deseando escuchar más de aquellos dulces sollozos y gemidos, de su débil voz suplicando por más, de dejar sus marcas sobre el chico pelinegro.

No hubo más pensamiento que eso.

Maldiciendo por lo bajo ante su descuido y descontrol, abrió su computador portátil y lo encendió, inmediatamente fue hacia su correo y pinchó sobre el archivo que le había enviado la clínica.

Sus ojos recorrieron por las letras sin leerlas realmente mientras buscaba lo que deseaba saber, ignorando todo lo demás.

El alivio que sintió al descubrir que Jimin estaba limpio de enfermedades por transmisión sexual le molestó.

Él no tendría por qué sentir alivio.

Él no tenía que haberse follado a Jimin sin haber tenido esos resultados en primer lugar.

Enojado consigo mismo ante la falta de su control, cerró la pantalla del computador tomando una profunda respiración.

El examen también hablaba de otro resultado, otra enfermedad, pero no lo leería, no era su asunto si Jimin sufría de otra enfermedad o no, solo le tenía que interesar si se lo podía contagiar o no.

No podía seguir permitiendo que un tonto chico entre gánster y twink le siguiera molestando y perturbando tanto.

Eso no era admisible.

No era posible que todo lo que había estado construyendo a lo largo de sus años se estuviera derrumbando lentamente por culpa de un joven pelinegro, hermoso y delicado como una rosa, pero peligroso con su tallo lleno de espinas.

No podía echar afuera a Jimin hasta que resolviera el misterio de su hermano, pero una vez terminara, lo sacaría de su vida por completo.

No era posible para él estar en completo control cuando Jimin estaba a su alrededor, y eso no era algo que se podía permitir.

Ni siquiera Hoseok había logrado sacarlo de sus casillas con sus berrinches y acusaciones, y este chico simplemente con mirarlo, mostrándole su hermosa y pálida piel lograba despertar algo en él que nadie había logrado.

Y tenía que demostrarle a Jimin quien estaba en control antes de que el estúpido joven comenzara a pensar que podía controlarlo.

Saliendo de su despacho, observó a su alrededor hasta que encontró a sus dos sumisos hablando.

Acercándose, tomó del antebrazo a Jeonghan y lo comenzó a arrastrar escaleras arriba sin decir ni una palabra.

Pero no era necesario, porque a diferencia de cierto pelinegro, Jeonghan le seguía felizmente en silencio. Sin preguntas, ni reclamos.

Y eso estaba... Bien...

Dirigiéndose a la habitación que estaba al lado a la que le había cedido a Jimin, entró dejando la puerta abierta.

—Quítate la ropa y sube a la cama —ordenó mientras se quitaba su suéter y camiseta.

Ansiosamente, el sumiso obedeció.

Quitándose el cinturón, lo tomó entre sus manos antes de acercarse al desnudo hombre que le esperaba en la cama.

—Alza tus caderas.

Fácilmente, Jeonghan obedeció, con su cabeza al frente mientras subía en sus manos y rodillas, presentándole su trasero.

Tensando su mandíbula, molesto, comenzó a golpearle con el cinturón.

—Gime, llora, grita. Quiero oír tu voz —ordenó volviendo a darle otro golpe.

La espalda de Jeonghan se arqueó y pronto obedeció, dejando que largos gemidos placenteros escaparan de su boca mientras recibía con gusto los golpes de su amo.

—Amo... Por favor —rogó cuando Yoongi dejó de golpearlo.

Dejando que su rostro cayera contra la cama, llevo sus manos hacia atrás y tomó cada glúteo con sus manos, abriéndose a sí mismo para dejar una perfecta vista de su hambriento ano.

—¿Te dije que te movieras? —espetó con irritación Yoongi.

—Lo siento amo —pronunció culpable el sumiso, pero no se volvió a mover su lugar.

Irritado, Min se bajó el cierre de su pantalón y tomó su semi erecto pene. Rodeándolo con su mano, lo masajeó mientras contemplaba el bonito color rojizo en la piel de su sumiso.

Que molestamente, no le satisfacía como cierto pelinegro.

