58; LA ÚLTIMA NOCHE

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LA ÚLTIMA NOCHE

—Princesa—una doncella se asomó por la puerta de los aposentos del rey—, la princesa Rhaenys pregunta por usted.

—Iré a verla enseguida, gracias por avisarme.

Cerys miró a su esposo y su hermana una última vez antes de salir de la habitación. Después del espectáculo en la sala del trono todos susurraban conspiraciones en los pasillos y Cerys comenzaba a sentirse más inquieta que antes. Su hijo se había ganado la atención de la corte con su muestra de poder y su instinto de madre le decía que debía sacarlos de King's Landing lo más rápido posible, ese no era un lugar seguro para ellos y temía que algo les pasará cuando estaban cerca de ella o Daemon. Daeron había enviado un mensaje con Jaehaerys minutos atrás diciendo que no se sentía cómodo en la fortaleza, su pobre niño estaba siendo atormentado por la reina y la mano del rey.

—La princesa está aquí—anunció la doncella.

En uno de los balcones que dejaban ver los jardines de la fortaleza Rhaenys Targaryen se erguía con orgullo esperando a su sobrina. Cerys se acercó a ella en silencio, al llegar a su lado notó que su tía tenía algo en sus manos.

—¿Sucedió algo, tía?

—Estuve con las hermanas silenciosas cuando preparaban el cuerpo de Vaemond—comenzó sin mirarla—y no pude evitar preguntarme algo—la mayor giro la cabeza para ver a su sobrina—¿Qué pasará ahora?

—Otto siempre ha querido coronar a Aegon, tener a su sangre en el trono—los ojos de Cerys fueron más allá de los jardines—, no tengo duda de que una vez mi padre nos deje él hará hasta lo imposible por tomarlo a la fuerza.

—Laenor quiere a Aegon como si fuera un hijo más de él—Rhaenys suspiro con cansancio—. Aegon estuvo conmigo hace unos minutos, me preguntó por la salud de Laenor, lucía preocupado.

—¿Pero?

—Hay conflicto en él, cree que todos lo han abandonado, es fácil de manipular—concluyó la mayor de las dos.

—No quiero una guerra—Cerys se giró para darle la cara a su tía—, pero al parecer es el único camino que hay.

—¿Qué estás planeando?

—La gente me acepta como heredera, pero si se ven forzados a aceptar a Aegon lo harán por miedo, Otto lo sabe. También sabe que a pesar de tener tantos dragones de mi lado nunca atacaría King's Landing, eso me haría perder el favor de la gente—Rhaenys miró hacia el jardín—. Además, no es lo que el abuelo Jaehaerys hubiese querido, si vamos a hacer esto lo haremos bien.

—No todos saldremos vivos de esto—a lo lejos se pudo ver la silueta de un dragón—, vamos a tener que sacrificar a nuestros hijos y yo solo tengo uno.

—Quizás no todos vamos a sobrevivir, pero es mejor arriesgarse a no hacer nada.

Por varios minutos se quedaron en silencio con miles de pensamientos pasando por sus mentes, más planes de guerra que otra cosa. Cerys se fue cuando su cabeza comenzó a doler de tanto pensar, no se despidió y Rhaenys tampoco dijo nada, solo la dejó irse. La heredera se encerró en su habitación el resto de la tarde, cuando Daemon por fin apareció se la encontró sentada en el suelo frente al fuego con la mirada puesta en las llamas. Ella ni se dio cuenta de su presencia hasta que se puso de pie a su lado mirándola con una expresión en blanco, sus ojos no reflejaban nada y Cerys se inquietó por unos segundos.

—¿Pasó algo? ¿Los niños están bien?—preguntó ella con la cabeza inclinada hacia atrás para poder verle la cara.

—¿Qué quería Rhaenys?—preguntó él sin responder a sus preguntas.

—Solo quería hablar sobre lo que pasó en la sala del trono—mintió regresando la mirada al fuego—, dijo que Aegon habló con ella y...

—¿Qué estás planeando?—Daemon se agachó a su lado. —Te conozco mejor que nadie, no me estás diciendo algo.

—No tengo tiempo para tu paranoia, Daemon—sus ojos se encontraron—, tengo cosas más importantes por las que preocuparme.

—Mi hermano está muriendo, los Hightower tienen el control de la fortaleza y tu no has hecho nada—la mano derecha de Daemon se estiró para agarrar el rostro de su esposa y girarlo para poder verla—. Sé que estás planeando algo, no es normal que estés tan tranquila con todo lo que está pasando.

Cerys lo miró en silencio por segundos que le parecieron eternos. Daemon tenía razón, estaba planeando algo, pero no había querido decirle hasta que fuese algo oficial. Pudo ver cómo su esposo comenzaba a perder la paciencia poco a poco y se alejó de él cuando sus ojos se oscurecieron.

—No es el momento—concluyó manteniendo la distancia—, estás alterado, no vas a sacar tu rabia conmigo.

—Nunca he hecho tal cosa—gruñó él—, pero estás haciendo que pierda la paciencia—Daemon se acercó a ella otra vez agarrándola por los hombros—. Estamos hablando del futuro de nuestros hijos, Cerys, no solo de tu reclamo al trono.

—¿Qué harías tú en mi lugar?—los dos se miraron con desafió en los ojos—¿Quemarlos a todos? ¿Destruir la ciudad? ¿Crees que esa es la mejor ruta?

—¿Y tú qué harás? ¿Sentarte a esperar a que tu padre muera para poder hacer algo?

—Eso es exactamente lo que voy a hacer—Cerys acercó su rostro al de su esposo susurrando—, voy a dejar que ellos coronen a Aegon y cuando piensen que lo tienen todo ganado voy a destrozar el piso por el que caminan, voy a hacer que caigan como torres bajo el fuego de dragón, los convertiré en los villanos de la historia. Dejaré que la gente se ponga de nuestro lado y los maldiga por todos los años que siguen, van a recordar sus nombres como los traidores que son y nadie se atreverá a meterse con la casa Targaryen nunca más. ¿Y sabes por qué? Porque quiero, y porque puedo. Quiero mirar a Otto a los ojos cuando se de cuenta que fui yo quien manipulo todo, quiero que vea como la casa Hightower cae bajo mis pies.

Daemon miró a su esposa y por un segundo creyó que estaba viendo a otra persona. Sus ojos estaban vacíos de emociones y la expresión seria que tenía lo dejó sin palabras. Cerys siempre hablaba de paz, de no permitir que los dragones volaran a la guerra, pero ahora estaba diciendo que se estaba preparando para volar a la guerra. Su esposa estaba manipulando todo para salir del otro lado como la ganadora y él no se había dado cuenta.

—¿Qué hay de nuestros hijos?—preguntó al fin—¿Vas a sacrificarlos?

—Me voy a sacrificar a mi misma—Cerys parpadeó mirando hacia el fuego—, si muero la gente va a simpatizar más con nosotros.

—No te voy a dejar morir—Daemon la sacudió levemente—, si estás planeando irte a la guerra todos iremos contigo.

Daemon se sentó en el suelo y atrajo el cuerpo de su esposa a su lado envolviéndola en sus brazos. Si su esposa quería destruir a los Hightower en una muestra de poder, él la apoyaría sin dudarlo, iría a la guerra por ella y sus hijos.

Esa misma noche tendrían una cena en familia a petición del rey. Después de pasar casi toda la tarde abrazados frente al fuego en silencio Daemon y Cerys se arreglaron lo mejor que pudieron para la cena, sus hijos los encontraron en el pasillo que llevaba al comedor, todos bien arreglados y con desagrado evidente en sus rostros. A ninguno le gustaba la idea de sentarse en una mesa con los traidores, pero debían soportarlo por su abuelo. Aerys, Aemma y Joffrey no cenarían con ellos ya que los adultos temían que la cena acabará en tragedia al tener a todos los jóvenes juntos en un solo lugar por primera vez en años, Rhaella y Jaehaerys también se excusaron para atender a su hija que no se veía muy contenta al estar tanto tiempo alejada de sus padres.

Cuando ingresaron se encontraron con Rhaenyra y sus hijos ya sentados en un lado de la mesa, Baela y Rhaena estaban con ellos, y del lado contrario estaban los Hightower. Cerys y Daemon se sentaron en los asientos vacíos junto a Rhaenyra dejando un espacio entre la reina y la heredera para cuando el rey llegara. Aegon y Aemond estaban de pie cerca de la mesa, Helaena estaba sentada acariciando su vientre, y Daeron estaba sentado junto a Otto con la mirada clavada en la mesa. Los hijos de la heredera se acomodaron en la mesa rápidamente saludando a sus primos con sonrisas y susurros.

