Capítulo 21

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🍑

Drew —hablo en voz baja.

Después de que Drew me engañó, pensé que sería difícil volver a verlo, que sentiría el dolor renacer o algo parecido, pero… nop.

Sí, me siento triste, pero solo eso. Supongo que no era amor.

—Quiero pedirte perdón. Nunca debí hacerte eso, no debí traicionar tu confianza y mucho menos dejar que ese rumor corriera. No debí contarle nada a Lara, y lamento mucho, lo lamento demasiado… haberte perdido. Nunca quise traicionarte, no quise romperte… el corazón —habla con demasiada tristeza, lo que no quiero es dejarme embrujar por su encanto. No otra vez—. Solo quiero… quiero volver a tú vida, que me perdones y… que las cosas vuelvan a ser como antes.

—Drew. Yo no te guardo rencor y lo sabes. No soy así, no va conmigo. Claro que te perdono. Las cosas se salieron de control muy rápido y sé que… tal vez no fue tu intención.

«¡Eso ni tu lo crees mi querida Scarlett!».

Intento usar un tono calmado y sereno, después de todo, no puedo odiarlo, ha sido mi amigo por mucho tiempo y lo aprecio.

—Eso significa que…

—No. Drew, no te equivoques —interrumpo en cuanto veo su pequeña sonrisa—. Te perdono, pero no esperes a que las cosas vuelvan a ser como antes. Lo hecho, hecho está y no podemos borrarlo, es como tratar de borrar las arrugas de una hoja que acabas de arrancar, no se puede —Lo observo con seriedad—. Te deseo lo mejor Drew. Pero no podemos volver a ser nada, ni siquiera amigos.

—Entiendo —murmura en voz baja y voltea a ver a Mateo y Carola, después regresa la vista a mí—. Si… alguna vez… necesitas algo, cualquier cosa. No dudes en pedírmelo, siempre estaré para ti —Se da la vuelta y se aleja.

Los chicos regresan, Carola sube a su moto, pero un extraño sonido, nos hace a todos voltear a verla.

—¡Mierda! —exclama bajando de la moto—. Creo que una pieza está fallando —murmura inspeccionándola—. Y no tiene mucho que regresó del taller.

—Sí quieren, puedo ir a mi casa y pedirle a mi madre su auto, así las
llevo a sus casas —ofrece Drew regresando hasta nosotros.

«Que conveniente querido. Lo que menos quiero es eso».

—Nosotros las llevaríamos, pero el auto de James es un mono volumen —explica Mateo apenado y sé que sí pudiera, nos llevaría con tal de evitar a Drew.

—Tranquilos, yo… —Carola saca su celular y voltea a verme—. Tal vez esto no te guste, pero… —No necesita decirme a quien llamará, él único experto en motos, resulta que no es su novio—. Si no le llamo… él es el que sabe de esto.

—Está bien, de otra forma tu moto se quedará aquí —Le aseguro y Carola marca el número.

Cinco minutos después, Paul y Roger llegan en una camioneta de una cabina con una motocicleta en la parte de atrás.

—Pero sí se han quedado atrapadas en la cueva del lobo —bromea Roger bajando del asiento del copiloto.

—¿Qué tiene? —pregunta Paúl caminando hasta la motoneta de Carola.

—No sé, creo que algo se atascó en el motor. En la mañana estaba bien, pero escuchamos un pequeño ruido antes de dejarla y ahora no arranca —explica Carola molesta, me imagino que no le agrada dejarla en el taller.

—No hay remedio, me la llevo al taller y vas a ver que te la dejo como nueva, por eso debiste llevármela desde un principio mujer, antes de que el pelusas le metiera mano —asegura Roger.

Él y Paul caminan hasta la camioneta y bajan la motocicleta que está ahí y después suben la de Carola.

—Ya sabes que tienes que jalar conmigo, Caro. Paul... puede llevar... a Scarlett a su cantón —explica Roger con cautela.

