🎪Circo 31🎪

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—Acéptenlo, nos perdimos.

Sehun evitó rodar los ojos en esa ocasión y siguió caminando. El grupo o más bien trío se había internado en la vieja construcción, y desde que lo hicieron no mostraron avance alguno. Al principio pensaban que el lugar sería pequeño y hasta cierto punto fácil de explorar, pero a medida que el tiempo pasaba descubrieron lo equivocados que estaban.

Todavía no pueden olvidar el escalofrío que recorrió cada rincón de sus cuerpos cuando al ingresar lo primero que les recibió fue el cadáver disecado de Jackson; pudieron reconocerlo por la ropa que el alfa llevaba, pero de ahí no lucía tan diferente a las momias que se exponían en los museos de vez en cuando.

—Opino que deberíamos volver —hablo Minho con una mueca—. Estamos desobedeciendo a Yoongi, y desde ahí vamos mal.

—Ya no podemos volver —cortó Sehun—. Tenemos un largo trecho por recorrer, y no voy a retroceder —les miró de reojo—. Además, no he podido comunicarme con Yoongi ni con Chanyeol; podrían necesitarnos y en el exterior no somos de mucha ayuda.

Zico hizo una mueca. —Jackson no obedeció y miren como terminó, ¡Veremos el mismo final si continuamos así!

—¡Jennie obedeció en todo y también murió! —gritó Sehun de vuelta—. No importa lo que hagamos o donde estemos, si lo que sea que esté aquí nos quiere, no podremos hacer algo para salvarnos.

Después de la pequeña discusión los tres decidieron guardar silencio. Sehun revisaba de vez en cuando el mapa del terreno, si sus cálculos no le fallaban estaban a veinte metros de la carpa principal, y si su memoria cooperaba jura recordar que Yoongi mencionó ese lugar la última vez que hablaron.

Doblaron muchas veces y en algunas otras corrieron; todavía era de día, pero ese lugar se mostraba inusualmente oscuro y ese detalle no pasó desapercibido para ninguno de ellos, aunque tampoco se pusieron a comentarlo.

—Yo sólo espero que no me vaya a salir algún payaso sangriento de alguna de estas carpas —mencionó Minho con la voz entrecortada.

Sehun y Zico sonrieron burlones. Su compañero era el más cobarde de todos.

—Deja de ver tantas películas —bufó Zico.

Caminaron algunos metros más y Minho tuvo que sujetarse fuerte de sus compañeros para no caer desmayado ante el tremendo susto que se llevó cuando un alfa conocido salió de una de las carpas de manera estrepitosa.

—¡Yoongi! —exclamaron Zico y Sehun. Minho seguía procesando la situación.

El pelinegro jadeaba de cansancio, aún así logró arrugar el entrecejo cuando reconoció a los alfas que tenía frente a él.

—¿Qué hacen aquí? —inhaló profundamente.

—Las cosas se salieron de control, Jennie está muerta —soltó Sehun. No le gustaba ser tan directo porque le hacía parecer frío, pero debido a las circunstancias cada segundo que pasaba corría en su contra y no podían desperdiciarlos en sentimentalismos que únicamente les afectarían de forma negativa.

La reacción de Yoongi fue inesperada. El pelinegro solamente asintió y acompañó el movimiento de cabeza con un pequeño suspiro, no hubo preguntas, tampoco pidió explicaciones; y por la mirada carente de sorpresa, los contrarios supieron que ya se lo esperaba.

—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó Zico con cuidado.

—Lisa está muerta —respondió Yoongi, iniciando a caminar y siendo seguido por los contrarios.

—Lo mismo pasó con Jackson —los pasos de Min se detuvieron de manera abrupta.

—¿Jackson? —inquirió sin voltear—. Creí que estaba con ustedes.

—Nunca estuvo con nosotros, y cuando ingresamos a este lugar pudimos verlo en su estado momia —contó Minho, y la seriedad de su rostro le hacía ver cómico con el tono de voz empleado.

Yoongi cerró los ojos por un momento. —Tenemos que reunirnos con los demás.

