05; CELEBRACIÓN Y LUTO

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CELEBRACIÓN Y LUTO

El día del torneo había llegado y Cerys no estaba muy feliz, la idea de celebrar la vida de un hermano que aún no había nacido mientras su madre sufría más que antes los dolores del parto le revolvían el estómago. A ella le hubiese gustado quedarse junto a su madre para darle todo su apoyo, pero Rhaenyra se había asegurado de su presencia en el torneo con la ayuda de un par de guardias que casi tuvieron que arrastrarla al palco donde se reunía la familia real. Ambas hermanas llegaron a su destino cuando su padre estaba en medio de su discurso por lo que tuvieron que moverse hasta sus asientos con tanta discreción como podían. Cerys se sentó justo frente a su padre en el asiento vacío entre Leanor Velaryon y Alicent Hightower mientras Rhaenyra se sentaba del otro lado de Alicent.

Al final del discurso del rey este anunció que la reina había iniciado la labor de parto y los aplausos no se hicieron esperar. Cerys también aplaudió, pero quizás no con la misma energía que los demás y en aparte eso la hacía sentir culpable. No es que no quisiera un hermano u otra hermana, pero nunca había visto a su madre tan débil con sus otros embarazos y eso le impedía emocionarse como quisiera por la llegada del nuevo miembro de la familia. El torneo fue como siempre, caballeros golpeándose con una enorme vara de madera tratando de dejar los nombres de sus casa en lo alto, un evento aburrido a opinión de Cerys. Sobre todo porque ninguno de esos caballeros llamaba su atención lo suficiente como para ponerle toda su atención a la competencia.

—Humildemente pido el favor de la "Reina que nunca fue"—uno de los caballeros se había acercado al palco buscando el favor de la princesa Rhaenys.

Cerys puso los ojos en blanco, de verdad creía que Rhaenys tenía demasiada paciencia, si fuese ella ya hubiera cortado la lengua del caballero solo por eso.

—¿En serio la gente encuentra esto entretenido?—preguntó a nadie en específico.

—Yo creo que sí lo es—a su derecha Leanor se inclinó para susurrarle su respuesta.

—Porque eres un hombre, ustedes disfrutan cualquier tipo de violencia—la peliblanca giró el rostro para mirar a su primo—, incluso si es tan insignificante como golpearse los unos a los otros con palos.

—Quizás algún día podamos practicar la espada juntos, verás que sí es entretenido golpearse los unos a los otros con palos—Leanor extendió su mano hacia ella.

—Bien, pero si yo gano tendrás que usar uno de mis vestidos—tomó la mano de su primo sellando el trato antes que él pudiese negarse.

Los dos regresaron su atención al torneo cuando un tal Criston Cole derribó a otro caballero de la casa Baratheon. Los estandartes de las casa fueron cambiados anunciando la siguiente casa en participar y Cerys le lanzó una mirada a Rhaenyra que ya la estaba mirando, ambas negaron divertidas justo cuando anunciaron la participación de nada más y nada menos que Daemon Targaryen.

—¡El príncipe Daemon de la casa Targaryen, príncipe de la ciudad, ahora escogerá a su primer oponente!

Daemon apareció en su caballo negro en medio de los gritos de las personas, esta vez Cerys si aplaudió con algo de entusiasmo. La peliblanca tuvo que ocultar la sonrisa burlona que creció en su rostro cuando Daemon escogió al hijo de Otto Hightower como su primer oponente, por más que le cayeran mal los Hightower no quería incomodar a Alicent y por consecuencia a su hermana. Como era de esperarse Daemon derribó al hijo de Otto de una forma violenta y por un segundo la princesa pensó que el hombre estaba muerto, pero no le dio muchas vueltas al asunto, cuando Daemon se acercó al palco tanto ella como Rhaenyra se pusieron de pie.

—Buen trabajo, tío—Rhaenyra lo felicito.

—Gracias, princesa—él le agradeció antes de llevar toda su atención a Cerys—. ¿No me vas a felicitar, sobrina?

—Fue pura suerte—Cerys se apoyó de la baranda.

Rhaenyra les dio una mirada juzgadora a los dos y Daemon no pudo evitar reírse.

—Pensar en mis sobrinas me da mucha suerte, por eso estoy casi seguro que puedo ganar estos juegos—los ojos de Daemon fueron a parar detrás de las princesas—, lady Alicent. Tener su favor lo aseguraría.

