━ forty-nine: prophetic princess/forbidding fairy

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HRH.

BUENA SUERTE. HAY COMIDA EN LA CAJA ROJA.

xoxo, PRINCESA/GENERAL.

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CHAPTER FORTY-FIVE

WHAT A MERRY CHRISTMAS

✪ ✪ ✪ ✪ ✪ ✪ ✪ ✪

¡MUY BIEN, CHICOS! Las sillas van allí... no, no allí, ¡por el amor de Merlín! ¡Debajo de la marquesina! ¿Esperáis que los invitados se sienten en mitad del jardín? Oh, Dios mío... esto es el plan de asientos, llevaoslo, memorizadlo, entregadlo, no se os ocurra arruinarlo, ese plan de asientos tardó dos meses, ¿os dais cuenta de cuántas disputas familiares hay solo entre las familias Delacour y Weasley?

En todo caso, Briar, la dama de honor, estaba dándole un gran desafío a Oliver. Desde que comenzó la mañana de la boda, ella gritaba órdenes, tenía pequeños derrumbes relacionados con el estrés cada vez que se encerraba en el baño, se enjuagaba y repetía. Harry estaba disfrazado como el primo de los Weasley, Barny, lo cual había sido algo nuevo en el plan de asientos, lo que provocó otra oleada de malas palabras porque alguien podría decirme estas malditas cosas, no puedo ver todo el maldito futuro en una bola de cristal, maldita sea...

Por la tarde, Briar estaba lista para irse a la cama. Olvídate de la boda. Necesitaba una siesta. Todavía tenía que preocuparse por prepararse, y ese era otro problema, pero su principal preocupación era la boda, porque nadie más de los presentes entendía lo crucial que era cada parte del plan.

Briar tuvo un pequeño descanso alrededor de las tres. Y con eso, quería decir que necesitaba un respiro que no fuera llorando en un baño, antes de asesinar físicamente a uno de los camareros que habían contratado. Se paró junto a Fred, George y Harry. Barny. De todos los nombres. Dios. No era un estúpido dinosaurio.

—Cuando yo me case, no armaré tanto jaleo — comenzó a decir Fred, tirando torpemente de su cuello. Briar hizo una mueca y enderezó su cuello, murmurando una serie de malas palabras en voz baja—. Podréis vestiros como os apetezca, y le haré una maldición de inmovilidad total a nuestra madre hasta que haya terminado todo.

Briar suspiró.

—Estaré feliz siempre que pueda gastar miles de galeones en otro vestido vintage.

—Oh, otra vez no...

—Solo digo que lo estaré en Las Vegas si llego a usar algo vintage y de diseñador —dijo Briar. Harry estaba frunciendo, lo cual no era inusual en lo que respecta a las conversaciones que escuchaba entre Briar y la mayoría. La rubia todavía se veía a sí misma como lo hacía cuando era pequeña, vestida como la Bella Durmiente y creyendo a su padrino cuando decía que era una princesa. Nunca perdió la capacidad de ver su propio reflejo y notar las similitudes entre ella y su princesa favorita. Y eso no le importaba en absoluto.

Briar recordaba tener seis años, despertarse de pesadillas sobre el futuro y ser enviada de nuevo a dormir con Remus y Laurel usando comparaciones con la Bella Durmiente, porque al hacerla pensar que era como Aurora, no Maléfica, la hacía dormir. Pero sus padres se refirieron a las pesadillas, su ojo interior, como el hada malvada, lo que estaba bien en ese momento. Solo se convirtió en un problema cuando su edad llegó a los diecinueve, cuando su cerebro comenzó a asentarse en el pensamiento de: no solo eres la princesa profética, también eres el hada prohibitiva.

Eso hacía que los cuentos de hadas fueran diferentes a la vida real. A veces, la heroína y la villa tenían la misma sangre, la misma mente, el mismo cuerpo...

Briar sonrió débilmente.

—Lo que digo es que ya tengo la parte de princesa —se encogió de hombros. Fred y George se burlaron. Harry sonrió—. Es el pelo. Me parecería a la Bella Durmiente sin importar mi ropa.

—Aún no entiendo La Bella Durmiente —dijo Fred.

George asintió.

—Sí, es rara.

