Capitulo 22

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¿Qué te puedo decir que no te hayan dicho mis ojos? ¿Qué te puedo contar que no te hayan contado mis manos? ¿Cómo te puedo explicar lo que siento? Cuando te siento latiendo en todo lo que siento —Brando.

Yoongi se acercó al omega a pasos lentos, aunque antes sintió su mirada, vio como este pasaba sus dedos por sus mejillas con la mirada en el horizonte. Sin decir nada, de sentó a su lado en la misma posición que se encontraba el rubio, se quedó en silencio, esperando que Jimin dijera algo, no quería hablarle hasta que el estuviera listo para hacerlo.

Sentía que si decía algo interrumpiría lo que sea que estuviera pensando en ese momento, no quería arruinar su espacio. De reojo vio como Jimin pasaba una vez más su mano por sus mejillas, sabía que estaba llorando y quería ocultárselo.

Solo se sentó allí, sin decir nada. Lo único que quería en ese momento era hacerle compañía a Jimin, hacerle entender que, aunque no saliera una sola palabra de su boca estaba ahí para él, dispuesto a hablar cuando estuviera listo para hacerlo.

Aquel silencio en el que se encontraban sumergidos, le sirvió para tomar en cuenta lo que había dicho la doctora sobre pensar mejor lo que quería hacer en cuanto a su destinado y Jimin. Pensó en todas las emociones que le hacía sentir el omega, en todas las cosas nuevas que ha experimentado con él en poco tiempo.

Nunca se vio en una relación con un omega, siquiera se detenía a pensar en aquella posibilidad, le parecía lo más absurdo, hasta que conoció a Jimin. Todos sus planes, cuestionamientos, cambiaron. Las direcciones de las agujas de su reloj fueron movidas hacia el omega de ojos lobunos amarillos.

Aunque pasaba su celo con una omega, nada de lo que sentía con Jimin era algo que había experimentado antes. Con él se sentía aceptado, querido, cuidado. Sentía que realmente le importaba a alguien, más allá del físico o el placer sexual.

Jimin podía darle algo que no esperaba obtener nunca, amor. Y quería aceptarlo, deseaba con ímpetu recibir todo el amor que él tenía para darle y devolverle el doble de lo que le ofrecía.

Incluso cuando lo tenía a pocos metros de su cuerpo, en silencio, con la mirada perdida en la ciudad que brillaba con magnificencia, se sentía cómodo. Estaba en paz, como si lo conociera de algún otro lado, no sabía exactamente de dónde, pero eso era lo que menos importaba en ese momento. Lo importante es como se sentía su lobo estando cerca de Jimin y como él hacía sentir al omega.

Allí fue cuando tomó la decisión, de que definitivamente quería quedarse junto a Jimin, sabía lo que arriesgaba, lo egoísta que era al dejar a alguien que posiblemente lo necesitaba con urgencia, pero se convenció de que debía ser egoísta para ser feliz, sino sería infeliz por siempre. Ahora que tenía la oportunidad de serlo, no lo dejaría ir, y por más que le doliera, no dejaría ir a Jimin por su destinado.

Posiblemente estaba tomando una decisión precipitada, pero hasta ese momento esa sería su última sentencia y no tenía intenciones de cambiarla.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó Jimin en un susurro casi inaudible.

—Me enteré sobre lo de Taehyung, supuse que estarías aquí —contestó el alfa, desviando su atención al omega. Fue en ese instante que pudo apreciar sus mejillas y nariz carmesí.

—Estoy bien —masculló Jimin—. Quienes no lo están son ellos.

—Ellos no son quienes me importan ahora mismo —replicó el alfa. No quiso que aquello sonara tan insensible, pero era la verdad—. Si estás bien, ¿por qué lloras?

Jimin abrió la boca para responder a su pregunta, pero un nudo se instaló en su garganta haciendo que lo único que saliera de sus labios fuese su voz entrecortada. Sintió su labio inferior temblar, volvió su mirada al frente en cuanto sintió las lágrimas rodar por sus mejillas, una vez más. No quería que el alfa lo viera en una situación tan deprimente.

Yoongi se dio cuenta de ello, vio como éste intentaba reprimir sus lágrimas, mismas que limpiaba con furor y notable vergüenza.

El omega pensaba que no lo había visto llorar, supuso que solo era su manera de no hacerlo sentir incómodo al respecto, pero de todos modos seguía intentando ocultarlo.

—Hey, mírame —le pidió Yoongi tomándolo de las muñecas, tratando de girar su cuerpo hacia el suyo—. Jimin, mírame.

Jimin miró a Yoongi a los ojos al escuchar lo dulce y hermoso que se escuchaba su nombre viniendo de los labios del alfa, mismo que lo tomó por sorpresa al acercarse y quedar frente a frente. El pelinegro arropó con sus manos las mejillas de Jimin y con la suavidad de una caricia apartó las lágrimas que caían de sus ojos.

—No llores —le susurró ahora que podía verlo directo a los ojos—. Eres hermoso incluso así, no sientas vergüenza.

Aquellas palabras solo causaron más lágrimas en el omega. Se sentía más sensible de lo normal, y era más que evidente en su comportamiento.

—Porque le temo a la soledad —musitó sintiendo el pulgar de Yoongi acariciar sus mejillas empapadas en lágrimas. El alfa solo asintió y apartó el cabello de su frente para apreciar mejor sus expresiones faciales.

—Al ver como una de las personas que he cuidado o que he intentado cuidar, se va como pluma en el aire. Como la hoja del otoño que se lleva el viento al caer del árbol y terminar en el suelo —expresó con su mirada perdida—. Me di cuenta de que no se otra cosa más que cuidar a los demás —admitió el omega cabizbajo, pero el alfa se apresuró en la levantar su mentón con la yema de sus dedos.

—Está bien, yo le temo al abandono, no está mal tener miedo —confesó el alfa, logrando que Jimin lo mirara con sorpresa—. Escucha, sé que lo piensas, pero poner en primer plano nuestro bienestar no es ser egoísta, es anteponer nuestra felicidad.

—Lo sé, y lo peor es que acabo de darme cuenta, pero el temor a no ser capaz de hacer algo tan simple como eso, me abrumó, lo sigue haciendo —susurró el omega.

—Nadie dijo que es algo simple —determinó el pelinegro—. Algo que influye mucho en ello es nuestra crianza, no es que dejarás de ser servicial, atento, buen amigo e hijo, sino que poco a poco aprenderás a pensar más en tus sentimientos que el de los demás.

»Sé que Taehyung es tu amigo y lo amas, pero el ya decidió lo que quiere hacer. Nadie más que él y posiblemente Jungkook, entenderán porque ha decidido irse —consideró Yoongi—. Entiendo que te sientas de esta manera, pero no dejes que influya demasiado en ti las decisiones que él tome en su vida.

—Yo no podría abandonarte. —Fue lo único que el omega le dijo al sentir que este apartaba sus manos de su rostro.

—Y yo no te dejaría solo —contestó dedicándole una sonrisa de lado.

Luego de un largo silencio, en el que ambos estuvieron mirándose a los ojos al mismo tiempo que entrelazaban sus manos sobre el pasto verde debajo de sus cuerpos.

Aunque seguía sintiéndose afligido, también fue reconfortante para el omega sentir que tenía a alguien apoyándolo. Que limpiaba sus lágrimas, quién lo veía en un momento de debilidad y aun así se quedaba a su lado para reconfortarlo.

Estaba tan agradeció de tener a Yoongi que no podía expresarlo en palabras.

—¿Cenaste? —cuestionó el alfa acariciando el dorso de la mano de Jimin.

—Aún no, no tengo apetito.

—Deberías comer algo, tienes que cuidar tu salud, eres bailarín a menos que... —el alfa hizo una pausa para fijarse en el cuerpo del omega—. ¿Estás intentando adelgazar?

—Necesito un buen peso para la próxima presentación, he aumentado mucho en las últimas semanas —consideró el omegas

—No tienes que dejar de comer para ello, además, estoy seguro que tu madre no te dejará ir a la cama sin comer algo y yo tampoco.

—No está en casa, tiene turno nocturno —explicó Jimin.

—¿Comida casera, china, japonesa, árabe, española?

—¿Cocinas? —preguntó Jimin al escuchar que entre las opciones del alfa estaba lo "casero", él amaba comer en casa, pero solo cocinaba los fines de semana, los demás días casi siempre comía fuera, a menos que su madre lo obligara a desayunar antes de salir.

—Claro, cocinaría para ti, si eso hará que comas.

Jimin asintió dedicándolo una sonrisa sin mostrar sus dientes. El alfa recibió aquello como una afirmación y rápidamente se levantó de su lugar, limpiando sus pantalones de tela fina con sus manos. Ayudó al omega a levantarse y no dejó ir su mano hasta que llegaron al auto, lo que hizo que el rubio se sonrojara durante todo el camino.

—¿A dónde vamos? —cuestionó Jimin al ver que no giraron en la calle de su vecindario, sino que siguieron de largo.

—A mi apartamento, allí tengo todo con lo que puedo consentirte —susurró con voz profunda, lo que hizo que Jimin lo mirara sorprendido.

Ahora que el alfa mencionaba aquello, se dio cuenta de que no sabía casi nada de la familia del mismo, siquiera si vivía con alguno y eso le asustó. Pero supuso que vivía solo, debido a que nunca ha mencionado a nadie que pudiera vivir con él; aunque quizás nunca mencionó el hecho de llevarlo a su apartamento porque vivía con alguien más o porque consideraba algo muy íntimo.

El alfa entró al condominio que quedaba solo a dos calles más abajo de su vecindario, los edificios eran altos, de algunos 10 pisos. Al seguir los pasos de Yoongi hacia el interior, se dio cuenta de que éste vivía en el último piso.

Mientras caminaban por el pasillo se encontraron con una mujer y tres niños que correteaban delante de ella, mientras esta intentaba sujetarlos.

—Buenas noches, señor músico —dijo quien parecía ser el mayor de los niños, dirigiéndose a Yoongi, mismo que lo miró sorprendido, pero aun así le dedicó una sonrisa y un asentimiento en forma de saludo.

—¿Señor músico? —cuestionó Jimin con una sonrisa cuando se detuvieron frente a la puerta blanca al final del pasillo.

—Soy el único en este piso que toca el piano casi a diario —dijo el alfa al entrar al apartamento. Jimin se mantuvo de pie en el pequeño pasillo, frente a él solo podía ver la pared al fondo y el espacio abierto que conducía al interior del apartamento.

En el momento que dejaron sus zapatos en la entrada, Jimin se quedó detrás de Yoongi en todo momento, se mantuvo expectante a que alguien saliera a saludarlos, pero mientras el alfa encendía las luces solo hubo silencio.

El aroma que percibió era tan hogareño y fresco como el verano, exactamente como olía el alfa, todo el lugar estaba lleno de su fragancia. La combinación entre limón y canela, era una esencia que le transmitía tanta tranquilidad y frescura, se sentía mucho más cercano al alfa ahora que podía percibir su aroma casi por completo.

—No hay nadie —comentó el alfa al ver que Jimin parecía estar en alerta—. Bienvenido a mi lugar seguro, estamos a mano, siéntete afortunado de estar aquí.

Jimin solo asintió viendo lo espaciosa que era su sala de estar. El piso de baldosas beige combinaba perfectamente con el blanco de las paredes, gabinetes y puertas, un color que hacía del ambiente aún más fresco y elegante.

En medio de la sala se encontraba un gran sofá de cuero marrón en forma de L, y detrás de él un pequeño entarimado en medio de dos grandes columnas, con un piso de madera, donde reposaba una mesita del mismo material, con cojines grises a los lados. La pared junto a aquella mesita estaba revestida con baldosas grisáceas, de donde recaía un estante flotante con el mismo diseño de la única pared distinta al resto.

Fuera de aquel pequeño espacio, en la esquina izquierda, el alfa tenía un escritorio blanco, de frente a los ventanales que cubrían todo ese espacio. El omega estaba seguro que una vez el alfa corriera las cortinas blancas centrales y las grises a los lados, la vista hacia el exterior sería única.

Sus ojos se detuvieron en el piano negro de cola que brillaba en medio de todo lo blanco que rodeaba el apartamento. Se veía elegante, sutil, definitivamente le daba otra cara a la sala de estar. Se encontraba en la otra esquina, junto al ventanal, justo donde estaba, hacía un gran contraste con los clores que le rodeaban.

—Es hermoso —susurró Jimin deteniéndose frente al piano del alfa. Se veía tan delicado que no quería siquiera tocarlo, además, no sabía que tan cuidadoso era el Yoongi con su instrumento.

—¿Tocarías para mí? —cuestionó el omega aún con su mirada en el piano. Esperaba que el alfa tuviera un teclado no uno de cola. Se notaba que no era para nada barato, quizás por esa misma razón se veía tan bien cuidado.

—Ahora no, vas a comer primero —señaló el alfa desde la entrada de la cocina que se encontraba junto a la sala de estar.

Jimin estaba sorprendido por la armonía que había entre los colores y la decoración del lugar. Al entrar a la cocina fue recibido por un comedor de granito, con butacas de terciopelo gris y rosa, encima del mismo colgaban tres lámparas ovaladas dándole aún más iluminación al lugar.

—Si quieres puedes ducharte —preguntó el alfa mientras dejaba los ingredientes que iba a usar sobre la encimera blanca.

—¿Apesto o algo? —cuestionó el omega mirando al pelinegro de pie frente a la nevera.

—Un poco —respondió mirándolo por encima de sus hombros. Jimin fingió ofenderse al llevar sus manos a su pecho, al mismo tiempo que formaba una o con sus labios.

—Bromeo, solo lo digo para que estés más cómodo —rectificó el alfa—. Te daré algo de ropa.

Jimin no dijo nada más, solo lo siguió el corto pasillo hasta entrar a una pequeña habitación que evidentemente era la de huéspedes. Jimin esperó dentro del baño hasta que el alfa volvió con una camiseta negra y pantalones de dormir cortos, más que pantalones lucían como calzoncillos.

Mientras el omega se duchaba, el alfa también decidió darse un rápido baño antes de volver a la cocina, quería estar lo más limpio posible si iba a estar con Jimin. Al terminar de cambiarse de ropa, Yoongi se dio cuenta de que el rubio seguía en la ducha, por lo que se apresuró en cocinar algo rápido para ambos, así que lo mejor era Tteokbokki.

—Me queda algo corto, pero está bien, hace calor —informó Jimin mientras ingresaba al interior de la cocina.

En el momento que Yoongi vio su ropa en el cuerpo de Jimin, no pudo evitar sonreír. Eran de la misma estatura, así que su camiseta no le quedaba grande, solo llegaba a cubrir la parte íntima, pero luego sus piernas blancas y muy bien trabajadas estaban al aire, aquello fue lo que dejó al alfa fascinado.

—Si me sigues mirando así, se quemará la comida, alfa —comentó Jimin con una sonrisita de lado.

—Joder —masculló Yoongi volviendo su mirada al sarten sobre la estufa—. Que me llames así no ayuda.

El alfa no tardó en servir la comida en la mesa, se sentó de frente al omega para poder mantener sus manos en para sí mismo. Ver sus piernas descubiertas solo le provocaba querer tocarlas, y aún no tenía el atrevimiento de hacer aquello, menos cuando se supone que intentaba hacerlo sentir mejor.

Debía admitir que Jimin tenía mejor semblante que cuando lo encontró en la cima de la montaña, se veía más tranquilo, más como el Jimin atrevido de siempre, el que coquetea y sonríe.

—Hay algo que me da mucha curiosidad de ti desde el primer día que salimos juntos, pero nunca he tenido el atrevimiento de preguntar —comentó Jimin con su mirada en el plato.

—Me hago una idea de que puede ser.

—Nunca has hablando de tu familia —susurró el omega, lo que hizo que el corazón de Yoongi se acelerara—. Si es un tema delicado y no quieres hablar de ello, está bien, no tienes que decirme nada, solo me da curiosidad que vivas solo y no tengas alrededor una foto de tu familia.

El comentario de Jimin abrió una herida que pensó ya había sanado, pero en ese momento se dio cuenta que no, que el tema de la familia que no tenía seguía siendo algo que le resultaba difícil de hablar con alguien más. Aunque le contó a la madre del omega frente a él, aún le resultaba difícil hacer que las palabras salieran en cuanto a ese tema cuando se trataba de Jimin.

Tenían la suficiente confianza como para mencionarlo, así que dejó a un lado sus dudas y el miedo a la reacción del rubio.

—Estoy siendo muy entrometido, ¿cierto? —cuestionó Jimin en voz baja—. Hablemos de otra cosa —sugirió incorporándose en su lugar.

—No, no, está bien —negó Yoongi con la cabeza, dejando ir los palillos con los que comía—. No tengo familia, bueno, no hay una sola persona de mi familia que conozca. No sé si están vivos, muertos, nada.

Yoongi se mantuvo expectante a la reacción de Jimin, pero éste se mantuvo atento y tranquilo. No parecía sorprendido, en cambio parecía comprender, y eso Yoongi lo valoró mucho. El hecho de que su expresión fuera de comprensión, más no de pena o siquiera sorpresa, le dio la confianza que necesitaba.

—Perdón si te ofende la palabra —le anticipó Jimin—. Eres huérfano, puedes decírmelo sin miedo —susurró algo apenado.

—No me ofende lo que es cierto, esa palabra por lo general causa una impresión en los demás que no me agrada —declaró Yoongi—. El punto es, que hace exactamente siete años que salí del orfanato, no conozco a nadie de mi familia, no tengo a nadie.

—No tenías —masculló Jimin, en voz tan baja que el alfa no logró escuchar.

—No te escuché —señaló el pelinegro.

—No tenías a nadie. Tienes a Hoseok, Jungkook, mi querida madre que tanto te ama, y yo por supuesto —determinó Jimin—. Yo soy tu familia, no necesitas a nadie más. A menos que quieras una familia numerosa, yo puedo darte todos los cachorros que quieras.

El alfa se atragantó con el agua que tomaba luego de haber escuchado el comentario del omega, le tomó desprevenido. Nunca se ha planteado la posibilidad de querer hijos, estaba seguro que era algo que no le hacía falta realmente.

—No estoy seguro de querer tener cachorros, por ahora, prefiero disfrutar de lo demás —masculló Yoongi recogiendo los platos de la mesa—. Contigo.

Jimin lo observó con una sonrisa de lado mientras éste limpiaba los platos en el fregadero. Él tampoco quería cargar con un hijo en ese momento, aunque si tenía pensando formar una familia. Lo que llamó su atención y provocó que se acercara al alfa, fueron las últimas palabras del mismo, "disfrutar todo lo demás, contigo", claramente se referiría al sexo, aunque no lo haya dicho directamente.

—¿Y qué esperas entonces? —cuestionó Jimin medio en broma.

—Dijiste que querías que fuéramos despacio, estoy yendo despacio —respondió secándose las manos. Al girar sobre sus talones se encontró al omega demasiado cerca como para no querer acercarse más y besarlo. Por más tentadero que fue, se contuvo.

—¿Quién dice que tienes cohibirte de tus deseos para ello? —señaló Jimin dando un paso adelante. Yoongi vio sus piernas descubiertas y se mantuvo en su lugar en todo momento.

—Si quieres besarme, bésame —señaló—. Si quieres tocarme, tócame —Jimin se acercó tanto al alfa que ahora sus pechos se tocaban, sus piernas rozaban.

—Si quieres tener... —Jimin no pudo terminar su frase cuando sintió las manos de Yoongi sujetarlo con fuerza de la cintura y tirar de él hasta juntar sus labios en un beso necesitado.

El omega prácticamente le hablaba encima de sus labios, escucharlo hablarle de esa manera, en ese tono de voz y con tanta picardía, no pudo resistirse.

Jimin dejó salir un jadeo en medio del beso al sentir como el alfa lo besaba con tanta pasión y fiereza. Llevó sus manos al cuello del alfa para acercarlo más, para sentirlo más.

El calor que emanaba de sus cuerpos en ese instante era la evidencia de lo placentero y lujurioso que empezaba a ser aquel beso. Sus respiraciones eran irregulares, deseaban tanto poder tenerse así de cerca, saboreando sus labios en un beso pasional, que la respiración les faltaba.

—¿Sabes que quiero? —cuestionó Yoongi dejando pequeños besos en la mandíbula del omega, quien levantaba su mentón para dejar a la vista sus clavículas y todo su cuello a la disposición del alfa.

—¿Qué quieres, alfa? —cuestionó Jimin con sus ojos cerrados, sintiendo el calor del ambiente ir en aumento en cada beso.

Cerró sus ojos y mordió su labio inferior al sentir como los labios de Yoongi ascendía por su rostro hasta detenerse en sus oídos. Estaba seguro que, si el alfa seguía besándolo así, hablándole de esa manera y apretándolo contra su cuerpo notablemente tan excitado como el suyo.

—No solo quiero besarte y tocarte —musitó Yoongi al oído del alfa, deslizando sus manos lentamente desde su cintura—. Quiero descubrir cada uno de tus puntos débiles. —Sus manos se detuvieron en el trasero del omega—. Quiero quitarte esta ropa y hacerte mío, aquí.

Jimin no asimilaba todo lo que le decía Yoongi al oído mientras lo tocaba lentamente. Su corazón latía desbocado en su pecho, estaba tan emocionado que no sabía siquiera que decir o que hacer más que buscar sus labios con desesperación y besarlo nuevamente con anhelo.

Si no se apresuraban en llevar aquel beso a otro nivel, ambos sentían que estallarían de lo caliente que sentían sus cuerpos.

Es cierto que Jimin quería llevar las cosas despacio, pero también ambos estaban listos para tener ese tipo de intimidad. Sus cuerpos se los pedía, sus lobos interiores deseaban encontrarse en un momento de placer y aquella noche era el momento perfecto para hacerlo.

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