011

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

En soledad y silencio, Jimin cena algo ligero.

Ramen.

Escucha por sus audífonos un vídeo de un creador de contenido, no está muy interesado en el contenido del mismo, pero sí en la forma en la que aquella persona le habla a la cámara, incluso hasta las sostiene con su mano y eso le da una vibra más personal como si estuviera hablando con él mismo, lo que provoca que le responda cosas estúpidas que nunca serán escuchadas.

No diría que es fan de esos vídeos, pero en definitiva es mejor verlos cuando está en casa a escuchar el silencio tan filoso como un cuchillo. Le hacen sentir acompañado, ese es su más íntimo secreto.

Aunque tampoco podía esperar algún tipo de ruido, eran las dos de la mañana.

Se estira en su propio asiento y ve lo poco que le queda de comida, por un momento se siente culpable de no respetar sus horarios de comida; sin embargo, no era nada nuevo, puesto a que su horario de sueño y hambre se han visto revueltos desde que llegó a Seúl. En Busán, nunca haría esto.

Suspira y se queda viendo los fideos con queso frente a él por unos minutos, de repente se siente lleno y, a la vez, con hambre, como si comida no es lo que está buscando su ansiedad por no poder dormir. Aun así, insiste en comer lo que queda para dejar el plato limpio.

No pasó ni un minuto cuando una figura femenina apareció frente a él, espontáneamente y sacándole un gran susto.

—¡Mamá! — exclamó, llevándose una mano al corazón — Ay, no aparezcas así de la nada... Casi me da un infarto.

La mujer asiente, disculpándose en voz baja al ver el ceño fruncido de su hijo y luego a su alrededor, había dos platos más sucios con restos de ramen a su lado.

—¿Cenaste? ¿Te sirvieron poca cena? ¿No te saciaste? — preguntó, un poco preocupada.

—Ah... Sí cené, pero no es eso — respondió, rápidamente, apiló los trastes como si eso los hiciera parecer menos —. Un poco de ansiedad, supongo.

Park Hannah, otra vez, asiente.

Su rostro delgado se muestra impasible o ese es el efecto que le puede dar casi no poseer arrugas, su cabello rubio está recogido en una coleta alta y floja, como si se la hubiese hecho al bajar las escaleras que conecta el piso de las habitaciones con los espacios comunes de la casa y su vestimenta era como si hace poco hubiese salido de su oficina, aunque desarreglada.

Sus ojos se veían perdidos y cansados.

—¿Recién llegas del trabajo?

—No, no. Estaba aquí en mi despacho, solo que a las diez tuve una reunión con un cliente y no me he cambiado desde la mañana...Sigo trabajando en la demanda al hospital psiquiátrico — su voz, un poco dulce y rasposa, se hace la protagonista del silencio —. ¿Cenaste?

Jimin asintió, con una mueca.

—Ya me lo preguntaste.

—¿Ah? Sí, entonces. Lo siento — Hannah llevó una mano a su frente mientras cierra sus ojos —. Lo siento, mi cerebro está saturado.

—Má, ¿estás bien? ¿Necesitas algo?

—Necesito descansar, es todo, hijo. Ya tomé mis pastillas — dio el atisbo de dar media vuelta, pero antes de eso, volvió a ver al rubio —. ¿Sabes si tu padre está en la cama ya?

Se encogió de hombros. No lo sabía, no ha visto a su padre en un par de días ya.

—Oh, bueno. Descansa, hijo. No te acuestes tan tarde... Mañana tienes que ir a la escuela.

—Ya ve a dormir, mamá. Estás delirando.

—¿De verdad? — preguntó, alejándose del comedor —. Hasta mañana...

—Hasta cuando te vuelva a ver — respondió él con un poco de enojo, cuando se aseguró que la mayor ya estaba lo suficientemente lejos como para no escucharle —. Hasta cuando se dejen ver.

Volvió su atención a su celular, el hombre en la pantalla estaba en su auto y hablando sobre su vida personal que poco y nada le interesaba, pero su mirada que parecía conectar con la suya le reconfortó más que aquella pequeña conversación con su madre.

