Capítulo 8

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"And sometimes I have kept my feelings to myself, because I could find no language to describe them in"
—Jane Austen.

—Sole — sentí como una mano me apretaba suavemente el brazo. Dicha acción hizo que saliera del trance en el que no me había dado cuenta que estaba.

Me giré y vi a Finnick. Tardé unos segundos en asimilar que estaba pasando. Mi mirada se dirigió abajo, donde sostenía la cazadora aún entre mis brazos. La solté al ver a su marido dirigirse hacia ella, pero no me moví del sitio. Los dos del doce volvieron con el resto, Finnick me esperó.

Tras unos minutos observando el suelo, levanté la mirada hacia el rubio. Este me tendió la mano y me ayudó a levantarme.

—Beetee dice que es posible distorsionar una voz, en su distrito enseñan a los niños desde temprana edad a hacer cosas así — me comentó mientras nos acercábamos al resto.

Yo asentí y tragué saliva. Aún sabiendo eso, no estaba tranquila, no era mi mayor preocupación.

—Claro que Peeta tiene razón. Todo el país adora a la hermana pequeña de Katniss. Si de verdad la hubiesen matado, probablemente seencontrarían con un levantamiento entre manos —escuché los gritos de Johanna —. Y eso no les gustaría, ¿verdad? —Echó la cabeza atrás y gritó—: ¡¿Que se rebele todo el país?! ¡No les gustaría nada!

Analicé la cara de los demás tributos, todos estaban confusos y conmocionados, Katniss incluso abrió levemente la boca.

—Voy a por agua —informó la chica del siete, pero la castaña se lo impidió agarrándola del brazo.

—No entres ahí, los pájaros...

—No pueden hacerme daño, no soy como vosotros. A mí no me queda nadie—respondió Johanna, sacudiendo la mano con impaciencia. Yo antes también pensaba eso, fue un golpe de realidad entender que no era así.

Antes de irse se acercó a mí.

—¿Estás bien? — susurró.

No tenía ganas de hablar, era algo que me costaba esfuerzo hacer en esos momentos, así que simplemente asentí. Tras este gesto la chica del siete se puso en marcha.

Finnick se sentó a mi lado, no obstante no dijo nada. No sabría explicarlo con palabras, pero había una especie de burbuja de tranquilidad al rededor nuestra, siempre la había. Podía sentir como nos rodeaba e invadía mis pulmones con paz y aire.

La chica regresó con el agua y se sentó hablar con Katniss, en un determinado momento noté sus miradas sobre nosotros. Me mantuve cerca de la costa, jugueteando con la arena. Finnick seguía a mi lado sin dejar ir mi mano libre, apretándola de vez en cuando y observando la marea artificial.

Unos minutos más tarde, Johanna nos llamó para que nos uniéramos al grupo ya que Beetee tenía un plan.

—¿Cuál es el lugar más seguro al que podrían ir los Profesionales? — preguntó.

—La playa — contestó Peeta.

—¿Y por qué no están aquí?

—Porque estamos nosotros, la tomamos — respondió Johanna.

—¿Y si nos vamos? ¿Vendrían?

No dije nada, pero tantas preguntas me estaban poniendo ansiosa.

—O se quedarían escondidos en la línea de los árboles — señaló Finnick.

—Que en cuatro horas estará empapada por la ola gigante. ¿Qué pasa a media noche?

—Que el rayo cae sobre el árbol — dijo Katniss.

—Propongo que salgamos de aquí al atardecer y nos dirijamos hacia el árbol del rayo. Eso los traerá a la playa. Antes de la media noche extenderemos el cable desde el árbol hasta el agua. Cualquier persona en el agua o la arena se electrocutará —explicó finalmente el del tres.

Observé como Peeta jugueteó con un puñado de arena cuando dijo esto.

—¿Cómo sabemos que el cable no se va a fundir? — cuestionó la chica del siete.

—Porque yo lo inventé. Te aseguro que no se quemará — sonrió orgulloso Beetee.

Finnick, Johanna y yo nos miramos. El resto se quedó en silencio, observándonos. De pronto todo parecía muy real, tanto que me entraban arcadas.

—Bueno, es mejor que darles caza — habló finalmente Johanna.

—Sí, ¿por qué no? Si falla no perdemos nada, ¿no? — añadió la chica del doce tras unos segundos. Estaba claro que estaba tramando algo, o al menos, tenía cierta preocupación.

—Muy bien, así que lo probamos — respaldó su marido.

—¿Cómo ayudamos? — preguntó Finnick.

—Manténganme vivo durante las próximas seis horas, eso sería de gran ayuda — vaciló el de gafas.

Si no fuera por mi estado de ánimo, habría dicho añadido como "oh, perdona, mi cupo acaba a las cinco horas". Me mordí el labio para evitar sonreír por mi propio chiste, sin duda estaría fuera de lugar.

Nos mantuvimos en el mismo sitio durante las próximas horas, menos por Peeta y Katniss, quienes se alejaron un poco del grupo. Finnick, Johanna y Beete conversaban, yo me limitaba a juguetear con la arena y a escucharles. De vez en cuando me quedaba disociando, y cuando el rubio se daba cuenta me daba un leve toque y me acariciaba el cabello.

Y entonces sonó la melodía, la dichosa melodía. Se proyectaron los tributos fallecidos en el cielo, Finnick me agarró la mano y la apreté. Cuando pasaron al distrito diez ocurrió lo que más temía.

"Distrito diez: Greir Rollo"

Me quedé observando al cielo. Solté el agarré mientras sentía como pequeñas lágrimas llenaban mis ojos.

—Disculpen — dije, manteniendo la voz firme y poniéndome en pie.

Caminé hasta el agua mientras las lágrimas comenzaban a rodar por mis mejillas. No podía alejarme del grupo, y no se me ocurría otro lugar para llorar, así que al llegar a la orilla, me sumergí en esta.

Los últimos días de Greir no habían sido los mejores, eso estaba claro. No obstante, no podía quejarme de los otros seis años en los que le había conocido. Sí, era un cabezota con malísimos hábitos, pero se preocupaba por mí. Los primeros meses tras mis juegos se ocupó de que, aunque no me sintiera así, me mantuviera viva. Me llevaba comida y cuando cogió algo de confianza, me empezó a hacer compañía. Después empezó lo de reunirnos para ver los anuncios...Y además, era del distrito diez. Era de casa.

Pensar en ello me recordó a que había asesinato a otra persona que me había ayudado, aunque fuese solo en una ocasión. Estaba en el Capitolio, sería la primera o segunda semana que me forzaron a ir. Había salido de los juegos hacía menos de medio año y aún me faltaban un par de meses para cumplir los diecisiete. Ahí fue cuando vi a Cashmere salir de otra de las habitaciones. Su pelo estaba igual de revuelto que el mío, no me costó averiguar qué Snow también la había cogido a ella. No obstante, ella no tenía la misma expresión de horror que yo. Cuando me vio se acercó a mi y me consoló, me dio algunos consejos para conllevarlo y me dijo que siempre podría contar con ella si lo necesitaba. Nunca fui a hablarle, claro, alguna vez quise, pero ella ya tenía sus propios problemas.

Yo la había matado.

Alguien había matado a Greir.

Ya no quedaba ninguno de los dos.

Escuché como alguien se acercaba por detrás, por lo que me sumergí en el agua para borrar cualquier rastro de las lágrimas. Me di la vuelta al salir.

—¿Qué tal estás? — preguntó Finnick.

Ya era la segunda vez que alguien me preguntaba eso hoy, y me hacía sentir pequeña. Odiaba sentirme pequeña, porque odiaba la imagen que tenía de mi misma cuando era pequeña. Parecía que nunca iba a abandonar mi mente.

—Me duele el cuello — respondí mientras lo masajeaba.

El chico me miró confuso y escaneó mi rostro, pero no cuestionó mi respuesta. Me volví a girar y observé el cielo, ya era de noche, por lo que la luna brillaba en todo su esplendor.

—Es muy bonita — comenté tras unos segundos.

—¿La luna?

—Sí, ¿no crees? — la seguí observando.

—Nunca me había parado a verla de esa forma.

—Mucha gente no lo hace — me encogí de hombros —.Pero es precioso, que brille entre tanta oscuridad.

El rubio asintió mientras sonreía lentamente.

—Imagínate las cosas que se podrían crear con esta tecnología si la usaran en un distinto objetivo.

—¿Cómo cuál? — interrogó mientras me agarraba la mano para sacarme del agua. Lo cierto era que empezaba a hacer frío.

—No lo sé, para crear hábitats de animales en extinción, para mejorar los distritos...¿no sería posible? — expliqué mientras le seguía.

—Sí, supongo que sí.

Nos sentamos en la costa, uno al lado del otro, y observamos el cielo. Traté de memorizar bien la luna, su luz, su contraste, su forma...

—Finnick, ¿Cuántos transportadores crees que tiene el Capitolio? — pregunté tras unos minutos de silencio.

—¿A qué te refieres con transportadores?

—A los que usan para sacar a los cuerpos de la arena.

Me miró perplejo.

—No lo sé.

—¿Más de cinco?

—Nunca lo he pensado.

—¿Crees que cabrían todos en la arena? Me refiero, ¿todos juntos?

—¿A qué viene el repentino interés por eso? — rio.

—Oh, Odair, ya sabes que soy una persona muy curiosa — vacilé, actuando ofendida.

—Bueno, mi intención no era ofenderle — me siguió el juego.

—Una última pregunta.

—Dispara.

—Los transportadores siguen los localizadores, ¿no? Así es más fácil encontrar el cuerpo, si no lleváramos, sería más difícil.

Me miró durante unos segundos. Sabía que tenía un conflicto interno y que mil preguntas y teorías surcaban su mente.

—Solaline...—comenzó a decir.

—¡Ustedes dos! ¿Vienen o qué? — la voz de Johanna lo interrumpió.

—¡Vamos! — respondí, poniéndome en pie rápidamente para seguir al resto.

Nos pusimos en marcha, subimos la pequeña pendiente entre vegetación y sobre rocas y finalmente llegamos a nuestro destino.

—Espesor mínimo, excelente conductor — observó Beetee —.Comencemos.

Nos colocamos en un semi circulo en frente del árbol.

—Normalmente un rayo contiene cerca de 5 kJ de energía — comenzó a atar el alambre al rededor del árbol —.Ustedes dos lleven esto — nos acercó el artilugio a Katniss y a mí —.Llévenlo cuidadosamente. Asegúrense de que la bobina toque el agua, ¿Comprenden? Luego vayan a los árboles del sector dos, nos encontraremos ahí.

Asentí, pero al girarme a mirar a la castaña me encontré con una rostro de confusión, casi terror.

—Te acompañaré — dijo Peeta, mirando a su compañera de distrito.

Mierda.

—No, no. Te quedas. Tienes que protegerme — Beetee hizo una pequeña pausa — y al árbol.

—Sí, no vaya a ser que alguien lo tale — el chico del tres me dirigió una mirada desaprobadora que decidí ignorar.

—No, tengo que ir con ella — retomó el hilo de la conversación el rubio del doce.

—Hay dos por ahí, necesito dos o más guardas — replicó el de gafas.

—Y el árbol también — volví a bromear. Sabía que no era el momento oportuno, pero la situación se estaba volviendo demasiado tensa, ¿Qué otra cosa se suponía que podía hacer?

—Solaline, Finnick y Johanna pueden protegerte muy bien.

—Sí, Solaline, Finnick y Johanna pueden quedarse contigo. Peeta y yo llevaremos la bobina — le respaldó Katniss.

—Ustedes acordaron mantenerme vivo hasta la medianoche, ¿No?

—Era el plan, todos estuvimos de acuerdo — intervino Johanna.

—¿Algún problema? — añadió Finnick.

—Excelente pregunta — dijo Beetee.

Katniss me miró y yo le devolví, lo que intenté que fuera, una mirada tranquilizadora. De esas que dicen "puedes fiarte de mí, sé lo que hago", que reflejara eso es otra cosa.

—No, no hay ningún problema — contestó finalmente la cazadora.

La chica dejó un beso en los labios de su marido, mientras, yo me acerqué a Finnick.

—Toma — me quité el collar que me había regalado y se lo di.

Su mirada se intercambió repetidas veces entre la joya y mis ojos.

—No, Solaline, no — negó.

—Por favor, Finnick, no me olvidaría de ti ni aunque quisiera — traté de vacilar a la vez que colocaba el collar en la palma de su mano —.Tú, por otro lado, podrías darte un golpe o algo así. Solo por sí acaso.

El chico suspiró y desvió la mirada. Después me abrazó por la cadera y me atrajo hacia sí. Una vez nuestros cuerpos chocaron pasé mis brazos al rededor de su cuello y le abracé de vuelta. Sabía que no teníamos mucho tiempo, así que usé toda mi fuerza de voluntad y me separé de él. Me sostuvo la mano mientras dejaba un cariñoso beso en mi cabeza. Nos miramos durante unos segundos y cuando sentí que las lágrimas amenazaban por salir, me di la vuelta.

—Vamos — le dije a Katniss, comenzando a caminar delante de ella.

El principio del camino fue silencioso. Intenté no pensar y me llevé la mano al pecho. Como reflejo busqué el collar en el lugar donde había estado los últimos días. Una sensación de pena me inundó al encontrarlo vacío. "Es mejor así", me repetí a mi misma.

Mientras más avanzábamos, mayor se volvía la sensación puntiaguda que sentía en el pecho. Esta comenzó a expandirse por todo mi cuerpo cuando la bobina se trabó en una roca. La castaña y yo tiramos de esta. En ese momento se rompió. Vi a lo lejos a los tributos del distrito dos mientras mi compañera recargaba su arco.

Mi corazón comenzó a latir como loco y yo entré en pánico, no sabía que hacer. Por lo que terminé proporcioné un golpe a la chica del doce que provocó que cayera al suelo. Me agaché a su lado y me libré de su localizador con uno de los pocos cuchillos que me quedaban.

—¿Sabes cuando en las películas el protagonista finge estar muerto? Pues necesito que seas ese protagonista ahora mismo.

Me puse en pie y lancé los cuchillos que me quedaban en contra de mis contrincantes. Aprovechando esa distracción eché a correr en dirección contraria, siendo consciente que debía alejarme del resto. Mis planes fueron interrumpidos al escuchar los gritos de Finnick.

—¡Johanna, Solaline! ¿Dónde están? — gritó al aire — ¿Sole?

Oh oh

—¡Finnick! ¿Qué haces aquí? — me acerqué a él, mi tono de voz mucho menos elevado que el suyo.

—¿Y Katniss? — evadió mi pregunta.

—Está ahí, me ocupé de ella — señalé.

—¿La dejaste sola? — comenzó a caminar hacia donde señalé.

Fruncí el ceño y sentí mi corazón acelerarse más.

—Si me quedaba me mataban, no sería justo que me enterraran tan joven y guapa — le seguí sigilosamente.

El rubio frenó y pasó una mano por su rostro. Su preocupación se podía observar desde metros de distancia, pero el cómo decidía que hacer tan solo desde cerca, desde donde estaba yo.

—Ve a por ella — le indiqué.

—¿Qué? — me miró confuso.

—Que te vayas.

—Pues vamos.

Apreté los labios y dirigí mi mirada a sus ojos antes de desviarla. Al hacerlo, me encontré con que Katniss se encontraba enscondida tras unos matorrales. Suspiré y le devolví la mirada a Finnick.

–Para ustedes todavía hay tiempo, ve — repetí.

—Solaline, ni se te... — comenzó a decir mientras avanzaba hacía mí, pero lo detuve.

—Vas a hacer que nos maten a los dos — miré hacia donde estaba la chica camuflada. Cerré los ojos, pensando en cómo podría formular lo siguiente, y los volví a abrir —.Voy a estar bien porque tú siempre sabes dónde encontrarme, ¿Verdad?

La mirada del chico se alternó entre Katniss y yo. Tragó saliva y supe que ya estaba convencido. También sabía que si le dejaba cinco segundos más para pensar iba a cambiar de opinión, así que eché a correr lejos del árbol.

Corrí lo más rápido que pude, forzando mi cuerpo a seguir aunque este me estuviera rogando que me detuviera. Me había alejado varios kilómetros cuando se escuchó el rayo, aunque tan solo pude alejarme algunos más cuando perdí el conocimiento.

Me desperté de golpe debido a que una gran presión estaba siendo ejercida sobre mi pecho. Me dolía la cabeza y todo me daba vueltas. Noté en seguida que estaba sudando debido al calor de mi cuerpo y por como estaba la tela de mis ropas pegadas a este. Esa fue la primera señal de que algo iba mal. Enfoqué la vista y vi frente a mi una pared blanca. Cuando miré a los lados reconocí enseguida el lugar. Habitación 004 en el Capitolio. Intenté incorporarme pero noté como unos cables que estaban conectados a mi cuerpo me lo impedían.

El muy psicópata me había ingresado en mi habitación del Capitolio.

Sentí mi piel erizarse y, entonces, se abrió la puerta.


NO ME MATEN, LES QUIERO

Bien, este es el fin oficial del acto uno. No obstante, aún queda un extra para compensar. Es mi escena favorita de Sole y Finnick  y de las primeras que escribí, se sitúa unos meses después de que Solaline ganara los juegos.

Y después de ello prepárense porque en el acto dos se vienen cositas...

Aprovecho para hacerme un poco de spam y avisar de que ya está subida la sinopsis del fan fic de conrad fisher, estaría genial que pudieran echarle un ojo si les gusta tsitp porque sé que amaran a la prota y su trama <3

Ya que estamos, recuerden votar si les está gustando la historia (o si quieren que le tenga piedad a estos dos).

¡Nos vemos la semana que viene!

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