treinta

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Seokjin acababa de admitir haber soñado conmigo, y ahí me encontraba sonriendo en el sofá de la sala. Me había quitado el mal sabor de Hyungsik en una fracción de segundos.

— ¿Me dirás qué soñaste? —preguntaba.

Mmm —dudaba del otro lado—. ¿Debería hacerlo? —cuestionaba.

Lo notaba nervioso.

—Como tu desees —me levantaba del sillón con cierto gruñido.

¿Qué haces? —preguntaba curioso.

—Me acabo de levantar del sofá, ahora estoy apagando las luces y estoy... —mi voz se había agitado por subir las escaleras de dos en dos—, subiendo a mi habitación, cerrando la puert-...

Eres un imbecil —replicaba divertido.

— ¿Qué?. Tu preguntaste —respondía riendo.

Ya era tarde y solo quería meterme en la cama para hablar de lo que sea que Seokjin tenía pensado hablar. Solo escuchar su voz me provocaba un hormigueo placentero en la piel.

El sentido del humor de Taehyung me relajaba.

—Pregunté, pero no era necesario todo detallado —respondía, intentando no sonreír.

Así parece que no estamos tan lejos —decía ahogando un estupida risita.

—Bueno, a ver. Entonces dime —exclamaba—, ¿Ya te acostaste?

Estoy en eso —su respiración se escuchaba agitada como si estuviera haciendo algo más.

— ¿Por qué estás agitado?

Estoy abriendo la cama e intentando no tirar el teléfono en el proceso —carcajeaba con esa risa tan relajada, tan propia de él.

Mierda, lo había extrañado y mucho.

— ¿Te quitaste los pantalones? —preguntaba sonrojado e intentado sonar relajado.

Eh...¿En serio quieres saber eso?.

Su pregunta hacía que me removiera en la cama—. Por algo pregunto —respondía de inmediato.

Oye, Hyung —decía con esa dulzura particular—. No necesitas apresurarte con nada.

Suspiraba frustrado.

«¿Qué estás haciendo, Seokjin?»

—Solo intento llevar el paso —respondía en un susurro.

No tienes que alcanzarme en nada —suspiraba—. Podemos ir a paso lento, hacerlo a tu manera. No quiero que te asustes

—Me estás tratando como a una niñita —exclamaba tensionado.

Lo siento. No fue mi intención —aclaraba su garganta—. Porqué no me cuentas tu sueño.

Me recostaba y luego de unos segundos en silencio donde ninguno había dicho nada, apretaba mis ojos y comenzaba:

—Única regla, no digas nada mientras lo cuento —pedía en un susurro.

De acuerdo —respondía con su voz grave.

—No es la gran cosa, solo estábamos tú y yo —me remontaba al momento—. Me encontraba de rodillas mientras tú venías hacía mi. Yo estaba de espaldas a ti —comenzaba a recordar la sensación que sentía por su cercanía—. Te arrodillabas a la par mía y... —«No hay marcha atrás, amigo» —Me tapabas los ojos mientras que me apretabas para estar más cerca de tí, ah... —habia jadeado como imbécil en el teléfono—. Lue-luego tu... —mis nervios me traicionaban logrando que mi voz sonará ronca y débil.

Apretaba mi mano sobre mis ojos, no podía volverme atrás en el relato, la piel se me había puesto de gallina, pero los nervios no me dejaban volar del todo.

Hasta que él rompía la única regla que había impuesto.

¿Yo qué? —exclamaba con voz grave y ronca. Casi en un susurro—. ¿Yo que, Hyung?. Dime.

Le había pedido que no hablará, pero su voz y los recuerdos del sueño me habían hecho entrar en calor.
Tragaba saliva, relamía mis labios y continuaba—. Jugabas con tu lengua sobre mi nuca para luego abrirte paso a mi lóbulo y morderlo

¿Y como te sentíste? —preguntaba.

—Excitado, se sintió muy real —tragaba saliva—. Te sentí tan real, Taehyung

Seokjin —susurraba—. Joder, Hyung. Me hiciste envidiarme en tu propio sueño.

Me reía y destapaba mis ojos—. Me había levantado muy...

No sabía si decirle eso o no.

¿Muy? —presionaba pícaro.

—Diablos, eres hombre. Sabes cómo me levanté —exclamaba ahogando una risa.

Me imagino —aclaraba su garganta—. Te levantaste como me acabas de dejar por relatarme ese sueño inocente.

Abría mis ojos y me sonrojaba, no esperaba que me dijera eso, en realidad no sabía que esperar de nada. Estaba tan perdido que intentar intimar con él por teléfono me estaba costando demasiado.
Pero lo necesitaba, parte de mi lo pedía a gritos, haría lo que él me pidiera, pero él me trataba como una puta princesa.

