treinta y tres

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Estaba en el avión, faltaba poco para aterrizar y tenía un nudo en el estómago horrible. Por un tema laboral Taehyung no podía venir por mí, así que en su lugar Seon estaba viniendo a recogerme.

Una vez abajo, tomaba las maletas y lo primero que hacía era llamarlo.

— ¿Amigo, dónde estás? —cargaba con dos valijas, más un bolso donde traía la ropa más ligera y algunos presentes.

Puerta número dos, imbecil —decía entre carcajadas—. Ya te estoy viendo.

Al instante mi amigo venía y de manera muy complicada me brindaba un abrazo cálido.

— ¡Seokjinnie! —una de mis maletas había caído al piso, pero le devolvía el abrazo—. ¡Seon Hyung te extrañó, bastardo!

—Seon, no puedo respir-... —me soltaba de inmediato y besaba mi frente sabiendo lo mucho que eso me molestaba.

— ¡Estas bien hermoso! —decía despeinandome.

—Por favor llévame a casa —rogaba—. El viaje fue un auténtico asco.

Él sonreía y pasaba su brazo por mi hombro, había llegado a las 6:30 AM, Seon entraba a trabajar a las ocho.

—Allí está mi auto —señalaba mientras lo alcanzabamos—. Permíteme abrir el maletero.

Luego de abrirlo y colocar mis maletas la puerta del asiento trasero se abría sin previo aviso y tomándome por sorpresa. Mi corazón comenzaba a acelerarse y el nudo en mi estómago se había intensificado el doble.

Taehyung bajaba del auto de Seon, llevaba una polera negra con una chaqueta de cuero, su pelo negro estaba algo ondulado y despeinado, sus ojos un poco hinchados por haber madrugado, pero joder, seguía teniendo esa presencia tan intimidante.

Me sonreía de lado mientras cerraba la puerta.

—Iré a encender el auto —exclamaba Seon con intenciones de no presenciar la escena y se metía dentro dejándonos parados uno frente al otro.

Yo seguía observando sus rasgos como si lo viera por primera vez. Creo que en parte se debía al hecho de que lo miraba por primerísima vez de ésta manera en particular, sin restricciones.
Él había puesto las manos en sus bolsillos y solo me observaba con sus ojos negros de manera tan intensa, esa forma particular de verme que tenía desde un primer momento, pero ahora quemaba el doble.

Yo estaba en pausa y él había mordido su labio y rascado su nuca esperando que yo hiciera el primer movimiento.

Cuando bajaba del auto había perdido toda la seguridad que tenía hacía cinco minutos, mis piernas parecían gelatina y mi interior vibraba como un adolescente de trece años.

Mierda, Seokjin tenía el cabello más largo, más negro, su mandíbula más afilada y su rostro estaba más delgado que meses atrás, lo que hacía que sus labios se vieran aún más carnosos.

Intentaba no babear cuando Seon se metía al auto para darnos algo de privacidad ahí afuera, Seokjin había bajado con un tapado color gris que hacía relucir sus hombros y se veía aún más alto.

Mordía mi labio porqué me moría de ganas de saltarle encima, pero luego recordaba que jamás le había saltado encima, no con estas intenciones.
Bueno en realidad si, pero era diferente, él sabía lo que me pasaba y yo no  queria mover un pelo esperando por su reacción, le daría el recibimiento que él buscará de mi.

Finalmente se movía en dirección a mi y como el imbécil que soy iba directo a fundirme en un abrazo, pero Seokjin estiraba su mano para estrecharla amigablemente.

«¿En serio?, cuatro meses sin vernos sabiendo lo que sentimos ¿Y me estrecha la mano?»

Sentía un puto nudo en el estómago y podía notar como mi tonta sonrisa se había desvanecido por su acción.

—Es bueno verte —decía esperando a que estrechara su mano y así lo hacía. Con desgano.

De todas maneras y a pesar de cierto rechazo tomaba su mano, la apretaba con un seca sonrisa y agregaba—. Igual —él ponía su otra mano encima de la mía y de todas maneras mi piel hormigueaba bajo su casto tacto.

