Segunda camada

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—Solo dímelo cuando salgas a cazar. Esperaré un tiempo prudencial e iré a tu casa— le explicó mientras avanzaba de regreso junto con Hilmar.

—¿Y podrás ir? —le preguntó Hilmar malévolo.

—Sigue —lo animó—. Me vendrían bien más conejos —admitió moviendo los cuatro conejos que llevaba al hombro.

—Ya te he dado suficientes conejos —rechazó Hilmar.

—Nalbrek —lo saludó acercándose al verlo—. Pensaba que habías regresado.

—Os estaba esperando —negó tendiéndole su ropa.

—Gracias —le agradeció cogiéndola mientras le daba los conejos.

—¿Y la mía? —inquirió Hilmar.

—Ni idea —contestó Nalbrek.

—Iré a buscarla antes de que la encuentren los niños del pueblo. Ya tengo suficientes nueces —murmuró cambiando a su forma animal y perdiéndose en el bosque.

—¿Y esto? —le preguntó Nalbrek mirando los conejos.

—Mi pago por no metérsela a Hilmar.

—Para ser algo imposible de hacer, te ha pagado muy bien —murmuró levantándolos mientras él comenzaba a vestirse.

—Tiene un agujero, eso significa que se pueden meter cosas.

—Es un lobo alfa que ya ha marcado a alguien. Habría acabado con cualquiera, mucho más con un zorro marcado.

—Si no quieres los conejos... —asintió alargando la mano.

—Yo no he dicho eso —negó Nalbrek apartándolos—. Daremos dos al pueblo y los otros dos los asaremos —decidió Nalbrek.

—Eso nos librará del tributo durante seis días —se mostró de acuerdo.

En los pueblos, los carnívoros eran los encargados de conseguir la carne para todos ya que, si bien los herbívoros no comían carne de manera directa, enfermaban si su dieta se limitaba a frutas y verduras, por eso solían tomar una sopa hecha con carne y verdura prescindiendo de la carne. Lo contrario que ellos, que no solían comer verdura de forma directa, por lo que comían aquella sopa, pero sin las verduras. Por eso la sopa se hacía una vez al día para todos los habitantes del pueblo, yendo por turnos el proporcionar los ingredientes. Los carnívoros la carne, los herbívoros, las verduras y luego cogiendo cada uno los elementos que podían comer. Una forma de minimizar el desperdicio de comida.

—Y con esto, me he puesto al día con mis deberes —asintió satisfecho comenzando el regreso.

—¿Deberes? —le preguntó Nalbrek mirándolo.

—Sobre la comida. Durante estas últimas semanas tú has sido el único que ha traído comida a casa, de manera que tenía que compensarlo. Y gracias a Hilmar, podré hacerlo sin esfuerzo —añadió.

—No es necesario que lo hagas.

—Sí, ya sé que eres un lobo alfa y que estos tienen el instinto de proveer de comida al resto y todo eso —lo detuvo—. Pero yo soy un zorro, no me quedaré esperando en casa a que traigas comida. Si querías eso, deberías haber elegido a un herbívoro, no a mí.

—Yo no te elegí, eres mi pareja —lo corrigió Nalbrek

—Como sea. No permitiré que mis instintos se atrofien hasta ese punto —le advirtió—. Y ahora la explicación —exigió.

—¿Explicación? —respondió Nalbrek sin comprender.

—Sí. La explicación sobre por qué siempre dices que estamos unidos, qué es esa tontería de que somos pareja. Cómo sabes quién va a ser la pareja de las personas y, sobre todo, cómo podías encontrar mi tabla cada año.

—Es un poco difícil de explicar —comenzó después de un momento de silencio.

—Inténtalo —lo azuzó.

—Eres demasiado exigente cuando tú aún no me llamas Nal.

—Dímelo, Nal —se obligó a decir.

—Está bien —murmuró.

—¿Me lo vas a decir o no? —lo azuzó exasperado al ver que no comenzaba a pesar de que ya estaban cerca del pueblo.

—Yo solo... lo veo —dijo por fin.

—¿Puedes verlo? —Nalbrek asintió—. ¿Con quién está unida cada persona? ¿Como una cuerda o algo así?

—No, es... —se detuvo—. No puedo explicarlo, no hay nada que se le parezca, es como... como intentar explicarle a alguien que nunca ha visto el agua como es —prosiguió mirándolo—. No hay nada que pueda usar como ejemplo, solo... solo la gente está unida con otras personas.

