Capítulo 3: Heterocromía.

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Cuando vio que Harry desapareció por la chimenea, Lauren decidió que era su turno.

Tomó un puñado de los polvos flu que le ofrecía el señor Weasley y se metió en la chimenea.

—¡Dudley! —exclamó Petunia con los ojos brillando de horror.

—¡A la madriguera! —exclamó fuerte y claro.

Sintió como pasaba bruscamente ante un centenar de chimeneas, su estómago se encogió y todo dio vueltas. Por suerte, consiguió quedarse de pie en cuanto llegó a su destino. Tosiendo y sacudiéndose la ropa, observó un montón de cabezas pelirrojas que la esperaban en cuanto se alejó de la chimenea.

—Wow —dijo asombrada—. Cuanto rojo.

Fred, George y Ginny se rieron, pero Lauren no hizo mucho caso. Les guiñó el ojo y miró el lugar, estaba infestado de puros Weasley. Fue algo agradable.

Sonrió hacia todos.

—Hola familia, ya llegué —Lauren dejó caer su bolso en el piso. No le importó que se ensuciara, estaba cansada de cargar el gran bulto.

—¡Hola Lauren! ¡Cuanto tiempo sin verte! —exclamó Fred cuando se encontró a su lado.

—Es un honor tenerte aquí de nuevo, pequeña Potter —dijo George con el mismo tono que su hermano gemelo.

—No hagan eso —se quejó—. Mejor cuéntenme como se llama ese caramelo que dejaron caer. ¡Estuvo estupendo!

—¿Qué pasó? —preguntó su hermano con los ojos brillando de decepción— No pude ver nada.

—Caramelo longuilinguo —explicó Fred, muy contento y los ojos brillando de orgullo—. Los hemos inventado George y yo, y nos hemos pasado el verano buscando a alguien en quien probarlos...

—Debieron verlo —les dijo Lauren con los ojos cargados de diversión maligna—. Su lengua había crecido cuarenta centímetros en cuanto me fui.

Todos estallaron en carcajadas que contagiaron a Lauren. Amaba a esa familia.

Notó que Ron y George estaban sentados en una mesa de madera desgastada de tanto restregarla, con dos pelirrojos a los que Lauren no había visto nunca, aunque no tardó en suponer quienes serían: Bill y Charlie, los dos hermanos mayores Weasley.

—¿Qué tal les va, chicos? —preguntó el más cercano a ambos mellizos, Harry le estrechó la mano y se apartó para que Lauren hiciera lo mismo— Es un gusto conocerlos finalmente, los chicos no dejan de hablar de ustedes, soy Charlie.

Cuando Charlie la miró y pudo verlo con mayor atención, sintió un montón de mariposas en el estómago. Aún así, se las arregló para dar un alegre «hola».

Tal vez era por los nervios de estar frente a alguien tan guapo, pero estaba segura que el pelirrojo la miró con expresión extraña por unos cuantos segundos, aunque creyó que fue una alucinación porque rápidamente compuso una amplia sonrisa y le tendió una mano grande que Lauren estrechó.

Estaba llena de callos y ampollas. Él debía ser Charlie, que trabajaba en Rumania con dragones. Su constitución era igual a la de los gemelos, y diferente de la de Percy y Ron, que eran más altos y delgados. Era alto, sí, pero de cuerpo musculoso y ancho, con la piel curtida por el clima de Rumania y tan llena de pecas que parecía bronceada; los brazos eran musculosos, y en uno de ellos se veía una quemadura grande y brillante.

Sus ojos azules, grandes y extrañamente difíciles de leer se le quedaron viendo con fijeza. Lauren se removió incómoda por la atención.

—Heterocromía.

—¿Cómo? —pareció sorprendido, como si por alguna razón no entendiera porque le estaba hablando. Parecía algo raro, pero muy guapo. Razón que le daba muchos puntos.

Lauren no perdió la paciencia, aunque le molestó tener que volver a repetirlo; explicarlo era cansado.

—Heterocromía —dijo otra vez—. Es por eso que mirabas tanto mis ojos, ¿no? Es una condición genética. El médico dijo que es permanente, lo he tenido desde que soy una niña.

Era cierto. Desde que tenía memoria, sus ojos siempre habían sido desiguales. Uno era de un fuerte color esmeralda, como el de su hermano, y el otro era gris oscuro. Aún no estaba segura de porque se debía aquel color, pero le gustaba.