Me soltaba y exclamaba—. Entremos —le abría la puerta del copiloto—. Tengo que ir al trabajo.

Él asentía y se metía, yo solo quería irme de ahí, pero realmente había quedado en que Seon me dejara en el trabajo camino al edificio de Seokjin.

Taehyung apenas me miraba, Seon intentaba entablar conversación y ambos lo hacíamos, pero no nos hablabamos de manera directa.
No estaba seguro que mierda me había sucedido, había sido un completo imbecil, me había congelado cuando lo veía con la intención de abrazarme.

Solo había estrechado su mano, su maldita mano. No era lo que quería.

—Aquí está bien —le decía serio a Seon—. Gracias, amigo —palmeaba su hombro amigablemente y con una mirada sombría me decía—. Bienvenido, Hyung.

Y se bajaba sin más.

Camino a mi apartamento Seon no había aguantado las ganas de preguntar.

— ¿Qué demonios fue eso? —me miraba enojado— Amigo, estrechaste su mano. ¿Eres imbecil?

—n¡No lo sé, si, seguramente! —me despeinaba nervioso—. No sé qué me pasó

—Está enojado y lo sabes —replicaba.

—Lo sé, lo sé —murmuraba—. Tengo que arreglar esto

—Mas te vale, estaba muy emocionado por verte y lo arruinaste

—Si, ya no sigas . Por favor —exclamaba en un ruego.

Luego de ayudarme a subir y comprar café en el camino, Seon me había insistido en que debía arreglar el incidente con Taehyung.
Claramente lo haría, el problema era que no me contestaba en ningún momento, ni el llamado, ni el mensaje.

Aún tenía mi teléfono laboral, habían quedado en enviarme el chip de mi número personal al día siguiente de mi llegada, por correo a mi apartamento y así activarlo finalmente.

Taehyung terminaba a las cuatro de la tarde de trabajar, había salido y aún así no me atendía. Tomaba mis llaves, salía por mi auto y me dirigía a su casa.

Seokjin me había estado llamando y mensajeando, solo una de cada.

Y luego cuando había salido del trabajo, mirando mi teléfono no podia evitar murmurar—: Aún no sabes qué es lo que quieres, ya déjame en paz.

Estaba alimentando a mi perro cuando la puerta sonaba. Me dirigía a ella con pesadez para atender, se suponía que sería un gran día, pero lo había iniciado como la mierda.

— ¿Quién es? —preguntaba antes de girar la llave.

—Seokjin —me miraba el pecho porque mis latidos se habían acelerado ante el sonido de su voz.

Si bien había intentado llamarme para contactarme, no hubiera creído jamás que se volvería a presentar en mi puerta. La última vez se había declarado y despedido, ahora no tenía idea que podía llegar a suceder.

Así que con cierta inseguridad abría y él estaba parado tenso en mi puerta, nos mirabamos en silencio un momento como estudiando los rasgos del otro, antes de hablar.

—Tae —suspiraba mi nombre y mi piel hormigueaba bajo mi ropa.

—Pasa —exclamaa sin mucho que agregar.

Él hacía caso, y yo evitaba estar muy cerca, estaba reuniendo fuerzas para intentar ser amable, pero la escena de ésta mañana me había dado un golpe bajo. Y se repetía una y otra vez en mi cabeza.

Las palabras de Hyungsik venían a mi y viendo la actitud de Seokjin mi estómago se retraía y me sentía frustrado, decepcionado y cometiendo el mismo error.

Quizás al llegar y verme se había dado cuenta que no sentía nada, que había sido solo confusión del momento y la distancia entre nosotros.
Quizás solo se encontraba en mi casa para disculparse como mejor amigo y yo me sentía rápidamente malhumorado.

Él se veía con ese rostro angelical, podía entender sus emociones, sentía culpa y estaba inquieto. Sin ganas de seguir con el silencio incómodo, me sentaba en el brazo de mi sofá y con un tono más duro del que creía escupía:

—Dilo —seguía herido por su actitud—. ¿Por qué estás aquí ahora?.

Él estaba tenso—. Sé que no te interesa verme, tan solo quería disculparme contigo.

Frustrado despeinaba mi pelo—. ¿Acaso creés que con eso se solucionará todo?.

Claramente tenía mucho por resolver.

—No es lo que espero —acortaba un poco la distancia entre nosotros, solo apenas—. Solo quería que supieras que siempre admiré de ti esa cualidad de saber lo que quieres —daba unos pasos más para quedar más cerca y poner su mano en mi hombro—. Lamento no haberme dado cuenta lo que yo quería.

Su mano presionaba mi hombro y sentía la necesidad de escapar de su vista y tacto.

Quería sumergirme en Kim Seokjin, pero a la vez me aterraba, me aterraba quedar tan expuesto y volver a ser herido. Me ponía en pie y él me observaba caminar como gato encerrado por mi propia sala de estar.

Lo había puesto verdaderamente incómodo mi actitud, luego de suspirar, peinar y despeinarme agregaba—: Y ahora que lo sabes —preguntaba adelantandome a su rechazo—, ¿Qué es lo que quieres?.

Él me miraba, se acercaba en cámara lenta y yo intentaba alejarme, pero había sido tan idiota que me había acorralado a mi mismo entre su cuerpo y la pared.

Me sentía demasiado indefenso, él estaba a pocos centímetros, no era la primera vez que lo tenía cerca, pero si era la primera vez sabiendo lo mucho que lo deseaba. Sin intenciones de escaparme dejaba salir un suspiro y me apoyaba en la pared dejando descansar mi cabeza.

Sus pupilas se habían dilatado y en silencio veía como tragaba saliva y su manzana de Adán se movía de arriba abajo por la acción.

Lo tenía acorralado, me miraba cansado y nervioso, mis ojos estaban fijos en los suyos hasta que él comenzaba a morder su labio para luego acariciarlo con su lengua y relamer una y otra vez.

Era un acto de nerviosismo por mi cercanía.

No sabía en que momento levantaba mi brazo para tomarlo de la nuca y alcanzar su mejilla con el pulgar. Mierda, instantáneamente había cerrado sus ojos algo sorprendido por mi tacto y se veía, joder se veía tan bien y tan débil.

Había vuelto a suspirar y morder su belfo inferior, si seguía haciéndolo iba a sangrar en cualquier momento, así que con mi pulgar le indicaba que dejará de hacerlo. Me daba el tupé de acariciar su labio y él me clavaba una mirada sombría e intensa, aunque aún seguía congelado.

—Te vas a lastimar —exclamaba con voz ronca. Me sentía algo hipnotizado mirando su boca y de forma posesiva tenía parte de mi mano entre su cuello, su mejilla y mi pulgar en su boca.

Me acercaba acortando la distancia y él me había frenado solo un poco, yo comenzaba a jugar con el cabello de su nuca mientras observaba más de cerca sus rasgos.
Él había enmarañado mi camiseta en su mano, pero seguía deteniendo mi cercanía.

— ¿Por qué no dejas que me acerque? —preguntaba en un susurro.

Sabía que ésta mañana había sido un imbécil, pero ahora él no me dejaba acercarme y yo realmente deseaba tenerlo cerca.

Cuando ponía su mano en mi nuca de forma firme y segura mi cuerpo entero parecía gelatina, como si no fuera capaz de resistir el tacto de Kim Seokjin y podría derretirme ahí mismo.
Los nervios y el deseo me llevaban a morder mi labio, no podía evitarlo, pero él me detenía acariciándome con su pulgar.

La yema de su dedo me estaba quemando y un calor comenzaba a inundar toda la habitación. Él se veía serio y relajado, yo me notaba débil y dócil, simplemente por el hecho de hacer algo que pudiera llegar a asustarlo, no me salía ser ese chico juguetón y confiable a la hora de coquetear.

Él me estaba dominando sin siquiera intentarlo y yo lo miraba de manera intensa, pero seguía mordiéndome.

—Te vas a lastimar —me decía con voz ronca.

«Joder, Taehyung. Controlate»

Su tacto en mi rostro me desconcentraba, me había tomado por sorpresa cuando acortaba un poco más la distancia y mis instintos solo me provocaban frenarlo.

