once

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«Tócame, solo toca mi maldita mano»

Mi mano seguía en la mesa y con mis dedos lo insitaba a tocarme, me sentía fuera de control por el deseo que tenía de sentir solo un poco de su tacto. A pocos centímetros contemplaba a Irene soltando su boca para recorrer su cuello, diablos, ese cuello era pornografico de lo largo que era y como la manzana de Adán se marcaba cuando de placer tiraba su cabeza hacía atrás.

«Mierda, la vista es hermosa»

Mi mano seguía esperando su tacto cuando de la nada luego de que Irene tocará un punto sensible en él, su mano finalmente alcanzaba la mía.

El fuego que sentía por dentro, por fuera y en todo el maldito lugar no podía explicarlo, sus dedos acariciaban los míos en un suave enredo que hacíamos con ellos. ¡Solo eran sus dedos y me estaba volviendo loco!.

Era entonces donde soltaba a Yoon y levantaba su mentón para tener su cuello a mi merced, tal cual y como Irene tenía el de él para hacer y deshacer como quisiera en esa tez blanca.

Notaba como Seokjin mostraba un rostro de placer increíble ¿Se lo provocaba ella o yo?. Pues yo quería ser quién lo descolocara del todo, así que dibujando un pequeño camino de sus dedos a la palma de su mano, me encargaba de clavar mis uñas.

Había sido un segundo en el que su mirada se había encendido al igual que la mía, pero rapidame la quitaba y pedía a Irene que se detuviera golpeteando la mesa con su puño.

«La jodí»

Era lo único que cruzaba por mi cabeza, había cagado el momento por sentirme tan excitado con él, con las miradas y esa imagen que me brindaba. Estaba preocupado de que estuviera enojado, pero él parecía necesitar descontrolarse para arruinar todo con su cita y subiéndose a la mesa comenzaba a bailar de manera ridícula.

Sus orejas estaban rojas, pero no sé detenía así que con Yoon comenzabamos a alentarlo, Irene se veía con cara de pocos amigos. Pero la gente alrededor disfrutaba de su show, le gritaban y hacían porras.

«Demonios, Seokjin...ya deja de ser tan lindo»

Y ahí me encontraba sonriendo algo embelesado con él hasta que Irene me empujaba bruscamente.

— ¡Es tu amigo! ¿No piensas hacer nada? —me gritaba por encima de la música.

La observaba cruzado de brazos—. No sé a qué te refieres, está divirtiéndose —mencionaba, mientras señalaba a SeokJin y me sentía encantado con su actitud algo payasa.

— ¡Está haciendo el ridículo! Es el único bailando como idiota ¿No piensas hacer nada al respecto?.

Frunciendo mi ceño e intentando reprender la furia que su comentario hacia Seokjin me había provocado, exclamaba—. ¡Tienes razón! —ella asentía exagerada—. ¡Es el único haciendo el ridículo!

— ¡Exacto, haz algo! —me ordenaba la chiquilla.

— ¡Si que lo haré! —luego de mis palabras me subía a otra mesa y pateando las cosas comenzaba a bailar igual que él.

La gente había terminando por enloquecer con nuestro acto y a decir verdad, había terminando por verme más ridículo de lo que él jamás llegaría a verse porque era adorable.

— ¡Taehyung-ssi! —me gritaba de la otra mesa, para luego bajarse y venir hacia la mía, mientras me observaba con una sonrisa de oreja a oreja.

Su apreciación a mi sensual baile había durado poco ya que Irene lo tomaba del brazo y lo sacaba del salón para llevárselo a un costado.

Intentaba seguirlos con la vista hasta que vislumbraba que Irene no paraba de besarlo y tocarlo mientras que Seokjin mantenía sus ojos cerrados y sus manos contra la pared evitando tocarla.
Nadie se había percatado de que ella estaba casi abusando del chico porque el lugar ya era un descontrol total.

«Ay, Taehyung-ssi...Tae»

Cuando lo había visto imitar mi acción, no había podido evitar bajarme para ir a verlo de cerca, mi baile era ridículo, pero él estaba siendo muy sensual. Yoon y otras chicas estaban contemplandolo mientras babeaban. Yo no despegaba mis ojos de él, quien parecía bailarme a mi.

«Entiendo que todas te miren, espera ¿Qué?»

Ebrio y luchando con mi conciencia casi inconsciente de tanto alcohol, unos segundos después el tacto de Irene me hacía sobresaltar del susto, me había olvidado de ella por unos momentos.

Un poco aturdido y confundído la escuchaba ordenarme—. ¡Ven conmigo!.

Y me sacaba del salón para llevarme a un rincón algo oscuro, el lugar era un descontrol total después de mi ridículo acto, nadie se percataba de lo que el resto hacía.

— ¿Qué haces? —preguntaba con cierta confusión, cuando con su pequeña estatura y sus brazos delgados me estampaba contra la pared.

—Espere mucho tiempo para tenerte Seokjin, ya no lo arruines —y atrapaba mi boca en un beso desenfrenado que iba acompañado de un manoseo furioso y desesperado.

En serio, literalmente estaba manoseandome todo, de mi rostro había bajado a mis hombros, para luego seguir por mis pectorales y luego con su mano derecha apretaba fuerte mi entrepierna.

Jamás había cortado el beso, su lengua se movía como loca buscando la mía, pero yo jamás la había sacado de mi boca. De hecho no estaba respondiendo. Mis labios no se movían y mi lengua no respondía a la suya.

Tenía todos mis sentidos adormecidos por el alcohol y porque bueno, no me estaba despertando nada.

«Seokjin, una mujer bella te está manoseando ¡Y tú no sientes nada, hombre!, reacciona maldición»

Mis manos seguían en el aire, no me estaba provocando nada.

«Oh, esperen si, si me estaba provocando. Ay, carajos»

La quitaba de mi cuello el cual estaba maltratando con sus chupones y con un leve empujón había logrado quitarmela de encima a tiempo.

— ¿Qué te pa-...? ¡Kim Seokjin! —Irene gritaba horrorizada.

Yo estaba atónito, el resultado había sido que me había revuelto el estómago y me encontraba vomitando todos sus pies.

«¿Querías cagarla, Seokjin? Lo lograste».


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