Fue así como los cuatro alfas retomaron su camino hacia la carpa principal. Muchas cosas extrañas estaban pasando, y por alguna razón ellos estaban seguros que el verdadero peligro todavía permanecía oculto, y que todo aquello que estaban sufriendo no era más que una preparación para lo que realmente estaba por desatarse en medio de esas carpas llenas de color y de muerte.

Los malos presentimientos son los mejores augurios para aniquilar la cordura que aparentemente forma parte de nuestras mentes.

Todas las inseguridades arrastran aquella negatividad aplastante que hace olvidar todo lo bueno y desecha los sentimientos felices que sean capaces de ofrecer un pequeño atisbo de calma. La oscura perversión prevalece y crece a medida que los minutos pasan, se adueña de la mente débil y odia la mente fuerte, siempre buscando un punto frágil para torturar y matar.

Y entonces llega un punto donde los jugadores son cambiados. El centro de atención pasa a ser olvidado, mientras que el más débil avanza un escalón para alcanzar la gloria misma de ser el condenado, aquel verdugo creado de una oscura unión que viene como peste a matar a su sangre y carne, sirviendo de martirio pero también de salvación.

Un equilibrio fino y mortal ha sido creado desde el momento que su semilla fue sembrada. El fino hilo se tensa y amenaza con romperse, los sentimientos blancos se ven tenuemente manchados, y las soluciones pequeñas serían lo único con lo que podrán contar después de que todas las puertas vuelvan a cerrarse.

Una cosa es segura, el corazón amoroso debe cerrarse para poder continuar. Sólo de esta manera podrá enfrentar a aquel mal encarnado en un rostro tan conocido como amado.

Jimin sabía que algo estaba mal.

Lo supo desde que NamJoon, Hoseok y su hijo llegaron al lugar donde su equipo estaba. Los mayores se habían acoplado con ellos casi de inmediato y realmente le agradó saber que estaban bien, que lucían sanos y salvos.

No podía decir lo mismo de Jungkook.

El cachorro sonreía y respondía amablemente a cada pregunta hecha; lucía relajado y cada vez que hablaba mostraba la tranquilidad que sentía. En todo momento Jimin estuvo prestando especial atención, y fue cuestión de segundos para notar los cambios que eran dagas directas que atacaban a su corazón.

Jungkook no había corrido a abrazarlo como usualmente haría.

Jungkook no había tratado de envolverse en su aroma para tranquilizarse.

Jungkook no le había contado lo que tuvo que pasar cuando estuvieron separados.

Jungkook no le dijo que le extrañaba ni lo mucho que le amaba.

Jungkook no ha preguntado ni una sola vez por su padre alfa desde que llegó.

Y Jimin de verdad no quiere ser extremista, pero en esos momentos lo más inteligente que puede hacer es imaginar siempre el peor panorama para así estar preparados.

Sabía que SeokJin pensaba lo mismo. El peliceleste no le había quitado la mirada de encima al pequeño alfa, sus ojos audaces seguían cada uno de sus movimientos, y por el rostro contrariado Jimin supo que definitivamente algo estaba mal.

El equipo se había dispersado, los ojos del rubio siguieron al cachorro que ni siquiera le había saludado y corroboró para su pequeño alivio que buscaba un lugar donde dormir. Frunció el ceño porque ese era un comportamiento nuevo, pero como se mencionó anteriormente, todas esas señales eran claro indicativo de una nueva y gran amenaza.

Volvió a comprobarlo cuando la herida en su cuello ardió con fuerza.

Tuvo que morderse la lengua para no expulsar el grito cargado de dolor que empujaba en su garganta, se sostuvo de Baekhyun y con la mirada le pidió que no hiciera un escándalo porque lo que menos quería era que Jungkook lo viera en ese estado.

Peor aún si sus sospechas eran ciertas.

—¿Qué tienes? —pregunta SeokJin en tono bajo y expresión alterada.

—M-me duele mucho —logra responder, y muerde su labio inferior cuando una nueva oleada de dolor le atraviesa hasta sacudirlo por completo.

Por pedido del omega Kim llevaron a Jimin lo más alejado posible. Los alfas fueron informados de manera eficaz y decidieron quedarse para vigilar con disimulo el comportamiento del cachorro, mientras que los omegas se encargaban de ayudar al rubio, quien con el paso de los minutos se iba tornando pálido y sudoroso.

—J-Jungkook... —trató de hablar.

—Lo están vigilando, tranquilo —dijo SeokJin, sacando de su bolso lo que necesitaría—. Jimin, tu hijo está siendo poseído, ¿Lo sabes?

—L-lo supe desde que lo vi —las lágrimas que salían ya no eran por el dolor de la herida—. Sus ojos muertos me lo confirmaron.

Taehyung se animó a agregar. —No conozco mucho del tema, pero hasta para nosotros fue extraño su comportamiento.

—E-es que no es Jungkook... —Jimin sollozó con fuerza—. N-no es mi bebé...

SeokJin tomó una profunda inhalación y descubrió la herida. El cuello de Jimin estaba peor de lo que imaginaron; la carne viva y rojiza goteaba sangre y cuando ésta se secaba se tornaba una capa de costra negra y mal oliente que aumentaba la preocupación en los que la veían.

—Esa cosa lo está consumiendo —musitó el castaño—. Jin, haz algo por favor.

El peliceleste sacó un frasco de tamaño pequeño y dudó por breves instantes. —No quería hacer esto porque es extremo, pero creo que es lo único que puede retener el veneno.

Los hermanos Kim jadearon al unísono cuando observaron la sal y el vino. El contacto directo con la carne roja sería en extremo doloroso, más ninguno de ellos pensaba refutar porque SeokJin era el único que podía ayudar.

—Jimin, la purificación será dolorosa —advirtió—. La sal consumirá la carne manchada y el vino consumirá la sangre afectada —tragó pesado—. Sopórtalo, por favor.

—Haz lo que tengas que hacer —habló Jimin, a la vez que cerraba los ojos cuando una nueva oleada de dolor le atacó.

SeokJin miró a los hermanos Kim. —Sosténgalo fuerte.

Taehyung se colocó al lado izquierdo y Baekhyun al lado derecho, ambos sujetaron el cuerpo tembloroso de Jimin, dejando el cuello descubierto para que el peliceleste actuara. SeokJin sacó una navaja de tamaño pequeño y sin pensarlo mucho cortó profundo en la carne afectada; grandes cantidades de sangre coagulada salió, con sus manos temblorosas apretó para que nada quedara dentro y cuando se aseguró de que estaba limpio dejó caer el vino. En todo momento el rubio se mantuvo en silencio, pero sus ojos vidriosos delataban el sufrimiento que estaba viviendo, más ese mismo detalle mostró con admiración el coraje que el omega tenía, pues en ningún momento los sonidos lastimeros salieron de sus labios.

Por último una capa gruesa de sal fue colocada, Jimin sentía como su carne punzaba, pero también estaba aquella sensación liviana como si le hubiesen quitado un gran peso que oprimía en su cuello. La sangre derramada daba un aspecto terrorífico y tanta pérdida ocasionó debilidad en el rubio quien no soportó más y cayó en un sueño profundo.

—Estará bien —tranquilizó SeokJin al ver los rostros preocupados de los hermanos.

—Debemos cambiarle de ropa —dijo Baekhyun al observar el charco de sangre a su lado.

Se movieron con rapidez y eficacia, cambiaron los ropajes del omega dormido y se encargaron de dejar cubierto el cuello. Una pequeña sonrisa se formó en el rostro de cada uno de ellos cuando descubrieron que ya no salía más sangre, y que ahora dependía meramente de Jimin la completa curación.

—¿Todavía seguimos con la cuenta regresiva de los tres días? —preguntó Taehyung, recordando las mismas palabras que SeokJin había dicho.

—Tendremos que esperar unas horas más, aunque siempre debemos averiguar el método para romper la maldición de su cuello. No podemos confiarnos —aseguró SeokJin, en lo que se encargaba de acomodar el cuerpo dormido del omega.

—¿Qué pasará con Jungkook? —indagó Baekhyun en un susurro bajo.

La respuesta de SeokJin era la que ellos mismos sabían.

—Sacaremos la ponzoña que busca a podrirlo, y lo haremos antes de que cumpla con la misión que el demonio mismo le ha dado.

Ya no tenían que esperar, la amenaza respiraba y se burlaba en sus narices. Había llegado el momento de atacar.




















Les deseo un feliz inicio de semana.




















YOONGLH🎪

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