🎪Circo 44🎪

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Yoongi miró el destino lamentable que la inocencia tuvo que afrontar. Su pecho dolió y sintió como miles de cuchillos lo traspasaban, en el mismo momento que aquellos ojos azules se cerraron para nunca más volverse a abrir.

El alma de Jimin ya no podía reconocerse.

La pérdida de su amado llevó consigo la pérdida de su omega; el lobo en su interior se había desvanecido por completo, rompiendo todo tipo de lazos e instintos.

El cuerpo laxo se estaba volviendo un frío cuenco moldeable, las voces eran las únicas que no le habían dejado. Estaban ahí, siempre presentes y susurrándole por las noches, ellas le mantenían con vida y le daban la fortaleza para sentir y desarrollar aquellos sentimientos enfermizos hacia la muerte que, con cada día que pasaba miraba más hermosa y atractiva.

Pocos días pasó en aquellas condiciones lamentables, luego de eso Jang lo movió a otra habitación aunque seguía siendo subterránea. Jimin poco le importaba lo que pasaba en su exterior, tampoco prestaba real atención a las palabras que el alfa le decía cada vez que lo visitaba.

No... su única atención radicaba en las voces.

Por otro lado, Jang se encontraba ansioso. Hace mucho tiempo llevaba las cuentas y ya sólo faltaba una luna para que su ángel expulsara la última mancha de su cuerpo. Cuando esto sucediera Jimin volvería a ser aquel ser puro que encantó a los niños y a él mismo, la estrella y corazón vivo de su circo de color.

Había sido paciente, esperaba que los resultados fueran a su favor y que la purificación que le había costado tanto culminara de manera exitosa.

—Ya pronto volverás a ser el mismo de antes, mi pequeño ángel —dijo, cuando sólo era cuestión de días para que el omega diera a luz.

Había hecho cosas desastrosas que no tenían perdón de Dios. Sin embargo, a sus ojos todo estaba completamente bien, porque nadie en el mundo tenía el derecho de manchar la pureza de un ángel.

Jang se auto proclamó como el guardián de aquel pequeño ser de sonrisa hermosa. Él velaría que nada impuro e indigno respirara cerca de Jimin, y haría pagar con sangre a todo aquel que se atreviera a profanar lo que había sido diseñado exclusivamente para admirar desde lejos.

Sin importar que tan lejos pudiera llegar.

El veneno en su sistema seguía ocasionando alucinaciones y delirios que lo mantenían en un limbo profundo de miseria. La mente fragmentada se embriagaba de la maldita esencia que la oscuridad le ofrecía, lo incitaba a amarla con enfermiza necesidad, tanta que el omega no podía ni quería encontrar alguna explicación o salida a todo aquello que empezaba a sentir.

Ellas le decían que se entregara, y Jimin lo hacía con devoción.

Le hablaban de la belleza de causar sufrimiento, del elixir divino que era destrozar la inocencia y de la divinidad que causaba extraer el alma pura de un cuerpo vivo.

Y lo que alguna vez fue un inocente ángel poco a poco estaba evolucionando hasta ser un demonio enloquecido.

¿Quería detenerse? Alguna parte de él suplicaba por ayuda, pero ya no estaba aquel instinto de supervivencia que le hiciera despertar. Ahora lo único que quedaba era completamente moldeable al deseo de las voces, las cuales eran pacientes y le daban todo aquello que su trastornada mente necesitaba.

Un vacío infinito que nació tras noches y días interminables de soledad, donde no hubo alguien que le hiciera despertar, dejando que la cordura escapara para que el dolor sufrido se disfrazara una vez más en aquellas sonrisas amplias que adornaban sus facciones, pero que no llegaban a darle vida a sus ojos.

Dejó que el miedo se modificara hasta ser convertido en rencor, el amor que una vez sintió pasó a ser odio, aquel mismo que lo impulsaba a recordar todo lo que le habían hecho, a él y al que una vez fue su único rayo de esperanza.

Jimin tomó aquellas voces y las hizo suyas, dejó que la oscuridad lo envolviera para que hiciera de él todo lo que quisiera, esperando que eso fuera suficiente para terminar de quebrantar aquella parte débil de su alma.

Vivir y sentirse muerto era una condena que todavía no asimilaba, el gran vacío que se formó en su pecho llegó para recordarle que no tenía algo a lo que aferrarse, pues la misma vida que estaba y se mostraba en su vientre abultado ya no significaba nada para él, tan solo un amargo recuerdo de todo lo que tuvo y no pudo proteger.

Carcajadas fuertes y carentes de verdad resuenan con fuerza en las paredes del lugar; aquel omega encadenado se retuerce con fuerza y es torturado sin parar, quebrantando y manchando todo lo que la oscuridad va encontrando a su paso.

Entrégate.

—Entregarme —balbucea en medio de sus carcajadas estridentes. La sonrisa se queda, esa misma que hace un contraste monstruoso con el vacío de sus ojos.

Mátalo.

—Matarlo —gruñe enfurecido, las risas han cesado y ahora el odio es la fuerza que sacude su cuerpo entero con violencia.

Ámame.

—Amarte —gime excitado, muerde su labio inferior y risas cargadas de travesura y coquetería han llegado para cubrir el silencio del lugar.

Condénate.

—Condenarme —susurra, y sus ojos se han quedado perdidos en el mismo abismo que lo había enamorado.

Los gritos desgarraban su garganta, el dolor había invadido cada porción de su cuerpo mientras seguía pujando con fuerza para que lo que tenía adentro saliera de una buena vez y dejara de doler.

—Vamos, una vez más —instó Jang, el alfa estaba esperando con ansias el nacimiento de aquel niño porque con él fuera del cuerpo del omega ya no habría mancha alguna en el hermoso ángel.

Jimin pujó una vez más y al siguiente segundo pudo escuchar con claridad el llanto del pequeño recién nacido; sus ojos cansados se fijaron en el cachorro y una diminuta señal de sonrisa quiso aparecer en su rostro cuando descubrió el sexo.

<<Es un niño>> pensó, en el mínimo momento que la lucidez cubrió su mente.

Jang cortó el cordón umbilical y se encargó de sacar los residuos del embarazo. El cuerpo de Jimin cayó agotado en el viejo colchón y una pequeña parte de él deseó el poder cargar al pequeño, siendo ese motivo el principal causante de sus lágrimas.

Dejó escapar un chillido de dolor cuando el alfa inyectó una potente dosis de veneno en su muslo izquierdo. El líquido mortal corrió por cada porción de su cuerpo hasta hacer añicos su mente.

<<No, hoy no por favor>> suplicó, sabía lo que ellas le ordenarían y él no quería hacerlo.

El alfa con una sonrisa cargada de maldad dejó el cuerpo del pequeño al lado del omega. Jimin le pidió que lo alejara, le suplicó que se lo llevara porque el control de su mente estaba siendo dominado por las voces que estaban cargadas de crueldad y le daban aquellas órdenes que lo instaban a caer.

Dulce sangre.

Tierna carne.

<<¡No!>> la débil parte de su mente quiso poner resistencia.

Cómelo, cómelo y vivirás.

La garganta se le secó al recordar los días enteros que llevaba sin comer. Los augurios seguían presentes y las órdenes no disminuyeron.

Cómelo, sé que quieres comerlo.

Los ojos del omega se nublaron con una capa de perdición que poco a poco terminó de fragmentar su alma.

¡Cómelo ahora!

¡Cómelo ya! —gritó Jang envuelto en su bruma de adrenalina y éxtasis.

Entonces no pudo parar.

Jang miraba con rostro inexpresivo la bestia hambrienta que devoraba sin descanso el cuerpo pequeño que acababa de nacer, una sonrisa se formó en su rostro al saber que el veneno que estuvo inyectando en su ángel por los últimos meses fue el desencadenante que se necesitó para que Jimin se purificara por su propia voluntad.

El llanto desapareció cuando el último trozo de carne fue consumido; el acto ruin se encargó de romper el fino hilo de pureza que todavía estaba presente, ahora el alma estaba corrompida y muerta en oscuridad, la salvación desapareció así como cualquier rastro de humanidad. El monstruo había nacido tras las innumerables capas del dolor y la locura combinados.

Y Jang ignoró el peligro que le acechaba, sin saber que aquella fragmentación ya no tendría marcha atrás, y que esa misma sería la que lo llevaría a su horrible final.






















YOONGLH🎪

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