Capítulo 10

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

🍉


No la conocemos, eso es lo que sabemos —interviene Iván parándose a mi lado—. No la juzguemos, sólo déjenla en paz.

—Como quieran, pero recuerden que nosotros somos una familia y así estamos bien —Paul toma a Cassandra y comienzan a alejarse. Se da la vuelta y me mira a los ojos—. No te atrevas a dirigirnos la palabra nunca más "riquilla" —Se da la vuelta y continúan hasta entrar al salón.

—Tranquila, Scarlett, todo está bien —Carola se acerca y me abraza.

—Gracias —Me reconforta y me aparto de ella—. Si quieres regresar hazlo, yo te espero en el auto.

—No Scarlett, no te voy a dejar sola —Me asegura, aunque se ve un poco desilusionada.

—Yo la acompaño, Carola, tu ve a divertirte un rato más —propone Iván de inmediato.

—Siendo así —Carola me sonríe—. Estas en buenas manos —Se voltea a ver a Iván—. Cuidala bien, te la encargo mucho.

—Con mi vida —Iván me toma la mano y me sonríe, este pequeño gesto hace que me sienta a gusto.

—Nos vemos luego niña —Rebecca me da un abrazo rápido y un beso en la mejilla.

—Bueno morrita, nos miramos después —Roger es el siguiente en despedirse.

—Ok. Nos vemos en un rato —Le digo a Carola y después me dirijo a Aldo—. Un gusto conocerte Aldo —Me estrecha en un abrazo y los tres regresan al salón.

—¿Y qué coche tienes? —Me pregunta Iván mientras regresamos a la casa de Carola—. Seguro que es uno bueno.

—Es un Mercedes, aunque la verdad no sé de autos mí… mí mamá lo eligió.

Está haciendo más frío y ahora me arrepiento de ponerme vestido.

—¿Tienes frío? —pregunta volteando a verme. Estamos llegando a la casa de Carola.

—Un poco. No debí ponerme vestido. Pero Mateo insistió, esta claro que no fue bueno hacerle caso —contesto abrazándome.

Se quita la chamarra de la cadera y me la ofrece, pasandola sobre mis hombros.

—¿Quién es Mateo? ¿Tú novio? —pregunta con interés y suelto una risita.

—Nop. Mateo es mi mejor amigo... —contesto sin dejar de reír—. Aunque es bastante guapo, no puede haber nada entre nosotros, además es como mi hermano, a él no le gustan las chicas.

—Entonces… ¿Esta princesa tiene novio? —Me pregunta cuando llegamos a la puerta del garaje.

—Sí.

Prácticamente Drew y yo ya somos novios, aunque no le dije que, sí.

—¿Y en dónde está? —cuestiona desviando la mirada, aunque alcanzo a notar su molestia—. ¿No debería estar a lado de su chica, cuidándola de los bandoleros? —pregunta con diversión.

Me siento en un pequeño banco, afuera del garaje. Él se sienta a mi lado.

—Bueno, técnicamente fui yo la que lo dejó solo. Estábamos en la recepción de bienvenida y yo… andaba con Carola, él cubría a uno de sus amigos de DJ y Carola me invitó a venir. Estábamos tan entusiasmadas que lo olvide. Fue quien me llamó hace un rato —explico un poco apenada—. Pero nos veremos mañana, así que intentaré arreglarlo.

—Seguro que te arrepientes de haber venido y no quedarte con él ¿O me equivoco? —interroga levantando las cejas.

—No del todo. Carola insistió en que conociera a sus amigos, a excepción de Cassandra y Paul, no me arrepiento de haber venido.

—Es un alivio escuchar eso, porque yo tampoco me arrepiento de haberte conocido —confiesa con una gran sonrisa—. ¿Y entonces… vas a regresar?

—Seguro. Nadie me dice dónde puedo o no estar —contesto segura y él ríe—. No sé por qué no les he caído bien, pero la verdad… no me interesa. Entiendo que creen que soy como los demás chicos de la facultad, pero no es así.

—¿Entonces, no crees que somos los chicos malos, los rudos, a los cuales debes tenerles miedo? —pregunta con media sonrisa coqueta.

—No puedo decir cómo son, realmente no los conozco. El tiempo lo dirá —contesto y Carola llega con Aldo.

—Hora de irnos a casa cenicienta —anuncia Carola con una sonrisa radiante, me alegro de que haya ido un rato más a la fiesta.

Me levanto del banquito y le regreso su chamarra a Iván.

—Gracias —Le sonrió y él me sonríe de vuelta, con un leve suspiro.

—Cuando quieras, princesa —toma su chaqueta y ambos reímos.

Definitivamente Iván será un buen amigo, es un chico bastante agradable.

Carola abre la puerta del garaje y yo camino hasta la puerta del conductor y la abro.

