primera parte

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Miraba el diminuto vaso como si fuese lo más interesante que hay en todo el bar. Como si no hubiese un montón de chicas, y chicos, con ganas de tirárseme encima y también como si fuese mejor opción que ir a despejar tu mente en la pista de baile.

Beber por desamor siempre me pareció una ridiculez, pero mírenme, aquí estoy yo, Christopher Bang Chan, ahogándose hasta quedar hecho mierda por algunos vasos de licor puro, y sin acompañante. Viéndose totalmente patético y vulnerable.

Dios santo, si me hubiesen dicho que terminaría de esta manera, a quien sea que me lo contase le vería como un completo demente.

—Otro de lo mismo — de inmediato un chico de baja estatura y ojos claros acata mi orden, trayéndome el pequeño vaso rebosado en whisky. Tal vez ya he llevado mucho tiempo en este lugar, pero, aun no logro olvidar mi motivo principal de venir.

La típica tragedia de parejas me persigue, mi novia -pronto exnovia oficial- me montó los cuernos con otra persona; su mejor amiga. Lo primero que me paso por la mente fue, que en realidad yo era una fachada. Y las palabras de Haneul me lo confirmaron. Yo nunca llegue a pensar que Sihyeon no era feliz conmigo, o que todo lo que pasamos juntos fuese fingido. Pero como ya vemos, la vida te puede dar sorpresas que no querías recibir.

Muevo el líquido en el vaso, antes de suspirar y pasarlo de un solo por mi garganta, sintiendo el ardor que me hace subir la temperatura del cuerpo. Con cada trago que pido y tomo, comienzo a convencerme de que quizá emborracharse por una infidelidad no sea tan absurdo, todo tiene que ver desde el punto de vista. Siendo yo un novato en esto de los engaños amorosos, llego a mentalizarme que es una maravilla... sin preocuparme por el asegurado dolor de cabeza que me ganaré desde que despierte -sino es que antes-.

—Una de Smirnoff, por favor.— El barman repite lo que hizo conmigo unas diez veces y le entrega su pedido a la persona junto a mí, que por su voz, deduje que es un chico.

Mi rostro se ladea hacia el lado derecho y pude confirmar mis sospechas. Era castaño, de considerable estatura y difícilmente -por la oscuridad del lugar- aprecio la sonrojes de su pequeña nariz.

Suspiro, y me pregunto si será las mismas razones mías, por las que está aquí, o quizá y solo quiera pasar un buen tiempo. Su mirada se posa en mi rostro, aunque ya yo haya apartado la mía del suyo he podido reconocer la sensación de ser observado.

Carraspeo un poco, siento mi garganta áspera, pero eso no me impide decir las siguientes palabras —Otro más.— El chico bajo me arrebata mi vaso para devolverlo lleno, y yo, ni corto ni perezoso, me lo empino y jadeo de satisfacción.

Reiterando mi pensar, no creo que una persona venga a un bar para bailar y divertirse con esas ropas; llevaba consigo una camisa que se puede confundir con facilidad por una de pijama, unos pantalones chandal y de calzados... Unas pantuflas.

De inmediato descarto la opción. Al igual que me planteo la pregunta de ¿por qué estoy interesado con las personas a mí alrededor? Se supone que he venido a beber hasta no recordar ni mi nombre, pero tal vez mi estado de borrachera sea estar más curioso que se costumbre. Puede ser, ya que justo en este momento me siento ansioso por saber si es cierto eso; en pocas palabras siento curiosidad, ya que yo he presenciado el 'yo' ebrio de mis mejores amigos; a Jisung se le suele enredar la lengua al hablar y termina diciendo disparates; Félix se acostumbró a demostrar su amor con más intensidad, haciendo que sea muy pegajoso y te ande besando las mejillas cada que puede; Minho entra en estado de timidez, lo cual es extraño porque comúnmente él está tranquilo y se muestra muy seguro de sí, pero cuando se pasa de copas lo ves siendo como un niño pequeño y asocial en una escuela nueva; en cuanto a Hyunjin, comienza a reír de todo -lo que no es sorprendente- y aún si le estés hablando de un tema serio, terminará soltando una carcajada, ya sea porque te has equivocado en una palabra o porque te ves gracioso llorando.

Lo normal es que yo no beba demás, siendo así el que se encarga de cuidarlos, pero como hoy no tengo a quién cuidar -y yo sinceramente me doy igual- creo que ya pasé el límite que me impóngo normalmente.

A diferencia de mí, no le dieron un vaso, se le fue entregada una botella de un cuarto, y lo más gracioso fue que el chico ha pedido una pajilla. De verdad es más que sencillo saber que no está acostumbrado a estos lugares, donde el alcohol es el que manda y las hormonas se disparan a mil.

Una risa nasal proviene de mi, llamando sin querer, la atención de ese niño. Porque sí, ya le he denominado como niño.

El niño no aguanta más de cinco segundos de contacto visual y ha bajado la vista, intensificando la sonrojez de su nariz, expandiéndose por sus mejillas.

Devuelvo mi mirada al frente, siendo consiente de la constante atención que le dirige el barman al niño. »tal parece niño, que alguien tiene dobles intenciones contigo«.

Carraspeo y enarco mi ceja, y de inmediato él pequeño hombre desvía hacia mí su vista. Y nota que ya yo he captado sus intenciones, le sonrío sarcástico y el hace una mueca, se encamina muy lento hacia donde estoy.

—¿Desea otro trago?— niego con un encogimiento de hombros. Él se tensa, y creo que es gracioso, no le he dado razones para tenerme. Pero, he de suponer que es por la diferencia de musculatura, que se siente intimidado.

El pequeño chico asiente, y se va de su puesto de trabajo. Ahí me permito soltar una fuerte carcajada, tan fuerte que siento que me duele la boca del estómago.

Solo espero no vomitar.

—O-Oye, ¿estás bien?— el niño me ha preguntado, con timidez e inseguridad.

Me río mucho más, y eso es gracias al pensamiento de parecer un psicópata, también por el hecho de haberle asustado.

Con la respiración entrecortada le doy su repuesta con una pregunta —¿Es que no notaste lo que sucedió, niño?—.

Él negó, cortándome la risa de inmediato. »Que niño tan despistado«

—El barman te estaba comiendo con la mirada, ¿y me vas a decir que tú no te percataste?

Vuelve a negar, solo que esta vez su mirada ha cambiado a una preocupada.

—Debes prestar atención a tus al rededores. Nunca sabes que loco te puede estar observando, y más en este tipo de lugares. Que no son recomendables para un niño como tú.

Un chico diferente al anterior se detiene frente a nosotros, con una mirada aburrida y cansada. Si no me equivoco con mis teorías, el enano ha buscado alguien que lo sustituya.

Nunca pensé que mi aura intimidara a tal grado.

—Yo no soy un niño.— la vocecita del niño me distrae de mis pensamientos llenos de gracia y orgullo.

—Pues pareces, niño.— Alzo mi brazo en dirección al nuevo barman, e inmediatamente me atiende, y trae consigo el vaso que le entregue, lleno de whisky —¿Que edad tienes?—

—No debo dar información personal a alguien que no conozco.

Resople una risa —Esta bien, niño.— sus ojitos color bruno me observaron. Y al parecer en esta ocasión si es capaz de mantener el contacto en nuestras vistas.

—Te dije que no soy un niño, y tampoco me llamo así.— se defiende, su ceño fruncido me da un indicio de como se está sintiendo.

—Pero si no sé tú nombre, por eso te llamo niño, niño.— pierdo la cuenta de los vasos que me he tomado, así que supongamos que el que pediré es el número tres. el niño aún sostiene su botella de Smirnoff, un poco más arriba de la mitad. Y está bien, porque a pesar de ser una bebida que sabe más a refresco que a alcohol, es realmente capaz de dejarte demasiado borracho.

—Ni lo sabrás. Así que deja de hablarme.— oh Dios. Le sonrío, me sello los labios como un cierre, y enarco mi ceja izquierda.

Me bebo el cuarto vasito de whisky, y jadeo. Es exquisito.

Ya sin algo que me entretenga, giro mi silla para mirar a la pista de baile. Pura gente hormonal está en éste bar; hay demasiadas escenas no aptas para menores, personas fumando, y algunas en sillones frotando sus genitales por sobre la ropa.

Miro de reojo a niño, él está muy concentrado en su pajilla... Se nota triste. De nuevo, el recuerdo de mis motivos de estar aquí me golpea fuerte, provocando que mi garganta se cerrase, y se me haga más dificultoso respirar.

Parpadeo un par de veces, intentado alejar las lágrimas amenazando por salir. Sihyeon me ha hecho sentir insuficienciente, y la estúpida de su supuesta mejor amiga me restriega en la cara su reciente relación. Es muy frustrante que me fuese infiel con una mujer. Y es porque he vivido engañado por siete meses. Ella principalmente era mi mejor amiga, el hecho de que no me tuviese la confianza suficiente para contarme sobre su orientación me duele, no más del que me hubiese ilusionado, pero igual duele.

Me levanto de la silla, encaminadome al baño del bar. Me han dado ganas de descargar tanto líquido -esta muy claro lo que haré-. Pero estoy preparándome mentalmente de conseguir por lo mínimo una o dos parejas follando, siendo esto lo normal en este tipo de establecimientos.

Me estoy sintiendo algo mareado, con náuseas, así que al ingresar en el servicio, me dirijo a los retretes y no a los mingitorios. Hago lo propio, el sonido de la hebilla metálica hace eco en el pequeño cubículo, me encargo de terminar y me arrodillo frente al retrete -no sin antes bajar la cadena- e intento botar todo lo ingerido en el día.

Pero nada.

De igual manera no dejo de esforzarme por vomitar, ya que no deseo hacerlo luego en el lugar y momento inapropiado.

Me mentalizo las asquerosidades que he logrado ver en mi vida y nada da resultado hasta que el recuerdo de mis padres teniendo sexo en mi habitación interfiere en mis ojos.

Dejo que mi boca expulse todo lo poco que comí este día. Y al terminar, corro a los lavamanos a hacer gárgaras con el agua, sin importarme menos, su lugar de origen. Con tal, más enfermo no puedo estar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro