Extra: the blue.

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"I wonder if you know
If you can tell I'm losing
I'm going down without a fight
I don't know how you do it
You say we share a brain
Apologizing for it
But I take it as a compliment
You make me really nervous
What are you doing to me now?
What are you doing to me now?
You came out of the blue like that
You came out of the blue like that
I never could've seen you coming
I think you're everything I've wanted
You came out of the blue like that
You came out of the blue like that
I never could've seen you coming
I think you're everything I've wanted"

-The blue; Gracie Abrams

Eran las tres de la mañana cuando llegaron a la playa. Tenía que ser de madrugada, ya que supuestamente Solaline no debía estar en el distrito cuatro. Además, a la chica le avergonzaba lo suficiente el no saber nadar para que más gente se enterara. Confirmaron que no había nadie, se quitaron los zapatos y se adentraron en esta, sintiendo el roce de la arena en sus pies y el de algunas rocas. Finnick debía admitir que estaba algo asustado por la reacción de la chica al estar en un terreno tan parecido al de un desierto, pero estaba bastante relajada. Quizás se debía a que la estaba guiando de la mano despacio por la zona.

Se acercaron a la costa y el rubio se quitó la camiseta, dejándola sobre la arena, bajo unas piedras. Al mirar a su amiga se encontró con que lo estaba mirando con la cara roja.

—¿Quieres que me de la vuelta? — supuso él, a lo que ella asintió.

Como pidió se giró, y a los segundos escuchó el sonido de una prenda caer al suelo.

—Venimos juntos a la playa y me pierdo como te quitas la ropa, ¿Qué sentido tiene venir entonces? — bromeó para rellenar el silencio.

En seguida sintió como algo blando le caía en la cabeza. Era la sudadera de Solaline. Se giró para mirarla con una sonrisa burlona y, a la vez, arrebatadora. La chica tenía una camisilla como parte de arriba y un biquini negro como parte de abajo. Este pertenecía a su madre cuando era joven, ya que en su distrito también había mar y lo frecuentaba. Sin embargo, cuando su hija nació ya estaba demasiado contaminado para poder disfrutarlo.

Finnick la observó durante unos breves segundos. Debía admitir que le quedaba muy bien. Tenía los brazos cruzados y estaba apoyando todo el peso de su cuerpo en su cadera izquierda. El viento de la noche agitaba su pelo, por lo que tenía los labios fruncidos. El rubio lamentó no tener una cámara en ese momento, porque era una imagen digna de fotografiar.

—¿Vamos? — preguntó finalmente.

Fueron andando despacio, pero una vez la arena comenzó a estar mojada, el chico se tiró al agua y buceó unos segundos. Salió a la superficie y agitó la cabeza como un perro. Solaline, quien aún estaba entrando, rio al ver tal gesto.

—¡No seas cobarde! — le salpicó agua.

La chica se echó hacia atrás para tratar de evitarlo, pero no lo consiguió. Sintió una corriente de frío.

—¡Como hagas eso no entro! — advirtió desde la distancia.

Tras unos segundos jugueteando con el agua, cerró los ojos y se sumergió en esta. En el momento en el que lo hizo sintió un breve cosquilleo, y después tranquilidad. Solo se impulsó un poco, ya que no sabía nadar y necesitaba hacer pie.

Finalmente volvió a la superficie para respirar y pasó sus manos por su rostro, para retirar el agua de sus ojos, y siguió por su cabello. Finnick la miró embobado. No sabía si era por estar en su lugar favorito con una de sus personas favoritas, pero no podía apartar la mirada de la chica. El corazón le latía a gran velocidad, pero trató de ignorar esa sensación.

—¡Ven aquí, no tengas miedo! — le chilló, animándola.

Solaline abrió los ojos y lo miró perpleja, viendo lo hondo que estaba el mar ahí. No se podía ver que había debajo. De ninguna manera iba a intentar llegar hasta ahí.

—¿Que no tenga miedo? ¿Qué tal si se me aparece un monstruo marino? — gritó de vuelta, bromeando, pero sin descartar la opción.

—Aquí no hay monstruos marinos, ¿No te fías de mí?

—Me fío de ti, pero no del cíclope que amenaza con comerme. ¡Ay, creo que le vi el ojo! — exclamó, removiendo un poco el agua.

Finnick negó divertido con la cabeza y se acercó a gran velocidad a la chica. Se puso en pie en cuánto pudo.

—¿Finnick? ¿Qué haces? Ni se te... — no pudo terminar la oración, ya que el rubio le rodeó el torso con los brazos y la sumergió bajo el agua.

Impulsándose en la arena consiguió alejarlos un poco de la costa. Emergieron del agua de nuevo y, aunque Finnick aún la agarraba de las caderas, Solaline pasó sus brazos al cuello del chico mientras tomaba una bocanada de aire.

—Estás loco — murmuró, aún recuperado el aliento y mirándole a los ojos.

No fue hasta ese momento, mirando directamente a sus preciosos ojos verdes, que se dio cuenta de lo cerca que estaban. Sus cuerpos estaban pegados y eso hizo que una rara sensación se instalara en el estómago del chico, pero una vez desapareció, solo sintió el calor de su cuerpo, a pesar del frío de la noche.

—Así no vas a aprender, venga, suéltate — le dijo sonriente Finnick.

Cuando en verdad lo que pensaba era "No lo hagas, no te sueltes nunca", no preparado aún para dejar de sentir su calidez.

—No — contestó a la vez que apoyaba la cabeza en el hombro del chico y cerraba los ojos.

Mantuvo la respiración ante este gesto y abrió ligeramente la boca. Ahí se dio cuenta. Se dio cuenta de que era otro tonto que había caído ante los encantos de la chica del sol. Con encanto no quiero decir su belleza física, que era destacable e innegable, sino a su encanto general. Había caído ante su forma de reírse, su forma de vacilarle y bromear, su forma de comportarse como una niña cuando algo le hacía feliz o cuando estaba asustada.

—Es precioso — comentó la chica.

Sin duda lo era, pensó él.

Mi escena fav de estos dos :) y un poco un regalo a cambio de lo que se viene a continuación... espero que les haya gustado!!
nos vemos la semana que viene <3

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