—Su pareja.

—No solo su pareja. Puedo saber si son padres e hijos, hermanos, amigos... aunque la gente no parece haberse dado cuenta cuando lo decía.

—¿Y si puedes verlo por qué no contestabas siempre que te preguntaban?

—Porque no es tan fácil. A veces la otra persona no está presente y no puedo verla, otras veces solo no hay nada o desaparece. Muchas de esas uniones no son estables, aparecen y a veces se hacen más fuertes mientras otras veces se hacen más débiles hasta desaparecer debido a las decisiones que tomamos. Pero la nuestra siempre fue fuerte —añadió.

—Sí, claro —asintió haciendo un gesto despectivo—. ¿Y desde cuándo puedes verlo?

—Desde que recuerdo. Yo pensaba que todo el mundo podía hacerlo, luego mi tío me explicó que no todos podían y que debía tener cuidado con lo que decía, porque podía molestar a la gente o causarles problemas.

—Te lo podría haber dicho antes de que anunciases que estábamos unidos —se lamentó.

—Esta es mi relación, así que siempre he pensado que está bien decirlo.

—No, no está bien. ¿Entonces es una capacidad de tu familia? —le preguntó mirándolo.

—Algo así. Mi madre también lo veía, pero no la conocí, así que no sé demasiado. El único con quien puedo hablar es mi tío, pero dado que él no puede verlo ni era cercano a mi madre o a su rama de la familia, no sabe demasiado.

—¿Acaso no es tu tío? Porque si lo es, eso significa que es hermano de tu madre —le recordó.

—En realidad mi madre y él eran primos y solo se volvieron cercanos en los últimos años de vida de mi madre. Por eso, al morir ella, se hizo cargo de mí.

—¿Y tu padre? —Nalbrek negó.

—Mi madre nunca le dijo a nadie quién era mi padre —murmuró—. Y dejemos la charla por ahora —lo detuvo antes de poder seguir preguntando.

—Para una vez que consigo enterarme de algo de tu familia... Pero está bien, tendremos tiempo después —aceptó. No le hacía falta su vínculo para saber que aquel era un tema difícil para su pareja, por lo que necesitaría tiempo—. Es sorprendente tu capacidad —retomó el tema—, pero eso no explica cómo eres capaz de saber cuál es mi tabla —añadió pensativo.

—Es como el vínculo, pero también funciona con las cosas. Si es algo muy importante para ti y me centro, puedo encontrarlo.

—Vaya. La próxima vez que pierda algo en el bosque, te llamaré para encontrarlo.

—He dicho algo muy importante.

—Y lo será —le aseguró cuando se detuvo al escuchar un escándalo en el pueblo—. ¿Qué pasará?

—Karima —murmuró Nalbrek.

—¿Cómo lo sabes?

—Siento su olor, está muy activo por algo. Creo que ha vuelto a meterse en problemas y grandes, además.

—Sus hijos se escaparon —asintió al recordarlo.

—Es más que eso. Karima está a punto de entrar en pánico y huir del pueblo.

—Eso puede ser peligroso. —Un conejo segregando feromonas de miedo mientras huía de un pueblo donde los cazadores acababan de terminar la época de celo era una invitación al desastre.

—Será mejor ir a averiguar qué está pasando.

—Estoy de acuerdo.

Avanzaron con rapidez hasta la casa de Karima, deteniéndose al encontrar a todo el pueblo allí rodeando la casa mientras Baem emitía un aura nada tranquilizadora. Estaba enfadado y mucho. Nunca lo había visto así, ni siquiera cuando los niños ratón tiraron el jarrón de miel que llevaba guardando tres años al intentar robárselo.

—¿Te das cuenta de la situación? —estaba preguntando Baem con un deje de amenaza tal que incluso él tragó saliva en seco mientras se acercaba sin pensar a Nalbrek, el cual hacía evidentes esfuerzos para no empezar a gruñir.

—Yo... —murmuró Karima incapaz de moverse.

—¿Tú qué?

—Yo... —lo intentó de nuevo.

—Lin está embarazada por segunda vez en su forma animal a pesar de que no ha pasado ni un mes desde que nació la camada.

—Es que las últimas semanas no pudimos hacerlo y... —comenzó el conejo.