—Ok... —acepto en voz baja y Paul asiente en dirección a Ro.

Carola y Roger suben a la camioneta y se ponen en marcha a la carretera.

—Nos vemos mañana chicos —Me despido de Mateo y James—. Paul me llevará, es amigo de Carola —Les explico al ver sus expresiones de intriga.

—Un gusto. Paul Johnson —Se presenta, extendiendo la mano a Mateo y después a James.

«¡A caray! ¿Y esos modales?».

—Él es Mateo y James, su novio —Les presento a Paul—. Hasta mañana chicos.

Mateo y James comparten una mirada y después me sonríen. Yo les ruedo los ojos y niego con la cabeza.

«Que este par no comience a hacerse historias en la cabeza».

—Toma —Paul me presta un casco y me lo pongo—. Sube —Me indica, montándose en su mocicleta.

Es negra, con una pequeña leyenda a los costados; el rey del camino.

—Scarlett, aún puedo ir por el auto de mi mamá —informa Drew demasiado apresurado, por un momento olvide que estaba aquí. Paul le da una mirada fría, antes de colocarse el casco—. No me tardaré.

—Está segura conmigo —afirma Paul y como si tuviste un imán que me atrae a él, me subo a la moto.

Drew me ve con desesperación, creo que quiere arrancarle la cabeza a Paul, sin querer lo he puesto celoso.

«¡Jodete Drew! Si, palabrotas».

—Gracias Drew, pero Paul me lleva.

El susodicho pone en marcha la motocicleta, y salimos como alma que lleva el diablo por la carretera.

Me sostengo fuerte de la pequeña parrilla que está detrás de mi asiento, me niego a tomar a Paul de la cintura.

«Ni que fuera su novia».

Llegamos a mi residencia en cuarenta minutos, Paul ha tenido que bajar la velocidad en algunos tramos, pues la carretera se está mojando por la pequeña lluvia que ha comenzado.

Bajo de este artefacto y me quito el casco, se lo entrego y ahora la lluvia es más fuerte y persistente.

—Gracias por traerme —murmuro cubriéndome la cabeza con mi bolsa.

—Y yo que pensé que no tenías modales —espeta quitándose su casco.

Puedo ver una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios, lo que me hace sonreír.

—Sí que los tengo, pero a veces las personas me sacan de mis casillas y se me olvida —contesto y él suelta una pequeña risa.

«No entiendo a este hombre, pero su intento de risa hipnotiza mis sentidos».

La lluvia se vuelve más pesada y cuando bajo la vista a la acera, puedo ver los pequeños granizos que están cayendo.

—¿Quieres esperar adentro? Creo que esta lluvia va en serio...

«¿De dónde vino eso?  Scarlett qué te pasa, no puedes invitar al enemigo a tu casa, bueno, Paul no es mi enemigo, pero tampoco es mi amigo. Como sea, ya no puedo retirar mi propuesta».

Frunce el ceño y baja la vista a su regazo, después al cielo y luego a mí.

—Ok, pero solo un momento.

—Puedes llevar tu moto al garaje —Le indico señalando el camino.

Él obedece y después me alcanza en la puerta de entrada a la residencia, entramos rápido y cierro la puerta.

—¿Quieres un té, café o algo? —pregunto entrando a la cocina y dejando mi bolsa y mi abrigo en un taburete cerca de la isla—. Creo que tenemos chocolate caliente —murmuro revisando la nevera.

—Un café está bien —responde entrando a la cocina.

Cuando lo veo, está observando todo a su alrededor.
La residencia es muy acogedora, Penny tiene un gusto culposo por lo vintage, muy marcado. Hay cuadros de pintores con poco éxito o ninguno y algunos de prestigio.
Los jarrones y demás adornos, le dan un aspecto maderoso, combinados con algunos detalles modernos.

Camino hasta la máquina de cappuccinos y preparo dos mokas.
Saco dos platitos y dos tazas de la vitrina y las lleno a tres cuartos.
Coloco las tazas en los platitos y le entrego una a Paul.

Él la ve y después, con media sonrisa, me ve a mí.

—¿Qué? —cuestiono extrañada rodeando la isla para tomar mis cosas.

—Con platitos y toda la cosa —contesta y toma su taza con el plato, levantando el meñique.

No puedo eludir sonreírle abiertamente.

—Me parece que era justo. La niña bien, siempre hace las cosas bien —apunto y camino hasta las escaleras—. Voy a dejar mis cosas a mi habitación. Si quieres… puedes venir —Lo invito y le doy la espalda, subo lentamente.

«¡Scarlett, ya basta! Tienes que dejar este intento de quedar bien con Paul, no lo merece. ¿A caso te ha flechado? ¡No, no, no, no! Eso ni pensarlo».

—¡Vamos pués! —exclama detrás de mí—. A conocer los aposentos de la muñequita.

«Me está haciendo sonreir, no sé si es a propósito, pero me agrada».

Llegamos al tercer piso y dudo un poco antes de abrir la puerta. Aunque no hay nada que esconder. Soy muy ordenada y aseada y tengo todo en su lugar. Abro la puerta y la dejo lo bastante abierta, para que entre.

—¡Wow! —Entra a paso lento—. Esto es tan grande como la guarida... Tal vez hasta más... —susurra y toma un sorbo de su café.

Entro a mí armario y cuelgo el abrigo en una esquina, salgo y cierro la puerta detrás de mí. Dejo mi bolsa en la silla frente a mi escritorio, para sentarme en el pequeño sofá en forma de L que está junto a la ventana.

Le doy un sorbo a mí café. Paul sigue de pie en el centro de la habitación, viéndolo todo. Se acerca al equipo de música y lo enciende.

Ed Sheeran cobra vida, cantando One. Voltea a verme y se acerca al sofá, sentándose a unos treinta centímetros de distancia.

Escuchamos en silencio, tomando nuestro café. En silencio hasta que él decide hablar.

—Scarlett, quiero pedirte una disculpa.

Habla en voz baja, viendo su taza casi vaciá. Yo estoy tomando el último sorbo de mi café y casi lo escupo al escuchar sus palabras.

—Te juzgue mal. Y no puedo creer que necesité escuchar eso… para poder entenderte. No suelo ser así... —levanta la vista y sus ojos marrones buscan los míos.

—No tienes que disculparte.

Aseguro viéndolo directamente, sintiéndome atraída por el hermoso chocolate frente a mi... regreso al presente y aparto la vista. Me levanto y dejo mi taza en la mesita de noche.

—Entiendo tu reacción. Siempre es lo mismo. Incluso en este mundo. Las personas… creen que todos somos iguales, que nos pasamos derrochando la fortuna de nuestros padres, que no le damos importancia a las cosas y más. Pero no es así –Doy la vuelta y para mi sorpresa, Paul está justo frente a mí. Muy cerca de mí.

No puedo dominar mis sentidos y mi vista se clava en sus labios.

—¿Quién es? —pregunta llamando mi atención y viendo sobre mi hombro.

Tomo su taza vaciá y al darme vuelta, la dejo en la mesita y veo lo que ha llamado su atención.

—Mi mamá... —susurro admirando el retrato.

Tengo una foto de mi madre biológica en la mesita de noche, junto a mi cama. Está sentada en el porche de la casa donde vivíamos. Se ve como un ángel, por eso duerme junto a mí.

La canción termina y comienza The Way You Look Tonight del buen Sinatra.

—Clásicos —masculla Paul caminando hasta el equipo de música—. ¿Quién canta? —cuestiona con interés, con verdadero interés.

«¿Qué está pasando Scarlett? ¿Desde cuándo Paul y tú se volvieron grandes amigos?  Ok, está situación es extraña, pero tal vez es el momento perfecto para hacer las pases».

—Francis Albert Sinatra, mejor conocido como Frank Sinatra —respondo caminando hasta él—. ¿Sabes bailar? —Espero que no tome a mal mi pregunta.

Voltea a verme con una encantadora sonrisa que podría derretir el iceberg que derrumbó al Titánic.

—No —Su respuesta no me sorprende—. Aunque sé... que tú sí —Lo veo tomar mi mano derecha con su mano izquierda y con su mano libre, toma mi cintura. Instintivamente, coloco mi mano izquierda en su hombro—. Usted es la experta, muñequita.

Me sorprende este cambio tan repentino en su actitud. Hace unos días, aún me odiaba y ahora estamos aquí. En mi habitación, tomados de las manos y a punto de bailar.

—Ok, alumno, intente seguirme el paso —comienzo dando un paso lateral derecho y él me sigue. Después vamos hacia atrás y luego a los lados. Damos vueltas y Paul sigue mis pasos—. Muy bien, aprendes rápido.

—Eres una buena maestra —replica y en su rostro aparece esa sonrisa rompecorazones—. De verdad lamento haberte juzgado mal.

—Paul, te perdono. Ya olvidalo —Lo regaño, no quiero pelear ni echar a perder el momento.

—No puedo olvidarlo. Te hice llorar dos veces y eso es doloroso. No debí hacerlo, esta bien que sea el chico malo, pero no es mi costumbre hacer llorar a las señoritas —Está arrepentido, pero sus palabras me recuerdan a las de Drew.

—De verdad, Paul. No pidas más disculpas, así me recuerdas a… Drew.

La canción termina y nos soltamos. Ahí está, el momento se desvaneció con una sola palabra.

—Ya no pidas disculpas. De corazón te perdono, aunque en su momento tus palabras me dolieron, no te guardo rencor ni siento odio por ti —Le confieso bajando la mirada—. Solo no insistas con tus disculpas.

Cheater de The Vamps, está sonando de fondo.

—Ok. No diré nada más —Con su dedo índice y pulgar levanta mi barbilla—. Por favor no llores más. No por mí culpa.

—No vuelvas a decir eso y te prometo no llorar, y menos golpearte —Le aseguro en broma y él suelta una carcajada.

«¡Oh por Dios! Creo que acabo de llegar al cielo».

—Creeme, no me gustaría que lo hicieras. Vi lo que le hiciste a Cassandra y no quiero terminar igual —Le sonrío y sus ojos brillan con emoción—. Sí que eres ruda.

—¿Cómo está? Yo no quería hacerle daño.

—Relajate Scarlett. Cassandra es fuerte, sólo tiene una leve marca de lo que le hiciste, pero para ella es el fin del mundo. Por loco que parezca, se preocupa mucho por su apariencia —contesta tranquilamente—. ¿Y tú cómo estás? ¿Ese ex te sigue molestando? —cuestiona soltando mi barbilla.

Había olvidado sus largos dedos en mi piel.

—Estoy bien. El rumor que corría en la facultad se calmó. Y Drew… solo quería que habláramos para que lo perdonará —Le explico caminando hasta la cama. Me siento en el borde y suspiro—. No sé… solo pensé… que esta vez sería diferente. Pero es evidente que me equivoque —Río un poco viendo en mi regazo, mis dedos entrelazados.

Paul se sienta a mí lado.

—¿A qué te refieres?

Carola llamó al taller, su motoneta le está dando problemas y quiere ayuda, Scarlett está con ella, definitivamente es una señal del destino para actuar de una vez por todas.

Acompaño a Roger y por supuesto que en el camino, acordamos que yo llevaré a Scarlett a su palacio, total, ya me sé el camino.

No me ha costado nada convencerla para traerla y después de un tiempo de charla, me sorprende que no esté siendo un completo animal con ella.

Es tan dulce, educada y refinada, definitivamente una chica de clase y por la forma en que me mira, sé que tengo oportunidad con ella, sin importar que somos de mundos diferentes, estoy seguro que no hay tiempo para pensar en las clases sociales.

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