16; LA MANO DEL REY

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LA MANO DEL REY

Cuando Cerys despertó Daemon ya no estaba con ella, el príncipe había abandonado su lado muy tarde en la noche para que nadie lo viera. La princesa se quedó recostada en la cama esperando a que sus doncellas llegarán, pero cuando la puerta de su cuarto fue abierta con un estruendo se vio forzada a sentarse, en lugar de sus doncellas la que había llegado era su hermana que lucía preocupada y algo molesta. La puerta fue cerrada por sir Erryk y la menor de las princesas marchó hasta la cama de su hermana con pasos decididos.

—¿Sucedió algo?—Cerys removió las sábanas dejando que sus pies cayeran por el borde de la cama.

—¿Daemon pasó la noche contigo?—Rhaenyra se sentó en la cama junto a su hermana.

—¿Qué?—la mayor de las dos se mostró confundida—¿Cómo lo sabes?

—Otto Hightower lo sabe, Alicent lo sabe—una pausa—, padre lo sabe.

Un silencio cayó sobre ellas, Cerys sabía lo que eso implicaba. Si Otto Hightower le contó a su padre, no había duda de que la dejaría mal parada frente a su padre.

Antes de que cualquiera de las dos pudiese decir algo más la puerta fue abierta nuevamente, esta vez las doncellas de Cerys e incluso sir Erryk ingresaron a la habitación, todos con rostros pálidos y preocupados. Una de las mujeres caminó con prisa hasta Cerys sosteniendo un balde cubierto por una toalla.

—Mi princesa, disculpe la molestia—hizo una reverencia—. El príncipe Daemon le envía esto—del balde sacó una tasa entregándose a Cerys—. Sepa que nosotros somos leales a usted, nunca diríamos lo que transpiro tras su puerta, pero otra doncella vio al príncipe ingresar y nunca salir.

Cerys dejó el té sobre la mesita de noche y asintió a la doncella.

—Aprecio su lealtad—pasó su mirada por todos los presentes—. Preparen mi baño, debo hablar con mi padre.

Enseguida sir Erryk abandonó la habitación y las doncellas se pusieron a trabajar en el baño de la princesa. Rhaenyra, por su parte, no dejaba de ver el té en la mesa de noche de su hermana. Cerys destapó la tasa y le dio un trago al té bajo la atenta mirada de su hermana menor.

—¿Para qué es?—preguntó Rhaenyra después de un largo momento de silencio.

—Es para prevenir...—la peliblanca se quedó en silencio buscando el término correcto.

—¿Un embarazo?—Cerys asintió—¿No te funcionó las otras veces?—preguntó con un tono de burla.

Cerys la miró ofendida antes de empujarla haciendo que cayera en el suelo, Rhaenyra comenzó a reírse ganándose de las miradas llenas de cariño de las doncellas. Para ellas ver a las princesas felices era un verdadero regalo, aún si una de ellas estaba por enfrentar la furia del rey.

Rhaenyra se quedó en la habitación de su hermana deseando darle todo el apoyo que podía antes de que se enfrentará a su padre. La princesa menor no podía dejar de ver con ojos llenos de admiración como las doncellas vestían a su hermana, un vestido crema con detalles rojos fue puesto en ella, acompañado de los emblemas de las casas Targaryen y Arryn que colgaron en su cintura con una fina cadena de plata. Cuando estaban por peinarla Rhaenyra se levantó de su lugar en la silla frente al fuego y pidió hacerlo, peinando el cabello de su hermana con delicadeza. Rhaenyra hizo dos trenzas con el cabello de su hermana, dejando otro poco para que cayera sobre su espalda, ambas trenzas fueron acomodadas en la parte trasera de la cabeza de Cerys armando un moño que fue sostenido con un gancho de oro.

—Gracias, hermana—agradeció Cerys mientras se veía al espejo.

—Te ves hermosa—Rhaenyra la abrazó por el costado—, como toda una reina.

Ambas se sonrieron a través del espejo, en ese momento sir Erryk tocó la puerta avisando que su padre deseaba verla y las dos suspiraron sabiendo lo que estaba por suceder. Sin decir nada Cerys dejó un beso en la frente de su hermana y abandonó la habitación juntando sus manos en su espalda, sir Erryk la siguió muy de cerca.

En su camino a la habitación de su padre pudo reconocer a Alicent que la miraba con algo de remordimiento, pero a ella no le importó en lo más mínimo, incluso si su hermana le aseguraba que su vieja amiga estaba de su lado. Haría que Otto Hightower pagará por meterse con ella, sin importar quién se ponía en su contra. Al llegar a la habitación de su padre respiró profundo e ingresó con la cabeza en alto, no se iba a dejar doblegar por nada. Una vez dentro lo primero que vio fue la reconstrucción de Valyria y junto a ella la daga de su padre descansando sobre fuego. Con pasos cuidadosos se acercó hasta estar frente a la daga, la daga que pasaba de rey a rey, un gran símbolo en su casa.