Ahora veo porque se llevan tan bien—Rhaenyra miró a Cerys.

Cerys se encogió de hombros alejándose de la baranda cuando Alicent regresó con su corona de flores. Rhaenyra no estaba equivocada, una de las cosas que hicieron de Daemon y Cerys un dúo inseparable fue su inexplicable deseo de molestar a Otto Hightower. La princesa tomó asiento junto a Leanor una vez más dejando salir un suspiro, su primo la miró y le sonrió.

El torneo continuó, con la sola interrupción de una pelea entre caballeros insatisfechos por los resultados. A Cerys no le sorprendía ver semejantes muestras de violencia, la verdad es que le daba igual, suponía que crecer en King's Landing podía hacerle eso a muchas personas. Con el anuncio del duelo entre Daemon y Criston Cole la princesa se sintió aún más atraída por el torneo. Sabía que su tío era muy capaz, pero el caballero al que se iba a enfrentar había ganado todos sus duelos por lo que verlos combatir sería en definitiva un show digno de ver. Y si que lo fue, Cerys no pudo ocultar su risa al ver como Daemon caía al suelo, a su lado Leanor rio contagiado por su risa y Rhaenyra le lanzó una mirada juzgadora que ella ignoró. Claro que Daemon no era de los que se dejaban ganar tan fácilmente y tomó su espada para seguir con la pelea, el príncipe ganó la batalla, pero la victoria de duró muy poco ya que en medio de su celebración fue atacado por Criston Cole.

—Le dije que había sido pura suerte—le dijo Cerys a Rhaenyra cuando ésta tomó su mano obligándola a levantarse.

—Esperaba pedir el favor de la princesa—las dos se miraron princesas se miraron—, princesa Rhaenyra.

—Le deseo suerte, sir Criston.

—Yo también le deseo suerte, sir—la mayor de las hermanas miró detrás del hombre hacia Daemon—, y felicitaciones.

—Gracias, princesa.

Las princesas y Alicent regresaron a su asiento con sonrisas en sus rostros, pero estas no duraron mucho. Los miembros de la corte estaban pasándose un mensaje que no dejaron llegar a las princesas, pero con una sola mirada entre ellas entendieron el mensaje. La primera en ponerse de pie fue Cerys que abandonó el palco de prisa antes que alguien la detuviese, en su interior rezaba porque su madre estuviese bien y las conclusiones que había sacado estuvieran erradas. En su camino a los aposentos de su madre varias personas intentaron detenerla, pero ella las ahuyentó amenazándolos con sus dagas. Sin embargo, al llegar a su destino su mundo colapsó.

La puerta estaba entreabierta y no había nadie la estaba cuidando por lo que se le hizo fácil asomarse para ver que estaba sucediendo, en el interior se encontraban varias personas que no se molestó en identificar, lo que llamó su atención fue el bulto cubierto por una sábana en la cama de su madre. Sus ojos se abrieron con terror al ver la sangre manchando todo, sus manos aflojaron el agarré que tenía en las dagas y estas cayeron al suelo haciendo el ruido suficiente como para hacer que notaran su presencia. Viserys se vio horrorizado de encontrar a su hija en la puerta e intentó llegar a ella, pero Cerys ya se había movido, la princesa avanzó al interior del cuarto y empujó fuera de su camino a cualquiera que se le acercará. Una vez llegó a la cama no le importó manchar su vestido y se trepó, no había lágrimas en su rostro y no lucía como si estuviese apunto de romperse en llanto, pero cuando estiró su mano para remover la sabana y los brazos de su padre tiraron de ella para alejarla todo estalló.

Los gritos de la princesa se escucharon por los pasillos de la fortaleza llenando a quienes los escuchaban de un dolor profundo, Viserys presionó a su hija contra su pecho tratando de ocultar la imagen del rostro sin vida de Aemma, pero sabía que era muy tarde. Con mucho trabajo el rey logró sacar a su hija de la habitación y una vez afuera se encontró con Daemon aún vestido con su armadura, sin decir nada el príncipe se acercó y tomó a la princesa de los brazos de su hermano.

—¡Te odio!—el grito de Cerys congeló a todos—¡Te odio!