—Oh —respondió con voz ronca, le gustó su voz—. No lo sabía. ¿A qué se debe?

Estaba por hablar, pero los gemelos Weasley se acercaron a ella y cada uno la tomó de los hombros.

—¿Ya conociste a nuestra pelirroja favorita, Charlie? —preguntó George.

—¿Ya viste sus ojitos? Son tan grandes y expresivos que le han conseguido más de quince citas en sus tres años en Hogwarts —Contó Fred con una sonrisa que simulaba ser «inocente».

—Dieciséis —lo corrigió, y apartó ambas manos de ella—. Lastimosamente, ninguna me agradó.

—Porque nadie es suficiente para la cazadora estrella del equipo de Gryffindor, ¿o no Gred?

—Nadie merece respirar el mismo aire que Lauren, Feorge, ya deberías saberlo.

Lauren los miró con el ceño fruncido.

—Tienen suerte de que esté de buen humor —decidió recordarles—, porque si no lo estuviera... —sus ojos brillaron con inocencia. De reojo, Lauren notó como Charlie la observó por largos minutos, como si su pelirroja cabellera formara parte de un raro espécimen que él quería descifrar—...estarían muertos, chicos.

Ambos gemelos hicieron como que no escucharon, pero ellos sabían que una Lauren molesta significaban más problemas de los que estaban acostumbrados.

—¿Eres la niña de la que siempre hablan en sus cartas? —preguntó Charlie con ojos curiosos.

Lauren alzó ambas cejas.

—Pues más les vale —le dijo—, soy una persona celosa, ¿sabes?

Charlie le sonrió, pero Lauren notó algo extraño en su sonrisa; era muy bonita.

Lauren notó que Charlie parecía estar lleno de cicatrices en casi todo lo que se lograba ver de su cuerpo. El mayor se apartó con expresión desinteresada y Lauren pudo ver al último hermano que le quedaba por conocer.

Bill le estrechó la mano con una sonrisa brillante. No era nada parecido a lo que imaginaba de él. Al igual que Charlie, era muy guapo, de largo cabello pelirrojo puesto en una coleta alta y con un gran colmillo colgando de su oreja. Llevaba botas que parecían de cuero de dragón y Lauren admitió que su estilo era muy guay.

—Tu estilo es asombroso —lo alagó y Bill parecido sorprendido, pero igual le sonrió con emoción. Por fin alguien que no lo juzgaba—. Ese colmillo te da un aura de chico malo súper grunge y el cabello largo está muy de moda. Te doy un 9/10 por las botas de dragón, tienen un poco de barro.

—¿Cómo sabes todo eso? —le preguntó extrañado.

Ron se metió en la conversación mientras él y Harry cuchicheaban entre sí.

—Lauren sabe todo sobre moda —les explicó a Charlie y Bill—. No hay nada que no sepa, aunque no suele utilizar los consejos para sí misma.

Lauren lo miró feo.

—Eso está apunto de acabar, Ronald Weasley —gruñó Lauren y Ron se encogió en su sitio—. Estoy cansada de usar la ropa vieja de la tía Petunia. Antes de ir al colegio me aseguraré de comprar tanta ropa como pueda. Y tú también, Harry Potter.

—¿Es necesario? —preguntó con una mueca.

Lauren lo miró con fijeza. Harry se puso pálido.

—Como digas.

Antes de que ninguno de ellos pudiera añadir nada, se oyó un pequeño estallido y el señor Weasley apareció de pronto al lado de George. Lauren nunca lo había visto tan enfadado, pero igual no se compadeció de ambos gemelos. Se lo habían buscado.

—¡No ha tenido ninguna gracia, Fred! ¿Qué demonios le diste a ese niño muggle?

—No le di nada —respondió Fred, con otra sonrisa maligna—. Solo lo dejé caer... Ha sido culpa suya: lo cogió y se lo comió. Yo no le dije que lo hiciera.

El señor Weasley empezó a vociferar un montón de cosas que Lauren no se tomó el tiempo de escuchar, empezó a jugar con el cabello de Ron y le hizo unas cuantas trencitas; a él no pareció importarle, estaba demasiado ocupado mirando como Fred y George trataban de defenderse de las acusaciones del patriarca pelirrojo.

Notó que los chicos que abarcaban toda la habitación-sala, tenían el cabello extremadamente largo y enmarañado. Les hacía falta un buen corte y sus manos picaron por cortar todo ese desastre de pelirrojos.

Mirando la cocina, Lauren se preguntó donde estarían Hermione y Ginny, su mejor amiga y la hermana menor de Ron que iba un grado más abajo, mencionadas respectivamente. Se había estado enviando correo con Hermione todo el verano y le había contado que iría a pasar sus vacaciones con los Weasley, quienes también la habían invitado al Mundial de quidditch.

Moría por ir.

De repente, la señora Weasley entró en la cocina y supo que venían los problemas reales.

—¡Hola queridos! —les dijo a ambos Potter con una sonrisa cariñosa. Lauren no era una gran fanática de demostrar lo que sentía en lo más mínimo, pero debía admitir que sentía cierta calidez cada vez que Molly Weasley la abrazaba o consentía con mucha comida—. ¿Qué es lo que tienes que decirme, Arthur?

Se hizo un silencio mientras el señor Weasley observaba nervioso a su mujer. Nadie habló por los próximos segundos que se volvieron tensos e intranquilos. Por suerte o destino, aparecieron Hermione y Ginny, quienes rompieron la tensión momentáneamente.

Ambas chicas les sonrieron a los hermanos Potter, Lauren alzó la cejas y se cruzó de brazos mientras les sonreía inocentemente. La de ojos desiguales notó como la pequeña Weasley se sonrojaba por la presencia de su hermano.

Ambos terminarían juntos. O por lo menos tendrían algo por algún tiempo, Lauren ya lo había predicho.

—¿Qué tienes que decirme, Arthur? —repitió la señora Weasley en un tono de voz que daba miedo.

—Nada, Molly —farfulló el señor Weasley—. Fred y George solo... He tenido unas palabras con ellos...

—¿Qué han hecho esta vez? —preguntó la señora Weasley—. Si tiene que ver con los «Sortilegios Weasley»...

Aunque muchos lo dudaran, Lauren no era muy apegada a los gemelos Weasley, solo hablaban ocasionalmente cuando se trataba de alguna broma que llamara la atención de la menor o para felicitarlos por las mismas, así que no tenía ni idea de que significaba ese «Sortilegios Weasley», pero igual aceptaba que sonaba extremadamente interesante, y viniendo de ambos gemelos, no dudaba que tratara de algo relacionado a las bromas.

«Después preguntaré», se dijo.

—¿Por qué no le enseñas a Harry dónde va a dormir, Ron? —propuso Hermione desde la puerta— Ginny y yo llevaremos a Lauren para que deje sus cosas.

Ginny estuvo de acuerdo mientras veía a sus padres empezar una discusión que no acabaría nada bien para sus hermanos bromistas.

—Ya lo saben —respondió Ron—. En mi habitación. Durmió allí la última vez, y Lauren sabe que...

—Podemos ir todos —Interrumpió Hermione con una significativa mirada.

—¡Ah! —exclamó Ron, cayendo en la cuenta—. De acuerdo.

—Sí, nosotros también vamos —dijo George.

—¡Ustedes se quedan donde están! —gruñó la señora Weasley.

Mientras se iban, Lauren notó que Charlie le decía adiós con los ojos clavados en su anatomía y la menor le regresó el mudo «adiós» con un revoloteo en el estómago. Su mirada era demasiado profunda para sus inestables hormonas que iban en aumento. Detestaba lo que sentía cada vez que veía a personas tan guapas como el Weasley mayor, y más cuando parecían ponerle demasiada atención y no sabía que diablos hacer.

Reaccionaba muy torpe.

Odiaba sentirse fuera de lugar.

—¡Eh! ¡Quién trenzó mi cabello!

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¡Bueno, bueno! ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Muy aburrido? Perdón si es así, es que apenas va iniciando y no puedo adelantar las cosas tan rápido.

El próximo capítulo será dedicado a quian comente primero, pero si no comentan, me sentiré muy triste :'v

¡También los invito a leer mis otros fics de Cazadores de Sombras, Juego de tronos, Percy Jackson, Vikings y Once Upon A Time!

Nos leemos pronto, desconocidos 👌

Atte.

Nix Snow.

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