"No pienses más en él" se ordenó a sí mismo.

Acercándose, agarró con firmeza de las caderas a Jeonghan, luego se detuvo a sí mismo y maldijo entre dientes.

No podía follarlo sin un condón.

No se sentía correcto.

No era correcto.

Pero aun así lo había hecho con Jimin sin pensar en ello. Y sabiendo que el hombre bajo él estaba completamente limpio...

No podía hacerlo. No quería.

—Voy por un condón —anunció separándose, logrando que el hombre en la cama gimiera bajito en disgusto.

Ignorándolo, Yoongi volvió a meter su erecto miembro dentro del pantalón.

—Hey —llamó una conocida voz y su cuerpo se tensó.

Dándose media vuelta, observó a un tranquilo Jimin completamente vestido recargado en el borde de la puerta abierta con sus brazos cruzados sobre su pecho.

Algo dentro de él se removió en disgusto.

¿Cuánto tiempo había estado parado ahí observándolo?

—Aquí tienes, amigo. Es de mi colección por lo que me lo debes —sonrió lanzándole un paquete pequeño y plateado que contenía un condón—. Ah, e intenta ponerle un bozal a esa perra, gime peor que una vaca pariendo —expresó con dulzura inocente.

—¿Esos son los celos hablando? —se burló jadeante el hombre en la cama.

—Silencio mascota, que tu amo aún no te ha dado permiso para abrir tu hocico y ladrar —se burló Minnie sonriéndole con burla y arrogancia.

Observando a Min, le guiñó un ojo, le lanzó un beso y luego se fue.

Bajando las escaleras, Jimin le sonrió a la chica de pelirosa cabello que estaba en la gran sala de estar sentada en un sofá individual.

—Creo que están haciendo una fiesta ahí arriba y no fuimos invitados —pronunció con un pronunciado puchero.

Pronto, los gemidos sonoros del molesto sumiso comenzaron a hacer eco en la casa.

—¿No te molesta que lo use más a él que a ti? —preguntó con curiosidad.

HyuJin se encogió de hombros desinteresada antes de seguir la lectura con su libro—. No mientras me siga pagando.

Observándola, el pelinegro sacudió su cabeza—. Eres de las mías, chica —se carcajeó.

Alejándose hacia la entrada, buscó su chaqueta en el pequeño cuarto donde había visto al mayordomo guardarlas.

—Señor mayordomo MinJu, voy a salir —anunció cuando el hombre se interpuso en su camino.

—¿Desea que llame al chofer? —preguntó sacando su chaqueta y ayudándole a colocársela.

—Esta vez no —respondió abriendo la puerta.

—Pero el señor Min...

—Descuida, está demasiado ocupado en este momento como para ir a molestarle con algo tan simple o para que le importe —respondió divertido, alejándose y saliendo de la propiedad Min.

Saliendo de la propiedad, Minnie comenzó a maldecir por lo bajo a Min Yoongi.

Aunque había aparentado no tener ninguna molestia mientras salía de la casa, la verdad era que estaba furioso.

Él había querido volver a dormir, pero en cuanto cerró sus ojos, molestos gemidos de una perra en pleno parto había invadido su habitación, haciéndole imposible su misión.

Y eso le había irritado.

"Sí, sigue diciéndote eso"

Deteniéndose, Jimin frunció el ceño observando el suelo ante aquel pensamiento.

Eso había sido lo que le había molestado, en serio.

—Aghhh, no pensaré más en ello, no lo haré —se dijo a sí mismo antes de observar a su espalda.

Si bien no podía dormir, entonces iría a los bares a entretenerse hasta que pudiera averiguar algo, sin importarle que aún era medio día.

Alzando su mano, hizo detener un auto desconocido.

Cuando el vidrio del conductor bajó, Minnie se inclinó hacia adelante con sus brazos apoyados en el borde de la ventana para ponerse a la misma altura.

—Hola guapo, ¿me llevas? —preguntó observándole con una sonrisa sensual.




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Espero que tengan un lindo fin de semana mis copitos, se me cuidan <3

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