No el humano

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—¿Sabías algo? —le preguntó a Nalbrek a través de su conexión.

—No —negó este tan sorprendido como él mientras la sala, hasta ese momento en expectante silencio, se llenaba de comentarios cuando un humano entró.

—¿Qué significa esto? ¿Qué hace un humano aquí? —exigió una gaviota molesta levantándose y su voz rebotó en las paredes haciendo que Rishi se estremeciese mientras él miraba a Hilmar antes de pasar a la sonriente mujer de pelo blanco que abría grupo hasta que, al reparar en ellos, la sonrisa tililó en sus labios.

—El humano es compañero de un lobo —explicó Fargla con calma y él se obligó a dejar a aquella mujer en segundo plano y centrarse en lo que estaba pasando.

—Eso es imposible —negó la gaviota y varios cambiantes lo apoyaron.

—No es imposible. En la antigüedad, antes de que los humanos fuesen expulsados, la relaciones entre ambos no eran tan extraños —les recordó Fargla.

—¿Quién permitió esta aberración? —exigió la gaviota.

—Yo, porque no es una aberración —contestó Baem poniéndose de pie—. El humano llegó a nuestro pueblo hace más de un año y fue acogido por Hilmar, el cual creo un vínculo con él.

—¿Ellos son de tu pueblo?

—Eran —asintió Baem—, ahora viven en Narg.

—Así es —terció Asdis con aquel tono calmado avanzado un paso—. Nuestro hijo volvió después de mucho tiempo con un particular compañero, y lo acogimos. Por eso, cuando supimos que su raza nos estaba atacando, nos comunicamos con nuestros hermanos cambiantes para decidir qué debíamos hacer —explicó mientras él la miraba. Aquellos lobos cobardes, al no ser capaces de matar a Rishi temerosos de que Hilmar no aceptase una nueva compañera y dejase la ciudad, decidieron aprovechar la ocasión para deshacerse del humano sin tomar la responsabilidad. Ya que aquel lobo podía enfrentarse a su familia, a la ciudad, por el humano, pero no a todo el país.

—Y nosotros les pedimos que lo trajesen aquí para decidir qué hacer con él —asintió Fargla.

—¿Decidir? ¿Qué hay que decidir? —preguntó uno de los líderes que venían de los valles, un hurón—. Es un humano, hay que matarlo.

—No podéis matarlo solo por ser humano —negó Hilmar adelantándose un paso.

—Tu opinión no importa, traidor —replicó el hurón.

—Yo no soy un traidor.

—¿Ah, no? Todos hemos oído hablar de ti, Hilmar el lobo. Que pasaste muchos años en manos de los humanos. ¿Cómo saber que no te domesticaron? —inquirió retador y él vio como su amigo enseñaba los dientes mientras el ambiente se iba caldeando.

—Claro —asintió él con desinterés lo bastante fuerte como para que su voz se impusiese sobre los demás quedando la sala poco a poco en silencio—. Porque no hay mejor razón para ayudar a los humanos que haber estado en sus manos un par de años.

—Porque estuvo con ellos, es que lo domesticaron —replicó el hurón.

—Lo domesticaron tan bien que se escapó a la primera oportunidad.

—¿Y tú quién eres? —exigió el hurón cambiando de estrategia.

—Soy amigo de ese lobo estúpido contestó.

—Si eres su amigo, entonces no puedes opinar.

—Porque soy su amigo es que puedo opinar —lo contradijo—. Yo sé mejor que nadie hasta qué punto odia a los humanos.

—¿Los odia tanto que convierte a uno en su pareja?

—Eso es... ¿cómo se llamaba? —murmuró fingiendo pensarlo— Ah, sí. Mal gusto.

—Yo no tengo mal gusto —le advirtió Hilmar molesto.

—Elegiste como pareja a un ruidoso humano, si eso no es mal gusto, no sé qué es.

—Pero tener un humano entre nosotros no es una opción —dijo uno de los líderes del lago serio, un búho.

—¿No lo es por qué? —preguntó Nalbrek haciendo que la atención se dirigiese hacia él, así que lo dejó.

—¿No lo entiendes, lobo? —replicó el búho.

—No. El humano llegó hace más de un año a nuestras tierras huyendo de los de su propia especie, que lo querían matar y, desde que llegó, no se ha alejado de su pareja. Incluso ahora está aquí, lejos de cualquier humano y sin posibilidad de ponerse en contacto con sus semejantes. ¿Qué amenaza representa? Salvo que me digas que más de treinta cambiantes adultos no pueden controlar a un humano desarmado —añadió.

—La opinión del pueblo de Baem ha quedado clara. ¿Qué dicen nuestros hermanos lobos? —preguntó la carpa volviéndose hacia estos.

—A nosotros nunca nos ha causado problemas —contestó Asdis obligada por las circunstancias ya que, como lobos, su orgullo les impedía decir que un humano les causó ni la más pequeña molestia.

—Por lo tanto, creo que podemos concluir que el humano es inofensivo —murmuró la carpa mirando a Rishi, el cual temblaba de forma visible a pesar de estar haciendo todo lo posible por mantener el miedo bajo control—. Sin embargo, para demostrar que es fiel a nosotros, se le pedirá una prueba —añadió haciendo una seña y dos cambiantes entraron llevando a un humano atado, apenas un niño, lanzándolo en el centro, desde donde el chico miró asustado a su alrededor, ni siquiera hacía falta su olor para saberlo—. Este humano fue capturado en nuestras tierras espiando. Mátalo —le dijo a Rishi teniéndole un cuchillo.

Vio como Rishi se congelaba en el sitio comenzando a mirar el cuchillo, después a la carpa, acabando en el chico antes de volver al cuchillo mientras palidecía.

—¿Matarlo? —acertó a decir por fin.

—Demuestra a quién eres leal. Si a tu pareja o a tu raza —asintió Fargla, que aún tendía el cuchillo, cuyo filo brillaba con un color verdoso.

—No puedo... —comenzó Rishi en un hilo de voz negando con la cabeza.

—El humano es un traidor, hay que matarlo antes de que nos traicione —demandó la gaviota aprovechando la ocasión y cuando vio que, poco a poco, todos comenzaban a unirse a la petición bufó, sobre todo cuando Rishi se volvió hacia Hilmar, pero este se limitó a sostenerle la mirada.

—¿De verdad sois todos tan idiotas? —intervino él en voz alta irritado y de inmediato sintió la incredulidad de Nalbrek y luego su enfado.

—¿Qué has dicho? —exigió un oso volviéndose amenazador.

—Idiotas —repitió con lentitud—. ¿O es que nunca habéis escuchado decir "no se acaba con los depredadores poniéndole colmillos a los gazapos? Este humano nunca ha matado nada, ni siquiera un animal pequeño, y para demostrar que es inofensivo, le pedís que mate por primera vez a uno de su propia especie, además a alguien que está atado y no se puede defender. Eso, lo mires por donde lo mires, es una estupidez.

—¿Y entonces qué sugieres tú que haga para demostrar se lealtad? —preguntó Fargla con interés.

—¿Hacer? Nada, está permitiendo que un lobo le meta la polla de forma reglar cuando no tiene celo, ¿acaso hace falta más pruebas de dónde están sus lealtades? —Por un momento todo se llenó de comentarios ya que los lobos tenían fama por algo—. Además, no es como si importase a quién es leal, siempre y cuando se le mantenga lejos de los demás humanos, vigilado y sin acceso a nuestros planes, no dejará de ser un inútil humano dependiente de su pareja. No es necesario convertirlo en un asesino.

—¿Y entonces el humano que capturamos? —inquirió el oso.

—Fácil —contestó levantándose para ir hasta donde estaba y cogiéndolo para hacer que echase la cabeza hacia atrás para desgarrarle la garganta con las garras—. Somos cazadores, no necesitamos que un humano haga el trabajo por nosotros —les recordó mientras que el humano caía al suelo gorjeando y la sangre comenzaba a teñir el suelo de rojo.






—Dawi —le advirtió Nalbrek molesto.

—Sí, sí —asintió quitándole importancia con un gesto mientras salían de la cueva.

—Lo que hiciste ahí dentro fue demasiado arriesgado.

—No tanto.

—Dau...

—¿Qué? ¿Qué querías que hiciese? Ese humano es incapaz de matar a una mosca, ¿cómo se supone que iba a matar a uno de los suyos? ¿Además casi un niño, desarmado y sin posibilidad de defenderse? No hubiese podido y los otros hubiesen pedido su cabeza, Hilmar lo hubiese protegido y yo me habría visto obligado a intervenir —le advirtió—. Además, le debía una —le recordó por su conexión—, y yo siempre pago mis deudas. Ahora estamos en paz —añadió de la misma manera.

—Casi nos matas a los dos —le advirtió.

—Pero no lo he hecho. Además, ¿no se supone que tu naturaleza te permite meterte en este tipo de situaciones sin evaluarlas?

—Cuando estás siendo amenazado, pero mientras todo se desarrolla, soy como cualquiera y no es divertido verte intentando provocar nuestra muerte.

—Yo no intentaba provocar nada, al contrario, traté de evitarlo. Y lo conseguí —añadió con orgullo.

—Hemos estado a menos que el pelo de una carpa de que nos matasen por proteger a un humano.

—Pero no pasó. Estamos aquí, así que no exageres.

—Por favor, deja de hablar en las reuniones.

—Si es lo que quieres —aceptó—. Haré todo lo posible por colaborar, pero no me hago responsable si hay idiotas cerca.

—Dau.

—¿Qué? No soporto a los idiotas, ya lo sabes —le recordó y Nalbrek abrió la boca para replicar cuando la cerró dejando caer los hombros, derrotado.

—Al menos intenta que no nos maten.

—Desde luego —asintió mirándolo. ¿Acaso creía que era un suicida?—. Baem —lo saludó, aunque salieron a la vez, se fue quedando atrás poco a poco.

—La mitad de la gente quería saber cómo lograste llegar a esta edad sin que te matasen —les explicó mientras se sentaba—. Contesté que fue suerte.

—Oye —replicó molesto.

—Pero esa no es la razón por la que he tardado tanto —prosiguió ignorándolo.

—¿Ha ocurrido algo? —preguntó Nalbrek serio y Baem asintió de la misma manera, así que prestó atención.

—Todos querían hablar contigo —le explicó.

—¿Hablar conmigo? —inquirió Nal cogido por sorpresa.

—La mayoría quieren pedirte que controles a tu marcado, pero lo que todos quieren saber es cómo puedes estar con un compañero así sin abandonarlo.

—¿Y qué tengo yo de malo? —exigió Dawi ofendido.

—Que eres demasiado impulsivo. También irreflexivo. Sin un ápice de sentido común...—comenzó a enumerar Baem.

—Eso es excesivo —le advirtió a Baem molesto—. Yo solo hice eso para evitar problemas mayores —repitió mirando a ambos.

—Pues no lo has conseguido. Te has puesto de parte del humano y eso no ha gustado a mucha gente —le advirtió Baem.

—Yo no me puse de parte del humano. Solo no entendía la lógica de hacer que alguien que no había matado a nadie se manchase las manos de sangre para evitar que nos traicionase. Todo el mundo sabe lo inestables que son los humanos, sobre todo con la primera vida que toman. Hay demasiados humanos que se han vuelto locos por matar a quién no debían o de la manera incorrecta. Y lo último que necesitábamos era un humano inestable que podía volverse contra nosotros, pero ahora, gracias a mí, tenemos un humano inofensivo controlado por su pareja.

—Entiendo por qué lo hiciste, pero los humanos nos están atacando, matando a los nuestros. La gente de los valles está resentida y quieren venganza.

—¿Y la obtendrán de un humano que no tiene nada que ver con lo que está ocurriendo?

—El dolor no es lógico —le recordó el oso.

—Lo sé, pero el que estén sufriendo no significa que tengan carta blanca para vengarse de cualquiera, tenga relación o no. Si quieren vengarse de los humanos que entraron en sus tierras, que vayan a donde están esos ejércitos y los enfrenten. Obligar a un humano sin relación a matar a otro, no va a cambiar nada.

—Tienes razón —admitió Baem—. Por desgracia, te has creado muchos enemigos hoy —añadió mirando con disimulo a los lobos.

—No puedo cambiar lo que soy —negó encogiendo de hombros y es que, aunque era cierto que les había dado en bandeja de plata una razón a los lobos para poner a los demás contra él, no era menos cierto que, si no hubiese sido aquello, habría sido cualquier otra cosa.

—¿Y qué eres? —preguntó alguien burlón.

—¿Acaso no es evidente? Un guapo e inteligente zorro —contestó.






A veces se me olvida que Dawi es un cazador, por lo que no tiene problemas en matar a sangre fría 😅😱

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