La voz de Seokjin relatando su sueño me habían puesto duro, había despertado mi polla y tenía muchas ganas de cruzar esa barrera donde estaba más que dispuesto a llevarlo por el camino de la perdición.

Sexo telefónico como consuelo por estos meses lejos, pero ésto era todo nuevo para él. Aunque no era nuevo para mí, lo último que quería era que él tuviera una crisis hetero-existencial y luego desapareciera de mi vida.
No quería que me pasara eso de nuevo, no quería que me pasara con Seokjin.

¿Te pusiste duro? —preguntaba sacándome de mis pensamientos.

Claramente se lo había hecho saber, pero él había tardado en responder.

—Esas fueron mis exactas palabras, lo sie-...

Ya deja de disculparte —me cortaba algo frustrado—. Sé que soy nuevo, pero por favor deja de tratarme con delicadeza

— ¿Cómo quieres que te trate? —estaba aterrado. No sabía cómo debía tratarlo.

Voy a hablarte sin filtro ¿De acuerdo? —decía al otro lado.

—De acuerdo —afirmaba.

Luego tomaba el vaso con agua que tenía en mi mesa de noche, como de costumbre.

¿Te has pajeado alguna vez pensando en mi? —y escupía lo que bebía—. ¿Estabas tomando algo? —preguntaba exaltado.

—Era la intención, mierda me mojé la remera y pantalón —me quejaba—. Deberías avisar la próxima vez.

Él se reía del otro lado, joder, extrañaba esa ridícula risa.

Lo hice —exclamaba riendo—. Lo siento, Taehyung-ssi —ahora se disculpaba él—. Ay, TaeTae. No quiero desilusionarte

—Deja de decir eso, si tú quieres intentarlo encontraremos la vuelta

No quiero que se arruiné nuestra amistad —decia con verdadera preocupación.

—Ya es un poco tarde para eso —suspiraba agotado—. Tienes que relajarte, piensas demasiado

Tu también lo haces, imbécil —reía porque él tenía razón.

Diablos, que bien nos conocíamos a estas estancias.

—Tienes que volver, Hyung

Es lo que quiero —agregaba él y cierta paz inundaba mi pecho—. No contestaste lo que te pregunté

—¿Eh? —abría mis ojos porque me había tomado de nuevo por sorpresa.

Quería saberlo, lo necesitaba, pero tenía miedo de ser perro que ladra y luego no muerde. Quiero jugar sucio, pero tenia miedo de acobardarme al verlo.

— ¿Te tocaste al menos una vez pensando en mi? —yo lo había hecho ésta mañana, aunque no era la primera vez que Taehyung me ponía duro.

Pasaba muy a menudo cuando se quedaba en casa a dormir, supongo que mi pervertida mente lo disfrutaba con cierta vergüenza.

Más de una vez, Hyung —recalcaba con voz ronca—. Más de una vez.

Mierda, la confesión más ardiente que podría  haber oído jamás.

—Yo me corrí esta mañana por culpa del sueño y de todas esas veces que compartimos mi cama —necesitaba liberarme.

¿Te corriste pensando en mi? —preguntaba Taehyung sorprendido.

—Si, mierda ¿Qué tan gay sonó eso? —cuestionaba negando.

Muy gay —decía con una risita.

— ¿Qué mierda me hiciste? —preguntaba.

Es mi encanto —puta voz grave que tenía, me erizaba todo los vellos de la nuca y los brazos—. También me pregunto qué mierda me hiciste, odié ser el amigo gay enamorado del amigo hetero.

Un silencio ensordecedor se hacía presente.

«¿Enamorado?» No sabía que más agregar a eso.

Fijación, el amigo gay con la estúpida fijación por su amigo heterosexual —se corregía.

—Claro —solo eso me salía y luego una llamada entrante me interrumpia.

¿Qué es eso? —preguntaba Tae del otro lado.

Miraba el teléfono y eran mis jefes—: Ah, Tae debo cortar. Mis jefes me están llamando y estoy más que seguro que será una llamada larga —resoplaba—. Oye, deb-...

Seguro, seguro. Hablamos mañana yo iré a dormir, ya es tarde. Adiós, Hyung

—Volveremos a hablar ¿Me oíste? —afirmaba con seguridad.

Si, Hyung. Adios.

Inmediatamente atendía a mis jefes, la noticia que me habían tirado, no la esperaba, una propuesta bomba a la cual debía responder y tenía tres semanas para pensar bien la respuesta.

Esto solo prolongaba mi estadía más tiempo y complicaba más la cosas.

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