29; EL PODER DEL DRAGÓN

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EL PODER DEL DRAGÓN

Lo único que podía destruir a la casa del dragón era la misma casa.

Cerys Targaryen entendía a la perfección lo que significaba ser heredera al trono y entendía aún más lo que era sentarse en el trono de hierro aún si ella misma nunca se ha sentado en el. A pesar de haber sido muy pequeña cuando el rey Jaehaerys reino, ella nunca olvidó sus palabras y aunque algunas estaban algo distorsionadas en su mente, siempre llevaba con ella el libro que escribió con aquellas palabras. Muchos pensaban que a pesar de ser la heredera y la mejor opción para reinar que tenían en esos momentos, el ser mujer opacaba todo. Sin embargo, cuando alguien llegaba a dudar de la fuerza que poseía la princesa, solo bastaba con ver a los cuatro dragones que saltaban en su defensa para eliminar aquel pensamiento.

Vhagar era el dragón más grande en existencia, uno de los tres que participaron en la conquista de Aegon y sus hermanas-esposas. Vermithor era el segundo dragón más grande en existencia, dragón que pertenecía al antiguo rey Jaehaerys y a pesar de parecer calmado podía llegar a ser de lo más agresivo si se lo proponía. Dhagara, por su parte, al no vivir encerrada en ningún pozo de dragones por años había crecido tanto que muchos la nombraban el tercer dragón más grande en existencia, casi alcanzando el tamaño de Vermithor. Y Drakon era casi tan grande como su madre, el joven dragón nunca vivió encadenado en ningún pozo desde que nació y su crecimiento había sido tan acelerado como el de Dhagara gracias a eso. Los cuatro dragones siempre seguían a su jinete a donde fuera y aunque nunca habían atacado a nadie es bien conocido que para todo hay una primera vez.

La fortaleza de la princesa heredera no sólo se resumía a sus cuatro dragones y eso lo demostraba cada vez que visitaba King's Landing para unirse a la corte, enfrentado a lores de todos lados que no sabían reconocer sus posiciones frente al rey. Como aquel día, tras finalizar la semana de celebración por el nacimiento de su hija Alyssa Targaryen, cuando todos estaban pasados de copas palabras fueron intercambiadas entre señores de casas menores. Palabras que alcanzaron los oídos de la familia real y encendieron la ira del hermano del rey. La princesa solo sabe engendrar hijas, de seguro sus hijos son solo princesas pretendiendo ser príncipes entre muchas otras cosas denigrantes habían sido pronunciadas, todas dirigidas a los hijos de la heredera al trono y tampoco se deben olvidar las palabras dichas en contra del primer hijo de la princesa Rhaenyra. Con el final de la celebración llegó el inició de una guerra con casas menores.

—Las palabras dichas contra mis hijos no deben ser pasadas por alto—Cerys Targaryen se paraba firme frente al trono de hierro junto a su esposo, ambos hirviendo de ira y ganas de asesinar a alguien—. Viserys será el heredero al trono tras mi ascenso, no se debe permitir que señores de casas menores hablen de tal forma sobre él. Exijo que los señores mueran por fuego de dragón.

Las palabras de la princesa hicieron jadear a todos los presentes y murmullos se desataron a su alrededor, a su derecha Rhaenyra no dejaba de mirar con descontento a los culpables.

—El hijo de la princesa Rhaenyra también ha sido blanco de estos ataques—Daemon apretó su agarre en Dark Sister—, el castigo debería ser peor que morir por fuego de dragón.

Los murmullos incrementaron, pero fueron acallados cuando el rey se puso de pie con una mirada tan fría como el hielo. Era más que sabido lo mucho que el rey amaba a sus nietos, sobre todo al príncipe Viserys, y nadie dudaba al decir que ese juicio sólo era para entretener a la gente y fingir que todo se hizo justamente. Estaba claro que el mismo rey sería capaz de matar a esos hombres sin dudarlo.

—Fuego de dragón—habló el rey mirando a su hija—, ¿Es eso lo que deseas realmente? ¿Iniciar una guerra con casas menores?

—Deseo que se haga justicia—la princesa se giró para mirar a los hombres apresados por la guardia real—, los insultos lanzados hacia mis hijos son insultos hacia mi, la heredera del trono. Viserys escuchó lo que decían de él.