—Jimin es de Busan, pero sus padres han estado viviendo casi veinte años aquí en Seúl. Extraña a su abuela, linda, dice que la llama Nana y que su apodo era mochi, debe ser, ¿verdad? Sus mejillas son muy abultadas y los mochis también, ambos son suaves, ya lo corroboré. Por cierto, má, gracias por darme esa receta, a Jimin le encantaron — dijo Yoongi, absorto en sus pensamientos mientras cenaba con su familia —. Fue difícil prepararlos, pero fue más gratificante que le haya gustado. Le conté que a veces me dicen dumpling, ¡justo él los preparó para mí! Todo ha estado siendo una coincidencia muy bonita, aunque no crea mucho en las coincidencias. A todo esto, ¿creen que haya sido una coincidencia que nos conozcamos en la biblioteca? Ahora que lo pienso, esa excusa de haber comprado una galleta de avena parece que solo fue para acercarse a mí, porque luego descubrí que esas galletas no las venden en las máquinas expendedoras, sino en el bar y no creo que haya dicho que quería dos galletas por equivocación y pagó por ellas. Me da un poco de risa, pero no la risa burlesca, sino la risa risueña que...

Para la familia Min, Yoongi estaba actuando un poco extraño.

Los cuatro – contando a Namjoon, por supuesto – lo miraban expectantes cuando empezó a hablar sobre Park Jimin hace un par de minutos, después de que su padre le hubiera preguntado cómo se encontraba con él y que le mandara saludos. De pronto, Min Yoongi se convirtió en una gran fuente de información y pensamientos sobre aquel rubio que se adueñó de su corazón.

—Tiene pecas, ¿saben? Un poco escondidas y no son tan notorias, tiene alrededor de sus ojos como un antifaz. A veces las cubre con maquillaje, muy pocas, en realidad, pero cuando estoy muy cerca de él las puedo apreciar. Oh, y también unos cuantos lunares, son pequeños, pero me gustan mucho...

—Yoongi, come.

—¿Ah?

—Solo has estado hablando de Park Jimin — le volvió a decir Namjoon, señalando su plato —. Come y deja de divagar.

El pelinegro colocó una mueca, para sostener bien sus palillos y así volver a comer, no sin antes susurrar un: —No estoy divagando...

Kim, por su parte, volteó los ojos y se dispuso a terminar su plato.

Los señores Min los miraron con el ceño fruncido.

Si bien para ellos era extraño, no le veían nada de malo. Es decir, es la primera vez que su hijo se refiere así de una persona, pero lo hace usualmente cuando un tema es de interés, es tan normal como cuando se enteraron que Namjoon solía hablar así con sus padres acerca de Yoongi para concluir que el mismo Yoongi era un tema de interés del mayor, por lo que sus alertas no se dispararon, aunque es verdad que Kim no lo hacía en un tono totalmente diferente al menor, pues no usaba frases como que le gustaba mucho mirarlo.

Yoongi está enamorado, parece que todos están conscientes de eso en la mesa. Tal vez, uno está más molesto por eso como para aceptarlo.

—¿Y tú ya lo conociste? — DalSeo preguntó a Nam, quien ya estaba un poquito harto del tema.

—Algo así, lo he saludado en un par de ocasiones, más nada.

—Oh, bueno, entonces podríamos invitarlo un día de estos a casa para que los tres lo conozcamos mejor.

—¡Claro!

—¿No cree que es muy temprano, señor Min? — esa pregunta descolocó a todos, Namjoon no suele estar a la defensiva como esa noche — Recién empezaron a salir.

—Puede ser bueno que nosotros también los conozcamos — murmuró Chaerin —. Al mismo tiempo.

—Pronto cumpliremos un mes.

—Apenas van dos semanas.

—Es casi lo mismo.

Nadie supo cuándo Kim Namjoon empezó a ser partícipe en decisiones que solo los señores Min podían tomar sobre Min Yoongi. Lo cual no era mucho, después de todo, él ya es un adulto.

Aunque les duela admitirlo.

—No me parece.

—A ti nadie te preguntó si te parece — respondió el pelinegro, estoico y reacio —. Lo invitaré si eso les da un poco de calma.

—A mí no me da calma.

—Tú no estás invitado, entonces — nuevamente, el mayor colocó los ojos en blanco tras escuchar sus palabras —. No hagas eso, sabes que no me gusta.

—Lo sigo haciendo porque sigues divagando.

—¡Que no estoy divagando! — exclamó Yoongi, un poco alterado ya — Estoy hablando de mi novio, ¿por qué él sería un tema del cual siquiera se pueda divagar?

