Por un amigo

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—Tu ropa —le dijo Hilmar al día siguiente tendiéndosela. La cogió comprobando que ya no olía al humano antes de asentir.

—Pasa —lo invitó apartándose.

—¿Nalbrek?

—Regresó a su casa. Dice que tiene que preparar las cosas para el celo —le explicó sentándose en el suelo y Hilmar lo imitó.

—Les ha dicho a todos que este año te va a marcar.

—No es la primera vez.

—No es la primera vez que dice que te va a marcar, pero sí que es la primera vez que da una fecha concreta.

—Yo no pienso dejar que me marque y si yo no lo permito, él no podrá hacer nada —zanjó—. ¿El humano?

—Ayer vinieron a última hora los chicos que le quitaron la ropa con sus padres a disculparse. Vamos a tener nueces y castañas durante varias semanas —añadió.

—Pasar las próximas semanas buscando comida para otro les ayudará a reflexionar —asintió.

—Gracias por ayudar a Rishi. Aunque, al parecer, estuvisteis hablando sobre mí —lo acusó.

—¿Y quién tiene la culpa?

—Si querías saber algo, solo tenías que preguntármelo. No es ningún secreto.

—Muy bien, pues habla.

—¿Ahora?

—Ahora. Quién es ese humano y por qué quieres ayudarlo hasta este punto —exigió.

—¿Acaso no te lo contó Rishi ayer?

—Quiero oír tu explicación.

—Está bien, aunque no hay mucho que contar —comenzó rascándose la cabeza—. Solo me entregaron a los humanos, fui llevado a una casa lujosa y vendido a un hombre que bueno... no me gustaba él ni el lugar al que me llevó. Pasé las primeras semanas, encerrado, sin comer y siendo golpeado ya que no quería cambiar y no dejaba de intentar escaparme. Yo sabía que iba a morir, solo esperaba mi momento, cuando un día metieron algo en la celda donde estaba. A alguien. Los hermanos mayores de Rishi lo metieron esperando que lo matase, al menos que lo hiriese de gravedad.

—¿Sus hermanos?

—En esa casa todos estaban locos. Todos menos Rishi. Puedo contar muchas historias sobre las cosas que vi —murmuró—. La cuestión es que no me interesaba matar a un niño humano, solo quería que todo acabase, así que cerré los ojos y cuando los volví a abrir, aquel niño humano me había curado las heridas, cubierto con su chaqueta y había puesto mi cabeza sobre sus rodillas.

—Y por eso os hicisteis amigos.

—Desde luego que no. Él era un humano y yo odiaba a los humanos. Pero después de eso, él empezó a venir a escondidas y traerme comida, incluso carne cruda. A veces dejaba de venir durante días y, de repente, aparecía de nuevo con comida y con marcas de golpes. Yo sabía que él estaba siendo castigado por ayudarme, pero él nunca dijo nada, solo venía, parloteaba con independencia de que yo tuviese interés o no y me daba comida. Para cuando me di cuenta, no solo éramos amigos, sino que estábamos planeando escapar. Solo éramos dos niños fantaseando con la libertad, pero aquellos locos planes me ayudaron a soportar los siguientes meses, años, y al final lo hicimos. Nos escapamos. Por desgracia, fuimos descubiertos y nos hubiesen atrapado a los dos si Rishi no se hubiese sacrificado quedándose atrás. Fue la única vez que me mintió.

—Y por eso lo estás ayudando.

—Él salvó mi vida protegiéndome de su familia más de una vez y ayudándome a huir. Le debo demasiado para abandonarlo.

—Entiendo —murmuró disgustado—. Pero eso no cambia que es un humano en un pueblo de cambiantes. No puede estar aquí. ¿Qué pretendes hacer?

—No lo sé, pero él es mi responsabilidad. No puedo abandonarlo —respondió Hilmar después de un momento de silencio.

—Entonces pretendes mantenerlo aquí contigo —su amigo asintió—. ¿Hasta cuándo?

—Eso es algo que no he decidido.

—La época de celo está cerca y tu pareja no permitirá la presencia de un tercero, sobre todo al inicio.

—Por eso este año no participaré.

—Hilmar... —le advirtió molesto.

—Ya sé que no somos niños y que debo elegir pareja antes de que mi celo se desajuste —lo detuvo—. Pero, como has dicho, no puedo buscar pareja si él está en la casa y dejarlo solo no es una opción.

—¿Sujan sigue vigilando?

—Viene varias veces todos los días. Sé que no se atreverá a atacarnos en el pueblo, pero no se ha rendido y eso no me gusta. Si surgiese la oportunidad, la aprovecharía sin dudar. Por suerte, el olfato de los humanos deja mucho que desear.

—¿Y qué planeas? ¿Pedirle un inhibidor a Sarnat? Porque no te lo dará —le advirtió.

