Capítulo ocho

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— ¡No puede ser, el libro!

La mañana llegó más rápido de lo que cierta castaña esperaba. Apenas si pudo dormir una hora por recordar los momentos vividos la noche anterior. Recordó que había dejado tirado el libro, que fue el motivo por el que se escabulló de casa para ir al instituto esa noche, y se alteró ya que estaba demasiado segura de que si alguien se enterara de eso ella estaría en graves problemas.

Bajó a tomar desayuno con Yellow y Lorelei, quienes ya estaban en la mesa. La rubia saludó y la pelirroja solo la vio seria. Blue pensaba que ya sabía lo que había pasado pero se alivió al escuchar otra cosa por parte de ella.

— Ha sido una noche pesada. Ni siquiera recuerdo la hora en que me quedé dormida.

La de ojos azules se sentó junto a su amiga y así las tres continuaron desayunando. Después de terminar las dos jóvenes agarraron sus mochilas disponiéndose a salir cuando la de ojos ámbar exclamó extrañada:

— Esto es raro… ¿no se suponía que tenía el libro de la biblioteca aquí conmigo? —Preguntó mientras revisaba su mochila— ¿tú lo viste?

El cuerpo de Blue se tensó.

—Eh…yo… no lo creo, tal vez te confundiste y era otro libro — dijo nerviosa la joven bruja.

— Pero si encima me dijiste que fuésemos a dejarlo al instituto — continuó la rubia — un momento… Blue, ¿no habrás...?

— ¿¡Cómo crees que pudiera ir al instituto anoche, encontrarme con Pokémon fantasmas posiblemente comandados por un cazador y salir viva para contarlo!? — la castaña empezó a hablar rápido ya que se dio cuenta de que inconscientemente le había revelado casi todo a Yellow. — Tu imaginación vuela ¿eh? —Concluyó rápidamente y, a paso rápido, salió de la casa.

— ¿Ah?—Fue lo que dijo aquella rubia. — El sueño, sí, debe ser el sueño — bostezó y siguió a la bruja especialista en tipo agua.

Lorelei las acompañó también y así llegaron las tres a aquel gran lugar. Se despidieron, como ya se había hecho costumbre y se dirigieron a sus salones, donde Blue esperaba impaciente a Red.

Había mucho que debían decirse.

Se lo dice, no se lo dice. Se lo dice ¿o no? Eso pensaba Red mientras caminaba, junto con Green, en los pasillos del lugar. Aun quedaban unos cuatro o tres minutos para que el timbre, que indicaba que las clases daban comienzo, sonara y a ellos eso les bastaba.

— Oye… Green.

— ¿Qué sucede?

— Hay algo que no te dije, respecto a anoche cuando vine aquí a buscar a la bruja.

El de ojos verdes se detuvo, normalmente en cosas como esas el azabache nunca le omitía nada, menos alguna cosa que tuviese que ver con el paradero de la bruja.

— ¿Es importante?

— Supongo que sí…

— ¿Supones?

— Bueno…

La curiosidad del castaño aumentaba, ¿Qué era así de vital importancia que él debería de saber? Lo vio cansadísimo al llegar anoche, pero creyó que se trataba por las peleas con los Pokémon fantasma.

Sin más, Red murmuró para ambos:

— Ella sabe sobre los Pokémon.

Green, en un movimiento inesperado, agarró a Red del hombro y le susurró:

— Tenemos una conversación pendiente.

Sin decirse nada ambos chicos se dirigieron a sus salones, puesto que el timbre había sonado.

Red recibió el sermón del profesor por el hecho de haber llegado justo instantes después de sonado el timbre y se fue directo a su asiento. Blue lo observó por un corto momento para después ver su cuaderno que tenía escrito el nombre del chico. Lo había hecho por jugar, aunque no se molestó en borrarlo, dejándolo así a propósito.

El de ojos rojizos dio también una rápida mirada hacia la joven, ¿Por qué no decirle que él es un cazador y que aquellas criaturas de anoche eran unos seres llamados Pokémon? Sabía que estaba prohibido, pero ya que Blue sabía de la existencia de los Pokémon, podría estar en severo peligro. Para Red, la chica de ojos color zafiro no representaba ningún problema y la defendería cueste lo que cueste de aquellos seres.

Por supuesto que, no sabía quién era Blue en realidad.

Ella también pensaba en aquello ¿y si le decía que era una bruja? Estaba por hacerlo ayer ¿y porque no ahora también? Sabía la respuesta. Lorelei, Yellow, Agatha y las demás brujas se lo prohibirían así que en ese entonces la castaña solo se preocupó por buscar las palabras adecuadas para los eventos ocurridos esa noche.

Horas después, Red y Blue caminaban por los pasillos del instituto con un ambiente incómodo entre ellos. No se miraban y aun no habían dicho palabra alguna sobre los dichosos "fantasmas".

— Sobre lo de ayer… —comentó la castaña, era el momento de si decirle la verdad o no— hagamos… hagamos como si no hubiera ocurrido nada ¿sí? Esas cosas eran extrañas, me causan curiosidad pero no, no quiero saber más de eso —no se atrevió a decirlo, pero Red solo asintió y ambos continuaron con su recorrido.

— Como tú digas. — era una mezcla extraña entre alivio y tristeza. Ciertamente hubiese sido espectacular hacerle conocer su mundo, quizá Pika y ella se volvieran buenos amigos, pero por otra parte pensó que era mejor que una humana no se metiera mucho en ello.

— Joven Blue, necesito hablar con usted.

Una mujer de avanzada edad sorprendió a los muchachos quienes la miraban asustados, pensando que posiblemente ella hubiera escuchado la conversación. Agatha tenía un libro en sus manos. “¡El libro!” pensó la castaña temiendo que Agatha supiera sobre su aventura la noche anterior.

— ¿Vendrás? Es algo de mucha importancia.

— Sí —contestó ella— Red,  nos vemos mañana.

Sin nada más que pudiera decir, las dos brujas se dirigieron a un salón vacío donde la de mayor edad por fin le mostró el porqué de su llamado.

— ¿Reconoces este libro? —Dijo, mostrándoselo detenidamente a la castaña.

Blue asintió.

— ¿Estuviste ayer por la noche en el instituto?

—Yo… sí.

Red le dio el alcance a Green, quien se encontraba con Yellow.

— Es un milagro que no estés con ella.

— Una profesora de la que no se su nombre se la llevó, le dijo que era algo importante.

La rubia se sorprendió por sus palabras, ¿Qué hizo Blue? ¿Por qué no la llamaron a ella?

—Agatha… — murmuró la de ojos ámbar — bueno, supongo que vendrá después. Mientras yo creo que me tengo que ir rápido, hay un libro que necesito entregar a la biblioteca, aunque no he podido encontrarlo en todo el día. — ya se lo preguntaría a su amiga después, tenía más miedo de lo que el encargado de la biblioteca le diría que una de las brujas más poderosas que conocía.

— ¿Qué te pueden hacer por un libro? —Dijo el castaño que miraba todo lo que le costó lo que estaba comiendo.

— ¿Qué libro era?— preguntó Red.

— “Historia Universal” — dijo Yellow — era uno de color marrón.

Red entendió en ese momento que el libro que aquella señora tenía era el mismo que juraría haber visto caer de Blue cuando esta fue corriendo hacia él en pleno ataque de aquellos fantasmas. Se fue corriendo en dirección a la ojiazul, no sin antes decirles a los dos chicos que sabía dónde se encontraba aquel libro y que iría por él y por la chica, esperando que aquella maestra no supiera lo de anoche.

— Sabes que él puede ser un cazador ¿no?

— ¡Él no es un cazador!

— ¡Blue! No alces la voz a tus mayores.

Lorelei se había unido a la conversación por pura casualidad, pero al escuchar sobre la supuesta salida de la castaña de noche se enojó y se quedó esperando la explicación que su alumna daría ¿Cómo pudo ser tan distraída para que una de sus alumnas saliera sola de noche? Imaginar la infinidad de cosas que pudo pasarle a Blue solo la hacían sentir frustrada e inútil.

— Pero si es la verdad: ¡si fuera uno me habría asesinado el mismo día que lo conocí!

— Tal vez no presenció del todo tu magia— dijo su maestra de cabello rojo.

— Y yo reafirmo que no lo es… ¡no puede! Y a mí eso nadie me lo quitará de la cabeza… Ni siquiera tú, Lorelei.

— Créeme que los cazadores son seres muy despiadados. Ellos merecen la muerte y ninguna bruja merece sentir lástima al hacerlo. — habló Agatha con serenidad.

— Sea cierto lo de Blue o no… — Lorelei miró a su alumna, quien seguía enojada. — estás castigada. Agatha — se dirigió ahora a su mayor — si he de recibir castigo alguno por descuidar a una de mis protegidas, lo recibiré sin reclamar.

— No es necesario. Tus aprendices son lo suficientemente mayores para ser concientes de sus acciones y defenderse. Si algo les llegará a suceder, será el resultado de sus propias desiciones.

Blue no habló más y salió de la puerta, enojada al comprobar que ellas no le creían nada ¡y encima castigada! ¡Por decir la verdad! Porque es la verdad ¿no?

Miraba al piso cuando chocó con el azabache, él vio que ella quería llorar así que le abrazó con todas sus fuerzas, sorprendiéndola y haciéndola sonrojar al mismo tiempo.

— ¿Lo saben?

— Más o menos: estoy castigada.

— ¿Eh? Pero si no son nada tuyo.

— Hay cosas de mí que aún no sabes.

Después de eso se separaron y se fueron a reunir con los demás. Ya habiéndose despedido de las chicas, los dos cazadores tuvieron un momento a solas y continuaron con la conversación inconclusa de la mañana y el primero le explicó que aquella castaña guardaría el secreto, cosa que calmó al de ojos verdes, aunque solo un poco.

— Puedo invocar a Alakazam y hacer que ella olvide esa noche, ¿Qué te parece?

— ¿E invadir sus memorias? No, gracias, debemos respetar su privacidad.

— ¿Es realmente por eso? ¿O es que temes que encuentre algo allí?

— No creo que encuentres algo en una humana común y corriente.

— No me refería al hecho de que sea una bruja o no. Sino, ya sabes — sonrió con malicia — quizá el nombre de la persona por la que parece estar ida últimamente.

— ¡He dicho que hay que respetar su privacidad!

Red se marchó y Green soltó una carcajada, ¿Qué acaso su amigo y esa chica no podían ser más obvios?

Sin embargo, la duda seguía en él.

"Una humana cualquiera estaría aterrada aún por eso, ¿realmente son quienes dicen ser?"

Blue y Yellow habían llegado a su hogar, su fuerte, donde podían estar a salvo y respirar aliviadas una vez más.

— Rayos, hace un calor horrible. Hey Yellow, ¡quien llegue a la ducha primera no tiene que hacer la cena hoy!

— ¿Puedes ir primero tú, Blue? — eso sorprendió a la castaña — Lleva mi mochila a mi habitación, ¿sí? Hay algo que debo hacer.

— ¿Bien? Si quieres voy contigo.

— No, no, tengo que comprar algo, será rápido así que no te preocupes por mí. Se me olvidó por completo, je. Cuando estoy contigo se me olvida todo — exclamó con una sonrisa.

— Yellow... — conmovida por sus palabras, abrazó a la pequeña mientras sonreía — Sabes que eres la mejor hermana que se puede tener, ¿Verdad? — asiente — pero llévate un sombrero al menos, para que el calor no te dé demasiado.

Blue agarró la mochila y sacó un sombrero  de paja que Yellow trajo consigo el día que llegó a la mansión. Está le agradeció, se amarró el cabello y se lo puso.

— ¡Pareces diferente así! Hasta diría que eres un chico de no ser por la falda.

— ¡Bl-blue! Bueno, me voy, te veo en un rato. Tienes que contarme por qué Agatha te llevó consigo. — acto seguido salió corriendo.

— Es una promesa.

Cuando Blue se dispuso a dejar la mochila notó que en ella estaba el collar de la rubia. Quiso advertirle pero la joven de ojos ámbar ya estaba demasiado lejos como para que la pudiera escuchar, ¿Debía seguirla? Justo en ese instante el recuerdo de Lorelei apareció en su mente y decidió no hacerlo.

— Yellow volverá pronto, no hay de qué alarmarse.

Yellow compró el objeto pedido en su clase y se dispuso a regresar; caminaba tranquilamente cuando observó a un gato entrar en un callejón. Las ganas de acercarse a ese ser le hicieron seguirlo. Grave error.

El animal se detuvo y la miró fijamente. Acto seguido, comenzó a maullar y brillar, haciendo que chispas salieran de su cuerpo hasta que revelaron su verdadera forma: un Pikachu.

Un cazador apareció en la entrada de aquel callejón y cerró el paso de la única salida a la bruja de electricidad. Ella se asustó y recordó que había dejado el collar. No podía huir y aquel chico, que se le hacía muy familiar aunque no lo veía del todo, ya sabía de ella. Acorralada, Yellow no tuvo otra opción más que liberar a su propia criatura. Un ser amarillo salió a escena, con el final de su cola en forma de corazón.

—¡Chuchu, destello! —Una intensa luz salió del Pokémon, cegando al cazador.

El destello de aquella Pikachu tenía un efecto secundario ventajoso para la rubia, pues hacía que el afectado por el movimiento fuera incapaz de reconocer la figura de la atacante a pesar de que su visión del entorno no se encuentre afectada. "Podré escabullirme y perderme entre la gente, sí, debo hacerlo". Pero antes de cantar victoria, una espada pasó cerca a su cara y lastimó su mejilla, haciéndole un fino corte.

— La vista no es nuestra única ventaja, bruja.

La pelea dio inicio.

Y eso es todo por ahora! Espero les haya gustado c:


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