🎪Circo 5🎪

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Mayo de 1920.

La noche estaba iluminada por la infinidad de estrellas que componían el firmamento. Las hermosas luces de colores brillantes y vivos daban vida a las eufóricas risas de los espectadores, mientras sus ojos observaban curiosos las distintas funciones que se estaban llevando a cabo en aquella primera noche de regocijo, magia y talento.

Circo sonrisas había nacido esa noche, bajo el manto feliz de sus espectadores.

Sonidos de risas y exclamaciones eran amortiguados por las coloridas carpas. Los visitantes se encontraban maravillados por cada nueva criatura que se posicionaba en el escenario. Con todas aquellas características físicas, raras y extrañas que tanta fama estaban generando.

Una hermosa omega de dos cabezas, el hombre que medía tres metros, y las trillizas de un metro, eran las estrellas principales de aquella primera función. El baile de las rosas y los distintos malabares con el fuego como anfitrión, habían robado más de un suspiro en aquella animada celebración.

Había sido un rotundo éxito, las noticias en los periódicos de toda la semana había sido el más fiel testigo. Todas las familias sentían la necesidad de acudir y saciar su curiosidad por aquel singular circo que tras abrir sus puertas había creado el mejor escape de la realidad, para viajar al maravilloso mundo de la fantasía y diversión.

Todos los lugares estaban ocupados, y muchas personas se habían quedado sin la oportunidad de poder entrar. Familias de clase alta, media y baja acudían sin faltar, deleitándose y otros burlándose de la extraña y singular apariencia de cada uno de los personajes.

Y ahí, en una de las esquinas que estaba al lado del telón principal un orgulloso alfa sonreía con felicidad e ilusión por su obra.

Jang MiKwan era un prestigiado escritor de la época. Su variedad de historias, así como la capacidad de adaptarse y crear escritos de cualquier género lo habían llevado a la cima, ganando respeto y admiración por todos aquellos que le conocían.

Novelas de fantasía, romance y algunos cuentos infantiles componían su trabajo. Estaba orgulloso de lo que había logrado, pero no lograba sentirse del todo satisfecho consigo mismo, porque su felicidad, sonrisa y dicha eran tantas, que creía justo compartirlas.

Y de ahí le nació la idea de crear un circo.

Sabía que se arriesgaba. La sociedad estaba interesada en otras cosas, y no creían correcto perder el tiempo bajo las luces de colores mientras observaban a personas normales hacer estupideces.

Y es por eso que decidió que su circo no sería normal.

Viajó alrededor de siete meses, visitando tanto país podía y reclutando a todo aquel que tuviera una habilidad especial, o que su aspecto físico fuese curioso y atrayente. Admite que fue un trabajo difícil, en el cual hubo momentos en los que quiso rendirse.

Que bueno que no lo hizo. Ahora, sus ojos son testigo fiel del fruto de su esfuerzo al ver aquel lugar repleto de personas, y un sueño más realizado.

—Señor Jang —la voz de una pequeña omega lo sacó de sus pensamientos—. El omega que quería contratar está aquí.

Una sonrisa ansiosa se forma en el masculino rostro. A pesar de que tenía un equipo talentoso y completo, no pudo resistir la tentación de reclutar a aquel hermoso chico que lo había encantado tanto aquella tarde de teatro. Y aunque sabía que estaba rompiendo sus propias normas, ya que el chico no tenía ninguna particularidad física que lo hiciera parte de su entorno, la voz que había escuchado provenir de él, compensaba cada particularidad y rareza que buscaba.

Era sencillamente hermoso, dulce y perfecto, sirviendo de estrella principal para su más exigente y prioritaria audiencia.

Los niños.

Le regaló una sonrisa a la pequeña omega y le pidió que le sustituyera por si alguien necesitaba algo. Con eso resuelto, se dirigió a paso veloz a su oficina, la cual quedaba en el lado norte y más alejado de todo el ruido que el circo provocaba.

Su nariz hormigueó cuando su sensible olfato detectó una tenue pero deliciosa fragancia danzar en el aire.

Lilas y cerezas. Una sublime combinación entre lo fresco y lo dulce que le fascinó, y más al saber a quién le pertenecía.

Caminó por un pequeño sendero cubierto de carpas, hasta que la pequeña pero elegante cabina que servía de oficina estuvo a sus ojos. Su sonrisa se ensanchó mientras aligeraba el paso, sintiendo como la fragancia se intensificaba a medida que se acercaba.

Cuando entró frunció el ceño al no observar a nadie esperando por él. Observó su oficina, y solo pudo ver al lado izquierdo el viejo piano que en ocasiones tocaba con un par de velas a medio acabar, en el lado derecho un estante donde una variedad de libros descansaba. Su escritorio pulcramente ordenado con un par de sillas de madera embarnizadas a juego en el centro, escuchando el pequeño tic tac del reloj de la pared.