Lucerys estaba sentado en la punta de la mesa con Rhaena a su izquierda, Viserys se sentó junto a su prima quedando en medio de ella y Baela, Haelyn se sentó del otro lado de Baela sonriendo a más no poder mientras hablaba con Alyssa a su lado. Aiyana se sentó junto a sus hermanas uniéndose a su conversación, junto a ella habían dos asientos vacíos, uno para Jacaerys y otro para Aegon. Helaena cerraba la fila sentándose al final, dejando que Aemond se sentara en la punta contraria a la de Lucerys.

—¿La princesa Rhaella y el príncipe Jaehaerys no nos acompañan esta noche?—preguntó Alicent mirando a Cerys.

—Aemma estaba inquieta, prefirieron quedarse con ella—a estar sentados con traidores.

Las puertas se abrieron y cuatro guardias ingresaron cargando al rey en una silla, enseguida todos se levantaron para recibirlo dejando las conversaciones de lado. Cuando el rey estuvo más cerca de la mesa todos se sentaron en silencio, la incomodidad haciéndose presente.

—Que bueno es...verlos a todos esta noche...juntos—Viserys I paso la mirada por toda la mesa.

—¿Una oración antes de iniciar?—preguntó Alicent.

—Sí.

Cerys, Rhaenyra y Daemon se miraron, pero ninguno dijo nada. La oración fue dicha por la reina y todo estaba bien, hasta que mencionó a Vaemond Velaryon. Daemon puso los ojos en blanco y Cerys tuvo que cerrar los ojos por un segundo para no reírse ahí mismo, Rhaenyra por su parte apretó los labios en una línea evitando mirar a su tío y su hermana. Ah, los tres eran peor que sus hijos.

—Esta es una ocasión para celebrar, al parecer—habló el rey tras la oración—, Mi nieto Joffrey se casará con su prima Rhaena, fortaleciendo aún más la unión entre nuestras casas—el ojo del rey se puso en Rhaena que sonreía—. También debemos celebrar la oficialización del compromiso entre mis nietos Jacaerys y Aiyana—los mencionados se miraron sonriendo—. Un brindis por los jóvenes príncipes y sus prometidas.

Todos levantaron sus copas para brindar por los compromisos. Si bien habían comprometido a Jacaerys y Aiyana hace mucho, se había prometido que si ellos no deseaban casarse iban a romper el compromiso, pero ninguno de los dos desistió así que sus madres lo hicieron oficial.

—Bien hecho, Jace—Aegon se inclinó hacia su sobrino—. Finalmente te acostarás con una mujer.

Aiyana le lanzó una mirada dura a Aegon al escucharlo, Jacaerys se veía visiblemente molesto, pero no pudieron reaccionar gracias a la voz del rey que habló nuevamente.

—Brindemos también...por el príncipe Joffrey, aunque no se encuentre con nosotros esta noche—, el futuro señor de las mareas.

Todos brindaron otra vez en silencio. Por un segundo Cerys miró a Lucerys que le regresó la mirada y ella le sonrió cuando lo vio tensarse.

—Sí sabes cómo se hace el acto, ¿Cierto?—Aegon se volvió a inclinar hacia Jacaerys. —Al menos al principio, dónde poner tu...

—Si no cierras la boca voy a meter esta copa por dónde más te duela—Aiyana también se inclinó hacia Jacaerys para susurrarle a Aegon.

—Bromea todo lo que quieras, pero cuida lo que dices frente a mi prometida—Jacaerys agarró la mano de Aiyana y entrelazo sus dedos con los de ella.

Aegon miró sus manos unidas y se enderezó en la silla otra vez, Aiyana sonrió y besó la mejilla de Jacaerys haciéndolo sonreír también. Daemon vio el intercambio de cariño y levantó una ceja cuando su sobrino lo miró con las mejillas sonrojadas. De repente el rey hizo resonar su bastón contra el suelo llamando la atención de todos una vez más, todos vieron con expectación cómo se levantaba apoyándose de la mesa.

—Tanto alegra mi corazón...como me entristece el ver...a estos rostros en la mesa—la reacción fue inmediata, los jóvenes se miraron sintiéndose cada vez más incómodos—. Los rostros más queridos para mí en el mundo...pero tan distanciados del otro en años pasados.

