🎪Circo 32🎪

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La noche cayó tan rápido que no dio tiempo suficiente para que todos se prepararan y la recibieran con gusto. Jimin había despertado hace un par de horas, y como compensación por haber cuidado de él durante todo ese tiempo se ofreció para vigilar mientras los demás dormían un rato.

Lograr su objetivo fue una hazaña completa, SeokJin no estaba de acuerdo que hiciera tanto esfuerzo después de haber pasado por un trago tan amargo como lo era la purificación de la herida y el descubrimiento de Jungkook. Sin embargo, el rubio permaneció firme en todo momento, alegando que se encontraba en perfectas condiciones y que podría vigilar por algunas horas.

Fue así como logró convencer a todos, y aquellos que todavía guardaban un poco de desconfianza tuvieron que soportarla y no objetar, pues el omega Park no pensaba cambiar de opinión. SeokJin tiró una pequeña maldición y se resignó a dormir por un rato, seguido de él fueron los hermanos Kim y así poco a poco los demás fueron cayendo en un cansancio infinito que quedó representado en sus rostros dormidos.

En medio de su soledad Jimin se dedicó a pensar con calma. Los problemas que tenían eran de gran magnitud y las soluciones parecían más un espejismo que una realidad. Hubo un momento donde la idea de escapar llegó a su mente como algo tentador, más todo eso quedaba sepultado cuando la imagen de aquel espíritu y sus lágrimas llegaban para recordarle que había algo puro en medio de toda aquella oscuridad, un alma inocente que necesitaba ser salvada.

¿Podrían hacerlo? La respuesta a esa pregunta no está clara. Lo único que tienen seguro es que van a intentarlo.

No quiere pensar mucho en lo que está pasando con su hijo porque le desgarra. Jungkook no ha hablado desde que despertó, las ojeras en sus ojos demuestran el aspecto cansado que justamente no debería tener puesto que, de todos, es el que más ha dormido.

Algo cambió en su alma, la preocupación en la mirada de SeokJin es otro factor para hacerle pensar sólo lo peor. No sabe qué hacer, tampoco como actuar, él lo único que desea es reunirse con su alfa y ver que está bien, para que así ambos construyan un camino seguro para que su hijo vuelva con ellos.

Ange Rouge... todo el mal y toda su desgracia está bajo el sello de ese nombre. Pesadillas desde pequeño, visiones y estados letárgicos que poco a poco le han ido aislando del resto del mundo, quedando encerrado en un mismo cuarto con una sola ventana que a medida pasan los años se va alejando.

Llega un momento de la noche donde siente la inquietud del lobo en su interior. Sus sentidos se activan rápidamente, buscando con desespero las señales que denotan el cambio en el ambiente; sin embargo, en su rostro permanece la máscara engañosa de la tranquilidad.

Pisadas y nuevamente silencio, el viento frío sacude la carpa y las pequeñas banderas ondean suavemente. Mira a su alrededor con disimulo, para luego verificar a sus compañeros dormidos, y es en ese momento que siente la respiración pesada porque entre todos ellos su hijo dormido falta.

—Jungkook... —no lo piensa mucho y se pone de pie, rápidamente recorre el lugar y sus miedos aumentan porque el cachorro no está ahí.

Sale de la carpa y los faroles iluminados le muestran los diversos caminos a tomar. Sus pasos van en línea recta por algunos metros y justo cuando piensa doblar a la derecha, la imagen del alfa se presenta ante él.

Jungkook lo mira inexpresivo por algunos segundos para posteriormente hacer una mueca torcida. Jimin retrocede por impulso, el lobo crispado en su interior advirtiéndole de la amenaza.

—¿Qué haces tan lejos de la carpa? Es peligroso —habló el menor, y el tono burlón no pasó desapercibido para Jimin.

—Podría hacerte la misma pregunta —habló el omega—. ¿Qué haces aquí?

—Necesitaba un poco de aire fresco —el alfa ladeó la cabeza—. La espera me está matando.

La mirada de Jimin impactó en los ojos del contrario, una fina línea se formó en sus labios cuando se fijó en un nuevo detalle.

—No puedes estar solo —la voz del mayor se escuchó con claridad, mientras observaba atentamente el cambio en la mirada del alfa.

Los ojos hermosos de su hijo dejaron de lado aquel celeste brillante para ser sustituido por un negro profundo; un estremecimiento de pies a cabeza le sacudió cuando las manos de Jungkook apretaron con fuerza sus hombros tensos.

—¿No confías en tu hijo? —preguntó el pelinegro con una mueca que pretendía manipular e infundir pena.

Jimin se tensó con aquella pregunta; las lágrimas salieron de sus ojos irritados y poco a poco fue retrocediendo hasta que estuvo libre de aquel tacto que le quemaba. Poco tiempo después sus ojos se fijaron en el menor, por ningún momento dudó al momento que las palabras abandonaron sus labios, logrando borrar todo rastro de sonrisa en el alfa.

—Tú no eres mi hijo.

La expresión en el rostro de Jungkook era indescifrable. Los pozos oscuros estaban fijos en el omega y de sus labios no salió sonido alguno. Segundos eternos pasaron cuando una sonrisa carente de emoción se formó en el rostro del menor, despertando las alarmas en Jimin cuando pudo ver pequeños vasos sanguíneos adornar los ojos perdidos.

—Así que ya lo sabes.

Jimin no tuvo tiempo para actuar. La mano derecha del menor encerró su cuello en un agarre doloroso y sin hacer demasiado esfuerzo lo suspendió por los aires. Los pies del omega se movieron violentamente, el suelo no le sostenía y la mirada se tornó borrosa cuando el aire ya no pudo hacer su entrada en los pulmones. Las pequeñas manos corrieron hacia el agarre firme, golpeó con sus puños pero nada funcionaba, Jungkook no pensaba soltarlo.

—K-Kookie... —habló como pudo, el rostro del omega estaba tornándose morado debido a su incapacidad para respirar.

La sonrisa en el menor aumentó. —Kookie no está, Kookie murió, y tú también lo harás pequeña perra.

La voz transformada demostraba la presencia de un ente oscuro. En ese momento Jimin pudo ver la viva imagen del demonio anfitrión; Ange yacía de pie al lado de su hijo; sus colmillos filosos eran mostrados debido a la sonrisa hambrienta que adornada su rostro, mientras que su lengua cargada de veneno se encargaba de dar aquellos susurros que quebrantaban cada vez más la mente del pequeño cachorro.

"Mátalo, Jungkook"

"Él es malo, mátalo por mí"

"Vamos pequeño, puedes hacerlo"

—N-no... n-no escuches... —un pitido agudo inundó la cabeza del rubio, las fuerzas para luchar iban muriendo, y sus ojos poco a poco se iban cerrando.

Los ojos carmín brillaron en excitación al ver como la vida escapaba del omega, sus labios rellenos se posaron sobre el oído derecho de su pequeña marioneta y continuó con sus susurros.

"Ya casi lo logras, pequeño"

"Sigue así, aprieta un poco más"

El agarre en el cuello de Jimin se intensificó. El omega como último recurso emitió aquel chillido cargado de terror que solamente una persona en el mundo podría escuchar, siendo éste su último intento para obtener salvación.

Los minutos silenciosos se tornaron imposibles de soportar. La fuerza vital iba cayendo dejando el cuenco vacío que el demonio tanto estaba esperando; sin embargo, en un pequeño lapso que ninguno esperó aquella conexión se vió rota cuando el cuerpo del alfa menor cayó al suelo de manera sorpresiva, logrando dejar en libertad al omega quién no esperó por más e inmediatamente empezó a toser.

—¡JIMIN! —el grito aterrado de Baekhyun le dio a conocer que habían despertado.

Los ojos del omega se dirigieron hacia donde estaba su hijo, descubriendo con horror que Jungkook peleaba de manera mortal con un alfa que recién había hecho su entrada al lugar.

<<Yoongi>> una punzada de miedo corrió a través de su sistema cuando miró como su esposo caía al suelo debido a un potente golpe otorgado por el menor.

—¡Jimin, vete de aquí! —gritó Yoongi, en el mismo momento que se lanzaba sobre su hijo para mantenerlo quieto.

Aunque era imposible. La fuerza que Jungkook mostraba era inhumana, y esa misma fuerza era la que pretendía usar para matar a su propio padre.

Los demás alfas trataron de acercarse y ayudar a Yoongi, pero una fuerza desconocida los aventó por los aires hasta hacerlos caer varios metros lejos. Lo mismo pasaba con aquellos omegas que intentaban acercarse, eran tirados sin ninguna compasión y lastimados en el proceso.

—¡Deja a mi hijo en paz! —gritó Jimin desde su lugar, trató de moverse pero no podía y eso sólo aumentó el sentimiento de impotencia—. ¡Llévame a mí! ¡Tómame a mí!

La imagen del demonio quedó perfectamente formada en el centro del lugar. Frente a la mirada asustada de todos los presentes se impuso bajo la forma de un joven encantador de hermosa apariencia; iba vestido con un traje rojo brillante y en su cuerpo múltiples serpientes de color negro intenso se paseaban con parsimonia, logrando aumentar el pánico en cada uno de los que le veían.

—Ange Rouge... —susurró SeokJin.

—Jimin, se parece a Jimin —dijo Minho, y Sehun tuvo que taparle la boca con las manos.

Ange formó una daga alargada con una de las serpientes que llevaba, el instrumento filoso y de color negro brillaba bajo las luces potentes de los faroles. Alfas y omegas estaban estáticos, sin saber qué hacer ni como actuar, porque frente a ellos estaba la más pura representación de la maldad.

Jungkook —a Jimin se le encogió el corazón al ver como su cachorro acudía al llamado de aquel demonio, tan sumisamente.

Las manos espectrales tocaron el rostro joven con suavidad enfermiza; los ojos carmín puestos en Jimin, mientras que los labios malditos exhalaban aquella orden.

Mátalo por mí.
























SE PRENDIÓ 😼


















YOONGLH🎪

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