Llegada a Gammal

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—Mi cabaña —se lamentó.

—No te preocupes, a la vuelta, aún estará ahí —le aseguró Nalbrek consolador mientras avanzaban por el bosque con él sobre el lomo. Otra vez le tocaba ser parte del equipaje.

—Pero hay dos familias viviendo ahí. Dos. Cuando volvamos todo estará roído y olerá a conejo.

—Se comprometieron a devolver la cabaña tal y como la encontraron —le recordó.

—Son conejos —replicó él molesto—. Incluso es posible que no nos la devuelvan nunca —prosiguió.

—Es solo un préstamo, os la devolverán —le aseguró Baem que corría un poco más adelante.

—Como si pudieses echar a unos gazapos de su casa. Tendremos que vivir en las cuevas en invierno —siguió quejándose.

—No te preocupes, yo los echaré en caso de necesidad —le aseguró Nal.

—Más te vale, porque en invierno no pienso quitarme ni una prenda de ropa salvo que sea en una cabaña bien construida y frente a más que una generosa chimenea —le advirtió.

—Recuperaré la cabaña en caso de que se nieguen —repitió el lobo serio de repente.

—No será necesario —repitió Baem—. Además, debemos expulsar a los humanos antes de la llegada del invierno o muchos morirán.

La zona cerca de la frontera con los humanos era la más rica, lo cual significaba grandes huertos, caza abundante, pueblos grandes llenos de cambiantes, pero por culpa de los humanos estos huyeron a las zonas más remotas, mucho más seguras, pero también lugares donde apenas si podían sobrevivir sus habitantes. Mucha gente viviendo en una zona que no estaba preparada para eso, como demostraba que, a pesar de que ya había suficiente comida almacenada para sobrevivir al invierno, no era suficiente para la gente que se encontraba en el pueblo en esos momentos. Y si cazaban demasiado, los animales salvajes se volverían contra ellos y el año siguiente habría escasez. Y todo por culpa de los humanos.

—Los expulsaremos —aseveró Nalbrek.

—No nos queda más remedio —murmuró él.





—No es lo que esperaba —admitió.

—Concuerdo —asintió Nal.

—Pero tampoco puedo decir que me sorprenda.

—Estoy de acuerdo.

—¿Y todo lo que se dice de Gammal?

—La gente exagera en los cuentos —le recordó Nal.

—Hemos pasado de un templo construido sobre un lago en el interior de una cueva a un puñado de piedras grises en medio del bosque. Lo único que se mantiene es que estamos en medio de ninguna parte.

—Si no llega a ser porque el grupo que nos encontramos sabía la ubicación, no lo hubiésemos encontrado —asintió Nal.

—Al menos hay poca gente aún —se consoló y es que aquel lugar parecía desierto excepto por el grupo que se encontraron y otro que estaba allí y con el cual estaba hablando Baem para obtener información sobre qué hacer ahora. Al menos no había lobos en los alrededores.

Vio como el oso se despedía del grupo, el cual se dirigió a la montaña, así que lo miraron expectantes mientras se acercaba.

—Tenemos que esperar a nuestro guía, él nos llevará a Gammal —les explicó cuando se acercó.

—¿Entonces esto no es el templo de Gammal? —le preguntó y Baem negó.

—Es imposible llegar al templo si no conoces su ubicación, por eso se eligió este punto de reunión. Normalmente tendríamos que avisar de nuestra llegada, pero dada la situación, los guías bajan periódicamente y se llevan a los grupos que esperan.

—¿Y cuánto hay que esperar? —preguntó Nal.

—No mucho, así que sugiero que descansemos. Al parecer, a la gente que vive en Gammal no les agradan los visitantes y es mejor que no te dejen atrás —les explicó el oso.

—Entonces, comamos un poco mientras descansamos —propuso Nal y todos se mostraron de acuerdo.





Según su tradición, Gammal fue erigido por humanos antes de que estos fuesen expulsados del país y, como todo lo construido por estos era demasiado... todo. Demasiado lejos de cualquier parte, demasiado difícil de encontrar, demasiado adornado, demasiado pequeño... Humanos.