—¡No la veis desde que teníamos diez años! —soltó ella. Sacudió la cabeza, agarrando el trozo de pergamino en su mano, el que tenía la lista de todo lo que tenía que hacer antes de que comenzara la boda. Suspiró—. Bien. Los Delacour deberían llegar pronto... Vuestra madre dijo que quería saludarlos, pero aún siento que yo me estoy entrometiendo, considerando todo el asunto con Percy...

—Esta mañana no se ha portado demasiado mal, a fin de cuentas —dijo George. Briar asintió con la cabeza y recordó su incómodo intento de permanecer alejada de Molly esa mañana. No era buena con la gente que lloraba. Lo mismo ocurrió con ella y la confrontación—. Ha llorado un poco por la ausencia de Percy, pero, bah, ¿para qué lo necesitamos? ¡Vaya, preparaos! ¡Ya vienen!

Briar miró por encima del hombro. Movió su cabello para que quedara en su espalda, reajustó su camisa de seda y dijo:

—Bien, espero que Liv pueda darme alguna orientación sobre el carisma — les sonrió a los gemelos y a Harry, quien parpadeó ante la mención del fallecido Livvy, antes de irse a saludar a la familia de Fleur—. Bonjour! Espero que vuestro viaje haya sido bueno. Mi nombre es Briar, soy la dama de honor. Sed libres de entrar. La novia y el novio se están preparando y el servicio comenzará lo planeado más tarde...

Sonrió a un grupo de chicas que debían ser de la parte Veela de la familia de Fleur, porque Briar sintió que irradiaban el mismo tipo de belleza que Fleur. Briar miró hacia los jardines una vez más, gritó a un par de camareros que metieron la pata y se acercó a Fred, George y Harry.

—Bien —dijo Briar. Besó la mejilla de Fred y miró a los tres—. Necesito ver a Fleur, sería maravilloso pudierais aseguraros de que la familia de Fleur esté bien, ya que no vais a ayudar con nada más —Fred y George hicieron muecas. Ella arqueó una ceja—. Oh, dejadlo. Habéis estado quietos durante la última hora. Sed amable con ellos, fingid que estáis trabajando en la tienda. Pero no hagáis bromas sucias. Y no los molestéis... y no uséis palabras complicadas, Fleur dice que algunos miembros de su familia tienen problemas con el inglés...

George comentó:

—A lo mejor necesitan otro Weasley para ayudarlos...

—No te atrevas, Desorejado —respondió Briar.

—Sólo me falta una —señaló George.

—Y me faltan tres magos encantadores para ir a la cocina y ser amable con la familia de Fleur mientras yo me encargo de la novia, las damas de honor y de mí —murmuró Briar. Los miró a los tres. Fred puso los ojos en blanco e intentó hacer su saludo, los otros dos se rieron y trataron de copiar. Ella sonrió—. Gracias.

Luego encontró a Fleur y las damas de honor, Ginny y Gabrielle, en uno de los dormitorios. Ginny abrazó a Briar de inmediato, murmurando en su oído: "Siguen hablando en francés, no me dejes con ellas", a lo que Briar sonrió y asintió en promesa.

Gabrielle saludó a Briar y la besó en las mejillas. Luego, Briar abrazó a Fleur y la felicitó por el vestido de novia, que probablemente había visto más veces que sus propias cicatrices en este punto.

—Por cierto, vuestra familia ha llegado —les dijo Briar a Gabrielle y Fleur. Ambos asintieron con entusiasmo y Briar se puso su vestido. El suyo era idéntico al de Gabrielle y Ginny, solo que no de color rosa. Briar pensó que era bonito. Sintió que a su madre le encantaría el color, ya que era azul.

✪ ✪ ✪ ✪

Después de darle a Fleur las instrucciones de Muriel Weasley sobre cómo usar correctamente su diadema, Briar volvió abajo, para tratar de resolver cualquier otra cosa que pudiera. Rápidamente se arrepintió de su decisión de no volver a beber alcohol nunca más. El whisky parecía cada vez más atractivo a medida que pasaban los segundos.

Briar encontró a los gemelos en la cocina y suspiró aliviada.

—¡Mis chicos! —exclamó. Los abrazó—. Vuestra tía es una pesadilla.

—Sí, a mí acaba de decirme que tengo las orejas asimétricas —asintió George. Briar se echó a reír. Miró a Fred y añadió—: Aunque me sigue llamando Fred.