Arrugaba toda su camiseta para detenerlo y que no siguiera acercándose, pero él comenzaba a jugar con mi cabello y me desestabilzaba por completo. Su fragancia me rodeada completo recordándome lo mucho que lo había extrañado.

— ¿Por qué no dejas que me acerque? —susurraba claramente confundido.

—No sabes lo que quieres —murmuraba en respuesta.

Él estaba trazando círculos en mi pelo a la distancia de mi nuca, se veía calmado mientras que yo intentaba calmar el remolino de emociones que tenía en todo el cuerpo.

—Estoy aquí —me decía.

Luego de unos segundos que habían parecido eternos y al notar que él no tenía intenciones de soltarme, era yo quien bajaba la guardia y quitaba mi mano para dejar que se acercará más, si así lo que quería.

Apenas lo hacía, él se acortaba más la distancia y junto con su cercanía había enmarañado sus dedos en mi cabello sujetándome con cierta fuerza y suavidad al mismo tiempo, robándome otra mordida y un leve jadeo.

—Deja de hacerlo —rogaba viendo mis labios—. No lo hagas, no te muerdas

—Es una costumbre —me defendía.

—Es una jodida costumbre —finalmente daba el último paso pegándose a mi cuerpo golpeando mi rostro con su aliento.

«Que ganas de hacerte de todo»

Entrecerraba mis ojos queriendo apartar mis pensamientos. No, yo no haría nada.

—Estás robando mi aire —susurraba.

Él sonreía aflojando el agarre de mi cabello, para luego de unos segundos enterrar su nariz en mi cuello y abrazarme.
Había presionado mi cuerpo al suyo y respiraba mi aroma descaradamente, luego de unos segundos, respondía a su abrazo e imitaba su acción. Fundiendome en él y en su cálido abrazo.

Estaba tan dócil, jamás lo había visto así conmigo. Su mirada tenía un aire serio y lujurioso, pero parecía no querer hacer nada.

Cuando decidía que un abrazo sería mejor que intentar besarlo y quizás terminar rechazado, me arriesgaba por ello aún con cierto miedo en mi, Taehyung había rozado la piel delicada de mi cuello con sus labios y todo un escalofrío había recorrido mi espina dorsal.

«Que bien se siente»

Cuando mi abrazo era correspondido se sentia aún mejor, quería mas, pero recordaba las palabras de Seon sobre ir a su ritmo y no atolondrarme queriendo avanzar.

Rápidamente me recomponía y lo dejaba respirar, así también yo lo haría y luego de soltarnos ambos suspirabamos intentando encontrar el aire que habíamos retenido recientemente.

—Ven a casa ésta noche —exclamaba sin más—. Tengamos una cena pacífica y pongámonos al día ¿Si?.

Ese "" salía con un tono de voz similar al ruego.

Él asentía—. De acuerdo.

Nos quedabamos viendo y asintiendo, luego decidía que era mejor idea salir de allí.

—Si me abres dejaré que descanses de mi hasta la noche —exclamaba sonriendo. Él reaccionaba rápido y dirigiéndose a la puerta la abría para permitirme salir—. Antes de irme prométeme que vendrás ésta noche —insistía.

—Lo prometo —mencionaba con voz grave y luego añadía casi en un ronco susurro—. Hyung.

Él sabía, sabía lo que la palabra "Hyung" me provocaba viniendo de su parte.

Intentaba recomponerme sacudiendo la cabeza y en una fracción de segundos mi mano viajaba otra vez a su nuca, tomándolo con fuerza y atrayendolo hacía mi para depositar un beso en la comisura de sus labios.

—Ah... —lanzaba apenas un gemido entre asustado y sorprendido—. Mierda, Hyung —soltaba al final.

Sus ojos se habían cerrado, así que a alejarme un poco exclamaba—. Mírame —mientras él captaba la orden y obedecía al instante—. No faltes ¿Ok?

—No lo haré —su mirada viajaba por mis labios sin despegarlos de ahí.

Él me miraba con tantas ganas, pero no haría nada para saciar eso. Sin más alejaba y sin mas que añadir me retiraba.

Si ven algún error me avisan, el capítulo fue largo y seguro me habré comido alguna palabra o algo.

Con amor Niñita.

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