—Lo sé.

—Has ido a pedírselo —lo acusó.

—Este año no puedo tener el celo. Pero me dijeron que no podían arriesgarse a que, con mi edad, el celo tuviese lugar fuera de la temporada.

—¿Y qué piensas hacer?

—Irme del pueblo.

—Eso es peligroso. No puedes estar en ese estado lejos del pueblo —replicó escandalizado.

Si planeaba alejarse lo suficiente como para que no le afectase las feromonas de los demás y que así le fuese más fácil controlarse y no emparejarse, eso significaba estar solo en un estado de indefensión en medio del bosque y rodeado de animales salvajes. Un suicidio.

—No es como si tuviese muchas más opciones.

—¿Y el humano? Porque no puedes dejarlo aquí con el celo ni los demás admitirán que un humano vaya con los ancianos y los niños. No confían en ellos —le recordó.

—Lo llevaré conmigo.

—Lo vas a marcar.

—Es un humano no tiene feromonas.

—¿Y? ¿Acaso crees que eso te importará cuando estés en ese estado? Lo vas a marcar —repitió.

—No, no lo haré. Y aunque lo hiciese... — se detuvo.

—No me digas que estás planeando convertir a un humano en tu pareja.

—Desde luego que no —rechazó con vehemencia—. Tan solo...

—No puedes convertir a un humano en tu pareja —le advirtió—. No puedes hacerlo —repitió más serio.

—No te preocupes. Y ahora regreso. Gracias por ayudar a Rishi ayer —se despidió levantándose.

—Hilmar —lo llamó para detenerlo.

—No te preocupes —repitió saliendo y dejándolo solo.

¿Acaso estaba loco? ¿De verdad estaba planteándose emparejarse con un humano? ¿Cuando era un cambiante? ¿Acaso no se daba cuenta de la locura que era? Ellos no podían vivir entre los humanos, estos eran demasiado peligrosos y temerosos como para que saliese bien, incluso aquellos que lo intentaron en los límites, bien tuvieron que huir, bien desaparecieron sin dejar rastro. Y en cuanto a que un humano viviese en sus tierras, esto era tanto o más difícil, ya que ellos vivían en plena naturaleza y los humanos eran demasiado delicados para soportar esa vida durante demasiado tiempo y ¿cómo podría sobrevivir una pareja dónde uno de los dos debía sacrificar su seguridad, su salud, por el otro? Era imposible que aquello saliese bien, pero él había visto en los ojos de Hilmar que, a pesar de todo, este estaba dispuesto a intentarlo sin importarle las consecuencias. Algo que él no podía permitir.





Miró el frasco mientras el pueblo quedaba en silencio al marcharse los niños y las personas mayores. A partir de ese momento comenzaba la época de celo en el pueblo y aquella era la primera vez que él iba a participar, lo cual significaba que, la siguiente vez que despertase, tendría pareja.

Aquella era una decisión muy meditada a la que llegó después de pasar días discutiendo con Hilmar sobre la locura que era su plan, sin resultado. Aquel lobo idiota parecía estar más obsesionado con el humano cada día que pasaba y aquello fue el último empujón que necesitaba ya que, de seguir así, acabaría unido a un humano, algo que él no permitiría, mucho menos por inseguridad.

De todas maneras, su celo ese año sería muy fuerte, lo sentía, su única posibilidad de controlarlo era que le diesen un inhibidor, pero Sarnat no lo haría al ser demasiado peligroso. Ese año iba a buscar a alguien que lo marcase, a su alrededor todos le habían advertido de aquello, por lo que no podía engañarse y ya que iba a ser marcado, al menos elegiría por quién. Por eso acudió a Sarnat y este le dio un estimulador para asegurarse de que su celo era lo bastante fuerte para llamar a su pareja estuviese donde estuviese. Debía ser lo bastante fuerte como para llamar a Hilmar, no podía permitirse fallar.

Desde luego existía la opción de esconderse en el bosque y esperar que el celo acabase, pero sabía que, sin un inhibidor, aquello solo serviría para despertar emparejado con alguien de otro pueblo cuando empezase a vagar, incluso aunque superase de alguna manera el celo de aquel año, ¿de qué le serviría cuando Hilmar estuviese emparejado con el humano? Para nada. Su única opción era actuar antes de que eso pasase y asegurarse de que era marcado por la persona que su parte humana prefería.

Miró el frasco de nuevo. Por más que pensaba en su situación, a pesar de saber que era la única alternativa, no se decidía a beberlo. Tenía miedo de las consecuencias de tomarlo, el problema era que su miedo no cambiaba la realidad.