—¿Y? —lo interrumpió Baem haciéndose más grande—. Fuisteis vosotros los que lo hicisteis en la forma animal a pesar de estar prohibido y aun así permitimos que naciesen ¿Y así es cómo nos lo agradecéis? Teniendo una camada un par de meses después.

—Pero los conejos...

—Los conejos nada. No podéis comportaros como los conejos normales, para eso deberíais ser como ellos, vivir en la naturaleza, sin medicinas, en cuevas y siendo cazados, porque no hay pueblo que resista que nazcan cuatro camadas de diez crías al año. Es demasiado.

—Lo sé y esto no se volverá a repetir —le aseguró Karima.

—Puedes estar seguro —asintió Baem cuando, de repente, se volvió hacia los demás—. Mañana habrá reunión del pueblo, aseguraos de acudir, sobre todo los conejos. Karima, vamos —le ordenó entrando y este lo siguió dentro mientras los comentarios comenzaban.

—¿Cómo ha podido pasar esto? —murmuró sorprendido.

—Los dos hijos de ese conejo volvieron a destrozar el huerto de Marla —le explicó una mujer ardilla y él asintió. Escuchó a Nalbrek decir que esta fue en varias ocasiones a quejarse a Baem porque los hijos de Karima entraban en su propiedad, comiendo todo lo que encontraban y destrozando lo demás y aunque el conejo siempre aseguraba que lo arreglaría, al final eran los vecinos los que debían ayudar a la anciana tan solo para que los gazapos hiciesen lo mismo pocos días después, a veces al par de horas. Ahora entendía a dónde se dirigían aquellas dos crías cuando las vio—. Cuando ese vago llegó, los cogió, como siempre, sin escuchar lo que le estaban diciendo, pero esta vez Baem fue con él para poner una tabla en la puerta y evitar que los gazapos se escapasen de nuevo. Mientras iban, Karima estaba muy nervioso.

—Hasta yo lo olí a pesar de estar en mi casa cocinando —confirmó otra mujer ardilla uniéndose a la conversación—. Era evidente que ocultaba algo.

—Esos conejos no son buenos ocultando cosas.

—Estaba ocultando el embarazo de Lin —intervino él para que la conversación no se desviase y las dos se volvieron hacia él asintiendo.

—En cuando entró, fue evidente por el olor. No entiendo en qué estaban pensando esos conejos, ¿acaso pensaban ocultar una camada entera?

—Lo que no me puedo creer es que ya esté embarazada cuando acaba de dar a luz a diez hijos. Si hubiese quedado embarazada en su forma humana, aún estaría embarazada del primero, como mucho de gemelos. Pero así serán entre quince y veinte y en medio año.

—Espero que Baem tome medidas esta vez. ¿Acaso se creen que ellos son los únicos que pueden tener hijos aquí?

—Los conejos siempre son así. Tienen hijos sin control y luego esperan que los demás pasemos hambre para que ellos puedan alimentar a sus camadas.

—Pues yo no voy a aceptar que les reduzcan la comida a mis hijos solo porque ellos quieran saltarse las leyes y hacerlo en su forma animal.

—Los conejos son esa clase de gente, siempre actuando como animales y escudándose en su instinto, como si los demás no lo tuviésemos también.

—Muchas gracias por la información —intentó decir mientras aquellas mujeres seguían hablando.

—Me alegro de no ser un conejo —prosiguieron con su charla mientras más personas se unían a sus quejas sin prestarle atención, por lo que se volvió hacia Nalbrek

—Al parecer Karima se ha metido esta vez en un problema muy grande —murmuró mirando hacia la casa de este, desde donde salían voces agitadas.

Tal y como dijeron esas mujeres, siempre surgían conflictos con los conejos por su gran fertilidad, aumentando su número sin control en poco tiempo y convirtiendo la comida en un problema que debían enfrentar todos y aunque aquel pueblo era nuevo, gracias a los conejos y su gran cantidad de hijos estaban cerca de su límite. El problema era que, tan cerca de las montañas, nadie quería embarcarse en la ardua labor de fundar un nuevo pueblo, ni siquiera los conejos. Aquella tensión subió muchos grados cuando se supo que Lin estaba embarazada en su forma animal a pesar de todas las advertencias que recibieron desde su infancia y la mayoría de los herbívoros exigieron que fuesen expulsados del pueblo por su irresponsabilidad, pero las familias de ambos intercedieron. Aquello, unido a que tanto como Lin y Karima se comprometieron a que no habría más embarazos y a que controlarían a los gazapos, hizo que Baem les permitiese quedarse.

Y allí tenían el resultado de aquella amabilidad: un nuevo embarazo múltiple cuando los gazapos apenas comenzaban a andar, lo cual significaba que, a pesar de sus promesas, copularon apenas un par de días después de que naciesen los gazapos. ¿Tanto les costaba controlarse? Porque eran conejos, además con hijos, no lobos en su primer celo. Su parte humana debería tener suficiente control para evitar aquel tipo de conductas.

—Karima se marchará de aquí —sentenció Nalbrek avanzando.

—¿Sus vínculos? —le preguntó siguiéndolo.

—Están todos rotos, no está unido a nadie.

—¿Qué está roto? ¿Y qué ha pasado? —intervino Hilmar acercándose—. Esos niños estaban causando muchos problemas —asintió cuando ellos acabaron de explicárselo—. Ayer se comieron todas las verduras que tenía preparadas y aunque hablé con Karima, este me dijo que no debería importarme tanto compartir cuando él tenía diez hijos y yo ninguno.

—No entiendo por qué debes tú hacerte cargo de que él haya preferido tener diez hijos de una vez a pesar de las advertencias —murmuró.

—Yo tampoco. Los conejos están metidos en un buen problema por culpa de Karima y Lin esta vez —añadió mirando la cabaña.

—Esto ya no es solo un problema de Karima, fueron los conejos los que convencieron a Baem y al resto del pueblo de que no castigasen a Karima y a Lin y les permitiesen quedarse aquí con todos sus hijos. Y fueron ellos los que evitaron que Karima y Lin fuesen separados al nacer los gazapos ya que decían que Lin necesitaría ayuda y, como resultado, tenemos un nuevo embarazo en su forma animal —terció Nalbrek.

—Nejil no se veía muy feliz —asintió él.

Nejil como la coneja más vieja del pueblo, era considerada como la líder de los conejos, haciéndose cargo de los problemas que surgían entre ellos o causaban con otros animales. Todos sabían que, si pasaba algo con un conejo en el pueblo, con quien debían hablar era con ella.

—Ni ella ni nadie —confirmó Hilmar—. Demasiados problemas causados por Karima en tan poco tiempo y aunque la época de celo le ha permitido un descanso, al parecer ha llegado la hora de que haga frente. ¿Iréis mañana?

—Por supuesto. Los conejos son un tercio del pueblo, debemos saber lo que va a pasar con ellos. ¿Y tú?

—Me gustaría ir, pero hay un problema.

—Sujan —adivinó y Hilmar asintió.

—Es una ocasión demasiado buena y sé que no la dejará escapar. Por eso quería pedirte si podías quedarte con Rishi—añadió.

—¿Parezco un niñero?

—No, pero pensé que podrías aprovechar y hablar con él. Te pagaré —le aseguró.

—Acabas de darme cuatro conejos —rechazó.

—¿Pescado?

—¿Por cuidar de un humano durante varias horas para protegerlo de un oso? Puedo conseguir el pescado de las ardillas por un par de trozos de cuero.

—No sabemos si Sujan vendrá.

—Eso es cierto, pero si no existiese esa posibilidad, no estaríamos aquí hablando. Y si viene, quien tendrá que detenerlo seré yo. No haré algo así por un par de peces.

—¿Y un ciervo? La piel te permitirá hacer una manta nueva para el invierno y puedes secar la carne —le ofreció, así que se volvió hacia Nalbrek.

—No es un mal trato —asintió este.

—Muy bien, me haré cargo del humano, pero quiero el ciervo en la próxima semana y un resumen detallado de lo ocurrido en la reunión. Y mi conejo.

—Muy bien —aceptó Hilmar—. Sale muy caro pedirte favores, ¿sabes?

—Eso te pasa por elegir a un humano como pareja. Y ahora regresemos a casa, tienes que preparar la comida antes de copular —le recordó a Nalbrek.

—¿Todavía no está consolidado vuestro vínculo? —les preguntó Hilmar.

—Lo está. Pero se siente bien cuando me la mete —añadió marchándose.






Por fin puedo decir que la habilidad de Nal, la heredó de su madre y que esta siempre ocultó quién era el padre porque... bueno, lo averiguaréis en el segundo libro. Ah, y que Nal no es el único interesado en fortalecer el vínculo  🤭

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