—Cerys, ya basta, no sabes lo que estás diciendo—Daemon tiró de ella para que soltara la mano de Viserys.

—Hija...

—¡No quiero verte nunca más!—con esa última declaración Cerys empujó a Daemon alejándolo de ella—¡A ninguno de ustedes!

Las personas que se encontraban en el pasillo vieron con pena como el rey recogía las dagas de su hija y las miraba con tristeza, ninguno sabía que Viserys sentía que era mecedor de las palabras crueles de su hija mayor. Daemon, por otro lado, se quedó de pie detrás de su hermano sin saber qué hacer. Le hubiese gustado ir detrás de su sobrina, pero ella necesitaba espacio y Viserys parecía necesitar lo mismo.

En el funeral Cerys no le habló a nadie, la princesa parecía muerta en vida y nadie se atrevía a hablarle temiendo una mala reacción. Rhaenyra era la única que se mantenía cerca de ella, las dos dándose el apoyo que necesitaban, apoyo que Viserys no parecía estar dispuesto a brindarles. Si bien Cerys le había gritado que no quería verlo, después de todo ella esperaba que su padre fuera por ella y le dijera que todo estaría bien, pero Viserys nunca apareció. Los únicos que aparecieron fueron Rhaenyra y Daemon, sus únicos apoyos.

Las están esperando—Daemon le habló a sus sobrinas.

Me pregunto si, con esas pocas horas de vida de nuestro hermano, nuestro padre finalmente encontró la felicidad—Cerys cerró los ojos ante las palabras de su hermana.

Tu padre las necesita—Daemon miró a Cerys—, más de lo que jamás lo ha hecho.

Perdimos a nuestra madre, nosotras también lo necesitamos.

La mayor de las hermanas tomó la mano de la otra y juntas avanzaron hasta estar cerca de la pira funeraria. En la cima de una colina cerca de ellos estaban Syrax y Dhagara a la espera de órdenes, Rhaenyra intentó hablar, pero las palabras se le quedaron atascadas. Cerys le dio un leve apretón a su hermana para recordarle que no estaba sola y ella le regresó la acción.

—¡Dracarys!—exclamaron las dos.

Las dragonas se movieron de forma inmediata descendiendo la colina, cuando estuvieron lo suficientemente cerca dejaron salir una ráfaga de fuego que consumió la pira. Rhaenyra apartó la mirada para no ver, pero Cerys no lo hizo, tal como en el funeral del rey Jaehaerys ella no apartó la mirada hasta que las llamas murieron. 

Ninguna de las princesas hablaron con su padre después del funeral, incluso ni se hablaron entre ellas, las dos necesitaban espacio para procesar el cambio por el que estaban pasando. Sin embargo, a pesar de no mantener comunicación entre ellos, los tres se vieron las caras en una reunión de la corte. Cerys, como de costumbre, ocupaba el lugar de Daemon en la mesa mientras Rhaenyra cumplía con su función como copera del rey. Esa mañana el tema de discusión, otra vez, era Daemon y a nadie le sorprendía. De hecho, a Cerys le daba igual.

—Él brindó por el príncipe Baelon—esa pequeña información captó la atención de Cerys—, llamándolo "el heredero por un día".

Rhaenyra y Cerys se miraron, la mayor de las dos con ira detrás de su mirada.

—Te dije que debías desterrarlo—la voz de Cerys tembló cuando se dirigió a su padre—. No dejes que esto pase por alto.

Con esas palabras la princesa se puso de pie sin esperar una respuesta de su padre, Rhaenyra enseguida dejó la jarra de vino en la mesa a su lado antes de seguir a su hermana en su salida de la sala. Ninguno de los presentes dijo algo, al menos no hasta que las princesas abandonaron la sala por completo. Más tarde ese día Daemon fue desterrado y Viserys por fin se atrevió a visitar a su hija mayor.

Cerys estaba en su habitación leyendo uno de los tantos libros que tenía sobre Valyria cuando llamaron a su puerta. La princesa y el rey se quedaron estáticos apenas hicieron contacto visual, ninguno de los dos sabía cómo recuperar la relación que una vez tuvieron, sobre todo después de que Cerys le dijera esas palabras crueles a su padre. Pero, ella no podía soportar la lejanía un segundo más, en un impulso el libro que estaba leyendo cayó al suelo mientras ella se levantaba para correr hasta su padre y abrazarlo.

—Lo siento—murmuró ocultando el rostro en el pecho de su progenitor—, lo siento mucho.

—No, hija, yo lo siento—el rey envolvió a su hija en un abrazo y por fin pudo sentir paz en medio del caos que era su vida en esos momentos.

—No...yo...—la peliblanca se alejó lo suficiente para mirarlo. —No debí decir esas cosas, no te odio, nunca lo haría.

—Lo sé, hija, lo sé.

Cerys cerró los ojos recostando la frente en el pecho de su padre, el haberse disculpado le quitó un peso de encima dejando su pecho más ligero que antes.

—¿Necesitabas algo?—preguntó ella al fin.

—Sabes la historia de Valyria mejor que nadie—comenzó él separándose de ella para verle el rostro—, así que, quería preguntarte. Cuando ves a los dragones, ¿Qué ves?

—Veo a nuestra familia—respondió ella algo confundida por la pregunta—, sin ellos seríamos como todos los demás.

—La idea de que controlamos a los dragones, es una ilusión—Viserys tomó las manos de su hija.

—Eso es lo que siempre digo—ambos rieron levemente—. Pero no entiendo, ¿A qué quieres llegar con esto?

—Seguí tu consejo acerca de Daemon—Cerys apartó la mirada—, aunque lo hayas dicho en broma, tenías algo de razón. Quizás subestime las enseñanzas de Jaehaerys.

—No eres el único que lo ha hecho—la peliblanca puso los ojos en blanco—. Si vienes a decirme que me harás tu heredera, no lo quiero.

—Cerys, eres mi primogénita, muchos creen que eres la más indicada para tomar el trono—Viserys tomó a su hija por la barbilla e hizo que lo mirara—. Incluso el rey Jaehaerys en su tiempo creía que eras más apta para ser heredera que cualquiera de nosotros.

—Eso era favoritismo, lo sigue siendo—ella se alejó de él—. Nunca quise el trono, sabes cual es mi sueño y si me haces tu heredera no podré cumplirlo.

—¿Quieres que nombre a Rhaenyra?

La mención de su hermana le hizo pensar. Ser heredera sería un infierno para cualquiera de las dos, si bien la gente decía que ella debía serlo, en el fondo todos sabían que sólo aceptarían a un hombre en el trono. La idea de poner a su hermana en esa posición no le gustaba, pero había hecho una promesa y era una que no pensaba romper.

—Hice una promesa, le prometí al abuelo en su lecho de muerte que cumpliría mi sueño y que una vez lo hiciera tomaría mi lugar como heredera—Cerys se paró firme frente a su padre con la cabeza en alto—. No está en mis planes romper esa promesa, lo siento, padre.

Viserys sonrió y tomó las dagas que tenía colgadas en su cinturón extendiéndolas hacia su hija.

—Supongo que Daemon te regalo una para reemplazar la que perdiste—ella agarró sus dagas—, cuídalas bien.

—Gracias, padre.

—Sé que soy el mayor impedimento para que cumplas esa promesa, pero te prometo que te ayudaré a cumplirla—el rey acarició la mejilla de su hija con cariño.

—Si Rhaenyra no quiere el trono yo tomaré el lugar que me pertenece por nacimiento.

—No creo que sea necesario.

Con un último abrazo se despidieron. En cuanto su padre desapareció de su vista Cerys miró las dagas en sus manos, en especial la daga de empuñadura negra.

—Algún día cumpliré mi promesa, abuelo.

La peliblanca apretó su agarre en el arma y llevó su mirada a la ventana de su habitación. Con Rhaenyra tomando su lugar como heredera ella tenía que estar lista para defenderla de cualquiera que se atreva a querer lastimarla y se aseguraría de hacerlo sin piedad alguna.

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NOTA:

¿Qué les pareció el capitulo?

Me dolió ver la muerte de Aemma una vez más, espero haber logrado representar bien el dolor de Cerys y Rhaenyra ante la perdida de su madre.

El próximo capitulo será igual que los dos primeros, como un flashback, para explicar la relación de Daemon y Cerys.

Por cierto, si me tardo en actualizar, tengan la certeza de que siempre actualizare los domingos porque domingos de hotd = domingos de burning fire.

Gracias por leer.

Lu.

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