—También nos preguntó cuál estaba con la dama de honor —mencionó Fred. Briar sonrió con aire de suficiencia y se echó el pelo por encima del hombro burlonamente—. Dijo algo sobre tus cicatrices, pero ya sabes cómo es.

Briar asintió.

—Me dijo que debería haber usado mangas largas —se encogió de hombros. Briar sonrió con malicia—, señalé la que tenía las iniciales de Liv puestas. Eso la hizo callar un rato. Luego se quejó de lo que Rita Skeeter dijo sobre mí en El Profeta, cuando pensó que saldría con Cedric. Seguramente se quejó de él, pero dejé de escuchar por un minuto... Luego se quejó de que Fleur era francesa —sus labios se torcieron en ligera confusión. Fred se burló—. Bueno. Probablemente ya tengo algo más que arreglar.

—Creo que tienes que meter a la tía Muriel en el armario de las escobas...

Ella se rió y negó con la cabeza.

—Puedes hacerlo tú —se rió Briar—. En todo caso, apuesto a que Fleur consideraría eso como un regalo de boda —miró hacia afuera—. Mi grupo está a punto de llegar. Os veré en la ceremonia.

Briar salió cuando llegaron Laurel, Remus y Teddy. Teddy corrió hacia Briar y lo levantó para abrazarlo.

—¡Briar! —exclamó—. Tu vestido es raro.

—Es porque nunca me has visto de azul —le dijo a Teddy.

Teddy dijo:

—¿Por qué no? Me gusta el azul. A mamá también le gusta, y papá...

—Prefiero el rojo —dijo Briar. Movió las cejas. El cabello de Teddy rápidamente cambió a un azul eléctrico brillante. Ella sonrió y lo dejó de nuevo en el suelo—. Pero a ti te queda el azul. ¿O quizás amarillo...?

Laurel y Remus intercambiaron una mirada. Encantada, Laurel juntó las manos y preguntó:

—¿Va a terminar en Hufflepuff? —Briar asintió. Laurel sonrió y se aferró al brazo de su marido—. ¡Mira, Remus! Liv ha sido Slytherin, tú y Briar érais Gryffindors, yo Ravenclaw... ¡Tenemos todas las casas!

—No las coleccionamos, amor...

—¡Pero si fuera así, las tendríamos todas!

Teddy pareció ignorar lo que estaban diciendo. Parecía contento sin saber de qué estaban hablando. Briar le sonrió y Teddy le devolvió la sonrisa.

—¿Sabes dónde estás sentado?

—No —Teddy frunció.

Remus tomó la mano de Teddy.

—Laurel, tal vez deberíamos...

—Ah, sí, sentaos —asintió Laurel. Le sonrió a Briar—. Te ves bonita, cielo. El azul te sienta bien.

—Suena falso, pero vale —comentó Briar.

Laurel rodó los ojos. Abrazó a Briar y susurró:

—Acabamos de recibir noticias de Livvy, nos llamó por teléfono muggle, porque no los están rastreando. Dice que te desea lo mejor. Encontró a Aster, viven en Boston. Creo que planean mudarse a Nueva York, está muy emocionado. Hay otra cosa, pero es una gran noticia, probablemente sea mejor contártelo más adelante, en privado...

—¿Sobre Livvy?

Laurel asintió.

El nombre June Marvell dio vueltas.

—Creo que ya sé qué es.

✪ ✪ ✪ ✪

La ceremonia transcurrió agradable y tranquilamente, como estaba previsto; Briar pasó la mayor parte sonriéndole a Fleur cada vez que miraba, pero concentrando su mente en el futuro cercano. Un mortífago ya había asesinado a uno de sus mejores amigos. No permitiría que otro lo hiciera.

Sin embargo, lo extraño fue que logró aceptar las muertes que ocurrirían en la fecha de la suya. Ocurrió igual que su predicción sobre las muertes de James y Lily: se acercó a su madre y a Sirius, dijo casualmente que James y Lily estaban muy heridos y que la gente estaría triste por eso, y volvió a lo que había estado haciendo. No podía recordarlo exactamente.

Pero Briar sintió que las predicciones en su piel la habían enviado de vuelta a cuando era más joven, y todavía no estaba muy acostumbrada a ellas. Cuando todavía se sentía nerviosa, demasiado asustada para detenerlas. Era demasiado joven. Se había asustado con las plumas de sangre, no lo había entendido, y todo el asunto aún la atemorizaba. Cada pequeña punzada de dolor que recibía cuando pensaba en una predicción, o accidentalmente tocaba una con demasiada brusquedad, la asustaba. Seguía siendo su rueca, una parte de su futuro, pero no estaba segura de todos los detalles y no lo sabría exactamente hasta que su cuerpo cayera al suelo por última vez.

Su visión cambió rápidamente. La sangre cubría el suelo de piedra a su alrededor. La tela que cubría el costado de su torso había sido rasgada y estaba ensangrentada alrededor de los bordes. Una marca de mordedura de color rojo oscuro se aferraba a su torso. Su cabello rubio cubría su rostro arañado. Sus uñas estaban ensangrentadas...

—Briar.

Briar se estremeció. Fred la miró con extrañeza. Dejó escapar un suspiro.

—George ya está sentado. Supongo que irás con Bill y Fleur —dijo. A su alrededor, la gente estaba sentada en sus nuevos asientos, ahora que la marquesina se había trasladado al lugar de la recepción. Ella asintió—. ¿Estás bien?

—No particularmente —dijo, con toda sinceridad. Briar abrazó a Fred. Dio un paso hacia atrás, sujetando su mano. Sonrió—. Voy a echarte de menos, Freddie.

Fred la miró con extrañeza.

—Siempre puedes salir del trabajo los fines de semana y hacerme una visita, fue bastante fácil el año pasado —hizo una mueca—. Aunque ahora puede ser más difícil. Pero, ya sabes, estoy seguro de que te lo dejarán —Fred le sonrió a Briar, tomando sus dos manos y balanceándolas—. Y si no, escápate.

—Eres una influencia terrible —Briar negó con la cabeza. Él se rió. Sus ojos se posaron en una de las bandejas del camarero y se iluminaron levemente con la bandeja de whisky de fuego. No lo hagas, lo prometiste—. Fleur y Bill no me necesitarán por un rato. Probablemente debería ir y hablar con mi grupo... —movió las cejas. El camarero comenzó a pasar, y ella tomó dos vasos, entregándole uno a Fred. Solo estás siendo educada, sociable, nada malo... —. Te buscaré cuando comience el baile. ¡Puede compensar el baile de Navidad!

Fred frunció.

—No creo que lo haga, no me importaron particularmente los eventos del Baile de Navidad.

—Bueno, a mí tampoco, pero no bailamos adecuadamente, lo cual fue una pena —señaló Briar. Miró a su alrededor. Sus ojos se posaron en Viktor y jadeó tan repentinamente que Fred la miró alarmado—. ¡Freddie, Viktor está aquí! ¡El último del cuarteto del Torneo! —le sonrió—. Te veré más tarde.

—Será mejor que busque a George, antes de que asuste a una pobre Veela explicándole el asunto de la lenteja —dijo Fred. Briar asintió.

La reunión de Briar y Viktor fue extraña, porque en realidad no habían sido buenos amigos cuando él se quedaba en Hogwarts; hablaron, principalmente porque compartían un amor por los abrigos de piel sintética de Durmstrang, y luego pasaron suficiente tiempo con Fleur y Cedric para hacer bromas. Pero, cuando se reunieron, ambos se abrazaron, se preguntaron si habían estado bien después del fallecimiento de Cedric y Livvy ("el fallecimiento de Livvy"), y rápidamente se pusieron al día.

Viktor dijo que se sentía un poco extraño estando allí. Briar le dijo: no te preocupes, toma un whisky de fuego, puedes quedarte conmigo si quieres, solo voy a ver a mis padres y a mi hermano, y luego estaré con Fred y George. Serán buenos contigo, lo juro. Incluso lo juro solemnemente. Si alguna vez se portaron como unos idiotas, fue porque te vieron como una competencia contra Harry... no les agradaba particularmente Livvy, o Cedric, o Fleur, durante el torneo. No te preocupes, chico.

Con eso, Viktor la abrazó de nuevo y dijo que prefería quedarse de pie hasta que ella se acercara a los gemelos. (Lo cual fue justo para ella y prometió que no tardaría mucho con su familia). (Él dijo que se tomara el tiempo que necesitara, y ella lo abrazó y deseó haberse mantenido en contacto.) (Bendita sea su alma.) (Tendría que recordar decirle a Livvy que invitara a Viktor a su funeral.)

Le dolía la espalda. Su mente se inundó con imágenes de sangre, su sangre, su cadáver, su cadáver...