—Nos vemos mañana —Carola se despide de Aldo, con un beso. Creo que alguien más dio un paso en su relación.

—Hasta mañana, chiquita —Aldo le sonríe y le abre la puerta del auto—. Nos vemos luego, Scarlett.

—Hasta pronto, Aldo —contesto y entro al auto. Lo pongo en marcha y bajo la ventanilla. Salimos del garaje y veo a Iván sonreírme—. Nos vemos después, Iván.

—Hasta pronto princesa —Me guiña un ojo y salgo a la carretera.

—Creo que le gustaste a Iván —Me informa Carola cuando estamos saliendo de la zona residencial—. Y Rebe y Ro, están encantados de conocerte. No fue tan mal después de todo —asegura sonriente.

—Puedes decirle a los chicos que también me cayeron bien, aunque solo hablamos poco —apunto y me siento un poco mal, no conocí bien a sus amigos, pero, si les agrado, puedo regresar—. Ese chico Roger habla extraño... —confieso riendo.

—Sí, él es quien lleva el barrio por dentro, ha pasado toda su vida ahí, y bueno, ya viste que no todos somos fáciles de convencer, pero saben que eres diferente a los demás —explica con seriedad—. Hablé con Cassandra y Paul. Lamento todo lo que te dijeron.

—Está bien, no es tu culpa.

—No, no está bien —replica molesta—. Cuando comenzamos nuestro grupo de amigos. Hicimos un acuerdo… no juzgar ni criticar a nadie sin conocerlo. No queríamos ser como los ricos que hablan de nosotros sin conocernos, y aunque yo este en una facultad prestigiosa, sigo formando parte de ese barrio —explica con pesadez—. Pero es evidente que Cassandra y Paul lo olvidaron.

—Ya olvidemos el tema por hoy —propongo cuando llegamos a mi casa.

Solo asiente con una pequeña sonrisa, mientras estaciono mi auto el el garaje.

Salimos y entramos por la puerta que da a un pasillo y después a la sala. Programo la alarma de seguridad y subimos a mi habitación.

—Gracias por defenderme Carola, tengo que aprender a defenderme sola —Le agradezco un poco melancólica y las lágrimas que tanto había estado calmando amenazan con brotar.

—No es nada, Scarlett, eres mi amiga y gracias a que regresé a la fiesta. ¡Aldo y yo, ya somos novios! —exclama con una gran sonrisa, pero se desvanece al verme—. Scarlett, no llores, los chicos pueden ser duros, pero Cassandra es solo palabras.

—No me gustó que me hayan tratado así, y que yo no pudiese defenderme —aclaro mientras las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas—. Digo, tomé clases de defensa personal, pero no es lo mismo… yo no… no sé defenderme con palabras y no me gustó como me veían los demás, no quiero que me tengan lástima...

Me siento como una niña que acaba de ser agredida por los chicos malos de la escuela.

—No necesito que ellos me tengan lástima, ya tengo suficiente con… —No puedo ocultar mi dolor. Y las lágrimas que mojan mis mejillas, cada vez son más.

—¿Qué es lo que te preocupa Scarlett? ¿Qué pasa? —Me pregunta y se aparta para verme, seguramente ha notado que mi respiración se está agitando—. ¿Qué no me estás diciendo?

Intento calmarme, tal vez no es el momento, pero quiero decirlo en voz alta, quiero que Carola lo sepa, necesito el apoyo de alguien más, alguien de confianza y hora sé que ella es la indicada.

—Es una historia larga —contesto respirando profundamente e intento calmarme—. Pero creo que puedo contártela.

Me pongo el pijama, le presto una a Carola y solo nos limpiamos el maquillaje y nos acostamos. Yo estoy del lado más cercano a la ventana. Viendo hacia la luna, es momento de hablar.

—Cuando tenía cinco años, mi madre biológica, fue diagnosticada con cáncer. Dos años después… murió. Mi… mi padre biológico me culpó de ello. Siempre quiso tener un niño, pero mi madre tuvo dificultades para quedar embarazada… cuando lo logró… él me odió… por no ser niño. Jamás me quiso. Siempre me trató como mal. Como si no valiera nada. Cuando… cuando mamá no estaba en casa…. —Siento las lágrimas en mis ojos, pero continúo—. Él me trataba como si no fuese su hija...

—Scarlett, entiendo que es doloroso, pero él ya no está aquí —suspira a mi lado. Sé que me está viendo, pero no quiero mirarla.

—Hace tiempo que no hablo de esto y…  siento que... esto me está asfixiado...

—Entonces dímelo. Te escucho, yo seré tu hombro... —susurra y después de un suspiro largo, continúo.

