━ twenty-one: shouting otherwise

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CHAPTER TWENTY-ONE
SHOUTING OTHERWISE

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LIVVY HABÍA SIDO EMPUJADO hacia delante por lo que muchos de los estudiantes que lo rodeaban no comprendían que estaba pasando. No fue hasta que se unió a Harry, quien estaba muy preocupado, pero iría bien, todavía tenía que procesar la situación. Y, cuando lo hizo, estaba llegando a la misma puerta por la que Krum, Fleur y Cedric habían pasado, las protestas de su hermana comenzaron a hacer eco en toda la sala.

—¡No podéis hacerles competir! ¡No son lo suficientemente mayores! ¡No tienen la suficiente experiencia cómo los otros tres! ¡Es injusto para las otras dos escuelas y para Harry y Livvy! ¡No podéis hacer que mis hermanos compitan!

La puerta se cerró detrás de ellos. Los tres campeones reales — Livvy no era un campeón, no lo era, había sido una increíble mala suerte — estaban de pie junto al fuego. Se veían como héroes, de esos libros en los que se escribían y dibujaban. Él no lo era. Livvy era su propio personaje principal, sí, pero de una historia sobre madres muertas, hermanas psíquicas, madres adoptivas que eran genios, hombres lobo como padres y un crush con su mejor amigo... pero espera, ¿su mejor amigo?

Livvy hubiera suspirado si la circunstancia fuera diferente. Su contemplación actual de quién le gustaba prácticamente perseguía sus sentimientos. Confiar en ellos era su principal preocupación, cuando aún no podía ni siquiera tomar lo que estaba pensando. Todo se sentía como en un sueño. Un horrible, doloroso y desagradable sueño, en el que se despertaría y se estaría dando cuenta de que era una pesadilla antes de comer queso y volverse a dormir, o algo así.

—¿Qué pasa? —preguntó Fleur con su acento francés. Hubiera sido más atractivo que bonito, pensó Livvy, sí, realmente le gustaban las chicas de esa forma. Sin embargo, no lo dijo, sólo estaba admirado por lo hermoso que era su acento—. ¿Quieguen que volvamos al comedog?

Él desesperadamente quería explicar lo que pasó, pero no sabía cómo. No sabía por dónde empezar, ¿por qué por dónde empezaría? Si se inició la noche anterior, cuando el cáliz de fuego se presentó en el colegio, tendría que saber quién puso su nombre ahí. Pero, ¿quién lo haría? A Aster le gustaba, Aster hablaba a menudo con Livvy, porque ambos eran homosexuales. Aster no lo haría. Nadie mayor de diecisiete lo odiaba. No lo querrían meter en algo peligroso de esta manera, al menos.

—¡Extraordinario! —dejó salir Ludo Bagman. Livvy se congeló mientras le palmeó el brazo—. ¡Absolutamente extraordinario! Caballeros... señorita. ¿Puedo presentarles, por increíble que parezca, al cuarto y quinto campeones del Torneo de los tres magos?

Livvy odiaba el peso del corazón que era eso. Odiaba el silencio, odiaba la tensión, odiaba el nerviosismo. Él quería estar de vuelta en el pasillo con sus amigos o su hermana, hablando de algo que no significaba mucho en un par de años, debido a que sólo tenía catorce, no era lo suficientemente mayor...

—Oh —dijo Fleur—, ¡un chiste muy divegtido, señog Bagman!

—¿Un chiste? ¡No, no, en absoluto! —dijo Bagman—. ¡Los nombres de Harry y Livius acaban de salir del cáliz de fuego!

Livvy no quería sonar estereotipado como una serpiente, pero mientras hablaba, el veneno goteaba de su lengua—Es Livvy. Mi nombre es Livvy, no Livius.

—Pego es evidente que ha habido un egog —dijo Fleur. Livvy deseaba desesperadamente que lo fuera—. Ellos no pueden competig. Son demasiado jóvenes.

Bagman se frotó la barbilla. Sonrió a Harry y Livvy. Mientras Harry lo miraba fijamente, Livvy parecía estar listo para pelear con alguien. Aunque podría haber sido por su expresión. Tendía a parecer un idiota desgraciado sin siquiera intentarlo. (Era agradable, porque pensaba que Theodore pasaba demasiado tiempo tratando de dominar la mirada. Tenía el don de forma gratuita. Al igual que la forma en la que la cara de su hermana estaba llena de pecas, y ella era tan bonita con Fleur, la parte Veela, aunque no le gustara comparar a nadie por su apariencia.)

—Bueno... esto ha sido muy extraño —reconoció Bagman—. Pero, como sabéis, la restricción es una novedad de este año, impuesta sólo como medida extra de seguridad. Y como sus nombres han salido del cáliz de fuego... Quiero decir que no creo que ahora haya ninguna posibilidad de hacer algo para impedirlo. Son las reglas, Harry y Livvy, no tienéis más remedio que concursar. Tendréis que hacerlo lo mejor que podáis...

La puerta por la que acababan de entrar se abrió de nuevo. Dumbledore, Barty Sr., Karkarov, Madame Maxime, McGonagall y Snape llegaron.

—¡Madame Maxime! —dijo Fleur de inmediato—. ¡Dicen que estos niños también van a competig!

Livvy levantó una ceja. Era más alto que ella.

Madame Maxime dijo—¿Qué significa todo esto, Dumbledog?

Karkarov añadió—Es lo mismo que quisiera saber yo, Dumbledore. ¿Tres campeones de Hogwarts? No recuerdo que nadie me explicara que el colegio anfitrión tuviera derecho a tres campeones. ¿O es que no he leído las normas con el suficiente cuidado?

—C'est impossible! —exclamó Madame Maxime. Livvy entendió imposible. No sabía que diablos era "c'est", pero pensó que era francés. Era de esperar que fuera francés. Si no lo fuera, sería demasiado embarazoso—. Hogwag no puede teneg tres campeones. Es absolutamente injusto.

—Creíamos que tu raya de edad rechazaría a los aspirantes más jóvenes, Dumbledore —añadió Karkarov—. De no ser así, habríamos traído una más amplia selección de candidatos de nuestros colegios.

Snape dijo—No es culpa de nadie más que de Potter, Karkarov. Gordon-Isley es el hijo de dos mortífagas despreciadas, no es de extrañar que alguien con la edad hubiera sido capaz de poner su nombre. No hay que culpar a Dumbledore del empeño de Potter en quebrantar las normas. Desde que llegó aquí no ha hecho otra cosa que traspasar límites...

—Gracias, Severus —dijo Dumbledore.

Livvy pensó, Sí, gracias, Sevvy.

Dumbledore se volvió hacia Harry y Livvy.

—¿Echasteis vuestro nombre en el cáliz de fuego?

Ambos dijeron—No.

—¡Ah, pog supuesto están mintiendo!

—Él no pudo cruzar la raya de edad. Supongo que todos estamos de acuerdo en ese punto...

—Dumbledog pudo habeg cometido algún egog.

—Por supuesto, eso es posible.

—¡Sabes perfectamente que no has cometido error alguno, Dumbledore! ¡Por Dios, qué absurdo! ¡Harry no pudo traspasar por sí mismo la raya! Y, puesto que el profesor Dumbledore está seguro de que Harry no convenció a ningún alumno mayor para que lo hiciera por él, mi parecer es que eso debería bastarnos a los demás.

—Señor Crouch... señor Bagman, ustedes son nuestros jueces imparciales. Supongo que estarán de acuerdo en que esto es completamente irregular.

Mientras que Bagman se secaba el rostro con un pañuelo, Barty Sr. los miraba, su mirada parecía apartarse de Livvy cada vez que sus ojos se volvían demasiado a él—Hay que seguir las reglas, y las reglas establecen claramente que aquellas personas cuyos nombres salgan del cáliz de fuego estarán obligadas a competir en el Torneo.

Bagman dijo—Bien, Barty conoce el reglamento de cabo a rabo.

Livvy dejó escapar una risa. Todos lo miraron.

—Insisto en que se vuelva a proponer a consideración el nombre del resto de mis alumnos —dijo Karkarov—. Vuelve a sacar el cáliz de fuego, y continuaremos añadiendo nombres hasta que cada colegio cuente con tres campeones. No pido más que lo justo, Dumbledore.

—Pero, Karkarov, no es así como funciona el cáliz de fuego —objetó Bagman. Livvy podía sentir su estómago rodeado de mariposas—. El cáliz acaba de apagarse y no volverá a arder hasta el comienzo del próximo Torneo.

—¡En el que, desde luego, Durmstrang no participará! —estalló Karkarov. Por un segundo, Livvy deseaba tener a Briar con él, porque ella reaccionaría sin conocer esa declaración, como si supiera lo que iba a pasar, incluso si ella no era consciente de lo que conocía. Era cómo lo que Briar solía decir, Bien, ew, nunca saldré con Fred y no lo haré con George, y su expresión cambiaba, un poco, en Fred—. ¡Después de todos nuestros encuentros, negociaciones y compromisos, no esperaba que ocurriera algo de esta naturaleza! ¡Estoy tentado de irme ahora mismo!

—Ésa es una falsa amenaza, Karkarov —gruñó Moody. Estaba de pie junto a la puerta. Mientras se acercaba, Livvy notaba que la sala estaba vacía—. Ahora no puedes retirar a tu campeón. Está obligado a competir. Están obligados a competir. Como dijo Dumbledore, han firmado un contrato mágico vinculante. Te conviene, ¿eh?

Karkarov dijo—¿Que si me conviene? Me temo que no te comprendo, Moody.

Livvy tampoco lo entendía.

—¿No me entiendes? Pues es muy sencillo, Karkarov. Tan sencillo como que alguien eche el nombre de Potter en ese cáliz sabiendo que si sale se verá forzado a participar.

—¡Evidentemente, alguien tenía mucho empeño en que Hogwag tuviega el triple de opogtunidades!

—Estoy completamente de acuerdo, Madame Máxime. Voy a presentar mi queja ante el Ministerio de Magia y la Confederación Internacional de Magos...

Moody dijo—Si alguien tiene motivos para quejarse son ellos, y, sin embargo, es curioso... No les oigo decir ni medio...

A Livvy le gustaba Moody. Era genial.

—¿Y pog qué tendgían que quejagse? Van a podeg pagticipag, ¿no? ¡Todos hemos soñado dugante semanas y semanas con seg elegidos! Mil galeones en metálico... ¡es una opogtunidad pog la que muchos moguiguían!

—Tal vez alguien espera que ellos mueran por ella —dijo Moody casi en un gruñido.

—Pero hombre, Moody... ¡vaya cosas dices!

—Como todo el mundo sabe, el profesor Moody da la mañana por perdida si no ha descubierto antes de la comida media docena de intentos de asesinato. Por lo que parece, ahora les está enseñando a sus alumnos a hacer lo mismo. Una rara cualidad en un profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Dumbledore, pero no dudo que tenías tus motivos para contratarlo.

—Conque imagino cosas, ¿eh? Conque veo cosas, ¿eh? Fue una bruja o un mago competente el que echó el nombre del muchacho en el cáliz.

—¡Ah!, ¿qué prueba hay de eso?

—¡Que consiguió engañar a un objeto mágico extraordinario! Para hacerle olvidar al cáliz de fuego que sólo compiten tres colegios tuvo que usarse un encantamiento confundidor excepcionalmente fuerte... Porque creo estar en lo cierto al suponer que propuso el nombre de Potter como representante de un cuarto colegio, para asegurarse de que era el único en su grupo...

—Parece que has pensado mucho en ello, Moody, y la verdad es que te ha quedado una teoría muy ingeniosa... aunque he oído que recientemente se te metió en la cabeza que uno de tus regalos de cumpleaños contenía un huevo de basilisco astutamente disimulado, y lo hiciste trizas antes de darte cuenta de que era un reloj de mesa. Así que nos disculparás si no te tomamos demasiado en serio...

—Hay gente que puede aprovecharse de las situaciones más inocentes. Mi trabajo consiste en pensar cómo obran los magos tenebrosos, Karkarov, como deberías recordar.

—¡Alastor! —dijo Dumbledore—. No sabemos cómo se ha originado esta situación. Pero me parece que no nos queda más remedio que aceptar las cosas tal como están. Tanto Cedric como Harry y Livvy han sido seleccionados para competir en el Torneo. Y eso es lo que tendrán que hacer.

—Ah, pego, Dumbledog...

—Mi querida Madame Maxime, si se le ha ocurrido a usted una alternativa, estaré encantado de escucharla —dijo Dumbledore—. Bueno, ¿nos ponemos a ello, entonces? Tenemos que darles las instrucciones a nuestros campeones, ¿no? Barty, ¿quieres hacer el honor?

Barty Sr. alzó la vista.

—Sí, las instrucciones. Sí... la primera prueba... La primera prueba está pensada para medir vuestro coraje, así que no os vamos a decir en qué consiste. El coraje para afrontar lo desconocido es una cualidad muy importante en un mago, muy importante...

»La primera prueba se llevará a cabo el veinticuatro de noviembre, ante los demás estudiantes y el tribunal. A los campeones no les está permitido solicitar ni aceptar ayuda de ningún tipo por parte de sus profesores para llevar a cabo las pruebas del Torneo. Harán frente al primero de los retos armados sólo con su varita. Cuando la primera prueba haya dado fin, recibirán información sobre la segunda. Debido a que el Torneo exige una gran dedicación a los campeones, éstos quedarán exentos de los exámenes de fin de año.

—Eso es todo, ¿no, Albus?

—Creo que sí—respondió Dumbledore—¿Estás seguro de que no quieres pasar la noche en Hogwarts, Barty?

—No, Dumbledore, tengo que volver al Ministerio —contestó Barty Sr—. Es un momento muy dificil, tenemos mucho trabajo. He dejado a cargo al joven Weatherby... Es muy entusiasta; a decir verdad, quizá sea demasiado entusiasta..

—Al menos tomarás algo de beber antes de irte... —insistió Dumbledore.

—Vamos, Barty. ¡Yo me voy a quedar! —dijo Bagman—. Ahora es en Hogwarts donde ocurren las cosas, ya lo sabes. ¡Es mucho más emocionante que la oficina!

—Creo que no, Ludo —contestó Barty Sr.

—Profesor Karkarov, Madame Maxime, ¿una bebida antes de que nos retiremos a descansar? —ofreció Dumbledore.

Cuando él fue a mirar, Madame Maxime ya estaba sacando a Fleur de la sala, hablando la una con la otra en francés mientras se iban. En silencio, Karkarov y Krum se fueron. Livvy miró a Harry, a continuación, a Cedric, entonces a Dumbledore.

—Harry, Cedric, Livvy, os recomiendo que subáis a los dormitorios —dijo Dumbledore—. Estoy seguro de que las casas de Gryffindor, Hufflepuff y Slytherin os aguardan para celebrarlo con vosotros, y no estaría bien privarlas de esta excelente excusa para armar jaleo.

Los tres chicos asintieron. Tan pronto cómo salieron de la sala, Cedric les sonrió—O sea ¡que volvemos a jugar el uno contra el otro! —dijo, mirando a Harry. Luego miró a Livvy—. ¡Y vamos a competir!

Livvy murmuró—Cuánta emoción.

—Eso parece —repuso Harry.

—Bueno, contadme —dijo Cedric—, ¿cómo hicísteis para dejar vuestros nombres?

A la vez, Livvy y Harry dijeron—No lo hicimos.

—Yo no lo hice —dijo Harry—. Yo no lo puse. He dicho la verdad.

—Ah... vale —respondió Cedric—. Bueno... hasta mañana, pues.

Por la expresión en la cara de Cedric, Livvy dudaba de que él fuera capaz de convencer a alguien de que no había echado su nombre, que sus puntos de vista sobre el torneo eran los mismos que los de su hermana, sólo que él no lo expresaba tanto. Livvy quería llorar. No quería ser mirado, no quería ser mirado de otra manera, no quería ser el centro de atención ya que sería juzgado — claro que sería juzgado, sus madres cuando nació eran mortífagas y su familia adoptiva consistía en un hombre lobo, una genio y una vidente, y siempre tenía que explicar lo que pasó.

Livvy llegó a sala común. Los estudiantes de Slytherin se habían reunido y dejaron escapar aplausos y gritos sobre su entrada. Por primera vez en sus cuatro años de colegio, esperaba que Snape detuviera inmediatamente las celebraciones.

Blaise dejó escapar—¡Debiste decirnos que habías echado tu nombre!

—Es que no lo hice —dijo Livvy. Pansy había ido a abrazarlo, para felicitarle. Él devolvió el abrazo, simplemente porque quería uno. Eso era todo lo que quería. Un montón de abrazos y que nadie lo mirara como si fuera un impar—. No entré... no quiero hacer esto, chicos...

—Oh, vamos —dijo Goyle—, ¡claro que sí!

—Es impresionante —dijo Crabbe—, ¡no pensé que nadie pudiera cruzar la línea de edad!

—No engañé a la línea de edad —replicó Livvy. Las lágrimas en el fondo de sus ojos amenazaban con salir. Todos alrededor de él lo miraban. No le gustaba—. ¡No entré!

Draco frunció el ceño—¿Entonces quién lo haría por ti?

Livvy se encogió de hombros—¡No lo sé! Sólo sé que no fui yo... no fui yo... No quiero nada de esto... ¿puedes distraer a los otros?, no quiero estar aquí...

Pansy le soltó el brazo y caminó al otro lado de la habitación. Cuando dijo, "¡Tres hurras por Livvy!" él lo tomó como una señal. Livvy agarró al amigo más cercano que tenía. Quería un abrazo, para ser honestos. Quería llorar porque tenía miedo y quería un abrazo para sentirse él mismo.

Mientras subían a su dormitorio, Livvy se echó a llorar. Draco lo miró, y parecía como si un bombero fuera a llevar a cabo una cirugía—Tengo miedo... no sé que hacer... no puedo hacer esto... —dijo Livvy. Se sentó en su cama y Draco se sentó torpemente a su lado, abrazándolo. Draco parecía fuera de lugar. Livvy lo abrazó con más fuerza, como si eso fuera a ayudar en la situación—. Siempre he sido capaz de ocultarme detrás de Briar... y no es seguro acercarme al peligro porque soy demasiado joven... lo que sea, pero yo no quiero hacer esto...

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Briar estalló. El segundo en el que Livvy y Harry salieron de la habitación, Briar estalló—¡No podéis hacerles competir! ¡No son lo suficientemente mayores! ¡No tienen la suficiente experiencia cómo los otros tres! ¡Es injusto para las otras dos escuelas y para Harry y Livvy! ¡No podéis hacer que mis hermanos compitan!

Fred dijo—Briar, siéntate.

—¡No, no sé por qué la gente no se molestó en hacer un encantamiento para que no puedan nominar salvo a ellos mismos! —dijo Briar. Se había levantado, aunque sus piernas estaban todavía en el espacio entre la mesa y el banco—. ¡No podéis permitir que esto suceda! ¡Es injusto! ¡Está mal! ¡Uno de ellos podría morir!

Barty Sr. le miraba de cerca. Briar estaba lista para pelear con él. O cualquier otra persona. Briar estaba harta de los adultos y cómo ningún joven podía hacer frente al Ministerio. No era porque ellos no quisieran hacer frente a lo que estaba mal con el gobierno, simplemente no querían encancelar a alguien nada más que con agua y un trozo de pan.

Eso era lo que hacían mal, ¿no? Ellos no podían contener a alguien con agua y pan. El desapercibido desesperado por ser notado tenía muchas formas de ser visto. A Briar no le importaba el argumento o romper las reglas de una estructura que sólo beneficiaba a los de arriba.

—Briar, tienen que competir.

—¿Quién lo dice? —ella dijo—. ¡No puedes hacer ningún juicio en sus nombres! ¡Echaste a tu hija en el momento que no te gustó su forma de ser! ¿Y dónde están los otros dos? ¡Muertos!

A su lado, Fred dijo—No, Briar, estás tocando fondo.

—A lo mejor quiero llegar al núcleo interno de la Tierra —dijo Briar. Él la miró y se encogió de hombros. George tuvo la misma reacción. Lee parecía impresionado. Briar se movió para quedar en el pasillo—. ¡Las reglas se hicieron para romperse, abuelo! Es curioso, sin embargo, que fuera la misma ideología que las personas que ayudaron a tu hija cuando la echaste... ella no tenía a nadie...

—Lupin —advirtió McGonagall.

Briar sonrió—¿Sí, Minnie?

—Vuelva a la torre antes de que te metas en más problemas —respondió McGonagall de forma humilde. Su expresión se había suavizado por un segundo, por la forma en la que Briar respondió con indiferencia, pero se había endurecido rápidamente al escuchar las risas de unos de tercero. Briar se detuvo—. Podrá ver a tu hermano después. Le sugiero que salga antes de que consiga un castigo.

Ella echó un vistazo a la mesa de profesores, donde Barty Sr. la miraba fijamente. Moody tenía el ceño fruncido mientras que Aster miraba la parte inferior del cáliz.

Briar abandonó la sala y se dirigió a la torre. Cuando más lejos estaba de la sala y del resto de estudiantes, Briar sintió su estómago caer más. No podía ayudar a Livvy. No podía ayudar a Harry. Ella estaba destinada a ser la hermana mayor de Livvy, dijo a Harry que él lo era. Se supone que debía mantenerlos a salvo, se lo prometió a sus padres y ella misma. Ella había oído hablar de Aster, Laurel y Barty. Ella quería ayudar a Livvy y Harry tanto como fuera posible. Ella sabía que Harry estaría a salvo, porque al final siempre estaba bien, pero Livvy no se había enfrentado a algo cómo esto antes.

Cada vez que, durante el ataque en el camping, que Briar se mantenía con Livvy se sentía desperdiciada. Briar no podía decirle a su hermano el ir hacia otro lado para encontrar al resto, para alejarse del peligro. Briar no lo podía ayudar durante las pruebas. Briar se sentía inútil. Era como estar viendo la muerte de alguien pero incapaz de impedirla.

Y no ayudó a que su corazón diera un salto cuando gritó, ¡uno de ellos podría morir!

Briar se sentó en la esquina de la sala común. Cuando los otros estudiantes regresaron a la torre, Briar subió y fue a su dormitorio. Se sentó en silencio, en el borde de la cama, ya que Sergeant estaba profundamente dormido en el resto de su colchón. Si pudiera llorar, lo haría.

En realidad, no, ese no era el caso. Si ella no estuviera tan atrapada en el hecho de que no debería llorar cada vez que sus emociones se ponían demasiado altas, lloraría. Y Briar era autocrítica como psíquica. Si algo se alejada de la norma — por ejemplo, la Casa de los Gritos, cuando sus ojos bordeaban las lágrimas — no lo haría. Ella ya tenía los dedos del pie en esa línea. Las habilidades de Vidente sólo la hacían extraña y su terquedad hacía permanecerla tranquila. No lo podía evitar, en realidad no podía. Pero ella podía dejar de llorar, sobre todo cuando no beneficiaría a Livvy verla molesta por el calvario.

Hubo vítores por las escaleras, en la sala común. Briar dejó escapar un suspiro, murmurando—Uno, dos, tres.

Katie entró por la puerta—¡Briar, vamos, que estamos celebrando! —exclamó, tomando la mano de Briar y sacándola de la cama—. Sé que estás cabreada, y no te culpo, ¡pero hay comida gratis!

Briar no se molestó en tratar de discutir ese punto. Estaba cansada, sobre todo emocionalmente, y por lo tanto, algo físicamente. Cuando ambas llegaron a la sala común, Katie corrió hacia Alicia y Angelina, mientras que Fred y George se precipitaban hacia Briar.

—Siempre podrás ayudarlos antes de las pruebas —dijo Fred.

George asintió—¡Eres Vidente! ¡Podrás predecirlas!

—Todo es seguro, Briar —dijo Fred. Puso un brazo alrededor de ella. Briar se abrazó a su lado—. No va a pasar nada malo.

Briar deseaba que eso fuera cierto. Sin embargo, la voz de la parte posterior de su cabeza estaba diciendo, no, gritando, lo contrario.

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