Viktor ya se había marchado, sentándose en la mesa de Harry. Barny Weasley, quería decir. Briar se acercó a la mesa que compartían Laurel, Remus y Teddy. El pequeño parecía encantado con todas las luces brillantes y la música a todo volumen. Cuando se sentó, él exclamaba:

—¡La música es tan fuerte que puedo sentirla!

—Deberíamos ir a bailar en un rato, Teddy —le dijo Remus, y el pequeño inmediatamente comenzó a asentir, emocionado. Briar sonrió—. ¿Laurel lo mencionó, Briar? Que Livvy...

—Sí, cuando llegásteis —asintió Briar.

Laurel explicó:

—Originalmente se reunió con Aster en Boston, y han estado yendo de ciudad en ciudad, dependiendo de su estado de ánimo, básicamente —bajó la voz cada vez que mencionaba un nombre o un lugar—. Visitaron Brooklyn por primera vez a principios de este mes. Pero Livvy, con el nombre de Oliver Marvell, visitó uno de los orfanatos para niños mágicos. Todo es secreto allí, no creo que sepan nada de lo que está pasando aquí... Pero ayudó esa vez y han regresado cinco veces desde entonces. Hablé con Aster, dijo que a Livvy le gusta ayudar. Se siente mal, y eso no fue culpa suya.

—Mientras esté bien —dijo Briar.

Remus dijo:

—Puede que sea algo bueno que la comunidad mágica estadounidense esté mucho más oculta. O lo suficiente como para que no se vea afectada por nuestro problema.

—Deberías responder la próxima vez que Livvy llame — le dijo Laurel a Remus. Él asintió. Ella le frunció. Briar se inclinó hacia atrás y tomó uno de los vasos de whisky de fuego de la bandeja del camarero—. Te echa de menos. Y a ti, Briar. Es solo que llama a horas aleatorias... tal vez pueda hacer que llame durante el día. Remus, deberías hablar con él, pero necesitas dormir más que yo... y Briar...

Briar negó. Dejó el vaso vacío sobre la mesa.

—Oh, no. Lo extraño demasiado. Si escucho su voz, romperé a llorar y eso lo preocupará.

Laurel miró a Briar con nerviosismo. Briar pensó que estaba pensando: oh, pero si regresa, será después de la derrota de Voldemort, y estarás muerta, Briar, no volverás a hablar con él nunca más...

—Voy a buscar a Fred y George —soltó Briar rápidamente. Le sonrió a Teddy—. Búscame si mamá y papá no quieren bailar.

Su regreso al lado de los gemelos se produjo cuando los abrazó amablemente antes de pararse junto a ellos. Fleur y Bill comenzaron a bailar, los asistentes a la boda aplaudían al ritmo de la música. Briar sintió que sus preocupaciones se empañaban con las gafas que continuaba poniendo y quitando, actuando como si no fuera totalmente un problema menor. Problema, se corrigió. Problema un poco grande. Mas o menos. Um...

Siendo la dama de honor y el padrino de boda, Briar bailó por primera vez con Charlie, y ambos lo tomaron como una broma. Siguió la risa. Otros empezaron a bailar. El intento de bailar juntos terminó en que ambos retrocedieron, riéndose demasiado.

—Otra cosa que no ves en Las Vegas —le dijo Briar a Fred. Asintió con la cabeza hacia Harry, disfrazado, hablando con algunos invitados al azar. No sabía quiénes. Sabía los nombres, no caras—. Conversaciones incómodas entre aquellos demasiado cobardes para bailar.

Fred mencionó:

—No nos pasará a nosotros.

Ella asintió con la cabeza.

—Sin parientes extraños, sin ceremonia masiva...

—Solo nosotros, mi madre metida en un armario, y tu extraña obsesión con la ropa muggle —respondió Fred. Briar sonrió. Él la rodeó con sus brazos y ella se sintió contenta. Aunque, ese podría ser el alcohol—. Y luego llegarán los pequeños Remus Arthur, Bella Estelle y Noelle Hope...

Una cosa buena de ser profética era el hecho de que podía hacer tonterías y la gente la creería. Él la creyó cuando desarrolló personalidades para tres ideas con nombre y segundo nombre. No debería haberlo hecho. No podía imaginarse a sí misma con niños. A ella le gustaban, pero no podía imaginarlo. Estaba acostumbrada a la idea de morir a los diecinueve. Estaba feliz con esa idea. No estaba contenta con la imagen de tener cuarenta y preocuparse por los impuestos, las arrugas y una hipoteca.

Pero se entretuvo con la idea. Se salió con la suya al nombrar una después de una futura canción, Arabella. Se salió con la suya con Noelle, porque aparentemente nacería el día de Navidad. Se salió con la suya al nombrar una en honor a sus padres, y estuvo de acuerdo con su discusión sobre qué camino sonaba mejor. Se salió con la suya con una idea de tener el nombre de su abuela como segundo, otra con el segundo de su madre. La única verdad en sus visiones era, no, no puedes nombrar a uno así, tendrán un primo con el mismo nombre.

(Era cierto. Eso también la cabreaba un poco. Si iba a verse obligada a aceptar esta maldita idea, le gustaría que tuvieran nombres que ver con la Bella Durmiente. No Heathers. No quería imaginar a un niño llevando el nombre de Heather, o Veronica, o JD.)

Sin embargo, se sentía mal por pensar en todo eso. Se sentía mal tratando de justificarse a sí misma que, seguramente, si lo amaba, ¿querría tener hijos con él? Pero no quería. No quería hijos. No le gustaba la idea de sí misma, dentro de diez años, preocupándose por los niños, en lugar de su propia vida. Sentía que, si sobrevivía milagrosamente a la guerra, no viviría. Se había encariñado con su muerte. Iba a suceder, era inevitable sin importar la edad, y no iba a temer que sucediera sin importar si era durante una pelea o mientras dormía a los setenta años.

Esperaba que su cadáver pareciera tranquilo. Bonito. Una cosa bastante muerta. Los fragmentos de su muerte la asustaban, pero estaba interesada en cómo se vería, hasta que los gusanos le quitaran la piel hasta que no quedara más que huesos. Se preguntaba si se habría convertido en un fantasma, uno de los silenciosos que deambulan por Hogwarts. Entonces sería inmortalmente bonita. Su cuerpo no, pero ella sí. Mmmm...

—¡Vamos, Bri!

Fue apartada de sus pensamientos y regresó al sonido de la música. Puso una sonrisa. Bailó. Trató de actuar como lo había hecho durante el Baile de Navidad. Pero, cuanto más pensaba en ello, más pensaba en Cedric, más feliz se sentía, ¡porque pronto tendré a mi mejor amigo! ¡Volveré con mi padrino! ¡Podré encontrarme de nuevo con James, Lily y Marlene! Podré saludarlos, y mi padre tendrá de vuelta a sus dos mejores amigos y...

Un Patronus se lanzó entre magos bailarines. Lentamente, se detuvieron, con los ojos puestos en el lince. Briar sintió que su estómago se hundía, su mano ya sostenía su varita, su mirada se movía hacia sus padres y su hermano menor.

Laurel ya se estaba levantando, besando a Remus antes de salir de la carpa con Teddy en sus brazos. Briar y Remus compartieron una mirada. Sabía lo que iba a pasar, otra muerte, otra muerte...

El ministerio ha caído. Scrimgeour ha muerto. Vienen hacia aquí.

Los mortífagos aparecieron en segundos. Briar ya estaba abriéndose paso a través de los invitados inconscientes, sus cicatrices escocían cada vez que una mostrada rozaba la tela de la ropa de alguien. Corrió hacia donde sabía que estaba Harry, donde Hermione estaba parada a su lado.

Se conjuraron hechizos, se esquivaron maldiciones y se lanzaron objetos al azar, porque obviamente ella no tenía ninguna bomba cereza sobre ella. Se gritaron maldiciones por toda la carpa. Briar vio a un mortífago encapuchado levantar su varita hacia Ron. Su mente se quedó en blanco. ¡Y pensaron que Livvy sería un asco en el Torneo! ¡Lo hizo mejor que yo! ¡Soy mejor luchando, no en un duelo hechizando! Su mano agarró un tenedor, que golpeó contra la mano del mortífago antes de que pudieran decir cualquier encantamiento.

Ron parecía alarmado mientras el idiota encapuchado gritaba de agonía, la sangre se le salía de la mano. Briar frunció.

—¡Vamos!

Y corrió hacia Harry y Hermione, y desaparecieron.

Briar se recogió el pelo. La bomba cereza había vuelto.

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