—No voy a discutir contigo frente a tus padres.

—Yo tampoco quiero discutir, ¿por qué piensas que vamos a discutir? ¿Por qué estás a la defensiva?

El matrimonio Min se vio mutuamente, un poco incómodos por presenciar aquel acontecimiento que sucedía de vez en cuando, casi una vez por año.

Una discusión entre Min Yoongi y Kim Namjoon.

No era común entre ese par. Principalmente, porque ambos conocen las necesidades del otro como si fueran propias y son bastante empáticos el uno con el otro, suelen reconocer cuando uno está sacando palabras o acciones fuera de contexto, como aquella vez en la que un Yoongi de dieciséis años se molestó porque Namjoon no le contestaba los mensajes y lo ignoraba en la preparatoria cuando solo le quería hacer una sorpresa que vio en internet o como cuando un Namjoon de quince lloró porque Yoongi no le había dado un abrazo en más de cinco meses.

Los Min y Kim acordaron no volver a interferir en ninguna discusión porque podrían ocasionar malentendidos aún más grandes por sus diferentes puntos de vista, ya sea por la edad, neuro divergencia y su inclinación inconsciente hacia sus propios hijos en darles la razón o excusarlos. Por ello, las discusiones entre ese par eran totalmente suyas.

Además, a ellos tampoco les gusta que interfieran por ellos.

O acontecían estos casos, en los que uno deja la conversación abierta y no la reanuda hasta cuando quiere. Pues, Namjoon ignoró al menor para seguir comiendo y, una vez terminó, lavó su plato con rapidez y se fue a su casa, que tampoco quedaba muy lejos, y una corta disculpa a los señores Min.

Eso había pasado la noche anterior, por lo que Yoongi esa mañana ya estaba de mal humor al recordarlo.

—¿Has hablado con Namjoon? — le preguntó su madre antes de servirle el desayuno, su ceño fruncido y sus labios levemente abultados hablaron por él —. Uhm...

—Es estúpido.

—Min Yoongi.

—No hablo de él, mamá. Aunque un poco sí, pero me refiero a que esta discusión y distancia es estúpida — comentó, queriendo ordenar sus ideas y no le funciona nada mejor que decirlas en voz alta —. Solo estaba hablando de Jimin, ¿por qué se molestó tanto? ¡Es estúpido! Jimin no le ha hecho nada, y así como dijo, no han intercambiado muchas palabras. Nunca había reaccionado así cuando me ha gustado alguien.

—Bueno, hijo... Puede ser porque nunca antes te había gustado alguien.

—Eso mentira, ¿te olvidaste de MeiWoo?

—Claro que no, corazón. Pero es diferente, te comportas de otra manera con respecto a Jimin. ¿Estás seguro que solo te gusta y no estás enamorado de él?

Inmediatamente, Min Yoongi desvió su mirada y aprovechó que su padre entraba al comedor con su usual vestimenta formal y una mancha de pasta seca en su mejilla izquierda.

—Buenos días, pa. Hoy tengo clases desde el mediodía — le hizo saber —. Y tienes pasta de dientes en la mejilla.

—¿Ah? — DalSeo murmuró, aún un poco dormido caminó hasta su esposa que le quitó dicha mancha con una servilleta — Ah, sí. Buenos días, hijo. Buenos días, mi amor.

—¿Se canceló tu primera clase? — Yoongi asintió, con la vista ahora en su desayuno, su habitual cuenco de avena con yogurt deslactosado con frutos rojos, comía eso todas las mañanas.

—¿Quieres que venga a mi hora del almuerzo para llevarte?

—Sí, por favor — respondió, ahora tiene que esperar un par de horas en un estado en el que no se puede concentrar en algo más. Ensimismado en su comida, frunce el ceño al recordar su molestia mañana —. Papá, ¿verdad que Namjoon está siendo irracional?

—No tengo voz ahí, hijo. Arreglen sus diferencias solos.

—Solo estoy pidiendo tu opinión porque ya tengo la mía y nada me hará cambiarla.

—¿Y cuál es?

—Que es un estúpido.

—¡Min Yoongi!

—Es la verdad — se defendió —. Ni siquiera cuando me volví a encontrar con MeiWoo se comportó así, me hace pensar que odia a Jimin sin ninguna razón aparente.

—Puede que sea por algo... Tal vez, ve algo que tú no, hijo. Quizás estás sesgado de quién verdaderamente es Jimin y Namjoon ve que es perjudicial para ti.

—Mamá, eso no...

—Ya, dejen de hacer especulaciones — DalSeo murmuró y tomó asiento en la mesa —. Gi, NamJoon solo está celoso.

—¿Ah? — dijeron madre e hijo a la par.

—Desde que conociste a Jimin, ¿cuánto tiempo has pasado con Namjoon? — el menor se quedó callado —. Cuando viene, tú no estás y él es quien te ha llamado o escrito preguntando por tu paradero y, la mayor de las veces, has estado con aquel chico.

—Sí, pero... Es mi novio. Namjoon es mi amigo. ¿No es normal pasar más tiempo con tu pareja que con tus amigos? Pensé que lo estaba haciendo bien.

—Imagina que tu tiempo equivale al cien por ciento.

—No, ya no entiendo números, soy de Literatura.

—¿Cómo distribuyes ese tiempo? ¿Con qué personas o actividades lo compartes? — Yoongi miró al techo, una manía para cuando se queda pensando en una respuesta en específico —. Te daré un ejemplo.

—Por favor.

—Mi trabajo me lleva un cuarenta por ciento de mi cien. Mi familia, tú y tu madre, significan un treinta por ciento. Le dedico un veinte por ciento a mi matrimonio y el restante queda para mí mismo y mis intereses que no son tan prioritarios — dijo, los tres sabían que su hijo entendía todo mejor con ejemplos cotidianos y qué mejor que su padre para colocarle de ejemplo su vida —. Ahora, esto no siempre es así. Hay ocasiones en las que mi trabajo demanda más tiempo por un gran proyecto o mi familia depende más de mí, como aquella vez en la que tu madre se rompió el brazo.

—Ah...

—Así es como yo me organizo, esto no quiere decir que te va a funcionar el mismo método que yo. Dime, ¿has intentado organizar tus tiempos?

—No. Sabes que me desestabilizo si planeo organizar mis tiempos o actividades y resulta de otra manera, lo intento día con día al amanecer, como un repaso de las cosas que voy a hacer en lo que transcurren las horas.

—Pues, déjame decirte algo, hijo — DalSeo habló seriamente, aunque seguía con su característica voz dulce para con Yoongi —. Tienes que aprender a distribuir mejor tus tiempos para no solo saciar tus necesidades, sino también para cuidar tus relaciones sociales. Y no te lo estoy diciendo como un requerimiento para encajar con los jóvenes de tu edad, sino como una cualidad que no se nace sabiendo y que se va aprendiendo para ser un adulto que puede valerse por sí mismo, porque eso es lo que eres ya, un adulto.

—Sabes que no... No puedo, tengo autismo.

—No, Yoongi. No tienes autismo, eres autista.

—No lo digas.

La pareja aún no entendía por qué a su hijo se le dificulta y constantemente niega su neurodivergencia.

Desde que los tres supieron su diagnóstico oficial a poco tiempo de terminar la preparatoria, a Yoongi nunca le gustó etiquetarse como un persona autista, sino como una persona que padece autismo, a pesar de que su madre y psicóloga le han recalcado en muchas ocasiones que no hay nada de malo ser autista, que ya ni siquiera es considerada una enfermedad, sino un espectro.

Pero nunca lo aceptó, es más, catalogaba al autismo como un parásito dentro de sí y del cual se quería mantener alejado. Un intruso del cual no podía deshacerse y que, cuando supo que no tenía cura, lo deprimió bastante.

Todo empeoró con su transición de la preparatoria a la universidad y con ello todo tipo de crisis que podía enfrentar, las autolesiones inconscientes, su incapacidad de valerse por sí mismo cuando su cuerpo se apagaba por lo cansada y estresada que estaba su mente. También fue difícil para él atravesar todo esto mientras tramitaba su carnet de discapacidad al ver que no podía ir a la universidad por su propia cuenta.

Y aunque haya pasado todo eso y ahora se encuentre mejor, cada día es un día en el que debe de autodescubrirse, de saber quién es, pues para Yoongi, el día en el que le entregaron su diagnóstico, sólo fue la muerte de una identidad que había creado conforme pasaron los años.

Masking.

Conoció el término hace relativamente poco, ¿qué era y por qué lo hacía sin darse cuenta?

En silencio trató de instruirse en todo este tema que tanto aborrece y, de pronto, las palabras como masking, stimming, burnouts, meltdown y demás aparecieron frente a él para atormentarlo día y noche.

Se sintió perdido y cansado.

Si toda su vida estuvo creando una máscara con la cual intentó protegerse de un mundo que lo excluye, deja la incógnita de quién verdaderamente es.

No lo sabe.

Pero lo que sí sabe, es que no quiere ser autista.

—No tiene nada de malo, Gi — habló su madre, también tomando asiento en la mesa —. Eres un adulto autista y puedes acomodar tu vida como más lo necesites. Eres consciente que puedes tener el apoyo que requieras con solo pedirlo, no muchas personas pueden hacerlo.

—¿Adulto? ¿Por qué siguen llamándome adulto? ¡No soy un adulto!

—Hijo, tienes veinticuatro. Eres un adulto joven.

—¡No lo soy! — exclamó el menor, exaltándose de a poco y ambos mayores se pusieron alerta a su reacción — Hace poco dejé las terapias de lenguaje y aún no puedo modular bien las sílabas, decir que soy un adulto es un insulto por ser tan patético a mi edad.

—Entonces, ¿eres un adolescente aún? — preguntó DalSeo, intentando tomar las manos del pelinegro, pero claramente, no pudo ser —. ¿Qué si necesitaste terapias del lenguaje? Eso no te hace menos adulto de lo que eres. ¿Las necesitabas? Sí. ¿Es malo tener necesidades diferentes a las del resto? No, porque eso es lo que somos todos, diferentes los unos con los otros.

—Y puedes ir paso a paso, a tu propio ritmo — le siguió Chaerin —. Yoon, créeme que te entiendo. Te diré lo mismo cuando tuvimos que cambiarte de escuela, lo mismo que escuchaste al iniciar la universidad y lo mismo que repetiré cuantas veces sean necesarias para que lo creas, no es malo ser diferente, no es malo tener necesidades diferentes, malo es que a cada segundo recrimines o minimices tu esfuerzo.

—¿Y si nunca podré valerme por mí mismo? Aún tengo burnouts, no puedo salir de la cama, me olvido que tengo que comer e ir al baño, ¿vas seguir pendiente de mí para no morir de hambre? — le preguntó a su madre y, después, a su Min DalSeo —. Nunca fue tu obligación cuidarme, puedes dejar de hacerlo en cualquier momento.

—Sí lo es porque soy tu padre — DalSeo se mantenía sereno, al principio, le dolía que Yoongi aún muestra un muy pequeño atisbo del temor a ser abandonado, pero con el tiempo logró entenderlo. Aun así, él nunca lo haría, son su familia —. Yo soy tu padre, tienes mi apellido y ya estoy casado con tu madre. Aunque sea un poco torpe y mi sentido de la moda sea nulo, no podrán deshacerse de mí.

Charin sonrió por la inesperada declaración final, rompía un poco el ambiente tenso.

—Sí... Ah, perdón, papá.

—Perdonado — dijo el mayor, tomando la mano de su hijo al no haber un segundo rechazo a la acción —. Ahora, repasando de nuevo la conversación, ¿retuviste algo?

—Ah, no. Me perdí.

—NamJoon está celoso porque todo tu tiempo lo has centrado en Jimin. Tienes que aprender a distribuir tu tiempo y saber cuáles son tus prioridades, ¿de acuerdo? — el pelinegro asintió —. Bien, estamos bien entonces.

—Perdón por recriminarles, sé que hacen todo su esfuerzo para que yo esté bien...Y sé que es difícil, seré más agradecido.

—Nos parece bien. Habla con NamJoon, sean sinceros y tengan empatía que sé que la tiene.

—¡Okey! ¡Iré a llamarlo ahora!

Sin más que decir y como si hubiese sido una orden directa para ese instante, Yoongi desapareció por la escaleras para ir a su habitación, puesto su celular seguía en su habitación.

DalSeo suspiró.

—Hablaré con su psicóloga.

Chaerin asintió con pesar.

—¡NamJoon!

Kim NamJoon se sintió confundido con el llamado a la lejanía, tenía puestos sus audífonos, pero estaban apagados, solo los usaba por la mera comodidad y seguridad que le brindaban.