Daemon tomó la mano de su esposa debajo de la mesa sin dejar de ver a sus hijos, sus ojos desviándose a Aemond por momentos. Viserys I llevó su mano a la máscara que cubría su rostro y se la quitó revelando la mitad de su rostro en descomposición. Alyssa bajo la mirada sintiendo una punzada de tristeza en el pecho, a su lado Haelyn la consoló tomando su mano bajo la mesa. Viserys II no podía apartar la mirada de su abuelo, de su modelo a seguir, su segundo padre.

—Mi rostro...—el rey miró a sus hijas y su hermano—ya no es uno atractivo, si es que lo fue alguna vez. Pero esta noche...quiero que me vean...como soy. No solo un rey...sino su padre.

Aemond y Daeron se miraron, y Aegon tuvo que morder el interior de su mejilla para ocultar su sonrisa sarcástica.

—Hermano—la mirada del rey cayó sobre su hermano—, esposo—ahora su mirada cayó en Alicent—, y su abuelo—sus nietos se miraron—. Quien no, al parecer...caminará con ustedes por mucho.

Baela agarró la mano de Viserys bajo la mesa y lo miró con preocupación al ver cómo su cuerpo temblaba ligeramente. Los hijos de Cerys fueron los que se vieron más afectados, Alyssa se encogió en su lugar con lágrimas a punto de derramarse de sus ojos y Haelyn bajo la cabeza apretando con fuerza la mano de su hermana. Aiyana usó la mano de Jacaerys para mantenerse estable y no llorar en ese mismo instante.

—Dejemos de tener malos sentimientos en los corazones. La corona no podrá ser fuerte si la casa del dragón permanece dividida—Cerys y Daemon se miraron—. Dejen a un lado sus querellas...si no por el bien de la corona...entonces por darle gusto a este anciano...que los ama a todos...profundamente.

Cerys tuvo que tomar un momento para reponerse limpiando una lágrima que se le había escapado. En ese momento las puertas se abrieron revelando a Rhaella y Jaehaerys, los dos miraron confundidos a las personas en la mesa al sentir la extraña aura que los rodeaba.

—Disculpen la tardanza—Jaehaerys comenzó a disculparse—, Aemma no está acostumbrada a dormir sola en un lugar desconocido.

—Mis nietos—el rey los miró con una sonrisa—, tomen asiento, no tienen que disculparse.

Rhaella miró a su esposo con preocupación al ver el rostro de su abuelo y Jaehaerys se veía igual de preocupado. A falta de espacio en la mesa tuvieron que separarse, Rhaella se sentó junto a Aemond en un extremo de la mesa y Jaehaerys se sentó junto a Lucerys en el otro. Apenas estuvieron sentados Rhaenyra se levantó con su copa en mano.

—Quiero alzar mi copa por su majestad, la reina—comenzó con la mirada fija en la mesa—. Amo a mi padre—ahora miraba a la mujer junto al rey—. Pero debo admitir que nadie estuvo...más lealmente a su lado que su esposa.

Daemon miró a Cerys y se encontró con que ella ya lo estaba mirando, él sonrió y negó levemente con la cabeza haciéndola sonreír a ella. Los dos contuvieron la risa esperando a que Rhaenyra terminará con su brindis. En cuanto la princesa se sentó al terminar su brindis Alicent habló agradeciendo las palabras de Rhaenyra antes de ponerse de pie y hacer un brindis, no solo por Rhaenyra, si no que también por Cerys.

—Yo alzo mi copa por usted...y por su casa, serás una buena señora de Driftmark—los ojos de la reina fueron hasta Cerys—. Y por la princesa Cerys, sé que será una buena reina.

Cerys se levantó soltando la mano de Daemon y aclaró su garganta antes de hablar con los ojos puestos en Alicent.

—Aprecio tus palabras, en serio—una media sonrisa apareció en su rostro—. Sin embargo, yo solo quiero brindar por mi padre, sé que te cause muchos dolores de cabeza y rompí tu corazón más veces de las que puedo contar—sus hijos y sus hermanos la miraron como si hubiese dicho la más vil de las mentiras—, pero sabes que te amo más que a nadie en este mundo...

—No mientas, hija—la interrumpió el rey y tanto Daemon como Rhaenyra no hicieron el esfuerzo por ocultar su risa—, todos sabemos que si había alguien a quien querías más.

—¿Vas a provocarme ahora?—Cerys lo miró ofendida. —Pensé que querías una noche de paz—el rey sonrió—, ¿Sabes qué? Olvídalo.

Cerys se inclinó hacia su padre besando su mejilla con cariño antes de sentarse con la risa de sus hijos haciendo eco en el lugar. Cuando las risas se calmaron Viserys II se levantó llamando la atención de todos.

—Sé que seguro quieren comer—comenzó haciendo que todos se rieran otra vez—, pero quería aprovechar para brindar por mi abuelo, mi modelo a seguir y mi segundo padre. Así como mi madre tuvo el apoyo de su abuelo para convertirse en una heredera digna, yo tuve tu ayuda y por eso quiero agradecerte—los ojos del príncipe fueron a sus tíos—. Y por mi tía Helaena, espero que tu bebé nazca con muy buena salud, te prometo que mis hermanos y yo seremos unos primos muy celosos.

Helaena sonrió con dulzura agradeciendo con un asentimiento. Todos brindaron sonriendo ante las palabras dulces del príncipe y sus padres lo miraron con orgullo haciendo que él se sonrojara. Aegon se levantó segundos después en busca de vino, el mayor de los hijos de la reina y rey se puso en medio de Jacaerys y Aiyana alcanzando la jarra que estaba frente a ellos.

—Yo, eh...—susurró hacia Aiyana—lamento la decepción que pronto vas a sufrir—la peliblanca apretó la copa que tenía en su mano—, pero si alguna vez quieres saber lo que es estar bien satisfecha, solo pídelo.

Tan pronto como las palabras salieron Jacaerys y Aiyana se levantaron, la peliblanca empujó a Aegon haciendo que retrocediera dos pasos y el castaño golpeó la mesa con fuerza. Aiyana miró a Aegon con odio brillando en sus ojos, las ganas de golpearlo eran demasiado grandes, pero el sonido de alguien más levantándose la hizo girar hacia el otro lado de la mesa. En la punta donde se sentaban los Hightower estaban Aemond y Rhaella, los dos de pie, ella mirando a Aegon con rabia y él mirando a Jacaerys en señal de advertencia. Aegon se sentó como si no hubiese hecho nada.

—¿Sucede algo, cariño?—Daemon habló mirando a su hija.

—Aegon...el tío Aegon me golpeó sin querer, no es nada—respondió tomando asiento nuevamente.

Rhaella al ver que su hermana se sentaba también tomó asiento compartiendo una mirada con su esposo del otro lado de la mesa. Jacaerys se quedó de pie y respiró profundo para controlarse.

—Por el príncipe Aegon y...el príncipe Aemond—habló al final levantando su copa—. No nos hemos visto en años, pero tengo buenos recuerdos de nuestra juventud.

Cerys y Daemon se tensaron, recuerdos de un pequeño Aemond en medio de ellos llorando por las bromas de su hermano y sus sobrinos regresando. Daemon agarró su copa y le dio un largo trago.

—Y como hombres, espero que aún seamos amigos y aliados—continuó Jacaerys sin notar la tensión de sus tíos—, por la buena salud de sus familias, queridos tíos.

Daemon bajo su copa estrellándola contra la mesa haciendo que todos se sobresaltaran, Cerys miró a su esposo cuestionando su acción, pero él ni siquiera la miró cuando se levantó, Aemond lo miró desde el extremo de la mesa y Daemon le sonrió agarrando la copa de su esposa.

—Quiero brindar por mis hijos—pasó sus ojos por cada uno de ellos, desde Jaehaerys hasta Daeron—, el futuro del reino.

Aemond miró a su madre y se encontró con el entrecejo fruncido, sus ojos violetas llenos de reprimenda dirigida a su esposo que sonrió como un niño pequeño que acababa de hacer una broma. Daeron solo puso los ojos en blanco, más que acostumbrado al comportamiento de su padre. Daemon y Aemond se sentaron al mismo tiempo y por un segundo los más jóvenes pensaron que estaban viendo doble.

—Yo quiero brindar por Baela, Rhaena y Aiyana—Helaena se levantó con una mano en su vientre y una sonrisa en el rostro—, ellas pronto se casarán—las mencionadas sonrieron a su tía—. El matrimonio no es malo, más que nada él te ignora...pero pueden encontrar cosas que sean de su interés para mantenerse ocupadas.

Sus ojos pasaron por Jaehaerys de forma rápida y los demás tuvieron que contener la risa, los adultos no entendían lo que pasaba, pero los dejaron ser. Rhaella miró a Helaena levantando una ceja y ella solo pudo bajar la cabeza sonrojada.

—Disfrutemos de la música.

La música comenzó a sonar y entonces Alyssa se permitió reír libremente, Haelyn la empujó con el hombro, pero se unió a ella. Jaehaerys fue el primero en levantarse, con pasos seguros pasó detrás de sus hermanos y sus primos hasta llegar a Helaena y Rhaella.

—¿Les gustaría bailar?—extendió ambas manos hacia ellas.

—¿Nos sacarás a bailar a las dos?—Rhaella tomó su mano poniéndose de pie.

—¿Por qué no?

Helaena tomó la mano que le ofrecían con algo de timidez y se levantó bajo la atenta mirada de todos. Los tres se movieron al centro de la habitación y se las arreglaron para armar un baile medianamente decente considerando que era Jaehaerys bailando con las dos. Jacaerys se levantó después extendiendo la mano hacia su prometida, Aiyana lo miró con diversión y se levantó tomando su mano para arrastrarlo a la pista de baile improvisada.

—¿Quieres bailar?—Baela se giró para mirar a Viserys. —Mi luna plateada.

—Claro que quiero, querido.

Los dos se levantaron sonriendo y se unieron a los que ya bailaban. Los siete se unieron en un baile que no tenía sentido, dando vueltas y saltando por todos lados. Claramente tenían cuidado con Helaena por su estado, pero eso no evitaba que se divirtieran. Haelyn se unió a ellos con Rhaena después de fallar en su intento de hacer que Lucerys se uniera a ellos. Alyssa por su parte se movió con pasos rápidos hasta el otro lado de la mesa donde Daeron estaba sentado.

—Baila conmigo—ordenó agarrando la mano de su hermano.

—Alyssa...

—No aceptaré un no por respuesta, aún me debes por haber roto mis frascos—le recordó.

Alicent miró a su hijo que gruñó en respuesta y murmuró algo en alto valyrio antes de levantarse dejando que su sobrina lo arrastrara hasta la pista de baile. Cerys miró a su hermana y ambas rieron recordando cuando eran niñas y solían bailar con su tío en cada celebración a la que asistían, Daemon solo sonrió sin dejar de mirar a sus hijos. Por la esquina de su ojo Cerys notó a Aegon bebiendo de su copa y recordó las palabras de Rhaenys. Busco la atención de alguna de sus hijas con la mirada y al captar la de Haelyn le señaló a Aegon con discreción.

—¡Tío, ven a bailar con nosotros!—la peliblanca agarró el brazo de su tío sobresaltándolo. —Le preguntaría al tío Aemond, pero es un poco amargado—"susurro".

Aemond la miró y ella se comenzó a reír tirando del brazo de Aegon que acabó cediendo y se levantó bajo la intensa mirada de su madre y su abuelo. Los jóvenes bailaron por buen rato, Aegon y Haelyn se mantuvieron algo alejados de los demás por la tensión entre ellos. En la mesa los adultos sonreían libres de tensiones por primera vez en años, el rey los miró a todos sonriendo y sintió que por fin había hecho algo bien. Su familia estaba junta, unida.

—Guardias—llamó Alicent sin alzar la voz al ver a su esposo quejarse de dolor.

Los jóvenes despejaron el área para que pasaran los guardias que cargaban al rey y retomaron su baile segundos después, pero esta vez Aegon, Alyssa y Daeron decidieron sentarse. Un par de sirvientes ingresaron al salón cargando un cerdo rostizado que dejaron frente a Aemond, nadie más se dio cuenta, pero Aemond sí lo notó. La risa en el rostro de Lucerys y sus manos temblaron ante el recuerdo amargo de lo que había sucedido años atrás. Estrellando su puño contra la mesa Aemond se puso de pie sobresaltando a todos, tal como había hecho Daemon antes con su copa.

Se nota quien lo crio, pensó Alyssa agarrando su copa.

—Un tributo final—todos se quedaron en silencio—, por la salud de mis sobrinos: Jace...Luke...y Joffrey.

Cerys miró a sus hijos y ellos entendieron su mensaje, enseguida todos se pusieron en alerta, con discreción empujaron a Helaena hacia atrás en busca de protegerla si algo salía mal.

—Atractivos, sabios y como su padre...Strong.

—Aemond—Alicent regaño.

—Vamos, vaciemos nuestras copas por los tres...jóvenes fuertes.

Si no fuesen sus sobrinos los que estaban siendo atacados Daemon pudo haberse reído de las palabras de su hijo, pero en ese momento tenía ganas de lanzarse contra Otto y la misma Alicent por envenenar la mente de Aemond.

—Te reto a que lo digas otra vez—Jacaerys se plantó frente a su tío.

—¿Por qué?—Aemond lo miró. —Solo fue un cumplido—los dos se movieron acercándose—¿No te consideras fuerte?

—¡Aemond!—Cerys se levantó cuando Jacaerys golpeó a Aemond en el rostro.

Con aquel golpe el caos se desató. Lucerys se levantó para defender a su hermano, pero fue interceptado por Aegon que estrelló su cabeza contra la mesa. Aemond empujó a Jacaerys lanzándolo al suelo y Jaehaerys tuvo que agarrar a Rhaella cuando intentó lanzarse contra Aemond. Aiyana se movió agarrando el brazo de Jacaerys con con ayuda de los guardias que intentaron romper la pelea. Viserys al ver a Lucerys presionado contra la mesa se movió más rápido de lo que podía pensar y sus manos agarraron a Aegon por el cuello de su camisa, los dos se miraron y en lugar del cariño de hermanos que se tenían había ira en sus ojos.

—Déjame, ¡Voy a matarlo!—Rhaella se sacudió en los brazos de Jaehaerys.

Piensa en Helaena y el bebé—le susurró él y con eso logró calmarla.

Jacaerys logró soltarse de los guardias y Aiyana, listo para atacar, pero Daemon y Cerys aparecieron poniéndose en medio de ellos.

—Vayas a sus habitaciones—ordenó Cerys—, todos—ninguno se movió—¡Ahora!

Con la cabeza baja todos se retiraron sin decir algo más, Daemon estaba de pie frente a Aemond y el menor bajo la mirada apretando las manos a sus costados.

—Camina conmigo—Cerys se acercó a su hijo y lo agarró del brazo.

Los dos caminaron a la salida tensos con Daemon siguiéndolos. Tras salir del salón caminaron hasta que Daemon no aguanto más y agarró el brazo de Aemond alejándolo de Cerys.

—Daemon—Cerys lo llamó al ver como empujaba a su hijo contra la pared—. Daemon, déjalo.

—No, necesita aceptar lo que hizo mal—le discutió él sin dejar de mirar a su hijo—¿En qué estabas pensando?

—Se estaba burlando de mi—Aemond mantuvo el contacto visual con su padre.

—¿Y por eso reaccionas así?—Daemon se comenzó a reír—¡Te enseñe mejor que eso!

Cerys miró a todos lados rezando que nadie los estuviera escuchando gritar en medio del pasillo, quería intervenir, pero los dos estaban cargados de ira y no iba a poder calmarlos sin salir lastimada en el proceso así que mejor guardo distancia.

—¡Quizás debiste quedarte más tiempo para enseñarme mejor!—le gritó Aemond de regresó luchando por liberarse de su agarre—¡Me dejaron aquí!

—¿Crees que queríamos dejarte?—Aemond dejó de pelear—¿Tienes alguna idea del infierno que pasamos sabiendo que estabas aquí a merced de esos buitres? No tienes ni idea de cuántas veces quise venir y quemar toda la maldita ciudad si eso significaba que estarías con nosotros.

—¿Por qué no peleaste más?—por un segundo el Aemond frente a ellos era el Aemond de cinco años que lloraba cuando lo tenían que dejar atrás. —No quería estar aquí, quería estar con ustedes, ¡Con mi familia! ¡Con mis padres!

Lágrimas mojaron las mejillas de Cerys, pero las limpió cuando escuchó pasos acercándose.

—¿Crees que no intenté? ¿Por qué crees que nunca regresé?—La respiración de Daemon era pesada. —Viserys me amenazó con desterrarme si seguía insistiendo, preferí poder verte de vez en cuando a no verte nunca más, ¡Eres mi hijo!

—¡Tuve que crecer sin un padre!—Aemond se sacudió intentando alejarse una vez más—¡Los necesitaba!—su ojo se movió hacia su madre. —Todas las noches lloré por ustedes y nunca volvieron.

Cerys evitó la mirada de Aemond y se fijó en el final del pasillo donde Alicent, Rhaenyra, Otto y Helaena miraban la confrontación.

—Daemon, déjalo ir—pidió a su esposo.

—No—se negó, pero aún así lo dejó ir—. Se acabó, Aemond va a regresar con nosotros a Dragonstone.

—No—ahora fue Aemond quien se negó—, quiero regresar, pero no puedo—su ojo fue hacia el final del pasillo notando la presencia de los demás—. El rey está muy débil, si algo le sucede yo mismo iré a Dragonstone a contarles.

—Me importa muy poco lo que pueda suceder—Daemon lo agarró por el cuello de su camisa—, vas a regresar con nosotros hoy mismo.

—Por los dioses—Cerys se acercó a ellos—, déjalo ir—tuvo que luchar con su esposo, pero al final logró que soltara a su hijo—. Ve con Alyssa, dile que te de algo para el golpe—con cuidado acarició la mejilla de su hijo—, no tienes que venir con nosotros si no quieres, pero recuerda que Dragonstone siempre será tu casa.

—Gracias, madre—susurró bajando la cabeza—. Padre—murmuró pasando junto a Daemon.

Cuando desapareció por el pasillo Daemon lanzó una maldición en alto valyrio y se fue hecho una furia. Rhaenyra y los Hightower se acercaron con pasos indecisos, mentalmente Cerys regaño a Daemon por causar semejante escena en medio del pasillo.

—Lamento eso—se disculpó mirando a Alicent sobre todo—, estaban algo tensos.

—Le dije a Alicent que llevaríamos a los niños a Dragonstone y regresaremos en dragón—le avisó Rhaenyra.

—Claro, está bien—asintió—. Tengo que avisarle a Haizea, si me disculpan.

No espero ninguna respuesta, simplemente se alejó por el pasillo bajó la mirada llena de odio oculto de Alicent y Otto. Helaena bajó la mirada a su vientre y se despidió diciendo que debía hacer algo, la princesa solo alcanzó a girar en el pasillo cuando Alyssa apareció de entre las sombras.

—¿Qué sucede?—preguntó con urgencia.

—Va a pasar—susurró Helaena—, hoy fue la última noche.

Alyssa parpadeó y asintió. Minutos después se encontró metida en uno de los pasadizos secretos de la fortaleza hablando con una de sus espías,

—Debes poner todo el contenido en la copa de Larys Strong—le instruyó Alyssa—, cuando veas el dragón volar por la ventana.

—¿Es un acertijo?

—No, es literal, cuando veas un dragón volar por la ventana debes matar a Larys Strong—sacó otro frasco—. Aumenta la dosis de Otto, tres gotas por día.

—¿Por qué no solo matarlo?

—Porque quiero que me vea a los ojos cuando descubra que ha estado siendo envenenado y que fue una niña quien lo hizo todo—la mujer la miró con algo de admiración—, quiero ver como pierde la cabeza mientras destruimos todo lo que ha construido.

—¿Destruimos?

—Mi madre y yo—Alyssa sonrió—. Ahora, solo haz lo que te digo y mantenme informada.

Esa noche la familia abandonó King's Landing seguida de sus dragones, en el fondo Cerys esperaba que Aegon luchará por no ser coronado, una parte de ella aún confiaba en que su hermano no iba a traicionarla de esa manera. Sin embargo, solo el tiempo diría si realmente habría una guerra o no.

■■■■

NOTA:

Creo que este es el capitulo más largo de la historia, 5129 palabras, hasta yo me sorprendo.

Y, bueno, muchas cosas pasaron...si tienen alguna pregunta no duden en hacerla.

Cerys queriendo paz, pero a la vez planeando una guerra, perooo a la vez no queriendo creer que Aegon la podría traicionar, soy yo con mis indecisiones.

Hablemos del enfrentamiento de Daemon y Aemond...casi me pongo a llorar escribiéndolo, Aemond no merecía sufrir, pero era necesario para la historia, les prometo que escribiré una donde no sufre.

¿Creen que si habrá guerra como Cerys y Alyssa lo están prediciendo o solo será un susto?

El siguiente capitulo será como un show de medio tiempo lleno de fluff (y una pizca de angst) sobre la infancia de Cerys porque me da miedo llegar a los eventos del episodio diez. POR CIERTO, RECUERDEN QUE HARWIN ESTÁ VIVO, PRONTO VA A REGRESAR.

Espero les haya gustado, gracias por leer, lu.

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