🎪Circo 42🎪

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Las imágenes han quedado grabadas en lo profundo de su mente. La tristeza que ha llegado al corazón del alfa es infinita, la cual va en conjunto con la incontrolable ira e impotencia al ver todo lo que su ancestro vivió, mientras estuvo sumergido bajo la tierra maldita de aquel lugar de perversión.

Las semanas pasaron y el infierno para el par de amantes desdichados no hacía más que aumentar.

Todos los días sin falta Jang acudía a ese lugar con el único propósito de inyectar veneno de serpiente en Jimin; el omega sufría fuertes alucinaciones que poco a poco modificaban su mente, altas temperaturas sacudían a su cuerpo y el adormecimiento en sus instintos era una clara señal de que nada estaba yendo bien.

La tortura física había quedado exclusivamente para Yoongi. Jang sumido en su abismo de locura no consentía en la idea de ocasionar el mínimo rasguño en su pequeño ángel. Para su mente trastornada todo lo que hacía estaba bien y tenía fundamento, Jimin era un ser que debía sufrir para obtener la purificación completa, mientras que Yoongi era aquella escoria en la que el mayor se descargaba todos los días cuando las funciones en el circo se apagaban.

Nadie sabía la ubicación de ambas estrellas, y frente a los medios Jang había explicado que Yoongi ya no deseaba trabajar más en el circo mientras que Jimin gozaba de unas excelentes vacaciones las cuales se había ganado después de años completos de trabajo.

Por supuesto que su palabra tuvo la suficiente validez para controlar la curiosidad; sin embargo, había algunos en el circo que conocían lo que pasaba, pues en la madrugada silenciosa los gritos agónicos y el llanto ensordecedor eran capaces de traspasar la misma capa espesa de tierra que todo ese tiempo los mantuvo prisioneros.

Las violaciones que Yoongi tenía que soportar eran crueles e ignorar inhumanas. Jang se valió de diferentes objetos para aumentar el dolor en su víctima, llegando a introducirlos sin compasión y alcanzando los extremos de penetrarle con una navaja cubierta de sarro mientras su mirada se deleitaba con los delirios violentos que sacudían el cuerpo del omega a pocos metros de ellos.

—Eres una perra —se burló, ese día había abusado de Yoongi en cinco ocasiones, y conforme pasaba el tiempo sus deseos por dañarlo aumentaban.

Acomodó sus ropajes y con toda calma se acercó hasta el omega que estaba arrinconado en el fondo. Jimin abrazaba sus piernas mientras susurraba oraciones cortas e incomprensibles, un rastro de lágrimas secas adornaba su demacrado rostro y el labio lo tenía herido debido a las muchas veces que lo mordió con violencia.

—Mi pequeño ángel —habló con dulzura, su mano acariciando el rostro que se había perdido en la nada—. Todo esto es parte de tu purificación; es tu culpa, pequeño.

Los lamentos y sollozos quebrados que de vez en cuando Yoongi dejaba escapar lograban calar en el interior del omega; sin embargo, de los labios de Jimin ya no salían las palabras.

—¿Qué dices, mi ángel? —preguntó el mayor, sus manos acariciaban la cabellera y el rostro del menor con enfermiza necesidad—. ¿Lo matamos ya?

Matar.

Las voces en su mente le susurraban lo hermosa que era la muerte.

Matar.

Morir para vivir eternamente.

Matar.

Matar y comer ansiosamente.

Matar.

Matar.

Matar.

Jimin dejó escapar un grito estremecedor mientras sus manos jaloneaban con fuerza sus cabellos. Tenía marcas azuladas en los brazos debido a las múltiples dosis de veneno que el alfa le inyectaba diario, grandes bolsas negras demacraban sus ojos ausentes, y el rostro en general perdió todo color así como la vida misma que alguna vez soñó.

Aquellas voces martilleaban con fuerza en lo profundo de su mente, llegando a doblegar su voluntad y no ser consciente de lo que sucedía a su alrededor.

Marioneta.

Muerte.

Mátalo y manéjalo a tu antojo.

Come su carne, bebe su sangre.

Y en medio de su locura empezó a comer de los cadáveres que Jang dejaba cuando había terminado con sus víctimas.

La carne podrida era triturada por sus dientes con desesperación, había entrado en un letargo profundo donde los gritos agónicos de su amado no surtían efecto. Lo único que Jimin escuchaba eran las melódicas voces que le susurraban constantemente en aquel silencio maldito.

—Mi pequeño ángel está hambriento —comentó Jang con fascinación al ver como Jimin consumía los restos de un cadáver, mientras su cuerpo sufría violentos espasmos.

—P-pagarás todo lo que estás haciendo... —la voz de Yoongi se escuchó baja, más su mensaje fue claro.

Jang se levantó con calma y caminó hacia la mesa de madera donde tenía sus armas. Escogió un par de pinzas y una daga filosa para nuevamente encaminase hacia un moribundo ojiazul.

—Hablas demasiado —dijo, para luego presionar la lengua del rubio con la pinza y posteriormente cortarla de un tajo.

La sangre salió en potentes cascadas que bañaron el rostro del mayor. El cuerpo de Yoongi se retorció en el suelo, de su boca salía un sonido aterrador que iba combinado con el líquido carmesí acumulado en su garganta, queriendo gritar pero no pudiendo, deseando morir pero al mismo tiempo luchando para mantener una pequeña pizca de luz que iluminara el camino perdido de su amado.

Porque Yoongi tenía miedo, más no era por su final. El mayor temor que azotaba a su mente era el no saber lo que podría pasar con Jimin y su bebé una vez faltara él.

Jang dejó la daga y las pinzas nuevamente en la mesa y al voltear no pudo evitar asustarse, tratando de ignorar el estremecimiento que erizó por completo a su lobo.

Jimin le veía directamente, hace rato que había dejado de comer y ahora sus ojos estaban clavados con fuerza en cada uno de los movimientos del alfa mayor. No parpadeaba, no emitía el mínimo sonido, ni tampoco mostraba alguna emoción. Simplemente le miraba atentamente, con aquellos ojos cargados de vacío y desolación.

Jang ignoró aquel detalle y su mirada se encontró con la cristalizada del alfa en el suelo. La sangre que salía de la boca de Yoongi era espesa y de un brillante carmín, logrando formar un charco de tamaño considerable que se encargó de teñir la rubia cabellera y mayor parte del rostro desfigurado.

Sus labios formaron una sonrisa cargada de satisfacción y burla. —Callado te ves más patético.

Tiró carcajadas eufóricas en su camino a la salida, y cuando el silencio se instauró en el lugar el alfa rubio aprovechó para mirar a su omega.

Los ojos de Jimin eran ausentes y le dolía verlo, el rostro indiferente y carente de emoción era el indicativo de la profunda tortura interna que estaba sufriendo, y Yoongi se sentía tan impotente y mal consigo mismo que, incluso el hecho de desear la muerte le hacía ver como alguien egoísta y codicioso.

Quiso hablar, pero no pudo.

Quiso decirle que luchara y que no se dejara caer en el vacío de la soledad, que ahí estaba él para acompañarlo en su desdicha.

Quiso decirle lo mucho que lo amaba.

Pero no pudo hacerlo.

Y la única señal que le destruyó fue ver la lágrima que nació del ojo derecho de su omega, la misma que hizo un lento descenso hasta caer en el suelo bañado de sangre.

<<Perdóname mi ángel. No pude protegerte>>




















:(















YOONGLH🎪

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