—NamJoon, espera — dijo la voz que no volteó a mirar, pues siguió su paso lento hacia una sala de estudio —. Ay, no me escuchas.

Park Jimin aceleró el paso hasta colocarse frente al contrario, haciendo que detenga su andar.

—¿Necesitas algo? — preguntó Nam a la par que colocaba sus audífonos en su cuello — ¿Qué tienes?

—Vine corriendo, no es nada — respondió el rubio, un poco agitado —. Tengo una clase ya mismo, pero necesitaba hablar contigo.

—¿No pudiste mandarme un mensaje?

—Lo hice y me dejaste en visto. Y aún no me aceptas la solicitud en tus cuentas privadas.

—Ah, cierto.

—Solo quería preguntar si sabes algo de Yoongi — NamJoon sonrió en sus adentros, así que Jimin no sabía dónde estaba su amigo —. No me contesta los mensajes, ni llamadas y hasta donde sé hoy tenía clases desde las siete de la mañana hasta ahora, tres de la tarde.

—Sí, faltó.

—De eso me doy cuenta... ¿Ha hablado contigo? ¿Está bien?

—Claro que ha hablado conmigo.

—¿Y te dijo por qué faltó? Hoy quedamos en almorzar juntos... ¿Sabes si está molesto conmigo?

—Faltó porque su primera clase se canceló, después se estresó un poco y decidió faltar el resto del día — contestó de manera franca, no había qué mentir y tampoco es como si pudiera hacerlo bien —. Y hasta donde hablamos, no te mencionó.

—Bueno... Uhm, ¿crees que pueda hablar con él?

—Si no te ha contestado, es porque no quiere hablar contigo. Es un poco obvio, ¿no?

—Sí, pero lo ha hecho de la noche a la mañana, ¡literalmente! — exclamó, que lo ignoren de esa manera era una de las cosas que más le disgustaba —. Y sin ninguna explicación.

—¿El no querer hablar contigo no es suficiente motivo para que te calmes un poco?

—¡No! — Jimin no lo entendía y puede que aquello le traigas recuerdos negativos —. No le costaba nada escribirme un mensaje diciendo que no íbamos a poder hablar en todo el día, ni lo vería cuando acordamos ya hacerlo, por el motivo que sea. Eso hubiese respetado, no que me ignore sin decir nada más.

—Ustedes son tan raros...

—¿Ustedes? ¿A qué te refieres?

—Nada, olvídalo — NamJoon suspiró y volvió a colocarse sus audífonos —. A veces suele desaparecer un día o dos, depende de su estado de ánimo. Puede que te escriba mañana, no te preocupes.

—¡¿Puede?!

—¿Qué? ¿No te lo dijo antes de aceptar ser tu novio? — Jimin lo miró incrédulo, todo ese día estaba resultando tan extraño — Tranquilízate, con el tiempo te acostumbras.

—¿Sabes qué? Olvídalo, mi relación no te concierne. ¿Puedes darme su dirección para visitarlo?

—Ir a verlo inesperadamente le va a sentar mal.

—¿Acaso tienes un manual de cómo tratar a Min Yoongi? — sin pensarlo, el mayor asintió — No me jodas.

—Ya te dije que está bien, no creo que necesites saber algo más de él por el momento — Park suspiró de impotencia, quería llorar —. Y es mentira, su relación sí que me concierne. Conozco a Yoongi mejor que nadie y soy la persona con la que más cómodo se siente alrededor, por supuesto que vendrá a mí cuando el mundo le agobie.

—¿Estás tratando de decir que lo estoy agobiando? ¿Qué te pasa?

—Si piensas que lo dije con esa connotación, es tu problema.

Park Jimin no pudo hacer más que ver, con la boca ligeramente abierta de la incredulidad, a NamJoon retomar su paso sin nada más que decirle. Se sentía ofendido.

¿Por qué Yoongi no quiere hablar con él? ¿Había hecho algo malo?

siento que escribí poquito pero pasaron mcuhas cosas.

qihubo, no tengo más que decir que si no me siguen en instagram lo hagan pq sí, pq soy chévere (a veces) y hablo de cómo entro en delirio cuando mis personajes empiezan a tener la suficiente autonomía como para hacer lo que se les dé la gana en las historias.

besitos, ¿algo que decir? siempre q puedo trato de leer sus comentarios, no me odien xfavor.

pan les tqm~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro