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Yoongi miraba al chico inconsciente en la cama luego de una buena ronda de sexo, miro la mano del humano y con cuidado la tomo para intentar sacar la bala que tenía en su pecho, pues sabia que solo una mano humana y en especial la persona que se la puso podría sacarle la bala. Al llevar el dedo del chico en el interior de la herida, se quejó al sentir que en vez de halar la bala fue empujada aún más lastimándolo.

—¿Qué crees que haces Yoonnie? —pregunto con burla el chico. —¿Crees que no sé por qué tuvimos sexo?

Jimin se sentó en la cama y miró su dedo dentro del pecho del demonio del cual escurría sangre negra y viscosa que recogió con su lengua ante la atenta mirada del pálido demonio que lo tomó del cuello con fuerza.

—Sácame esta bala. —le ordeno y Jimin se rio.

—Sabes que no lo haré Yoongi. —sacó su dedo y vio la sangre deslizarse por su mano. —pensé que tu sangre sería amarga, pero es muy dulce y me encanta mucho.

—Te mataré si no me obedeces. —le apretó más el cuello.

—Hazlo y la bala se quedará enterrada en tu interior. —se rio. —así que de igual forma pierdes tú.

—Te he dado mucha libertad y eso no me está gustando. —lo vio serio.

—Pero si te gusta cuando libremente me abro para ti. —le acarició el abdomen. —muy hipócrita demonio, muy hipócrita.

—Te daré un mes para que recapacites y me quites la bala. —se alejó.

—¿Y si no quiero? —le pregunto. —¿Qué harás? ¿Ya no tendremos sexo?

—Verás que no solo Dios hace milagros. —le dijo para desaparecer de ahí.

Jimin se quedó sentado ahí y luego se cambió de manera lenta, ya estaba por amanecer, por lo cual quería preparar una sorpresa para sus tíos, si el demonio de nombre Yoongi estaba así, él lo iba a ser de igual forma.

Yoongi como prometió, no lo fue a ver por las noches, algo que a Jimin le causó gracia ver que tenía él sumó control sobre aquel íncubo pálido. También lo que había notado es que su primo en cama estaba mostrando señales de moverse, como todos los días ayudaba a sus tíos, cuando escucharon la puerta ser tocada.

—Jimin, cielo. —le dijo la mujer. —¿Puedes ir a ver quién es?

Jimin asintió y fue a ver quién era, cuando abrió la puerta vio a un cura de espaldas, el cual se giró y dejó a relucir una sonrisa burlona que fue imitada por Jimin.

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