—Sabes la historia de la daga—se giró al escuchar a su padre dejando caer los brazos a sus costados—, el rey Jaehaerys desvío contarte.

—La canción de hielo y fuego—murmuró ella tomando la daga—, ¿Le contaste a Rhaenyra?

—La responsabilidad que cargas desde que era una niña—Viserys ignoró la pregunta de su hija poniéndose junto a ella—, el peso de este conocimiento, es más grande que el trono—el rey tomó la daga de la mano de su hija—, que el rey.

—Lo sé—Cerys se giró para poder verlo de frente—, también sé por qué pediste mi presencia.

—Jaehaerys te habría desheredado.

Cerys bajo la cabeza, sus manos cerrándose en la tela de su vestido, por un segundo tuvo que cerrar los ojos intentando calmarse. Por su mente pasaron los últimos días de vida de su abuelo, las horas que paso junto a él leyendo sobre los dragones y hablando sobre la historia de su familia, todos esos recuerdos cayeron sobre ella haciendo que lágrimas se formaran en sus ojos.

Jaehaerys te habría desheredado.

Se repetía en su cabeza como un mantra, una y otra vez, haciéndole sentir que se estaba asfixiando.

Jaehaerys te habría desheredado.

Su padre tenía razón y darse cuenta de eso hizo que su cuerpo se sacudiera cuando un sollozo se le escapó, con su mano derecha cubrió su boca mientras se dejaba caer en el suelo de rodillas y su mano izquierda buscaba apoyo en su padre. Viserys observó en silencio como su hija se derrumbaba frente a él, sabía que sus palabras habían sido duras, pero necesitaba hacer que ella entendiera lo que algo como eso podría desatar en la corte.

—Lo siento—Cerys dejó caer su cabeza en la pierna de su padre, sus manos temblando—, padre...

—Te vas a casar con Laenor—sentenció luchando con las ganas de abrazar a su hija.

—No—Cerys levantó la cabeza para mirarlo—, no puedo.

—Desterré a Daemon—Viserys apartó la mirada del rostro lleno de lágrimas de su hija—, faltó a su trato conmigo y ahora pagará las consecuencias.

—No puedo casarme con Laenor, yo...

—Se qué Laenor es tu mejor amigo y casarte con él no es algo que quieras, pero es lo único que puedes hacer—Viserys se movió dando un paso atrás dejando que las manos de Cerys lo soltarán—, es una orden.

—Corlys Velaryon no dejaría que yo me casara con su hijo—Cerys llevó su mirada a los zapatos de su padre—, mucho menos la princesa Rhaenys.

—Ellos te tienen afecto, saben lo cercanos que son tu y Laenor, no se opondrían a su unión.

—Si lo harán—Cerys volvió a levantar la mirada encontrándose con los ojos de su padre—, ellos no dejarían que su preciado hijo se case con alguien que ya no es pura.

—Ellos no lo sabrán—Viserys comenzó a caminar alejándose de ella—, nadie lo sabrá.

Una risa amarga llenó la habitación y Viserys se giró para ver a su hija, Cerys estaba negando con la cabeza y por un segundo él pensó que su hija había perdido la razón. Cuando los ojos de Cerys volvieron a encontrarse con los suyos Viserys sintió un escalofrío, la mirada de su niña se había vuelto una mirada fría, casi sin emociones.

—Pero ellos ya lo saben—Cerys sonrió—, apuesto que todos en Driftmark ya lo saben—con cuidado la peliblanca se puso de pie—, lo saben porque están cuidando a mis hijos—una pausa—. A mis hijos con Daemon.

Viserys dio un paso atrás, desestabilizado, las palabras de su hija lo habían dejado sin palabras. Pero, aún así, negó con la cabeza, incapaz de creer lo que ella decía. Solo lo estaba diciendo para huir del matrimonio, se dijo dando otro paso hacia atrás.

—Mientes—dijo molesto—, solo buscas cualquier excusa que te sirva para huir del matrimonio, pero se acabó.

—¡Es la verdad!—exclamó ella dando un paso al frente. —Dos hijos—dijo sin apartar la mirada del rostro de su padre—, tuvimos dos hijos.

—Cerys...

—No importa si me desheredas, si me exilias de King's Landing, no me casaré con nadie—enderezó su espalda irguiéndose en toda su estatura—. No voy a dejar que crezcan en un hogar dividido.

Entonces Viserys avanzó, sus manos agarrando a su hija con fuerza y Cerys se sintió asustada por un segundo, nunca había visto a su padre de esa forma. En el fondo de su mente la idea de huir apareció, pero tenía que hacerle frente a todos, por sus hijos.

—Se atrevió a tocarte—dijo con rabia.

—Yo lo deje—intentó alejarse sin éxito—. Me estas lastimando.

—Tú acabas de lastimarme—los ojos de Viserys estaban llenos de lágrimas—, de la peor de las maneras.

El corazón de Cerys dolió y tal como si fuera una niña pequeña se dejó caer en los brazos de su padre que la sostuvieron, lágrimas caían de los ojos de los dos. No era la primera vez que se lastimaban. O más bien, no era la primera vez que Cerys lastimaba a su padre.

—Lo siento—susurró ella—, tienes razón, si el abuelo estuviese aquí me habría desterrado.

—No es cierto—Viserys la empujo por los hombros para verla—, todos saben que Jaehaerys te quería, si él estuviese aquí te habría forzado a traerlos.

¿Y si su padre no aceptaba a sus hijos? El pensamiento le revolvió el estómago y sintió ganas de vomitar.

—No pienses que no los voy a querer—las manos del rey sostuvieron el rostro de su hija—, pero debes entender que esto me ha lastimado profundamente, necesito tiempo para aceptarlo.

—No le digas a nadie—suplicó ella—, ni siquiera a tu esposa.

—¿Rhaenyra lo sabe?—ella asintió. —Claro que lo sabe, ¿Cómo no lo sabría?—Viserys la dejó ir. —Iremos a Driftmark, Rhaenyra se casará con Laenor y tus hijos regresarán con nosotros.

—No—Cerys estiró sus manos tomando las de su padre—, no si Otto Hightower sigue en la fortaleza, no lo quiero cerca de ellos.

Esa misma tarde cuando el sol se estaba ocultando en el horizonte sir Erryk le informó a Cerys que la mano del rey había sido expulsado de la fortaleza. La princesa no pudo ocultar su felicidad ante el caballero que secretamente compartió el sentimiento. Sin embargo, más tarde Rhaenyra invadió su habitación con una mirada de preocupación acompañada por un maester.

—Mi princesa, un té de luna, enviado por el rey—el hombre dejó la taza frente a ella en una mesa.

—¿Por el rey?—la peliblanca miro la tasa con el entrecejo fruncido.

—Así es, princesa.

—Gracias—Cerys sonrió forzadamente levantándose—, pero no será necesario.

El maester y Rhaenyra vieron como su hermana agarraba la taza y se acercaba al fuego de su chimenea antes de lanzar el contenido en el mismo.

—Princesa...

—Déjanos solas—ordenó ella con un tono duro.

Las hermanas esperaron hasta que el hombre abandonó la habitación para poder hablar, Rhaenyra lucía nerviosa y Cerys comenzó a preocuparse por ella.

—¿Qué hiciste?—cuestionó sentándose nuevamente.

Me acosté con sir Criston—confesó la princesa menor.

—Oh, Nyra—Cerys se dejó caer en el respaldar del sofá suspirando—. ¿Tomaste té de luna?

Le pedí a tus doncellas que lo prepararan—asintió sentándose junto a su hermana.

Entonces no habrá problema—Cerys tomó la mano de su hermana—, solo no dejes que nadie se enteré.

¿Cómo te fue con padre?—Rhaenyra se recostó en el sofá dejando su cabeza en el hombro de su hermana—¿Le dijiste?

—Mmh—Cerys besó la cabeza de su hermana—, iremos a Driftmark.

—Dijo que me casaría con Laenor.

—Quiere comprar el silencio de los Velaryon.

Las dos suspiraron dejando que el silencio se apoderara de la habitación, solo se podía escuchar el fuego consumiendo la leña detrás de ellas. Rhaenyra comenzó a jugar con los dedos de su hermana como acostumbraba hacer de chiquita y Cerys sonrió.

—¿Dijo algo sobre la sucesión?

Jaehaerys te habría desheredado.

Cerys se tensó haciendo que su hermana se apartará para mirarla.

—No quise incomodarte—se disculpó de inmediato.

—No, está bien—tiró de ella para que regresará a su lugar—. No dijo nada.

—Ya no quiero ser la heredera—confesó Rhaenyra.

—Prometí que haría lo que fuera para verte en el trono—le recordó su hermana.

—Puedes romper tu promesa.

Ninguna de las dos dijo algo más, simplemente se dedicaron a disfrutar del silencio, ya se preocuparían por lo demás cuando llegará el momento.

■■■■

NOTA:

Noo, Viserys cómo vas a decir eso. Admito que me costo escribir la reacción del Viserys viejo, pero ahora no puedo esperar a escribir su reacción cuando se enteré que hay un Viserys chiquito.

Sé que en el anterior dije que los niños saldrían en este, pero decidí dejarlo hasta aquí para que el otro sea de toda la visita a Driftmark.

Si puedo actualizaré más tarde otra vez, si no entonces queda para mañana porque debo hacer un examen que es para el lunes y no sé cuando vaya a terminarlo (si es que lo hago hoy).

Espero les haya gustado, gracias por leer, lu.

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