De uno de los cajones sacó unas velas y una a una las fue encendiendo para así darle un poco más de luminosidad al lugar. Ahí, el silencio era casi inmaculado, un leve murmullo producto de la función apenas si se escuchaba. Solo su respiración, y un pequeño y casi tímido carraspeo que no le pertenecía a él.

Su corazón latió con más fuerza y sus manos temblaron mientras sostenía una de las velas.

—¿Señor Jang?

Y ahí estaba nuevamente aquella hermosa voz. Se permitió cerrar los ojos por breves segundos, mientras tomaba pequeños respiros acompañados de la maravillosa esencia de la dulce inocencia de aquel hermoso ser, el cual el alfa estaba seguro que no era de este mundo. Demasiado inocente, demasiado hermoso, demasiado mágico y celestial.

—Es correcto —respondió con tranquilidad, permaneciendo con los ojos cerrados y aun sin voltear.

—Recibí una carta por parte de usted, y la propuesta de la que me habla me interesa mucho. Por eso estoy aquí, señor.

El alfa abrió lentamente sus ojos mientras una pequeña sonrisa nacía en su rostro. Fue volteando poco a poco, y cuando por fin estuvo frente a frente con aquel celestial joven un suspiro tembloroso escapó sin su permiso.

Estatura baja y piel de porcelana, un rostro perfectamente definido; ojos pequeños pero expresivos, de un hermoso color verde esmeralda. Nariz pequeña y respingada, mejillas voluminosas, las cuales eran adornadas de un precioso carmín debido a la sangre que vivía ahí. Labios gruesos, hidratados y perfectos de un encantador tono rojizo. Y sus hermosos cabellos, tan brillantes como la más hermosa estrella, tan suaves como la más fina seda, y tan rosados como el más dulce algodón de azúcar.

Había encontrado a un precioso ángel. Un ser sagrado, el cual sería admirado por todos sus espectadores, siendo amado y venerado por su don en el arte del canto. Pero sobretodo, sería celosamente cuidado para que nada ni nadie le tocara y le hiciera daño.

—Me siento honrado de tenerlo aquí —logró formular, deleitándose con la inocente mirada y preciosa sonrisa—. Por favor, permítame presentarme adecuadamente —caminó un par de pasos para obtener cercanía, pero respetando el espacio personal del omega—. Mi nombre es Jang MiKwan, y soy el dueño de Circo Sonrisas —realizó una pequeña venia, la cual fue gratamente correspondida—. Para mí sería un gran placer poder contar con su presencia en cada una de las funciones.

El pequeño pelirosa sonrió ilusionado. —El placer es todo mío, señor Jang —una venia le fue otorgada al alfa—. Mi nombre es Park Jimin, y realmente me gustaría trabajar para usted —manifestó con toda la emoción plasmada en sus ojos.

El alfa le devolvió la sonrisa feliz de poder tenerlo a su lado, siendo la estrella de sus principales funciones. Carraspeó un poco, y le indicó a su visitante que por favor tomara asiento mientras le explicaba el pequeño reglamento que había, además de explicarle con detalle todas las ventajas y accesos que el pequeño tendría en cada una de las instalaciones. Horarios de cada una de las tareas que ahí se organizaban, así como el de los ensayos para cada presentación. Le explicó también que su área serían exclusivamente los niños, el show principal pertenecía a ellos, y el omega brillaría para cada infante y les cantaría en cada función deleitándolos y dándose a amar ante todos ellos. Por supuesto que Jimin estuvo completamente de acuerdo, firmando el contrato que le había ofrecido el mayor sin dudar.

Porque él amaba cantar, más si era para los niños.

—¿Alguna duda, joven Park? —interrogó el alfa, cuando le hubo explicado a detalle todo el reglamento.

—Ninguna, señor —respondió sonriente y emocionado. Todo le había quedado muy claro.

—Bien, entonces por favor acompáñeme a las carpas. Lo presentaré ante todos sus compañeros y le indicaré cual es la habitación que usará.

Ambos salieron de la oficina en silencio. Jimin observaba con suma curiosidad todo su entorno, gustándole cada vez más la decisión que había tomado. Ciertamente, actuar en un teatro no era su fuerte, además que no se sentía pleno, ni parte del grupo. Al ser un omega de clase social baja, las oportunidades para triunfar en ese mundo eran pocas, por no decir nulas. La competitividad que ahí se vivía le cansaba y entristecía, siendo la paga lo único que lo obligaba a permanecer en aquel lugar. Es por eso, que cuando recibió la carta del señor Jang donde le ofrecía un buen trabajo, con todas las comodidades básicas disponibles para tener una vida decente que no dudó en aceptar.

Escuchó las risas armoniosas de los niños cuando éstos, en compañía de sus padres salían de la última función, con la emoción y felicidad impregnada en los diferentes aromas. Sintiendo como aquellas emociones lo traspasaban haciéndole sentir cálido, al saber que él también sería el causante en dicha felicidad de los infantes.

Y nuevamente comprobó que aquella decisión había sido la correcta.

—¡Damas y caballeros! ¡Niños y niñas! Esta noche es sumamente especial —el maestro de ceremonia comentaba con júbilo a través del micrófono la buena nueva—. Circo sonrisas ha decidido traer para los pequeños un show especial, uno que nunca verán en otro lugar y que los dejará sin aliento una vez más —los aplausos y gritos eufóricos de los niños habían llenado por completo el lugar. Todos estando expectantes y ansiosos por la función principal de aquella noche—. Por primera vez en nuestro circo, un hermoso omega con el talento de un ángel nos deleitará —más gritos y aplausos—. Y es para mí un gran honor anunciarles el nacimiento de nuestra gran estrella. Querido público, recibamos con un fuerte aplauso al hermoso y talentoso Ange Rouge.

Las luces tomaron un tono rojizo con algunas más pequeñas en dorado, la suave melodía de un piano inundó el lugar, y apenas lo hizo, todos los presentes guardaron silencio. Los niños que eran los principales espectadores estaban quietos en su lugar, sus pequeños y curiosos ojitos fijos en el centro del escenario donde una enorme rosa roja iba emergiendo del subsuelo.

Un jadeo grupal, múltiples exclamaciones y una cadena de aplausos dieron la bienvenida al hermoso omega. Los espectadores se encontraban maravillados al ver a tan hermoso ser salir del interior de la rosa con la elegancia digna de una escultura de arte. Haciendo sonreír en grande a los pequeños infantes por ver a un verdadero ángel cantar para ellos.

Sus cabellos rosas brillaban bajo las luces que le iluminaban, y sus ropajes de un profundo color rojo hacían el contraste sublime que se necesitaba para robar la atención completa de todo aquel que lo veía.

La melodía del piano seguía serena y melodiosa, llenando de una tranquilidad casi irreal. La delicadeza que implementaba el omega al danzar, en compañía con las finas teclas del piano, era maravillosa. Sus movimientos delicados, pero constantes los había encantado, mientras el dulzor de su esencia que se combinaba con el aire se mantenía presente en cada uno de los afortunados que estaban presenciando algo tan magnífico y mágico.

"La luna brilla en mi corazón, y las estrellas viven, tus dulces risas me hacen danzar para hacerte feliz por siempre"

Había iniciado con aquel delicado canto. Su voz, tan hermosa y adormecedora los tenía maravillados, sus dulces palabras, su dulce danzar. Todo en él era tan hermoso y celestial.

"La pequeña sinfonía de un ruiseñor viviendo la magia existente, con infinito amor para ti viviré y estaremos juntos por siempre"

El hermoso ángel continuaba con su mágico cantar. El sonido de todos los aplausos había desaparecido porque el silencio complementaba tan bien aquella gloriosa escena, que no hubo alguien capaz de romperlo. Los pequeños niños sonreían y ronroneaban gustosos, queriendo escuchar más y más de aquella hermosa criatura, que con su don los había conquistado tanto, sintiendo como caían bajo el encanto de un poderoso hechizo donde solo las visiones más hermosas y los sueños más deseados se cumplían.

"La luz de un corazón en mi nacerá mientras seguimos amando, promesas sagradas y felicidad, sintiendo al murmullo del viento cantar"

Los pétalos de múltiples rosas caían a sus pies, la delicada danza seguía acompañando a su canto y las luces dándole el protagonismo que merecía en aquella primera mágica noche. Sus pies se movían con dulzura, acariciando a cada pétalo caído, mientras sus manos se movían al compás de la música que el viento había creado en su honor.

La melodía del piano se fue desvaneciendo poco a poco, al igual que sus movimientos al danzar. Y fue en el clímax de su presentación donde dio un inesperado y perfecto giro, culminando por fin aquel espectacular show, y, robando una vez más los suspiros y admiraciones de cada uno de los espectadores.

El público permaneció unos breves instantes en completo silencio, mientras el omega permanecía estático en el centro del lugar, con una enorme sonrisa invadiendo en su rostro. De pronto, los estruendosos aplausos y gritos que hacían los espectadores al vitorear lo sorprendieron. Jamás se imaginó que su presentación fuera tan aclamada y que encantara tanto, y el saber que así había sido calentó por completo su corazón, sobretodo al ver a tantos niños felices y entusiasmados.

Sonrió una vez más, agradecido por tanto cariño recibido. Saludó al público una última vez, y dio una profunda reverencia como símbolo de respeto y agradecimiento. Cuando el piano había cesado por completo y las luces habían vuelto a su postura original, fue que supo que su función había acabado, y sin borrar su hermosa sonrisa, desapareció tras el enorme telón que lo había ocultado de los ojos de su amado público.

Esa había sido su primera presentación, se sentía pleno y feliz por haber logrado mucho más de lo que hubiese imaginado. Ahora tenía tantos planes para sus próximos shows, que sentía la emoción burbujear en lo profundo de su interior, porque él quería dar todo de sí, y dejaría todo en aquel escenario que había sido testigo de su nacimiento.

El nacimiento de Ange Rouge.











¿Preparados?











YOONGLH🎪

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