Él era un zorro, además un intermedio, eso significaba que no era como un marcado de nacimiento, mucho más tranquilos y obedientes que el resto. Temía lo que sería su vida cuando perdiese su libertad y empezase a convertirse en un marcado, además por un lobo alfa. Era cierto que todos decían que seguían siendo ellos mismos, que no cambiaban ya que solo era una tendencia, pero no implicaba obediencia. Pero también sabía que aquello no era del todo cierto y es que era muy fácil saber quién era el marcador y quien era el marcado, cuanto más tiempo pasaba desde que se creó el vínculo, más fácil era saberlo. Y él no sería una excepción si lo marcaban, se adaptaría de manera natural, sus instintos se ocuparían de ello.

Se regañó. Él sería marcado por Hilmar, alguien que conocía desde niños y en quien confiaba, por lo tanto, se sentía seguro sobre formar un vínculo con él. Y sobre la posibilidad de ser marcado por alguien más... Ninguno de los inútiles que no tenían pareja le gustaba a su parte animal y eso significaba que, en caso de querer marcarlo, se desharía de ellos. Sabía de conejas que habían pateado a osos macho antes de desaparecer corriendo y es que el instinto en ese caso se imponía y era casi imposible marcar a alguien que no quería. Tenías que dejarlo en muy mal estado para lograrlo.

Tan solo una persona le preocupaba. Y aunque la lógica le decía que no tenía motivos para hacerlo, ya que no le gustaba, su parte animal estaba haciendo sonar todas las alarmas que tenía a su alcance y aquello le daba mala espina ya que significaba que su parte animal estaba confirmando que lo aceptaría como su pareja en caso de tenerlo cerca durante el celo a pesar de lo que decía su parte humana.

Su parte animal no podía hacerle eso.

Se restregó el pelo frustrado antes de suspirar mirando el frasco.

No podía engañarse sobre el hecho de que aquel lobo idiota era un riesgo. La cuestión era ¿qué haría? ¿Renunciaría a tomarse el activador e intentaría controlarse aquel año también? ¿Se arriesgaría a que Hilmar marcase al humano? ¿O se lo tomaría y se arriesgaría a emparejarse con otro? Debería haber hablado con el humano para explicarle cómo lo hacían los lobos. Estaba seguro de que habría huido de saberlo, pero Hilmar nunca le dio la oportunidad de hablar con el humano después de encontrarlo en el río.

Aquel lobo idiota lo rompería al copular con él.

Se regañó. No lo rompería, solo lo dejaría en muy mal estado y acabaría unido a un humano del que apenas sabía nada cuando era un lobo, destrozándose la vida por un error mientras él acabaría unido al año siguiente a alguien por quien no sentiría nada.

Por lo tanto, solo podía hacer una cosa, pensó apretando el frasco antes de levantarse.

Apuró lo último que quedaba del frasco bebiéndoselo sin pensar antes de dejarlo con su ropa en el escondite que había preparado. Hasta ahora, lo único que podía decir del estimulador es que era amargo y que el sabor que dejaba parecía negarse a desaparecer. Lo mismo que cualquiera de las medicinas que Sarnat les daba.

Respiró hondo antes de cambiar a su forma animal olfateando el aire. Solo debía acercarse y Hilmar respondería a su llamada. El problema era que la noche anterior, aquel lobo desapareció con el humano, alejándolo de la locura en la que se convertiría el pueblo aquel día. Y dado que él no quería perder el tiempo arriesgándose a que, mientras lo buscaba, marcase al humano, ni quería que su parte animal se cansase de buscar a Hilmar y eligiese a otro habitante del pueblo, en especial si ese otro era Nalbrek, salió del pueblo en la dirección en la que suponía que habría ido su objetivo hasta que encontró su rastro, deteniéndose para tomar el estimulador.

No es que le agradase tener su primera experiencia en medio de la nada, pero ellos no recordaban aquella primera vez por culpa del exceso de feromonas, así que podía pasar aquel detalle por alto. Sin embargo, sus feromonas sí que afectaban a otros animales, por eso había cambiado a su forma animal, tanto porque le facilitaba encontrar a aquel lobo estúpido, como porque evitaba acercamientos indeseados.

Aun así, el tiempo era algo que jugaba en su contra, por lo que comenzó a seguir su rastro y el del humano trotando sin notar nada especial, hasta que empezó a sentirse confuso por lo que sacudió la cabeza varias veces en un intento de centrarse, pero fue inútil. Se detuvo en un claro recuperando su forma humana mientras las ideas se iban volviendo más vagas a medida que el estimulador dormía a su parte humana para dejar que su parte animal tomase el control y buscase a su pareja. Sintió algo y, aunque supo que era miedo, no consiguió sentirlo del todo ya que su parte animal, que era la que ahora dominaba, no lo sentía. Por el contrario, estaba excitada al poder llamar a su pareja, al sentir su respuesta y poder establecer un lazo con él. Su último pensamiento consciente fue desear que aquella parte no le fallase al resto.





Dawi está a punto que elegir a su pareja 😉

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