Aquel decrépito templo de piedra que se usaba, como mucho, una vez por generación fue construido en honor a los cuatro elementos, por eso se ubicó sobre una isla en un lago situado el interior de una gran cueva natural cuya parte superior estaba coronada por una abertura natural que hacía que el aire soplase de manera constante. Eso significaba que faltaba el fuego, pero, al parecer, los humanos, creativos como siempre, solucionaron el problema instalando pebeteros que brillaban sin descanso.

Y la razón por la que un lugar así fue dejado de lado y solo se usaba en situaciones como aquella era porque estaba en el interior de Gammal, la montaña más alta de su país, en medio de la nada, siendo imposible de encontrar en medio de todos los pasos idénticos que cortaban la montaña, salvo que supieses donde estaba. Una defensa natural que era completada por una puerta de metal que cerraba la cueva y el hecho de que la parte de arriba era inaccesible para cualquiera gracias a las paredes verticales y los fuertes y cambiantes vientos. Se decía que ni las aves se arriesgaban a volar cerca de allí.

Por eso, cada vez que algo amenazaba a los cambiantes, los lideres de las diferentes regiones se reunían allí para decidir el curso de acción. Dado que aquel lugar quedaba lejos de todo y de todos, era imposible acusar a nadie de que la elección de aquel lugar los beneficiaba. Salvo que el viajar durante días, llegar a las discretas ruinas que señalaban el camino de entrada, y seguir a un hermético guía a través de laberínticos pasillos en su forma humana con todo el equipaje mientras subían rodeados de paredes blanquecinas y precipicios pudiese suponer un beneficio.

Y ahora ellos eran uno de los grupos que se dirigían hacia el templo siguiendo las indicaciones de uno de los guías. Guía que los predecía desde hacía más de seis horas sin decir una palabra mientras subía, bajaba y giraba hasta tal punto que no estaba seguro de dónde estaba su propia región, pero se negaba a hablar. Si aquel mono podía avanzar sin hacer un solo sonido desde que salieron, él también.

Sintió la diversión de Nalbrek pero la ignoró. Nalbrek era medio águila, lo cual quería decir que le gustaban las alturas, sobre todo las montañas como aquellas, no como Baem y él, que se sentían intranquilos lejos de los árboles que los protegían.

—Hemos llegado —anunció su guía señalando un desvío casi invisible en el camino antes de darse la vuelta para regresar. La segunda frase que decía después de su "Vamos" inicial. Debía ser el alma de las fiestas con su conversación.

—Sigamos —ordenó Baem entrando por la estrecha garganta y ellos lo siguieron en fila con Nalbrek cerrando la marcha hasta que el pasillo se ensanchó de repente pudiendo ver bajo ellos una explanada repleta de cambiantes que se extendía hasta la pared vertical que se veía al otro lado. Levantó la cabeza mirando hacia arriba, pero se dio por vencido. Estaban demasiado cerca.

—Impresionante —escuchó a Nalbrek que miraba hacia arriba y aunque en condiciones normales, solo pensaría en lo raro que era su compañero, ahora sabía lo que estaba pensando: lo que se sentiría al saltar desde allí para planear hasta el bosque que los rodeaba.

—Bajemos —los azuzó Baem, que estaba comenzando a hacerlo por un estrecho camino que apenas se intuía entre las rocas, así que lo siguió mientras Nalbrek se mantenía detrás. Al parecer quería vigilarlo por si resbalaba, algo que le agradecía ya que los zorros no eran buenos andando por lugares así.

Siguió avanzando y resbalando hasta que, al llegar abajo, fueron recibidos por dos grandes osos que se acercaron a ellos, así que se quitaron la ropa cambiando a su forma animal antes de hacer las presentaciones, tras lo cual se les indicó que se acomodasen, así que buscaron un hueco en el escaso espacio libre para acomodar sus cosas y sentarse a descansar.

—¿Carne? —le preguntó Nalbrek tendiéndole un poco.

—Gracias —aceptó cogiéndola comenzando a mordisquearla. Desde que comenzaron a bajar, el viento se fue volviendo cada vez más fuerte hasta que al llegar a la explanada movía su pelo con fuerza. No era tan fuerte como para ser peligroso, pero si lo suficiente como para que todos los que lo rodeaban tuviesen el pelo férreamente recogido y la ropa bien atada para evitar que les estorbase.

—Bienvenidos a Gammal —saludó un hombre de porte elegante acercándose, por su olor un cisne.

—Gracias por el recibimiento. Soy Baem y estos son mis acompañantes, venimos de la región de las dos hermanas en representación de sus pueblos.

—Les estábamos esperando. Si hace el favor de seguirme, le presentaré a los demás representantes —le pidió y Baem lo siguió, alejándose ambos hacia las grandes puertas abiertas que había en la pared que vieron al llegar. Debía admitir que le parecerían enormes si no fuese por la muralla de Narg. Ahora entendía de dónde sacaron los lobos la idea. Olfateó comprobando que había algunos lobos cerca. Al parecer ya estaban allí.

—¿Crees que nos causarán problemas? —le preguntó a Nal consciente de que este también los había olido.

—No los percibo como peligro, aunque no sé si es porque sienten que la amenaza de los humanos es mayor y te están dejando para después o porque la sensación de peligro que siento desde que todo esto comenzó no me deja percibir nada más.

—Esperemos que sea lo primero. Si nos ignoran aquí y nos mantenemos alejados durante la batalla, tendremos una posibilidad de evitar problemas. Y también espero que Baem regrese pronto, aquí no hay nada que hacer —se lamentó.

—No creo que tarde mucho —contestó este—. Seguramente solo será una presentación rápida, la gente está demasiado relajada. ¿Reconoces a alguien de tus viajes?

—Nadie —negó—. Te preguntaría a ti, pero tú no has salido del pueblo excepto cuando fuimos a Narg.

—Preferí no viajar.

—Y no me extraña. —Mordisqueó un poco más la carne cuando sus instintos le advirtieron sobre un peligro y, al volverse vio a un grupo de lobos, reconociendo a Nijal, líder de la familia Svat y a Aksel, el insoportable niño de la familia Grad.

Ahora no quedaba duda de quiénes eran los más fuertes dentro del grupo y es que todas las familias debían haber luchado por mandar a alguien de la siguiente generación a una reunión así, pero solo uno lo había conseguido. Miró al tercer miembro del grupo, un joven que, aunque le resultaba familiar, no conseguía recordar. Demasiados lobos. Al menos, aunque los miraban amenazantes, mantenían las distancias. Se volvió hacia Nalbrek y al ver que este miraba a sus iguales tenso, lo llamó.

—Oye, Nal, tú crees que si alguien consiguiese llegar hasta ahí arriba y saltar, ¿los vientos de este lugar le permitirían llegar abajo ileso?

—No creo que sea posible subir —negó este obligándose a prestarle atención.

—Los vientos te tirarían antes de poder trepar un par de metros, zorro —le gritó alguien.

—Nal, mira que coincidencia. Ese cuervo hablador se llama igual que tú.






Baem regresó cuando el lugar comenzaba a oscurecerse, explicándoles que el templo estaba a cargo de una carpa llamada Fargla, por lo que podía considerarla como su anfitrión en aquel lugar. Fargla le explicó que serían presentados al día siguiente a los demás en la reunión que tenían a diario y que, hasta ese momento, eran libres de hacer lo que deseasen, por más que no recomendasen deambular por la montaña ante el riesgo de perderse. En otras palabras: lo que hagáis y lo que necesitéis no es asunto nuestro, así que no nos molestéis, mucho menos seáis tan idiotas de perderos, porque tenemos cosas más importantes que hacer que buscar cambiantes idiotas.

—Yo iré a hablar con los otros representantes cercanos a la zona de dos hermanas, así que dormiré aquí. Vosotros sois libres de elegir dónde queréis pasar la noche —añadió así que se volvió hacia Nalbrek.

—¿Qué opinas?

—Prefiero bajar —respondió mirando a los lobos.

—Comprendo —asintió levantándose para estirarse—. Vamos —lo azuzó y Nalbrek se levantó también quitándose la ropa y él comenzó a doblarla antes de ponerlo con el resto de su equipaje mientras su pareja cambiaba a lobo y, cuando acabó, se subió en su lomo.

—Parecéis una pareja —gritó alguien.

—Eso espero, porque somos una —respondió él mientras el lobo saltaba para salir de aquel lugar. 








Y por fin hemos llegado a Gammal, al menos a la puerta. Tengo muchas ganas de que entréis y conozcáis a Fargla y al resto de los habitantes de este pintoresco lugar 😌

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