El rugido de un dragón sacudió la sala del trono y en la ventana se pudo ver la sombra que causó el vuelo de un dragón pasando muy cerca de la fortaleza. No había que asomarse para saber que los dragones de la princesa estaban volando sobre la fortaleza sintiendo la ira de su jinete.

—Recibí cartas de las casas y todas ellas han aceptado los castigos que les sean impuestos a sus señores—el rey miró a los hombres.

La sentencia fue satisfactoria para Daemon más que para Cerys. El rey le concedió poder para hacer lo que deseara con los prisioneros, cosa que el príncipe aceptó con gusto, incluso Laenor se mostró feliz de ayudarlo con la tortura en nombre de su esposa y su hijo. Condenados por traición los hombres no pudieron defenderse y aceptaron su destino.

Después del "juicio" Cerys tuvo que salir al encuentro de sus dragones que se estaban mostrando hostiles bajo la latente ira de su jinete. Dhagara había aterrizado en el patio de la fortaleza y le gruñía a todos los que se acercaban dejando a los otros tres dragones circulando por la fortaleza. La princesa montó sobre su dragona llevándolos de regreso a la colina donde descansaban, en el lugar estaba Caníbal que ni se inmutó por el regreso de sus compañeros de descanso.

Tranquila, Dhagara—Cerys acarició el cuello de su dragona que gruñó en respuesta—. Todo está bien, preciosa.

Vhagar se acercó a ellas rodeándolas con su enorme cuerpo cuando se dispuso a descansar, bufando en descontento al darse cuenta que no tendría la oportunidad de causar un poco de caos. Vermithor y Drakón, por su parte, comenzaron un juego al borde de la colina que terminó con el más joven de los dos cayendo por el precipicio y siendo forzado a emprender el vuelo. Pasaron un par de horas más para que alguien llegará en busca de la princesa. Daemon, Laenor y Rhaenyra llegaron a la colina con algunos guardias siguiéndolos.

—Te trajimos un regalo, prima—Laenor detuvo sus pasos lo más alejado de Vhagar que pudo.

—El rey me dio permiso de hacer con ellos lo que yo desee, y deseo que sean comidos por los dragones de mi esposa—Daemon le sonrió a su esposa dejando que los guardias se acercarán.

—Podrían servir de comida para Caníbal—el dragón levantó su cabeza ante las palabras de Rhaenyra.

—Creo que a Vhagar le gustará comérselos—la dragona se movió reaccionando a las palabras de su jinete—. ¿Quieres asesinar a alguien, preciosa?

La dragona se levantó gruñendo en dirección de los hombres que fueron puestos de rodillas frente a ella. Caníbal también se levantó al oler la sangre, sus gruñidos haciendo eco a los de Vhagar. Al final, y con mucho cuidado, ya que habían cuatro hombres Cerys los dividió entre los cinco dragones presentes. Caníbal acabó con la vida de uno de ellos comiéndose su brazo de un mordisco antes de destrozarlo por completo. Vhagar no dudó en acabar con otro dos, bajo órdenes de Cerys incineró a uno y al otro lo despedazó. Al último la princesa lo arrojó por el precipicio de la colina dejando que Dhagara y Drakon saltarán detrás de él, ambos dragones lo despedazaron en el aire. Vermithor no había sido partícipe de la matanza, en cambio, se quedó junto a Cerys en todo momento rodeándola con su enorme figura en busca de protegerla.

Para cuando el sol salió en el horizonte los rumores de lo que había sucedido ya se extendían como fuego por toda la fortaleza, pero nadie hizo nada para acallarlo, incluso las doncellas de Cerys utilizaban el momento para dejar en claro lo fuerte y poderosa que era su señora. Cuando dichos rumores alcanzaron al rey el hombre no sabía si sentirse orgulloso de su hija o regañarla por participar en tales actos, pero al final decidió pasar su día en compañía de su nieto mayor. Viserys II no se negó a pasar el día con su abuelo, por el contrarió, parecía emocionado de estar con en compañía del rey.

—¡Hermana!—la voz de Aemond Targaryen resonó en el pasillo acompañada de pasos apresurados—¡Hermana!

Cerys detuvo sus pasos y se giró para ver a su hermano, el niño tenía el cabello totalmente desordenado y su ropa estaba sucia, pero lo que más llamó la atención de la princesa fue el color de sus ropas. Ella sabía que Alicent vestía a todos sus hijos de verde por lo que ver a Aemond vestido de rojo y negro la confundió de sobre manera, pero al ver el broche de la casa Targaryen colgando en el cinturón de su hermano se dio cuenta de la razón detrás del cambio de colores. Aquel broche pertenecía a Daemon.

—¿Por qué tanta prisa?—apenas su hermano la alcanzó ella se agachó a su altura—¿Quién te está siguiendo?

—¡El rey me dio permiso de ir con ustedes a Dragonstone!—exclamó el niño casi saltando en su lugar—¡Me quedaré con ustedes un mes!

—¿En serio?—Cerys pasó su mano por la mejilla de su hermano limpiando la tierra que tenía.

—Papá habló con él—su voz pasó de gritos a susurros—¡Dijo que me entrenaría con la espada!—volvió a gritar con una sonrisa.

La princesa no pudo evitar reírse, con cariño besó la mejilla ya limpia de su hermano.

—Tu padre es el mejor guerrero del reino—le susurro ella—, será un buen maestro.

Aemond sonrió y se colgó del cuello de su hermana-madre cuando ella lo tomó en brazos, en el camino hacia la habitación de la princesa el niño no paró de hablar de lo emocionado que estaba por practicar la espada con sus sobrinos y estar con ellos por un mes. Cerys se encargó de darle un buen baño a su hermano dejándolo bien limpió y presentable para la cena de esa noche, el príncipe fue vestido con ropas rojas y negras como sus sobrinos, a diferencia de sus hermanos que vistieron de verde.

Cuando la familia ingresó al salón donde estarían cenando la mesa ya estaba casi llena, solo las sillas que ocuparían ellos estaban vacías. La reina miró con rabia mal oculta como su hijo se mezclaba de forma perfecta con los hijos de Cerys y Daemon, incluso pudo notar su felicidad al estar en medio de ellos, como si fuese parte de ellos. La cena fue tranquila y Aemond no dejó de hablar sobre cómo pasaría un mes con su tío favorito e incluso invitó a Aegon a ir con él, pero la reina se negó diciendo que no quería quedarse sin sus hijos. Tanto Cerys como Rhaenyra pusieron los ojos en blanco al escuchar esa excusa. Pero Laenor se ofreció a entrenar con Aegon para levantarle el animó al niño que se veía desilusionado ante la negativa de su madre y su ofrecimiento desató una discusión amistosa sobre quien era mejor con la espada, discusión que hizo reír al primer hijo varón del rey.

El rey miró a su familia y se sintió en paz, tenerlos juntos y sin pelear era lo que más quería en el mundo, algo que poca veces podía lograr con su hija mayor y su familia viviendo en Dragonstone. Cuando la cena finalizó cada quien regresó a su habitación dejando atrás el caos del día anterior, todos menos la reina que no podía evitar sentirse molesta con la toma de decisiones de su esposo. La idea de tener que dejar ir a su hijo un mes era horrible para ella, sobre todo sabiendo que tras su regreso Aemond solo estaría un mes con ella antes de regresar a Dragonstone nuevamente y ese arreglo se mantendría hasta que el mismo príncipe quisiera abandonar las enseñanzas de su tío. Alicent sabía que su hijo nunca abandonaría la oportunidad de estar con ellos. Ahora solo le quedaban Aegon y Helaena, no dejaría que ellos cayeran en los juegos de Cerys y Daemon, aún si eso le costaba la vida.

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NOTA:

Doble actualización porque mañana no podré actualizar.

Que bonito se sintió escribir la muerte de alguien, no voy a negarlo.

Alyssa no solo fue mencionada en el capitulo, pero en el que sigue si estará presente, también será el nacimiento de Moonax (el dragón de Haelyn) y una una breve descripción de la estadía de Aemond en Dragonstone.

Actualización de las edades: Viserys (7), Aiyana (6), Rhaella (4), Jaehaerys y Haelyn (3).

Espero les haya gustado, gracias por leer, lu.

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