🎪Circo 3🎪

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Se sentía emocionado y feliz por ver nuevamente la sonrisa de todos aquellos niños inocentes. Su cabello perfumado con lilas como adorno eran su mayor encanto, y la esmeralda mágica y viva en sus preciosos ojos, el máximo protagonista de la belleza de aquel pequeño omega ángel caído del cielo y encanto sublime del infante.

Su cuerpo lo sentía extraño. La pesadez en sus párpados y sus extremidades le confundían, sentía que las cosas a su alrededor se distorsionaban y las voces de sus compañeros y los cantos animados como un vacío eco.

Tampoco estaba seguro de pertenecer a ese lugar... la vestimenta era diferente, el tono en el habla de las personas también, además de que lo llamaban por un nombre que claramente no pertenecía a él.

¿Pero cómo había llegado ahí?

De repente todo dejó de ser mágico y hermoso. Las llamas consumieron el colorido circo, mientras que las melodiosas risas eran transformadas en escalofriantes gritos. Quiso levantarse y salir de aquel abismo que le acechaba, pero un par de manos, frías, grandes y huesudas lo sostuvieron en su lugar con una fuerza sobrenatural, llenándole de miedo al ver como las llamas lo fundirían llevándolo a un trágico final.

Gritó y gritó sin parar, pero nadie le escuchaba. Su corazón estaba inquieto y de sus ojos salían lágrimas, tenía miedo... mucho miedo de lo que podría pasar, sintió como poco a poco su alma se iba desgarrando bajo el filo de aquellas grandes garras que solo lo querían dañar.

La sangre empezó a brotar, la piel empezó a caer, aquella angelical belleza se empezaba a desvanecer...

El corazón dejaba de latir, los sentimientos dejaban de existir... un cuerpo vacío sin nada que ofrecer, listo para pagar su tributo a aquel que lo salvó de perecer...

Un ángel corrompido envuelto en la oscuridad, convirtiéndose en un cruel y hermoso demonio renacido.

De repente el fuego se extinguió y el hermoso circo quedó intacto como si las llamas jamás hubiesen existido. Su vista viajó al espejo más cercano y lágrimas de sangre descendieron por su rostro mientras una sonrisa torcida surcaba en sus labios de manera involuntaria tal cual títere de trapo.

La esmeralda de sus ojos se había consumido por el carmín maldito de la sangre de sus víctimas... y sabía que no había marcha atrás, su maldad apenas florecía.

La salvación para él ya no existía, su mente sucia y manipulable gritándole y burlándose en su cara... oh maldito tormento, la desdicha y la deshonra de su peste, llenando el hueco del corazón muerto aprendiendo a amar con enfermiza obsesión todo su sufrimiento.

Despertó agitado mientras su corazón bombeaba con potencia, el sudor impregnaba por completo su rostro en pequeñas y abundantes gotas. Arrojó las cobijas a un lado de la cama con brusquedad, el calor en su cuerpo lo estaba mareando y necesitaba tranquilizarse antes que su esposo llegara y lo viera así de alterado. Lo menos que quería era preocupar a su alfa por un tonto sueño, los cuales venía sufriendo desde que era un niño.

Cerró sus ojos y se dejó envolver en el reconfortante aroma de su pareja, sintiendo de manera inmediata la calma que tanto buscaba. Sus manos aún temblaban y pese al calor en su cuerpo sabía que las tenía frías, es por eso que aún y con los ojos cerrados buscó a tientas sus guantes en la mesita de noche, con la idea de calentarlas, pero unas manos grandes y cálidas tomaron las suyas sintiendo como después de unos segundos pequeños besos eran depositados con extrema delicadeza en ambos dorsos, llenándole de calidez, pero también de preocupación al verse descubierto.

—¿Mal sueño cariño? —la voz de su alfa le transmitió calma y poco a poco fue abriendo sus ojos para observar aquellos orbes hipnóticos que solo su esposo tenía.

—Ya pasó amor —sonrió para tranquilizar la preocupación en su pareja.

Yoongi suspiró, pero devolvió la sonrisa a su omega, sabía que su esposo ya estaba tranquilo por el dulzor en su aroma.

—Jimin, debemos hablar de algo importante, pero quiero que a pesar de lo que te vaya a decir no te sientas presionado en decidir ¿Si amor? Lo más importante para mí es tu estabilidad emocional y sé que has pasado por mucho.

El omega se incorporó en la cama y sus oscuros ojos vieron con atención los claros de su alfa. Asintió con la cabeza en una muda señal de que le escuchaba.

—Hace un par de horas recibí una llamada de un viejo amigo —inició a relatar el pelinegro—. Me contaba que hace poco heredó unos terrenos y que hay muchas cosas extrañas alrededor de ellos —hizo una breve pausa, Jimin escuchaba en silencio—. Está desesperado, dice que quiere vender la herencia, pero que primero quiere ir y revisar... por eso me pidió ir y acompañarlo.

—¿Es alguna construcción o algo así? —preguntó el omega sin terminar de entender.

Yoongi asintió mientras se levantaba de la cama y caminaba hacia el ordenador donde había dejado su correo abierto. Jimin lo siguió poco después y se sentó en el regazo del alfa siendo inmediatamente abrazado por éste para poder ver con mayor atención lo que su pareja estaba por mostrarle.

—Me envió algunas fotografías de unas notas de periódicos, tienen aspecto antiguo así que supongo que donde quiere hacer la investigación es algún tipo de ruina o algo así —explicó el mayor, mientras mostraba a su esposo una a una las fotografías que había recibido.

Jimin observaba con atención aquellas fotografías sin poder explicar el sentimiento tan pesado y negativo que estaba sintiendo. Leía aquellas notas y pronto sintió como las lágrimas se deslizaban por sus mejillas sin explicación alguna. Su corazón latía de manera desesperada y su respiración se hacía más pesada y errática ¿Qué era todo aquello? ¿Por qué le estaba afectando tanto? Llevó su pequeña mano a su pecho en un intento por calmarse, sintiendo las caricias de su alfa en su espalda para ayudar de alguna manera a mitigar toda aquella angustia que lo había atacado tan repentinamente.

—¿Estás bien Jiminnie?

El omega asintió con la cabeza, nuevas lagrimas nacían de sus irritados ojos mientras sus dedos temblorosos acariciaban en la pantalla del ordenador aquella foto que mostraba lo que parecía ser una pequeña caja musical; donde al verla, sentimientos que parecían no pertenecerle a él nacían del fondo de sus entrañas, confundiéndole aún más acerca de todo lo que estaba sintiendo solo con el hecho de haber observado aquellas fotos.

—Esa caja musical... —susurró en un delicado hilo de voz. Yoongi se preocupó al ver a su omega en aquel estado tan vulnerable así que lo hizo sentarse a horcajadas sobre él, para poder verlo a los ojos.

Limpió cada una de las lágrimas del menor con extrema dulzura y cuidado y acunó el delicado rostro entre sus manos.

—¿Qué ocurre con ella cariño? —preguntó delicadamente.

—La he visto Yoon... y no solo una vez...

El alfa frunció el ceño, denotando confusión. —¿Dónde la has visto Jimin?

—En mis sueños.

Un denso silencio se instauró entre ambos. Yoongi sentía el pequeño cuerpo de su pareja temblar, y no le gustaba sentirlo de aquella manera tan rota y asustada. Besó las pequeñas manos con amor, y sus besos siguieron su camino hasta llegar al sonrojado rostro del menor, donde la unión de ambas bocas formó un beso suave y delicado, donde el alfa demostraba a su omega su amor, entrega y protección.

El pelinegro juntó su frente con la del omega y de ahí le susurró —¿Desde cuándo has soñado con esa caja amor?

El rubio suspiró tembloroso. —Desde siempre alfa. Es uno de los pocos sueños que me atormentan desde que era un niño.

—¿Qué otro sueño se ha repetido? —preguntó el mayor, mientras sus manos hacían suaves caricias en las rechonchas mejías de su pareja.

El omega permaneció en silencio durante unos minutos y el alfa no lo presionó a responder. Después de tantos años de matrimonio sabía que su esposo vivía atormentado por aquellos sueños que no tenían un claro origen, sintiéndose inútil e impotente cada vez que el llanto de su amado lo despertaba cada noche, producto de las múltiples pesadillas que atormentaban sin piedad su mente.

—Mis sueños son borrosos —la voz de su omega lo sacó de sus pensamientos—. Es extraño... pero solo son pequeños fragmentos los que logro recordar, aunque sean los mismos sueños los que me atormenten cada noche.

—¿Qué es lo que recuerdas de esos sueños?

Jimin cerró sus ojos sintiendo como las lágrimas bañaban nuevamente su rostro. No le gustaba hablar de esos sueños con nadie, porque la amenaza estaba presente. Sabía que, si decía lo que veía, él se encargaría de hacerle daño a su esposo e hijo y no podía permitirlo bajo ninguna circunstancia. Era por eso que había decidido sufrir solo y en silencio. Pero también era consiente que no podría mentirle a su alfa mirándole a los ojos, además que el lazo que compartían era tan fuerte que Yoongi era capaz de sentir la angustia que lo estaba matando poco a poco. Es por eso que suspiró y se armó de valor en decir aquellos pequeños fragmentos que su mente era capaz de guardar antes que la oscuridad se los arrebatara y lo dejara nuevamente en la nada.

—Sucede en un Circo... —empezó a relatar—. Primero todo es risas y felicidad, no sé bien donde se supone que estoy en el sueño... pero me llaman por un nombre que no conozco y mi apariencia es otra, la melodía que nace de la cajita musical es la clave y energía del circo —cerró sus ojos, su mente viajando a aquellos pequeños fragmentos de recuerdos—. Pero luego todo cambia. Los gritos y los lamentos se escuchan, y detrás de mí siempre está él, se ríe de mí y entierra sus garras en mi piel... mientras me muestra las llamas que consumen la vida que había dado felicidad al lugar.

Yoongi escuchaba en silencio todo el relato, tratando en todo momento de no perder la compostura para no sobresaltar a su omega. Ahora más que nunca sabía que había algo oscuro tras todo lo acontecido, y no sabía qué hacer, tampoco sabía cómo decirle a Jimin que los mismos escenarios que estaba relatando habían ocurrido en aquel abandonado Circo.

—Ese Circo aún existe Jimin —murmuró bajo, sintiendo como su pareja se tensaba entre sus brazos—, y ha sido heredado por un viejo amigo que me ha pedido que vaya con él a investigar ¿Qué opinas cariño?

—No irás solo Yoongi —declaró rotundo. El alfa ya se imaginaba que su pareja diría eso, pero no pensaba exponerlo a ese tipo de situaciones.

Jimin se levantó de su lugar y empezó a rebuscar en su habitación la maleta que tenía para empezar a empacar todo lo necesario. Yoongi inmediatamente se alarmó al verlo tan decidido y se acercó a pasos rápidos hacia donde se encontraba el rubio.

—Amor entiende que no puedes ir conmigo, el viaje es precipitado y aunque tengas experiencia en este tipo de cosas estoy seguro que no estás preparado para esta ocasión. No quiero perderte —suplicó el mayor.

Jimin le sonrió —Estoy preparado para lo que sea alfa. Antes pude sobrellevar este tipo de situaciones pese a mis sueños ¿Por qué no podría ahora? —acarició la pálida mejilla de su esposo—. Entiende que no importa todo lo que me digas, jamás te dejaré ir solo. Somos un equipo ¿Recuerdas?

Yoongi sonrió derrotado, jamás podría negarle algo a su omega —Eres igual de testarudo que tu hijo.

—Nuestro hijo Min —corrigió divertido—. Será mejor que vayas y le digas que aliste su equipaje, también vendrá con nosotros. Mientras tanto llamaré a Chanyeol para que tenga listo el equipo.

Yoongi seguía inseguro. —¿Estás seguro de querer hacer esto?

Jimin sonrió para luego estamparle un beso a su alfa en los labios con el fin de que se callara y dejara de insistir. Yoongi comprendió el mensaje a la perfección ya que salió de la habitación en silencio y con una gran sonrisa en sus labios.

Jimin siguió concentrado en acomodar su ropa y la de su alfa en la maleta. De sus labios salían suaves tarareos de alguna de sus canciones favoritas. Observó el reloj en la mesita y frunció el ceño al ver que éste no funcionaba, con pasos lentos se acercó para revisarlo y un escalofrío recorrió su cuerpo entero cuando un leve murmullo y tenues risas acariciaron sus oídos.

Se quedó quieto en su lugar, no se atrevía siquiera a respirar, los murmullos pronto se hicieron más fuertes hasta que se convirtieron en susurros. Escuchaba varias voces, distorsionadas en el profundo eco de las gruesas paredes de su habitación.

Avanzó uno, dos, y tres pasos con la mirada fija en el reloj. Las luces de la habitación parpadearon, mientras que una ventisca helada acariciaba su cuerpo lográndolo estremecer de manera violenta. De fondo escuchaba las risas de su esposo e hijo y quiso con todas sus fuerzas gritar y pedir ayuda, pero la voz no le salía, y sentía que si lograba gritar absolutamente nadie le escucharía.

De repente las luces en su habitación se apagaron. La densa oscuridad hizo su aparición, tratando de asustarlo como muchas veces había ocurrido en sus sueños. El omega se mantuvo sereno y sin moverse, escuchando de manera clara como los susurros invadían su mente, y aunque trataba de entenderlos no podía, eran muchas voces y a ninguna entendía. Las risas a su vez formaban parte del eco en la oscuridad, Jimin lo sabía, ellos olían su miedo y se burlaban de su profunda agonía y tormento.

Las luces parpadearon con potencia, y entre cada fragmento de lucidez una figura alta y delgada se dejaba ver. Jimin avanzó pocos pasos hasta llegar al gran espejo que tenía en su habitación y justo cuando sus manos hicieron contacto con él, las luces nuevamente volvieron a iluminar para que sus pequeños ojos pudiesen ver a aquel extraño ser reflejado en el amplio cristal quien le veía con una sonrisa torcida y con malicia brillando de puro mal.

Ojos rojos y piel escamosa era lo que se reflejaba, grandes alas negras extendidas para recibirlo, filosas garras y colmillos ensangrentados, demostrando el hambre latente que existía por su tibia carne, su cráneo abierto y envuelto de larvas, las cuales se movían inquietas mientras comían de manera voraz y grotesca toda aquella carne podrida.

Jimin observaba de manera directa aquel par de ojos rojos y demoniacos, su voz aún no era capaz de salir, pero su postura y convicción demostraban de manera sorprendente la confianza que sentía. Aquel horripilante ser debía saber que con él y con su familia nadie se metería.

—Muestra tu verdadera esencia cobarde —retó el omega a aquel demonio que no paraba de sonreírle y observarlo con malicia.

Fue cuestión de segundos para observar en el reflejo del cristal como la piel podrida y negra era desgarrada por sus propias garras hasta quedar los huesos limpios. De ahí, nueva carne iba naciendo, esta vez de apariencia sana y rosácea. Pasaron algunos segundos y Jimin seguía observando en silencio como los ojos salían de sus cuencas y eran reemplazados por otros con apariencia más humana, y como de aquel cráneo nacía un cabello limpio y sedoso de un espeso color negro.

Ahora frente al omega estaba la imagen de un hermoso ser con la apariencia de un jovencito. Espesos cabellos negros y ojos rojos, con un cuerpo hermoso y tonificado, vestido con una capa roja llamativa y hermosa. La piel lucia delicada y sana y sus labios formaban una sonrisa tétricamente angelical, mientras sus ojos carmín no dejaban de observar al omega rubio al otro lado del espejo.

Esa era la imagen a la que Jimin tanto temía... aquella que lo atormentaba en sus sueños y día a día.

Se acercó más al espejo, mientras sus ojos no abandonaban los contrarios. El extraño ser también se acercó y ambos quedaron a escasos centímetros de distancia observándose con el reto en sus miradas.

—Descubriré cada uno de tus secretos —murmuró Jimin, sonriendo triunfante cuando la sonrisa de malicia se esfumó por completo de aquella extraña criatura.

La puerta fue abierta sobresaltando al omega, por ella entraron dos alfas animados mientras reían y cargaban comida chatarra. Jimin inmediatamente observó al espejo notando que la criatura veía directamente a su hijo con profundo rencor, para luego sonreírle a él de manera retorcida y desvanecerse hasta que solo su propio reflejo era el único que se podía ver en aquel espejo.

Yoongi se acercó a su pareja seguido de su cachorro. Ambos preocupados al verlo con la mirada perdida, el rostro pálido y las manos temblando.

—Cariño... ¿Estás bien?

El rubio volteó de manera inmediata y les sonrió con confianza para luego abrazar a ambos y reír con ellos. Solo su mente era testigo de lo que le atormentaba, siendo su preocupación y sufrimiento enmascarados perfectamente tras una hermosa sonrisa inocente.

—Mejor que nunca.



















YOONGLH🎪

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