—Cuando mamá no estaba en casa, tenía que obedecer estrictamente sus reglas, si no lo hacía él no me daba de comer, me dejaba encerrada en mi habitación…  según él para que aprendiera de la vida, lo que es pasar hambre y carencias. Llegó a golpearme, pero yo no le dije nada a mamá. Y cuando fue diagnosticada y pasó más tiempo en casa, él… él intentaba quedar bien con ella, me trataba bien delante de ella... pero en cuanto la puerta se cerraba y quedábamos solos… me trataba fatal...

Me limpio las lágrimas con el dorso de la mano.
«Mis pesadillas hechas palabras».

—Dos años después de tratamiento, mamá murió. Yo estaba sentada a su lado y después salí al pasillo del dormitorio y me senté en un pequeño banco. Estaba llorando y cuando él llegó a casa y se dio cuenta de que ella había muerto… salió corriendo y me golpeó. Estaba… loco de ira. Me golpeó como nunca lo había hecho, él era así. Frío, enojón, venía del barrio y siempre fue así, nunca cambió, siempre despreciándome por ser alegre y linda con mamá.

Tomo una larga respiración y continúo...

—Me dejó tirada en el suelo. Inconsciente. Pensando que estaba muerta. Sus palabras derramaban desprecio puro. Recuerdo que se acercó a mí y dijo… “Jamás debiste haber nacido, jamás debiste haber venido, este no es tú mundo”, ese asqueroso aroma que desprendia, como a Ron, se quedó grabado en mi memoria, después tomó sus cosas y se fue, me dejó sola. Se fue y no le dijo nada a nadie. Mi tío John fue a buscar a mi mamá, él siempre se preocupó por ella. Me encontró una semana después de que mi mamá muriera. Estaba muerta de hambre y era urgente que me llevarán al hospital, tenía varias heridas y necesitaba un baño. John y Penny arreglaron el funeral y me llevaron al hospital. Pero por más que me preguntaban, yo no podía articular una palabra. Penny me llevó con un psicólogo y estuve tomando terapia por varios años, ella siempre fue dulce y amable conmigo. Habían adoptado a Taylor, antes que a mí y él siempre fue el hermano mayor que yo necesité, me cuidaba y me protegía.

—¿Qué sucedió con ese hombre?

—Desapareció, pero la policía lo encontró… lo metieron a la cárcel, fue cuando dije todo lo que me había hecho. Ya tenía ocho años en ese entonces. Lo último que me dijo aquella vez, fue que se sentía feliz de no ser mi padre... jamás olvidaré su mirada cuando lo condenaron. Me vio con más desprecio que nunca. Desde entonces… me costaba trabajo confiar en alguien y cuando lo hacía… las personas solo se aprovecharon de mi —termino con algo de ira en la voz.

—Scarlett, es horrible lo que te hizo ese hombre, pero afortunadamente ya no puede hacerte daño y ten por seguro que yo no te traicionare. Nunca la haría. Eres mi amiga y confió en ti, así como tú has confiado en mi —declara con seguridad y aún no tengo el valor de verla a los ojos.

—Confió, por eso te lo cuento.

Suspiro y termino la historia.

—Solo he tenido dos novios hasta ahora, pero ambos fueron malos conmigo, me recordaban un poco a él. Ambos me engañaron con otra chica, esparcieron rumores para hacerme quedar mal y que todos en la escuela supieran que me había acostado con ellos… nada de lo que decían era verdad. Pero aun así… todos me creyeron una zorra, así fue mi secundaria y parte del bachillerato. Hasta que Mateo los logró poner en su lugar.

—No me quiero anticipar, pero creo que Drew, de verdad te aprecia. Y si se atreve a hacerte daño, yo me encargo, además ahora tienes buenos amigos que te respaldan —declara orgullosa.

Sacar todo esto de mi sistema ha sido satisfactorio.

—Debo preguntarte algo —murmura tranquilamente.

—Claro —acepto aún viendo la luna que ilumina la noche, a través de las cortinas.

—Lo que te dijo Paul... ¿Te recordó a las palabras de tu padre, cierto? Por eso te dolió mucho —menciona con algo de cautela.

—Cada vez que alguien me rechaza, de la forma que sea. Solo lo escucho a él… a ese bastardo que no supo ser padre —Le contesto con algo de enojo—. Carola, no te conté esto para que... me tengas lástima, por favor no lo hagas.

—No lo haré.

Respiro profundamente varias veces y espero a que el sueño me atrape.

Scarlett parece ser diferente a los demás riquillos, a pesar del rechazo de Cassandra, se ha mostrado valiente y no puedo negar que hay algo en ella que me está llamando, pero no puedo permitirme sentir algo por ella, no somos iguales. De solo verla, uno se da cuenta, es como la blanca nieve cayendo en el fango...

Este lugar no es para ella.

Así que intentaré alejarla, aunque mis palabras no sean verdad, es por su bien, ya tendré tiempo para hablar con ella sinceramente.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro